Untitled - Xabier González
Transcripción
Untitled - Xabier González
Editado por: ALTERNATIVA EDITORIAL http://www.alternativaeditorial.com/ [email protected] Apartado 98 - 32.080 OURENSE Galicia (Europa) Edición 2004: 3.000 ejemplares en impresión ofsset Impreso en: Gráficas Galegas (Ourense) Depósito legal: O U - 1 9 1 / 2 0 0 2 ISBN: 8 4 - 9 6 0 8 5 - 1 2 - 0 Diseño portada: Xabier González Maquetación y diseño gráfico: OURENSE DIXITAL Infografía y diseño web: Rori y Jon G. Pérez web-site: http://www.lamemoriadelostriangulos.com/ e-mail: [email protected] e-mail autores: Xabier González: [email protected] Belén P.De Prado: [email protected] Luci Garcés: [email protected] María L. Lázzaro: [email protected] Luis E. Prieto: [email protected] Copyrigth Xabier González, 2.004 El código Penal sanciona a “...quien intencionadamente reprodujere, distribuyere, plagiare, o comunicare públicamente, en todo o en parte, una obra literaria, científica o artística o su transformación o una interpretación artística fijada en cualquier tipo de soporte o comunicada a través de cualquier medio, sin autorización expresa de los titulares de los derechos de propiedad intelectual o de sus cesionarios. La misma pena se impondrá a quien intencionadamente importare, almacenare o exportare ejemplares de dichas obras o producciones sin la autorización requerida” (Art. 534-bis, a). Expresamente se prohibe la traducción, total o parcial, a cualquier idioma, lengua o dialecto, sin la autorización expresa del autor o de los cesionarios. Venta por internet: http://www.alternativaeditorial.com/indexouren.htm número de palabras: 131.050 vocablos diferentes: 17.397 Este libro se edita bajo la premisa de ser una publicación sin ánimo de lucro. Los autores conservan en todo momento los derechos de propiedad intelectual de su obra y únicamente los ceden para esta edición en formato impreso y en PDF. La memoria de los triángulos esta basada y se desarrolla a partir de una idea y guión original de Xabier González; en su ejecución han participado, además del citado Xabier González (autor de la sección que lleva el mismo título que la novela y de los capítulos/apartados que no pertenecen directamente a los demás personajes), Belén Pérez de Prado (interpretando y escribiendo los capítulos/apartados del personaje Argiloa), Luci Garcés (haciendo lo propio con Nínfula), Luís Enrique Prieto (en el apartado de Hernán), y María Luisa Lázzaro (integrando el equipo de creación editorial y asumiendo la autoría de los textos de TES). La memoria de los triángulos es una ficción literaria, cualquier parecido de sus personajes, lugares, diálogos o situaciones incluidas y/o descritas en la obra, con la realidad es mera coincidencia. Dedicado a las utopías... ... Y A LAS OLAS QUE MUEREN EN LA ARENA DE ESAS PLAYAS QUE DIFÍCILMENTE ENCONTRAMOS . Prólogo Xabier González "Si la realidad interior es tan o más válida que la realidad exterior, no podemos dejar de penetrar en ella, de explicarla. <...> La nueva literatura quiere saber y explorar. Su lectura tiene que producir en el lector un salto cuántico, de modo que, acabada ésta, ya no sea el mismo de antes, sino que haya dado un paso más hacia sí mismo. Si esto lo producen las palabras, es porque no están vacías, porque llevan en sí la energía del pensamiento." Gregorio Morales (Conferencia en la Columbia University de Nueva York) El universo creativo es un espejo en el que, lo queramos o no, se reflejan las imágenes de lo que está sucediendo. Nuevas fronteras, tanto en las relaciones entre seres humanos como en las propias dinámicas grupales, abren todo un mundo de posibilidades a las que, los escritores, no podemos permanecer ajenos. El hecho creativo ya no se circunscribe al mero dominio del lenguaje sino que necesita del conocimiento interdisciplinar, de la globalización comunicativa y de la formación técnico-científica, para alcanzar ese cenit que el tiempo en que nos ha tocado vivir exige. La creación literaria tampoco es entendible que sea concebida como un compartimiento estanco, insonorizado e impermeabilizado a conceptos -no sólo temáticos sino estructurales- más propios de la física, las matemáticas, la geometría y, en general, a ese mundo que conocemos como "ciencias" y que, salvo puntuales excepciones, ha mantenido una prudente distancia del conocido como "mundo de las letras". Y, por mera extensión de todo ello, un escritor -sea novelista, narrador, dramaturgo o poeta- no debe desaprovechar, alegando un más que cuestionable concepto del "hecho literario", las oportunidades que la técnica y los avances en la investigación científica y sociológica ponen a su disposición porque, a fin de cuentas, cualquier texto propone una ruta iniciática para los sentidos, la conciencia y la consciencia, del potencial lector. Sentadas esas premisas, decir que "La memoria de los triángulos" está concebida desde perspectivas próximas a la física cuántica es algo que se ajusta mucho a la realidad; por mucho que la historia que sirve de excusa para "el existir" de la propia novela gire, intencionadamente, alrededor de un tema tan socorrido en la literatura como es el amoroso. 7 Llegados a este punto, quizás convendría matizar que la física cuántica es, en si misma, un método o una manera de describir el mundo cuya área de actuación, las llamadas "partículas elementales" en particular y el denominado "mundo subatómico" en general, nos da la posibilidad de acercarnos a conceptos tan alquimistas o esotéricos como lo son el hecho constatado de que el mundo de dichas partículas se desenvuelve de manera misteriosa para la percepción ordinaria o, dicho de otra forma, que las leyes de los objetos físicos no pueden aplicarse en él. Como concepto creativo, el universo cuántico es de extraordinaria riqueza porque sus componentes intercambian su naturaleza constantemente, se comunican entre sí con absoluta cercanía a pesar de las enormes distancias infinitesimales que les separan, son capaces de recorrer el tiempo en las dos direcciones posibles -hacia el pasado y hacia el futuro- y, por muy increíble que parezca, pueden realizar funciones contradictorias en tiempo real -por poner un ejemplo, si nosotros llegamos ante un semáforo que se va a poner en rojo, tenemos dos opciones: acelerar y pasar o detenernos; si fuésemos partículas cuánticas, nos detendríamos y pasaríamos al mismo tiempo-. En "La memoria de los triángulos" los agentes activos -autores, personajes y lectores- intercambian su naturaleza constantemente, establecen una comunicación bidireccional y tridimensional sin importar las distancias que les separen, son capaces de existir en un presente tan absolutamente dinámico que es pasado sin dejar de ser futuro y, por concluir, crean una inercia que les obliga a realizar acciones contradictorias en tiempo real. Tanto es así que, como resultado de una trama literaria rayana en lo perverso -no olvidemos que, según la Real Academia Española, "perverso" también es aquello que "corrompe las costumbres, o el orden y estado habitual de las cosas"-, las fronteras dimensionales se desvanecen hasta dar como resultado una novela cuyo título sólo se refiere a una parte, por lo demás mínima, de esa misma novela. En realidad, el lector entra en "La memoria de los triángulos" a través de los comentarios de otros lectores que, al contrario que él, sí han leído la novela; por lo tanto, una vez que abre la primera página de la novela propiamente dicha, se produce un fenómeno de re-colocación o de re-conocimiento que es el resultado de la mediatización a la que el lector, a lo largo de las primeras secciones, se ha visto sometido. Imperceptiblemente, "La memoria de los triángulos" se metamorfosea en el "gato de Schrödinger"; ese que está encerrado en una caja en la que hay dos recipientes, en uno de ellos hay comida y en el otro veneno. Junto a la metafórica caja hay un observador que conoce la situación y espera con la inquietud de intuir que, pasado un tiempo y al abrirla, puede encontrarse con que el gato ha tomado el alimento y vive, o bien que ha comido el veneno y ha muerto. El guionista de esta novela piensa que es el observador -en este caso el lector- el que, al mirar dentro de la caja, convierte en real una u otra posibilidad; sin que ello implique renuncia alguna del autor a su intervención en el desenlace final, reduciendo a uno concreto los diversos estados de probabilidad, y, por extensión, minimizando el papel del lector-observador y evidenciando la devoción que siente por esa interpretación del realismo cuántico que considera que la 8 realidad, en sí misma, sólo es una mera consecuencia del conocimiento que tenemos de ella. El tiempo y el espacio son conceptos que se ven afectados en la novela. Por una parte, la noción de espacio se diluye por el principio de inseparabilidad -dos sistemas están descritos en una misma función de onda hasta que una medición los separa- y se convierte, siguiendo las teorías del físico Bernard d'Espagnat, en un mero modo o medida de nuestra sensibilidad. Por la otra, en "La Memoria de los triángulos", el tiempo y las dimensiones pueden ser recorridos en los dos sentidos -hacia el pasado y hacia el futuro- construyendo una realidad presente infinitamente breve -apenas una fracción de mirada-, un agujero negro en el que conviven materia y antimateria, para que la energía resultante se transforme en universos paralelos en constante transformación y movimiento. Otro de los aspectos fundamentales de esta novela es, por muy contradictoria que parezca la expresión, la absoluta relativización de los estados perceptivos y el permanente mensaje de que nadie está en condiciones de poder asegurar que lo que sabe es incuestionable para siempre. De alguna manera, "La memoria de los triángulos" responde al Teorema de Gödel ya que, en sí misma, o carece de sentido o bien su sentido se encuentra fuera de lo que ella, literariamente hablando, expresa. En un tiempo, ahora mismo no muy bien determinado en mis recuerdos pero que creo fue en Diciembre del 2003, cuando "La memoria de los triángulos" ya estaba terminada y en fase de diseño editorial, leía en un foro de internet ("Encuentro Internacional Virtual de Poesía") el texto de la conferencia de Gregorio Morales, pronunciada el 16 de Mayo de ese mismo año en el Graduate Center de la Columbia University de Nueva York, titulado "El realismo cuántico". En ella, el ponente, apuntaba que "la palabra realismo es una tautología, pues no existe nada irreal en el universo, o dicho en otras palabras: todo lo mental es real. De esta manera, forma parte de la realidad no sólo lo que vemos, observamos, escudriñamos, investigamos, etc., sino cuanto pensamos, reflexionamos, prejuzgamos, sentimos, amamos, odiamos... No existe una realidad objetiva, fuera de nosotros, por lo que todo lo que hacemos, aprehendemos o divagamos es la única realidad <...> En otra palabras: creamos cuanto nos rodea. Pensamiento, hechos, creencias, prejuicios... están tan absolutamente conectados, que los unos no existirían jamás sin los otros". Manejábamos ambos, sin tener consciencia de ello, concepciones de la creatividad literaria muy similares, por no decir idénticas; sobre todo en aspectos tan decisivos como son los de entender que "la misión de narrador o del poeta es mostrar los millones de mecanismos que existen o podrían existir en el universo, y al hombre interactuando con ellos". "Sin el hombre, nada tendría sentido ni, por tanto, la literatura", señala Gregorio Morales antes de matizar que "No tendría razón de ser <...> una novela donde sólo aparecieran partículas, sus filias y fobias, su creación y des9 trucción... es necesario mostrar cómo influye eso en la vida del hombre, qué en su existencia depende justamente de eso. El reto consiste en insertar al hombre en la vasta realidad que se nos ha abierto y, al mismo tiempo, abrir las fronteras del lector, sugerir, extender, fijar la cosmovisión que deviene de la imaginación científica contemporánea. Pues la ciencia actual es ante todo fantástica, inquietante, desbocada, irracional, mágica, imposible... el mundo microfísico y el universo plegado tienen una importancia decisiva en nuestras vidas." En "La memoria de los triángulos" hay, efectivamente, una búsqueda profunda de "la verdad", tanto en el plano intimista como en su acepción más exteriorizable; el objetivo prioritario no es el entretenimiento sino la cartografía detallada de las emociones y las reacciones, la concepción de que una novela es como cualquier cebolla: tiene capas que permiten al lector elegir entre quedarse en la superficie o bucear todo lo profundo que desee. Volviendo a citar la conferencia de Gregorio Morales, diría que busca la verdad profunda del comportamiento humano "rastreada en su esencia, entrevista a través de la subjetividad, algo así como si, más allá de los universos paralelos o de su cambiante existencia, existiera un mundo de las formas o de los Arquetipos que pueden ser considerados una suerte de verdad dialéctica". El análisis realizado por varias escritoras, que tuvieron acceso al primer borrador de "La memoria de los triángulos", aporta valiosas perspectivas que añadir a esta introducción a la novela. Por orden cronológico, la escritora mexicana, Aletse Santiago, resumía sus sensaciones apuntando que es "la más clara y representativa metaficciòn en cuanto al género se refiere (uno de los géneros más difíciles, desde mi punto de vista): lectores protagonistas, protagonistas lectores, protagonistas leyendo a protagonistas, incursión a otras novelas y personajes, lectores adicionales opinando y leídos por protagonistas y por autores, etc, etc... . Me arriesgo a afirmar que la metaficción se habrá quedado con el ojo cuadrado de todas las dimensiones empleadas en esta ocasión, tal vez se creó una nueva: meta-ultra-ficciòn. Es una novela que emplea enormes recursos en la construcciòn del universo narrativo, cuya lingüistica es perfecta en su juego de palabras y juegos topográficos -amén de sus bellísimas imágenes y metáforas-, así como cumple con la escritura autorreferencial. Por si fuera poco, es generosa en su documentación, intimista, y por lo tanto, filosófica. En pocas palabras, es una obra literaria sin referente alguno y absolutamente GENIAL. No creo que exista en la literatura novela o texto que maneje el tema de los triángulos amorosos con más originalidad y profundidad y, además, profundice de tal manera en temas tan alternos como tan protagonistas." Por su parte, la escritora madrileña Mª Antonia Seguí Collar opina que "después de leer esta novela, uno recuerda cada uno de los triángulos en que reside o se reside, desde el desconocer reconocer las bases inexactas de sus propias memorias. No es un libro casual y sí es un libro causal. Juega con una base absolutamente lógica: que la realidad no es el alfabeto contado sino el que queda por contar. Claro que un lector superficial, que busque una historia vul10 gar, resume el argumento en dos líneas: una historia de desencuentros. Y no es para nada exacto porque este libro no cuenta una historia, sino el arquetipo de cada una de nuestras historias, demostrando que es falso. Lanza una propuesta de juego cómplice con el lector, para que sea el lector quien invente la novela, para que a través de todas las sugerencias entrevistas, delineadas, forje su propio armazón, triangular por supuesto e instaure una juego lúdico entre lo que no es un libro, porque se construye a cada línea que lee, y su propia idea de lo que debería encontrar y que, afortunadamente, no encuentra. Rasga, en definitiva, un velo más allá de los sueños, porque crea un alfabeto propio de causalidades e inter-rela-acciones, a través de una armazón arquitectónica absolutamente matemática. Me seduce el lenguaje del libro porque por primera vez leo un libro en el que el lenguaje inventa al lector y se deja inventar por él. Hay un juego completo de retroalimentación entre el libro y sus lectores, una cadena de ida-regreso-vuelta-marcha, que no se rompe porque, curiosamente, el libro es re-escribible con cada quien que lo lee". Apreciaciones que la escritora cubana Julie De Grandy dimensiona al aseverar: "pienso que el concepto de este libro y su dinámica, es un logro vanguardista, innovador y extraordinario dentro de la literatura" o, también, el matiz que añade la escritora dominicana Elizabeth Quezada, cuando señala que: "con sus contenidos eróticos, realistas, existencialistas: espejos de sentimientos cotidianos, permanecerá en nuestras memorias por mucho, mucho tiempo". En lo personal, "La memoria de los triángulos" me regala la sensación de que trabajar con todo el equipo fue todo un privilegio, una experiencia única que daría para escribir otra novela. Las horas pasadas al teléfono y en internet con la escritora navarra Belén Pérez de Prado -que se ocupó de dar vida literaria a Argiloa-, puliendo detalles, abriendo fronteras temáticas y deshojando margaritas para escoger la mejor de todas las posibilidades creativas... el eficaz trabajo de Luci Garcés, desde A Coruña, para conseguir materializar, literariamente hablando, un personaje tan complicado y heterodoxo como lo es Nínfula... el desparpajo creativo de Luis E. Prieto, desde Madrid, que construyó una realidad singular y efectista alrededor de Hernán... el afecto y el talento de la escritora venezolana María Luisa Lázzaro, que aceptó integrarse en el equipo y, en un juego de ficciones que va más allá de lo que ahora mismo pueda sospecharse, asumir como suyo lo que Tessi, a través de Zoé, nos narra... el trabajo oscuro del equipo de diseño de la página en internet de la novela (http://www.lamemoriadelostriangulos.com/ ), en la que fueron apareciendo, en estado "bruto" y caóticamente ordenados, las diferentes "secuencias" que se iban "rodando" y que recibió alrededor de 300.000 visitas en poco más de seis meses... la no menos eficaz labor del equipo de seguimiento que atendió la espectacular implicación de los cyberlectores en el desarrollo de la novela, hasta el punto de establecerse una bidireccionalidad tan efectiva que dió lugar a cerca de 40.000 mails con comentarios, aportaciones de textos, etc... 11 Si ahora mismo tuviese que resumir, diría que "La memoria de los triángulos" es una búsqueda incómoda pero renovadora, tan iniciática como renacentista, que, desde el mismo momento en que comencé a preparar el guión y desarrollar el proyecto, se fue revelando como una "enfermedad contagiosa", algo capaz de multiplicarse y dividirse por sí mismo; esa Analogía de los ocultistas que lleva de un pensamiento a otro, en una interminable cadena analógica desordenadamente ordenada, infinita y perfectamente imperfecta. Gracias por acompañarnos en este viaje que ahora empieza... Algunos creen ingenuamente que el mundo ha cambiado. Otros creen de igual forma que la tecnología y la ciencia han avanzado lo suficiente como para construir en la tierra un paraíso de horizontalidad. Más de alguno se atreve a proponer un desarrollo de la cultura que da paso a un salto cualitativo en el nivel de conciencia de la especie. Por ahí no falta el que se siente integrado ontológicamente con la experiencia cotidiana y arcaica de los pueblos o revolucionada su presencia lineal en el mundo. Pero, en la esquina, mis ex vecinos siguen macheteando para conseguir la pasturri, mis ex compañeros de colegio trabajan quince horas diarias para alcanzar la satisfacción de comprar el domingo en el mall, mis ex compañeros de universidad tienen cientos de obreros educados en institutos a los que pagan una migaja para hacerse ellos un sueldo que les permita pagar la cuota del departamento en la comuna en la que nunca antes vivieron, y lo peor de todo, mis ex compañeros de partido, hoy tan finamente renovados son citados al tribunal porque sin duda y lo supe siempre, son los corruptos que dan la espalda al pueblo. Es un lindo escenario, hay que decirlo sin pena. Una hermosa ecuación que camina lentamente hacia el indeterminado caos. Tan realista como lo que tenemos que aceptar por presión de la evidencia y tan cuántico como lo que nos negamos a aceptar en la sorpresa. Y aún si nuestra pobre forma de mirar el mundo sea la que determine esta construcción, si nuestro cerebro estuviera obligado a armar las cosas entre un lejos y un cerca o un antes y un después que no comprendo, aún si fuéramos todos tan cretinos como para mirarnos el ombligo antes de aceptar la derrota y ponernos de pie con las mismas banderas de la sagrada y alquímica respuesta, aún así seguiríamos paseando el miedo que la muerte, y no sólo la de guadaña y capucha, nos dejó de herencia. Pero el hombre que acecha con los ojos del tigre aún no pierde esa libertad de soñar y de volar que no puede fundarse ni refundarse porque la llevamos en los huesos y en la genética misma y retorcida del desenfreno. Son esas las garras que rasgan los tapices y las pieles y aún beben directo la sangre de los corazones. Ellos son los que forjan la cultura transformándose en símbolo, en mito y aún en ritual desesperado. Lo mío, es una cuestión de DERECHO CULTURAL Y JUSTICIA SEMÁNTICA. Por eso insisto: "Es desde esta perspectiva donde surge la necesidad de establecer un nuevo espacio, una nueva definición literaria, que sirva de soporte a expresiones culturales que han sido capaces de concebir el devenir del universo con una visión (desde arriba) donde lo humano y lo divino se entremezclan en lo témporo-espacial, haciéndonos percibir la vida como un conjunto, sucediendo eterna en todas las cosas y en cada hombre y en cada mujer, por la antigua y misma senda del espacio-tiempo". Patricio Liberona ("Una reflexión sobre el realismo cuántico", Chile, publicado en http://www.estandarte.com/) 12 Claves inter-caladas El lector de una novela es un eslabón más de una cadena grupal, en la que se reúne la información histórica de todos y cada uno de los lectores que la hayan leído en el pasado, que la estén leyendo en un presente ignoradamente compartido y aún la lean en un futuro imposible de prever. El inconsciente colectivo, o la mente virtual, de todos esos lectores crea la verdadera novela y la dota de vida, trasmutándola en una fuente de energía y de inspiración que trasciende a la insignificante realidad de un texto escrito e impreso. Esa fuerza invisible que construye lo visible empuja al lector, sea consciente o no, a convertirse en personaje y a actuar inevitablemente como tal; a reaccionar involucrándose, rechazando o dejándose influir, ante estímulos que nadie puede establecer de antemano y que no son más que el fruto de la ósmosis permanente que produce la fusión fría entre la ficción escrita, inmutable por estar impresa, y la variable realidad cotidiana e individual de cada lector. Pero, si eso es así, ¿que contienen, entonces, las páginas que siguen a esta?. Siendo sinceros, para nosotros mismos es un enigma aunque, por dar una respuesta, solemos afirmar que todas ellas conforman el libro impreso titulado "La Memoria de los triángulos" que, en realidad, es poco más que un catalizador, apenas un mínimo pinchazo para comprobar reflejos y desatar sueños y utopías... Y usted, que ahora mismo está leyendo esta página, acabará convencido de lo que nosotros ya sabemos: que no somos más que personajes... que la verdadera novela, esa que nacerá en cada uno de los lectores, jamás será publicada ni estará disponible en las librerías... y, precisamen- te en todo ello, hay una increíble e impagable dosis de magia... 15 La memoria de los triángulos... En el título de la novela hay tres letras que se repiten tres veces, cinco que lo hacen dos y otras cinco que sólo aparecen una vez... veinticuatro letras en total, como las veinticuatro lágrimas que se derraman cada vez que uno llora bien de alegría o bien de tristeza. Y de todas, la "a" es la única que merece acento; quizás por haber nacido consonante y terminar siendo vocal sin que apenas nadie se diese cuenta. 17 Los Personajes Cada personaje de una novela es un mensajero de hechos mágicos, una fuerza de la naturaleza, un viaje por el aire hasta el aquelarre. Uno a uno, no importa que sean principales o secundarios, van cayendo como Abadires sobre las páginas, haciéndose imprescindibles porque aportan entorno y perspectiva a lo que nos están narrando. En "La memoria de los triángulos" contaremos con cuatro "personajes-raíz", que serán esos cuatro puntos cardinales que nos permitan orientarnos. ZOÉ será nuestro Norte, la nereida, el agua esencial que requiere toda magia, el ajenjo que garantiza la temperatura adecuada; decimoséptimo gran secreto, vaciando a la vez esos dos jarros que lleva en su dos manos. No busquéis a Zoé en ningún lugar que no sea la cima de la pirámide, esperando, nadie sabe si ansiosa o atemorizada, a que alguien la sacrifique o la salve. AINARA, nuestro Oeste, la ninfa de los robles, la piedra imán que se esconde entre las nubes para llovernos, tímida o irritada, según reine el calor o el dolor en su sangre. Hace tiempo que siente miedo, que está desasosegada, que ya no duerme muchas noches, que sus pulmones se sienten tan débiles que le cuesta seguir respirando. YERAY siempre será el Sur y el fuego, la totalidad del yo simbolizada en esa flor octogonal a la que le faltan dos vértices y le sobra un lado, la espiral esmeralda... Le encontraréis sentado, a la sombra de cualquier árbol y con la mirada perdida, para que nadie desvele donde está su mente ni qué late, ahora mismo, en el fondo más remoto de su alma. NURIVAN, el Este, reinando sobre rayos y tormentas, verde y turquesa, quinto elixir y alfarero. Su lugar es cuna, hogar, pueblo y regresos; la terraza desde la que se mira a ese cielo donde, cada día, miles de estrellas imposibles se hacen realidad y se convierten en secretos. ¿Cómo combinarlos? Si mezclamos Sur y Este tendremos Viento. Si unimos Norte y Este, surgirán Montañas. Si dejamos que sean el Norte y el Oeste quienes se abracen, tendremos Aire. Si la opción elegida vincula al Sur y Oeste, será Tierra lo que nazca. 19 Sin olvidar que en el centro, mezclados los cuatro elementos, se halla la clave que el lector habrá de desvelar para lograr la piedra filosofal, el elixir de vida y la comprensión de lo que, sin nunca haber sucedido, está ahora mismo sucediendo... Y en ese centro, apátrida y sin cielo, fuerzas de la naturaleza que construirán y destruirán emociones y sentimientos, en un ir y venir incesante del que surgirá un círculo en paralelo. NÍNFULA, la sala de los sueños y el ágata, la poetisa a quien le hubiera gustado ser hurí, sal mezclada con pimienta o, también, la que se compra un primero de enero para que nos proteja. Terafim y ausencia, olvidando siempre cada cosa que recuerda y buscando una identidad que cada día se niega. ARGILOA, el sueño de luz, niña coronada, madera de vida, león verde, buscando ser su propia piedra filosofal , esa que tanto necesita, para devolverse la vida. Contra-adicción, dureza suave de canto rodado, contundente y enrevesadamente directa. Sol y sombra en un sondeo de sí que no cesa, amarrada a su necesidad de respiro, es quién es y no es y quién se sueña mientras persevera en el ser "muy suya" y de todo aprende y se alimenta. HERNÁN, compañero de Argiloa y remanso, adora esa intimidad que es un concepto clave a conseguir a lo largo de su existencia... esa tan proclive a apasionamientos espontáneos, insuflados por su sentido de la libertad y del idealismo. Sus dudas son su fuerza, el futuro le provoca temores y ansiedades pero rechaza el cambio en su rutina debido a sus miedos. En la búsqueda eterna y prisionero de su amor propio, le gusta aprender las cosas por sí mismo y sin ayudas que puedan adulterar la percepción de todo lo que sucede.. 20 El Álgebra sagrada Pero un universo de siete es muy pequeño... faltas tú y te estamos esperando. Por ello, esos siete personajes se han reunido en un imaginario hemiciclo y, con ojos expectantes, te miran a ti, lector, que ahora mismo tienes esta novela entre tus manos. Hay una enorme necesidad de comprensión que flota, lánguidamente, en el ambiente. Leer un libro es una operación de humanismo algebraico, aunque muy pocos lectores se dan cuenta; el álgebra es el arte de descubrir patrones y formas a los que puedan aplicarse reglas, no siempre predeterminadas... - ¿Álgebra dices...?, ¿te refieres a la parte de las matemáticas en la que se generalizan las operaciones aritméticas empleando números, signos y letras?, ¿realmente te parece serio introducir ese concepto en una novela? - Escúchame... Cada letra, signo o número, de esta novela -de las páginas que han pasado y aún de las que vendrán después de esta- representa simbólicamente una entidad que necesita de tu complicidad intelectual para existir por completo. Sin ti, ellos no son nada... contigo crecen, hasta convertirse en novela dentro de la novela. ¡Ah!, ¡no lo olvides!, una ecuación perfecta siempre tiene valores desconocidos, incógnitas por resolver, variables que la alteran... en ellas reside la magia de aquel árabe que pronunció por primera vez "al-yabra" y, quizás sin quererlo, amplió el concepto de "reducción" hasta la penúltima frontera del tiempo y del espacio... - ¿Seguro? - No, no lo es... pero te prometo que lo deseo fervientemente. Si te sirve de algo, hubo un tiempo ya en desuso en el que al arte de restituir a su lugar los huesos dislocados se le llamaba, también, "álgebra". Para mi esa acepción sigue plenamente vigente y es la que, como personaje, íntimamente deseo que el lector aplique para que pueda entendernos. - Humanismo algebraico...¡hum!, suena tan renacentista... - Renacer es tan necesario... tan imperiosamente urgente... nos asusta, generalmente, tanto que preferimos encaminarnos al morir desde la placidez extrema del vivir vegetando... 21 ¿Juego de billar o efecto mariposa? (Artículo publicado en el Daily Word el 29 de Febrero del 2003) Estaba en la librería, tan despistado como de costumbre, cuando un libro me encontró. Traté de resistirme, incluso lo dejé en el estante al menos unas cuatro veces; al final sucumbí a su callada tentación y compré "La memoria de los triángulos", pagándolo con tarjeta y con la convicción de que escenificaba un mero acto reflejo. Han pasado varios días, aún no lo he abierto pero sé que él me eligió a mi. Diría más, tengo el absoluto convencimiento de que, este ejemplar en concreto, entró en la imprenta con un nombre y dirección de destino: el mío. Ya sé que eso es puro determinismo, en su versión laica por supuesto; pero la realidad es que sería absurdo afirmar que su adquisición no es el resultado, inevitable, de los eventos o acciones precedentes. Esa influencia irresistible, tan ajena a la voluntad de uno mismo, me fascina porque, al menos en principio, reafirma mi convicción de que es posible predecir cualquier evento futuro o reconstruir cualquier acontecimiento pasado sin el menor márgen error o duda. Sí, cualquier cosa que pase en el futuro está determinada completamente por lo que está pasando hoy y, más aún, todo lo que está pasando ahora está completamente determinado por lo que ha ocurrido en el pasado. Posición, dirección, velocidad, intensidad y dirección de todas las fuerzas que actúan en cada instante... el modelo newtoniano del Universo que no va más allá de ser un juego de billar, en el cual el estado final surge matemáticamente de las condiciones iniciales siguiendo leyes predeterminadas, a la manera de una película que puede ser pasada hacia adelante o hacia atrás sin que su desenlace se altere. Lástima que un tal Poincaré se haya dedicado a demostrar que esas teorías sólo funcionan en los sistemas simples -de uno o dos elementos- y que en cuanto traspasábamos la frontera de los tres o más agentes, interactuando entre ellos, ya no obedecían las reglas; surgían entonces las "inestabilidades dinámicas" o, por decirlo simple y llanamente, ese "caos" que siempre se empeña en sorprendernos. Miro al libro para comprobar que él me mira fijamente y con una sonrisa pícaramente correcta. Noto que hay una ósmosis enérgica entre él y yo... Pienso... 23 Una novela y su autor no pasan de ser un mero sistema simple, tan elemental que no hay enigmas ni intrigas que se resistan a la inquisitiva mirada de un lector inteligente. El asunto varía si introducimos un tercer elemento: los lectores, devolviéndoles plenamente su condición de cómplices imprescindibles para que la afirmación de Poincaré -"una pequeña diferencia en las condiciones iniciales crece en el tiempo a una velocidad enorme"- se cumpla y nos encontremos de repente con que, para la misma novela, dos conjuntos casi indistinguibles de condiciones iniciales dan por resultado dos estados finales que difieren enormemente. El "Principio de incertidumbre" de Heisenberg -"la medición precisa de una variable implica una total indeterminación en el valor de la otra"- y el "Efecto Mariposa" de Edward Lorenz -"el aleteo de una mariposa en alguna parte del mundo puede hacer que una tormenta se dé un tiempo después en otra parte del mundo"- nos ayudaran en la tarea. Y mientras eso sucede, de camino a Troya, Agamenón sacrificará a su hija Ifigenia para cumplir un oráculo de Calcas y lograr que Artemisa calme los vientos. Un tiempo después, Calcas vuelve a aparecer como el genio que imagina, y construye, el famoso caballo... La historia no lo cuenta, pero está escrito entre líneas, con letras invisibles que sólo pueden leer los iniciados: la memoria es caballo de madera albergando, en su panza, a cientos de recuerdos-soldado que afilan sus lanzas y preparan sus antorchas para quemarnos... Al fin y al cabo, todo el mundo tiene derecho a declararse inocente de no ser culpable. 24 Tiempo de Metáforas Y así, justo a la entrada, tratamos de entender lo que nos pasa; inspirándonos, como casi siempre, en los conceptos cabalísticos más sagrados. Sedientos de sentirnos, inventamos fracciones y números negativos para los polinomios de grado uno, matando en soledades lo que las compañías no regalan y adoptando la recta como la expresión más fiel de los números reales; para los de grado dos, en una búsqueda de sublimar la fidelidad, inventamos las raíces cuadradas y los números imaginarios... en el caso de los polinomios de grado tres, obligados por el lunático influjo de los triángulos, descubrimos que es imprescindible emplear números complejos y vislumbramos el vínculo de la trigonometría y las ecuaciones de tercer grado... para el cuarto, cuando dos y dos siempre son más que tres pero nunca llegan a cuatro, necesitamos manipular las raíces con maestría y rozamos la noción de grupo de permutaciones... El quinto grado trajo cierta desilusión porque, inicialmente, vimos que las raíces no servían; entonces el álgebra y nosotros cambiamos de rumbo, incorporamos las teorías de los grupos, anillos, cuerpos y sus extensiones, espacios vectoriales y la parte de la geometría que contemplaba las elipses, las parábolas y el círculo... Ahora es tiempo de metáforas, de viviseccionar una novela ilógicamente lógica; la era de los triángulos y su memoria, de los espacios de grado uno que representan la realidad rectilínea... de los de grado dos, en los que la imaginación juega el papel de tercero en discordia... de los de grado tres, cuya complejidad relacional y emocional es infinita... de los de grado cuatro que necesitan ver manipuladas sus raíces, en una permuta de tal maestría que el cuarto lado crea mantener un dominio sobre algo que ya ha perdido... y ya finalmente, el tiempo de los espacios de grado cinco que justo en este momento, gracias a ti lector o lectora, es en el que existimos... Al final todo resultará sencillamente complejo o complejamente sencillo, no olvides nunca que en todo triángulo la suma de los ángulos interiores es siempre igual a dos ángulos rectos; justo ese giro de ciento ochenta grados que nos negamos a dar para seguir creyendo que respirar aliviados nos libra de la asfixia de aceptarnos... 25 Hernán - un punto . . .)- Para entender la necesidad de Hernán en esa novela ha de escoger usted, y en primer lugar, la definición que prefiere para punto. Diccionario en ristre, nos hemos permitido seleccionar dieciocho definiciones para que usted vea la que más le cuadra... 1.- (Del lat. punctum.) m. Señal de dimensiones pequeñas, ordinariamente circular, que, por contraste de color o de relieve, es perceptible en una superficie. 2.- Cada una de las partes en que se divide el pico de la pluma de escribir, por efecto de la abertura o aberturas hechas a lo largo de él. 3.- Rotura pequeña que se hace en las medias por soltarse alguna de estas lazadillas. 4.- Medida longitudinal, duodécima parte de la línea. 5.- Cada uno de los agujeros que tienen a trechos ciertas piezas; como la correa de un cinturón, para sujetarlas y ajustarlas, según convenga, con hebillas, clavijas, etc. 6.- Cosa muy corta, parte mínima de una cosa. 7.- La menor cosa, la parte más pequeña o la circunstancia más menuda de una cosa. 8.- Instante, momento, porción pequeñísima de tiempo. 9.- Cada uno de los errores que se cometen al dar de memoria una lección. 11.- Lo sustancial o principal en un asunto. 12.- Ortogr. Nota ortográfica que se pone sobre la i y la j. 13.- crítico. fig. Momento exacto en que ocurre o es preciso hacer cierta cosa. 14.- débil. fig. Aspecto o parte más vulnerable de alguien o de algo. 15.- filipino. Pícaro, persona poco escrupulosa, desvergonzada, etc. Suele emplearse con cierta benevolencia. 16.- neurálgico. fig. Parte de un asunto especialmente delicada, importante y difícil de tratar. 17.- y aparte. Ortogr. El que se pone cuando termina párrafo y el texto continúa en otro renglón más entrado o más saliente que los demás de la plana. 18.- de partida. instante o lugar desde el que comienza algo. Usted decide... usted tiene la palabra... 29 I AQUÍ ESTOY, SI AQUÍ OS PARECE El jodido Pirandello siempre me ha perseguido, casi tanto como la metafísica de Schopenhauer y su inestable convivencia con el ser pragmático. Desde hace tiempo ando buscando al autor que pudiera explicarme la novela de mis últimos años con Argiloa. Porque el tercero en discordia, el impotente e hipócrita Freud, ha tiempo que fracasó en su discurso de sexos reprimidos y de padres castradores. Siempre supe que el sexo, entre Argiloa y yo, era un pacto de conveniencias y necesidades que habíamos acondicionado entre amores de verano y pasiones de invierno y primavera. Y a mis padre ya los había olvidado en un cementerio sin lápidas y con cenizas bastantes años atrás. Al final era más sustanciosa la dramaturgia latina de un diletante, confuso y honrado, que todas las elucubraciones didácticas de un germánico amargado entre las brumas del Norte, o las gayolas mentales de un personaje que anduvo toda su vida buscando una explicación a su impotencia, y que tuvo el cinismo de elaborar toda una doctrina analítica en base a sus fracasos que marcó toda una revolución pragmática en el conocimiento-desconocimiento del ser humano... Definitivamente me quedo con Luigi, que está más cercano, a pesar de que llevo ya más de treinta años comiendo del padrecito Freud, y citando a Schopen, que queda de lo más fino y convincente, sobre todo cuando me invitan a impartir Cursos Universitarios , o, por el contrario, cuando Argiloa se empeña en dramatizar nuestros desencuentros, que, últimamente, son mucho más que frecuentes. Porque lo más novedoso ahora es que Argiloa me persiga y me atosigue en mi dedicación internáutica, so pretexto de que la tengo abandonada y de que está segura de que mis consultas sicológicas altruistas on line son sólo una tapadera para buscar ingenuas doncellas desequilibradas y necesitadas de cariño. ¡A estas alturas! Ella, que lleva años durmiéndose en el salón delante de la tele, haciendo caso omiso de mi compañía. Es curioso: mientras duerme como una bendita roncante parece que le importa poco que yo esté soñando con valkirias o telefoneando a una línea erótica nueve-cero-séis, pero ha decidido no soportar que utilice Internet para contestar a las numerosísimas demandas de ayuda sicológica que llegan a mi buzón electrónico a través del portal www.tusicologo.com, y es como si tuviera un radar conectado a sus ronquidos, porque cada vez que aprovecho para contestar alguna de las consultas, indefectiblemente, al cabo de poco tiempo, noto su figura rígida, por detrás de mis hombros, lanzándome sus quejas irónicas: ¿qué, Hernán, en tu tarea de cuidador de almas virtuales descarriadas? Es lamentable, después de tantos años, y de tantas complicidades, que tenga ahora que esconderme de Argiloa para ejercer una actividad altruista y que creo imprescindible para mi equilibrio interior. Pero Argiloa ya no es aquella mujer que se quedaba "con la boca abierta" cada vez que yo teorizaba sobre el mundo y la sociedad, cada vez que alguien, 31 en una reunión de amigos, en un Congreso, o en un encuentro profesional-, me preguntaba sobre algún tema controvertido o complejo. No, desde hace unos años, Argiloa esboza una mueca , entre irónica y suficiente, y desaparece del círculo dialéctico en el que yo intervengo. Ella dice que "ha crecido" lo suficiente como para no necesitarme, que se ha convertido en alguien independiente, tanto cultural como afectiva y sexualmente. Pero yo intuyo que, desde hace meses, Argiloa anda por la casa en plan "aquí estoy, pero sin estar", y por la cama como "estoy, pero más bien lejos". Y sí, la dependencia filosófica que Argiloa ha tenido de mis ideas durante años ha sido exagerada y rozando con la pleitesía, -a pesar de mis esfuerzos para dotarla de una visión independiente de las realidades afectivas, cosa que ella siempre percibió como despego o desinterés amoroso-, pero desde unos meses a esta parte cada día me sorprende con alguna novedad coyuntural, lo que, he de reconocer, me está confundiendo bastante más de la cuenta. Hoy, sin ir más lejos, me llamó a la consulta para decirme que no estaría en casa para la cena pues había quedado con Piluca para la Presentación del Libro de la poetisa andaluza Victoria Ruso que se celebraba en el Ateneo, y a la cena-cóctel que se ofrecía luego en el Mesón Tres Cruces. No me esperes levantado, Hernán, -me dijo-. Prepárate cualquier cosa y te acuestas... Ya sabes cómo son estas cosas culturales de largas. ¿Desde cuándo Argiloa estaba interesada en la poesía? La coartada me pareció infantil, pero, sobre todo, provocativa, porque Piluca me había llamado, curiosamente, poco antes que ella para invitarnos a pasar el fin de semana en su chalet de Guadarrama , y nada me había comentado ni de la poetisa , ni de la Presentación, ni de la cena en el Tres Cruces. Yo, por supuesto, tampoco le comenté nada sobre la llamada de Piluca -a la que no identificaba, desde luego, teniendo orgasmos culturales con la poesía de la Ruso-, y aunque se me ocurrió aparecer por el Ateneo, o por el Mesón, me sentí a mi mismo ridículo haciendo de perseguidor de fidelidades marchitas. Me marché a casa y me preparé una pizza Margarita y un bocadillo de huevo con salchichas mientras me regocijaba con un programa televisivo en el que un par de famosillos de tres al cuarto se ponían de "chupa de dómine" con publicidad y alevosía. Antes de acostarme, y por puro morbo, tuve la necesidad de saber qué ropa interior se había puesto Argiloa para su velada poética, y rebusqué en sus cajones de las mudas más recientes, pero no sólo no pude identificar la que portaba aquella noche -¿sería una muda especial y secreta, para mi desconocida?-, sino que me llevé una mayúscula sorpresa al encontrar, bien arropados por bragas de seda y raso, tres libros idénticos, casi sin estrenar, y con un título de lo más sofisticado: LA MEMORIA DE LOS TRIÁNGULOS... Evidentemente, -pensé-, Argiloa tiene un amante, y escritor, para más señas. Tomé uno de los ejemplares, lo guardé en la cartera de la consulta, me bebí un whisky con un valium-5, y me quedé dormido como un tronco, porque elucubrar en caliente siempre me pareció poco eficaz y bastante primitivo... 32 II ¡MALDITA PUTA! ¡Maldita puta! Has esperado a que mi barriga acumulara la grasa de los años, y a que a mis atributos de macho le colgaran el paso del tiempo y del sobre-esfuerzo, para hacerte la enigmática libertaria... Ya no te debes acordar de tus celos paranoicos cada vez que alguna de mis alumnas se acercaba a mi para consultarme cualquier problemilla de la Facultad, o cuando alguna de tus amigas, en conflicto matrimonial, me llamaba por teléfono para comentar conmigo sus cuitas y lamentos. ¡Zorras, más que zorras!, decías sin poder disimular tu ira, ¿No sabéis que Hernán tiene dueña y compromisos, más que zorras? Y no, no es que este comportamiento tuyo me pareciese sensato o equilibrado, pero al menos era de un primitivismo encantador que demostraba tus afectos, por encimas de componendas de últimas hornadas, que, seguro, te están babeando de romanticismos seudo-intelectuales, y más trasnochados que un Ayatolá en un desfile de modas de Valentino. Me he pasado años diciéndote: Argiloa, tienes que salir, realizarte como persona, buscarte una actividad que te haga crecer como individuo, desarrollar la parte más sensible y sensitiva de tu personalidad... y tú te has pasado años contestándome que estabas más que realizada y satisfecha junto a mi, que eras feliz aguardándome en casa hasta que llegara de la consulta, haciéndome la cena, acompañándome a los Congresos y a las reuniónes de la Facultad. Que necesitabas tu libertad para ofrecérmela en una compañía permanente, tu tiempo para convertirlo en mi tiempo, tu lealtad para compensar mis tendencias desleales que nunca disimulé. ¡Jodida puta! ¿Me has engañado siempre, o es que, simplemente, te ha llegado el momento y lo has aprovechado? A lo mejor ha sido mía la culpa por no querer nunca formalizar nuestra relación, a pesar de que tú has insistido en muchas ocasiones, pero siempre pensé que el cariño -¿o es el amor?- estaba por encima del matrimonio y de toda su parafernalia socio-económica; es más, tenía razones más que fundadas para pensar que el matrimonio solía convertirse, con frecuencia, en un ejecutor implacable de decenas de convivencias más o menos equilibradas.... "La Memoria de los Triángulos"... hasta el título es ridículo y denota un afán de originalidad típico del que necesita de esta característica para compensar su falta de contenido. Seguro que es un ladrillo intelectualoide escrito por un personaje pícnico, amanerado y andrógino, de esos que hacen las delicias de las Argiloas insatisfechas y aburridas que pululan por las sociedades convivenciales del post-modernismo. Pero, ¿he dicho insatisfechas?. ¿Acepto, entonces, la "insatisfacción" explícita de Argiloa? Bueno... uno tampoco es Cocodrilo Dundee en vacaciones permanentes, pero a fe que siempre he intentado hacerla feliz , incluso defendiéndola de ella misma, incluso intentando capacitarla para que fuera capaz de realizarse, a pesar mío, al margen incluso de mis propios intereses y emociones, 33 pero no, por supuesto, en contra de esos intereses compartidos, y, sobre todo, nunca de una manera oculta, cobarde y torticera. Ella siempre supo mis debilidades sexuales con las alumnas más jóvenes de la Facultad, mis inclinaciones por las trans-sexuales jovencitas y hormonadas. Nunca la engañé, e, incluso, durante tiempo intenté que pudiera involucrarse en triángulos apasionados -¡esos sí que eran triángulos sin memoria!- y compartidos, aunque nunca conseguí que Argiloa superara esa sensación de asco y rechazo que le impidió participar en ellos. Y la respeté. Me quedé con la miel en la boca, y tuve que montarme el triángulo por mi cuenta, en rombos sucesivos no siempre especialmente exitosos, cuando podría haber sido un ejercicio compartido de lo más prolífico y provechoso. Ya, ya sé que la educación monjil y represiva de Argiloa fue un condicionante capital que marcó, de una manera determinante, su sexualidad, hasta el extremo de hacerla casi a-sexuada y parcialmente anorgásmica cuando la conocí, y que tuve que hacer acopio de todos mis recursos y conocimientos, teóricos y prácticos, para poderla reconvertir en algo gozoso y participativo, pero nunca fui capaz de romper la barrera de la moral heterosexual impuesta por el catolicismo dominante. Aunque ahora, parece ser, que ya ha debido crecer lo suficiente como para ponerme los cuernos con algún escritorzuelo de tres al cuarto. Nada me ha dicho Argiloa de la Presentación del libro poético de la Ruso, ni de la cena a la que a continuación asistió... aunque, posiblemente, ni fue a ninguna Presentación ni a cena alguna literaria, y cuando, antes de irme a trabajar, le he preguntado: ¿Qué tal ayer con las actividades culturales?, me ha contestado escueta, tajante, con un deje de picardía muy bien estudiado: interesante, bastante interesante, Hernán... He estado a punto de cagarme en sus muertos, y de organizar la de dios es cristo, que, probablemente, era lo que estaba esperando, pero me he contenido a tiempo, y a la vez que recogía la cartera con el famoso librito de los triángulos en su interior, le he respondido: pues qué bien, chica. ¡Cuánto me alegro! y me he marchado dándole un beso aséptico en la mejilla. III LUCÍA Y... Lucía, cuando me vio entrar por la puerta de la consulta con cara de funcionario en horas extras impagadas, se acercó y me dijo: - ¿Todo bien, jefe? - No, Lucía, nada bien... más bien todo jodido. Me temo que tendrás que despedir a los citados para hoy. El horno está para pocos bollos... La recepcionista se quedó con los ojos como platos e intentó sugerirme alguna idea de su cosecha propia, pero entré rápidamente a mi despacho y no le di la más mínima opción replicante. En el trayecto de casa a la consulta, el maldito libro me estuvo tocando las pelotas desde la cartera del asiento del copiloto de mi BMW 757tdi, que, por cier34 to, y para más INRI y escarnio, estuvo dándome tirones cada vez que accionaba el climatizador de los asientos traseros (aunque no entiendo para qué puñetas tenía yo que climatizar los asientos posteriores donde no había más que fantasmas sin voz y con mala leche). Y no me tocaba las pelotas la presumible infidelidad de Argiloa, sino, curiosamente, el librito de nombre estúpido. Lo de Argiloa era previsible, aunque no por ello menos indignante y ofensivo, porque podría haber elegido algo más competitivo e interesante para ponerme la cornamenta típica. Me ofendía más el "saber" que el interfecto era, con seguridad, un cretino de armas tomar, de ese género tan socorrido y frecuente de los acariciadores de viudas solitarias o de casadas con afectos en declive. Un corrupto sin escrúpulos, con la pluma afilada y la verga enhiesta para aprovechar la primera oportunidad que se le presente. - Jefe, ¿estás seguro de anular todas las citas?, -dijo Lucía asomando un trocito de su cabeza por una rendija de la puerta del despacho. - Ya te lo he dicho, Lucía, no me incordies... Y, oye, -aproveché para decirle en un arranque tan de los míos-, ¿puedo hacerte una pregunta personal? Lucía era una moza robusta y de buenas carnes, de unos 35 años, y que llevaba conmigo unos tres o cuatro años ya, aunque nunca le presté más atención que la puramente profesional, excepcionalmente en mi caso. Abrió un poco más la puerta y puso cara de sorpresa. - Pasa, pasa, mujer...Oye, ¿tú estás casada? Bueno, si no quieres no tienes por qué contestarme... - No, vivo con Paco desde hace ocho años. - ¿Y le quieres? - Más o menos... - Bueno... Perdona por la pregunta, pero es importante para mi: ¿te acostarías conmigo si yo te lo propusiera? - ¿Ahora mismo? - Por ejemplo... - No, creo que no, Hernán. Yo sigo estando chapada a la antigua y necesito algo más de morbo preparatorio para tomar una decisión de ese estilo. - Vale, vale, perdona... es que estoy un poco mosqueado. Gracias, Lucía. Lucía se retiró con la boca abierta, y yo pensé que era tan puta como todas, que sólo habría necesitado unos prolegómenos más o menos estudiados y cariñosos para ponerle los cuernos, sin inmutarse, a su querido Paco. Saqué el libro de la cartera y me tumbé en el diván de las confidencias para sicoanalizar al imbécil del autor que había encandilado a Argiloa. Era un libro vulgarmente editado, con una letra grande, muy propia para la presbicia de la tercera edad, de páginas en formato mediano. Al ojearlo, de su interior cayeron unas hojas manuscritas, y en las que pude confirmar, enseguida, la letra de Argiloa. Se me paró el corazón de pronto mientras las desdoblaba para leerlas. Estaba seguro que en ellas encontraría las pruebas de la infidelidad palpable de Argiloa, o una encendida y apasionada declaración de amor eterno para el impresentable escritor de sus entretelas... 35 IV EL MANUSCRITO El tiempo hacía que fueran las cuatro y dieciséis minutos; la hora no importaba porque el escrito de Argiloa comenzaba con una cita de Dickens... "Era la mejor de las épocas, era la peor de las épocas; era la edad de la sabiduría era la edad de la locura; era la época de creer, era la época de la incredulidad; era la estación de la luz, era la estación de las tinieblas; era la primavera de la esperanza, era el invierno de la desesperanza. Lo teníamos todo ante nosotros y no teníamos nada..." Quizás fue por verme con el alma atravesada en la garganta, como una nuez de ballesta como dijo Cervantes; quizás por haber recordado el fragmento de Dickens que acabo de escribir. Pero lo cierto es que me apetece perder la tarde de hoy como los discos duros, ¿por qué le llamarán "duros"?, de mi PC: "desfragmentándome" en esta hoja de papel y con tinta "azul-coma-cielo", por aquello de que siempre queda bien el toque romántico. Podría llamarle Hernán, pero le llamaré Héctor, por llamarle "algo". Héctor... Héctor... Héctor... De brillante... a menguante, de ahí a encogido como mínimo. Recuerdo su savoir faire de antaño, simplemente me había subyugado. Los años de diferencia entre él y yo. La típica historia del yo te enseño si tu quieres, yo me ocupo mi niña, confía en mí, la gaceta de la razón suprema, la voz de la experiencia... Toda nuestra facilidad de contacto de entonces, las risas cómplices, las cenas en garitos apartados, los viajes de fines de semana arañados, el sentirme observada caminando a tu lado; tú, mi profesor de psicología, ayo de lo ignoto, dómine de lo prohibido, disfrutaba por entonces como loca del olor de lo oculto a otros ojos. Mis despreocupados levantares de mano para preguntar esta o aquella duda inexistente, el juego de ver saltar las gotas de sudor como palomitas sobre tu nariz y frente. El mentir de ese Mamá esta noche no vengo, voy a preparar un examen, clases extras con el profe... que mi madre siempre respondía con un mohín de disgusto, mientras batía dos huevos para hacer una tortilla... "Acurrúcate en mí, pequeña, hazte un ovillo de cuclillas en mis brazos, deja que te quiera..." te creí, ¡Dios!, ¡te creí a pies juntillas! ¡te creí de veras!. Confié en que tu máxima, tu intención era acompañarme, enseñarme con el deleite en la mirada de quién se maravilla ante la belleza del aprendizaje, creí que hacías de matrono, de partero, te admiré y te quise hasta reventar por la generosidad, la humanidad que leí en ello, creí que yo era de algún modo coprotagonista de nuestra historia. 36 Funcionó hasta que descubrí, poquito a poquito, que no era así; que tu interés no estaba centrado en mí, en verme crecer, disfrutar de mis logros, celebrarlos como si tuyos fueran... me convencí, también poco a poco y no sin dolor, que tú objetivo era alimentar tu ego, y yo, ignorante, lerda, te lo facilité a espuertas. Tú eras el único actor protagonista; yo tu herramienta... tu gallina de los huevos de oro... la vaca lechera de la que ordeñabas ansias de protagonismo. Jamás me ayudaste con la asignatura, terminó siendo para mí una asignada hartura más que otra cosa. Había algo en tu exigencia que me rechinaba, algo que con el tiempo ha llegado a ser exasperante. El regustillo que percibe en ti cada vez que surgen conflictos ante un posible logro mío. Puedo verte sin dificultad cerrando los ojos: digno y asentado en los cueros de tu sillón de lectura, casual elevar de ceja y cruzar de pierna, posterior carraspeo que anuncia a bombo y platillo mi tropiezo. ¡Lo has hecho tantas veces!... tantas y tantas como después me has confortado. Héctor, consolador. Héctor paladín, Héctor te has hecho a tí mismo ora-pro-nobis, murga y cántico, aspirina y jaqueca, gripe y miel. Te has empeñado en ser apéndice, amputación y pro-tésis. Me proporcionas el mejor de los dolores para poder aliviarme después y así ejercer tu frustrada profesión humanitaria de abnegado enfermero en tiempos de guerra. He probado tantas veces el sabor de la caída, tanto, que ya domino el arte de esquivar tu pierna y pernera... ¡Ya no, Héctor!. Ya no me retienes. Necesitas como el aire ser centro de alguien, centro que encandile algo; Héctor, jarrón que se exhibe en medio de la mesa, ese que admiras en un principio para después no saber dónde colocar, ese que te impide mirar directo a los ojos a otro contertulio que no seas tú, ese que está siempre impecable y siempre en medio y, últimamente en especial, siempre jodiendo. Héctor pelo que se te mete en el ojo, la mota de polvo en la nariz, vianda deliciosa que se te va por el otro lado. Héctor tan lúcido como atosigante, con esa compulsión del yo lo hago todo mejor, con el tedioso aditivo del además te lo demuestro. Héctor y su apuntarse tantos en cualquier triunfo de ella: yo te lo enseñé, yo te lo dije antes, te ha ido bien por hacerme caso... cuántas veces de haber podido le habría dicho: querido, el señor todo lo hizo perfecto pero contigo se pasó en la dósis. Tus teorías basadas siempre en la discusión ad aeternum denostando lo de otros, pasando como Atila sobre cualquier argumento de los unos que no acompañe el tuyo, con esa elegancia innata, clase de clases, rey de reyes... de espadas, de oropeles, de copas de whisky, rey de bastos roído por la carcoma. Héctor, te acercas con la lupa y el manual debajo del brazo para acostarte conmigo; miras como burlón: querida, hoy vas a tener el honor de que yo te la meta. Al menos antes funcionaba, de alguna manera hubo sesiones entre ellos que guardaba para el recuerdo, sesiones memorables de sudar37 sudar, peleas cuerpo a cuerpo donde ella se saciaba y resarcía. Una pena que de todo el ardor inicial quedara el ardor de estómago... Le hubiera gustado contar con un cable link, uno de esos que conectara con la opinión que realmente tenía sobre ella. No hubo espacio para mí, Héctor, ¡jamás me compartí contigo!. Nada sabes de mis escritos desde adolescente, de mi afición por las letras propias, amén por las ajenas. Nada de mi alergia a la miel, nada de mi-mi ¡Apuesto a que crees que acudo al Ateneo para ser vista en mi último modelo!. Un pequeño rictus de venganza pasea, ahora mismo, por mi rostro cuando me imagino diciéndote, a la menor oportunidad que se presente, lo que nunca te dije: pero... ¡cómo! cariño... ¿no conoces mis publicaciones?, ¿mis colaboraciones en proyectos literarios?, pero ¿qué me dices?, ¿que desconoces esa y ésta otra oferta que decliné del gabinete que te hace la competencia?. ¡Ah!, ¡ops!, olvidé decirte que ese libro que sueles pasear de habitación a habitación rascándote la cabeza es mío, olvidé comentarte que he cambiado de perfume, que me salté el guión y tu listón hace tiempo, que como Mari Trini, yo ya no soy esa... El escribir siempre bajo seudónimo me protegió de ti, sé a ciencia cierta que me ridiculizarías hasta la extenuación si lo supieras; apoyándote en Cátulo, en "Schopen-Jaguar",o en el mismísimo Kikieerrgard me convertiría en mordaz diana de tus comentarios en los postres de cualquier cena erudita con tus sensibleros y plomizos amigos... El Club de los Ideólogos Insatisfechos, que parecían mirarse unos a otros mientras discurseando, hablaban para no decir. ¡Sí!, se os escapaba por todas las rendijas los "mira, chato, mira, yo tengo la sabiduría más dura", "pues yo más larga, y yo más gruesa", "pues mi bemeuve se corre más que tu audi", "sí, sí pero mi chalé tiene más puertas", "pues la mía me la chupa sin necesidad de chascar los dedos", "pues a mi edad yo sigo ganando al tenis", "pues no olvidéis que yo saqué un nueve en parvulitos", "pues yo salto de un golpe diez escaleras"... Tú y tu psicología selectiva, esa que deja fuera a Fromm, a Freire, al mismo Rogers para centrarse en todo lo que no toque ni por asomo a la persona. Si lo pienso bien tengo mucho que agradecerte... he desarrollado en mí una ironía cortante como el hielo, como el filo de las hojas de papel. Convertida en una hojilla de afeitar que ahora bajo el efecto de los triángulos, bajo la pirámide, parece afinarse día a día, aguzarse como cuchillo sobre mí, piedra de esmeril. He dedicado horas de estudio a todos aquellos expertos en la materia que tu obvias, muchas veces me pregunto el para qué, sabiendo que la respuesta es por la motivación del básico hecho de poder hacerte mejor la puñeta. Algo debe haber en ellos para ser dejados de lado por su majestad excelsa. He llegado a aburrirme también de ese juego, hace poco, el día que 38 hablando con Nin comprendí que era otro modo de seguir enganchada a ti. Ahora sólo me dedico, eventualmente y a tiempo parcial a ser gotera para ti, a ser tu funcionaria de hacienda, a colocarme tras tu trono de cuero en tu despacho, para señalar con el dedo meñique tu miseria al verte sentado frente del "ordeñador". Babeando ante cualquier nick desconocido, Azucena o Iris, Impetuosa o Caléndula... las dos y media, las tres y veinte, las cuatro en punto, en el imperio del triste aparente poder oculto, meneándotela mental y apuesto algo bueno a que también físicamente ante cualquier "oohhh, ahhhh, hummmm!" que se te ofrezca en bandeja. ¡Lo que te faltaba p´al euro Hector!, ¡lo que te faltaba!. Poder hacer altruista uso de tu docta sapiencia, impresionar con tus diagnósticos bis a bis, tener una hueste de colgadas tras tu huella, rendir pleitesía ante los "¡oh usted es tan sabio!, ¡oh!, doctorcito, ¿qué me pasa aquí, tengo una presión en mis erguidos y garbosos pechos que me desasosiega?". Imagino tu cara de bobo al descubrir que a la veinteañera se le cayó la "t" de "t-urgentes" al igual que sus pechos hace lustros, que hoy tiene sesenta y pico tacos, dentadura postiza, tres nietos, y un vacío enorme en sus ganas que llenar con fantasías de quién fue, mezcladas con lo que le gustaría. Justo pecado para tu puta maldad Héctor. Al fin recoges la cosecha de lo que siembras. Te engañas de nuevo mister Héctor. Tu interés por tus solitarias, paranoicas y psicópatas, no está centrado en su bienestar sino, como los ratones de laboratorio en el laberinto, en tu necesidad de recompensa. ¡Y han cambiado las tornas amigo!. Últimamente tengo la sensación de que me miras distinto, de que olfateas mis huellas. Me gusta. Es como si por fin, al haber tirado la toalla, al soltar el gancho de la carreta toda la escena se diera la vuelta. Tú detrás, tú debajo. Yo delante, arriba. No me da la gana, no quiero fingir más. Ni orgasmos, ni ronquidos en el sofá, ni feliacideces, ni falsas admiraciones pactadas, ni la más mínima sorpresa. No entiendo para qué sigo aquí, no lo entiendo Héctor, y como me conozco, sé que permaneceré hasta que lo sepa... Mientras llega el día, seguiré diciéndote que sí a lo que ni he escuchado previamente, te acompañaré a casa de tu madre por Navidad con cara de espumillón, seguiré dejándote preparada la cena cada vez más y más fría en la nevera, continuaré cumpliendo el expediente quizá esperando que te ocupes de mirar frente a frente a la situación y tomes la decisión que hoy por hoy no necesito tomar. ¿Movida por los restos de venganza?. ¡Quizá!, puede que esperando que aflore para sacarlo de mi sistema y que te enteres de una vez de todos los datos que desconoces de mí, de todo este tiempo en el que han pasado y posado tantas cosas..." Que comenzara con la cita de Dickens me dejó perplejo pero, después, ¿qué decir?. En primera lectura sólo entendí que mi pareja de años me ponía de "chupa de dómine", como una bayeta, vamos. Pero, ¿todo aquello lo había escri39 to Argiloa, mi Argiloa, la que conozco desde hace quince años?; ¿mi amante compañera, mi fiel amiga, mi apasionada -aunque clásica- partenaire de sexos y camas? Era su letra, sin duda, pero apenas reconocía sus ideas, ni siquiera sus palabras, el retorcimiento perverso de sus confidencias, la maldad de sus afirmaciones tendenciosas, la manipulación de sus sentimientos, y la interpretación, torticera y miserable, de los míos hacia ella. Me quedé patidifuso, con una sensación de payaso de feria, de pasmarote de domingo, trajeado y sin novia. ¿Argiloa había escrito lo que yo estaba leyendo? No lo tenía nada claro... ¿No sería, quizás, algo que su amante le había dictado con el propósito de hacerme la puñeta? Y si lo había escrito ella, ¿por qué nunca me contó ni siquiera una mínima parte de lo que confiesa ahora al papel anónimo?. Más que rabia sentí una sensación de engaño persistente y lejano. ¿Por qué ahora la confesión?. ¿Por qué me ha estado engañando tanto tiempo si, como parece, sus sentimientos son antiguos?. ¿Ha tenido que aparecer el cretino de La Memoria de los Triángulos para atreverse a volcar sus reproches? ¡A buenas horas, mangas verdes!. En el fondo, intuyo, que no son más que justificaciones morales para calmar sus complejos de culpabilidad, y, desde luego, yo no voy a jugar a su juego. Si me provoca directamente le diré lo que pienso: que me ha engañado durante años, y que ha esperado a tener un recambio oportuno de afectos para hacer su montaje de sinceridades antiguas. Absolutamente típico y femenino, por otra parte... Me quedé una hora, más o menos, en el diván, con los ojos cerrados y una sensación de paz vacía e inmensa. Eran tantas las imágenes que llegaban a mi cerebro que decidí desecharlas todas y marcharme. Luego, me incorporé con urgencia, adecenté mi figura, abrí la puerta del despacho, y, al pasar junto a Lucía, le dije: Me voy, Lucía. Estoy en un Congreso, si preguntan por mi... ¡Ah!, y piensa en la proposición que te hice antes, ¿vale?. Salí rápidamente, sin esperar a ver la reacción de Lucía, y decidí pasarme por Golden Motor para comentarle a Pedro, mi mecánico, el problema de mi BMW cuando pongo el climatizador en los asientos traseros... V EL IMPERIO CONTRA-ATACA No volví a casa hasta bien entrada la madrugada. Y no lo hice a la casa que compartíamos, desde hacía quince años, Argiloa y yo, sino a la casita de campo que siempre me sirvió de "picadero", o de refugio para ensamblar penas o adecentar recuerdos. La visita a D´Ángelo, los whiskys de malta, la escapada con Susana y Verónica a su apartamento, a ciento cincuenta euros la hora, no consiguió amortiguar, a pesar de sus lujuriosos cuerpos aún adolescentes, el dolor absurdo que me había producido la lectura del texto manuscrito de Argiloa. Incluso Verónica se ofreció a pasar el resto de la noche conmigo, por dos mil euros la tacada y, aunque mi borrachera comenzaba a ser de antología, tuve la suficiente fuerza para declinar su amable y desinteresado ofrecimiento. Necesitaba estar solo, 40 entender" qué estaba pasando, por qué, de pronto y sorpresivamente, todo se volvía extraño y difícil, retorcido y ajeno. Lucía me había llamado al móvil mientras apalabraba a Verónica y le pedía que buscara a una amiga de confianza y complaciente para un trío integral. - ¿Jefe? - Sí..., ¿eres Lucía? - Sí, jefe. Es que he quedado preocupada con tu doble pregunta de esta tarde... - No te preocupes, olvídalo. No estoy pasando tiempos demasiado equilibrados... - Bueno... quiero que sepas que me pareces un tío especialmente atractivo, pero... - ¿Sí? - Que... que estoy enamorada de Pedro, y que me parece una cerdada ponerle los cuernos así como así... - Claro, Lucía, lo entiendo perfectamente... - Me alivia que lo entiendas, jefe. - Tranquila, Lucía... - Ah, y otra cosa... - Dime. - Oye, ¿mi negativa no influirá en mi trabajo?, espero... - Por supuesto que no, Lucía. ¡Cómo se te ocurre! - Pues gracias, Hernán. Es que estaba un poco preocupada... - Anda, olvídate del tema. Hasta mañana. En medio de mi "coloque" pensé que si la hubiera apretado un poco, Lucía habría estado compartiendo trío con Verónica y Susana, y sin tarifa extra. Pero ya me sentía suficientemente cabronazo como para seguir aumentando la cuota. Argiloa, en cambio, no había tenido la delicadeza de llamarme para saber de mis andanzas. Intuía que estaría tan confusa como yo, dejando espacio y silencios para que las cosas se precipitaran y abortaran. ¿O era, simplemente, lo que yo deseaba pensar?. Igual, mientras yo estaba en mi picadero, solo y con una tajada monumental, ella se solazaba en otro picadero con el de los triángulos, y sin el más mínimo sentimiento de culpa. ¡Qué poco conocía a las mujeres!, a pesar de todos mis estudios sobre psicodinamias, a pesar de aquel trabajo, tan premiado y aplaudido en diferentes foros, que titulé: "La mujer del Siglo XXI. Una aproximación a su comportamiento afectivo desde los presupuestos del sicoanálisis evolutivo". Aunque, sinceramente, en aquel momento estaba demasiado colocado de alcohol y grises como para hacerme demasiadas preguntas, y, sobre todo, para poder elaborar unas mínimas respuestas coherentes. Debí quedarme dormido en el sofá. La musiquilla del "para Elisa" de mi teléfono móvil me despertó sobresaltado. Era Argiloa que me llamaba para saber algo de mi. Su voz sonaba neutra, con un imperceptible tono de reproche en sus palabras por mi desaparición. Le expliqué que había estado con los compañeros de la Cátedra hasta tarde, celebrando el aprobado de Ramón como Adjunto en Sevilla, y que me había venido a la casa de Guadarrama porque tenía que preparar una conferencia muy importante para la que necesitaba toda mi atención. Me dijo: "bueno, pues ya me contarás, Hernán", con una voz que denotaba una mezcla entre incredulidad y pasotismo absoluto. 41 No sé si fue la resaca, o el alejamiento emocional de Argiloa, pero su llamada, además de revelarme un horroroso dolor de cabeza, me dejó literalmente aplanado. Probablemente hubiera esperado encontrar a una Argiloa enfurecida u hostil, o, cuanto menos, discretamente afectada por mi desaparición. Parecía evidente que el texto que leí, no sólo era de su autoría, sino que reflejaba sentimientos muy profundos. Necesitaba mover ficha, aunque mi cuerpo no estaba para demasiados fandangos. Por primera vez en mucho tiempo me sentía descolocado y con una enorme sensación de fracaso, tanto personal como convivencial. Me tomé un café puro y sin azúcar con un paracetamol, y me quedé sentado en el sillón, al borde de la ventana, por la que comenzaba a entrar el sol filtrado entre los pinos. Tomé unas cuartillas en blanco y un bolígrafo... "Reconozco que, últimamente, no he debido ser ni el mejor compañero, ni el mejor amigo, ni siquiera el mejor amante, pero pensé que en las convivencias largas el tiempo hace guiños irregulares, y que es normal que existan altibajos asumibles, sin histerismos ni posicionamientos rígidos y extremos. Cierto es que no he estado excesivamente "compartidor" en los últimos tiempos, pero no es menos cierto, también, que el compartir supone una acción plural, de ida y vuelta, y no sólo singular, y de ida sin retorno. Entendí que las cosas marchaban lo suficientemente bien, probable y erróneamente, confiado en silencios y rutinas, en batallas ganadas desde hacía tiempo, batallas y victorias que se me hacen muy cuesta arriba aceptar que puedan borrarse de un plumazo, como si nunca hubieran existido. Asumo que no he sabido cuidar, y mantener, el jardín después de haber trabajado con ahínco en él durante largo tiempo, y que las malas hierbas han podido apoderarse de las rosas y de los crisantemos que sembré con cariño, pero nunca supe que iban creciendo malas hierbas porque surgieron transparentes y sin dejar indicios, porque nunca nadie me señaló su existencia. Y no es justo lo que he podido leer de pronto, sin previo aviso, despejando, de golpe y porrazo, silencios acumulados y agravios sentidos durante mucho tiempo. ¿Por qué pensáis las mujeres que tenemos que ser adivinos?¿Dónde está escrito que el macho tiene, entre sus cualidades genéticas, el don de la adivinanza, o de las percepciones extrasensoriales? ¿En qué tratado de convivencia sexual se remarca que tenemos que ser los hombres adivinos perpetuo? ¿Dónde está escrito que los XY debemos tener siempre a punto la varita mágica de los milagros para ofrecérselos a las XX? ¿Desde cuándo es correcto ir recolectando negativos para arrojarlos luego, cuando el saco está bien repleto, a la cara, sin previo aviso y a bocajarro? Demasiadas preguntas sin ninguna respuesta coherente, porque el silencio y los reproches anónimos nunca fueron una respuesta, y mucho menos un ánimo pactante. 42 Demasiado sabéis cómo convertir "victimismos" en palancas de la historia para justificar artimañas programadas. Todos los pueblos oprimidos (y también los géneros) aprendieron pronto a convertir los victimismos en venganzas, los dolores sociales en ataques perpetuos, las ofensas históricas en batallas permanentes. ¿Alguien preguntó nunca a los vencedores por sus sentimientos confusos; a los héroes involuntarios del espectáculo por su cuota de miedos y fracasos asumidos? Quizás si hubiera habido voluntad de diálogo, en vez de intención de revancha sexista, el camino ahora no estaría tan espeso y cerrado. No me gustan los ajustes de cuentas genéricos, y mucho menos si intentan ejercerse desde el silencio, no compartido, de años. Porque mis hormonas, lineales y conservadoras, nunca serán capaces de atrapar a las tuyas, saltantes y cíclicas, sobre todo sin claves ni referentes previos y ofrecidos. Asumo mi cuota de errores, y los atribuyo a mi incapacidad histórica de macho dominante y engañado, pero necesito conocer las razones de tus ocultados agravios, volcados puntualmente y a borbotones en un momento específico de nuestra inter-convivencia, a todas luces fallida, por lo leído. Y ni siquiera sé si lo que siento ahora puede servir para algo más que para desahogar una resaca solitaria y triste que rompe la comodidad de mi existencia cotidiana..." No pude seguir escribiendo más, y me negué a releerlo siquiera. Nunca había sido mi estilo el género epistolar, pero probablemente necesitaba sintonizar con la misma música de Argiloa. Doblé la hoja escrita, lentamente, y la guardé entre las hojas de "La Memoria de los triángulos". En aquel momento me dolía tanto la cabeza, a pesar del paracetamol, que mi único deseo habría sido cortármela con una motosierra... VI LA CASA DE GUADARRAMA Un espejo, frente a mi, reflejándome impasible e imperturbable; como reprochándome en silencio que necesitara mirarme en él para recuperar mi imagen. Una corta camiseta blanca, sin nada debajo, y unos calcetines son las únicas prendas que, ahora mismo, mi piel soporta sin rebelarse. Soy Argiloa, el sillón de piel acaricia mis desnudas nalgas y se adhiere a ellas, como una lapa, succionándolas; al inclinarme para alcanzar papel y bolígrafo, mi sonrisa vertical se hace más amplia y siento como sus labios devuelven besos sin pasión pero llenos de ansias. Detengo el tiempo, por unos instantes, la única luz que hay en la "Casa de Guadarrama" es la de mi mesa de trabajo. Penetra en cada poro de mi piel esa agradable sensación de intimidad que me invita, siempre, a masturbarme. 43 Pienso en Lucía, en su llamada, en el diálogo... - Argiloa... tu marido... ya sabes... - ¿Qué ha pasado esta vez? - Un poco lo mismo de siempre, aunque con más detalles. - ¿Y que has hecho? - Le he hablado de Pedro, pero pensaba en ti... creo que si insiste un poco hubiera aceptado irme con él a la cama. - ¿Por qué? - ¿Quieres la verdad? - Si - Tu marido no me atrae ni física ni intelectualmente, pero hay un morbo especial en hacer el amor con la pareja de alguien a quien conoces. Llegué a sentir un derroche de humedad inusual, empapándome. Si te soy plenamente sincera, me hubiese encantado sentirlo penetrándome para experimentar lo que tú sientes cuando te lo hace. - Hace mucho que eso no pasa, Lucía; nuestra agenda sexual no necesita secretaria... - Me sentí deseada, con la loca idea de querer ser la típica putita que se acuesta con su jefe en la habitación de un motel, a última hora de la tarde... - Si tanto te apetece, por mi no dejes de cumplir esa fantasía. - ¿Nunca has sentido ese impulso, Argiloa? - No. Pero quizás es que siempre he tenido un jefe en casa que me follaba cuando le venía en gana y eso, lo quieras o no, marca. - Lo niegas pero no te creo, todas las mujeres hemos fantaseado alguna vez con entregarnos a ese desconocido que idealizamos y que, en nuestra imaginación, hará del sexo una sucesión interminable de orgasmos que concluya en un fajo de billetes o en un collar de diamantes. - No todas somos putas... - Por mucho que duela, de una u otra forma lo somos... aunque digamos que por amor y aunque, en muchos casos, no pasemos de ser unas aficionadas que se dejan hacer porque "hacer" no saben. - Lucía, si pensar en follar con Hernán te da morbo que sepas que a mi me da igual. Puedes tirártelo en la oficina o en un motel, en el ascensor o en el asiento trasero del coche; aunque yo te recomendaría un buen "solitario" de trabajos manuales o que le pusieras su cara a un vibrador porque, a buen seguro, obtendrás mucho más placer que con Hernán entre tus muslos, intentando convencerte de lo duro y consistente que está su pene fláccido... - Quizás conmigo no... - Tú misma. Pero recuerda que él es de la escuela norteamericana: "me caso con una inglesa para tener hijos, luego me divorcio y, a eso de los cincuenta, me busco una latina caliente de veinte años para hacer realidad todas mis fantasías sexuales, incluidas las buenas mamadas"... - Te pasas un poco, ¿no? - Me da igual, tu dirás que eres mi amiga pero no dejas de ser la simple secretaria de mi esposo que, entre carpeta y carpeta, fantasea con follárselo. Gracias por llamar, Lucía... un beso... no olvides darte una vuelta por el bidet y cambiarte de bragas. 44 Colgué el teléfono sin esperar respuesta. Sobre los labios, mi pulgar ha cobrado vida propia y yo dejo que, por si mismo, vaya improvisando. La temperatura va subiendo en una escalada irracional que mezcla emociones, fantasías, imágenes, latidos y espasmos. "La memoria de los triángulos", como un puzzle, se deshace en pequeños fotogramas y uno a uno, entre mis muslos, van cobrando vida los personajes. Zoé, Ainara, Yeray, Nurivan... el espejo que tengo frente a mi, Nínfula, Lucía, Hernán... la despedida de soltera de Juana, el rincón oscuro... aquel desconocido que me regaló cuatro orgasmos inolvidables sin penetrarme... el viaje de fin de carrera, la boca de Julio tratando de encontrar mi clítoris a través de las bragas... aquel viaje en autobús atestado de gente, el señor gordo y sudoroso apretujado contra mis nalgas, notar como su erección iba aumentando hasta desearla con todo el morbo del pecado... aquella vez en la piscina, la irrefrenable necesidad de masturbarme a la vista de todos que provocó el que me hundiera sin remedio en el momento del orgasmo, consiguiendo mezclar la sensación de ahogo con la de un increíble éxtasis... De repente todo se detiene, la bajada es brutal y provoca una instantánea taquicardia. ¡Nínfula y Hernán se han mezclado en una imágen bisexuada que, desde el espejo, me amenaza! Poco a poco la calma se adueña del momento, mi pulgar se ha detenido y yace, inerme, con la uña introducida en mi sonrisa. Quisiera morderlo, pero no hay dientes bajo esos labios. Y así, inercialmente, mi mirada se pierde en el umbral de las sombras; con Enrique Heine y sus cuadros de viaje de mi mano... "Soy el hombre más cortés del mundo, me precio de no haber sido grosero nunca, en esta tierra donde hay tantos insoportables bellacos que vienen a sentarse junto a uno a contarle sus cuitas e incluso a declamarle sus versos" Quizás por sentirme de nuevo en consonancia con Cervantes en su Quijote cuando decía que "Unas veces huían sin saber de quién y otras esperaban sin saber a quién", necesito dejar constancia de cómo me siento en esta tarde de asfixiante verano subido de tono. Necesito escribir. Volveré a llamarte Héctor, porque me da la gana... VII CARTA SIN SELLO Estaban escritas desde siempre en aquel papel, pero con tinta invisible; sólo hace falta que el roller de mi bolígrafo pase por encima para que vayan apareciendo, una tras otra, cada una de las palabras... "Héctor, Héctor, Héctor... Estoy recuperando últimamente la deliciosa sensación de conversar, de hablar siendo escuchada, hablar también para escucharme, como no tengo tus ojos cómplices abiertos de par en par para mí, esta tarde elegiré de nuevo el papel para sacar lo que se remueve por dentro... De Fromm aprendí la teoría de que la desvalidez es una condición 45 transitoria mientras que la capacidad de pararse y caminar sobre los propios pies es común y permanente. Mis clases prácticas de desvalidez fueron a tu lado y duraron el tiempo exacto. "Tienes que esto, tienes que aquello". ¡Señor, sí señor!. Tus "tienes que" y tus "debes y deberías" se podrían apilar y subir con ellos al cielo. Hubiera sido relativamente fácil asentir y seguir de pe a pa el guión que pretendías para mí. Hubiera sido engordar el más de lo mismo. Elegí el camino duro, me empeñé en quererte, incluso cuando eso suponía hacerme la tonta y permanecer a tu lado me encomendé la misión de acompañarte. Esa fue mi elección del momento. Escuchaba tus "tienes que realizarte como persona" y la persona que yo era por entonces se realizaba con la actitud de la mujer que ama, y ama a espuertas. Elegí quedarme, observar el brillo intermitente en tus ojos cuando cubrías a esta o aquella alumna, jamás disimulaste tus devaneos, siempre leí con pena tu insatisfacción tras cada uno de ellos. Héctor, Héctor, Héctor, guerrero errante, caballero de capa desteñida y espada con caries, don Juan del todo a diez, buscador de fatuos fueguitos, buscón de adoraciones externas. ¡Cómo intentaste -sin éxito- que entrara por tu redil de la post-modernidad!, ¿por qué no "me" pruebas esto y si te animas a intentarme aquello?, tus "¡nada de boda, Chiquilla!, ¡qué dirán mis amigos!, ¡no me seas paleta!, debes ampliar horizontes, lo digo por tu bien". ¡Mi bien!, ¡que bien! Detrás de todas y cada una de tus palabras se agazapaba tu agobio, tu propio deseo de novedad, que no el mío, tu desprecio por mi, por las mujeres en su conjunto. Te hubiera encantado poder pillarme in fraganti, poder representar la escena del amante ultrajado. Darte motivos para dejarme con una mano delante y otra detrás, llorando sobre el felpudo como Dino en la puerta de Pedro Picapiedra. Pero jamás te di ocasión... "Quiero hacerte feliz" me repetías, ¿traducción de esto en tu lenguaje?; muy simple: "necesito hacer de ti la mujer por la que cualquier hombre babearía, todo pasa por ti, por tu sempiterno yo-me-mi conmigo. ¿Te preguntarás por qué permanezco? , me lo he preguntado en muchas ocasiones, supongo, y lo digo sin mucha convicción que por los restos de amor, por la fidelidad a mi papel de años de grumete. Me debo la imagen de no abandonar el barco por si el capitán perdiera los galones, el usted, la formalidad y los papeles y necesitara una mano en su último momento, ese de antes de dar la última bocanada de aire antes de hundirse para siempre. No lo sé, Héctor, todavía me duele demasiado aceptar que no ha habido en ti amor hacia mí en todo este tiempo, permanezco, porque después de todo me duele tanto como a ti reconocer que metí la gamba, que me he equivocado, que he dedicado la lozanía de mis mejores años a un fantoche egocéntrico. Lo hago esperando despertar una mañana con una rosa amarilla en mi almohada y un abrazo 46 de cielo, esperando mirarme en tus ojos y verte por fin en trigo limpio, quiero escuchar al hombre que siempre intuí en ti, ese capaz de decir sin palabras: "mi vida, lo siento..." capaz de cambiar, de reconocerse, de devolverme algo de la fe que dejé junto a mi sonrisa y mi ilusión en el camino. Permanezco porque soy cabezona por naturaleza, porque, al igual que tú quiero todo el beneficio de la inversión de tiempo e interés puesto en ti... y si las fuerzas me flaquean, si ese momento no llega... permanezco sostenida por el motor del odio, por no querer perderme la patética imagen de todo tu coloso en llamas, porque sentada a la mesa con el cuchillo y tenedor en ristre, con la servilleta anudada a mi cuello quiero comerme todo este plato de odio en frío, y hoy por hoy no abandono, por no darte la más mínima ocasión de reproche, de nuevo, por no darte ese gusto. Soy consciente de que esto que está ocurriendo ya supone un cambio en nuestra relación. Consciente de que como en el cuento, irás asomando la pata enharinada por debajo de la puerta, sé que la ira irá desprendiendo el color de polvo de talco y se desvelará todo tu pelo de lobo en lo bajini, toda tu hipotética amabilidad, tu discurso sempiterno, tu pose postmoderna se irá desvaneciendo para dar paso al básico y rudo ser que eres. Te revolverás, re removerás, intentarás manipular, culpar a todo lo que te rodea, darás coces contra la barrera, hasta que, sudando, con los belfos cargados de espuma, y con la cola larga con su fin en forma de flecha, te asomes a ese espejo... ese en el que por primera vez en mucho tiempo tendrás la maravillosa ocasión de apadrinar la colorada imagen del ser con cuernos que escondes dentro. Tu señor de las tinieblas llama a la puerta querido, la pregunta es ¿vas a atreverte a abrirle?. Y sí, "...menos mi madre y mi hermana no hay coño que no esté en venta..." suena la canción de Torrente y su letra me lleva a pensar en ti y tu famoso "son todas unas putas" Tú me enseñaste, me has instruido en el arte de ser la más en ese sentido, y lo sé, nunca lo reconocerás en público. No te hace falta, tu desprecio se nota, sale por todas tus rendijas. Recuerdo ese día que salimos a cenar, tu abriste la puerta de tu coche, me ofreciste el brazo, te colocaste en la posición del protector desde el inicio. Llegó la cuenta y raudo y veloz echaste con parsimonia estudiada mano de la cartera, por favor acepta mi invitación, uno está algo chapado a la antigua, ya sabes, no te lo tomes a mal, ni me ofendas rechazándolo... esa noche no te dejé pagar simplemente, esa noche fue la primera noche en la que me dejé. La compraventa fue hecha, todo fue tan natural, tan sencillo, todo encajaba. El paseo por la orilla del mar, el subir a tu casa para tomar una última copa para despedir el día, tu cogerme de la mano, esos besos en mi cuello, el camino hacia tu habitación. Después de nuestras citas en esos meses anteriores, ese era el momento idóneo para el sí de la niña, confiaba en ti, me gustabas, la noche lo requería. 47 Lo demás vino después. Viajecitos, quizás debería decir "viaje-coitos" de fin de semana, excitantes todos en inicio. Tú mi Pigmalión, yo tu inquilina: Ponte este conjuntito, vístete de putita, corazón, vuelveme loco...". Desde esa cena inicial has pagado por mi ropa, por mi comida, has pagado mis libros, mi maquillaje, has pagado por todo y creo que has obtenido lo que querías a cambio. Chica de compañía, veinticuatro horas al día, discreta, elegante, con la clase necesaria para no levantar risitas de sospecha entre tus amigos, con la cultura suficiente para seguir, sonreír y callar sin dificultad tus conversaciones. Nada excesivo, todo atemperado, lo justo para provocar en sus ojos esa mirada de "¡qué cabrón!, ¿cómo lo haces?, mientras observan a sus orondas señoras respectivas con caras de: "lamadrequemeparió" ¡cómo se deteriora todo! Me sentí incómodamente halagada en un principio... me fuiste convenciendo, me fui a-como-dando, en plazos, he pagado con creces por todo ello. Jamás te planteaste prescindir de la comodidad en la que estabas asentado. Yo por entonces no podía permitirme el balneario de ciertos lujos. No pasó mucho hasta que nuestros tiempos de coitos se vieran interruptus, a veces, por las llamadas de teléfono pretendidamente equivocadas unas, otras de trabajo, por consultas intempestivas de esas imprescindibles en las que jugando a ser un dios menor, evitabas un suicidio a las doce treinta y siete y tu voz un fiasco emocional a las tres menos veinticinco. ¿Qué haría el mundo sin ti?, me lo he preguntado en múltiples ocasiones. Como una imitación héroe de comic, has estado de guardia día y noche, hombre-araña, hombre-pulpo, hombre-vampiro, supermán y Capitán América juntos, siempre listo para altru-tristemente asistir a todas las necesitadas del mundo unidas. Y yo te he gritado mil veces por lo bajito: ¡escúchame, Héctor, mientras tu me respondías dado consejos. Te he oído explicar con mil teorías por qué no debería sentirme como me sentía, y con ello me mostrabas tu falta de respeto a mis sentimientos. Te gritaba: escúchame, y te ponías en marcha para dar rápidas soluciones a lo que tú denominabas: problemas pecata minuta diciendome: "búscate un entretenimiento chati, apúntate al gimnasio", engrosando mi sensación de impotencia. Jamás he sido una incapaz; me he podido sentir baja en ocasiones, pero no soy una incapaz. Has atizado mis inseguridades hasta hacer con ella la hoguera en la que calentar tus manos. Sin pretenderlo, como todas ellas, el club de las zorritas, como tu las llamas, capitaneado por mí misma, te ha ofrecido la mejor coartada y la mejor de las ocasiones de sentirte algo, sentirte importante. Mis necesidades de ti nunca han tenido de tu boca la denominación de necesarias. ¡Escúchame Héctor!!, sólo te pedía eso. 48 Me ha costado llegar a mí, deshacer el nudo de la culpa y la sensación de estar en deuda moral y económica eterna contigo; y lo he conseguido cuando me he reconciliado con el título que tanto me ha dolido reconocer: chica de compañía, puta, zorra... ¡qué más me da!, sólo cuando lo he aceptado he podido desligarme de tu mordaza de terciopelo... Hace tiempo que dejé de tratar de hacerte comprender, he aprendido egoísmo de ti. Cuando pagaste decidiste hacerlo por ti, ¡exclusivamente por ti!; si hubieras pensado en cómo me sentía yo, si me hubieras tenido en cuenta, probablemente hubiéramos comido algún bocadillo que otro, hubiéramos visitado menos países, tenido menos ropa de marca, más tiempo para nosotros, más planes juntos. Has pagado Héctor y estás pagando la putada del precio de haber pagado ¿Y yo?; será por zorrería, chico... yo, simplemente me parto de risa y me alegro. Ya ves, Héctor. Aquí y así me encuentro, en el cruce de caminos, reconciliada conmigo misma, sentada y tan tranquila. Héctor, me estoy haciendo feliz y en esta tórrida tarde de verano siento que ya no tengo miedo, ni a deberte, perderte ni a ganarte, Hector, te informo de que ya no tengo necesidad de sentirme tuya, te comunico que ya no me tienes..., sigues pagando... y ya... ¡y ya no me tienes!..." Observadora de mí misma, con el carmín más rojo ácido que encuentro, deposito un beso de judas al final del último párrafo, al lado de la firma y doblo cuidadosamente mi patada a su bazo en los folios; sin embargo... ¡escúchate Argiloa!, la tarea no parece estar acabada, todo demasiado racional y colocado, demasiado controlado, demasiado perfecto... no es mentira y a la vez la verdad de ese momento se me antoja, sin duda, más mordaz y escueta Busca un sobre, guarda los folios en él y cierra; sobre el anverso, escribe a mano la dirección de Nínfula. Sonríe y llama a Hernán; se alegra de que salte el contestador de su celular y, con las lágrimas de rabia más honestas y menos controlables de su mundo, susurra más que hablar: Hernán, querido... He pasado por la Casa de Guarradama" para dejar todo en cierto orden antes de estar fuera un tiempo... Te agradecería enormemente que, una vez terminen esos ya clásicos tres minutos de tu próximo asalto frustrado a alguna amiga-jovencita-madura-que-se-deje-sinrechistar recogieras las sábanas y toallas y las colocaras en la bolsita doblada dentro del armario; ¿sabes?, es puro pragmatismo, esas jamás se lavan en casa, encárgate de llevarlas tú a la lavandería a desinfectarlas. Para tu comodidad, hay un paquete de condones de tu "tamaño actualizado" en el primer cajón de la mesilla; eso te evitará tener que hacer ese molesto rosquito-dobladillo a los que usabas. Te los dejo justo al lado de las dos viagras que te quedan del bote de cien que escondiste en el cuarto de baño; así tendrás más a mano todo y no te enfriarás el culo, amén de los colgajos, buscando el kit de erección súbita en tu patético escondite entre las toallas. El vasito de agua es por si te decides a considerar el dejar los dientes a remojo no vaya a ser que un día te los tragues en el fragor 49 de los bufidos de alguna de esas tuyas mini-batallas. Te recuerdo que el cajoncito con pedal del baño, y no debajo de la alfombra, es el lugar idóneo para dejar las gomitas sudadas. Y no olvides ventilar bien la habitación antes de salir, te aseguro que el olor a asco barato se pega en las paredes de una manera... En fin, que sepas que Lucía ha llamado babeando; la pobre me ha dado tantas razones para hablar contigo que no tengo ninguna duda de que las bragas sobaqueras las tiene en el bolso, ese que es tan cutre como ella, y me da que está en hacerle a tu cosa y casa una visita... no sé yo... si daros "de mis partes" el pésame o mi más cáustica enhorabuena.. Al arrancar el coche, se dió cuenta de que la carta había quedado junto a los condones. Ni barajo la posibilidad de regresar por ella, ya habría tiempo de ponerle el sello y enviarla por correo; o quizás no fuera necesario... que hay cartas, especialmente las francas, que no necesitan franqueo... "siempre" hay manos caritativas que hacen que "siempre" lleguen... Ya en la carretera, de camino a alguna parte, la mirada se le perdió entre los robles que parecían crecer sobre el parabrisas. Conectó la radio, la voz de una locutora, con acento a vida amarga, leía la carta que una de las oyentes le había enviado: ...por eso, querido mío de mi, me apetecía que lo escucharas por la radio, aunque sepa que eso es harto complicado. ¿No te importuno, verdad?. Sólo es para decirte que me ha llamado esa becaria que tienes trabajando en tu despacho; quería comentarme, te lo resumo, que se siente putita porque no quiere perder el trabajo; yo creo que, si insistes un poco, te la follas seguro. Por si se da el caso, te he preparado el cuarto de invitados del apartamento de Málaga. Los condones, aunque tu ya no los necesitas porque ni se te empalma ni eres capaz de correrte, los tienes en el cajón de la mesita de noche; te he comprado de los que saben a fresa, el problema es que no tenían talla pequeña y tuve que traer de los medianos. Yo creo que te apañarás, simplemente le pones un poco del hilo de atar chorizos, que también te dejo en el cajón, para que se sujeten. ¡Ah!, como esa chica me parece un poco guarra, te dejo en el baño el neceser con mis cosas de aseo íntimo y dos juegos de toallas. Cuando termines, que será pronto, te agradecería que retiraras las sábanas y las dejaras en la lavadora; no me gusta que mi casa huela a secre-becaria amable. Y, si quieres un consejo por aquello de que a ti la erección no te dura mucho y ella, seguramente, tiene ciertas fantasías con el sexo, yo iría rápidamente al grano. Bueno, mi vida, corazón de mis estropajos, ¡que te aproveche y a ver si por una vez me dejas en buen lugar!... que no me gustaría pasar la vergüenza de que tu amante ocasional también supiese que tus años no han pasado en balde y, aunque le pones voluntad, tu "pollita" ya no es lo que era. Besos y no me esperes levantado, cuando tarde. Una insoportable música dulzona y con sabor a nemequittepas inundó el interior del vehículo; apagó la radio bruscamente, música y carta le sonaban tan familiares que no soportaba escucharse en otra... ¡ella nunca diría en voz alta, ni escribiría, algo semejante!. 50 Argiloa y Nínfula (- o ese tiempo de después que se cuenta antes . . .)- I NÍNFULA Todas. A mi me gustan las mujeres. Desde mi madre a mis dos hijas, pasando por monjas, profesoras, sargentas, actrices, pintoras, e incluso, si me apura, puedo jurarle que me gustan las que no tienen profesión desconocida y que todos señalan: esa, puta; aquella lesbiana. No puedo evitarlo, me gustan. Las amo de una en una, En concreto y en abstracto Envidio la tersura de ... (¿cómo se escribe el plural de tez?) el agitar de sus pestañas como revuelo de libélula (eso se lo he dicho alguna vez) Me gustan sus bustos emballenados, enconsertados, bustierizados, sus tetas a secas, o llenas de leche con mamoncillos cercanos olisqueando el dulce/agrio perfume. Y me encantan las mujeres porque siempre están presentes: en el pañal sucio del bebé o del anciano; en los mantos negros o azules que las cubren; en las cuchillas rotas que enrojece un clítoris recién cortado, en los cuerpos vacíos que se ofrecen para que otros coman. Pero sobre todo amo a las plañideras, siempre iguales, siempre enlutadas, siempre llorosas, por un mundo macho que han roto los hombres. Nínfula cerró los ojos y esperó un momento. Le apetecía recrearse en ese instante mínimo que precedía a esos aplausos que llegan. Ni reparó en mi, ni se fijó en aquella Argiloa abrazada por la penumbra y trémula... 55 II ARGILOA ¡Sí!, ni reparó en mi... Y es que yo venía huyendo de aquel rechazo, del último de la serie, del menos importante, de uno casi imperceptible, opaco y soso, un rechazo sin sentido ni razón, uno de esencia de tantos otros, uno que ni importaba siquiera, halagaba incluso, con la duda -tan molesta como una mosca empeñada en besarte la boca- plegando mi entrecejo y con la tentación de entrar en la autocompasión del ¿qué habré hecho yo para merecer esto?, con pie firme y buscando el calmante del olor a papel así fue como... Tropecé con tus Versus Perversus, por primera vez, en una librería cualquiera de una ciudad tan masculina como podría serlo Madrid. Todavía recuerdo mi casual entre-tenerme y tejerme en sus páginas, jugué una vez más al azar de escuchar el mensaje que el libro de la vida quisiera darme. "ELLAS ME GUSTAN" -leí su título- ¡Semejante tontería!, jamás hubiera puesto en mi boca tal frase, ellas no me gustan, jamás me he llevado bien con ellas, un cúmulo de recuerdos, de rostros se apilaron en fila india frente a mis ojos, ¿llevarme bien con ellas?, ¡ja! mi eterna tarea desde la infancia, con el tiempo había aprendido a simular cierto interés, a consentir, a coexistir, en muchas, muchísimas ocasiones pasando de ellas, en otros casos pasando por encima de ellas si era necesario. ¿Esquivarlas?, todo un arte. La experiencia acababa corroborando una a una mis teorías. Continué leyendo, "A mi me gustan las mujeres. Todas. La desfachatez entre dos puntos. ¿Todas?, pues con tu pan te las comas, bonita -me dijeEstaba harta, cansada de la abnegación de algunas "Ellas", de la manipulación mimosa de otras, de las justificaciones inherentes a esas "Ellas", de las culpas, de las jaquecas, de los cotilleos, de esa ternura atribuida como si en exclusiva se tratara, harta del: ¡desde luego como puedes!, hastiada de los morros vestidos de largo, de la frase con tono escandalizado del "¡por dios, yo jamás podría!", el destroza-veladas del "cari, vamos a casa" -dirigido a sus pacientessupervivientes consortes-oveja- ¿el motivo?: alta prioridad porque "la nena está cansada". Aburrida de presenciar relatos te-odiosos de escenitas con lagrimones, del "tengo toda la razón", del chantaje detrás de mil mensajes implícitos: "si no te portas bien luego ni se te ocurra tocarme". Dejé de leer repentinamente, asqueada, recuerdo como continué buceando en otros libros, abriendo y cerrando solapas con la mente todavía clavada en tu "A mi me gustan las mujeres"... Por esas causalidades de la vida -esas que sólo ella planea y sabe hacer coincidir- no pasó mucho tiempo hasta que me encontrara en aquella sala, sentada entre desconocidos que parecían adorarse, con las piernas cruzadas, enfundada en la protección de celda de mi traje de raya diplomática, la curiosidad, el aburrimiento y un amigo de esos del tipo "cuyo nombre prefiero no recordar" me habían llevado hasta ti. Fue allí donde reescuché tu escrito entero, me quedé colgada de la ingenuidad en tus paréntesis, de la dureza de tus directos a la matriz, de las palabras taladradas con un golpe seco en el escrito, sin pretensión machacona, contundentes. Sí, fue allí donde mi aparente rotundidad se encontró 56 frente a frente con tu supuesta determinación... mucho ha diluviado desde entonces, ¡qué te voy a decir que no sepas! Hoy, más serena, después de todo lo ocurrido, antes de todo el porvenir que temo y deseo a partes iguales; hoy quiero escuchar el grito de esta necesidad de volver a todo el ayer que sigue siendo ahora para mí. Re-pasar, secuencia por secuencia, lo vivido contigo; sí sé que te sorprenderá, contigo -poco importa si presente, si ausente- asimilar y hacer sitio para el yo que hoy, lo admito, todavía se re-siente, se des-conoce en y por lo entonces vivido. Sé que aquel día te leíste en alto y para mí, ¡niégalo si te atreves!; eso sí, confirmar mi intuición me llevó su tiempo, en el oásis de tu casa, descalza, con las piernas eternamente en cruceta en tu sofá. Hoy, sigo sin haberme contestado qué buscaba cuando me acerqué a felicitarte, cuando acepté con una sonrisa cauta tu invitación al lunch ofrecido después. Hoy tengo algunas respuestas y mil preguntas a todas y cada una de las piezas del puzle que juntas nos atrevimos ¿nos atrevimos?- a construir. "Nos" regalé "La memoria de los triángulos" en esa mi primera visita a tu casa; millones de veces he estado tentada de maldecir su bendito título, hoy lo denominaré como el segundo "tropiezo de librería" con mi devenir. Abrimos sin planearlo, con su portada y primer capítulo nuestra historia, con la mejor excusa, la que tuvimos más a mano para dar de comer a nuestra imperiosa necesidad de dar y "dar-nos" a conocer... III ELLAS ME GUSTAN Escribir un libro es peor o casi igual que desnudar a un amante, a la mínima te enganchas con un botón o se descose una costura que no tendría que estar allí o que su mamá notará. Nunca quise titular ningún libro con "Ellas me gustan", ni siquiera un poema, pero las palabras, como todo y casi como siempre, funcionan solas, a su aire. Me da miedo, siempre me dio miedo eso de que las palabras hicieran sus juegos y sus trabajos prescindiendo de puntuaciones. Al menos eso me pasa a mi; estoy pensando en otras cosas y me empujan hacia el ordenador, o me hacen llegar al papel en blanco y surgen a borbotones, como insectos de un agujero y se disciplinan y ordenan. Pero yo pensaba en adulterio. Llevaba bastante tiempo masticando la idea. En un adulterio no se precisan dos, sino cuatro, los que participan y los que dejan hacer. Y tampoco era eso lo que deseaba escribir. Estaba absorta en Amina, mujer que aguarda una lapidación dictada cuando acabe la etapa de amamantamiento, cuando a ella se le acabe la leche, cuando él la rechace, cuando el juez decida que ha llegado el momento. Ella y el cuerpo del delito forman el adulterio, no el hombre que cedió violentamente sus espermatozoides, yo no fui dijo- y asunto-absuelto. A fin de cuentas es un hombre, y aunque no sea verdad, Allah es grande, y los estudios de ADN son algo occidental de blancos cristianos. Pero ella será enterrada, hasta un lugar a voluntad del sádico de turno: por deba57 jo del cuello , por encima de la cintura. Y comenzará la lluvia de piedras, escogidas cuidadosamente, no excesivamente filosas, ni gruesas, para que no produzcan la muerte de inmediato. ¡Sadismo!, gritan los más... ¡Piedad!, rezan los creyentes, porque Amina, según la ley, puede todavía librarse de la muerte. Para ello bastaría hacer cumplir la ley, nada de apisonar una y otra vez la tierra a su alrededor, y Allah, el misericordioso, la declararía perdonada o inocente si ella sale por sus propios medios de su media tumba. Por eso las piedras solo deben matar lentamente... Pero las palabras se enredaron y recordé a otras mujeres: a las que fueron acuchilladas por la espalda cuando se manifestaban protestando por la ley que autorizaba el matrimonio de las niñas de nueve años. Su recuerdo, enlutadas mujeres de sangre roja, me ronda impío. Ellas me gustan porque yo soy ellas: la adúltera, la niña violada, la madre, la novia abandonada. Y me raspan las palabras la garganta, el estómago, la matriz, y se me mueren los dedos y las miradas, y cuando por fin recito, las palabras nacen dulces para convertirse en saetas y esas reuniónes, a las que voy porque el editor dice que firmar libros es vender y recitar incitar a la venta, se convierten en unos anfiteatros sangrientos, de los que huyo con la sirena de los loqueros atronando el silencio de la noche. IV ¿LO ESTÁBAMOS? Recuerdo un "pre-asentarme" ante ti, con ese nombre que elegí para mi, y el diálogo... - ... Argiloa, con "gui" de guía , no con jota... - Nínfula a secas. Los que escribimos tenemos esas manías de puntualizar aquellas palabras que se escriben y pronuncian diferente Revivo nuestra conversación "canapié" en ristre... - ¡Hombre, has venido! - Mujer..., te he dicho que lo haría. Sostengo en tus manos el escrito, ese correo que recibí y leí después de nuestro encuentro "casual". Supongo que quise leerte como si no te conociera, en una recién estrenada visión que me aportara todo aquello que en su momento no vi. Como la película que te subyuga, esa que ves una y otra vez esperando encontrar un detalle desapercibido en la visión anterior, ese guiño de complicidad necesario para considerarla algo más tuya. La sensación de entonces permanece en mí: desconcierto a manos llenas. Me hablabas del miedo a que las palabras te traicionaran y hablaran por ti y de ti sin tú planearlo, sin quererlo. A veces sacan la patita por debajo de la mesa, nos tantean, pretenden desembarazarse de los yugos, de los lazos de seda en las que las pretendemos enmarcar, y ellas cuentan, ellas se encargan de enseñarnos si estamos dispuestos a dejarnos guiar, y si, se ordenan a su modo, caóticamente en ocasiones para nosotros, ingenuos organizadores, supuestos manipuladores de palabras, el vértigo y el reto se presentan cuando uno percibe que son ellas las que 58 van, como nuestro cuerpo, por delante de nosotros mismos. Podría haber pintado de color nácar perlado el miedo a que mamá interna se entere y nos controle, a ser consciente de todo aquello que deseamos, y tememos a partes iguales.. Y escuché tu alegato sobre la mujer con el tanto por ciento de un interés genuino y relativo ante lo desconocido, lo hice con un pié aquí y otro allá. En realidad, ahora puedo confesármelo, poco me importaba lo que dijeras, no era el contenido lo que me enganchaba; no, la verdad es que yo misma había construido semejantes párrafos en el pasado y me sentía capaz de argumentar hasta alucinar, y tumbar, al contertuliano más tenaz. No, no encontraba en tu discurso pie para discusión, yo pensaba la misma clave de tú en cuanto a su contenido, compartía canal, hábito de esconderme tras el lenguaje y uso del código. Lo escuché con la impaciencia de quién preferiría saltarse los previos, las introducciones, el gasto inútil del tiempo del ritual que conlleva sentirte cerca de alguien, lo hice con la intriga y el cansancio ante lo nuevo, con la pereza que da el abrirse a conocer a un alguien otra vez, con la íntima certeza de la alta posibilidad del terminar sufriendo. Tu diste datos hasta la extenuación. - Camarero, por favor otro rioja, ¿tomas algo? - Un thé helado. Datos, que no intimidad, demasiado preocupada por quedar bien, por la palestra, por impresionar; te vi inmersa en un mundo en el que te debatías incómoda entre el deber y el querer ser. La balanza de algún modo no parecía encajarte por dentro, tú continuabas dale que te pego con Allah mientras yo me quedaba "por aquí", con editores, adulterios, removida y casi, casi "apostolando" - Yo, fíjate que eso que dices lo resumiría en un título: "La memoria de los triángulos" El cansancio, ¡si!, la indignación, la memoria histórica, la herencia que llevamos grabada, marcada a fuego en cada poro, por ser y estar mujer. El libro de instrucciones que nos transmitimos de "pu-bis" a pu-bis, de generación en generación. Entré en tu lenguaje lo justo para darte pie a continuar hablando, lo hiciste mencionando ablaciones, violaciones, abandonos, improperios, lo mismo que recibiría por escrito en tu e-mail al día siguiente. Ahora, sosteniéndolo entre las manos, te traigo de nuevo al presente. ¿Y yo?, ¿dónde estaba yo?. No sé, tal vez anhelando sentir. ¡Sí!, anhelaba el pan y la sal. La aventura del interrogante eterno, la búsqueda, el humor, el ingenio, olfateando todo aquello, todos aquellos que me aportaran la vida en luz que no sentía, buscaba compañía mientras curaba con la magia de hierbas y especias los históricos dolores añejos. Buscando mi ser salvaje, mi naturaleza indómita, a mi mujer de las cavernas, ahí me encontraba, intuyendo que la vida nos había coligado en un proyecto, incómoda e intrigada, cuestionándome, dudando, queriendo saborear la gana por despertar, expectante, des-aprendiendo, sólo abierta por deseo propio a todo aquello que me enseñara más de lo íntimo de mi ser mujer, del ser-y/o-no ser. Hoy, que Luna se oculta la cara con las dos manos, recuerdo como por dentro me habló mi cansancio y mi casi decepción.. Me hubiera encantado preguntarte: ¿dónde estás tú?; quiero conocerte y recibo a cambio y contra reembolso un diccionario, un tratado de justificaciones por un título y un alegato contra la injusticia de género... 59 Protesté a mi manera y sin la más mínima convicción de que me llegaras a oír. - Disculpa, será que me siento cansada... no he tenido buen día... me ha gustado hablar contigo este ratito... me retiro... Nos despedimos, cogiste una copia de tu libro, lo abriste, escribiste algo a toda prisa y sin levantar los ojos para mirarme... me lo entregaste y yo me alejé buscando en mi bolso las llaves del coche, colocando en él mi mareo y mi descoloque. Me sentía tonta, equivocada, como si hubiera empezado a escribir una historia en la que el otro personaje se desmarca, cambiando el rumbo del escrito, forzándome a hacer piruetas para encajarlo en mi, para encontrar un rumbo en el que continuar. En mi contestador varias llamadas infumables, y tu dedicatoria: "Para una mujer sorprendente de una mujer sorprendida" Sorpresa. La otra cara del desconcierto. Estábamos en diferentes caras del mismo punto de encuentro... ¿Lo estábamos? V ELLA ME GUSTA No sé porque razón le dije que mi nombre era Nínfula, como si alguien pudiera denominarse así en la realidad, pero en cierta forma quería saber si me adivinaría, si se molestaría en archivar ese nombre exótico en su diminutez, pero quizás lo hice por su deseo de autonombrarse con un nombre absolutamente nuevo. Freud, o quizás Lacam o quizás la madre que les parió hubieran decidido que esa búsqueda de un nombre fuera de lo común era precisamente la lanza que eliminaría cualquier defensa. Una no tiene escudos para explicar porque su nombre no significa nada, no tiene prolongaciones esotéricas, pero el que yo adopté, si. Algo moldeable como el agua, como el deseo, como ella. Pero ella no parece moldeable, nadie lo es, ni yo, y sin embargo basta saber que nudo quedo sin trenzar para que todo se deshaga entre las manos y se realice de nuevo, una y otra vez hacia el infinito. Ya estoy soñando... - No creí que vinieras, mi idea de nuestro anterior diálogo, es que fue un monólogo en el que me perdí... ¿Te he dicho que soy tremendamente despistada? - Mujer... te dije que lo haría. -Yo lo digo tantas veces, eso y otras cosas, que después se quedan en el olvido, o en uno de mis despistes, o en el beso que voy a dar y que se queda pendiente de mis labios porque la lengua no quiso realizar una excursión. Esto empieza a ser un monólogo y yo no necesito eso; quiero diálogos, quiero que mi palabra se una al verbo ajeno y que se elabore en si mismo hasta formar un pensamiento, una frase, o darle vuelta al deseo de conocer a alguien por encima de la piel, por la sonrisa semiabierta que deja vislumbrar unos dientes descuidados con manchas a tabaco. Y, de pronto, deseo lamer esas manchas, y toda yo me inicio una circunvalación alrededor de mi misma, y me petrifico con una sonrisa ligeramente bobalicona, o quizás despectiva; y firmo una dedicatoria a alguien que no pasará de la segunda página, o del segundo verso, porque "esto es de lesbianas, antinatura". Esa idea me divierte. Nada es antinatura, si lo fuese 60 nosotros lo seríamos, nada de lo que uno se nosotros haga puede ser rechazado, condenado, si, pero rechazado no, y que se fastidien. Así que para diluir las ideas salvajes que se me están ocurriendo, todas naturalmente antinatura, me dedico a perorear sobre todo lo que me desagrada, la tortura al sexo femenino como incapacidad e impotencia. Odio a los hombres que abusan de la mujer, y a las mujeres que se hominizan y hacen lo mismo; me gustan las relaciones más claras y a la vez más oscuras. A veces me pregunto si se podrá azotar con una cinta de seda, pero nadie me responde. Y yo deseo una delicada piel que enrojezca, simplemente, porque mi lengua azota el centro de una de sus vértebras. Es una chiquilla. Se está enfadando porque cree que me adivina, porque le parece ridículo que yo este exponiendo lo que ella ha defendido hace tan sólo unos meses. Me gusta eso, que su juventud no le permita ser amable, que lo quiera todo de golpe, sin preámbulos, sin cortejos, como si las ecuaciones sólo fueran una enumeración de incógnitas cuyo resultado exige un poco de paciencia y no toda la paciencia. ¿Seguiría escuchándome tan impaciente si le dijese que la querría sumisa y entregada, temerosa y deseando que mi mano se abatiera sobre ella con un bisturí y cerráramos un ciclo de terror en su entrepierna, en la mía con una sola puntada?. Y a partir de ahí, un mundo entero para crear como haploides asexuadas, siamesas... Sonrío despacio volviendo en mí. La miro. Sonrío de nuevo. Ella me gusta. Yo me gusto. Hoy es un día genial. Me divierte siempre mi propio desconcierto. Querría sorprender a esta mujer, reformar mis facciones y mi cuerpo mientras hablo, recuperar la audaz adolescencia y sonreírle todo el tiempo hasta que quisiera perderse en mis ojos como camino directo para horadar mi cerebro. Pero evito posibles e imposibles y le hablo de esas cosas que yo ya no creo. Me escucha por mera educación aunque a veces la monotonía de estos minutos en los que ni yo me oigo, se transforma por una rayo que agudiza aún más su mirada. Podría valer, podría ser yo de nuevo, podría tener vigor, cansancio, desesperación, empuje. Me gustaría que esta mujer aburrida, aburrida porque yo no soy lo que espera, lo que desea, o no respondo a sus expectativas, me gustaría que esta mujer me hiciera sonreír y yo la pudiera añadir a las que amo, sin capricho, con deseo, una mujer nueva, distinta. Una mujer. Se va. Creo que me vuelvo vieja a cada instante, ya ni siquiera seduzco con la palabra a alguien que desea ser seducido. Nos despediremos, al menos yo, con estilo, nunca se sabe , a veces hasta se gana. Me sorprende ese anhelo mío de sorprender, de llegar aún más lejos en un contacto nimio. Ella cogerá el libro dirá adiós y se marchará definitivamente llevándose un puñado de mi soledad y me da la impresión que mucha de la suya. Aunque si se lo pregunto me responderá con una sonrisa y quizás me detalle todo a su agenda telefónica en la que yo, en este momento, desearía ser el único número, y saber cuando suene mi timbre que es ella, y dejar que rompa el aire una y otra vez, y no descolgarlo nunca, para no saber jamás si me equivoco, si existen almas gemelas y cuerpos armónicos de un solo eje. Se va como estaba previsto, sin girar la cabeza, taconeando sin ruido pero remarcando bien la pantorrilla, bailo mi pierna desde la rodilla al pie. Me gusta. Me gusta... Me encontrará. 61 VI BLANCAPERUCITA Ya estaba allí, escuchándola hablar de ascensores, terrible error... - ... se me olvidó decirte que aunque encontraras el letrero del ascensor no te asustases... Mientras hablaba, con esa voz, profunda, suave, nada afectada, las palabras martilleaban mi ya mareada mente... olvido, protección, error, asustarse... fallo, miedo... No tengo miedo de los carteles sobre ascensores, es más: los adoro, agradezco enormemente el detalle, esa molestia que alguien se toma en avisar que me evita el mal trago potencial de verme encerrada. Subir por las escaleras me alivia, el miedo a compartir espacios pequeños, a la asfixia, sentir otro cuerpo de pie, enfundado, enfusando palabras y poros, silencios y hormonas, sudores y pensamientos en la tripa de mi espacio. Me sentía tremendamente incómoda en esas situaciones, aunque en alguna ocasión había simplificado al comentarlo y englobarlo en el término claustrofobia, no podía asegurar que fuese exactamente eso. Me molestaba la excesiva cercanía impuesta, fantasías de ataúd, de uñas clavadas sobre su tapa, el yuyu en variadas dosis combinadas se unían a lo anterior. Cada vez que las puertas del ascensor-descensor se abrían se juraba, por supuesto que en vano y hasta la siguiente ocasión, no volver a hacer uso de semejante aparato en mi vida. El sonido del timbre me sorprende, no es el din-dong que anuncia acontecimiento casi a bombo y platillo, no es el molesto meeeeee que siempre se las apaña para interrumpir algo en su momento más "G", ni el pijo resabido tríiiiiin de la señora marquesa anunciando su llegada; tu timbre, tan antiguo como tu casa, como tú y yo, tiembla un poquito, vacila y tintinea, suena a monaguillo principiante estrenando frase de campanilla en su primera misa. Cruje el molledo de la tarima según avanzas hacia la puerta, abres, me invitas... caramelos de café y leche, una toquilla, las gafitas redondas abiertas sobre una pila de libros... te miro... estás nerviosa, las tozudas gotitas de sudor sobre tu nariz contradicen tu supuesto aire de aquí no pasa nada. Hablamos como si el preámbulo hubiera sido eliminado por un pacto silencioso, como si encadenáramos el ahora con el ayer en un punto y seguido sin guión. Me siento algo blancaperucita con cruce de Gretel -¿o era Hansel?, nunca soy capaz de unir sus nombres a sus sexos-, me pregunto si en la casita de chocolate de este cuento la aparente abuelita es el lobo. De nuevo me asoma sin querer el síndrome pseudobsesivo de: cariño, esta noche cenamos y la cena eres tú. Y por dentro... el hormigueo agridulce del riesgo a saber de mi. Me gusta, me gusta, resisto el tirón, me quedo. Apenas puedo articular palabra, demasiado ocupada en colocar sensaciones y contestar mi eterno diálogo interno, tu oferta bicéfala de ducha y túnica me sorprende, thé o café , cocina o sala de estar, ¿te quedas o te vas?. Decido el camino del medio, yes please, no en la primera cita, thank you, mi cuerpo se queda, mi mente viene y se va. - Si te parece tomaré aquí un té con nube y sin ducha, sin túnica ni azúcar por favor... -pongo carita de buena con la banda musical de tu risa al fondo-. 62 Adoro el tiempo del thé y su ceremonia, calentar la tetera con agua... remover, remover, remover... vaciar, rellenar su generosa panza hirviendo, cauterizarla... el olor a la hierba, el reposar, el colar, el servir... abrazar con las dos manos el vapor de la taza hasta mis labios... cerrar los ojos y dejar que penetre hasta el último rincón de mi cerebro... ¡adoro la voluptuosidad de la entrega al thé!, del entregar-te... desde el mirador de tu sofá, te veo volver a mi como en bandeja, con ella casi tartamudeando entre tus manos. Tu imagen: simplemente entrañable. El silencio, repentino, después del alud de palabras se impone sacrosanto y se ocupa de hablar para que me escuche por dentro... Yo me quiero indagar en los pilares que sostienen a la palabra. Soy consciente de que mientras hablo me miras en silencio, intercalándote en pequeñas frases, consciente de que repito mi tendencia a empanarme; a hablar, por dentro y fuera, demasiado en situaciones de nerviosismo, consciente de que con mi actitud mi cuerpo se defiende de antemano en un escenario de-semejante, disímil, y consciente de que canto "yo no soy lesbiana , ni lo quiero ser", mientras la barca del barquero que es la vida arrima poquito a poquito mi lado soslayo al otro lado de la orilla, a la vera de tu lado. - ¿Qué lees? - Un poco de todo... - Dudé sobre si traer flores, por eso de no saber si tienes alergia al polen lo dejé para otro momento; jamás hubiera traído bombones, cuestión de principios y mira, al final nos acabo de comprar un libro. Bueno, no sé si es exactamente así, ya sabes, una de esas ocasiones en las que son los libros quienes me eligen a mí. Si te fijas, de alguna manera en la portada está incluido el regalo de la flor... - La memoria de los triángulos, suena, me gusta... Te dejas caer en el sofá, a mi lado, sonrío al ver cómo la túnica se hincha como el papo de un batracio, mientras lo ojeas a pelo, sin gafas yo abro mi ejemplar. Tu silencio me interrumpe, decido callar y leo, leo. ¿Cual será tu flor?, ¿y tu lenguaje? mientras soy consciente de mi intriga, entre geranios, margaritas y crisantemos, un capullo de mi flor, lilium salpicado de lluvia rosa palo, se me abre por dentro para ti. VII ¿QUIERES MÁS TÉ? - He visto, sobre tu mesa, un ejemplar de "El violador"... - Bueno... lo estoy ojeando, también me lo han regalado. Buena excusa ¿eh?; es un libro de los que yo, por principios, no compraría. La historia tiene miga. - Sí, buena excusa. Sólo he leído una sinopsis, me suena a libro con un estudiado objetivo: provocación. Ella en femenino, que no el libro es lo que vende y vende mucho, trae consigo un acceso a medios inmediato, se busca el escándalo, dejando el librito de marras a un lado... ¿sabes? me interesa más el fenómeno de la provocación. Los límites en ella, el juego, su sombra, el reto, la dantesca obscena intimidad de la provocación, me gusta el relamer sus vértices, el mordisquear sus 63 comisuras, tantear detrás de ellas mi capacidad de disfrute, son como el alimento a la fantasía, como el segundo que antecede a un orgasmo, un glorioso momento de olvido en el que el cuerpo manda y se impone, la mente se rinde y disfruta, la necesidad de escuchar relájate y goza bonita, ahora, afortunadamente para ti, no mandas tú... - En el término violación se tiende a englobar mucha materia, ya sabes, a eso de que toda mujer fantasea con ser violada... ahora se le añade, supongo el que todo hombre fantasea con violar ... - ¿Vulnerar? de nuevo yo con mis sinónimos, creo que detrás de ello se busca el sabor de lo vulnerable, de lo frágil, para quién debe mantener el tipo haciéndose el duro, para quién necesita sentirse por un segundo en el control que habitualmente su tendencia al acatar y tragar no le permite. Y más sinónimos de provocación se apelotonan en mi mente..., encuentro desacato, quebrantamiento, agresión, desobediencia, incumplimiento, infracción, falta... me sorprende comprobar cómo de todos ellos disfruto una parte, hay una palabra que rechazo en un cien por cien visceral, cavernícola perdida: AGRESIÓN. Buceo en el resto, descaro, descomedimiento, desenvoltura, atrevimiento, desfachatez, encuentro en ellas mis filias. Me gusta el riesgo, me gusta leer la promesa en la mirada, el código del lenguaje doble del "¿entiendes?" ese que se cuela por debajo de la mesa, el acercamiento imperceptible, el roce premeditadamente casual. ¡Y poco me importa si ello es generado por hombre, mujer , objeto animal u cosa! Y acuden las fobias de la mano de agresión, imposición, impudicia, procacidad, el desgarro, la grosería, lo soez... no puedo con lo chabacano, ,no puedo tampoco con las asociaciones inmovilistas de bueno, dios, derecho, correcto, limpio, moral, decente, no puedo con proto-tipos en estéreo, estereotipos de lesbiana como, curva de suavidad, sábanas de satén y cuidado, o bollera y machirulo, el prototipo del denominado mito del armario maricón, la diferenciación de matices de éstos respecto al gay o el homosexual todos encadenados a la esclavitud de la sensibilidad, englobados a su vez bajo el consabido telón de acero de lo anti-natura , el vicio, la perversión. - Yo soy bisex y no pienso apearme de ello - Yo Argiloax... y ¡tampoco tengo intención de hacerlo! - Es que me zumba la manía esa de "monog-amarse", estoy escribiendo sobre una teoría muy mía sobre el sexo secundario -Yo quiero lo humano; sin dobles ni triples acepciones, simplemente lo humano. Reivindico la doble condición de la debilidad del buf, me asusta no controlar y no sé si puedo con esto, conjugado con la fuerza que alimenta el guiño y la picardía del "a ti te enseñaba yo lo que vale un peine". Repudio el "ahí te va la vara" unilateral, el "bajalafajamaja"... Recordé la cárcel que el pretendido guión de lo femenino me había supuesto en momentos; la obligación del guión de la ternura, de lo suave... las veces en que, golpeada por las circunstancias, entre risas de esas que primero esconden y acaban por curar daños, recordé que, para la siguiente reencarnación, me había pedido un miembro de tamaño medianamente apañao -siempre 64 he creído que quién dijo que el tamaño no importa la tenía pequeña- y, para completar la petición, una servidora sería catalogable como ¿masoquista? o ¿ama dómina?... más cartelitos, odio los cartelitos, la respuesta no, o sí, sí y no, no más que nadie, no menos que nadie. Los chicos no lloran, ¡joder!; la pena es que no se lo hubieran dicho a todos aquellos que habían dejado sus babas mocos y miserias sobre mi hombro... y las legañas de la autocompasión, el quejío grabado en los pañuelos de papel, el chantaje del dar pena, el apelar a la maternal naturaleza de una... el que dijo la frase tuvo amnesia temporal y dejó fuera, ¡quien sabe si intencionadamente!, el tan necesario y selectivo algunos. Sí, algunos chicos no lloran... El silencio , repentino, después del alud de palabras se impone sacrosanto y se ocupa de hablar para que me escuche por dentro... - Yo no quiero hablar de violación, me niego a ello, me quiero indagar en los pilares que sostienen a la palabra. Recuerdo, por una extraña asociación de ideas, una escena anterior contigo... - ¿Cuál? - No importa... - ¡Si importa! - Verás, hay veces en que soy consciente de que mientras hablo y hablo me miras en silencio, intercalándote en pequeñas frases. Lo percibo, como creo que tu percibes mi tendencia a hablar en situaciones de nerviosismo... de que eres consciente de que, con esa actitud, mi cuerpo se defiende de antemano en una situación diferente, distinta... - ¿Y...? - Bueno, lo que quiero decir es que te grito y me grito: "yo no soy lesbiana , ni lo quiero ser"... - Me parece bien... - Ya, pero el caso es que, ¿cómo te lo explico?, siento que la vida me va empujando, poquito a poquito, a tu lado... - ¿Quieres más té...? VIII ESPACIO PARA MI NO Los ojos de Argiloa se clavaron en el suelo, en su mano temblaba el ejemplar de "La memoria de los triángulos" que aún no habían empezado a leer; Nínfula buscó, en el alrededor, algo que su mirada mereciera... Fue apenas un destello, una chispa tan breve que no duró más allá de una milésima de segundo; sin embargo, en el aire se conjugaron palabras, en forma de pensamientos. Pareciera que al unísono, ambas, estuvieran diciéndose: "me siento a salvo frente a ti, hay espacio para mi no. Es curioso. De repente me doy cuenta de ello. Falta algo que siempre me ha sobrado. No me siento enfrentada, ni perseguida en esencia. Por comparación contigo me resulta fascinante comprobar que no hay nada como ausencia de ese algo, ausencia de necesidad de 65 estar en guardia física, mi cuerpo salta, acciona su tendencia a reproducir comportamiento. De repente me doy cuenta, acaricio mi crin, tranquila, shhhh, no hay necesidad de agitarse, estás en casa." Nínfula se acercó a la mesa y en ese movimiento inocente plasmó lo que sus labios pronunciaron inmediatamente: - Es muy, muy curioso... He sentido como se abre un campo de diferenciaciones abismal, un punto de encuentro nuevo y alternativo para mí en esta relación... - Sinceramente siento que sólo una mujer puede entender-entender la sensación de persecución, el correr como la zorra con la jauría de perros aullando a sus talones, con toda la caballerosa caballería detrás... los inocentes pasos del desconocido de turno, el sonido de su eco tras tu huella en la madrugada, acelerando, desacelerando, detrás, apremiando, persistiendo. Pasos conscientes, premeditados, como jugando por un capricho desocupado al acecho, como testando su poder y una con el corazón dale que te zum-zum-zumba en la garganta y el miedo fundido en rezo... y la falta de aliento triturada con la rabia que da el saber, a ciencia cierta, que sea quién sea poco importa porque ese desconocido está disfrutando como un cebrón. No hace falta mirar atrás, nosotras sabemos que esos pasos pertenecen a un hombre. Sabemos de la añeja sombra de niebla espesa que destilan. - Completamente de acuerdo, da igual que se disfrace de corderito angelical con ricitos de oro, que se vista con un rústico jersey tejido con amor por la abuelita, o vestido de arma-nis tomar, lo mismo da que vaya con las greñas al viento, cosido de piercings e imperdibles con una chupa de cuero y el demonio tatuado enseñando los dientes; los cuatro, demonio incluido, tienen un guión de licencia y poder implícito que les da autoridad para subirse a tu chepa, saltar a tu espalda en el menor descuido... - Quizás por ello y muy a mi pesar, me doy cuenta cómo me sitúo de diferente modo siempre ante la mujer, otros botoncitos se activan; ¿competitividad?, puede, ¿curiosidad? en ciertos casos, complicidad no tanta como se piensa, comparación incluso... se puede esperar mala leche, mordacidad, ironía, desplantes, hipocresía, ¡todo lo que quieras!, las cotas nunca llegan al punto de sentir que en cualquier momento su mano puede hacer diana en tu chau-chau o en tus glándulas mamarias, porque sí, porque para eso están. En ningún momento una siquiera ni de lejos una considera la posibilidad de que una mujer te acorrale y ponga una bandera clavada en tu espacio vital por derechos traspasados por herencia o auto impuestos o adquiridos. Absorta, Nínfula mantuvo en silencio su silencio; escuchaba a Argiloa, se perdía entre sus palabras de acero... - Una conoce a un tipo y por dentro laten las patéticas preguntas eternas: ¿me tratará bien?, no ya como a una jodida reina, simplemente: ¿sabrá comportarse?, ¿me pegará?, ¿tendrá un buen vivir, un buen beber?; me cuesta pensar que un hombre se haga preguntas de ese tipo. Para ellos quedan las de la serie: ¿ me será fiel?, ¿me saldrá un putón?, ¿trajinará y cocinará bien?, ¿le gustará a mi madre?, ¿encajará en mi entorno?; y, con toda seguridad, la de ¿cambiara con el tiempo de limpia y delgada a gorda y marrana?. No creo que ni por un segundo en sus mentes se contemple el ¿me aceptará un no por respuesta si decido darlo en el 66 último minuto?. Y es que "una" se ha visto distinguida con el toque mágico de varita, el deferente del te toco porque estás rebuena, da las gracias siéntete halagada por mi gesto, sé que te gusta, no te quejes; si hasta una puede llegar a verse casi inconscientemente calibrando el nivel de atractivo personal traducido en la cantidad-calidad de las entradas a matar, de los toques y miradas del catálogo te comía, que una recibe de ellos. Triste. Cierto. - De alguna manera, amiga, nacemos con el aguanta sellao en el culo, aguanta mujer que ya sabemos como son; con el supuesto del hay que tragar y nadie dijo que sea fácil, que ya se sabe... que son un poco brutos, hay que saber llevarles. - Yo no me resigno, ¡no quiero!. Miro alrededor, a las mujeres que me rodean, tanto en la mía como en la pupila de todas descansa una, alguna, varias, muchas imágenes, grabaciones que apoyan hasta la saciedad todo lo anterior; bañado todo ello de una insana complicidad muda porque, aunque no lo reconozcamos, ninguna parecemos poder permitirnos pegar un golpe sobre la mesa y reventar la piñata. Ninguna levantamos la piedra para que salga el gusano, ni estallamos el plato contra la pared, ni parecemos atrevernos a poner el cascabel al gato. - Quizás la mayoría no se dé cuenta... - ¡Que va!. Sabemos, ¡todas sabemos!, que si no es el vecino, es el primer novio... que si no es el cura es el compañero de trabajo. Todas hemos olido de cerca las feroces feromonas de ese guión con el que nacen; todas sospechamos que, en ese él que se acuesta en nuestra cama, en el que se sienta en la mesa contigua o se levanta del asiento de nuestro lado en el autobús, descansa el ogro capaz de saltar a la menor ocasión o excusa que, en su cerebro, se implante. Quizá y con algo de suerte, puede que nos salvemos por los pelos, incluso que no se cebe precisamente en nuestro cuello, pero eso no nos sirve, sabemos que dentro de ellos está el gatillo que puede activar el salto a la yugular de cualquier infeliz que después se irá a casa escocida, esquilmada y con los ojos de cordero degollado. Compartimos y callamos nuestra inseguridad en segundo plano, jurando que el nuestro no, que él es incapaz de matar una mosca, que además me adora, que después de toda nuestra inversión en asentar bases de seguridad ¡sería para matarlo!. La inseguridad que nos produce olerles de lejos y vivir con el mazo sobre la cabeza, de temer que en una cena de trabajo un día entre semana, o en una despedida de soltero, o en cualquier ocasión y con cualquier excusa que les dé la gana, pinten bastos y se active el mecanismo macho en alguna de sus variantes y, tristemente, nos quedemos con una mano delante y otra detrás, teniendo que rellenar a zarpazos y dentelladas el agujero negro bajo nuestros pies, para después volver a empezar de un hipotético cero que, en realidad, supone mucha menos fe en el género humano. Y eso no es para tanto, mujer, si lo hacen casi todos, lo realmente peor es que se enamore. Miedo a que el castillo de naipes de una creencia de relación profunda se derrumbe en nuestras narices, junto a todo su peso, encima de ti... que caiga la venda de los ojos y surja el yo lo sabía, lo sabía, siempre supe que era capaz de más y esto. ¡Maldita sea!, no hice nada en su día, pasé por encima de mí, una vez más me desoí, no me hice caso... - Ya... y luego sucede lo que sucede... y nos hacemos las mártires... y buscamos que la sociedad nos comprenda, nos atienda, nos devuelva lo que no supimos conquistar ni defender con valentía... 67 - Nos convertimos en madres en la cocina, en amigas y tertulianas en el salón, administradoras de la despensa física y emocional... putas, por supuesto, también en la cama, modelos de pasarela a la última... kilos de anticelulíticos por aquí, litros de antiarrugas por allá... con la ilusión de que encuentren en nosotras todo lo deseable, que no necesiten salir de picaflor... y rezamos para que, pudiendo ser, no nos coloquen en la temerosa situación de contárnoslo. En el fondo, sin a veces ser conscientes, pasando la mano por el lomo nos hacemos íntimas y, con hechos, les decimos por activa que les queremos sensibles y por pasiva que nos gustan algo cabrones; y, aunque les digamos ¡qué bicho!, seguimos lapidando a la guarra esa o la calientapollas aquella que no respetan las relaciones, que se meten por medio dándoles o enseñándoles el caramelo mientras nosotras planchamos. - ¡Se me ocurre algo! ¿Cambiamos de sexo una situación medianamente habitual para desmenuzarla? - Vale, vamos a ello... - Ella se viste de gala, se cambia de ropa interior, hoy toca, esta noche no vuelve de vacío, cae algo, seguro, se dirige sola a la barra de un bar, pide una copa, se apoya en la barra y espera a que llegue, la una, las dos, casi las tres, sí, esa es la mejor hora de ataque, a nadie se le ocurre proponer nada escabroso a las doce, hay que saber esperar pero eso sí, no mucho, a partir de las cuatro y media quedan los restos, baja la calidad, el rendimiento no es el mismo, aunque depende de sus ganas, en caso de necesidad ella tampoco le hace muchos ascos. Es mejor a las dos y pico, ellos quieren ojear un poco antes, que se les vea... vienen a bailar, preparaditos para ser elegidos, con un par de copitas de más encima, alegres ma non troppo, tan monos, siente cómo la llaman con sus gestos. Localiza uno, uno que le gusta, que mira alrededor como buscando; intercambia miradas y se acerca, una broma, cualquier bobada... baila a su lado, le roza, entabla conversación y en un momento le dice eso del te voy a ser sincera, me gustas, me apeteces, me he fijado en ti, me vas a perdonar chico, pero si no te lo digo reviento, ¿tomamos algo?, invito yo. Así, mientras él toma su copa, enciende un cigarro, aguanta el coqueteo, le da cuerda, tantea su mirada, calibra, le hace reír... él sigue la conversación, bien, va entrando va cayendo; en un momento del diálogo y de forma casual, se lo apalanca contra la barra, aprieta sus pechos contra su cuerpo y le mete un morreo, susurra no puedo evitarlo, qué te parece si nos damos un ratito, disfrutemos de la noche y mañana como si nunca hubiera sucedido... ante la duda del no sé si debo, que lee en el silencio de él , ella continúa: lo estás deseando tanto como yo, lo sé, no me seas estrecho. Su mano para entonces ya vuela a aferrar su paquete y ¿el?..., - Jajajajaja... ya puesta a imaginar, imagina algo sustancioso... - El asiente sin decir palabra. Con una risa nerviosa se despide de sus amigos con la mano, de lejos... bien, vamos bien, relamiéndose ella le lleva en su coche a su casa... pone musiquita... ¿otra copa?, lo mejor es no darle tiempo para pensar. Se encarga de desnudarle entre besos aquí, en la comisura de sus labios, besos allá, en el lóbulo, en su cuello... aturdido, minutos más tarde le tiene debajo, entre sus piernas, se lo introduce sentada sobre él y está tan excitada que no aguanta mucho entre salto y asalto... termina, desmonta, enciende un cigarro, y con su 68 tarea de mujer cumplida sonríe... ¿ha estado bien, verdad?, evita su mirada, es mejor así, ¿y tu?¡,ah! ¿ que tú no has podido? habrás bebido mucho, no te preocupes, no pasa nada hombre, otro día será... algunas frases intercambiadas, tiene sueño y el trámite se alarga demasiado, se ofrece voluntaria a llevarle a casa porque siempre ha sido una dama; él acepta... ella le lleva y se despide dentro del coche aparcado en su puerta. Le pide su teléfono, es imprescindible la des-dramatización, el detalle de un guiño simpático y un recuerda, hemos quedado que mañana como si nada, corazón ¿eh?, mete primera, vuelve a casa. La vida es así, ya sabías a qué veníamos, en el trayecto coloca lo vivido como puede, majo chaval, nadie ha hecho daño a nadie, no pasa nada, los dos somos mayorcitos y lo hemos querido, soy mujer, y como mujer de vez en cuando lo necesito. Eso no tiene por qué llevarme a tener que conocer mañana a tus padres, cielo. - ¡Eres terrible!, aunque creo que existiría otra más que posible opción entre muchas otras. Veamos la contrapuesta: ante su metida de mano en la misma barra, en el punto previo en el que quedamos, él mismo, que ha fantaseado con que le ocurra algo así mil veces, el mismo que ha contado una y otra vez una jugosa historia de similares ingredientes a los amigotes, ese, ¡ese mismo!, mete el turbo con la excusa de ir al baño, a por tabaco o gamusinos y sale por la puerta trasera... con la boca seca y tropezando con el mito de su hipotética masculinidad como si de una cuerda de goma atada a sus pies, con un par de pelotas desinfladas, se tratara. Sale diciéndose: menudo pendón, ésta tiene más muescas en la culata que billy el niño, pá pillarte cualquier cosa, qué agobio tú, otia tú que fuerte, cómo está el patio, esto no lo cuento ni loco, que no se enteren, puede haber cachondeo en la pandilla para los restos de los restos... que tiene su continuación en un trágico golpearse el pecho con el consabido: debo ser bobo, me la tenía que haber tirao, ¿qué me pasa? Me ha superao, un mal rato lo tiene cualquiera. Si, creo que esta situación es más real... - Si, más real y creíble. Pero, sigamos el juego, e imaginemos ahora a una persona, da igual si hombre o mujer contestando desde otro punto ante semejante situación: mira, tu propuesta me atrae y no me es cómoda; físicamente me apeteces y a la vez me doy cuenta que no conocerte pesa en mí... me gusta sentirme partícipe en mis relaciones, disfruto de escoger y sentirme escogido, me halaga y me excita tu invitación, también me asusta y excita la sensación de no llevar las riendas y a la vez creo que ambos nos merecemos y podemos darnos mutuamente más cuidado, respeto, calidad y calidez que todo esto. En este caso, surge la persona, se habla otro lenguaje, se abren las puertas a otro nivel, germina la posibilidad de respuesta de contacto y encuentro. La soledad es difícil de llevar, necesito un abrazo y para conseguirlo a veces no me queda más remedio que vampirizarlo través del sexo; una persona puede pedir explícitamente un revolcón, está relativamente mal visto y más contemplado que abordar a alguien desconocido y decirle: me muero por un abrazo, me da la sensación que te tú también te sientes así, no llevo bien la soledad, me supera... ¿Te parece que nos abracemos un rato? - Tu traes la imagen de dos soledades que no se mienten, que deciden compartir y celebrar un encuentro a través del sexo... - El problema es que ellos no están programados para ser tumbados. ¡No lo 69 están!. Ellos están proyectados para seguir el juego como galgos, ¿como liebres? ¡Jamás! Lo de los conejos es cosa de ellas.. - ¡Claro!, pero no olvides que tampoco nosotras estamos programadas para tumbar. Por mucho que nos duela, no lo estamos. Nos empeñamos a veces en hacerlo, nos forzamos a estomagar auto-imágenes tóxicas para nosotras mismas. En realidad creo que ninguno de los dos géneros está mentalmente preparado para dar un click en el "actualizar nuestra relación", para arriesgarnos a cuestionar si nos excita nuestra pareja, si nos divierte, si nos llena, si renovaríamos o nos renovarían contrato, el miedo a escuchar un no por respuesta es grande, como alto es el riesgo. Mantenemos relaciones con contrato vitalicio fijo y no hay más que echar un vistazo a la fama de la actividad laboral del funcionariado. - Totalmente de acuerdo... No estamos programados para mostrarnos en nuestra vulnerabilidad a capa descubierta, no lo estamos y esto es para mí, un hecho. - Ambos sexos nos acicalamos, perfumamos, enviamos señales de ven y conquístame, seleccionamos ésta para un rato, éste para amigo, con este no me importaría dejar la moral de un lado y tener amnesia temporal, con esta me gustaría a mi tener un par de hijos, éste me da prestigio, ésta me adorna... y a través de la mirada, de nuestro baile, entonamos los cánticos de acércate, ni se te ocurra, tienes posibilidades, olvídate, estoy disponible, ni en tus mejores sueños, sor-préndeme, welcome, cerrado por vacaciones, y sigue la mutua búsqueda verdadera: a ver si contigo llega el color y las ganas, prende la ilusión y puedo dejarme de ceremonias, dame fe, me duele al alma y los pies, son las tres de la mañana de otro sábado anodino y yo aquí fichando mientras anestesio a base de copas mi vacío y mi rutina... - Cuestión de roles atávicos, de ignorancia tanto nuestra como de ellos. Parece que la misión que tiene encomendada un hombre, atada y recosida a su miembro, es la de penetrar; y la nuestra, igualmente tatuada en la piel, recibir. Algo no encaja. Busco impenitente sinónimos que me ayuden a entender dónde fallamos, que me guíen, ¿qué encuentro?. Para mi total sorpresa... penetrar es igual a comprender, entender, intuir, vislumbrar, adivinar, incluir, discernir, enterarse, asimilar... - Busca en otra dirección... ¿En recibir?, tomar, absorber, atraer, calar, empapar, humedecer, cautivar, embelesar, recoger, tocar, acoger, adoptar, albergar... - Ya, pero mira, me sale mi egomujer y no puedo menos que pensar que, al leer el libro de instrucciones de mi uso, alguien malinterpretó penetrar y dio la orden de agredir, asaltar, arrollar, atracar, violentar, arremeter, no puedo menos que creer que por recibir, alguien tradujo acatar, someterse, doblegarse, dejarse hacer, cumplir, venerar, reverenciar... - Acepta que nos fallan los diccionarios internos, en nuestra lectura de los libros heredados confundimos y olvidamos los sentidos de las palabras, los enmarañamos, los adu-alteramos, los prosti-tergiversamos y nos colocamos la receta cofundiéndola con nuestra definición de nosotros mismos, nos tragamos el mito y vamos por la vida con la creencia puesta como si fuera un saco que nos cubre de pies a cabeza. Todo en nuestra contra, unos y otros contra nuestra naturaleza, contra nuestra verdadera esencia de género. Totalmente antinatura. - Si te paras a pensar, lo hacemos de diferente modo pero con similar resultado. 70 Ellos bajo el derecho y la necesidad de demostrar que no en vano les cuelgan dos criadillas, que saben más y mejor, que no se doblegan fácilmente ni a la primera. Nosotras disfrazamos apetencias físicas con supuestos enamoramientos, practicamos rituales de intercambio de fluidos en los que la con-ciencia brilla por su ausencia. Nos ponemos en manos unos de otros sin darnos cuenta de que, en esos momentos, todos los poros están presentes y activados y, en cada uno de ellos, está grabada a fuego la memoria de nuestra historia personal. Jugamos y experimentamos, acabamos practicando gimnásticas sesiones de sexo al que luego sacar jugo re-latando en la partida de mus, de pe a pa, con la irónica maldad del: un caballero no da detalles... Las palabras brotaban a borbotones, se había convertido en pozo artesiano que necesitaba expulsar el agua hasta lograr el nivel equilibrado entre su existir y su manantial en la montaña. - Nosotras tendemos a denominarlo amor para poderlo justificar, para poder contarlo a las amigas sin ser tildadas de peligrosa. Nos desconocemos, nos han contado como son los otros, los hombres esto, las mujeres aquello, chaval lo que mejor puedes hacer es... chica, yo lo que haría... son muy raritas... ellos siempre piensan en lo mismo... Nos repetimos y perdemos. Nos relacionamos con las imágenes que tenemos unos de otros, con espejismos tras los cuáles se parapeta un yo aturdido, cansado, juzgado, apaleado, un yo aparentemente más chiquitín y desvalido, algunos comparten casa, cama y macarrones tres cuartas partes de vida y nunca llegan a ver de lejos a ese ser que tienen a su lado. Ponemos cartelitos, planeamos estrategia de caza y captura, ¿en qué trabaja? no le dejes escapar... nos empeñamos en la carrera de la hipotética igualdad sin saber escuchar cual es nuestra especialidad, nuestro camino. Parece haber un mandamiento divino, algo similar al desconfiad los unos de las otras y entre vosotros y vosotras mismos. Se levantó, presa de su propia inercia dialéctica, y se sentó de nuevo como si se hubiera dado cuenta de que sólo sentada podría concluir lo que había empezado. - Algunos, se consideran modernos -¡señor si hasta la palabra es antigua!-, envían flores a las amigas el día de la mujer trabajadora, reivindican a la mujer, se manifiestan en contra de la violencia doméstica y a favor de compartir tareas del hogar. Al igual que las mariladillas, corretean alrededor de las mujeres para descubrir su lado femenino, con el silbato y la pancarta, tomando cafetitos y haciendo confidencias íntimas de superficie, obteniendo información de portera con la que luego poder impresionar a sus congéneres después de reciclarla. Los hay que musitan entre dientes: pedorras y salen en la foto sonriendo. Algunos terminan tan descafeinados como acalóricos, tan hueros como eunucos, con el yermo lo que tú digas mi vida que se acomoda y castra posibilidad de cuestionar y de crecimiento. Y, en contrapartida, algunas, las que se consideran valientes, reivindicativas, optan por imitar, por seguir la senda de elefante del hombre con el metro en la mano, en una carrera de buscar demostrar a ver quién la tiene más grande. Otras se cuelgan la bufanda alrededor del cuello como una soga y el jersey tienda de campaña; y hasta hay grupúsculos que se dirigen, a lo machirulo, a un campo de fútbol para unir sus improperios a los de ellos, para escupir y vilipendiar a la madre de un pobre señor, acompañado de dos sacristanes todos ves71 tidos de negro. Ellas, las más audaces, buscan justificación para esa falsa libertad que sólo ha añadido unos eslabones más de suelta a la larga, y tensa , cadena y olvidan... se olvidan de que siguen amarradas y se hacen daño, se hieren apostándose en manos de cualquier caballo regalado al que temen mirar el diente... - Te olvidas de las más peligrosas... de las que militan en el refuerzo de ciertas actitudes de macho ibérico desde el hogar, esas que salen al encuentro del rey de la casa, con las zapatillas en la boca, y alimentan día a día con mantel y servilismo las actitudes de sus cachorros. Algunas dan un pasito más y hacen apología de ello, engrosando ego y filas, confundiendo hombre con comportamientos trogloditas. No me extraña que luego él, en su interior, piense: "esta no se entera"... y lo peor es que ella se autosatisface con un absurdo: "este ve lo que un pichón por el culo". - Si te soy sincera... si realmente, como mujer, digo lo que pienso, creo que bajo nuestras actuaciones coexiste junto a la fe, un enorme desprecio por el sexo contrario. En el fondo de lo hondo de nuestra naturaleza existe una sarcástica sonrisa con el dedo corazón enhiesto dedicada de los unos para las otras y viceversa. Existe un enorme mutuo desconocimiento. La venganza del poso que dejan los siglos de desencuentro, la factura que se paga por haber mancillado una y otra vez, a través de los siglos, la naturaleza sagrada del otro y de nuestro propio sexo... Las miradas de ambas se encontraron encima del florero. Fue un largo y telepático momento, justo en el instante en que la noche se acercaba de puntillas y ponía un broche de gris al color azul del cielo... - ¿Sabes?.... hay un grito que escucho y que va escrito en el lenguaje del denominador común neutro: pelea, bucea y aprende a quererme, meréceme, valgo la pena, yo te espero con mis ganas frescas, por aquí adentro... una pena que nos quedemos en las bocas, en las formas, en las imágenes, el reto, el verdadero reto creo que va por otros derroteros... IX HIPOTEMUSAS Se despiden, a menos un segundo del momento exacto. Argiloa se levanta y coge el bolso, Nínfula la acompaña a la puerta. Ambas se quedan apoyadas en ella, pensativas, semiabiertas. - No sabes lo que me alegra que ahora me toquen los seis pisos en versión descenso, estoy rota, esto de hablar tanto me desinfla! - Nos vemos Argiloa, cuídate, y ya sabes donde encontrar té y me... Argiloa baja tres peldaño, se detiene, sonrie mirándola y continua la bajada de la colina de escalones en cuesta. Reflexiona hasta darse cuenta de que se había asomado a su espejo, de puntillas y con miedo a asustarla, a verse dividida en la imagen que recibiera de ella; un poco como hacer la prueba del vaho, escribirse con las yemas, tomarse todo el tiempo que necesitara... sonaba bien, la lectura inicial le encajaba. 72 Volvería, no sabía cuando, pero se lo dijo su hueco en el sofá y el libro que descansaba abierto sobre la mesita. Disfrutando del tiempo de ahora contó los escalones hasta que se aburrió, salió a la calle y caminó redondeando su cansancio hasta su casa. Su mejor plan para ahora era ducha, fruta y cama. La despertó una llamada que madrugó más que ella. - ¿Si...? - ¿Te pasas hoy? Estaré en casa. - ¿Has seguido leyendo la memoria? - Mucho tomate en los triángulos. - ¿Que?. ¿Así que a ti también te ha bajado la regla? Paso a verte en algún momento, prepara la tetera. Ducha con pensamientos enjabonando la mente... "me siento libre a su lado"... "hay espacio para mi decisión"... "da igual la que sea, no pido permiso ni lo doy"... Escaleras... "me vuelve a sorprender y a encantar esta nueva ausencia"... "no hay ni una micra de peso de culpa sobre mis hombros y a la vez soy consciente de que me la juego cada vez que cierro la puerta tras de mí"... "extremadamente cuidadosa con ello"... "responsable"... "consciente del riesgo de no encontrarte, adoro saber que ni me tienes, ni te tengo"... "sé que si bien no habrá un reproche, tampoco habrá una explicación para tu adiós". La puerta se abre, no hay preámbulos. - ¿Qué te han parecido los primeros capítulos? - He ido saltando en ellos, todavía no tengo una idea muy marcada hasta ahora es como si se dividiera el mundo entre los que aman y los amados. - Me pongo en situación, dos personas pendientes de ti, y vas de la ¿oficial? a la otra persona, tu hipote-musa. Es relativamente fácil ser cualquier lado del triángulo, eso sí, siempre que el lado amado seas tú. - Necesita quererles mucho para justificar consigo mismo su actitud y quisiera amar-amar, o al menos querer de otra manera y por más que lo intenta no puede, ¿quieres decir eso?, a mi me da sensación de que quiere profundamente a las otras dos personas, que se estira hasta sus límites para complacerlas... - No lo veo, creo que se escapa como una anguila, fíjate... te leo: "dile que es mucho más importante que nada en el mundo y que vas a a olvidarte del viaje... que no vas a ir..." - El contesta con un "ya lo he hecho..." - ¿Ha hecho qué? Nin, él continúa "¡ya os lo he dicho de mil maneras ¡, pero no me entendéis"... se cuela por las fisuras de la palabra, el eterno recurso del soy un incomprendido. Me suena a manipulación, a: yo soy el que decido, con mi actitud me provoco sufrimiento y pretendo que ambas personas acomoden mis decisiones con armonía, que lo lleven bien, para poder irme tranquilo, no con el gallinero inquieto. - ¡Quiere complacerlas! - No les complacerá de ninguna de las maneras, ni quedándose ni yendo, él no se complacerá ¿No te parece que están metidos en una ratonera? - Dices él... 73 - ¡Tiene que ser hombre!. - Pareces muy segura, yo no lo estaría tanto. - Se complace él mismo, ¿no lo ves Nin?, la decisión ya la tiene tomada, ¡sólo la está negociando! sabe lo que supone su ausencia y parece buscarlo, pretende además de irse, hacerlo con sus permisos y si tiene que pagar el arancel de la culpa lo hace. Necesita alejarse del correveidile de ellas dos. ¡Apuesto a que si pudiera irse de ambas situaciones sin sentimiento alguno de culpa lo haría! - ¿Ellas? - ¡Tienen que ser ellas! - ¿Por qué?, dime, por qué das por hecho que la que pide que se quede sea ella, que la que sufre es ella, que la que espera es ella. ¡Ay que Joder tan soso!, Argüí, tienes el síndrome Penélope metido en la médula! - Tienes razón... y fíjate, tú sigue añadiendo componentes... el del acepto compartirte por ejemplo. ¿No lees me conviene compartirte?. Ella plantea el marcharse juntos y lejos. - Él rechaza la idea. Renunciar a una parte que amas es muy doloroso - No puedo evitar leer entre líneas: tú mantienes tu relación cuanto más estable y centrada estés, mayor estabilidad tendrá la mía con mi otro lado, menos problemas para mi propia situación, si estás lejos, menos posibilidades de encontrarte con los pañuelitos de papel arrugados en un puño, llena de mocos y lágrimas en mi puerta. Se garantiza la comodidad del te querré por quererme, porque necesito ser querido así, de lejos por ti, de cerca por ella, con pasión, con adoración por las dos - Eres dura. - No creo en los cuentos. Tengo la convicción de que en los amados, almas trashumantes, hay una llamada al amárrame a tu lado. Un miedo cerval a la rutina y una intrincada manera de sondeo. La búsqueda sin cesar de un ser que le prenda y no sólo para un rato por muy largo que sea. Alguien que les rete y remueva el intelecto, el sentido del humor, el olfato, el gusto, la magia, el sexo, que les toque y cautive por entero. Álguien que le aporte códigos a descifrar de ganas constantes en todas direcciones, a todos los sentidos. Si pudieran harían un collage con trocitos de distintas personas, con actitudes diferentes, opuestas, y según suman y suman relaciones se dan cuenta ... - ¿De...? - Déjalo Nin, no quiero entrar en ello ahora, digamos que los amados buscan amar con una silenciosa y dolorosa desesperación. - ¿Déjalo? ¿Tu dilema también es que no quieres decirme nada? - No, mujer, es la intención de buscar un manantial que se renueve, que no se estanque, creo que en cada alma nómada amada, se esconde un profesor en busca de volver a ser alumno y mirar al compañero con ojos como platos. - No me has contestado... además en ese caso podrían aprender a amar de aquellos por quienes son amados... - Sé que no lo he hecho... ni siquiera el triángulo isósceles les complace, a esas almas les toca sostener desde la base, toda la carga de los otros dos lados, sujetar como Atlas las longitudes y la estructura del "todo" de la relación con la propia medida media de corto rendimiento. Se resisten a probar a otra posición que 74 no sea la que conocen, la del epicentro y así no se aprende a amar Nin... - ¿Y en qué te basas para decir eso? ¿Dónde está la llave en el texto con la que abres esa puerta? - ¿La clave? Yo la encuentro en esa terrorífica pregunta revelación: "¿Álguien me dijo quédate?". Me parece demoledora. No se trata de apoyar la cabeza en un seno en un momento de debilidad, la debilidad confesada se convierte en una mayor fortaleza. Si tuviera que elegir una frase de todas me quedaría con ella. Algo aquí dentro resuena al escucharla. - La continúa con "¿Álguien hizo algo más que repetirme eso de "sé feliz"?... ese sé feliz suena a equívoco, a vete que aunque me duela, aquí estaré a tu vuelta... justamente lo contrario de lo que pretende. - Más todavía, quiero decidir, si quedarme o irme da igual, en realidad quiero ser quién decida quedarse, y no encuentro razones para hacerlo. No me dejes partir. Crúzate en la puerta, saca la chistera y descúbreme... - Das una versión injusta para con ellos. Se aman, quieren hacerse felices, necesitan que el otro se sienta satisfecho - Pienso que cuando el pulso del sé feliz lo echan los amados o bien necesitan cortar los hilos o los tienen atados de tal manera, que la otra persona ya no puede prescindir de amarle. Es como un adorno en el pelo, un farol que uno puede echar cuando percibe que la otra persona ya depende de ti, que te necesita para respirar. En clave de quién ama, en ocasiones tiene el lastimero tinte del ve y compara pero vuelve a mí, en otras subyace el miedo al si encuentras algo mejor, el síndrome del corderito. No me gusta Nin, no me gusta. - Entonces, según tú ¿el quiero hacerte feliz es letal? Tan egocéntrico como el quiero ayudarte, la felicidad y la ayuda suelen venir calibradas a la medida del dador, del ayudador, a lo grande - ¿Quién se permite decir necesito ayudarte para sentirme bien conmigo mismo y como no sé si quieres que lo haga, te pido permiso para hacerlo. - Argí, ¿Qué es para ti la felicidad? ¿Qué es para ti la ayuda? - ¿Ayuda? Compañía calibrando distancias. Cuando una está jodida lo último que quiere es tener que ocuparse de hacer sentir útil al ayudador o la ayudadora de turno. Hay veces en las que dan ganas de decir: anda ayúdate tú un rato, ocúpate de tu propia felicidad, por Dios, no más cargas ni tareas. - Pero no lo dices... - Creo firmemente que algo que odian los amados, los trashumantes, es hacer sufrir a quienes quieren, creo que es un reflejo de evitar su propio sufrimiento. Se culpan por saberse fingidores, poderosos, maquinadores. Aunque se alejen constantemente, no suelen ser ellos quienes se van, optan por arreglárselas para que les dejen. Es todo más fácil, más sencillo para con uno mismo de esta manera, así es más fácil acomodar el perdón. - Y ¿ cómo llegas a todo eso? - Preguntando se llega a Roma, ¿Qué me pasa? ¿Qué me está ocurriendo?. Todo está en orden, no tengo motivos que justifiquen mi necesidad de ir, tengo todo lo esperable todo lo querible y lo tengo en la calculada dosis justa. Algo en todo esto no encaja, hay algo dentro que repudia ese orden, que no se acomoda, probablemente la conciencia de saber que puedo morir y no he amado- amado, odio 75 el ¡ya está!. Como la primera vez que tienes relaciones, siento la decepción del: ¿era era nada más?. - ¿Y la felicidad entonces? - Tengo la sensación de que la infelicidad nos rodea como una nube de anhídrido carbónico. Hacemos una lista interna de condiciones de felicidad en la que apuntamos salud, dinero, amor... - ... una casa chuli, la familia bien, gracias, un coche bueno, una pareja amable, hijos sanos, buen sexo. - Una no se entera, y un día se despierta para sentirse corcho y nada, un día una mira y se ve una más entre miles que arrastran sus pies grises, me temo que sobre el cemento no dejan huella. Racionaliza: todo está bien, siente demasiado tarde, ya me he montado en la rueda. - Quieres decir que de algún modo se las arregla para desestabilizar lo aparentemente estable, para que aunque pierda la vida en ello, se sienta viva, que haya algún riesgo y diferencia. - Como el fumador que escucha hablar de cáncer e ilógicamente se ve impulsado a encender un rebelde cigarro, no quiero seguir hablando, de nuevo la sensación de estar metiendo el tocho, me supera... Argiloa apoya su cabeza sobre un brazo extendido del sofá, cierra los ojos, vértigo por dentro, la pregunta nunca llega a verbalizarse pero existe: "¿qué me está ocurriendo?"... X MEDIACTRIZ Suena el teléfono, ese que é mobile, cual piuma al vento, ¿o se escribe móvil?, nunca sabe a ciencia cierta a santo de qué el nombrecito cuando precisamente él, es el único no se mueve. Es ella la que, como sirvienta a la llamada del señorito, inicia una expedición de busca y captura. ¿El protocolo de cada llamada?: suena, se levanta y empieza a dar vueltas -¿ande oño lo habré puesto?- revisión de mil bolsillos dentro y fuera del bolso, cartera, perfume, compresa, sigue sonando, bolígrafos, libreta, caramelo, pañuelo de papel, para esas alturas, pintalabios, ya se desmelena e inicia una conversación tú a túuuuu, con el bicho: ¡ya va!, ¡ya vaaaaa!, agenda, llaves, dos tornillos, ¿dónde te he metido bonito? La musiquita dale que te pego hasta perforar el tímpano de los nervios, y se va poniendo en lo peor -¿habrá muerto el canario de la tía Concepción y me pegaré la mañana de tantatorio y la tarde de entierro?- ¡ahahá!, ¡ya suenas más cerca!, -¿será el fin del mundo y me pillará con estos pelos?-, ¡aquí estás!; y se abalanza encima con un jubiloso: ¡ya te tengo!, desbloquea, aprieta el botoncito verde juuuusto en el segundo en el que ha cambiado de opinión, ya no le interesa sonar, se ha aburrido. Entonces lo deja de nuevo a buen recaudo para volver a los dos minutos posteriores al más de lo mismo. Se acabó, de ahora en adelante le cambiaré de nombre, pienso tratarle distinto, decir algo así como ¡oh!, vibra el celular... a ver 76 si con una aproximación nominal más sensual se conmueve, y aguanta algo más... marca rellamada - ¿Si? - Soy Argiloa, buenos días Nin, comunícote que si el tiempo no me derrite con la regla y a buen compás me aproximo a tu casa. El ascensor funciona, tiene en cuenta que sus ovarios hoy no están para muchos trotes, opta por hacer uso de su cortesía aunque sólo respira tranquila cuando abre las compuertas de su buche. Dicen que la mediana de un triángulo es una recta que une cada vértice con el punto medio del lado opuesto, para ella, y hasta ese momento la mediana había sido la raya hipnótica que divide una carretera. No puede evitar pensar que se siente tan partida e intermitente como ella. Busca en la casa su baricentro, se abre la puerta y en medio del bochorno respira un ligero olor a flores limpias, las persianas con sus párpados bajos, penumbra y fresco, la música suave invita a entrar... con los ojos se dicen: ¡me alegro tanto de que existas para mí!. - Hola Argi, ¿cómo estás? - ¿Bien?... ¿o te lo cuento? parece mentira que una frase tan corta y manoseada pueda significar todavía algo, ¿cuánto hace que no la escucho así?, no suena a cumplido, joé, ¡si suena a verdad!, - Ya te dare la receta, je. - No me hagas caso... Bien Nin. Ahora estoy bien. - Buff, ¡madre del señor hermoso!, ¡pues díselo a tu cara!, vamos, ponte cómoda. Deja caer el fardo de su bolso en el suelo, suena como ella, como cargado de piedras. Podría sentirse semi-desnatada o incluso desnatada ...¿pero con ella? bífidus, fibra, y entera... nada de amputar, ni pintar la pantera de rosa porque no es políticamente correcta. - ¿Quieres pegarte una ducha? ¡Este bochorno es tan pegajoso que parece chicle de alquitrán! - Acabo de ducharme, pero la verdad, pasar los óvulos por agua no me vendría nada mal... - Toalla.., camiseta.., tienes unos calcetines blancos de hilo ahí en el cajón, si necesitas algo dime ¿ok? - Gracias Nin, eres un ángel... Se cierra la puerta entre las dos, una fina capa de madera con una manilla hace de biombo que diferencia estancias para sus cuerpos. Argiloa, se desnuda para ella. Despacito, con intención, se descalza imaquinando que existe un agujero en algún lugar de la puerta, que sus ojos devoran imágenes detrás de cada guión de luz de la persiana. Desliza un tirante del vestido, después el otro, sin prisa. Tomándose en serio el tiempo que dedica. Desabrocha el sostén y sus pechos sudados, bajo sus párpados, se tiemblan como gelatina. Las dos lunas llenas orgullosas con sus guindas crujientes de antaño, han dado paso con el tiempo a una relajación en su expresión, a una caída más humana, más terrena. Se rinde el vestido a sus pies. Inclina el dorso al recogerlo y, por coquetería y pudor, entra al baño con la braguita... puesta... Bajo la cortina de generosa agua fresca, en el baño de su dormitorio, su hervir interno se deshace como mantequilla. Con un gesto de a la porra la pelu77 quería de ayer, se deja llevar por las manos del placer de lloverse de pies a cabeza; malvadamente recrea una cantinela archí conocida: Argiloa por favor, que te alisen esos rizos, ¿no irás a presentarte así?, Arguiloa ese pinchito que luego lo pagas, Argiloa no jures, no fumes que te huele el aliento, menos tacones que parezco más bajo, ¿no te pones el reloj de oro que te regalé?, anda mujer no hagas el vacío a los Sanchez de Pelargón... Ni siquiera está harta; esa fase hace tiempo que ya la superó. Creía estar cómodamente instaurada en la indiferencia y el si no te gusta no mires. Se está dando cuenta de que algo ha cambiado en estos días, ya no es lo que era. Levanta el dedo corazón y se lo dedica, en su entera extensión, a él: ¡eau-d´etè ,chato, jo-de-té! - Argui, ¿estás bien? Su voz desde el otro lado de la puerta le hace dar un respingo, como pillada en pensamiento y obra in fragancia, in fraganti, con las manos en la masa. - Divina de la muerte, Nin, ahora acabo... Sale de la ducha, se seca con la toalla a golpecitos, como enfermera que toca una herida con una gasa, como de lejos. La toalla frota su cabeza con gesto de mira que eres tontorrona, necesario un pequeño exorcismo: ¡fuera bicho!, no pienses, se pasa el peine y sacude su pelo como los perros, surgen en respuesta sus rizos, ellos alborotados contagian, festejan contentos el respiro, - ¡Qué gloria!. Un cigarro, thé con limón helado... un buen libro, una buena conversación, ¡no cambio esto ni por un mes en Cayo Coco! Sonríe de boquilla; ¿sus ojos?... mal que le pese, son harina de otro costal. - ¿Que ocurre Argí? - Tonterías mías, pensaba en por qué se harta la gente, Nin, en como llegamos a ello. - Supongo que tan imperceptiblemente como los pasos que da el azúcar negro, resbalando poquito a poco por la cuesta de la rutina, por el manido desagüe de la desilusión. - Ya... si, eso es lo típico, yo quiero más, quiero entenderlo Nin, me esfuerzo por hacerlo, créeme... ellos por ejemplo... - Estoy segura de que muchos se ven también encorsetados por su condición de macho. No debe ser agradable ser la nómina de tu casa, pim, toma el sobre, pom, toma la camisa planchada, tris, la comida está servida, tras... sábado sexo a todo meter, nunca mejor dicho, ella abajo se deja hacer; él fichando, arriba. La necesidad fisiológica cubierta, la fantasía alimentada cuando nadie les ve masturbándose a hurtadillas. Tiene que ser difícil, triste, pero creo que no se les deja, o bien no encuentran otra salida... - Pero Nin, ¿qué ha ocurrido hasta llegar ahí?, hasta llegarse a ver arrastrando un mapa interno con tres cuartas partes de zonas muertas, catastróficas, estoy segura de que siempre no fue así... ¿por miedo a qué mantenemos situaciones similares?, ¿qué ganamos con ello? - ¿Preguntas por qué? - No, no pregunto por qué de por-quería, ni por-que-ría, los porqués te llevan al pozo del reproche y lo pasado, a otro por qué y a otro sin fin, Nin, me pregunto para qué. - Mira, no es tan dramático, Nurivan y Zoé por ejemplo... él la re-descubre cuando cree que puede perderla, se da cuenta y le pone palabra, se retira para dejar 78 espacio para que ella decida, cuando pierde el miedo a perderla es cuando la reconquista. - Ya..., algo así como ¿aprieta el pan que se te escapa la magra?, ¡ahora que veo que me levantan la paloma es cuando veo lo que importa en mi vida!, ¿es eso Nin?¿ No crees que eso tiene que ver más con la propiedad y posesión que con el amor? - Reaccionas de un modo más que extremo, escocido... - Fíjate en el caso del típico niño que quiere un juguete, lo quiere y da la murga de noche y día. El último, el mejor, el que anuncian en la televisión. Da la tabarra con el juguetito de marras hasta que se lo compran, para que se calle de una santa vez, aunque a él le dicen que porque se ha portado bien. Lo tiene, juega con el un rato, dos, al tercer día tiene otro objetivo en mente y el juguete se aburre solo en un rincón. - ¿Y? - Pues oye, que no se le ocurra a la hermanita, o al amiguito aquel echarle el ojo y mostrar interés por el aparatito, es entonces, ni antes ni después es cuando el niño se agarra a él, lo reivindica, patalea su derecho de propiedad... ¡no me digas que no te suena igual! - Vale, para ti esa perra gorda, pero mira a Ainara y Yeray, también hay parejas que se cuidan, que se regalan noches para el recuerdo en un motel, que reavivan y se encuentran desde otro punto, que son conscientes de que el amor si no se alimenta... - Mira que lo intento... pero... ¿por qué no me lo creo? Me da la terrible sensación de que son intentos de evitar lo inevitable, o de postergarlo... hablan de las fantasías adúlteras que flotan en el aire. Esfuerzos porque no venza la rutina y el aburrimiento. Es como cuando a uno de la pareja le llueven atenciones y regalos sin ton ni son, un síntoma de que la otra persona está atendiendo sus otras necesidades en otro lado.... no sé, demasiado elaborado Nin, parecido al poner en práctica una fantasía, y ... ¿en la ficción? ¡tan excitante!, ¿en la práctica? la mesa es demasiado alta o baja, o se te enfría el culo, o el corchete del body se atasca, o los violines no suenan, o tiras con el codo el jarrón encima del informe que tienes que entregar mañana... - ¡Entonces para ti no existe el amor! Siempre hay una pega, una pesimista vuelta de la tortilla... - Una realista vuelta, y siento que el amor existe Nin, claro que existe, sólo me pregunto si es correcta la posología, el modo de administrarlo... Me pregunto por qué no podemos ser tal cual somos, por qué de alguna manera aceptamos vivir actuando un papel que nos coarta, en una obra que ni siquiera nos gusta. - Y acabamos hartas de hacer de medi-actrices. - Lo que digo es que debería haber una asignatura que fuera algo así como gestión del sentimiento, aprender a dosificar, a administrarlos. Nos bebemos de un ansioso trago al otro, le sacamos chispas y si encaja en nuestro medio le ponemos rápidamente un marco legal de normativa interna y externa... - y... hecha la ley, hecha la trampa. - Pues eso me parece. El mundo cambia en cada micra de segundo, nosotros cambiamos con él queramos o no y si nos guiamos constantemente por normas pasa79 das no es de extrañar que no se mueva nuestro molino. Algo debe cambiar por dentro para concertarse, el hecho de que no avance ya es en sí un retroceso. Es similar a la limpieza de un trastero. Es necesario tirar lo que no sirva, añadir nuevas concepciones que se ajusten a nuestra realidad interior y externa... - Ya que estamos con los triángulos, dicen que las mediatrices de un triángulo son las perpendiculares a los puntos medios de cada lado. ¿Ok? - Si... - Y en cualquier triángulo siempre se cortan en un punto llamado circuncentro. - Ahá.. - Lo que planteas sería algo semejante a estar actualizando el interior al segundo, ser conscientes de ello y buscar un punto medio en ti y el otro para alcanzar un equilibrio relacional directamente proporcional a la suma ... - Jjajajja mientras la suma no sea de catetos a mi lo de sumar me va, y no entiendo de matemáticas, cuando me han pedido que imagine un cubo en el espacio, siempre lo he visto de madera con su asa tan mona, uno de esos rústicos, de ordeñar vacas... lo que sí se es que si uno se busca y logra encontrar una mínima coherencia dentro de sí mismo, si es capaz de hacer y decir lo que siente y piensa, entonces no hay que esforzarse en ser honesto, eso viene solo. El sí es sí y el no, no. Si perdiéramos la parte del miedo a perder cambiarían las reglas Nin, sería todo más sencillo ¿no crees? - Tengo la sensación de que tu medi-actriz está muy medi-atizada por el pasado... lo que planteas es como de libro, demasiado perfecto. - erm... - Argí, volviendo a las relaciones de las que hablábamos antes, me venía a la mente los doce triángulos de la muerte, ¿has oído hablar de ellos?, los que de alguna manera enmarcan los agujeros negros. Tengo la misma sensación respecto a los triángulos amorosos, parecen ser atractivos y uno puede acabar totalmente perdido en ellos. Ayer leía que hay una ciencia novísima, el Paleomagnetismo, que nos puede enseñar algunas cosas. Hay dos hechos sorprendentes, comprobados por esta joven ciencia... primero: los continentes han derivado millares de kilómetros en la superficie del globo... - Bien, hasta ahora me encaja, ¡anda que el género humano no ha derivado, hasta desvariar incluso! te he cortado, sigue, sigue - ...y, segundo, el campo magnético terrestre se ha invertido periódicamente, pasando el polo Norte a ser el polo Sur y viceversa. la Tierra se encuentra en el umbral de un cambio de polaridad. Es decir, que de un magnetismo normal pasaremos a un magnetismo invertido. - Jajajjaaj, interesante..., eso explicaría el por qué tantas personas deciden invertir sus apetencias sexuales, las relativas aceras de enfrente están hasta la bandera... - Cambio de música, ¿ok? - Me parece bien, pon-te... pon-me si te parece... algo más o algo menos... - ¿Alegre y ligerito? 80 XI CADA VUELO... - Escucha esto Nin, en un capítulo de La memoria de los triángulos: ...amada, ideal, única, princesa, reina - Pelín empalague ¿no? - No me refiero al título, escucha: "tienes esa mezcla única que compagina en perfecto equilibrio sensibilidad y rudeza,... delicadeza y fuerza... enigma y franqueza..." - ¡Oñó! Si hubiera añadido sensualidad, inteligencia y modestia....¡se diría que nos ha descrito a nosotras! - ¡Tonta!, ¿no te parece un cocktail estupendo? - Depende de la lectura que hagas de él... lo he leído varias veces, me lleva al por la boca muere el pez, no me preguntes por qué, se me ha unido a los doce triángulos de la muerte... no están sólo en el espacio, si trazas un triángulo a ambos lados de la nariz bajando hacia las comisuras de la boca tienes otro triángulo de la muerte, otro agujero negro, la zona más sensible, o al menos una de las más delicadas del cuerpo. Creo que en este capítulo se toca esa zona... - Explícate... - Si te fijas toca temas troncales, la libertad dentro de la relación. Me ha hecho gracia la forma, ¡lo del pájaro no tiene desperdicio! - Ya está, ya se pone cáustica. - Que no mujer... - Estoy de acuerdo en algo, los amados pueden permitirse partir, los que aman lo sufren, ¿recuerdas?. Quién tiene el poder en la relación suele ser quién reivindica ese espacio de libertad. Y que conste que me parece genial, que si me agobio en un ascensor imagínate tú en una relación de pata quebrada y en casa... - Yo pienso como él y la entiendo a ella. - Pues a mi la actitud de Yeray me parece vampiresca. Ese querer estar repicando y en la procesión no me encaja, en mi corto entender nada por la superficie y sin mojarse. Demasiado control y estrategia para mi gusto, léele Nin: "cada vuelo tiene un objetivo preciso: traer los alimentos." - Para mi eso es nutrirse, aportar a la relación aires nuevos, nuevos sentimientos que compartir... - Muy bonito, ¡sí señora!, hasta ahí bien, y basándome en su metáfora , observa... ¿de qué pájaro se trata?, ¿de un pájaro loco, de cristal, de barro o de fuego?, ¿pájaro de mercurio de ónice, pájaro carpintero?, ¿de dónde trae los alimentos?; para mi es el cuclillo que anida en el nido de otro. Él tiene claras y asentadas su base en la nave nodriza, en Ainara... y, contando con ello, el pájaro vuela a otras latitudes y se trae consigo otras mieles que alimentan su relación; lo siento por la dureza, pero eso es de parásito emocional, de chupóptero, no lo uno con amar... Nin, él no se moja... controla estratégicamente los comportamientos, la conoce, sabe de sus miedos y sólo tiene que manipular un poquito aquí, apretar la tuerquita allá.. - Los pájaros respiran más rápidamente, su corazón late más deprisa, su tempe81 ratura es más alta que la de los demás animales, Argiloa, puede ser que algo interno le impulse a ello, por naturaleza, el mismo menciona la palabra antinatural... - Los pájaros, no lo olvides, obtienen alimento a través del pico. ¡Él miente!. Acomoda su necesidad de aires nuevos con esa excusa y lo hace con una labia apabullante que deja a Ainara atada de pies y manos, Nin. Él es el cuclillo, el murciélago. ¿Ella?, digamos que ella es una flor... No lo olvides, los que se van no son los que sufren la enfermedad del echar de menos, ellos simplemente echan un órdago y echan... entre otras cosas...de más. - Digamos que crees que en esta peli el es el malo, ¿ella la buena?. Esa clasificación de peli de indios y vaqueros, de buenos y malos no va contigo Argüí, - Me intriga la co-evolución de esta historia, la interacción entre dos especies diferentes, pájaro-flor. Los pájaros y las mariposas pueden ser los estampados de flores en el cielo. Unimos a ellos connotaciones de vida, sentimientos positivos, yo sólo señalo que hay flores venenosas y pájaros de rapiña y mal agüero...La actuación de cada parte afecta al desarrollo de las características de la otra durante el curso de su evolución. A veces, y creo que este es un buen caso, resulta en una total dependencia de la planta hacia su polinizador. Da lo mismo si alguien se vende a cambio de una nómina económica o afectivo-emocional. La venta de uno mismo ya está hecha. La connivencia de Ainara la hace más que cómplice, partícipe en activo de la situación, si fuéramos a buscar culpables, tan culpable o más que él. Ella a la chita callando y por mucho que parezca quejarse, lo hace de boquilla, permite su vuelo. - ¿Como cuando nos proponen relaciones y damos un no con la boca y un sí con los ojos? - Exacto, ella es la nave nodriza, tiene asegurada su posición matriarcal siempre y cuando no rompa las normas internas. Necesita el vuelo de Yeray tanto o más que él. Le ve despegar, volar alto y sabe que se lanzará en picado, que una vez conseguida la dulce recompensa, libará de ella todo lo necesario, después girará y volverá a aterrizar, traerá los zumos de culpa, néctar de nuevas palabras, el polen de nuevos aprendizajes, la recompensa será compartida por los dos. De alguna manera disfrutará de lo que realmente le gustaría hacer a ella, pero... no todos los pájaros pueden volar, y escucha a Ainara sin el velo del pobrecita sobre los ojos, escucha la malignidad que se esconde detrás, él ha nacido para "matar suavecito", ella lo supo siempre y creo que hasta por eso le eligió... creo que hay una estrategia masculina explícita y otra femenina mucho, mucho más letal... - Es como si ella no se pudiera permitir volar y lo estuviera deseando. Como si en su selección del macho con quién aparearse hubiera buscado intencional o inconscientemente la mezcla de ingredientes que le convierten, amada, ideal, única, princesa, en abeja reina en el panal. Él hace el trabajo sucio. Ella tiene un abastecedor. ¡Jodér!, de todos modos tal y como lo pones... la combinación de las dos actitudes, ¡es un peligro! - Hablamos de triángulos Nin, y la muerte, los agujeros negros y los triángulos de nuevo tan relacionados. El peligro es un arma de doble filo, la supuesta víctima de los vampiros, el tercer lado del triángulo ese lado tiene en sus manos una parte importante de la clave... 82 - Claro, sobre todo del grado de conciencia de ser triángulo que cada uno de ellos tengan. De la actitud que tomen unos respecto los otros en trío, tomados de uno en uno y en dos, del grado de conciencia de la interacción, de cómo gestionan su poder, no sé a ti, pero a mí esto cada vez me fascina más ... Permanecen en silencio. La palabra consciencia abre una grieta de vértigo bajo sus pies. Argiloa la mira y se da cuenta de que prácticamente es ella quién habla. Nínfula sigue su vuelo como de lejos, alentando y sin mojarse en exceso, retro-alimentando su diálogo para que continúe dando datos, recuerda que por la boca muere el pez. Se da cuenta de toda la información de sí misma que va dejando tras de sí, miguitas de pan que señalan el retrato en negativo de la historia que calla. Sabe tanto como tan poco de ella... por primera vez en mucho tiempo se siente incómoda en compañía... y, para su alivio, no siente necesidad de huir. XII ARAÑANDO EL POZO - Disculpa, voy al baño... Nínfula se aleja de la mesita sobre la que descansa esa taza de porcelana de infinita delicadeza en la que he tomado un thé de hierbabuena. Entra en el cuarto de baño y enciende un cigarrillo mientras se mira al espejo. Aún quedan retazos de aroma a Argiloa, agazapados en las juntas de los azulejos. Sus ojos tropiezan con la bañera, instintivamente su imaginación vuela y en sus pupilas se refleja una imagen de mujer desnuda, enjabonándose los hombros, los pechos, el pubis, las caderas; cómo el agua de la ducha mata la espuma y arrastra hasta el sumidero unos pocos vellos púbicos que, en ese instante, se le antojan círculos de deseo. Los pensamientos se suceden como si los estuviese dictando o escribiendo en su computadora, en un desordenado orden que le estremece... "Debo de estar en baja forma. Argiloa me gusta, pero no quiero depender de su aire fresco. Para escribir lo que preciso de verdad es algo más rancio, el reposar de las ideas. No quiero seguir discutiendo esta novela, en algún punto se romperá, cuando ella me hable de sus amores y los compare; cuando dejemos de mantenernos neutras y las ideas plasmen los deseos. Sin embargo es hermoso estar así, placentero como un masaje con aceite de canela mientras se bebe hidromiel. Un día tendremos que hablar de la reencarnación. Necesito colocar en algún lugar de esta relación, en algún recodo de nuestras vidas paralelas alrededor de ese eje que nos une, los almohadones y las sedas, los velos de muselina, las ajorcas, los dedos de los pies con anillos y las manos limpias de joyas para que la piel no tropiece en la caricia. El título de esta novela que leemos, y que quizás estemos reescribiendo con nuestras conversaciones, no lo hemos discutido y, sin 83 embargo, para mi es de lo más significativo. Un triángulo, llevo pensándolo desde que iniciamos este análisis tan alejado de la crítica literaria, no tiene que ser forzosamente una relación de a tres, ni un compás de tres por cuatro. Un triángulo puede ser solitario, introvertido, expuesto, delicado como una flor, coriáceo como un escudo de galápago. Sólo existe un triángulo que nos centra, que nos llama, que nos provoca y ata. Todos, los personajes de la novela, Argi y yo misma , lucimos nuestro triángulo intransferible, rasurado o decorado más o menos frondosamente, nuestro pubis. Y no importa el sexo que cobije, ni las veces que haya sido usado, ni siquiera las costuras, ni la memoria de tanto sexo aceptado, amado, rechazado, soñado. El pubis nos marca, aunque últimamente tan sólo los futbolistas tengan un pubis decoroso que puede dañarse y deba ser operado con gran profusión de informaciones sobre el asunto, muy espinoso por otra parte, porque desde que el pubis se le estropea a los futbolistas parece, una de dos, que ellos se feminizan o que el pubis ya no es un tema femenino, salvo precedido de la palabra vello. El indecoroso, es decir, el mío, se ha erizado pensando en ese voyeur de gimnasio, que precisa mirar por un agujero pétreo una entrepierna lejana, quizás húmeda, y sobre todo imposible de poseer, o al menos literalmente inalcanzable, para tener una erección respetable que anime a una masturbación de urgencia, ¿será también colectiva?, o el salir con rapidez para llegar al conducto húmedo interno y privado de la mujer con la que se tiene el contrato conyugal, y ya allí frente a ese pozo oscuro, arañar las arenas del deseo y gozar en el lugar común e indeseado, de la glotonería visual, del deleite carnal con el sentido que más datos nos da y que usamos con tan poco arte: la vista.. Me gustaría acudir a ese gimnasio, a menos un día, y mirar por uno de esos agujeros y contemplar esa otra pupila dilatada, sorprendida y a la vez humillada por no poder ver más que la mía inquisitiva, curiosa, burlona Quizás sea eso. Todos tomándose en serio el sexo cuando es un maldito juego. A mi me interesa el sexo cerebral, las ideas que me llevarán a amar como una adolescente. Creo que propondré a Argiloa ir juntas al gimnasio, yo preciso un buen masaje, y después junto a ella, agarradas de la mano, mirar por esos agujeros y quizás masturbarnos para que esas pupilas vean contraer las nuestras por los espasmos del placer y quizás nos oigan gemir y se vean hermafroditas en un solo espejo. Y después volver ambas corriendo a las duchas y lavarnos juntas como chiquillas chapoteando en la bañera. Es curioso como me ha excitado la imaginación esa idea de observar a los observadores. Quizás sea, siempre quizás, sea un deseo insatisfecho de comparar tiempos, dilatación, y otros factores. Con 84 ojo clínico, analítico, ajeno y ausente al placer que se provoca, que se recibe. De todas formas, como desbarre mental no ha estado mal, espero. Al menos encontré algo más que nos iguala al varón: el pubis. Y ese triángulo es el centro del universo. Enmarca los sexos, es reclamo de fertilidad, de deseo, de ofrenda, es justo el asiento del regazo. ¡Ufff!, quisiera ordenar estos pensamientos que se me escapan, encontrar el método para dominar la química, la física, la anatomía del pubis-triángulo que lleva en si un sexo y reclama otros. Dos masculinos y uno femenino, dos femeninos y uno masculino, ambos triángulos montados lateralmente con un tercero y así hundirnos en la memoria de los tiempos, en las pirámides, y terminar como sacerdotisa de Isis reclamando la vagina mientras agito el falo como un bastón de mando, como un sistro, como un pene vivo " Han pasado quince minutos o, quizás, menos. Nínfula sale de su trance místico con los ojos fijos en la toalla, algo en ella necesita rozarla, saber a que huele, sentir su textura para saber qué piensa de la piel de Argiloa o si se ha humedecido al rozar su sexo. Sacude su cabeza, tratando de despejar su mente, tira de la cadena y abre el grifo buscando, como Pilatos, que al lavarse las manos sus pensamientos queden tan blancos como la nieve. - ¡No!, no caeré en oler la toalla húmeda, no me gusta el olor del algodón mojado, sólo el que tiene cuando el sol ha intentado dorarlo. Regresa al salón, al sofá, a Argiloa, a la mesita sobre la que descansa esa taza de porcelana en la que ha tomado un té de hierbabuena.... XIII ESTA NOCHE NO ME ESPERES La tarde les cae encima en un abrir y cerrar de ojos, lectura a dos, en momentos comentada, en momentos interrumpida, sopensada a dúo, cada una en-sí-mimada, cigarro en el balcón, mirada hacia arriba, el turquesa rabioso, vestido de plomo promete tormenta... - Me gustaría chascar los dedos y estar ya en mi casa, da pereza sólo pensar en vestirme..., hala, de vuelta a dar la orden, cargar con el saco al hombro, vuelta al horno de la calle... - No lo pienses más, Argi y, quédate... - No sé... - Espera, que te lea algo que he subrayado: " Decidir es la exigencia" - Sí, y continúa: "... aunque la decisión gangrene el alma" - Decide, mujer... Los elementos se alían a su favor. El cielo ya no aguanta más. Cargado, repentino, revienta y, en tromba, rompe a llorar. El ozono de respiro y fresco aporta el alivio para hablar de la decisión. - Lo primero a decidir es desde dónde y para qué decido... Los momentos previos 85 a la decisión son los verdaderamente decisivos, una vez tomada, ya está, ya se empiezan a desencadenar los cambios, la secuencia esta activada... - ¡Socorro!, ¡que ataca la niña er entresijo! - No te rías Nin, me explico. Es importante para mí... mira, decidir desde la cabeza por ejemplo, es relativamente sencillo, para eso tengo un millón de normas y reglas a aplicar. Tengo que hacerlo. Yo controlo. Me evito el riesgo, voy sobre seguro. Punto. - ¿Y...? - Decido desde mi gana, ¿vale?, para ello imprescindible el aparcar la cabeza..., agarro el momento, el deseo, cuando el disfrute llega a su fin la mente cabalga y calibra de inmediato el precio posterior a pagar. Llega entonces de nuevo el miedo a desestabilizar el entorno, el miedo a perder, a las con-secuencias que vienen tras la decisión... - Vaya, cambias un problema por otro, además en tu caso me parece que te es imposible aparcar, lo que se dice aparcar la cabeza... - Tienes razón en eso, pero... ¿no te parece que la vida es eso? Nin, un sopesar, un elegir entre varias posibilidades. Si estoy sola, tengo un problema: la soledad. El estar sola conlleva en sí gozo y sufrimiento. Por muy feliz que una esté con la libertad que proporciona la soledad, por muy reconciliada con ella y todo eso, no se deja de sufrir los clavos de su parte dura... -Si estás acompañada tienes el problema de la compañía. - ¡Claro! Si estoy acompañada, entra el disfrute, y el sufrimiento de los planes a dúo, compañía y complacer, el es-fuerzo de acompasar ritmos, deseos, fantasías, realidades. Nuestras acciones, todas, tienen sus consecuencias dentro y fuera de nosotros. Lo que dejamos, lo que tomamos, todo nos lleva a una nueva situación, todo cambia y nos transformamos con ello al segundo. Por hacer, por dejar que hagan otros, poco importa si por decir, si por callar, en nuestra elección de actitud siempre hay una parte de responsabilidad en la decisión en la que por activa o pasiva nos mojamos. Constantemente tengo la sensación de que delante de mí se abren caminos. Sendas, muchas de ellas promesa, están conectadas directamente con quienes somos en ese momento. Senderos a los que, en otro momento de la vida una no presta atención, que pasan inadvertidos frente a las narices de uno, y que de repente adquieren una dimensión diferente, como si les hubiera llegado su tiempo. Como si uno hubiera llegado a ese punto y todo lo anterior tuviera sentido en ese instante. - ¿Entonces...? - Elijo quedarme. Me quedo. - Prepararé algo para picar en la cocina... Ya esta, ya lo ha hecho y a lo hecho pechos. Coge el aparato celular-vibrante, antes llamado móbil, marca su numero y espera que salte el contestador: "No me esperes esta noche, no sé si llegaré tarde o no llegaré, me ha pillado la tormenta en la ciudad. Nos vemos". Cuelga, no hay ni "buenas noches, cariño" ni siquiera el protocolario beso. La lluvia parece haber remitido, el asfalto empieza a secarse. Las luces parpadean destellos. No sonríe y se echa en falta tanto a sí misma como el protagonista de la novela, tanto, que duele... 86 - ¿Te echo una mano? - ¡Vaya oferta!. Jejeje la mano la acepto, el ojo no hace falta que lo eches a la sopa, a ver, si te parece... limpias ensalada o pones la mesa... - Jajajaja, ¡más decisiones!, nos pegamos la vida decidiendo, Nin, constantemente, en las decisiones nos apostamos, en ellas nos reflejamos, ratificamos, nos probamos a nosotros mismos. El cómo las tomamos, condiciona en cadena los acontecimientos posteriores, decidimos a la baja en los apuros, jugamos con la carta del tiempo a nuestro favor, sembramos nuestro propio des-tino, nuestro paquete de gozo y descontento. Merece más la pena en cuanto más inclinada esté la balanza hacia lo positivo. Thé o café... blanco o negro... vienes o te vas... subes o bajas... - En ese sentido que señalas yo admiro a los gallegos... - Yo tenía la creencia de que en la vida uno debe decantarse, uno debe definirse, lo unía a conceptos ser claro, honesto, directo... Últimamente algo me ha cambiado, pero hablabas de los gallegos... - Sí, de su habilidad de no posicionar sus pasos en ningún lugar determinado, es la famosa imagen del estar parados con un pie en un peldaño en el tramo medio de una escalera. - Ya no uno directamente decantarse con honestidad, creo incluso que es más honesto posicionarse en el sol y sombra del cuestionarse. No hay en mí tantas certezas, todo depende de cómo se lea. Antes pensaba que mojarse era necesario, hoy me pregunto qué parte de lo que considero necesario me es imprescindible... - Mira que te complicas la existencia... a este paso me dirás que depende de si has dormido bien la siesta, de si te sentó bien la cena de ayer, de si el sol ha salido por Antequera... - Jajaaja, ¡pues efectstiviwonder!, quiero para mí la galleg-habilidad de hacer diferentes lecturas de los mismos hechos, de definirme en la línea que suma el sí y el no. Si te fijas, ellos tienen un lenguaje que comparten, ellos se entienden entre ellos y saben lo mucho que a todos los demás nos descolocan brutalmente, saben apreciar y leer los detalles en su código, apuesto a que ellos saben quién sube y quién baja, que perciben entre ellos el más allá; somos los de fuera, los "demás", los que interpretamos su postura desde el desconcierto y el desasosiego que da el no entender, no controlar, necesitamos saber dónde está el otro para posicionarnos en la trinchera, para saber hacia dónde colocar el punto de mira... - Tantas lecturas como lectores, ¿te imaginas por un momento qué pensarían y entenderían diferentes personas si nos leyeran a nosotras? - ¡Ja!, calla, calla, por favor, ¡socorro!; ahora en serio, ¡sería muy interesante!, me encantaría conocer la retroalimentación de sus espejos..., probablemente nos sorprendería en muchas ocasiones. Dicen que somos como somos y como nos ven, la suma de las dos cosas. - De todos modos no olvides algo... en las opiniones del mundo dejamos ver nuestra subjetiva visión personal, seguro que en esas opiniones se trasluciría la historia personal de cada uno, las filias con las que ratificarse, las fobias que señalan lo que les cuesta integrar y aceptar dentro. Muchas veces dudo si somos capaces de abstraernos del lastre de nuestra historia personal para ver-ver lo que 87 tenemos delante. Cuantas veces alguien nos cuenta algo y mientras lo oímos, no llevamos por dentro a aquel día que me pasó algo similar, a cómo me sentí yo, reproducimos el diálogo y la situación, la revivimos... ¿cuantas veces acabamos hablando de nosotros y dejando a la otra persona con la cara de lerda sentada en un mojón de la carretera kilómetros detrás...? - Muchas. En nuestro caso estoy casi segura de que verían por ejemplo un par de amargadas cuarentonas huyendo del pasado, refugiándose la una en la otra para restregar clítoris y penas. - Jajajaja ¡eso!, dos mujeres quemadas que deciden pasarse a lesbianas desde su rencor hacia los hombres. - A mi me gustan las mujeres Argi, recuerda mi escrito... - A mi no me gustan las mujeres Nin, me gustas tú, jajajaja. Mi rencor no está dirigido al hombre ni a la mujer en general, en todo caso y como mucho a ciertas personas concretas. En todas las historias que he vivido reconozco mi responsabilidad. Yo estaba allí, Yo formé parte de ello al cincuenta por ciento. - No te sientes víctima sino co-partícipe y protagonista de lo que te ha sucedido... - ¡Exacto-correcto! En su día decidí soportar determinadas situaciones y romperlas cuando dejaron de aportarme lo que buscaba en ellas. No me vale el pobre de mí, ni echar la mierda al tejado ajeno. El quid de la cuestión está en ver hasta qué punto somos capaces de derivar e integrar nuestra historia personal. No está tanto en lo que ocurre sino, como en el papelito arrugado de la novela, en la lectura que hacemos de ello... - Me quedé en esa parte... para mí se entrecruzan diferentes factores, fíjate en cómo va la secuencia, pide un café y es regalado con una sonrisa seductora, enmarcada en unos labios increíbles que le llaman, en ese momento habla de no poder abstraerse y sin embargo de inmediato decide responder por el camino del bloc. La sonrisa es aprovechada para dirigir su interés al objetivo de escribir algo para otra, esa su ella. - Lo hipotéticamente más justo, lo directo y honesto sería en ese momento escribirle a la persona que ha inspirado el hecho. Dejar con otra sonrisa en sus manos el papel después de tomar el café... me pregunto qué hubiera pasado después... - ¡No lo hace!. Hay ya una elección entre la sonrisa y el bloc. Abraza el sentimiento y lo desvía, lo aplica hacia donde él tiene puesto el corazón. Hay y una eliminación en su actitud. - Pásame esa fuente, ¿no te parece que es retorcer mucho la cosa? - Toma..., los cubiertos están el cajón del medio, ¿No te parece delicioso el retorcimiento? Cae la noche con el sabor especial del lujo de cotidiana normalidad. Una mesita baja como la luz, dos cojines, el fresco crujir de la ensalada, balcón semiabierto. Dos mujeres disfrutan de la erótica del mutuo interés y el contacto. Callan lo que eligen callar, hablan lo que deciden hablar. Se escuchan más allá de la palabra. Sobre el mantel, el vino se acuna en dos copas, por dentro las cartas barajadas, unas boca arriba, otras a la espera... 88 XIV COMO PREFIERAS... - Ni contigo ni sin ti. Ni concibo aquí sin allí.. ni te consigo sin. .ni allí ni aquí... ¿has leído Nin? - "El contigo ni sin mí" es bi-direccional, dicho a ambas partes, desde diferentes posturas, buscando objetivos distintos. - Aristóteles decía que el principio más firme de todos es aquel del cual es imposible engañarse. Decía también que todo agente obra por un fin. El fin de Yeray es desconocido para mí, está tejiendo una red que me intriga, Desconfío de la bondad. No puedo dejar de hacer una lectura de su en el sentido del poseo pero no soy poseído. Hay algo maquiavélico en su tono, no sé..., ¿recuerdas la frase de El Príncipe: "Los seres humanos se vengan de las pequeñas ofensas, pero no de las grandes, por ello el agravio que se les haga debe ser de los que no permitan tomar venganza"? - ¡La madre que parió a peneke, voy buena como ahora te de por meterle mano a la filosofía...! - Escuuuucha, tengo la sensación de que está manejando los hilos desde la cúspide, pero... así a bote pronto... ¿dónde se coloca habitualmente a la cúspide?. - Encima, Argiloa, encima... - Creo que él controla desde la cúspide del triangulo, no en vertical como se espera sino desde el triángulo inverso. - Desde la raíz... desde la parte sumergida del iceberg... desde el poder oculto de manejar los hilos, elevándolas a ambas a la hipotética cúspide, haciéndolas sentir reinas, princesas, amadas, únicas... ¿eso dices? - Es como si en su actitud estuviera una de las máximas de Maquiavelo; ¿cómo era?, si algo así como "La patria siempre tiene que ser defendida, sea con ignominia, sea con gloria, porque de cualquier modo la defensa es indispensable". El está defendiendo su patria, en ambos triángulos. - Su patria, su concepto del amor, ¿pero no me digas que ahora son dos, no era uno? - Veamos Nin, lo habitual es ver en un triángulo amoroso a tres personas, tres bandas ¿es así? - Si... - Pongamos que tenemos una persona que se relaciona en paralelo con otras dos. Tres elementos Ainara, Yeray y Zoé, ¿Vale? - Si... - No veo un triángulo, veo dos. Dos distintos y diferenciados, con sus características propias determinadas. Uno: Ainara y Yeray con respecto a Zoé que, por desconocer Ainara su existencia, es la persona que no está; el segundo: Zoé y Yeray con respecto a la persona que falta, es decir con Ainara... - Pues para no ser menos yo echaré mano de la psicología... ¿No te suena algo a Gestalt?, a esas imágenes que si las miras desde el fondo obtienes la silueta de un par de rostros y si las remiras desde la forma tienes la imagen de un ánfora? - ¡Me viene genial el ejemplo!, ¡eso es lo que quería decir!, todo depende de la lectura que se vaya haciendo, lo importante no es quedarse ni con una ni con otra sino con el juego visual que produce el ejercicio entero con ambas. El darse cuen89 ta de que sin el fondo y la forma unidos, el ejercicio no tiene sentido. Uno se queda a menos de medio camino. Tengo la sensación de que Yeray lo sabe. Que busca ese algo más. Que en su relación con cada una de las dos reivindica lo mismo desde diferentes lecturas, haciendo hincapié en diferentes aspectos. Potenciando de sí mismo aspectos diferentes en relación a cada una de ellas. A Ainara le refuerza su seguridad ante su miedo a quedarse sin él, es a ella a quién le asegura continuidad del fondo, en la interacción con Ainara, Yeray busca el contigo incluyendo a quién falta, no puede prescindir de ello. - En el caso de Zoé... - ¿Zoé? - ¿Crees que Yeray es el amante de Zoé? - Si, y estoy abierta a sorprenderme si así no fuera... sería una faena adorable que me desmontaría toda la hipermegateoría que te expongo. Creo que cuando habla con Zoé, alimenta en ella la forma para conseguir el mismo fondo; ella misma le dice "me haces sentir amante", creo que eso es lo que él busca, lo que quiere potenciar en ella... - Se me explique, madre... - Quiero decir que esa es su estrategia, busca la Amante con mayúsculas. Yeray no busca huir de Ainara, ni cambiarla por otra, la quiere profundamente, tiene asentadas sus raíces y su sistema de fondo con ella funciona, eso no le aporta dificultad alguna, no más que la que supone garantizarle a Ainara continuidad y fidelidad dentro del triángulo que forma con ella. No es cambiar de pareja lo que persigue, no, no lo creo. - Respecto a Zoé, entonces no es el vivir a la vista de todos y a su lado en abierto lo que Yeray necesita, ella se desvía según tú del guión cuando pide relación en abierto, entonces él la está aleccionando entre caricia y caricia... - Eso creo, de ella espera la profesionalidad de la amante al cien por cien. Busca lo oculto, el guiño, el morbo del código secreto del sólo nosotros sabemos; busca acariciar la espera que anticipa el encuentro, el paladear el antes y el sacarle chispas al durante, dure lo que dure, para sacarle jugo del después... en Zoé descansa la necesidad de Yeray de crear memoria tridimensional. Creo que busca la esencia de los triángulos en paralelo... Yeray necesita su relación con ambas para la foto que persigue no puede dejar ninguna fuera, ni puede elegir una sóla entre ellas. Deben estar las dos. - De ahí su ni contigo ni sin tí, ahí está el meollo... - Creo que con Ainara lo tiene amarrado. El asunto depende en mucha medida de Zoé, de su capacidad por encontrar su sitio, en su valentía, en su decisión, de su modo de estar depende que el consiga lo que quiere y descanse... - Argí, me temo que un día de estos te voy a llevar bombones al manicomio... no siempre es así, me refiero a lo de los triángulos. - Si. ¡Cada triángulo es un mundo!. A veces ni siquiera existe otra persona, a veces en medio de una pareja puede estar una idea, una idealización de un recuerdo. Sacamos concluilusiones generales, creemos saberlo todo, y detrás de cada persona hay todo un mundo de ser y potencia de ser que combinado con otros dan una progresión infinita... ¡eso es lo que más me fascina de las relaciones! ¿No te parece apasionante? 90 - ¡Me parece que tú necesitas un buen polvo y yo, ejem, por lo pronto necesito un refresco! Nínfula se levanta de la mesa; Argiloa fija su vista en un cielo sin estrellas, desparramada y con el interrogante en nube sobre su cabeza, deseando poder encontrar teorías simples o complicadas en las que apoyar su interna sensación de desasosiego ¿Cuál es su necesidad?, ¿cuáles las características de su propio triángulo? ¿qué mantiene su relación con él?. ¿Dónde está su propio vértice?, ¿dónde su cúspide?, ¿donde las aristas cortantes?, ¿donde su incentro...?. ¿Qué espera de ella?, ¿qué busca detrás de esos ojos que parecen bailarle el agua y en los que intuye paralelos monólogos internos...? Regresa Nínfula, deja los vasos de naranjada y derrama sonrisas sobre ella... - Gracias, si me traes una almohada me quedo sopa aquí mismito. - Como prefieras... XV LA DANZA DEL DESASOSIEGO Sigo pausadamente tomándome mi copa mientras siento que Argiloa se duerme. Contemplo su rostro relajado ahora, sin los desasosiegos de sus últimas reflexiones. Porque eso es lo que ocurre, algo la tiene inquieta, y esta buscando la solución entre mis palabras y esta novela triangular. Yo estuve bailando con el desasosiego en distintos períodos de mi vida. En todos los que tenía que elegir. Suelo ocultar mi vida privada, mi familia, mis visitas al médico para que mi corazón siga adelante, incluso mis lecturas y mi casa. Argi ha venido porque quizás yo esté de nuevo desasosegada. Ella es tan igual a mi que cuando la escucho me estremezco. Me llama Nin y nunca hemos mencionado el por qué de Nínfula, pero el nombre, en mi mente partió de Anäis Nin y de la falta de deseo. Esta casa, ella aún lo ignora, no es más que mi refugio, mi "picadero", mi refugio cuando me siento caracol, mi primer hogar. El sitio donde he amado, me han amado y no guarda más traiciones que las de mi memoria. Voy a taparla para que no se enfríe -me digo a mi misma- y me veo levantarme y rodear la mesa para abrir la puerta de un aparador antiguo, que guarda en su interior ropa blanca y tres leves mantas blancas, casi chales. Sonrío al advertir el número de prendas y estoy a punto de soltar una carcajada cuando al desplegar una de ellas queda expuesto un dibujo geométrico, una greca compuesta de triángulos sujetos por la base a un par de círculos paralelos. Tomo con suavidad los pies de Argiloa por los tobillos, y la estiro sobre el sofá, recubriéndola con la manta. Después vuelvo a sentarme, pero antes me sirvo whisky sin hielo. Tras el primer trago y una mueca al pasarlo por la garganta, recojo de la mesa un cuaderno lleno de papeles y una pluma; me semi-reclino en el sofá paralelo al de mi invitada... No sé como demonios logro tener siempre tantos papeles, tantos apuntes juntos, cuando en realidad compro los cuadernos para ser ordenada y que mis 91 exégetas puedan elucubrar a placer como voy enhebrando las palabras para construir poemas o novelas. Quizás esto obedezca al trauma que sufrí cuando me supe engañada, traicionada. Ni una lágrima, sólo angustia y aquellas arcadas secas destrozándome el estómago. Fue una estupidez que debía haber previsto... apartados de correo nuevos, cartas que llegaban equivocadas al buzón común, gastos extras no justificados, y el desasosiego que me inundaba como una marea salvaje. Y entonces, el amigo que te admira por lo liberal que eres y te propone un adulterio en vivo y directo, y cuando te extrañas y bromeas con lo que crees una broma y ves su turbación, ya sabes. El resto fue fácil, me tomé unas cuantas copas, abandoné la timidez y marqué el teléfono del hotel en el que se me había declarado aquella nochevieja en la que no pudimos ni darnos un beso, de tan borrachos que estábamos, cuando yo le contesté que sí, que si le quería, antes de quedarme dormida escuchándole roncar "Hotel Miramar, ¿qué desea?", me preguntó una educada voz masculina. Estuve a punto de decirle que no deseaba nada, pero me lo imaginé joven y pasado de vuelta en las cosas que pueden ocurrir de madrugada en un hotel playero, próximo a una discoteca y a una barra americana. Sin tartamudear dije: ¿Puede ponerme con la señora de Hermida?. Así de fácil, tres timbrazos y tu voz estaba al otro lado, enfadado me preguntaste cómo te había localizado, y te lo dije: Me pasaron la llamada a la señor de Hermida, no esperaba hablar con el señor Hermida. La próxima vez recuerda no pagar con tu tarjeta de crédito y no te localizarán. Y a partir de ahí, abogados, juzgado, reparto de bienes comunes. Tu no quisiste nada mío y yo nada tuyo, aunque no hubo forma de arrancarme los sueños, los proyectos, esas cosas que se convirtieron en una llaga, que se remozaba cada vez que nos echábamos de nuevo y volvíamos al Miramar y engañábamos a nuestras parejas respectivas... y yo me sentía como cuando te adoraba, y siempre te enfadabas porque te decía "que de amante siempre funcionabas mejor en la cama", como si el esconderte, el mentir, el tener el tiempo contado, fuera un excitante más. Tú sabías que yo lo sabía y te enfurruñabas. Y yo me preguntaba que era esto del amor, por qué te amaba a ti que no me querías y al amor que tuviese entonces. Y de improviso me encontré un día pensando que aunque las rupturas hubieran sido sangrientas metafóricamente hablando, yo os amaba a todos. Entonces dejé de interesarme por el sexo, pero en ese período apático me casé otras dos veces, y aún sigo con mi último marido, a quien he dedicado algunos poemas y sobre todo un archivo, donde guardo fichas de cada una de las otras que tiene Y me sirven para esas historias que se venden también y que escribo con seudónimo y que me permiten mis otras vidas secretas, y el Cardus de cada día, los viajes a países exóticos y tercermundistas, o a países tercermundistas, cultísimos y de extrañas relaciones sociales. Voy a escribir un rato, eso me permitirá pensar después cuando tenga que enzarzarme en otra conversación con ella, en cómo uno puede amar siempre, incluso a los que odia, porque el amor, el eros, también es tanático. Pero no voy a pensar en la muerte, ni en los deseos de inmortalidad, quizás sea mejor beberme otro whisky y meditar sobre lo que voy a hablar en el Círculo de Bellas Artes. Algo que me llene a mí, nada de congraciarme con las damas, me vestiré con 92 modelito, gasas y escote amplio, justo el que permite ver el lunar de mi seno derecho y que hace ponerse bizcos a los que se aproximan y se pierden entren el lunar y el canalillo, quizás pueda estrenar nuevo amante mañana, aunque desearía que fuera de usar y tirar, pero de los que se creen que te seducen por sus frases inteligentes y su retorcido sentido del humor. XVI INTIMIDAD DE MONITOR Nínfula se arrellana en el sofá; al hacerlo, el cuaderno resbala de su regazo y cae al suelo desperdigando una serie de cuartillas. Sobresaltada, Argiloa abre los ojos. - ¿Qué ocurre ?. - Nada, el cuaderno... que se ha caído sin pedir permiso... - ¿Seguro?, me da la impresión de que algo más pasa - Quizás sea que me he detenido a leer un antiguo mail y como se refiere al amor te haya alertado. No sé, desde que leemos la novela parece que ahondemos nuestro conocimiento mutuo a partir de ella. - ¿Me lees ese mail?, bueno si no te importa ¿de quién es? - Es una carta de alguien, que en el transcurso del tiempo fue muy, muy importante para mi. Como tengo la certeza de que yo lo fui para él. - ¿Se puede tener esa certeza? - Si. Si se puede, aunque como, en mi caso, aprendida y olvidada. - ¿Olvidada? - Debe responder a mí sino, me pidió que le enseñara a amar, que gracias a mi rehacía su concepto de relación y práctica de relación sexual, es decir empezaba a adivinar lo que la sensualidad presta al conocimiento geográfico del mundo más normalmente inexplorado: el cuerpo. Evidentemente me juró amor eterno, de lo que yo me reía con la boca chica, porque terminé creyéndole y ese fue mi gran error; me abandonó por otra, alguien a quien acaba de conocer, ni mejor ni peor que yo pero real. Estaba pensando si las parejas de los tríángulos, más Yeray que Zoé, habrán conocido a sus partenaires a través de la red de redes. Hay algo en su búsqueda que me recuerda eso: el monitor. - Internet, siempre internet... Tú eres real, todas somos reales... - No, no siempre somos reales. A veces estamos detrás de la pantalla de un monitor Fíjate en está frase, del capítulo tercero que tanto te hizo hablar. Lo dice Ainara y a poco que busque yo tengo más de un mail con esas frases: "Ese es tu embrujo: con apenas una docena de palabras provocas que me sienta imprescindible en tu vida y, al mismo tiempo, como una pequeña traidora por atreverme a elucubrar sobre la mía sin ti...". - En lo personal, me cuesta entender que uno pueda llegar a colgarse tan rápido de alguien. La "red" es un psicotrópico casero y sin receta, poco más que una droga contra la soledad, hay tantos internáutas adictos como ludópatas. El amor es intenso, vitriólico. 93 - Es posible. De la misma forma que hay tantas personas que aman demasiado y a destiempo, como alcohólicos a su droga. Es el sistema. Uno está sólo ante un monitor, que a fin de cuentas es un foco de luz hacia nuestros ojos, hipnotizante. Se busca en él lo que de alguna forma nos falta aunque no lo sepamos: compañía, exaltación del ego, la satisfacción del voyeur, etc. Es más, en los tiempos en los que andamos, la red se esta convirtiendo en un mundo feliz de sexo que Huxley sólo había vislumbrado. - Pero el sexo tras un monitor es una masturbación a dos y no siempre, porque no me figuro a las voces de los teléfonos eróticos masturbándose ocho horas al día, seguidas, por mucho que les paguen. Por otra parte, sí reconozco que tiene morbosidad porque ignoras quien está del otro lado, aunque te envíen una fotografía, e incluso cuando estás vía cam, porque el conocimiento siempre es parcial, y desde luego carece del olor, la mirada, el calor de una persona viva. - Lo de las cámaras tiene su gracia es convertirse en mirón, hacer que el otro lo sea, es decir que la mayoría obtienen placer por enseñar y que les vean, más que por ver en si. Figúrate el tipo que en casa o la tipa no tiene cámara y se va a un cibercafé para usarla Sólo podrá realizar insinuaciones de gestos sexuales si puede mover la cámara, y eso ahora, antes eran solo una foto fija hasta que te aprendías hasta la última arruga y contabas el último pelo de la barba Pero los amores de monitor son adictivos porque hay que fijar horas para verse, o mejor dicho escribirse en principio, y ese tiempo se prolonga porque la charla suele ser amena y porque al estar escribiendo se invierte el proceso de los antiguos enamorados. Ellos escribían para ahondar en el conocimiento de sus enamoradas, y en el amor influía la duda de si llegarían las cartas o no, de cómo interpretase el otro lo que escribías El conocimiento personal era, pues lento. Pero en Internet no es así. - Claro, existe el factor instantáneidad, además del chat, de la posibilidad de hablar y oír de inmediato aunque estés a miles de kilómetros - ... lo que, traducido, significa que si antes te enamorabas lentamente, porque los datos afluían temporalmente despacio, ahora eso es inmediato y se convierte en intenso porque sueles decirle al monitor, que después se transforma en persona, lo que no dirías en mucho tiempo a tu pretendiente más cercano; es decir, entregas el alma, el corazón, y parte del cerebro, por usar clichés, antes de entregar el cuerpo. En el amor tradicional generalmente se descubre el alma después. - Pues no sé si es ventaja o no. Porque nunca llegas a conocer el alma del otro Puedes adivinarle sus deseos, su mecánica existencial, pero... ¿llegas a conocerlo?... - Esa es la cuestión. La intimidad de poder relacionarse con otra persona instantáneamente y sin ruborizarse, da lugar a una amplia entrega. Y no te digo nada cuando te mueves con algo que te desasosiega Tengo un ensayo sobre el asunto. ¿Sabías que lo más consultado es la pornografía, todo lo que tiene que ver con el sexo? Supongo que sí. Se publica casi a diario. Pero lo que no se dice es el dinero que los magnates de la pornografía dedican a la investigación de la red Porque son muchos los millones que se intercambian, y con la amenaza, o más bien el temor y el desconocimiento del sida, millones de personas se aparean virtualmente, se juran virtualmente fidelidad, se casan virtualmente. 94 - Había oído hablar de lo de la fidelidad en la red. Me es difícil de entender que aún enamorándote por ese sistema quieras mantener una exclusividad que posiblemente, sea ya compartida por mujer, amantes reales, amantes virtuales y, en este caso los travestís amorosos. - Confieso que yo he sido travestí amoroso. Gay, lesbiana y adolescente deseosa de aprender No pongas esa cara de extrañeza, todo tiene que ver con esa relatividad. Con este papel que tengo en las manos, con otros que deben de andar por ahí. Mi amante virtual era morboso y absolutamente obsesionado por el sexo. En lo público y etéreo, la vagina y la boca era su destino poético y de seducción; en lo privado, fetichista del amor con los pies, del amor anal propio y ajeno, del incesto, necrofilia, voyeur, esclavo sumiso y en ese terreno un escritor gore. - No sé que decirte, salvo imaginar que, siendo todo muy aburrido, no tendrías un momento de aburrimiento. - ¡Me aburría periódicamente!. Soy incapaz de repetir la misma historia. Improvisaba, inventaba escenarios, rebatía formas de poseer. - Sin embargo tu no dudas en mostrarte muy sensual, ese escarbar en la morbosidad también te ayudaría se sentirte bien... - No. Pocos hombres, aunque se crean así, son sensuales. Y a él le gustaba disfrutar del cuerpo, una vez se había poseído brutalmente a ser posible en posición de nalgas. Ignoraba lo importante que es el olor, la suavidad, y otros detalles. Estamos tan acostumbradas a que nos obliguen a depilarnos desde la infancia, que cuando le pides a un hombre que se saque sus horribles pelos del aparato genital o del trasero, parece que exiges un universo nuevo Y pocos se prestan a dejarte jugar con pincitas - ¡Qué bruta eres! - Ummmm mi mayor prueba de amor fue ir a un instituto de belleza y dejarme depilar las cejas, las axilas y las ingles Desde entonces esas zonas son sagradas para mi tal y como la naturaleza las hizo. Y esta que te habla piensa que un apenas visible vello en ciertas zonas, además de la inferior, provoca tanto como un buen escote. - Lo cierto es que a mi me da un cierto asco sacarme pelos de la boca. - Eso es un acto antilujuria, pero ellos no se dan cuenta, como no se dan cuenta de esos pequeños detalles que pueden estropear un revolcón o una santa entrega. - Oye, léeme ese papelito que te cayó. - Más bien deberías preguntar cuál de ellos quiero leerte , pero aquí tienes uno de los del inicio: "¿De dónde el amor inesperado? Como te decía en otro mensaje, desde la mínima caricia hasta el éxtasis son grados del amor. Si uno está pensando en el otro durante la mayor parte del día, si estamos pendientes de los mensajes, de lo que ocurrirá con nuestro correo, ¿cómo lo llamas? Sé que eres una mujer inteligente y que le pondrás un nombre, pero en mi opinión será un eufemismo para no nombrar al amor, palabra tan significativa y a la vez tan bastardeada por nuestra cultura. Te amo". - ¿Parece sincero?. A mí se me antoja, más que una forma inteligente de seducir, un intento de convencerte de algo a lo que te resistes. - Tienes razón, me resistí durante meses. Para mi era un juego literario, pero me halagaba, me sentía admirada, protegida. El maestro, con mayúsculas y comillas 95 que le coloco yo, había posado su mirada en mi persona, y además respetaba mis timideces, se interesaba por los deportes de mis hijos y me introducía en su propio mundo de morbosidades. Y eso me interesaba, no tanto por la práctica sino por el ejercicio de la creatividad. Ahora pienso, y tengo razones para ello, que sólo le interesaba de mi una parte bien pequeña: que crease historias que el desarrollara; que se las corrigiese y planteará nuevas cuestiones, pero todo ello desde exageradas muestras de pasión y deseo, o de perversiones sin cuento. - Pero entonces no lo creías así - Lo sabía; me burlaba de ello, por ahí anda otro correo en el que le pregunto si le he dicho que le quiero un poco, y me contesta: "Me basta con eso, yo te quiero por los dos". Pero terminé queriéndole. Y eso trastornó toda mi vida. Mis relaciones familiares, mis preocupaciones, y mi cuenta bancaria En el fondo, todo ha sido como una telenovela de segundo orden. - Y basaste parte de tu felicidad en una relación tan inestable , yo no sé si podría hacerlo. Pediría más, exigiría más. Rompería con todo - Mira, yo lo hice y todo terminó en tragicomedia. Es largo, fueron dos años seguidos de historia, pero sólo te contaré este principio y el final que estuvo a punto de convertirse en thriller, conmigo como una plañidera recorriendo una playa desconocida, bajo un cielo desconocido, en un lugar que nunca debí de haber pisado... - ¿Te duele, verdad? - No es dolor, es darse cuenta de que como me han utilizado con absoluta deshonestidad y sin tener en cuenta de que, bajo la capa de piel, hay un corazón que puede latir muy aprisa si le dan motivos para preocuparse. - ¿Para preocuparse por qué? - Por la salud, por el bienestar, por los problemas de aquel a quien crees a pies juntillas... hasta que descubres que prácticamente todo es mentira y que tu relación, más que con un ser humano, era con un personaje inventado. - Tremendo... - No me compadezcas... a mi todavía me humilla el hecho de que creyese que yo era la tonta del bote y él un inteligente caballero, porque encima pasa por tal. ¡Déjalo!, no importa... es ya muy tarde y no te voy a dejar marchar, te quedarás aquí aunque sólo tenga una cama. Te aseguro que, salvo que lo deseemos, no tropezaremos en ella: es como un campo de fútbol. Discurre un momento de silencio, tapiz mental entre Argiloa y Nínfula; al final ambas mujeres se levantan y salen del salón. Ante ellas un largo pasillo se bifurca en ele y, a sus lados, algunas puertas enigmáticas. - ¡Dios! ¿qué es esto? Parece de cuento - El piso es toda la planta del edificio, aunque no lo parece, eso me permite tener mi dormitorio en la parte más alejada de donde recibo visitas, incluso de donde trabajo. Es un lugar para descansar, para gozar de las rosas No te lo he dicho, en mi dormitorio confluyen las terrazas y en ellas cultivo tres variedades de rosas... 96 XVII LAS SORPRESAS SON SIMPLES CAPRICHOS El dormitorio de Nínfula es muy espacioso y sus paredes son espejos. Uno de ellos, abierto, deja entrar un penetrante olor a rosas, mezclado con menta. Argiloa se vé, a sí misma, repetida una y otra vez, como una bailarina de una caja de música. Alza una ceja al volverse para mirar a su compañera, justo un segundo antes de comentarle: "no sé si salir corriendo, ¿cómo se te ocurrió esto, Nin? - Nunca me miraba al espejo, a veces lo hacia en el cristal del portal Y un día sentí el capricho de rodearme de espejos, como el dormitorio de un prostíbulo, pero sin adornos de drapeados ni cosas así. Aséptico como un quirófano. Ahí al lado de la lámpara de la mesilla tienes una serie de botones. Con ellos puedes ver lo que hay tras los paneles de espejos: cuarto de baño, terraza, vestidor, minicocina, despacho Esto es en realidad un refugio, una supersuite, un apartamento. - Pienso que cada dormitorio es una zona absolutamente privada - ¿Incluso cuando la compartes? Siempre desee tener mi propio dormitorio, no prescindir de él por matrimonio. Lo ideal era que el contrario tuviese una suite y yo otra Sueños que se han hecho realidad en parte. - Y tenías razón en lo de la cama, ahí cabe un regimiento. - No me des ideas Se ríen. Nínfula decide ducharse antes de irse a la cama y abre la entrada al cuarto de baño; Argiloa, mientras ve a su compañera desaparecer en el blanco interior, se desnuda y se acuesta, acurrucándose abrazada a la almohada. Casi de inmediato se queda dormida sobre su costado derecho; su espalda y parte de sus nalgas quedan al descubierto al deslizarse el cubrecama. Pasan los minutos, Nínfula sale del cuarto de aseo frotándose los cabellos con una gruesa toalla. Contempla su cama y a la mujer dormida que yace en ella y recoge fantasías que creía olvidadas. Le apetece retirar, con suavidad, la colcha que cubre todavía la parte delantera de Argiloa; desea que ahora sólo esté cubierta por una de sus manos, olvidada sobre su monte de venus, y que la otra que se mantenga bajo uno de sus pechos como si se lo estuviera ofreciendo o regalando. Deja caer al suelo su bata y se contempla, en los espejos, los grandes senos caídos, la redondez del vientre rasgada por dos cicatrices, los muslos redondos plenos Sonríe y se sitúa a la espalda de la durmiente, a tan sólo unos milímetros de su piel, y besa a Argiloa entre los omóplatos, resbalando la punta de la lengua, casi sin rozar, por el invisible vello que existe en la piel de las vértebras. Vuelve a sonreír cuando ve, como con una lupa gigante por la proximidad, que el vello de la nuca de Argiloa se eriza, y los espejos muestran los pezones de ésta irguiéndose, mientras que ella retira la mano de su monte de venus y entreabre un poco sus muslos; aprovecha ese movimiento y posa su mano en el semi rasurado montículo, juntando todo su cuerpo a la espalda de Argiloa, y frota sus pezones pequeños y duros contra la piel erizada de su compañera que se suaviza instantáneamente, agradecida por el contacto, mientras su dueña acelera su respiración y suspira. 97 La mente es uno más de los espejos que rodean la estancia y la escena se multiplica, sin treguas ni pausas. Los labios de Nínfula, más que besar, acompañan a la lengua que lame el cuello de Argiloa, en sentido ascendente, hasta entrar en su oreja como un dardo. Las dos tienen la respiración acelerada. Sin variar de postura, Nínfula, con suavidad, presiona el bajo vientre de Argiloa y deja deslizar un dedo hacia su humedad; quiere sentir y así ocurre que su amiga responde, a esta penetración, suspirando y abriendo más sus muslos. El audaz dedo roza el clítoris, e inmediatamente se le une otro y comienzan a amasar la pequeña protuberancia que crece bajo ellos Nínfula está en absoluto trance, ve como una Argiloa jadeante se gira y como sus pechos se aplastan contra los de ella... como abre los ojos, turbios, y pregunta: ¿Por qué haces esto?; se escucha responder: Ha sido un impulso, tranquila, relájate; decide que su voz ronca se pierda dentro de ella cuando penetra, en su boca, la lengua ávida de su amiga. Quiere abrazarla... quiere que la abracen... que las lenguas luchen denodadamente en el estrecho recinto de sus bocas y que las manos en las caderas, en las nalgas, acompañen a las pelvis en la búsqueda de un ritmo sin aplicación... los muslos separados... los clítoris buscándose, enloquecidos, hasta que decida dibujar esa explosión que hace gritar y retorcerse a Argiloa para, mientras la sostiene, seguir frotándose en ella, lamer su grito y, finalmente, gemir sin pudor y al ritmo de dos corazones golpetean tanto que su tamborileo se oye en las sienes de ambas, que siguen su inacabable beso y sus caricias sobre sus pieles húmedas. De pronto, su imagen vuelve a las paredes que son espejos. Nínfula está de pie, desnuda y sudorosa, convencida de que Argiloa se acurruca entre sus senos y, con ojos semicerrados, le pregunta de nuevo: "¿Por qué?". - Por nada, pequeña... ¿qué hago con esta deuda de afectos que me mata lentamente?, ¿cómo mato esa mitad que busco en ti porque, en mi, no la encuentro?. No pasa nada, fue un pronto, un impulso que surgió al leer otro de esos mails... deseé entrar en ti, a través del sexo. Ahora tenemos nuestros propios triángulos, a través de nosotras y nuestras parejas. Y, quizás, de nuestros amantes. No te he preguntado si tienes alguno, pequeña... Mientras apaga la luz presiente que, la próxima vez, Argiloa se girará en su cuna de carne y recogerá en su boca el pezón izquierdo que ella le ofrecerá ansiosamente; que lo mamará con precisión, con golpes de lengua, aspiraciones, y de sus comisuras resbalará su saliva... que su otra mano se ocupará del otro pezón, amasándolo hasta alargarlo blando y sensible a cualquier roce En el umbral del sueño, Nínfula se limita a gozar de estas caricias, devolviéndolas con sus manos a las nalgas prietas de su amante a quien, entre suspiros dice: Me gusta esta lentitud exploratoria. Es un goce dentro de un goce. Ábrete para mí. Quiero beberte, saborearte, darte placer. Y ella se abre, mientras que la húmeda lengua resbala a su vientre, rodea su ombligo y sigue deslizándose hasta su entrepierna, y se agita a la entrada de su caverna dejando que los dientes mordisquean el clítoris hasta hacer que la espalda corte, arqueada, el aire y la lengua se convierte en estilete y penetre en esa vagina rezumante de fluido y de anhelo... y salga... y entre, hasta lograr gritar los gemidos en una danza animal en la que yo soy tu mujer y tú eres mi hembra. 98 XVIII LA QUÍMICA DE LA ESCRITURA Despertares, los codos de los ojos descansan en el techo, la luz entra suave por las rendijas de la persiana, como telegrafiando un mensaje en clave que ninguna acierta a descifrar. Sensaciones extrañas, agridulces, en sus bocas. La casa en silencio, sólo el sonido de algún coche sin prisa, con el ritmo desacelerado del domingo por la mañana. - Buenos días Argi. ¿Descansaste bien? ¿más cómoda la cama que el sofá, verdad? - ¿Descansar?, pues no sé... me he debido llevar un buen ajetreo porque me veo en los espejos con los rizos enmarañados y, aunque te rías, mi mano acaba de comprobar que no sólo son los rizos de mi cabellera. Es sabio eso de que nuestro cuerpo no nos deje recordar todos los sueños... Nin, ¿alguna vez has escuchado a una mujer alardear con las amigas de haber desvirgado a un hombre o a dos o a ciento quince? - Nunca, ¿y eso?, vaya hija, ¡con menudos temas te desayunas! - Ya sabes, cosas mías, ¡algo que habré soñado!. Me pregunto qué hay detrás de ese hecho. He escuchado en varias ocasiones a hombres contar sus experiencias con vírgenes, he visto la mirada de satisfacción, similar a la cara que ponen al contar que estuvieron con una puta y no les cobró nada por el servicio. ¿De dónde les vendrá eso? - Necesidad de sentirse elegidos, distintos, importantes, no lo sé... - ¿Te imaginas a una mujer en la misma situación? - ¿Alardear de haber desvirgado a un tío, o de irse con un gigoló y que no les cobre?. Yo nunca, no es muy habitual; lo que no entiendo es qué te ha llevado a preguntármelo. - Cosas mías... puede que sea el capítulo ese de "La memoria de los triángulos" en que se habla de la depilación, ya sabes... - Jajajjaa, haré como que te creo. Has leído entonces. - Si... - ¿Y...? - Pues que quieres que te diga, que me he hecho un lío, que no me ha quedado claro quién depila a quién... ¡que me gustaría pensar que es ella quién se lo depila!... y que, a la vez, tengo la sensación que es ella la que ha salido depilada, una vez más ha sido ella... saldrá trasquilada, ya verás... - Encajaría más con la realidad externa, fíjate que yo tengo la teoría de que dentro de muchos hombres existe la fantasía pederasta, el gustito por los pubis rasurados me huele a mi... - ¿A chamusquina? - Desde luego una cosa está clara, ellos no son los que se depilan habitualmente, ellos no son los que sufren las consecuencias de los picores, olores, de la fase peces-barba, ellos no son los que están acostumbrados a pasar penurias para estar guapetones para nosotras. Aunque ahora que pienso... en esto hay que ser realistas y decir que en estos tiempos parecen haber empezado a preocuparse 99 más por la parte física. Hace a penas unos años echarse desodorante era similar a ser considerado como mínimo un amanerado. Creo que el género masculino le debe mucho al sector gay en ese sentido. Una vez más les ha tocado romper moldes, abrir camino... - ¿Sabes? "La memoria de los triángulos" esta logrando su objetivo... - ¿Una novela de amor que tiene un fin? Será enervante si a nosotras nos ha traído hasta esa situación - No seas cáustica. Estamos aquí no por la novela en si, sino a causa de nuestros desasosiegos, a la química y al hecho de que ambas consideramos el sexo como parte enriquecedora de nuestras vidas. - Un sexo sin género. Esta es la única forma de aceptar eso que tanto excita a los hombres, los tríos, el sexo grupal, y que por los condicionantes educativos nosotras vemos como el colmo de las perversiones, con la de ellas que hay y no solemos mencionar. - El sexo con muchas mujeres debe de ser un tipo de adicción también ¡Menudo ejercicio tener que recordar que le excita a cada una de ellas o, sin ir más lejos, las menudencias de la relación! Quien lo consiga o lo lleve a cabo debe ser un escritor magnífico y un mentiroso excepcional - Puede ser un hombre común, Nin, de esos que se encuentran a cientos en los chats, sólo ha de tener memoria, y eso también ocurre si tienes varios líos de cama a la vez. Sólo hay que subsanar los apelativos y no metes la pata. Llamarlos amor, o cielo, o cariño a todos igual, incluso a los que nos unen lazos sentimentales más duraderos, o contratos matrimoniales - Si, Argi, es posible que estén navegando mas de cincuenta millones de personas en estos momentos, y que la cuarta parte este intentando chatear o chateando; de esas que en este preciso instante hacen de la virtualidad su realidad más próxima, alrededor de un cuarto de millón buscan crear sus nidos de intimidad virtual, de acercamiento erótico - Pero no es lo mismo lograr intimidad sexual que emocional. La intimidad emocional es la capacidad de revelarle al otro nuestro yo más profundo. Mientras que para la intimidad sexual basta con que dos o más personas se pongan de acuerdo para practicarlo. Eso es lo que prometen y yo diría que casi garantizan los canales calientes: tu mundo erótico interior es aceptado y aquí estamos para estimularlo y gozarlo en compañía. El sexo virtual puede ser una experiencia más intensa que el sexo en tres dimensiones, porque en la vida real no compartimos necesariamente nuestras fantasías sexuales. - Ahí quería llegar, escribir una fantasía sexual puede ser el acto más audaz, más obsceno de nuestras vidas. Cuando leemos, sea esta novela, sea en un chat general o privado, y nos sentimos atraídos por una persona, no tienen que influir para nada sus cualidades eróticas. Lo erótico no puede percibirse, no está presente. La base de la atracción es puramente intelectual o emocional. En el intercambio de fantasías sexualmente explícitas, no reaccionamos ante el aspecto físico de la otra persona, ni en su olor, ni en su sonrisa, ni en el brillo de sus ojos. Reaccionamos ante la magia de la escritura, de su escritura. - Tienes razón Nin: nos excita lo que leemos. Es una actividad intelectual, quizás sea eso lo que permite que una relación de este tipo, de cibersexo te conduzca a 100 disfrutar más de tu pareja real. O que la lectura de narraciones que giran en torno al sexo nos hagan más proclives a él. Tanto lo uno como lo otro ahogan las soledades y crean otras. - Si. Pero te lo digo por experiencia y observación que el cibersexo es adictivo y más cuando uno se siente inseguro, asocial en cierta medida. Carece de las limitaciones físicas del sexo directo y clásico. La necesidad de conectarse varias veces al día para satisfacer fantasías sexuales genera, dicen los expertos, un patrón de ansiedad-deseoalivio. Pero cuando estas experiencias sexuales se convierten en rutina, se precisan otro tipo de fantasías más duras... Se mantiene un silencio pensativo, ambas mujeres se giran y se miran quizás tratando de explicarse la razón por la que la novela les ha llevado hasta allí. - Argi... me estoy dando cuenta de que si nos hubiéramos conocido antes quizás no estuviésemos preparadas para esto. Mentalmente aceptaba el ser bisexual, pero es las escasas ocasiones de sexo comunitario como le digo yo, he sido elemento pasivo. Hoy no. - Me hablabas hace un momento del cibersexo y puedo asegurarte que, ni siquiera como experiencia, me parece interesante. Seguro que no pensarás igual, supongo que has tenido alguna relación fuerte que te ha marcado... se huele... - Supones bien, hubo promesas, juramentos, declaraciones, adicción más o menos total, llamadas de teléfono, buzones de voz, mensajes, confidencias íntimas, muy íntimas. El caso es que un día me encontré con que me reclamaba a todas horas. Se había separado. Tenía un lugar para los dos en un lugar semisalvaje junto al mar. Y o pasaba por un mal momento físico y quise romper todo aquí y continuar nuestra relación en vivo y directo. - En pasado... hablas en pasado y, a juzgar por las palabras que empleas, un pretérito imperfecto - El querer no era en plural, o quizás sí, y la química funcionaba a la hora de escribir, o al hablar ambos en público. Pero funcionaba también la adicción al sexo en internet, al menos, en esos momentos, de su parte. El me creía enfadada por su separación y yo andaba atareada en lograr papeles necesarios para justificar su venida hasta aquí: contrato editorial, pasaje de avión abierto por seis meses Quería que fuera una sorpresa - ¿Enfadado por su separación?, me cuesta entenderlo... ¿Estaba casado con un top-model y tenía una camada de hijos? - Me haces reir fue más tonto y más apropiado. Él me esperaba para unos meses después, aunque siempre me pedía que fuera a su lado inmediatamente. Había encargado un edredón para mí, para ocultar mis timideces o para amarnos en el suelo sobre él. Aprovechando el viaje a un Congreso, logré robar cuatro días de mi agenda... pero sólo podría estar con él dos, los otros serían mi ida y mi regreso - ¿Y? - Veo la historia lejana, pero aún me molesta. Iba como una chiquilla. Alquilé un lugar en el aeropuerto de partida para dejar mi maleta, justo donde había dejado la mochila mágica, de mi color favorito, el rojo. Viajé miles y miles de kilómetros. Pasé del calor al frío. De ropa de muselina a anorak. Pisé dos aeropuertos, dos aviones. Y llegué a mi destino enamorada como una quinceañera, - ¡No me lo puedo creer! ¿Y tu lógica, y tu racionalismo? 101 - Los perdí de alguna forma. El caso es que llegué; en teoría el estaba enfermo, así que si no estaba en casa, estaría en el médico Esperé. Me senté sobre mi mochila y esperé Nadie llego a la vivienda de un "único ambiente". Ninguno de los que me vieron me preguntaron nada. Comí varias barritas de chocolate de las adelgazantes. Usé mi celular para tratar de hacerle saber que estaba allí. Llamé al interior y escuchaba la puesta en marcha del contestador Me marché tras hacer pedacitos los papeles que llevaba, estuve tentada a pasar debajo de la puerta el pasaje me sentía herida en mi amor, en mi orgullo. Luego supe de él... a través de alguna de las amantes que compaginaba conmigo. Cumplió todas las reglas del juego del engaño y de la adicción al sexo internauta... Súbitamente, algo estalla en el ambiente. Argiloa se levanta, recoge la ropa de la silla y las bragas del suelo; sin mediar palabra se mete en el baño y cierra la puerta. Nínfula mira al techo, se ha quedado enganchada en la náusea. Transcurren apenas tres minutos, Argiloa sale del baño vestida y desaparece por la puerta de la habitación. Hay un "¿qué te apetece para desayunar" que se queda a medias en la garganta de Nínfula cuando oye como se cierra la puerta y presiente que Argiloa, al menos hoy, no tomará ni café ni galletas con ella... XIX A LAS SEIS SIN FALTA... Algo en Argiloa no encaja, algo le chirría por dentro. Mientras espera el ascensor, con los brazos caídos y la mirada ausente, se da cuenta de que acaba de vestirse tan apresuradamente como para acudir a una cita ineludible consigo misma. Conoce ese zumbido en sus oídos, el siseo de serpiente que le silba por dentro... los latidos en las sienes... la sensación de maremoto... las oleadas de "sácate de aquí" llegan como las pendientes en la montaña rusa, una tras otra, sin piedad y sin compadecerse. Entre dientes murmura: necesito mi espacio y lo necesito ¡ya!... paren la noria que me bajo. El ascensor no tiene prisa, quizás porque tiene tiempo; a Argiloa le urgen las escaleras, bajar... bajar... alejarse... encontrar un sitio para, como hacía desde niña, acurrucarse y luchar con sus miedos. Quinto piso... cuarto... tercer piso, se come las escaleras... segundo, las salta... primero, las tropieza... planta baja, terreno más llano y al final la ansiada puerta... Quiere alejarse a toda prisa, pero el portero automático le recuerda que lo cortés jamás quita lo valiente. Se apoya en la tecla, escucha que la escuchan y dice lo que, en aquel momento, se le antoja como más pertinente. - Soy yo, quiero hablar contigo. Te espero a las seis en el patio del Santo Martirio. - ¿Es esa iglesia pequeña a las afueras, la del cementerio adosado? - La misma. - Allí estaré ... ¿estás bien? - A las seis sin falta. 102 XX EL SANTO MARTIRIO Son las seis, el patio del Santo Martirio juega a cementerio viejo con iglesia que, por lo abandonada, a nadie interesa. - Nin... - Hola Argi... ¿estás bien? Todo parecía ir tan estupendamente, y de repente me citas en este sitio... - No es casual para mí la elección de los lugares, Nínfula. - Pero mujer...¡El Santo Martirio!. - Exacto. El mejor lugar para decirte que este es todo el Martirio que quiero en mi vida. ¡Ni un puto ápice de martirio más!. En este cementerio descansa una promesa que me hice hace mucho tiempo y soy de las jamás olvida el carácter sagrado de las promesas. - ¿Ha ocurrido algo? - Iré por partes y quiero que escuches lo que te digo con toda rotundidad y con todo su significado. - Tengo la sensación de estar jugándome la relación contigo... - Bien, entonces estás en el punto exacto para escuchar, ese es justamente el punto desde el que te estoy hablando. Yo no necesito saber nada de tu historia personal, ni un solo dato. Yo no quiero vivir una historia menor contigo. En mi modo de entender la vida el compartir intimidad no tiene nada que ver con dar datos. - No estás siendo justa Argi. - Nadie dijo que la vida fuera un lecho de rosas. - ¿A qué se debe todo esto Argi? - Tú sabrás. - ¿Pero por qué me dices todo esto? - Para qué Nin, ¡para qué!, ¿para qué?. Pues para que tengas claro que jamás permitiré que tus fantasías llevadas a la realidad o no, virtuales o no me fuercen en ningún sentido. - Hablas como en clave y con una dureza que me asusta. - Eso está bien. Está estupendo que conozcas algo más de mí. No soporto a las dulcineas del morboso, no me gustan los novelones, quizá me haya equivocado contigo. Quizás las señales que te he enviado no han sido bien leídas. - Quizá envías señales equívocas... - Probablemente. No es la primera vez que alguien se hace una paja interpretando mis palabras o mis gestos, ni la primera que alguien me dice que se ha ido de pilinguis y que cerró los ojos pensando en mí. Ni la primera que me tocan el culo poniendo como excusa el que mi culo lo estaba pidiendo a gritos. No me gusta esta babosa sensación en absoluto, y como ahora, cuando tengo ocasión de evitarlo lo evito. - No te reconozco... - Mira Nínfula, eso nos une en este momento, en estos días no tengo ni idea qué ha removido tanto egoísmo en ti. Me has dejado sentada en la carretera y tu moto se ha puesto tres pueblos más allá. 103 - ¿Hoy soy Nínfula para ti? ¿no soy Nin? - No vivo de culebrones, no ofrezco ni a ti ni a nadie el clavo ardiendo al que agarrarse desde el desgarro por otras historias. No soy una boya y nunca mejor dicho, a la que aferrarte porque tu mundo virtual se haya desmoronado. ¿Tú te has escuchado? A mi internet y toda la corte de e-mails de correos electrónicamente y esemeeses me importan un pimiento. He seguido hasta donde he podido el relato de tu rollo internauta y gracias pero no gracias. No me siento bien con ello. Uno puede conocer personas en diferentes medios, no son los medios sino el uso que se hace de ellos lo que daña a las personas. Tengo la enorme sensación física de que te has estado haciendo una paja mental con todo ese mundo y no quiero que tu paja me salpique y que me mezcles con ello. Tan duro y claro como esto. - Lo que me dices duele, ¡me jode!, y te aseguro que duele y jode mucho. - Lo que has hecho conmigo también duele y jode, la posibilidad de que todo el cariño, las expectativas, el tiempo y el cuidado puesto en nuestra relación se transforme en una mierda pinchada en un palo también duele. En el fondo hablamos de un dolor común, el dolor de que se mancille lo más sagrado de uno mismo. Tú lo has sufrido en manos de eso que llamas amor, te has dejado, te has olvidado de ti y estás pagando el precio. Yo no quiero permitir que tú seas quién lo haga conmigo. Sin mala intención, probablemente sin buscarlo ni pretenderlo, incluso llevada de la mano de tu creencia y tu dar por hecho que tus deseos son los míos, puede que hasta movida por un casiamor incipiente hacia mí que tú vives como puro y sincero. No me gustan tus formas de estos días. Yo o soy co-protagonista de una historia o rompo la baraja. ¡No tengo dos años, ni necesito que me bajen las bragas y me sienten en el retrete! No está una para esos menesteres. - Estoy confundida. - Lo entiendo. Te entiendo. Hablemos entonces Nin, de los límites, de lo sagrado, del respeto, y la confusión, hablemos de nuestras carencias, de debilidades y de nuestros fuertes, hablemos y callemos, escuchemos lo que susurra por dentro, para todo esto me tienes a tu lado, para lo que no me tienes es para lo que has estado haciendo. - ¿Te has sentido usada.? - Utilizada, dada por hecho, forzada, abusada en mi paciencia, me he sentido arrastrada a las zonas de tus claroscuros que no han sido elegidas por mí. Confié en ti, me puse en cierto sentido en tus manos y no me gusta despertar con sensación agridulce en la boca, con una nube interrogante sobre mi cabeza y con este mareo de no saber qué me pasa por dentro. Los ritmos y límites, las normas y tiempos de cada una deben ser respetados, ese es mi pacto contigo. No me gusta que mis resistencias se rompan a bombazos, tienen su razón de ser, cumplen su función de protección, no lo olvides nunca. En algún lugar aprendí que el corazón tiene una puerta que se abre por dentro, que hay dolores que son inevitables pero el sufrimiento es opcional. Bien, mi puerta la abro yo, y acepto mi dolor, no opto por tragar más martirio ni sufrimiento. - No entiendo nada, esta mañana sonreías, hablábamos del libro... - ¡Mi sonrisa!. No me has aprendido todavía Nin, tanto como para poder interpretarla y en cuanto al libro es un eje, una excusa, es una ocasión como cualquier otra para centrarse y dar orden al exponer intimidad en una relación, para 104 encontrarse, para encontrar y ser. El libro para mí no tiene otro destino en sí mismo que el que cada lector quiera darle, tiene tantas lecturas como lectores. Te he estado dando a través de él mis lecturas de mi mundo. El libro toca tantos botones como uno tenga los botones de tocarse. Esta mañana decías que estamos aquí no por la novela en sí y en eso estoy de acuerdo, es la segunda parte la que me inquieta, cuando me reduces nuestra historia a estar aquí a causa de nuestros desasosiegos, quiero puntualizar que hablas de TU desasosiego que no el mío, cuando hablas de la química, te debes referir a TU química y el hecho de considerar ambas el sexo como parte enriquecedora de nuestras vidas, tal como decías, suena en principio ajustado pero para mí no lleva consigo acabar rebozándose como una croqueta cada dos por tres. ¡Los accesos están abiertos, señores y señoras, a por ello entonces, ya no hay cortapisas. Abordaje garantizado! Ni hablar. El sexo para mí tiene componentes mucho más complejos, más sagrados que todo eso, el primero la consciencia del hecho de que cuando nos intercambiamos con alguien entregamos nuestra esencia en cada poro... creí que compartíamos esto, me entristecería enormemente ver reducido el tema a un mecánico intercambio explosivo de fluidos. - Créeme... no sé qué decir, pero tampoco quiero decirte que lo siento... - ¡Créeme tú!, también lo siento yo. Repites patrones manidos. Dicen que quien hace un cesto hace un ciento, yo no creo que en lo que me has hablado en estos días haya amor. Deseo quizá, aburrimiento puede, necesidad de llenar huecos de soledad, de afecto podría ser, incluso orgullo de hembra herido pero mira... me repatea los hígados escuchar elevar a categoría de amor a los batiburrillos, los chocolates y lo devaneos. Sabes que me gusta llamar a las cosas por su nombre y me jode cuando se coge una brocha y un bote de pintura y se me intenta pintar el paisaje de rosa. La vida, la real, no es para mí eso. La magia, la real, no es esa tampoco, ni el amor, ni como te he dicho ni siquiera el buen sexo - Argiloa, estás siendo tan cruel que prefiero pensar que va a bajarte la regla y estás histérica... que nada de lo que dices te sale del alma, por eso estoy aguantando este chaparrón de acusaciones desmedidas que, de verdad amiga, se me antojan el capricho de una niña que cualquier cosa que tenga que ver con una mujer hecha y derecha. - ¡Piensa lo que quieras!. Estoy dándote lo que siento. He intentado seguirte el rollo, he intentado entenderte, créeme, y lo siento pero se me atraganta, te dormiste en tus laureles contándote como las muñecas rusas un cuento dentro de otro y ahora has despertado a batacazos, sin beso, sin siete enanitos, sin príncipe, sin sapo siquiera, con el vacío de la muñeca más pequeña entre los dedos y no entiendo qué tiene que ver todo esto con nosotras, en qué capítulo de nuestra historia lo encajas. Si estás en otro sitio, entonces soy yo la que me he confundido. Si estás en el vacío y ese vacío duele cuéntame eso, pero no me lo adornes con perifollos por favor - ¿Y ahora?, ¿qué se supone que tengo qué decir? - ¡Estoy harta de estar harta mil veces!. Así que ahora yo me iré más tranquila a mi casa, habré sido coherente porque te he dicho y he hecho lo que pienso y siento, a mi modo esto es luchar a brazo partido por una relación clara, llana, directa y sin cartas bajo la manga. Sin aguantares con los que luego dar guantazos. 105 - ¿Y yo?, ¿y mañana? - Tú decidirás como situarte y cómo colocarte ante lo que yo te he dicho y he hecho y de nuevo yo me recolocaré en respuesta a ello y respecto a mañana... ya sabes lo que dice la canción Nin, mañana "never comes"... ¡Vamos!, ¿me acompañas al coche?, quiero dejar tres rosas sobre esa lápida, buf, un alivio que empiece a levantarse viento, - Si, hoy ha hecho un infernal calor de mil malditos demonios... ahora mismo añoro una playa desierta, fronteriza al océano del olvido... para amontonar días en sótanos sin luz y dejar que pasen todos y cada uno de los trenes de la vida... Tres rosas... quedan tres rosas sobre una lápida cubierta de musgo, en el cementerio del Santo Martirio. La verja contempla impasible cómo se alejan las dos mujeres, mientras se pregunta por enésima vez cual es su cometido y si guarda, de los vivos, a los muertos que están dentro o, tal vez, la cruda realidad es que hay muertos a un lado y al otro y sus hierros son, desafortunadamente, la línea fronteriza entre los que se sabe que sí han muerto y los que nadie podría asegurar que estén vivos. XXI INTRODUCIRSE EN LA CARACOLA Acompañada de pensamientos que son como alfileres, Nínfula detiene un taxi y sube al vehículo. Sin mirar hacia atrás da instrucciones al conductor y se aleja del Santo Martirio y de Argiloa. La poeta parpadea de vez en cuando y, finalmente, una lágrima cae y le sigue otra, ambas resbalando por sus mejillas. Sus facciones siguen rígidas cuando se las seca. Llega a casa, respira aliviada, abona el importe de la carrera y saluda con la cabeza al portero antes de subir en el ascensor hasta su vivienda. Tras abrir la puerta, va directamente a un cuarto de aseo, se lava la cara con agua fría, suspira, respira hondo varias veces, expeliendo el aire hacia el espejo, despacio, muy despacio, mientras su mente recita un mantra. Más tarde, sin rastros de dolor y muy serena entra en su despacho y selecciona unos CD Roms, un cuaderno lleno de papeles, una pluma y cargadores. Abre la caja fuerte y saca su pasaporte, varias tarjetas de crédito y una fuerte cantidad de dólares; introduce todo en un maletín, que deja sobre la mesa. Se dirige después a su dormitorio y en el vestidor retira una maleta con ruedas, la abre, y la llena de ropa, zapatos y objetos de tocador. Nada excesivo, lo justo para viajar dejando espacio para que la caracola del desasosiego vaya cómoda en las maletas. Arrastra su equipaje hasta la puerta del despacho y hace dos llamadas de teléfono. La primera, para reservar un pasaje de avión y una reserva de hotel. La segunda, a su agente literario. Al colgar teclea de nuevo desviando las llamadas. Toma su bolso y saca el teléfono móbil y la agenda y los deposita sobre la mesa. Después va al salón y recoge su ejemplar de "La memoria de los triángulos" y se lo lleva para guardarlo en el maletín. 106 Suspira de nuevo. Llama por el interfono al conserje del edificio; cuando éste aprieta el timbre de la puerta y le abre no tiene que decirle nada, él recoge la maleta y el maletín y los lleva al ascensor. Ninfula le sigue al aparato y después al taxi que espera y que la conduce al aeropuerto. Accede hasta el mostrador de Lufthansa y a sus pasajes de avión. Viajará a México DF, el vuelo de regreso está abierto. Por primera vez, al comprobar este detalle, Ninfula sonríe y piensa: estoy huyendo, huir es también suicidarse un poco, es cambiarse por un emigrante, por un exiliado que no existe. Antes de pasar a la sala VIP, se acerca a una floristería y envía, sin tarjeta tres rosas blancas al domicilio de Argiloa, pero no a ella, sino a su esposo, a Hernán. Rellena un documento para la floristería, encargando que tres rosas sean entregadas a la misma dirección, semanalmente cada lunes, hasta nueva orden. Después se acerca a una tienda de regalos y encarga una cocina de juguete y menaje para ella; el paquete con los juguetes infantiles lo remite, también, al mismo domicilio y a nombre de Argiloa. Bueno, veremos cómo se toma ese mensaje, medita y, a continuación pasa al avión y orienta su mente hacia este viaje que comienza: es como introducirse en una caracola, una espiral con paredes, un refugio... Cuando regrese, si lo hago, no escucharé más cantos de sirena que los que deseé oír. Más tarde, cuando bebe una margarita, enumera despacio las palabras, que ha sentido como insultos, de su amiga. Su pensamiento se evade del libro de Volpi, que ha comenzado a leer, y recae de nuevo en lo ocurrido no hace aún veinticuatro horas: Argiloa me gusta, su voluntad me atrae, pero no me ha dejado ni un resquicio para hablar. Ella está más herida que yo. Debo pensar si eso me interesa, si ella me interesa más allá de su propio egoísmo. Pero he de reconocer que su petulancia, me ha herido. Parecía una amante despechada ¡Señor, señor, confundir mi deseo por ella en ese instante por mi presunto y traicionado amor virtual! En fin, esperaré. Pasan las horas y se adormece, una azafata de espigada figura la recubre con una manta. Nínfula sonríe y le responde otra sonrisa. Piensa: es fácil ser amable, cuando uno lo es, nadie piensa que puede ser cruel. En nuestra relación, ella siempre ha querido interponer su deseo, lo que cree que soy yo por encima de cualquier otra cosa. Y yo no soy más que una adulta, adúltera y ambigua escritora...!. Meditando en eso y sonriendo, Nínfula, alias Guillermo Cir Valdemar, escritor de ciencia ficción, intenta dormirse pensando que hay cosas en el guión de la telenovela que escribe sobre el amor internauta, que deberá cambiar... Antes de abandonarse al sueño, recuerda que Argiloa merece una explicación más completa al pequeño teatro que acompaño su arrebato pasional. Horas después, ese último pensamiento regresa con su despertar, y lo aparca, susurrando entre dientes: quizás Argiloa hubiera preferido que yo hubiera sido un caballero andante... Cuando el largo viaje termina, Nínfula se da un prolongado baño en la suite del hotel donde se hospeda. Bebe zumo de frutas y después duerme horas como un bebé. Cuando despierta, encarga un desayuno continental y abre "La memoria de los triángulos" . 107 Desayuna en la cama leyendo, panecillo tras panecillo, sorbo de café tras sorbo, hoja tras hoja... se le antoja que las páginas la miran con ojos de letras en negrilla o en cursiva, hasta llega a barajar que más de un espacio intermedio le acerca la nariz y la olfatea. Hasta que no termina el libro no se incorpora. Lleva el ejemplar hasta el escritorio y lo deposita allí. Del maletín saca un lapicero rojo y otro azul, y uno negro de punta blanda. Un cuaderno queda al lado, inquieto. Llama a recepción y pide que le pasen los recados que tenga. Su agente ha trabajado. Algunos amigos la esperan para cenar y al día siguiente una secretaria estará dispuesta para que le dicte. Está lejos, a miles de kilómetros, pero las sombras ya se asoman a la puerta de su habitación de hotel. No puede evitar preguntarse: ¿Cuánto tardarán, las malditas, en adueñarse de mis latidos y helarme de calor con si gélido frío? XXII CONJUGANDO PUEDE PARA OLVIDAR POR QUÉ Recuperar las fuerzas para acercarse sola al libro, que dormita encima del armario, no se le hace tarea fácil; abierto por el lomo, se encuentra tal como cayó al arrojarlo, entrizado, entre el fondo del techo del armario y la pared. Ya con él entre sus manos, después de un periplo de silla y escalera, cogido como un péndulo o una varita para encontrar agua, entre su índice y pulgar, lo desempolva y se dirige con él hacia su sillón. "La peor forma de extrañarte es que no estés, que tu alrededor consiga ocultarte a mis ojos... - ... que sepa que estás ahí, pero no para mí." Desangelada, con su cojín destartalado entre sus brazos, Argiloa fija su mirada en las cortinas, como esperando que de un momento a otro abran su telón y comience la sesión de recoloque. Hoy no hay palomitas, cofundida en su maremoto de sentimientos su mente echa el pelo para atrás, esforzándose en recordar que paso aquí, que fallo allá... Sombras, deslizándose serpenteantes sobre el parquet y el recuerdo... Argiloa busca la cajetilla de tabaco, recurrir al cigarrillo es pretender que se ahoguen en humo las tristezas. ¡Esto ya es de brujería! Ya no vendrá... Su voz interna le sorprende y mantiene con ella un pulso - No estás loca. Estas bien. - No, no te creas, vuelve esta maldita soledad a jugarme malas pasadas ¿a esto llamas estar bien? - Estás bien con ella, estás bien sin ella Argi, reconócelo... - ¿Si?. No entiendo, eso quiere decir que no la quiero tanto como pensaba entonces. - Puede querer decir que estas amando de otra manera. - Vuelvo a no entender... Eso esta bien, llega la hora de conjugar los "puede" para construir frases que parezcan razonables y hasta sensatas... 108 - "Puede" querer decir que "puede" significar que la has tomado más en serio de lo que pensabas; o "puede" que todo lo contrario, que "puede" que no fuera tan importante, tan esencial en la vida como una se había creído... incluso "puede" que la haya elevado a la categoría de imprescindible o, también, "puede" significar que no te aferras a tus relaciones hasta asfixiar y quemarte en ellas como antaño, es inútil esperar a quien no llega. - Pensé que era ella, que ella llegaría a mí, que traería todo el amor de su mano... - Esperas demasiado. El buscar desesperadamente aquello en lo que ya no crees no es precisamente tarea fácil, una expectativa pesada la que has puesto en sus hombros... pero... estás bien, sobrevivirás - ¿Y como explicas este hueco? - Yo no necesito explicarlo, eres tú la que se busca explicaciones que te dejen tranquila contigo misma Vestirse, cerrar la puerta, olvidar las tres rosas... - Me siento culpable, fui demasiado dura con Nin, me pase con mi huída, con el rapapolvos... igual es mejor no desnudarse más, cerrar puertas, olvidar. - Ahora te me pones dramática, a mi me lo vas a decir, yo soy la que carga con toda tu porquería, solo nos falta que ahora empieces con la matraca del machacarte arrepintiéndote de decir lo que sentías, de poner tierra por medio... - No se como hacer, me siento perdida, perdona por la turra... - Puedes empezar por dejarte estar, ¡que manía con tener que hacer constantemente!, déjate estar, no te empeñes, a veces la solución es el problema - No entiendo... Las calles están tan vacías que puedes ver cómo los adoquines huyen aterrorizados, escapando de la liturgia de regresos que tus pisadas tan bien interpretan. - Me gusta cuando retienes la sensación de reconocerte perdida, me recuerda tu mirada de pequeña - Hice lo que pude, no soporto verme metida en fregaos, no puedo con ello, no tengo base en la que sustentar lo que digo, ¡es todo tan subjetivo!, tiene tanto que ver con el mundo de la intuición; en lo formal se puede pensar que estoy loca, me acuesto una noche feliz de la vida y me levanto hecha un basilisco, sin más. - Tu sabes que no es así, que no fue así, sabes además de la imposibilidad de controlarlo todo, el control, el control otro temita de los tuyos... - Ya no sé lo que sé y lo que me interesa saber, y creo que tienes razón, pasar por alto mi nausea de la mañana al escucharla hubiera sido hacerle un flaco favor me he dado cuenta de que la peor forma de extrañarme es que no esté... que mis circunstancias o mi alrededor consigan ocultarme a sus ojos... que sepas que estoy aquí, pero no para ti... - ¡Claro!, hubiera significado en primer lugar mucho más dolor para ti, es curioso como te sigues situando en un segundo plano. Reconocerse Argi, como la tarea primordial, en lo que uno hace dice y siente... - Me hubiera gustado leerle este fragmento el día después. Sólo leerle este fragmento, en él está resumido todo lo que quise decirle: la peor forma de echarme en falta es no reconocerme en mis actos, no poder verme clara ante sus ojos, estar ahí, pero en realidad no para ella. ¡Joder!. 109 XXIII ROSAS Y COCINITAS... Estaban a punto de acabarse las palabras cuando suena Él... El timbre de la puerta interrumpiendo su libro-auto-conversación, permanece inmóvil en un principio, como sorprendida en medio de un acto íntimo; no puede evitar que un pensamiento orbite alrededor de su cabeza: "¡socorro!, ¿será alguien vendiendo alfombras?, seguro que un par de esos rubitos asépticos testigos de..." Un gesto de fastidio tira de ella y la dirige a la puerta , el timbre insiste como un pretendiente cabezón- Ya va, ¡ya vaaaa! - Buenas tardes - ¿Por qué han de ser buenas? - No sé... - ¡Vale!, seré educada: buenas tardes tenga usted... - Traigo este envío, haga el favor de firmarme en esta casilla de aquí abajo. - Son preciosas... ¡pues si que hacen las casillas justas!. Ahí tiene, gracias... Sellan su adiós con una mirada y cruce de sonrisa aún sin haberse conocido... quizás por no haberse conocido. Argiloa cierra la puerta, huele las tres flores blancas, la imagen teatral perfecta para continuar en conversación interna. ¡Esta Nin es increíble! Pero... ¿a qué esperas?, ¡mira la tarjeta!, busca la confirmación del remitente, recuerda recuerdos leídos que se han quedado muy dentro... - Tres rosas rojas, por favor... - ¿Para regalar? - Si, las más hermosas que tenga... alguien me espera desde hace horas... quiero llevar pétalos para recorrer su piel... El sobre de la tarjetita se resiste a desvelar su secreto. Al final se abre de pliegues y asoma un cursi cartoncito beig: "para Hernán de ... Guillermo C" - ¿Guillermo C...? El glup de su garganta hace eco en el pasillo, se canda en ella el estupor. El diálogo con ella misma regresa... - ¡No puedo creerlo...! - ¿Es por Hernán?, ¿por la sorpresa de saberle en medio de un rollito más?, en esta ocasión, al menos es diferente, ¿imaginas al ibérico de Hernán en brazos de un pecho peludo de hombre? - Pagaría algo bueno por verlo, lo reconozco, pero con el todo puede ser - Argi... ¿no será más bien por la decepción de no recibir el detalle esperado de Nin? - Me inclino por lo segundo, a estas alturas nada de lo que Hernán haga o deje de hacer le sorprende ni interesa lo mas mínimo, aunque, siendo seria, lo que me deja absolutamente perpleja es que el libro señale la senda, que se convierta en la predicción que se auto- cumple, me asusta, me atrae, me desespera... Su yo y su alter ego se callan tan de repente que parecen hermanas sia110 mesas. Con las tres rosas apoyadas en el pecho, sus espinas a la altura del corazón como cualquier actriz haciendo un mutis de impacto, se dirige a la cocina, corta sus tallos, las coloca en un jarrón con agua, que a los segundos empieza a fabricar burbujitas de aquí algo no va bien. Echa en ella una aspirina por si les doliera la cabeza, antes de hablarles con la lástima de las abuelitas cuando dan un consejo, que saben que nadie les ha pedido ni a nadie interesa: - Os compadezco, vuestro destino: Hernán. De pie, frente a las flores, con los brazos en jarra pega un bote cuando el timbre de la puerta la pilla a mano derecha según se entra en la inopia, tarda dos segundos en abrir, no hay "¡ya va!, ¡ya vaaa!" en esta ocasión; apenas un fugaz pensamiento resumido en ese clásico "¡Manda huevos!; una, que ya está en los prolegómenos de los cuarenta, de seguir así terminará esta noche más acojonada que el día que vió El Exorcista, en casa de mamá..." - Buenas tardes, ¿Argiloa, por favor? - Si, soy yo - Un envío para usted, firme aquí arriba... - Ya, - Gracias - A usted, muy amable. - El bolígrafo, si no le importa... - ¡Ops!, lo siento, ¡se me quedan pegados a las manos! Cierra tras de si la puerta y, todavía azorada, se sienta en el suelo dispuesta a desembalar el paquete... como en reyes, al lado del árbol, con las piernas cruzadas. Se empeña en desentrañar la lazada, en no arrugar su papel, intrigada, excitada y como manteniendo la calma llega a la caja de cartón. Poco a poco, asoma una cocinita de esas de juguete... - Argi, ¿no necesitas un espejo para ver tu cara de pasmo? - Gracias, pero no gracias, esto no puede ser de nadie mas que de Nin, - ¿Recuerdas tu reacción cuando teniendo cuatro años esa señora nos agarró de los mofletes diciendo con voz ondulante de vicetiple a la vez: "pero oys, oys que niña mas monaaaa, cuchicuchichichi..." - ¡Si! la pregunta directa... mamá, ¿que le pasa a esta señora?. - Señor, señor, ¡a lo que puede llegar una! De nuevo preguntaría que coño le pasa a esta señora, ¡pobriña!, el infantil recurso es hasta entrañable, ¿te la imaginas metiendo la cocinita en la caja?, envolviendo el paquete toda meticulosa ella, querrá decir que poco a poco se le está yendo la olla? ¿le faltara un hervor?, ¡o dos!, ¡señor, por su bien espero que haya sido un vahído! - Calla, de todos modos... debe estar mal para hacer esto, llamémosle: ¿un desliz tontorrón?; y es que hay que ver: seguimos cometiendo niñerías hasta nuestros últimos días. - No la disculpes Argi, esto suena a querer jorobarte, a que en este momento no esta en su sano juicio, Argi , tú atenta... estos suelen ser los primeros síntomas de una conducta temeraria, - ¿La de la hormiga que, inconsciente, amenaza al elefante con tumbarle de un puñetazo?. Debe de sentirse absolutamente perpleja y no sabe qué hacer; dan ganas de decirle: "veamos, hormiga mía...", ejem, digo: "veamos, amiga mía, 111 piensa un momento con la parte del cuerpo que no tiene raja... no seas lela, no te pongas a ti misma en esta situación..." - ¡Venga, Argi!, demuestra que eres inteligente y haz un uso positivo de la indirecta de la cocina. - Tienes razón, ¿y si nos cocinamos algo rico? - ¡Excelente idea!, lo bueno del diálogo con una misma es que en cuestión culinaria se llega pronto a un acuerdo. La tarde oscurece la lente de su objetivo, una hipotética cámara se retrotrae sin prisa desde su espalda en dirección hacia tus ojos... ¡los tuyos!, lector. Si escuchas, verás que lo hace sin decir ni mu, al fondo, ya sólo se intuye a una mujer entre cazuelas que humean borbotones de olores, uno no sabe a ciencia cierta si la mujer se ha encogido para entrar en ella o es la cocinita la que se ha hecho mayor. Tarde amenazando noche. Monólogos, que aparentemente son diálogos, van decorando el vacío de una habitación perfectamente ordenada... XXIV RUBIA CON RABIA El sonido del patético gallo grabado en su despertador indica a Argiloa que el sueño pasa ahora la película en clave sesión continúa, en blanco y negro de vida externa. El cuarto de baño la espera ducho en reparaciones de su fachada y, como siempre, se dedica un rutinario buenos días frente al espejo; su imagen de siempre contesta con semejante tedio que le asusta. Toma repentina conciencia de su hastío... - ¡Está claro!, ¡tengo que hacer algo "ipsofactamente"! Una hora más tarde aparenta leer con atención una revista, sentada en la sala de espera de la peluquería, pensando que es una lástima no tener estilista particular para invitarle a casa y cotillear sobre la última moda de rizos para andar por casa o, ¿por qué no?, de "permanentes" a lo "señora Simpson" para darse una vuelta por ese café de moda al que nunca va pero en el que todo el mundo "queda". - Buenos días señora. - Buenos días, habrá que decir. Su pie izquierdo, con el que se ha levantado, protesta para sus adentros: ¡qué manía!, buenos días, buenas tardes, ¿qué tal estás?, ¿puedo decir que estoy bien o prefieres que te lo cuente? - La señora se va a... - La señora se va a quedar aquí... se va a lavar, cortar, hacer mechas, tinte, manicura, maquillaje, ¡quiero todo!, ¡la sesión completa!. - Eso llevará un tiempo, señora. - Lo entiendo, tranquila... ya sé que para lograr milagros hay que ir a Lourdes, pero no tengo prisa. 112 Se desencadenan una serie de instrucciones de: "pase por aquí,-póngase esta bata, siéntese por favor-carta de colores.." - Rubio... quiero el pelo rubio - Le advierto que al tener el pelo tan oscuro le costará aclarar, necesitará venir algún día más para ir sacando mechas, se arriesga a ir con el pelo naranja durante un tiempo, yo no sé si lo haría... - No hay problema, adoro el riesgo, el naranja me pega con los calcetines, tranquila, contaba con ello ¡ah!, ¡yo sí sé lo que hago y lo que quiero! Le coloca un gorro sobre la cabeza, transparente, como un condón; sus rizos morenos fuera de la vista. En cosa de pocos segundos tiene a su disposición un café, caramelos, las dos últimas descorazonadoras revistas rosa, un cenicero y una bandejita de plata con tabaco. Rubio también, por supuesto. Rubio, rabia. Siente coraje. Su cabeza embutida en una tripa, parece un pitufo desangelado, da la impresión de ser más pardilla todavía de cómo se siente. Poco a poco empiezan a sacar a ganchillo mechas de pelo, una a una; la visión ridícula de sí misma le produce risa y, aunque le jorobe reconocerlo, tanto dolor como el "mucho dolor" de la película de Torrente en Marbella. Si alguien se atreviera a preguntarle, en ese justo momento, ¿cómo te sientes? diría que: "a tiras", pero en la peluquería nadie parece interesado en saberlo. Abre el bolso y saca "La memoria de los triángulos", necesita romper y rasgar sin calibrar consecuencias. La causalidad le lleva a Zoé y Nurivan, lee sin respirar los cuatro capítulos iniciales, entre tirón de pelo y con la escopeta de perdigones cargada al hombro en el tiro de pichón de una hipotética feria; casi sin darse cuenta, se encuentra interrogando al mundo en clave muda de pensamientos. - ¿Qué pasa aquí? ¿Es que todo el mundo vive en rosa, la revista rosa, el culebrón rosa, ¿qué tal?, bien, buenos días, el mundo parece sonreír al personal, ¿y yo?, ¿qué soy?, ¿idiota? Vuelve a releer, no se oculta a sí misma las ganas de arrasar. ¡Tan dulce, tan perfecto, tan idílico... ¡ideal de la muerte!. Las ideas van y vienen, atropelladamente; en un discurso que nadie escucha y que sólo a ella le estremece. - ¡Je!, "nadie es imprescindible" dice Zoé, por lo tanto no hay que pensar mucho para extraer la dureza de su silogismo: ¡alguien es prescindible y el nombre de ese alguien empieza por tú!. ¡Señor!, la ingenuidad de Nurivan no tiene límite, "¿si yo falto nadie tomaría mi lugar?". Mira, majo, yo misma te contesto: no, querido, ese lugar no, ¡otro!. El "esti-listo" se da una vuelta y sonríe, provocando en Argiloa un gesto de "haz lo que tengas que hacer y déjame tranquila, que estoy leyendo y pensando al mismo tiempo". - Nurivan, ¡no te enteras, majete!, lo que aparentemente suena tan romántico amoroso se traduce también en: ¿como puedes pensar eso?, ni se te ocurra; me compraré otra cama, cambiaré el color de las paredes pero tu lugar será tuyo por el resto de los restos". ¡Qué forma más dulce para la puñalada!. ¡Te quiero para la eternidad en el frag-miento en el que te quiero, pero-porompompero, 113 siempre y cuando en el otro fragmento esté mi amor idílico. Ya, ¡ahora me lo explico!, la felicidad de uno es, además de un auténtico rompecabezas, una imagen virtual construida con piezas de mecano que cohabitan sin darse cuenta... la pieza azul del esposo o compañero, la roja del amante, la verde del amigo con derecho a roce, la negra del banquero que da un préstamo de un millón por centímetro de pierna, la naranja del chico del gas que tiene un físico que mata, la amarilla del ligue por internet, la fucsia de la amiga lesbiana que nos tira los tejos... Argiloa respira hondo, como quién acaba de soltar un lastre que lleva tiempo arrastrando calle arriba y calle abajo, como quién va al callista y sale paseando sobre nubes. - ¡Lástima de Nurivan!, envidio en cierto modo su inocencia o ¿debería llamarlo ignorancia?. ¿Cuántos amores tienes? pregunta el susodicho... pero, vamos a ver, ¿a éste chico no le ha contado nadie que Santa Teresa dijo: cuidado con lo que pides que igual se te concede. ¡Mira que si te responde y te da el número te ves de cabeza pinchando el globo de tu felipondia felicidad, muchacho!; ¿cuándo aprenderás, Nuri de mi vida?, hay preguntas que están mejor bajo llave y candado, no sea que te las contesten. Zoé, la bella Zoé presta al quite: "mira... mira un pajarito, por allí, por allí, ¿no lo ves chati?" y cambio de conversación al que sólo le falta el cuchi-cuchi pertinente. Traen dos canapés y tres Ferrero Rocher, que se quedan mirando a Argiloa sin atreverse a interrumpirla mientras va transformándose en "algo diferente"... - Debo ser rara avis in terris; pero sé que lo soy, al menos lo sé. No soporto los engaños, mi piel ya cubierta de escamas por todos los engaños acumulados en estos tiempos, escupe todo lo que huele a amoroso tejemaneje : "Me voy cariño, estarás cansada..." Perdona, corazón, pero te vas porque estás cansado tú. Yo me ocupo de mi cansancio, gracias pero sé retirarme cuando estoy agotada, no me hagas la tarea-punto-com. Un papel de plata envuelve galácticamente su cabeza, le faltan dos antenas para parecer la hormiga atómica; recuerda a Nin, ¿cómo andará?. El agua oxigenada a cuarenta grados Fahrenheit empieza a quemar el pelo haciendo su labor, mientras ella dialoga hoy en un auto de choque: - Bien, coherente hasta estos extremos, quemada, chamuscada hasta las puntas, así te siento Argiloa de mi alma. Si algún día de mi vida tenía que ser el adecuado para el cambio de look, evidentemente ese es hoy. Lo mejor de todo es que acabo de darme cuenta de algo en lo que no había caído: "Él" odia mi pelo liso, odia mi pelo corto y no soporta a las rubias; bueno, eso dice, que parece que ahora con eso de Guillermo y sus tres rosas blancas diarias habrá que incluir a los rubios. ¡Je!, bien, ¡bien!, ¡mejor que mejor!, ¡ya va siendo hora que conozca a otra Argiloa!. Sí, va siendo hora de que yo misma vea otra imagen de mí misma, una con la que nunca me identifiqué o con la que jamás pensé que podría identificarme. Me gusta esta sensación de "objetor de imagen que tu deseas", el paso de la rebelde estática a la rebelde estética... aunque salga de aquí como un pollito, o como kalimero con el cascarón sobre la cabeza, merece la pena el intento. Para colmo histriónico de las causalidades, "Maná" se asoma al hilo musical rayando al sol y al colmo de la paciencia de Argiloa. - ¡No puede ser!, he visto un capítulo por aquí... 114 Aceleradamente hojea el libro hasta encontrar ese capítulo con idéntico título, con la misma cantinela. Relee quedándose con el fragmento de la pareja ideal para los otros, la aparente coherencia en el argumento de al menos ser consciente, de que los hijos no vean distorsionada la imagen de sus padres cae de bruces cuando dice que las risas compartidas eran francas. - ¿De qué franqueza habla?. Debe ser de la franqueza de lo que el viento se llevó. Frankly my dear, I give a damn!... Francamente my dear me importa un pito... En tu diálogo veo la carencia, recuerdo el argumento que Nin jamás llegó a explicar, su teoría sobre la diferencia entre honestidad y honradez. Y leo culpa por cada rincón, culpa de tamarindo entre los renglones, peso por la venta cada vez menos convencida al entorno de una relación que fue y que ya no sigue siendo lo que era, que se mantiene alentada por un motor que apenas tiene potencia, que necesita los kilowatios de otro amor para poder seguir latiendo. Amigos míos, las grietas en vuestro muro están hechas, el agua ha empezado a pasar por ellas y el que reviente la casa es cosa de tiempo. ¿Qué franqueza puede haber en unas risas de estanque?. Mi querida Zoé, mi querido Nurivan... no puedo menos que compararos con Ainara y Yeray, hay algo que no se equipara, en estructura externa parece ser paralelo pero no lo es; echo de menos a Nurivan en directo, ¿dónde está él como protagonista?. ¿Dónde, que no sea en unas líneas embuchadas en el mar de disculpas y justificaciones con residuos de amor-conmiseración de Zoé hacia él?. ¡No hay duda posible!, el lugar en el carnet de baile de la eternidad de Zoé ya está reservado y el acompañante no es otro que Yeray; y no tengo el menor resquicio en la absoluta seguridad de que Nurivan lo sabe, que su apocalíptica frase "tú eres ya harina de otro costal" no es casual, que siente pánico en perderla y que prefiere las migajas estos algos a muchas nadas. No tiene menor duda de que Zoé es mujer y Yeray hombre. Se abre un paréntesis en su proceso de diálogo mental. Argiloa siente una tentación brutal de decirle a la "niña-del-peine" que, de seguir quemándole el pelo así, la siguiente visita será para encargar una peluca. - Siento dolor... me duele lo injusto que se le hace ver las abundancias de los dos tríos, cuando mi vida personal va en clave de single, en billete de ida. Si fantaseo sobre mi propia eternidad, me veo de oyente en las gradas, en gallinero por supuesto, con el pelo amarillo limón como un polluelo desplumado. Al menos libre de él, de eso estoy segura; pero tampoco llamaré a Nin... No tiene ni la menor idea de la hora que es, pero sabe que han pasado, exactamente, tres cuartos de hora de papel de plata porque suena el relojito, con un bip-bip discreto; vuelve el protocolo del pase por aquí, pase por allá... Para cuando se mira en el espejo, una vez sobrepuesta del shock, casi necesita que le vuelvan a presentar a sí misma. Una línea clara, visible, separa su antes de su ahora. .. Rubia con rabia, así también se quiere de este punto en adelante. Sin entender por qué viaja en su mente la imagen del pueblo, su mente se focaliza en las vacas bajo las encinas, ¡no hay duda!, ¡todas las señales lo indican se avecina una buena tormenta!. Se refugiará en casa, al menos por el momento. 115 XXV "QUID RECIPITUR AD MODUM RECIPIENTIS RECIPITUR" Botella de Rioja y el vaso de cristal que se compró exclusivamente para beber la vida a sorbitos, paquete de cigarrillos, camiseta y calcetines blancos, musiquita de fondo, "La memoria de los triángulos" sobre la mesa... Está todo en su lugar; lo único que no encaja es la mosca impertinente que revolotea, entre atontada y ansiosa, tropezando con los cristales y tratando que el cielo de escayola no sea la última visión de su vida entre la mierda. Argiloa avanza en el libro, casi detestándolo, con la impotencia del detestando que sabe que el sujeto detestado no se entera, sabiendo de lo infértil de su sentimiento; bebe un trago, se acomoda y mira la página que toca con la rabia de quién sólo le resta la opción del pataleo y se dispone a diseccionar, de arriba abajo, de izquierda a derecha, al personaje a quién ella considera la cúspide del triángulo... y hasta de sus propios círculos paralelos. Abre el bloc de notas, no quiere perderse ni una reflexión y por eso va levantando acta de todo lo que pasa por su mente. Yeray. panza. Per-verso. Re-verso. Sus dulces palabras, como galletitas chinas, esconden el papelito en su Control. Perversión en el cien por cien de "Una" en una de sus acepciones : la de fechoría sonriente. ¿De donde sale?, ¿tiene padres?, ¿dónde vive?, ¿es simplemente un personaje o, por el contrario, es una realidad compleja de la que todos parecen saber mucho y nadie puede definir con exactitud y certeza?. Yeray, entre la línea argumental de "Ausencia de malicia" y "Nueve semanas y media"; ¿es un trhiller o no pasa de ser una creación fantástica al estilo del pulpo de Julio Verne?. ¿Existe?, ¿es?; no importa, atengámonos a los hechos... Actúa con la desfachatez suficiente para llevar el barco consiguiendo que otros remen y que lo hagan silbando, con una sonrisa en sus labios y cantando la alegre canción del viaje de ida en las excursiones; haciéndoles creer que son ellos los que dirigen su nave, él es quién pone su mapa de procesos invisibles e incomunicables en manos de las dos remeras. Yeray, pícaro que jode al ciego que acompaña porque no tiene mas remedio, porque también tiene hambre de alma... porque sabe de maravilla que ellas, en el fondo, así de truhán y señor le quieren. No, nunca miente; cree a pies juntillas que él decide lo mejor para todos y hasta diría que tiene razón y, sin complejos, acomete la tarea dejando a un lado el libre albedrío de sus ocupantes. Lo que hace, lo hace con una intención suprema: que sean felices; necesita el terreno de felicidad a su alrededor. 116 Por eso Yeray quiere hacer de Zoé su amante estrella, quiere hacer de Ainara el paradigma de su pareja estable: su abeja reina; y tiene el poder supremo de no necesitar, de no necesitarlas, porque no deja de ser un superviviente interno que se entrega con el mayor de los desapegos efectuosos. Yeray y su reinado de egoísmo sin fines lucrativos, ese egoísmo endogámico que persigue, incansablemente, el imposible cruce de caminos paralelos con los escasos individuos de su mismo modo de sentir. Consciente de sus carencias, Yeray frustra y exalta, siembra y aniquila, cuestionando sus básicos cimientos, poco a poco, como la carcoma, en silencio, con una dulce nocturnidad, sin extrema alevosía. Yeray perfecto en aseveraciones sin fisuras, en sus planteamientos deriva e integra todas las variantes e incógnitas. No hay modo de pillar al pillo. Tiene copadas todas las posiciones. Se ha puesto en todos los casos y de todos ellos conoce lo suficiente como para saber qué hacer y no hacer, cuando callar, donde respirar, en que curva cerrar los ojos; tiene la clave del éxito agarrada por las orejas: él genera las ideas, él se encarga de la escenografía del contexto, lo consigue sin que el charlie le enfoque a él, la luz cenital la quiere sobre las cabezas de otros. Él no necesita ese tipo de reconocimiento, que los demás lleguen a creer que son ellos los ideólogos del guión es su objetivo, que olviden que son meros actores bajo las órdenes de un director de escena; un director tan preciso y sabedor de su control que ni siquiera necesita acudir a los ensayos. Y lo grita a los cuatro vientos, de un modo tan abierto, claro y obvio, que parece estar tomando el pelo al personal, en un mundo en el que la realidad y la ficción de las fantasías se entrecruzan en barrocas complejidades máximas, hasta haber llegado al límite de no distinguir una de otra. ¿Quién va a hacer caso de lo obvio ?. Es muy sencillo: Yo mismo, diría él... Con un apego desapegado, Yeray actúa como si no pasara nada porque no cree en nada, acepta todo como se le presenta sin obsesiones; acepta sin aceptar, descarta sin descartar, hace parecer que siente como si no supiera, Yeray actuaría como si tuviera el control aunque estuviera temblando de miedo; actuar de ese modo disipa su obsesión. Y Yeray se da cuenta en todo momento y trabaja, aún en su descanso, para obtener la paz que necesita tanto como teme. Si pudiera estaría sin estar, les haría el amor in situ como si las amara en una platónica distancia, se tele-transportaría en su protectora nave -tendría que ser nodriza, por supuesto- y daría un toc-toc en su puerta cuando estuviera al borde de sus propios abismos. Sólo por saborearse en esa mirada. Las azotaría en el culete o las acunaría, quizás ambas cosas; les cantaría una nana suave y arroparía a ambas si así lo necesitaran, apagando la luz y cerrando con dulzura la puerta tras él, para partir de nuevo, con el sabor en la boca de quién se sabe presencia. Las lleva, a Zoé y a Ainara, al borde de la situación sin hundirlas ni salvarlas. Yeray pretende lo imposible, estar en dos sitios a la vez y en ninguno. Y lo consigue, de la única manera posible: en un final que confirma esta teoría hasta la desesperación. Yeray es el ladino, marrullero sutil, genio que busca las vueltas a cualquier ley presupuesta y establecida; es la excepción que no le interesa confirmar 117 ni desmentir nada. No necesita moverse de su posición, apenas elevar una ceja; se sabe poseedor del poder porque él no hace dejación de él en ningún momento, porque además las ha convencido de que ellas así lo han decidido, a sabiendas de que es muy difícil sustraerse a la tentación de la condición femenina del protégeme. Caballero andante, rotundo, claro, dispuesto; toca las teclas necesarias, interviniendo a su alrededor de modo que los sistemas en contacto con el suyo cambian sus pautas comunicacionales, provoca un proceso continuo de cambio, de reflexión sobre los cambios que proceden desde dentro. Ansía la calidad, la mejora continuada, pretende que los cambios vengan dados por las decisiones de ellas, preparándolas para esas decisiones que les afectan, porque son ellas y solo ellas las que pueden garantizar que el cambio que él persigue se lleve a cabo. Ellas son sus trabajadoras, en el ecosistema organizacional que propone, la satisfacción de los participantes garantiza la operatividad de alto nivel, duradera, coordinada y dirigida hacia sus propios objetivos. Constituye su sistema relacional delimitándose también, desmarcándose de los otros sistemas de su entorno. Su arma y su herramienta es la comunicación a todos los niveles, la verbal: verso a verso, la no verbal: con el aliado aroma de las rosas en su mano. Él observa e interviene y lo hace asumiendo su responsabilidad; en este sentido, llega a conseguir una condición sine quae non para él: que no haya culpables. Con frecuencia señala lo que no se ve. Siembra el efecto multiplicador. Cuenta con el conocimiento, con la experiencia, con las herramientas, la flexibilidad interna medida con cuentagotas; él pone, propone e incluso impone la estructura de su savoir faire cuando percibe que los daños pueden ser importantes; ¡joder!, ¡Yeray las protege hasta de sí mismas!. Fritz Perls decía que las plantas no evitan su propio crecimiento, sólo los humanos lo hacemos. Para el crecimiento que él propone, la figura baila de fondo a forma, resalta en cada momento lo que quiere que sea resaltado, hace que los otros dos vértices del triángulo cierren un ojo para resituarse ante lo que él expresa. Es consciente, busca un ajuste creativo de las otras dos partes; plantea el modo de saber, el modo de escoger, el modo de actuar y lo hace con tal frescura que uno diría que no está haciendo nada. Parecería que se trata de un niño que con mirada directa y boca deslenguada y casual desvela, sin rubor ni vergüenza, los secretos más ocultos guardados por la familia de generación en degeneración. Yeray conforma el triangulo de mediador y facilitador en el proceso de comunicación; es el actor, el emprendedor de la red emocional que entreteje; es el visionario portador de la bandera que conjuga los dos lados del cerebro, en una combinación tal que es capaz de dominar lo emocional sin perder de vista lo competitivo. Sin inmutarse, pone el liderazgo, tal como lo conocemos, en crisis; él domina el arte de la contradicción, la maestría en la ambivalencia, aporta nuevos contextos que exijan nuevas conductas y que estas sean aprensibles y aprehendibles, encargándose de enseñar porque su mano amable te cocina las situaciones de manera que apetecen, que entran por los sentidos sin encontrar resistencia. Yeray tutor, en el mundo en el que vivimos todo puede ser y, curiosamente, 118 "puede ser" de muchas maneras aunque la suya prevalece. Manager idílico, malabarista que al mismo tiempo regula y des-regula, controla dando autonomía, da libertad y la acota, limita la contingencia y la aumenta abriendo su espita. La inteligencia emocional que desprende, la impresión de su capacidad de manejarse en la ambivalencia y en la contradicción hace de Yeray un personaje que convierte en conscientes a Ainara y Zoé de sus respectivas situaciones y, con toda naturalidad, les coloca en la necesidad de mover peón y ajustarse a ellas, acompañándolas como en igualdad de términos, como entrenador de nuevas prácticas. Posee la didáctica de sus acciones; él es capaz de situarse frente a Zoé y Ainara y redescubrir sus puntos fuertes y débiles, los retos y desafíos, objetivos conscientes e inconscientes propios del entorno del triángulo que él, y sólo él, ha formado. Propicia creatividad, motiva, quid recipitur ad modum recipientis recipitur, nadie puede escuchar cosas de las que no ha visto ni oído, ni leído, ni experimentado. Cuando lees a Yeray, te das cuenta de que él sí. El puede hacerlo. El lo hace. ¿Cómo? Es muy simple, haciéndolo, diría él... Suena una sirena, esa misma que enciende las alertas de la piel y hace que se ericen todos los vellos. La botella de Rioja se ha quedado tan vacía que da miedo pensar que estuvo llena. Argiloa arroja "La memoria de los triángulos" contra la pared, se levanta y arranca las hojas que acaba de escribir en su bloc de notas. Le angustia pensar que Yeray pudiera leer lo escrito, teme lo indecible que él la felicitara con la mejor de sus sonrisas y, al rato, fuera Zoé quien le contestara en, más o menos, estos términos: - No andas tan despistada, amiga mía... aún cuando tus propios paradigmas de género te ubican en ocasiones en conclusiones no acertadas. Aventas la lanza y sabes que dará, sino en el centro, sí muy cerca de él; abarcas lo inabarcable para que queden las menos piezas posibles fuera del tablero de lo que sientes, muy sinceramente, dominado desde tu muy certero, pero no exactamente perfecto, ojo crítico. ¡Lo sabes!, por eso odias al personaje Yeray, precisamente por ese deje de imperfección que te provoca no poder determinarlo con precisión y, a la vez, determinarte a tí misma, a tu forma comunicacional con el sexo opuesto. Necesitas que Yeray sea la cúspide del triángulo, lo pides a gritos con la misma necesidad que tienes de ser la mano que dirija tu propio triángulo amoroso; porque necesitas imperiosa e indisimuladamente, en círculos desesperados, encontrar nuevas formas de ser-te y de proyectar-te sin romper ese equilibrio que crees posee y piensas que presume Yeray. La negación es tu escudo ante lo evidente; lo detestas porque te fascina, porque ves en él tus propias batallas perdidas. Él es el espejo en el que te miras sin querer mirarte, es el abismo que te llama a dejarte ser y hacer con ternura por Nínfula sin que te sientas vulnerable; es, en resúmen, la excusa perfecta para no rendirse a ese amor que tanto temes. Sois, mi querida Argiloa, tan iguales y a la vez tan diferentes que te duele... te duele tanto que no te queda más remedio que odiarlo para salvarte a tí misma, aún sin saberlo... 119 XXVI INVITADOS EN CASA De la propia mano de Argiloa, Zoé ha abierto una brecha, ha lanzado un dardo envenenado que condicionará sus próximas horas. Mira el sofá y se le antoja que todos los personajes de "La memoria de los triángulos" han venido a visitarla... a comer pipas en su casa y tirarlas por el suelo... a dejarle la vida hecha unos zorros... a ir a la cocina y comerse todo lo que hay comestible en la nevera. Mentalmente cierra la puerta del baño y de su habitación; no desea que Zoé o Ainara prueben sus perfumes, ni que Yeray se le cuele entre las sábanas al primer descuido que tenga. Insatisfecha de su mini-tesis, quizás porque le gusta "ver" a los demás siempre que ello no implique "verse", decide que dará buena cuenta del helado que guarda para esas ocasiones en las que el cielo se le desploma sobre la cabeza. Pasan horas, sentada y sin moverse, no ha hecho nada más que comerse impaciencias y tratar de digerir que los personajes de la novela se han instalado en su casa, al parecer para siempre. Vagamente recuerda que Hernán existe y que es su pareja, que Nínfula le ha regalado una cocina de juguete y que se ha marchado lejos; ninguna de ambas cosas le importa demasiado, o quizás sí... pero no es el momento de averiguarlo... ni es oportuno, ni viene a cuento. Decide levantarse, se da cuenta de que su mano derecha está entumecida... la marca de su intensidad en la presión, sobre el mango de la cucharilla para el helado, ha dejado planchados sus dedos índice y corazón; no es lo único que se ha dormido, nota algo extraño y se pregunta qué es, aunque sabe que la respuesta le dejará perpleja. - ¿El cóccix sobrecargado?, puede ser, pero esto... ejem, no, como que no es eso, es... el chichi... ¿dormido?, pues sí, como cuando se duerme un pie, ¡igualito!. Recuerda con una sonrisa lo que la abuelita le enseñó: "una crucecita dibujada con saliva en la parte interior del muslo y en nada se despierta"... - ¡Señor!, ¡nunca es tarde para tener nuevas experiencias metafísicas! Opta por dejarlo descansar, tentada hasta con cantarle una nana, ¿para qué despertarlo si tampoco es que tenga trabajo alguno que hacer con él?; un momento más tarde se dirige al baño, abre el grifo del bidet y mientras se lava no puede menos que partirse de risa recordando el chiste: "hambre pasarás, pero lo que es sed..." En pocos minutos todo parece volver a estar de nuevo bajo un ponderado y modoso control. Es el momento de entablar ese monólogo eterno consigo misma, buscando aclararse, encontrar algo para ella en el baúl que guarda todos sus razonamientos... - Escucha lo que esto ha significado para ti, no interpretes, no huyas de ti Argiloa... - No ha podido ser de otra manera. Ahora entiendo algo mejor.... Se entiende, sin poder poner en palabras, en su lectura del libro; se da perfecta cuenta de su propio comportamiento con respecto a Hernán... incluso con respecto a la misma Ninfula... se da cuenta de qué manera ella misma ha seguido la estela de Yeray, como siente su versión y aversión concentrados, refle120 jados en las actitudes de los distintos personajes, en especial Yeray. Su propia transferencia en él, en ellas, llevada desde y hacia su propia vida personal. Su implicatio con la novela en toda la extensión de su significado en latín, enlace, enlazamiento, encadenamiento, embrollo, confusión... - ¿Qué más implicación, envolvimiento, entrelazado y vinculación que la tuya con esta historia de triángulos? Se esfuerza por captar el marco de referencia interno de ellas, de Ainara, de Zoé, no lo consigue sin caer de nuevo en la interpretación... - Ainara ...casa, Ainara domus, oikos, no lo tengo muy claro pero... y ¿Zoé? - Zoé... tu antípoda femenina, piensa en la interdependencia de los contrarios, entre tú y yo...creo que ella representa la parte de ti con la que adorarías reconciliarte... - ¿Con Zoé la dulce?, ¿la que escapa por azoteas mientras el viento arrecia?, ¡anda yaaa!, ¡no me jorobes!. Zoé , el pajarito aterido, ¿con esa postura de gatita mimosa, como si mirara de abajo arriba, como si estuviese a punto de estallar contra el parabrisas?. ¿La Zoé a quién nadie parece haber enseñado a sacar y pulir las garras?. Esa Zoé y sus culpas, huidora de su realidad de mano de un Yeray que le garantiza un pedacito de pan para su hambre de alma. Una Zoé todo sensibilidad de paloma ronrroneando acurrucada, la dulzura anhelante, ¿todo lo bueno, todo lo suave, todo lo maternal?. Zoé... ¿Afrodita? - Pues si... - ¡Por el amor de Dios y de todos los quemados en hogueras!. Pero si todos sus "amor" se clavan dentro y lo único que producen es un dulzón rechazo visceral, si parecen de culebrón... ¡no me jodas!, además no olvides que las palomas son una verdadera plaga en las ciudades, muy romántica la imagen, pero la realidad lleva consigo el excremento y el deterioro incluido. - ... - ¿Y que hay con su amoroso comportamiento hacia Nurivan? Dónde está el "amor" con hechos, ¿dónde?, ¿no se trata más bien del egoísmo de no querer soltar la magra?. No, Zoé,mira... a mi no me engañas... no se trata de seguridad, de no romper la armonía... se trata de saber que Yeray jamás dejará a Ainara por nadie. ¿Me vas a decir, Zoé, que no sabes que antes de dejarla a Ella os dejará a las dos? - No hables con Zoé... no la hagas cabeza de turco... sabes que él llegó un día igual que haces tú, Argiloa, como avisando con irse... - Me río yo del amor y de las debilidades, hay que ser muy, muy fuerte para vivir una situación así, o tener un estómago muy resistente. - ¿Qué hay en ti que a mí no me gusta de mí?, no te desvíes Argi, céntrate en esto respecto a cada personaje, búscate en ellos... Recuerda a Gabriel Marcel: "esse est coesse", ser incluye el ser con.. - ¿Lo que me faltaba p'al euro, ¿me vienes ahora con filosofía existencialista ? Vale que seamos géminis... vale que parezcamos siamesas... pero, ¿no nos estaremos pasando tres pueblos chatina? - Recuerda Argi, todos los personajes tienen algo en común, "son con". Tú no. "Ser con", Argi, "ser con"... Nadie habla del tiempo que ese "ser con" deba durar, ni de las condiciones, ni de contratos; no, ¡no es eso!. Si fuéramos capaces de 121 experimentar esa sensación durante una milésima de segundo sería suficiente para que nuestra vida hubiera tenido sentido. Para sentirnos acompañados internamente de por vida. - ¿Qué ocurrió con Nínfula? - Dímelo tú, que eres tan guapa y tan lista. - Sabes que dejó caer la preposición "con", desmarcándose de ti con sus planes para ti; se desmarcó por lo que creyó que era su derecho a "su" fantasía, a "su" deseo, a "su" propia independencia de ti... me refiero a la noche anterior al día en el que te despertaste y la encontraste bailando sola su loca danza de las zapatillas rojas.... Nínfula, con su aparente laissez faire, te dejó esa mañana con la cara de tonta, te colgó la preposición... - La realidad se impone muchas veces a mi ingenuidad en mis hipótesis... Es curioso observar la circularidad en las acciones, tú también tienes una decisión que tomar, en realidad lo que llevas buscando todo este tiempo es tomar "esa" decisión. La desconoces y a la vez sabes cual es; y no te vale cualquiera, ¡no!. Para hacer lo que ha hecho Yeray necesitas confirmar, asegurarte antes, de que las dos personas que conforman tu propio triángulo en algún momento te han querido... en ello andas, solo que al contrario... - ¿Al contrario?, ¡sí!, Yeray se va a la primera señal de que ya no se mantiene su equilibrio... ya no es el fiel, el centro de la balanza; Ainara se desmarca de él y Yeray corre a soñar con Zoé, es la primera vez que estando con una la otra entra en ese terreno acotado hasta ahora.. Hasta ahora había sido juego cerrado con llave y candado, Ainara ha roto la norma... - En tu caso... es lo contrario. Tú, Argiloa, llevas media vida de desequilibrio en la balanza, esperando desesperadamente que el barba azul de Hernán ponga las pesas necesarias en su plato... esperando por un día, por un solo momento para poder decir adiós desde la justicia de la proporción. ¡Necesitas que se dé a la mujer del Cesar lo que es de la mujer del Cesar!, ¡no lo niegues!. - ... - Y te ocurre algo similar con Ninfula... - ¿Con Nínfula? - Sí, no has querido ni siquiera levantar el teléfono para hablar con ella, todavía sientes rencor porque te fuera infiel contigo misma sin tu permiso.. De pronto, la radio le sobresalta con la canción de uno de los capítulos de la novela: "...Lo que me digas, de memoria me lo sé... te lo perdiste, ojalá te vaya bien, yo me voy por donde vine, se que no me perderé, abandonado..., un exiliado... de tu boca, de tus manos, de tu corazón... sin rumbo fijo..., voy de la mano... de mis sueños vagabundos y me importa poco, que me diga el mundo, el abandonao..." - ¿Escuchas?, es la canción del capítulo de las tres cadenas, he leído sobre tres cadenas, ¿dónde estaban? - Argiloa, ¿no te das cuenta?. Es curioso como escuchamos lo que queremos escuchar; seleccionamos del discurso, de la canción, de entre todas las palabras que se nos dirigen, aquellas partes que se nos resaltan, que nos resultan interesantes por encontrarles sentido, por evitarnos el dolor de escuchar otras... por querer contarnos la película con el guión que nos deje tranquilos. Es curioso como nos 122 agarramos a una canción, al vuelo de una mosca, a cualquier cosa que desvíe nuestra atención cuando hay daño, cuando tocamos tema... haré como que no nos damos cuenta. - Vamos a cerrar nuestro círculo personal con un broche diferente al que hemos estado encadenadas todo este tiempo. ¡Vamos!, ¡no tenemos mucho tiempo más que perder!, vamos a descubrir lo que resta de nuestras tres cadenas. ¿Te parece? - Vale... Son las siete, tiene a penas tres cuartos de hora para maquillarse, vestirse y dirigirse a la presentación de un libro en el centro. Se sumerge en el cuarto de baño, cantando, como si con ella no fuera la cosa y le divirtiera todo lo que la ha hecho sufrir hasta hace unos momentos... Sabe que los personajes de "La memoria de los triángulos" siguen en el sofá, comiendo pipas y tirando las cáscaras en el suelo; decide que, si al regresar no se han ido, se unirá a ellos. Por muy curioso que pueda parecer, no suena nada mal eso de ser parte de una novela... XXVII ESPERANDO A CALCAS - ¡Hola! - Hola Nin, ¡qué sorpresa! ¡No me lo puedo creer! no esperaba encontrarte aquí. - Pues, mujer, no sé qué tiene de raro... en un contexto similar nos conocimos ¿no? - Tienes razón, pero no esperaba verte en esta presentación en concreto - Pues, ¿la verdad?, leí en el periódico que acudiría J. Calcas y me pareció un guiño del destino, el sitio adecuado para volver a coincidir contigo. No te he querido llamar, en realidad he puesto kilómetros por medio, he levantado el teléfono mil veces y no he llegado a poder marcar más allá de los cuatro primeros números... me he dedicado a recolocarme... no sé, me dio la sensación de que querías un tiempo para ti, menudo chaparrón el de aquel día... Pero bueno... ¿cómo estás? - Si... un bochorno de mucho cuidado... mejor... menos agobiada... ¿Quién de todos es Calcas?, ¿le ves?, ¿nos sentamos juntas? - Por mi encantada. Argiloa se sienta a sentirse, percibe cada respiración de Ninfula, cada movimiento, abrazada a su bolso en su regazo parece una niña que no quiere que le quiten su juguete preferido, más todavía, su baúl de los recuerdos. Oye hablar por turnos a toda una mesa mientras se duda en qué hacer después de la presentación. No se siente preparada para retomar en el punto previo a su explosión en el cementerio, no sabe dónde situar a Ninfula, ¡han pasado tantas cosas en este tiempo¡ recuerda su sensación cálida al abrir la puerta y recibir tres rosas blancas, su cara de decepción al ver escrito en la tarjeta que ella no era su destinataria, el recordatorio floral diario de su desamparo, curioso... el envío de rosas había cesado un par de días atrás, rememora su maraña de sentimientos y pen123 samientos, el centrifugar de sus tripas, su vértigo, la burla entre sus manos hecha cocinita de juguete y esa añoranza profunda de sus momentos especiales con Nin. Decide centrarse en el acto y dejar las decisiones de un lado, da la razón a Antonio Gala cuando dice que si no se avanza recordando se tropieza, espera internamente cruzando sus dedos que las decisiones se decidan por sí mismas repitiendose el clásico: "no estés antes de estar, Argiloa... no en vano dices saber que la vida es lo que ocurre cuando uno está haciendo otros planes". El acto se estira y estira con pereza, se percibe claramente que a algunos ponentes les pone el minuto de foco y gloria, sonríe internamente mientras escucha lo que parece ser el penúltimo broche definitivo del encuentro. El escritor ha enviado sus excusas, no ha podido acudir, se pregunta si ha sido un reclamo de los organizadores, un invento para atraer más gente a la presentación. La decepción hace su entrada por la puerta grande mientras por chiqueros se da cuenta de que crece su curiosidad con respecto al personaje, ya casi mito para ella. - Así que no ha podido venir... - Eso parece Nin, me hubiera gustado conocerle, tengo alguna que otra pregunta para él, aunque confieso que probablemente me quedaría de pie petrificada y sería incapaz de abrir la boca con un mínimo de coherencia, no se qué me ocurre en esos momentos, me apatunflo de pies a cabeza, recuerda nuestro encuentro, tú toda digna parapetada tras la mesa y el micrófono y yo con cara de lerda diciendo no sé qué... - Yo no tuve esa sensación, me pareciste hasta enigmática, el poder de los silencios entre el pan y pan de la palabra es grande, yo te interpreté como eres para mí, diferente, eso en un mundo en el que lo repetido y lo poco original abunda tanto, es de agradecer - En este caso es distinto, ¿cómo miras a alguien cuya mente ha creado un guión que estás siguiendo? ¿Cómo explicar lo que se mueve por dentro con cada página con cada capítulo? ¡Dios! Necesito tantas respuestas - Tú y tu manía de dar explicaciones que no se te piden, mujer, es más sencillo que todo eso ¿no? Un "me gusta tu libro" bastaría... - Se me queda corto. No es eso lo que quisiera decirle... - ¿Qué le dirías? - Como en "My family", la película, ¿la has visto? - No... - Pues le diría: "yo sé de ti", o quizás no... igual un "tú sabes de mí" sería más apropiado... sí, mejor la segunda frase, es menos prepotente... No sé qué le diría, la verdad, creo que me alegro de que no haya venido, quizá en la próxima ocasión lo tenga más claro... - Bien, parece que habrá que esperar esa siguiente oportunidad... ¿qué vas a hacer ahora? te apetece que tomemos un café, un cine, me da hasta cosa preguntarte pero no sé si procede un ¿quieres que subamos a casa? - ¿Qué quieres hacer tú? - Cualquier plan en el que tu estés me encaja bien... La tarde parece estar de buen humor, como si la nube que pende sobre sus cabezas dijera hoy no lluevo, Argiloa se siente aliviada al recibir su respuesta, se esfuerza en hacer como si no hubiera pasado nada, al menos lo intenta, 124 nota que el peso por dentro no se aligera, tantas preguntas algunas ya convertidas en aseveraciones en el bombo... bola uno: ¿desde cuando sabes que estoy casada?, dos: ¿desde cuando conoces a mi marido?, tercera: ¿lo conoces bíblicamente hablando; cuarta: ¿estás jugando conmigo?, ¿con nosotros?; sabe que no sabe, se siente conejillo de indias, se siente atrapada en un tejemaneje, como oveja entre los pinchos de alambrada, como mariquita en tela de araña. No confía y a la vez la intriga hace de motor para su respuesta. - ¡Mira que eres zalamera, maja!. Venga... vamos a tomar un algo, ¿te parece? - De acuerdo. Se caminan en paralelo, se escucha el taconeo firme, los pechos cabalgando entre los escotes de sus blusas, los latidos desacompasados, cada una a su aire, una bolso en el hombro, otra bolso en mano, pintadas dos sonrisas, una color carne otra color burdeos, ambas como con prisa por llegar a alguna parte, por caminar zapatos sin que cada guijarro se clave en sus plantas, ambas con la mirada tornasol puesta en un objetivo, ambas con su historia personal ahora a cuestas, ahora a rastras. Con el intento de originalidad común al resto del mundo. Tan iguales y tan distintas. Tan cercanas como distantes. Tan llenas como vacías. El silencio corta de vez en cuando la conversación de sus pensamientos, para cuando atraviesan la puerta de ese bar ambas parecen dar bocanadas de alivio. - Temía que no quisieras volver a verme..., lo que es peor, temí no querer volver a verte... - Yo también he temido ambas situaciones, y no me puedo permitir estar en guerra contigo Nin, al menos no ahora. - ¿Has tocado el libro en este tiempo? - Si te soy sincera, lo primero que hice al llegar a casa fue tirarlo encima de un armario... volví a él con los días, con aproximación meticulosamente gradual, el capítulo de Yeray y Ainara me estaba esperando, el de la separación, ya sabes, recuerdo que nuestra conversación en tu casa cuando me fui era sobre ese asunto ya sabes que en ese momento me hizo mucha gracia - ¿Y? ¡Parece como si te cabrearas con el libro! - ¡Joé!, tienes razón, con el libro o con el autor, hay momentos en los que una se siente medio marioneta, ¡coño! o este hombre, el Calcas de marras, es adivino o está condicionando tanto lo que me ocurre que una está tentada en ir a la última página para leer su propio final. Mira que eso en mí es extraño, me he tenido que agarrar por los pelos para no autochafarme la historia, siempre he odiado ir al cine y que la persona que se sienta al lado me cuente el final de la película, en este caso es como si él supiera ya lo que me va a ocurrir, y tengo la superstición de que si lo hago, si lo leo, yo misma condicionaré mi historia a favor o en contra aunque sea sólo por llevarle la contraria, ¡me desquicia pensar que hasta eso lo tiene contemplado! - !Santa Telésfora del camino empinado!. Pero mujer... estoy segura de que si se lo cuentas al pobre hombre le da un mal... Argi, no me has llamado en todo este tiempo. - No. - ¿Llegaste al menos a marcar mi número? 125 - No, no lo hice Nin. - ¿Dónde estamos ahora Argi? - No sé dónde estás tú, te juro que no lo sé, ni echándome un vistazo a fondo me encuentro situada respecto a ti, por lo tanto deduzco que estamos en el epicentro del desconcierto. - ¿Y qué se supone que debo hacer ahora? - Esa es la misma pregunta que llevo haciéndome en todo este tiempo. - ¿Y te la has contestado? - Me digo algo que leí en algún lugar... haz lo que quieras, siempre y cuando sepas lo que quieres y lo que haces... - Jodido ¿eh? - Jodido, jodido... Las sombras en la pared siguen su conversación... sus miradas con tanto por decirse como miedo de hacerlo se pierden entre el tráfico al otro lado de la cristalera. Una mosca aburrida, pasea su zumbido y sus alas verdes entre los bordes de sus vasos, mientras el camarero repasa con un trapo blanco la vajilla humeante y de reojo las casi inmóviles agujas el reloj... XXVIII LA MAGIA DEL LIMON Y LA AVELLANA HELADOS Como si de un caso de redoble de personalidad se tratara, la Argiloa que baja a tierra por las mismas escaleras que le habían llevado a esperar a Calcas, retoma el primer plano que, intencionada o casualmente, se ha estado cocinando en privado durante todo este tiempo. Sabe que ese rechazo sin sentido viene de lejos, que la llevó a la presentación del libro de Nin y la fue fortificando en los monodiálogos con ella; lo demás ya fue una consecuencia lógica, que se iba reforzando a través de sus escritos esporádicos, guiada por su propia memoria junto a la de los triángulos. Argiloa se ha mantenido a la espera y al acecho en ocasiones, soportando el rollo de la, supuestamente bienintencionada, otra durante tiempos inmemoriales. Ahora es, por decirlo de alguna forma, la que sabe de ella y sabe tanto que aprendió a esperar pacientemente o, ¿por qué no admitirlo abiertamente?, a dejar que la otra vaya entendiendo lo inútil de su comportamiento. Toma cuerpo una imagen diferente; ¡basta de soportares inútiles!, ¡basta de hacer parecer!. es el momento justo de saltar los últimos peldaños de la escalera y, con frescura recién desembalada, detenerse ante el espejo. Contemplar... contemplarse, nunca sabrá si con lágrimas secas o con sonrisas húmedas, en una visión de maquillaje suave que se une al tono claro de su nuev look peluquero para suavizar sus facciones; cierra los ojos, el oscuro pelo entremezclado con el rubio no engaña y eso le agrada porque no pretende ir de lo que no es, simplemente le gusta la mezcla de mechones oscuros y platino. El sol en sus ojos da un tono de avellana profundo... la imagen no es... ¿rara?; ¡no!, es algo más... es la de alguien que se vive diferente... es la rubia de tinte quién hoy propone a la morena natural una visión absolutamente nueva. 126 Se sonríe, horizontal y verticalmente, mientras sus tacones torturan adoquines de aceras perplejas; no puede evitar la imagen de esas piedras recorriendo, en una visión fugaz pero suficiente, con la mirada sus piernas hasta llegar a adivinar que lleva bragas blancas bajo la falda negra... nadie lo dice, pero los adoquines son mirones por naturaleza. Baja el ritmo de sus pasos, la vida de las rubias es una vida distinta... por las miradas de algunos con los que se cruza entiende que, hasta ahora, se ha perdido la mitad de la tarta; justo esa mitad en la que está la nata y las fresas... Elige una terraza en la plaza, se le antoja un lugar cálido y adecuado para sentarse y cruzar las piernas, mientras "La memoria de los triángulos" y todos sus fantasmas quedan sobre la mesa. - ¿La atienden, señorita? - A veces me atienden... y otras ni me hacen caso... ¿Puede traerme la carta de helados por favor? - Avec plaisir... aquí la tiene... - Tomaré un cucurucho mixto de... avellana y limón, por favor. - ¿Me permite que le sugiera el carte d'or? - Le permito y acepto Abre "La memoria de los triángulos" y busca un capítulo determinado de Ainara y Yeray, lo ha leído varias veces pero da igual. Lo encuentra sin esfuerzo, no necesita casi ni leerlo para que se desate ese maldito diálogo interior al que le resulta imposible sustraerse... Sin ti, no creo..., ¡pedazo de título!. Sin ti no creo, "coma" impertinente y final de femme fatale con puntos suspensivos incluidos; ¿no crees qué, Yeray?, ¿es una negación de la fe o es algo más?, ¿qué te hace falta para que creas?, ¿necesitas una "hipote-musa" para volverte creyente sin la más mínima duda?. ¿Y que me dices del "sin ti dudo de qué pudiera"?, ¡ja!, ¡ese es el Yeray auténtico!, ¡es él sin duda alguna!... los puntos suspensivos le subrayan, los espacios entre los tres puntos son su reino. De nuevo un triángulo esta vez dibujado con tres sencillos puntos suspensivos... uno, el primero, de suspense... el siguiente, de suspender o de no llegar al cinco ni mucho menos a la perfección de su listón... el tercero cierra la figura y deja la amargamente dulce sensación de "sus-pender" de un hilo. ¡Si!, ese es Yeray, ¡ese es él!. - Su helado, señorita... - Gracias, muy amable. El señorita vuelve a llegar hasta Argiloa como el primer lametón al helado: cremoso y refrescante; no es extraño que responda con su mejor sonrisa de gratitud y que añada, a la cuenta, una generosa propina. El camarero se retira zigzagueando entre las mesas y se detiene unos metros más allá; la sensación de sentirse escudriñada, centímetro a centímetro, le resulta tan agradable que entreabre descuidadamente sus rodillas... hay un deseo morboso y a la vez cándido de que los ojos del camarero, como si por un momento fueran las yemas de dedos suaves, resbalen por el interior de sus muslos y lleguen a rozarle el monte de venus que, ella sabe, se adivina y se marca... No utiliza la cucharilla de plástico, prefiere que su lengua resbale por aquel glande helado... sentir la textura en sus papilas gustativas y notar como 127 llega a su garganta esa cremosa mezcla que la refresca y la sacia... cerrar los ojos y notar como va moldeándolo a su antojo, percibir como se derrite y finos regueros líquidos bajan por el cucurucho hasta la mano cerrada que lo agarra. El chirriar de los neumáticos de un coche convierte en mil pedazos su fantasía de limón y avellana; sin soltar el helado, limpia su mano con una servilleta de papel y se ruboriza al darse cuenta de que no ha llovido pero está empapada. Para disimular su turbación, levanta la cabeza del libro y la dirige, mirando sin interés, hacia el fondo de la plaza con el quiosco de música en su centro. Repasa mentalmente las partes de el capítulo que se le han quedado colgando; son frases sueltas como: "mi misión es conseguir que Atzin se acompañe de una persona que la merezca; si te soy sincero, que mi hija domine la situación me parece perfecto...". La prepotencia en la frase la hace alucinar, ¿su misión?, ¿conseguir que ella se acompañe de una persona que la merezca?; ¡increíble!, ¿y ella?, ¿donde queda el respeto del padre y la confianza en la capacidad de elección de su hija?, ¿dónde queda ella y el riesgo, ella y sus decisiones, su derecho a errar?. ¡Este es un "hiper-megalomaníaco" talla XXL!. Argiloa se piensa en una situación semejante, mi misión sería... acompañar a mi hija, a mi hijo en las elecciones que tomen, algo así. Continúa, el razonamiento que él da para que su hija mantenga relaciones en su propia casa es aparentemente perfecto, la fantasía de lo que va a ocurrir es eso simplemente, una fantasía, ¿y si al maromo acompañante de hija no sólo no se le baja el aparatito por estar en su casa sino que le pone más contento todavía?, ¿cepillarse a la chavalita sin estrenar en su propia cama, con la mirada testigo de las muñecas que le han acompañado desde niña, apartando el osito de peluche al tumbarse sobre ella?. Toma dósis de morbo para todos esos amantes del fui el primero en tirármela, esos que se ponen escuchando el "lo mejor de tu vida me lo he llevado yo" de Julio Iglesias. El argumento de Yeray se le vuelve a antojar controlador e incluso algo inocente. Su intención hacia su hija es positiva, en el relato del estar antes de estar se pasa de listo o, desde perspectivas más generosas, deja sin contemplar otros millones de situaciones posibles. Acompañar, acompañar, no determinar pretendiendo controlar los inconvenientes de las situaciones más íntimas. Vale que le hables de tus miedos, vale que pongas a un hijo o a una hija en antecedentes... pero, ¿organizarle como un operador turístico su primera vez?. ¡Por favor!. Según se habla se pregunta dónde y de qué manera está planeada la primera vez de su hijo, del varón. No lo lee por ninguna parte. Habrá que suponer que en la casa de una "ella" donde, en su primera vez, se le baje el aparato pensando en que los padres están al corriente y en la habitación de al lado... ¿es ese el estreno que sueña para su hijo?. Nota que algo húmedo le cae sobre la rodilla, es una aparatosa gota de helado; el camarero le ofrece una toallita húmeda. - Gracias, ¡se me ha ido el santo al cielo! - Es mi obligación, señorita... ¡Ah!, debe ser interesante el libro que está leyendo, es el octavo ejemplar que veo entre las manos o apoyado en la mesa de clientes en estos días... - Lo es... lo es, pero sólo se lo recomiendo si está usted muy seguro de sí mismo... gracias por la toallita... ¿me puede traer un vasito de agua? 128 - ¿De que trata el libro, Señorita? El miedo a que el bueno del camarero se sentara y le contara su personal y trágico novelón le devolvió a la realidad - Verá, es difícil de explicar y, sin pretender molestarle, prefiero que me traiga el vaso de agua... - Claro, señorita... usted perdone mi atrevimiento... Se queda sola y respira aliviada; en realidad lo que le apetece es seguir ensimismada en sus pensamientos, aunque reconoce que empieza a no sentirse cómoda en aquella terraza. Abre de nuevo el libro, el mohín que se dibuja en su cara traduce al exterior su monólogo silencioso: "imposible no relacionar a los protagonistas de la novela". Lee el capítulo de las rosas y su mente le lleva a imaginar que la amiga con la que Ainara ha quedado esa tarde, en sus cuarenta y con hijos ya mayorcitos es la mismísima Zoé; no sería de extrañar, personas con similar sensibilidad, gusto y características, tienden a entablar relación... incluso ve la mano negra de Yeray presentándolas, saboreando el poder del momento, y se lo imagina después, retirado, apoyado en una barra con una copa entre las manos, observando como sus dos mujeres del alma hablan animadamente sin saber la una de la otra... oliendo ambas a él, habiendo dejado atrás las dos camas satisfechas, todavía templadas. Si, con Yeray es todo tan posible... se lo imagina susurrando un día, en un momento de intimidad, en uno o incluso ambos oídos: "tu ya la conoces..." Y Argiloa avanza en los capítulos ávida, casi ansiosa... hojas que van y vuelven hasta encontrar la secuencia dialogada en la que Yeray le dice a Ainara: "-Abstráete e imagina a tres personas en un espacio plano... te pones a cierta distancia, trazas una línea imaginaria que las una y tienes un triángulo... un triángulo inscrito en un círculo, vicioso o virtuoso es lo de menos, que las hace ser una realidad separada de todo lo demás... - Si... - Te aproximas... escoges a una de ellas y te inventas un mundo de relaciones con las otras dos. Con la mera elección de aquel en quien concentras tu microscopio, acabas de decidir una gran parte de la trama. Alguien de ese triángulo inscrito en el dichoso círculo de relaciones puede no ir más allá de la primera parte de la frase... esa en la que tú te has quedado: "sin ti no puedo vivir"" Bebe el agua y se levanta, se siente incómodamente observada por el libro, amén de por el camarero, y no le gusta ser la tercera ni en plato, ni en discordia, ni en cliente con libro. ¿Puede estar Ainara tan ciega, tan sorda, confiada o enamorada como para no darse cuenta de la trama de Yeray?; sin duda, si... o no... ¿Quiénes son los otros lectores a los que ha hecho referencia el camarero?, ¿cómo están viviendo estas mismas páginas?; ¿sería Nin alguno de ellos?, ¿podría ser otro el mismo Hernán?... ambos suelen frecuentar esta terraza... Viéndola, podría asegurarse que "se camina", más que encaminarse, lentamente hacia casa, recordando su imagen de reojo cada vez que pasa delante de un escaparate; una imagen de si mismo que le dice al oído: habla menos y haz 129 más... observa, escucha que no en vano tienes dos oídos y sólo una boca... sabes que la inteligencia racional no sirve por sí sola, recuerda la actitud de Nin, la del mismo Hernán, la de tantos otros titulados cum laude y con laureles, profesores eméritos con masters y doctorados hasta las orejas que, la mayoría de tus "siempre", pasan como tantas otras cosas: a un segundo plano. Argi... de ahora en adelante es la hora de dar y recibir hablando en clave de inteligencia emocional... en clave de... Argi, ¿dónde has leído algo sobre ello?. Lo ha leído en el libro que mediatiza su vida: "La cúspide es la clave; quien se coloque en ella dominará el juego... conseguirá que la pirámide se convierta en triángulo y ganará. Y una vez que el círculo virtuoso esté completo, con su triángulo inscrito sobre la mesa, ya sólo será una cuestión de memoria... y la memoria es la expresión más egoísta que conozco del ser humano... o eso espero..." Sin darse cuenta, llega a su portal y busca, mirando al techo, las llaves en el fondo del bolso... como si fuera a sacar una bola de una bolsa para una rifa. No, esta vez no cruza los dedos para que no esté Hernán; aunque estuviera, es ella la que sube decidida y sin dolerle prendas sabiendo que, pase lo que pase, para él no va a estar. Recuerda Argiloa, recuerda: "es lógico que para ti sea todo tan abstracto... y para mi tan concreto... " XXIX EL CORSÉ DE FRIDA Se aburre, que no es lo mismo que estar aburrida. Nínfula está cansada de que "La memoria de los triángulos" le persiga allí donde vaya; ahora mismo, en la cocina y mientras busca el punto de nieve a aquella clara de huevo, ve formas triangulares por doquier... da igual donde dirija la vista, están allí y acechan sin descanso con una perversa sonrisa. Arroja el recipiente al suelo y, sin poder evitarlo, le grita al horno que aún no está encendido: ¡ya me cansa que Argiloa lo saque a relucir siempre!, ¡ni que fuera la Biblia que llevan siempre bajo el brazo los devotos y los arrepentidos!. No se relaja de modo alguno, ni mordisqueando un apio ni pateando la puerta con saña y entre delirios. - ¿Qué coño quieres, Argiloa?, ¿no te das cuenta de que puedo olvidarte con la misma facilidad con la que te he hecho mía?. Busca el libro y lo encuentra, como escondido, debajo de una silla; le habla como si en vez de hojas encuadernadas fuera todo oídos. - Mira... al principio te leía con la perseverancia de un estudiante ambicioso de saber. ¡Si!, tomaba notas de palabras suprimibles... de erratas... resumía ideas expuestas y otras que tú me sugerías... Al cabo de una par de semanas no sabría decirte si me tenías enganchada o si, la revisión a que te sometía, no era más que un castigo que me autoinfligía... ¡Nunca me engañaste!, ¡ni tu ni la veleidosa de Argiloa!; siempre supe que no os miraba a ninguno de vosotros... ¡sois tan poco interesantes que sería un insulto para mi inteligencia perder mirandoos un pre130 cioso tiempo de mi vida!... lo que estaba haciendo era realizar un estudio propio, íntimo y hasta creí que enriquecedor... Y, ¡mira por donde!, me satisfacía el ego; al menos hasta que el destino quiso que un buen día aceptase visitar la casa museo de Frida Kalo... Deja a un lado el libro para buscar un cigarrillo, pero sigue hablando como si hubiese una audiencia ansiosa por escucharla... - Hacía calor en la ciudad... trataba de no bloquearme demasiado ante la cháchara del amigo que me había acercado al lugar... deseaba perderme en los amarillos, en los azules o en los verdes, de la loza casera... en los cientos de óleos sobre plancha metálica o, ¿por qué no?, en la monótona explicación de las anodinas guías. Allí, en medio de todos, ignorada pero no perdida... disfrutando de que algún despistado turista-admirador o estudioso rozara el invisible rayo láser de la alarma y, de inmediato, se disparara una tonadilla que sobresaltaba a los que se arrastraban, casi durmientes y también casi dormidos, por las maravillas de aquellas paredes. Y así, enjugándome el sudor con un pañuelito de batista con encajes tan a tono, ¡Dios!, con ese marco tan siglo XIX... sí, podría depositarlo sobre la silla de ruedas y nadie advertiría que lo había comprado hace apenas unos días para regalárselo a... El nombre de Argiloa le quema en los labios pero no lo pronuncia, hace un ademán con la mano como retirándoselo de la vista y continúa... - Fue ese cuadro donde se clona Frida, la que me devolvió tu imagen casi perdida; ese cuadro... con sus alusiones al corazón y al sexo... al amor creciente, siempre por su marido... a su bisexualidad... el ver, sobre una cama, el corsé pintado que mantenía erguida la espalda de la pintora... ¡Todo!, ¡absolutamente todo me llevaba hacía donde no quería ir!... Frida, la que sólo se rindió ante el amor perdido... pero el amor no se pierde, esta en nosotros o no existe, sólo cambia el objeto o la persona amada y en algunos perdura a través de las décadas; como en Zoé... como en Frida... Se da cuenta de que ha mencionado a Zoé; de que, una vez más e instintivamente, ha invocado al libro y lo ha llevado a su realidad más íntima. - Quizás el amor sea algo femenino que no compartimos más que entre nosotras. El resto posiblemente sea pasión, antojo... El amor como lazo de género, ¡me gusta la idea!. Nosotras, las hembras, estamos muy dotadas para el amor y no sólo para el sexo, aunque éste sea una forma de comunicarnos, de intentar ofrecer ese don... ¡Estoy loca!, ¡más loca que Frida y sus estrechas camas individuales y sus espejos en el dosel para autorretratarse!; ella se amaba... ella amaba y veía la espalda del amor, con su torso encorsetado por las costumbres sociales... Yo, simplemente me contemplo en cada espejo, inclinando el busto y alzando la cabeza, mientras la alarma estalla y suena y suena... Busco tanto mi otro yo que, aún sin desearlo, termino encontrándolo en cada "tú" que se me acerca... Aquella noche, la poetisa y la mujer deja paso a Guillermo Cir Valdemar; necesita escribir una larga carta: "Estimado, o más bien querido, Hernán: Supongo que habrás recibido mi tributo a tu inestimable inteligencia, al estímulo que suponen tus ensayos para mi. Las rosas son la perfección estética y olorosa y por ello un presente que no debería 131 ser entregado más que aquellos que se lo ganan con la belleza de su mente y su persona. En un principio pensé enviarte parte de mi producción, pero es algo tan poco válido para la belleza de tus análisis sobre la condición femenina, que he optado por enviarte un ejemplar de La memoria de los triángulos, que llego a mis manos, casualmente, durante la presentación del último libro de la poetisa Victoria Russo. Digo casualmente, y doy gracias por esa casualidad, que me permitió conocer a tu encantadora esposa y hacerle llegar, para que te lo repitiera, mi admiración hacia tu obra, que ha sido fuente de inspiración y documentación para mi. Por cierto, como veras, el libro está marcado y al final hay unas cuartillas con el ensayo que sobre el mismo he escrito y que esta pendiente de publicación porque deseaba que tu lo leyeses antes que nadie, ya que te cito como fuente bibliográfica. A la espera de tus noticias, un varonil abrazo. Guillermo C. Valdemar" Ninfula reaparece inmediatamente después de terminar la misiva, para guardarla en el interior del ejemplar de la novela de los triángulos que había subrayado minuciosamente y que, también, contenía el primer borrador del ensayo que pensaba escribir; sacó un sobre grande de su ecritorio, empaquetó el libro junto a una tarjeta con su sola firma, introducida en una biografía de Frida Kalo, y al pañuelo de encaje aún húmedo. Escribió el nombre y dirección de Argiloa y pidió por teléfono que recogieran el envío urgente. Abrió las cortinas y abarco todo el horizonte que pudo con sus pupilas... - Y ahora, Argiloa... ¿qué harás?. La dichosa "memoria de los triángulos" no creo que te sirva... XXX UNO DE ESOS MOMENTOS "G" La vida trae situaciones concretas, ocasiones constantes de reflejo en las que actualizar la base interna de datos, con las que poder calibrar filias y fobias. Sólo hace falta ponerse a tiro. Si uno tiene los melones para hacerlo, no hay otro camino que aquel que te dirige hacia delante. Argiloa duerme, sin embargo sabe que son las seis menos diez porque su mirada se lanza al reloj antes de descolgar el supletorio sobre su mesilla. - Buenos días. Llamo del Hospital de la Cruz. Tenemos ingresado a un paciente... - ¿Hernán?. ¿Qué ha ocurrido? - No estoy autorizado para dar esa información por teléfono. Será mejor que se pase cuanto antes a hablar con los médicos. Pregunte por el Doctor Osinaga, está de guardia y él es quién lleva su caso. Para sucesivas ocasiones el horario de UCI es de ocho a diez , las entrevistas informativas a la familia de diez a once... 132 - Voy para allá. Gracias por su llamada. Cuelga el teléfono y en cosa de diez minutos está duchada, maquillada y vestida para la circunstancia. La blusa blanca abre su solapa doble sobre el traje sastre, zapato plano, bolso bandolera. ¿Cuantas veces ha temido y esperado una llamada así?, muchas... demasiadas... Agarra el manojo de llaves, los escasos tres minutos que el ascensor se toma para bajarla al garaje se le antojan eternos; escucha mil ruidos internos, parece que el motor de su licuadora de sentimientos se hubiese puesto frenético. No ha sido capaz de preguntar si está vivo o muerto; deduce que vivo y jodido si está en UCI, saltan las rebanadas en el tostador de la culpa... Lástima: "¿qué hemos estado haciendo?"; revancha: "tú te lo has buscado Hernán, te lo has trabajado tú solito"... compasión: "bastante desgracia tienes". Llega, aterriza sin tren de aterrizaje y con las ruedas pinchadas. El médico que la atiende se esfuerza pero ella sólo palabras sueltas, conexas... - Su secretaria dio aviso... sobredosis... mezcla de alcohol y barbitúricos... enfermedad venérea... alucinaciones... pérdida de conciencia... coma reversible... no sabemos... dependiendo de la evolución de las siguiente cuarenta y ocho horas... ¿Cuántas veces había fantaseado con su muerte?, ¿cuantas?. Muchas, demasiadas. Había elegido el color negro para su ropa interior, traje de chaqueta tono azabache, entallado, con falda altura por encima de la rodilla; sin blusa, con un pequeño pañuelo anudado en la parte superior del cuello... zapato alto, tacón no excesivo... gafas de sol oscuras para proteger el brillo de sus pupilas del sol y de las miradas inquisidoras. Sí, había ensayado mil y una veces su actitud general: nada de llantos plañideros, nada de espectáculos, ni de lanzarse a su ataúd gritando: ¡qué haré sin ti mi vida!; tres frescas rosas blancas en una de sus dos manos que, con precisión suiza, sabía que estarían una enguantada y la otra desnuda. Serenidad en el tono comedido, atemperado... Y le sonaba tan duro como dolorosamente cierto e inevitable: había esperado que la vida hubiera hecho de marido complaciente y se hubiera encargado del trabajo sucio, que tirara al contenedor la basura por ella. Sentada al lado de la máquina de bebidas, con un amargo zumo de naranja sintético entre las manos, su mirada no ve más allá de las marcas del destino escritas en la palma de las baldosas.... "¿qué nos ha pasado Hernán?, ¿hasta qué límites nos hemos llevado para evitarnos qué?, ¿tanto nos cuesta aceptarnos en el fracaso?", musita como si rezara. Si hay momentos "G" en la vida de cada persona, este es, sin duda, uno de ellos. Siente no sentir otra cosa que no sea todo esto. Corcho hueco. Hay algo en los hospitales que sobrecoge, que al igual que el olor de los tanatorios o el silencio de los cementerios, señala con un gesto duro y seco la cadena del destino que como putas, todos llevamos atada al tobillo. Desea llamar a alguien para decirle: "has corrido demasiado, Hernán... te has enganchado en la alambrada al huir y ni lo siento... ni me alegro... ni, más bien, todo lo contrario. Son alrededor de las siete, se nota por el incremento de actividad en el sonido del hospital; tras la ventana, el aparcamiento empieza a rellenar sus casi133 llas, echa mano del teléfono de su bolso. - Ninfula, soy Argiloa, te llamo del Hospital de la Cruz. - ... - Estoy bien, no se trata de mí. Es Hernán... no me preguntes por qué, creo que deberías saberlo. - .... - Las visitas de UCI son de ocho a diez.... sexta planta... XXXI LA IMAGEN DE TUS ALAS, ZOÉ... Los minutos que ahora mismo cuenta Argiloa son días enteros. Rellena el tiempo de espera con el recurso recurrido del libro de los triángulos entre sus manos, hoy ambas desnudas y con un par de anillos sin alianza. Se centra en el encuentro casual de Zoé, en su descripción de Violeta... - ¿Qué harías tú Zoé?. ¿Qué harías si la vida te llevara de un mazazo, de un manotazo egoísta todo en lo que te has apoyado, todo de lo que te has nutrido?. Si te despertaras una mañana sin Nurivan, lo que es realmente grave sin Yeray... sentada en una cama de una sola solapa, con la cara de tonta y un enorme nada entre las manos. ¿Qué haría esa dulce niña que tanto se vanaglorias de sus notas en el cole ante las amigas?, ¿decir: "yo conozco todas las gamas en la paleta de colores"?. Es tan chulesco ese argumento... tan ingenuo... No puede fumar en la sala de espera, así que se imagina fumando en un lugar lleno de césped y con una bombilla de cien watios apagando el sol... - Disfrútalo Zoé, ¡disfruta lo que te dure hasta reventar!, hasta llenar el recuerdo hasta el gaznate; disfrútalo y lúchalo hasta el último aliento... y reza, ¡reza mucho mucho querida mía!, para que ese día aciago no llegue nunca. Ponle velas a todos los santos en todas las peanas, cárgate de amuletos, de talismanes y disfrútalo, consciente de que toda la gloria que vives puede convertirse en tu más tenebroso infierno. Paladea el hipotético desconcierto de Zoé como si la estuviera viendo... - ¿Qué harías, dulce Zoé, si descubrieras la MENTIRA con mayúscula escrita en escarlata sobre tu pecho?, ¿cómo reaccionarías si hubiera una cinta grabada en la que descubrieras que todas sus palabras, ¡todas!, son no sólo compartidas sino fotocopiadas, sacadas de una novela de otro y aprendidas de memoria con un objetivo: extender la red sobre ti?. ¡No te calles, Zoé!, ¿qué harías si descubrieras que, incluso, el brazalete que llevas lo regalan con su romántica historia incluida si compras un paquete de cervezas en la tienducha esa de la vuelta de la esquina?. ¿Qué sería de tu jactancia entonces? Por la mejilla de Argiloa baja una procesión de lágrimas. - Tú bien lo dices bonita: "a nadie vuelan si no quiere ser volado" y, corazón, te has olvidado que puedes despertar esa mañana con la carga de dinamita bajo tus pies y con su mano amante prendiendo la mecha. Puedes ser sujeta pasiva de la voladura y ver tu vida entera saltar por los aires. ¿Y después?, si es que eso te 134 ocurriera y créeme que no te lo deseo, ¿serás capaz de rehacerte y de recuperar las palabras estalladas en fragmentos?, ¿o te irás corriendo a la tienda donde venden fe para cargar tus alforjas?. ¿Te has parado a pensar, amiga, lo difícil que te será volver a contarte el cuento con idéntica fe, con la mirada virgen, con la confianza impoluta?. ¡Ah!, si lo consigues, por favor, no olvides darme la receta... Hay un niño de pie que la mira fijamente; unos metros más allá, dos ancianos tratan de descubrir cual de ellos está más enfermo... pasa una señora embarazada con esa bata verde que se ata por detrás y siempre enseña. En el mostrador, tres chicas jóvenes hacen bromas sin que todo el dolor que las rodea influya en su juerga. - Veo la imágen de tus alas, Zoé... de esas que dejas en la terraza de casa de Yeray... y en el fantasma de Nurivan, que siempre se me antoja poco más que la desteñida imagen de una pretensión de amor que no llega o que pasa de largo en un coche; que parece guiñar desde una esquina y nunca, como la palabra mañana, llega. No me convences querida, el Nurivan que tu pintas "pinta" tan poco en tu paleta que asusta... pasas sobre el como de puntillas, como pretendiendo dejarle en un papel destacado, elevándole en un taburete de palabrería hueca mientras tus hechos, esos que prevalecen sobre las palabras te llevan volando hacia Yeray... hacia el señor de tu vida eterna, en dirección al lugar en el que tus alas sí vuelan. ¡Por favor, Zoé!; si alguna vez hubieras sentido hacia Nurivan ese amor del que tanto alardeas, jamás habrías estado a tiro para aterrizar tus alas en otra que no fuera su azotea... Pero sabes que es en la azotea de Yeray donde tienes tu nido, paloma; en esa que azota, aunque no lo veas, Zoé, ¡aunque no lo veas...! El hospital se ha convertido en un hervidero. Es curioso, la esperanza tiñe las paredes y repta por el suelo; da igual la gravedad del paciente, los miras y ves que todos se aferran a una esperanza extrema que, como un puñal curvo, les va cortando, uno a uno, todos los dedos hasta que ya no queda ninguno y el final se los lleva. - ¡Zoé!, te atreves a decir: "a nadie vuelan si no quiere ser volado", ¡que te lo pregunten a tí!; obvias que tú elegiste despegarte de Nurivan por la pista número uno de aquel día y no hay vuelta atrás, ni justificación que te convenza mi querida Zoé. Por eso y no por otra cosa no se lo cuentas a nadie: no te convences ni a ti misma, ni a tu llamada por ti tu mejor amiga; no es de extrañar que no lo hagas, descubrirías también tu concepto de la amistad, el que tan-bien violentas. Violeta, Zoé, ¡se llama Violeta!; lleva el nombre de esa flor de color lila que simboliza independencia, fragilidad, sencillez, que desprende un aroma de verbena y que, como sabe de sí, no se prende de cualquier solapa y prefiere elegir aunque le cueste más de un batacazo. "Viole" la llamas tú y tu sentir interno hacia ella asusta; si a esto le llamas amistad, ¿para qué necesita enemigas la pobre de Violeta? Le duele el pecho, muy tenuemente llega a los oídos de Argiloa la letra de una cación: "anoche pude ver cuando te fuiste... tal vez está canción te suene triste...". La reconoce tan bien que ha hecho suyas cada una de las notas... "no pasa nada, sé que no me moriré... así es la vida... sólo vine a despedirme..." - Y puedes repetirte a ti misma, niña Zoé, la frase heredada del ya aprenderás a quererle con el tiempo... como todas esas mujeres que antaño, necesitadas del 135 dame pan y llámame perra, encadenaban sus vidas a las de hombres elegidos por otros para ellas y que se resignaban, entre llantos, a esperar que la temible frase del ahora que tengas suerte y te dure poco se cumpliera y, ¡por fin!, verse con el mendrugo asegurado... sin tener que pagar peaje sexual, noche tras noche, una vez efectuado el intercambio de arras. ¡No Zoé!, hay personas que no tragan, que se niegan... hay personas que se arriesgan a dejar atrás aquello que les hace daño, aunque les conforte en el momento, aunque les haga cosquillitas inmediatas o les forre la cuenta. Personas que aman y por eso mismo dicen adiós, conscientes de que sus alas están en otra terraza y no quieren, ni podrían, permitirse semejante engaño e incoherencia; porque, lo reconozcas o no, la incongruencia es un monstruo que mata... y por eso hay mujeres distintas a ti, gente como yo, ¡personas a las que el precio que puedan obtener no les compensa!. Como sobresaltada por la realidad, pillada de improvisto en su propio diálogo Argiloa se descubre en sus propias palabras... - No quiero huir de nada, ¡de nadie!. No quiero elegir nada, ¡no hoy!. No soporto la idea de cadenas ni alrededor de mi muñeca tirando de mi mano... ni alrededor de mi garganta impidiéndome hablar para decir... ni alrededor de mi tobillo, en su origen santo y seña de las chicas de vida alegre... no quiero sobre mí la cadenita que me diferencia de las otras, de las serias. ¡No!, no quiero verme "amar-rada" a una bola de condena que lastrar y arrastrar de aquí para allá. Con el culo del vaso teñido de naranja en una mano, Argiloa decide no postergar decisiones; en su mente hay un único objetivo: poner fin a su caminar a borbotones, a golpes, a lametazos, a trompicones, a susurros y silencios. - ¡Si!, voy poner fin a ello y buscarse en raíz dónde quiera que sea... sola, en compañía... Yo escribiré el final que quiera para mi propia novela... aprenderé a conocerme en ese desconocido espacio interno sin ansiedad, ese terreno personal acotado donde reside la esencia de mi misma... llenar ese hueco es mi prioridad, es urgente, ¡sin saberlo como ahora lo he estado buscando durante toda mi existencia!. En unos momentos su propio triángulo dibujará sombras en la pared de la habitación de Hernán; Nínfula ha ratificado todo con su no negar nada. Argiloa sonríe como la loca del parque y de los "paraqués"; todo lo que la ha llevado hasta este segundo se convierte en válido. Bendice a los omniausentes Hernán y Nurivan; ambos, uno para mal y el otro para bien, habitando el país del nunca jamás, compartiendo estatus de limbo... ambos con una triste línea para interpretar en el guión de sus vidas... la de Zoé... la suya propia. Espolvorea pétalos de agradecimiento sobre Zoé y Ainara, sobre Nínfula y Yeray... Todo lo que quiere es encontrarse y llenarse en ese espacio; poco a poco, nota el calor bajar de su garganta a su pecho, de su pecho a su estómago, del estómago a su pelvis, nota el ovillo lleno de nudos, su deseo, su confusión, su miedo, su necesidad de protegerse, su dolor, su placer en ese mismo dolor, nota por primera vez en mucho, mucho tiempo, un hormigueo esperanzador en los dedos de sus pies. Si se llegara a escuchar con suma atención, podría haberse escuchado el sonido del plástico al acoger una de las lágrimas que brotan en ella. 136 XXXII TRIÁNGULO EN LA UCI "Un viernes, que coincidía con el primer día de luna llena y con la primera flor del almendro, citó a ambas almas alrededor de aquella mesa... sin testigos y sin que una supiese que la otra también asistiría... " Argiloa fija sus ojos en esas líneas que flotan en el aire. En pocos minutos, su propio triángulo se da convoca en una UCI, el lugar se le antoja más que adecuado. No hay almendro bajo el que encontrarse, no se trata de una cita para el encuentro precisamente. Nínfula se acerca acalorada, con su paso dubitativo, en bamboleo, abanicándose con un cuadernillo dirige sus pasos hacia Argiloa. Sin cruzar otra cosa que no sea una mirada ambas entran y se colocan a ambos lados de la cama, donde entubado yace el cascarón de Hernán. Sus brazos extendidos en una cruz derrotada sostienen catéteres en el mapa verde de sus venas, en su pecho ventosas ad-heridas, las bolsas cuelgan sobre su cabeza; una mosca, emparentada con seguridad con todas las anteriores, sale despavorida al reflejarse en el espejo del suero. - Es curioso, parece niño y abuelo a la vez... - ¿Cómo está? - Estable, probablemente sea la primera vez en la vida en la que esa palabra, estabilidad, la asocio a Hernán. Argiloa observa a Hernán en desmayo, le habla fijando la mirada en sus ojos cerrados aprovechando el privilegio de tenerle callado ante ella: ¿Que buscabas Hernán?¿Qué te ha traído aquí?. Hace un silencio mental, esperando una respuesta imposible, antes de darse por vencida. - Lo intenté todo, ¡todo!, recuerdas tus palabras: "me muero por comerte...", tus hechos al encontrarnos: "voy a servirme otra copa, esto... lo de comerte mejor lo dejamos para después de cenar". Postergada, herida en mi sensibilidad, en mi feminidad, fui clausurando mi tiempo de amor hacia ti y contigo. El paisaje interior común se fue secando, una brizna ahora, otra luego. Luego llegó ese relámpago, el fuego que provocó, a la chita callando, se comió incluso mi penar. La luz en la habitación parpadea incrédula, se escucha a una ATS comentar que ha habido apagón general, mientras se repara la avería el generador se encarga de la respiración de Hernán. - Creo que hasta podría señalar en el calendario el día en el que el cúmulo de despropósitos agostó mi tanque de paciencia. ¿Podrías hacerlo tú?. Poco a poco dejé de acercarme a tu sillón para rodearte con mis brazos y colocar mi cabeza en tu cuello mientras hablabas con la confederación de tus amigas ínter-náuticas del alma, un buen aciago día, sin planearlo dejé de acercarme a ti. ¿Cuantas veces he procurado parar el carro? pues ¡tantas como he necesitado!, permanecer con los brazos cruzados viendo como te ahogabas en humos y locuras de licores no era por entonces mi estilo, dejar en la estacada a la gente que quiero no es fácil para mí: ¡predicadora sempiterna del bien-pensar, del bien-hacer!. Te escudaste en que yo tenía clara mi función de proveerte de todo el afecto, de toda mi esperan137 za, abastecerte con mi perseverancia a tu lado, la ausencia de amenazas, el evitar el chantaje emocional del "si me quieres deja esta mierda". ¿Te diste cuenta alguna vez de que aprendí a no engancharme en discusiones? Aprendí a esquivar tus ataques, a desinflar la dureza de tus palabras, a acudir en silencio con la aspirina tan efervescente como mi rabia y los paños tan helados como mi desilusión que poner en tu frente. ¿Sentiste alguna vez escuchada tu necesidad de ser querido?, ¿percibiste mi culpa por no ser capaz de llenar los listones de tus multiples expectativas?. Te consta que jamás escondí una botella, brindé contigo hasta que pude y... sabiendo que mentías, no dudé un instante de tu veracidad. ¡Te creí, maldita sea tu estampa!. Creí tu llanto entre mis senos, ¡ingenua de mí!, creí tus intenciones: "te necesito, eres mi vida, te quiero tanto que duele, todo va a cambiar, te juro que voy a dejar todo esto, no pasa nada, no pasa nada" tu vulnerabilidad siempre traía el resultado del posterior cobro revertido. Toma asiento a su lado y con la cabeza entre las manos, su monólogo parece celebrar poder decirle cara a cara todo lo que ha guardado por dentro para él: "quizá no te enteraste pero hoy yo necesito decirte que podría escribir un tratado sobre tus diferentes grados de ansiedad. Podría llenar páginas describiendo tu mirada de soslayo en los sorbos -esos que debían haber sido besosrobados a hurtadillas tras de una columna. ¡Que decirte de las dos copas en tu mano para ahorrarte el viaje a la barra!, una gota más en la vena de la cuenta atrás... y... no entro en los machaques, en tu megalomanía, en el repetido ridículo ajeno que viví, el que me llevó a enclaustrarme entre cuatro paredes, ¿recuerdas al menos mis excusas? Ve a esa cena tú, yo no sabría de qué hablar... supongo que a todo ello le debo el haber aprendido a decir ¡ya basta!, ¡nunca más! Eso me evitó algún que otro pase privado en sesión continua de " Bienvenido Mister Hyde"". XXXIII SI TUVIERAMOS UN ALBÚM... Con la boca seca, desencajada, Argiloa parece pelear con su mirada en el vacío, lanza en una mano, onda en ristre, contra todos los gigantes fantasmas y molinos de viento a la vez. El suave aire acondicionado se activa, lo sabe porque el cuello de su blusa se agita rimando con las aletas de su nariz. Argiloa se siente como quién en una ronda de reconocimiento, protegida tras los cristales de su agresor, resarce su dolor señalándole repetidas veces con su dedo. - Cada vez que te he dado mi mano, ¿recuerdas, ¡dime que sí!?... "tenemos un problema, a pesar de los pesares creo en nosotros, vamos a superar esto", me convertía en tu cómplice, en tu guardiana, en tu desangelado ángel de la guarda, nada supiste de mi temblor interior... no te enteraste de que no cesaba de preguntarme: "¿quién custodia a esta guardiana?, ¿quién aconseja a la consejera?". Y te he visto buscar intencionadamente broncas conmigo, excusas para poder acercarte a una barra y saciar el dolor de tu impotencia, te he visto Hernán: borracho... perdido, ¡borracho perdido!, he sentido tu alivio al verme marchar 138 por poder seguir sin obstáculos esa quijotesca lucha ebria contra tus tres molinos de viento. - Disculpa Argiloa, tranquilízate... no te escucha... - Pero tú si... tu me escuchas, ¿verdad? - ¿Y me entiendes o sólo te limitas a escuchar? - Me ha sorprendido tu llamada, no sé para que me has convocado aquí, ¿qué pinto yo aquí?, soy la convidada de piedra en tu representación de "Cinco horas con Mario" particular, me ha mosqueado eso de "pensé que querrías saberlo", sobre todo tu "no me preguntes por qué..." Como si le hubieran despertado a empellones de un sueño-pesadilla, Argiloa se paraliza y duda entre continuar o disculparse por su descortesía; después de tomarse un tiempo para aterrizar, alcanza a articular unas palabras que suenan más que cansadas, más que derrotadas. - Ninfula, por el amor de Dios... - De acuerdo, ¿desde cuando lo sabes? Con pereza, como si le costara salir de un contexto para entrar en otro, deja de lado los cerrados ojos interlocutores de Hernán y se da cuenta de que su peso específico en la balanza es mayor de lo que creía. - En algo tienes razón, cuando te llamé tuve la intención de coserte a preguntas, quería ver tu cara, hablar contigo. Me sorprende comprobar que a pesar de los pesares a quién quiero hablar es a quién más detesto, a él. - ¿Y lo demás? - Respecto a lo demás no ha sido fácil deducirlo Nínfula, empecé a sospechar que os conocíais al escuchar tu ausencia de preguntas, jamás te conté nada de él, solté el cebo de mis famosos "déjalo Nin" en los que, tú, curiosa por naturaleza nunca indagaste. Pasabas por encima del tema de puntillas, evitándolo en exceso. - No me sentía cómoda, de todos modos ¡supongo que no pretenderás soltarme reproches!, no te he mentido, sencillamente no te he contado toda la verdad, ¡al fin y al cabo me he limitado a reproducir tu comportamiento conmigo!. - No exactamente, puede que sí en la forma, no en el fondo. Yo no he ido buscando guarida en ti, sino respuestas. No podía permitirme meter mano directa a mi dolor. Puedes haber sido honesta de cabeza para arriba, de cintura para abajo, con el corazón en la mano y en varios sentidos no has sido honrada conmigo Nínfula y lo sabes bien. - ¿Me has convocado para echarme los perros?, ¿pretendes que trague con la basura de tu relación frustrada con Hernán? Qué ocurre, es hoy el día del desahogo y petición de cuentas al personal? - Créeme, no hay reproches por mi parte. Hasta me alivia pensar que ha sido tan selectivo como para caer contigo. Ese maldito aparato introduce nuevos conflictos emocionales en nuestras vidas. Sin comerlo ni beberlo, cuando el organismo que forma la pareja pasa por un momento bajo, uno puede encontrarse con una discusión de pareja, de esas que se solucionan hablando cuando se bajan los humos. Sin el diabólico aparato en casa, uno no tiene más narices que tomarse su tiempo para que baje la hinchazón, para arreglarlo, uno roza con su pie como sin querer el del otro al entrar en la cama, y el otro se vuelve, y acabar abrazados es irremediable. 139 - Con el diabólico aparato...¿te refieres a un vibrador? - Tú siempre tan oportuna querida, al menos no lo has llamado consolador. Argiloa agradece internamente la excusa para elucubrar sobre un tema y descansar de la tensión interior. Sabe que se va por las ramas, se recuerda en el tono a las conversaciones en casa de Nin, por un momento tiene la sensación de que nada ha cambiado y continúa. - No. Nínfula, ¡no y no!; me refiero al mundo que tú manejas tan bien, el del ordenador. Hoy en día el ronroneo del teclado se escucha desde la habitación de al lado y una sabe que la bronca está siendo compartida por media red y sabe que habrá, ¡siempre la hay!, un alma desinteresada y caritativa que va a escuchar y dar consejo, que va a poner caritas y enviar rojos iconos florales de tirita y curita sana. Una no encuentra ese pie que acariciar y una se duerme con la sensación de estar perdiendo algo importante, algo valioso. Y no puedes decir nada al respecto, no hay infidelidad constatada. No pillas a nadie con las manos en la masa. Son nadererías, entreteni-mientos pasajeros sin importancia que van volando uno a uno los puentes que ha llevado construir media relación. Nadie ha cogido las llaves y ha cerrado radical la puerta tras de sí, y nadie puede impedir que sientas cómo las puertas, las verdaderas puertas, se están cerrando con llave y candado cada vez que se abren en otro lado. - ¿Te ocurrió eso con Hernán? - Eso y mucho más, pero me temo que las preguntas llegan algo tarde Ninfula - De nuevo eres cortante, parcial e injusta. El mundo al que te refieres es una excelente herramienta para comunicarte con el mundo, para recabar información, la Inter-conexión de elementos individuales que supera los guiones de las mejores obras de ciencia ficción. Las ventajas a nivel profesional son indudables, a nivel personal incuestionables. - El mundo en concreto al que me refiero es el mundo de las personas con carencias afectivas, con desequilibrios emocionales, el mundo de la necesidad de afecto, de ser escuchados, ¿me dirás ahora que cuentas con estadísticas que apoyan tu versión?. ¿Me puedes demostrar que el noventa por ciento de los usuarios de internet son personas realizadas, con vidas llenas hasta la bandera de afecto, de escucha, que limitan su tiempo frente a la pantalla, que se nutren y saben separar los componentes de realidad y de ficción?. Anda ya Ninfula, ¡menos lobos, Caperucita! - ¡No te jode! Pero si al final va a tener la culpa "la red" de que tu no hayas podido cumplir tus sueños respecto a Hernán, o tus expectativas respecto a mí, además, ¡todas las escenas no pueden haber sido así!, algo debe haber habido positivo para que hayas permanecido a su lado, ningún tonto se pega en las pelotas Argiloa, al menos... ¿no sientes lástima por él? - Siento compasión por nosotros tres. Afectados por la misma "sed de alma", nos hemos embarcado en una infértil búsqueda de remedio externo. Y, ahora mismo, yo, Argiloa, giro la cabeza desde la sombra sobre la cama, hacia la sombra de tatuada en la pared y reviento: Estoy cansada del contigo Hernán, estoy cansada del sin ti Nín. Harta de bregar a contracorriente como un salmón asfixiado, en un río de purgatorio el que sólo encuentro almas en grito. - Me revienta tu tono "sufridora"... - En absoluto Nínfula, ya no me interesa entender, os toca deshacer los nudos de 140 vuestros respectivos comportamientos, simplemente mi imagen no encaja en la foto con vosotros. Me encuentro anfibia perdida, me han crecido las patas, ahora quiero tumbarme al sol. Hacer lo que quiero sabiendo lo que quiero y lo que hago, esa es la frase grabada en mi montaña. - ¿Fotos?, ¿pero qué tienen que ver las fotos en esto? - Es normal que las odiara con todas mis fuerzas. Ha sido triste y doloroso verme retratada en cuerpo sin alma. El grito que mi propia imagen me ha enviado en ocasiones ha sido tan evidente y confrontador que me asustaba. No lo podía soportar. Me he dado cuenta de que no tenemos álbum, que si lo tuviéramos nuestro álbum no tendría fotos, sería uno intermitente y en negativo en el que sale sonriendo el hijo que no tuve, en el que quedan los huecos de las fotos arrancadas del amor que pre-sentí. No tengo ni una sola fotografía tuya, ni contigo, Hernán; ni una sola junto a ti, Nin. O quizá si, quizá la fotografía de vuestra ausencia revela el lugar en el que ambos habéis estado sin estar estando, como Núrivan, ¿le recuerdas? y por eso me repateaba tanto. Una no se retrata con lo que no puede asumir como suyo, quizás ahí subyace el quid de la cuestión. Quiero hacerme una foto en blanco y negro, sin sombras, una foto con un trípode de estudio con la que yo pueda enfocar lo que quiero que salga resaltado, una cuyo click yo misma pueda activar. La fotografía que me debo, la de la portada de mi propia recuperación de espacio personal. Respecto al tono, me importa un pimiento querida. - ¿Y ahora, a parte de esa foto? ¿Qué piensas hacer? - Cambia la dirección de mi viento. Me voy. - ¿Te vas?, ¿por nosotros?. - Noooo, no me voy por lo que hagáis o dejéis de hacer. No porque vuestras actitudes me repateen, ni por un ataque elitista de selección de relaciones, no porque no me importe lo que pueda pasar con vosotros por separado o juntos. No quiero inventarme un trabajo en las antípodas, ni hacerme la ofendida, ni dejar sobre vuestros hombros los mocos pegados y el melodrama del siempre os querré. Me voy porque YO ya no me veo a vuestro lado. Me rechinan hasta los dientes cuando lo pienso. Mi tiempo a vuestros respectivos lados del triángulo expiró, bueno es dejar descansar a lo muerto en paz. - ¿Piensas dejarle así? Jamás pensé que fueras capaz de tanta crueldad. No tiene a nadie, y lo sabes. - Yo llevo en la Unidad de Cuidados Intensivos mucho tiempo, Nínfula; exactamente desde que enterré, a escondidas, en aquel cementerio el feto de escasas semanas del hijo que nunca llegó a ser. ¿Sí!, lo enterré en la misma caja de terciopelo rojo en la que recibí una cadena de oro macizo que, ¿recuerdas Hernán?, me regalaste por ser juiciosa, recapacitar y ocuparme de él. Quizá haya llegado el momento de que sepas que entre las cosas que nunca te dije está el que jamás fui a aquella clínica, no lo hice Hernán, simplemente nuestro hijo decidió por su cuenta su no nacer. Deja que te susurre algo al oído ¿El no contártelo? Yo te lo digo, Hernán, ha sido mi deliberada y ruin venganza hacia ti. Cae una gota de suero en el dosificador; no ha hecho más ruido que el que pueda hacer una hoja de roble en otoño, pero los ojos de Argiloa y de Nínfula la han oído caer. Ambas saben que están inmersas en uno de esos instantes detenidos en los que nada sucede pero, inevitablemente, algo está por suceder... 141 El aparato conectado al corazón de Hernán emite un pitido de alarma. Médicos y enfermeras rodean la cama, afanándose en alentar mecánicamente un boca a boca a Hernán, muerto para él mismo mucho tiempo atrás. Argiloa no necesita esperar a ningún parte médico; saca la pitillera y el encendedor mientras colecciona pasos alejándose por el pasillo del hospital con la larga mirada de Nin acariciando su espalda; respira hondo para notar toda su fe en ella intacta, ahora sabe que, como Yeray, ha tomado su mejor decisión: "al amanecer del día siguiente no habrá rastro de ninguno de los tres, sólo quedará la mesa circular y la cuerda sagrada sobre ella..." XXXIV LA CASA DE ENTONCES Y MI HOGAR Mudarse a ese apartamento recién desembalado es una de las experiencias más recomendables para cualquier alma en proceso de crisis; ahora, se siente ofidio dejando atrás el ajado cascarón de piel que ha arrastrado por los secarrales de su vida. El olor a pintura fresca reconforta a una Argiloa sonriente ma non troppo; el piso vacío emite un eco metálico en cada una de sus pisadas invitándola a ocuparlo. Como si de una matriz amiga se tratara, el calor de los tonos tierra y blanco elegidos para su decoración prometen, por lo más sagrado, ser el lugar más idóneo para Argiloa; el lugar exacto que se corresponde con el punto en el que ella se encuentra. Identificarse con la casa le lleva dos minutos; las puertas y el suelo de tarima recién colocada, las ventanas blancas con el aislamiento que ofrece el doble cristal. Hay una sensación de ocasión que se saborea con lo nuevo y que sólo en lo nuevo se puede encontrar, por mucho que uno se empeñe en reciclar, lavar, pintar lo viejo, no se obtiene el mismo resultado. Con lo nuevo viene adosado el de aquí en adelante, el borrón y cuenta nueva, la ocasión de ensayarse y el olor de ese tan deseado volver a empezar en claro y en limpio, la fe del pasarán otras cosas, la seguridad de que algunas nunca más volverán a pasar. Ahora, vuelve a la casa de entonces para terminar de embalar sus últimas pertenencias, ¡menuda palabra!. Su sillón la espera sentado en medio de la habitación, protegido por un plástico; a su alrededor cajas ordenadas de diferentes tamaños, llenas hasta los topes de sus libros, alguna con su ropa, zapatos y bolsos, algo de menaje de cocina, y ese mueble que compró en una tienda de antigüedades y que, si alguien le hubiera entrevistado, habría confesado que se encontraba casi reumático y con pereza de moverse debido a su edad. Quiso que su mudanza fuera mudanza, levantar un teléfono y llamar a una empresa de esas de te lo desmonto y embalo y te lo vuelvo a montar ni era su estilo ni económicamente, en esta fase de su vida, se lo podía permitir. Argiloa quería vivir la mudanza como se vive, mojándose; así que cerró con una tira adhesiva la boca a mil recuerdos y anotó meticulosamente el destino, que no era otro que el trastero, en su exterior. Ayudada de un amigo incondicional con furgoneta, aún con la boca cerrada y sudando por el ajetreo se le podía escuchar cantar. -Por favor, ¡cuidadín con esa caja! ¡que es como yo! va llena de fissnísimo cristal. 142 Antes de salir definitivamente por la puerta, saca un cigarro, apoyada en una pared echa un largo repaso por la estancia. Una muchedumbre de recuerdos en fila de dos se agolpan en su memoria; revuelve en ellos y va cribando con un cedazo imaginario entre las manos, escogiendo, buscadora cuidadosa de las pepitas de oro de memoria que en su traslado se quiere llevar... - ¡Nadie diría que esta casa está de mudanza!, si no es por el hueco del sillón y que los libros se pueden dar de codazos con algo más de espacio en alguna estantería - Si, ¡antes parecían embutidos con calzador! Lo mío en esta casa nunca ha sido mucho, ya lo sabes, en realidad me llevo lo que estaba ya embalado metido en el trastero desde que me incorporé a vivir aquí. - ¿No piensas llevarte más? - ¡Por supuesto! Me llevo las veces que hicimos el amor en ese sofá, a ver... las cenas íntimas en la mesa del comedor, mi foto de monjita de la comunión, las risas de la cocina, los pasos precipitados del cuarto de baño al dormitorio con el salto mortal sin plinto hacia la cama en las noches de invierno, para abrazarme a él y al edredón. ¿Qué más?, a ver... me llevo el olor a palomitas con besos viendo esas películas tumbada en braga y con su camiseta en el sofá. Los cigarros del balcón en días de lluvia, el sudor de gota gorda de las velas en el dormitorio al escuchar confidencias, la ducha y su enorme alcachofa con su chorro de agua hirviendo a presión. Me llevo sus abrazos por la espalda mientras cocinaba y los bailes con la música de la radio, ah, y ¡que no se me olvide! esos días sabáticos enteros en la cama, hablando, riendo, bromeando del inicio, esos ¡ni loca los quiero dejar! - Lo que te llevas no parece pesar mucho Argiloa, creo que habrá sitio de sobra para eso en la camioneta. - Jajaaja, también pesa, es más, es lo que más pesa, no vayas a pensar. - ¿Estás bien? ¿Estás segura del paso que tomas? ¿No crees que más adelante te arrepentirás de tu arranque de generosidad? Sabes que te pertenece más que todo eso, está la casa en la sierra, los coches, las inversiones en bolsa, este piso, la casita al lado del mar... - Chico, ¡llevas la cuenta mejor que yo!. Ni siquiera estoy al corriente de lo que tiene "el innombrable". No me interesa, además no soportaría el añadido de dolor de la batalla legal. Nunca lo he tenido tan claro, tengo todo lo que necesito, de veras, dame un abrazo y déjame dar la última vuelta vale, estaré abajo en un par de minutos. - De acuerdo, y... disculpa si me entrometo, es que me da rabia... - Vale, no hay problema, entonces ¿lo dejamos estar? - Lo dejamos estar, te espero en el portal. Argiloa respira hondo, deja el manojo de llaves encima de la mesita de la entrada y por primera vez se sincera, deja el usted y habla a la casa de tú a tú . - Me despido, tú y yo no nos hemos acabado de llevar del todo bien, nos hemos tolerado como suegra y nuera profesionales, siempre políticamente correctas la una para con la otra, educadamente distantes, sabiendo cual es nuestro sitio y sin traspasar ambas del umbral. Si somos sinceras, a ninguna de las dos nos duele esta separación y creo que no me equivoco si digo que a la vez no nos deseamos ningún mal, ¿sabes?, hoy es un día especial para mí. ¡Por fin me voy a mi hogar! 143 XXXV ¿FICCIÓN O REALIDAD? El piso nuevo va llenando de algodón su sonido hueco y metálico según llegan las cajas , pasos y risas a sus entrañas. - ¡No sabes lo que te agradezco tu ayuda! - ¡Mujer!, para eso estamos los amigos. - ¡Hombre!, en tu caso añade a la condición de amigo la posibilidad del transporte y caja de herramientas, ¡taladro incluido! ¿qué más puedo pedir? - Eso que dices del taladro se presta al chascarrillo Argiloa, y en cuanto al qué más puedes pedir... no me tientes, sabes que... - Oyeee, mira esta habitación es mi estudio, los libros van en las estanterías que están al llegar. Podemos ir desembalando el equipo de música ¿te parece? - Oído cocina, ¡Qué modo más diplomático de cambiar de tema tiene esta mujer! Las horas pasan aprovechadas al máximo. Frente a sus ojos se va plasmando la imagen de la fantasía previa a su nueva realidad. - Te debo una cena en otras condiciones - Esto del bocadillo de queso de oveja y traguito de rioja con el mantel en el césped de madera tampoco está nada mal... Me gusta la posibilidad de recuperar tu amistad, Argiloa. - No se necesita recuperar lo que nunca se ha perdido. Sí es cierto que llegan tiempos diferentes, y sabes cuanto te agradezco que estés para mí. - Bueno, me marcho, mañana trabajo, haz el favor de contar conmigo, déjate de pamplinas, ni siquiera es una simple cuestión de correspondencia, te conozco y ¡eres capaz de asfixiarte antes de coger un teléfono para pedir ayuda!, si no llego a encontrarme contigo el otro día me consta que no hubieras llamado. - Estoy en ello, me cuesta, me conoces bien. - Vale, ¿me llamarás si me necesitas? - Vale, te llamaré, y si no te necesito también lo haré. - Me encantará saber de ti... Con un abrazo a ojos cerrados, de esos que reconforta al peregrino, despide en la puerta a su mecenas. Sus cuadros ya descansan en las paredes, la cama montada y con la sábana asomando su lengüeta crujiente, se sorprende como encaja absolutamente todo lo que ha traído consigo. Apenas necesita comprar algunas cosas más, unas cortinas, y un par de espejos nuevos para cada cuarto de baño, a casa nueva espejos nuevos, no es cuestión de seguir mirándose en el fondo anterior. A primera vista nadie diría que es su primera noche en la casa, Argiloa se da cuenta de que no percibe lo principal, falta... algo esencial, eso es, esencia, ¡falta su olor!. Después de estrenar la ducha, y con el albornoz blanco cubriéndola de pies a cabeza, no espera más para pulverizar con verdadero mimo un toque de perfume en cada habitación en un ritual que la deja tranquila consigo misma. Respira hondo, muy hondo, mientras cambia de música; lo uno le lleva a lo otro, se sirve un culín de single malt con hielo, saca de su bolso a sus compañeros de avatares: la cajetilla de rubio, La memoria de los triángulos, un lápiz de mina blanda y se acurruca con el mismo gesto de poner un huevo en su sillón. 144 Pasan las páginas del libro, como si fueran instantes observados a través de ese ojo de cerradura que alguien ha puesto en aquella puerta con el único fin de invitar a espiar. - ¡Lo sabía!. Sabía que Yeray pediría un lector a la carta, estas palabras y este capítulo ratifican todos los mensajes leídos entre líneas: él necesita ser visto como cualquiera, busca esa complicidad tanto como la he buscado yo... Empieza a leer uno tras otro los títulos de libros que se mencionan en el capítulo, tratando de memorizarlos y sintiendo el comezón de querer saber si eran títulos de ficción o realmente existían. De pronto sus ojos se convierten en platos, se lleva la mano a la boca y reprime un salto de sorpresa... - ¡No puede ser! A ver Argiloa, dime que no estás soñando, espera, ¡tranquila!, lee, lee con atención,¡no existe la menor duda!, Yeray menciona a "Mujer de Nadie", ¡lo hace!, escrito por Belén Pérez de Prado; lee, relee, vuelve a leer como los peces en el río del villancico. ¡Lo pone bien claro!, ¡no hay duda alguna!. Argiloa se levanta e inicia una danza de cántico que, vista desde fuera, recuerda a una danza india alrededor de una hoguera. A duras penas recobra la cordura y, con el corazón rebotando de una costilla a otra, anota cuidadosamente en una hoja aparte el título del resto de los libros que menciona en su capítulo. La lluvia de exclamaciones e interrogantes en mono-diálogo, son sencillamente, imposibles de evitar. - ¡Dios mío! Mi mujer de nadie, ¡la mía!, ¡mi libro! Mi seudónimo, ahí sobre su mesa. Todo este tiempo mi mujer ha estado en su librería, en sus manos, en su estantería... Una ola de calor sube a su garganta con el solo pensamiento de esa posibilidad - ... y, si es así, mi teoría sobre Yeray, el "sabes de mí" que he sentido respecto a él, ¡está más que fundada!. Y no puede ser una casualidad, los demás autores también tienen que estar relacionados, no puede ser algo aleatorio, ¿o si?, ¿se tratará de otros lectores de La memoria de los triángulos, quienes, como yo, están en alguna parte intentando reunir sus piezas personales?. ¿Tienen una historia propia, como la mía, unida a la de la lectura del libro?. ¿Forman parte de la ficción?, ¿de la elaboración de la misma novela? No hay pausas en la mente de Argiloa, oye el zumbido de su celular y lo espanta como si fuese una mosca cojonera... - Yeray, Zoé, Ainara, el mismo Nurivan pueden o no existir, quienes sin duda existen son la o las mentes que han plasmado a cada uno de los personajes. ¿Podría tratarse de un escritor adoptando diferentes personajes? Si fuera así solamente Yeray podría hacerlo, sólo él conjuga el atavismo del corsario de nadie, solo el podría hablar con los silencios de agua. A la vez, el diferente registro en los escritos le indica la esperanza de que pueda no ser así. La mención a los libros podría indicar que de alguna manera ellos le han nutrido para escribir, que esconden en sus raíces la información de base que añadir a la fotografía final. Yeray no habla porque sí... nunca lo hace. Se levanta y se dirige a la pared para dejar que las plamas de sus manos y su cabeza reposen sobre aquella piel de escayola tibia. ¡Adoraría hablar con 145 ellos!, reunirse en una mesa redonda en la que todos los triángulos se superpusieran, incluir en ella su propia memoria de su triángulo y hacer girar la tabla con energía, como la rueda de un croupier de Las Vegas, experimentar el vértigo de su circularidad. Esperar a ver en qué casilla cae la bola... La adrenalina de la sensación estimulante, de vivir lo mágico, no es comparable a ninguna otra. Argiloa se detiene para saborear sus ganas alcalinas de conocer, de saber más. Atontada, sorprendida, halagada, como si le hubiera tocado la lotería... le inunda la necesidad de compartirlo con alguien, no un alguien cualquiera, necesita un alguien especial que entienda lo que significa para ella ese momento... un alguien que la haya abrazado y zarandeado con cariño, agarrándola por los hombros... ese alguien que sepa decirle: es una confirmación de que las causalidades están presentes si uno se permite mirar con atención; no estás loca, las piezas encajan dentro y fuera del libro, ¡tienes razón!. Un fértil campo de fe se abre ante los ojos de Argiloa, revisa el libro para buscar en él más información directa sobre los personajes y el autor. Suelta un ¡qué tonta! al darse cuenta de que hasta ese momento ha centrado su corte de miras únicas en J. Calcas, no ha llegado más allá y ahora toma otra dimensión en su esquema... - ¡Puede que sea él el único ficcionado!, no descarto nada, todo puede y puede no ser... Es ahora mismo, y no antes, cuando asocia los nombres a personajes y eso desborda su excitación. ¡Cuantas veces tenemos ante nuestras narices lo que buscamos y cargamos las alforjas para dirigir el bocado de nuestro mulo hacia una búsqueda que nos aleja de nuestro objetivo cada vez más y más!. Eso mismo, con otras palabras, lo había dicho el propio Yeray!. ¡Estoy aquí!, ¡estás aquí!, ¡todo este tiempo el libro ha guardado esa valiosa sorpresa entre su lomo!. Se tranquiliza pensando que todo tiene su lugar en la vida; tiempo de sembrar, tiempo de cosechar, tiempo de recoger los frutos. Se siente como un pollito, recién salido de su cascarón en el momento justo. No siempre estamos preparados para poder asimilar lo que decimos querer, o necesitar, si es con la ansiedad del aquí te pillo aquí te mato desde donde buscamos. Dedica un guiño a Santa Teresa: lo siento chatina, la frase a la que hace mención Yeray "Cuidado con lo que pides que igual se te concede" no es tuya, como pensaba, ahora sé que pertenece al Tao... la misma frase le hace preguntarse, no sin cierto temor, cuál será la cruz de la aventura que tras pedir conocer a los personajes le espera. Vuelve al sillón, apoya lu cabeza en su brazo y decide indagar y unir las piezas de un puzzle, contando con las señales de llamada que Yeray va dejando en su camino. Para cuando cierra el día junto con sus ojos ya tiene su agenda repleta de asuntos de estado para la mañana siguiente. - Dos espejos con marco de madera tallada, un ramo de flores frescas en el mercado y nada de llamadas por teléfono, una visita a la librería sencillamente imposible de postergar. 146 XXXVI SEPHER, SIPUR, SEPHAR... La mañana siguiente, o mejor dicho la madrugada siguiente, post-cedió a una intensa noche de sueño. Sueño reparador, sueño revelador. Cambió de planes nada más abrir los ojos y escucharse. - No te precipites Argiloa, no por mucho madrugar amanece más temprano. Con su primer bostezo se escucha hablar consigo misma; una sucesión de reflexiones, réplicas, contrarréplicas, que no cesan ni bajo el agua de la ducha ni frente al café y las tostadas que esperan verse devoradas para saciar su matinal apetito. - Necesitas asimilar todo esto antes de añadir nuevos datos, necesitas un orden en el que colocar todo lo que está pasando. - He dedicado todo este tiempo, sin saberlo, a buscar dentro de mí mi propio elixir de larga vida, he mezclado metales propios con ajenos en mi alambique casero, mi: "no estás loca" repetido una y otra vez, la escucha y selección de señales encontradas por el camino me llevan hacia donde aún doliéndome incluso resistiéndome a veces, quiero ir. ¡No nos hagas esperar!, tú te encargas de dictar lo que debería hacer, ¡yo me limito a querer seguir las ganas de precipitarme puertas afuera! - ¡Dios! Esta mujer ni descansando descansa, ¡quieta parada chatina! - Calla, calla, escucha...los símbolos varían de significado, soles, leones, la propia luna o el mismísimo Mercurio pueden actuar como la varita de un prestidigitador, convertirse en perfecto lugar de focalización, de distracción, lugar en el que poner la mirada del que se limita a observar sin preguntarse más allá, mientras la magia se da en otro lado delante de sus narices. - Estoy contenta, compruebo en carne y hueso el sabor del carácter mágico de la vida... ya sé que suena a turra, sí, ya sé que me repito hasta la extenuación pero... no puedo o no quiero evitarlo, ¿será que empiezo a tener la ilusión de conocer una micra de la estructura de la magia? - Querida..., piensa en verde, desde luego suena a que... o efectivamente te pruebas en las señales, o terminas con el certificado en la mano ¡que muestre que estás como un cencerro!. Las intuiciones que había rechazado en muchas ocasiones por encontrarlas demasiado sencillas, por no valorar ni confiar lo suficiente en sí misma, todo ello adquiere una dimensión diferente ante sus ojos. Da lo mismo si se trata de inconsciente colectivo como lo denominó Jung, Piedra filosofal, Santo Grial, o el Alma del mundo; Argiloa ahora tiene un objetivo más concreto. Sólo escucharse diciendo esto le produce cierto pudor, se imagina la conversación con la vecina de toda la vida: - Hola Argiloa! ¿Qué tal,cariño? - Bien, muy bien, en mi línea ¿y tú? - Bien, oye, a qué te dedicas últimamente, ¿qué te mantiene tan ocupada?; ¡chica, desde que te cambiaste de casa no se te ve el pelo! - Pues ya ves, nada hija, lo normal, me dedico a iniciarme en la búsqueda del Código del Lenguaje Universal, a indagar en la memoria, en el conocimiento inconsciente, ya sabes, lo habitual... 147 - Lo normal para ti suena a algo bastante a-normal, Argiloa, reconócelo - No me cuesta tanto reconocerlo, tienes razón si entendemos por lo normal es lo que sigue la norma... creo que sí, yo sigo las mías propias. - De todos modos dices ¿que buscas qué? - Deja deja, un desbarre mío como otro cualquiera, te dejo que voy sin prisa. - Cuídate, ¡y no seas tan cara de ver! No tenía manera, por serle desconocido, de referirse a lo buscado; quizás valdría el "nagual", lo impronunciable, de Don Juan en los libros de Castaneda; lo que sí sabe es que su ser entero requiere saborear la tregua interna, recrearse en ese espacio interior. Tiene una herramienta, la mitad del pastel: su "tonal", su persona, convertida de guardia en su guardiana, aliada de sí misma, con piel recién mudada y ojos sin cataratas de velos con los que mirar a su alrededor. Tiene un camino inmediato de "guerrera" en el que explorar: contactar de raíz a cúspide con su ese aliado que es la trastienda de La memoria de los triángulos; buscando encontrar dentro los arrestos suficientes para dejar que sea la fuerza de la vida la que se encargue de llevarla, de guiarla más que arrastrarla por los pelos de las piernas, del pubis, de las axilas dependiendo la ocasión. El monodiálogo la acompaña allá donde se lleva y es con ella misma donde se encuentra y se encuentra mejor. - Hija, si de hacer cábalas se trata por qué no contactar con la Kabballah. - Somos geniales, ¡chavalita, hacemos buen equipo tú, mi yo practico-irónico y mi yo emocional-mágico!, te hago caso, ¡venga! de cabeza a la Kabballah... admito mi ignorancia supina en el tema, recuerdo haber escuchado comentar a una de esas escasas y valiosas personas escuchables al cien por cien que se trata del secreto confiado a Moisés por dios sobre la creación del universo, decía que lo hizo con ayuda de tres entes superiores, las letras-cifra, sefar... oral, sipur... escrita, sefer. Los tres entes definen los atributos de dios, sabiduría, inteligencia, misericordia, belleza, severidad, triunfo, la gloria, causa, la dignidad real y alguno más que no recordaba. Aquí todo parece estar unido. La Sepher, la Sipur, la Sephar. - ¡Eso es!, de nuevo en la letra escrita uno encuentra la precisión, el rigor de lo estricto, la exactitud escrupulosa, clara en las palabras tatuadas de cualquier pergamino, en cualquier graffiti, en el libro mismo. La letra escrita permanece, entra con sangre a veces, en ocasiones se cincela en piedra, en piel, lo grabado, grabado queda, subsiste, se eterniza y perpetúa más allá de la palabra que en ocasiones se lleva el viento, que da pie a donde dije diego digo digo. - Veamos, en la letra hablada, uno puede bucear en la tradición, en lo transmitido de generación en generación, en el pasado que condiciona el estado actual de las cosas. La letra hablada es la vida misma, entendida desde el registro auditivo de todos los diálogos y monólogos muchos de ellos aparentemente casuales, es el ruido y la música que conviven por dentro y por fuera traducidos en palabras que escuchar, palabras que metadecodificar. - La Sephar, la letra cifra, confieso una especial debilidad por ella, por las combinaciones de elementos, de elucubraciones y sensaciones, los códigos, las claves, los para qués del mundo, todas las preguntas con su jeroglífico correspondiente, con una respuesta única y tantos caminos para llegar a ella como personas pre148 guntándose. En la letra cifra se unen en un código aparentemente sencillo, un código binario en el que indagar sobre lo vertiginoso del misterio, en el que hacerse la pregunta sin interrogante, cuánto de real hay en la realidad. Cuántas realidades subyacen bajo la aparente letra escrita y oral de lo externo. - ¡Esta mujer no cambiará nunca! ¡Santa Torrija del amor perpetuo! ¡Las turras que se mete entre pecho y espalda!, ¿no se dará cuenta de que a estas horas de la mañana lo que procede es un cafetito y como mucho un cigarrín? Como caballera de la tabla redonda, "arturesca" perdida, Argiloa tiene consciencia clara de estar buscando su propio Santo Grial personal. Se da cuenta cómo y hasta qué punto lo escrito ha estado escrito, lo vivido ha formado parte de la letra hablada en su vida... y, sobre todo, lo más especial, lo más interesante de todo, la letra cifra. La trinidad de las tres letras, la esencia del ser y co-ser, el todo... la nada El sueño puede rendirle a uno, uno puede ir en su busca y no encontrar más que la desesperación de las mil vueltas de la tortilla, el run-run interno no siempre cede fácilmente, uno puede mentalizarse en salir a su busca, la hora temprana y el en-sueño vuelve a pillar a Argiloa sin premeditación ni alevosía, con la guardia baja, como anestesia vence el pulso y cerrando los ojos la vigilia se la lleva con ella. Suena el timbre, Argiloa, no espera a nadie, podría decirse que ya no espera. Haciendo caso insumiso dirige sus pasos al baño; le apetece una bañera de espuma, con pétalos que floten como restos de esos naufragios que permiten seguir la estela de los corsarios. Abre el grifo, se sienta en el borde y va desnudando su desnudez sin la mínima pausa ni la indispensable tregua. XXXVII PRELUDIO DE ESPUMA PARA LA BÚSQUEDA Espuma que juega con los pezones, en una danza de olas de simetría asimétrica... como un vals interpretado para aquella única piel. Argiloa deja que resbale su cuerpo hasta que el agua le llega a los ojos y ve, a lo lejos, flotar un pubis que ella imagina isla perdida en la inmensidad del oceano. No hay ruido, la ficción ha desaparecido y sólo queda la bruma de la realidad empañando los espejos. Secuencialmente van pasando momentos de su vida que, subconscientemente, trata de relacionar con La memoria de los triángulos para ver hasta que punto son instantes ciertos. Recuerdos... ... la tinaja en el jardín, en la que bañó sus tres años hasta que cumplió siete; sus hermanas correteando... los cinco años del hijo del vecino, malvestido con pantalones raídos y la cara untada de mantequilla, que observaban cada movimiento que hacía sin el menor pudor ni el más mínimo respeto. ... los baños de espuma de su pubertad, tan secretos y tan llenos de descubrires y miedos. ... la bañera que le acogió a su regreso de que la estrenaran como 149 mujer, en la que intentó lavar esa maldita sensación que la acompañaría para siempre. ... las veces que se lavó de Hernán, en una búsqueda imposible de sacarse aquel estigma de cuerpo utilizado sin reparo alguno. ... el ahora mismo, que le sorprende imaginándose Ainara y Zoé al mismo tiempo, con las manos de Yeray regalándole caricias mientras Nurivan espera a que regrese. La imagen de Nínfula se une a la fiesta, irrumpe tan bruscamente en su psique que toda su piel se estremece violentamente. Por un largo instante mantiene los ojos cerrados, necesita darle un final apropiado a ese sueño de espuma y se esfuerza en hacerlo. Coloca a Nurivan frotándole la espalda, a Zoé con la cabeza apoyada en su hombro derecho y a Ainara en el izquierdo; a Hernán y a Nínfula los ve reflejados en el espejo empañado, con los ojos vidriosos de ansia por que les invite a participar de su baño de espuma y su bañera. A Yeray no le ve ni le encuentra acomodo en la escena, pero le siente dentro... Ahora el silencio hace demasiado ruido, parece empeñado en competir con la gota que cae, con ritmo hipnótico, del grifo. Sabe que su piel está arrugada y que la laxitud que siente es el síntoma más claro de que un orgasmo se ha mezclado con la espuma; es el momento de recurrir a la toalla y pedirle que seque su humedad, hasta que sólo ellas dos sepan de que manera ha venido y cual es el desagüe que la libera. No encuentra el albornoz y eso le enoja porque detesta salir desnuda del baño. En apenas unos minutos ya está vestida con un pantalón fresco de algodón y una camisola blanca, sandalias y esa mochila de cuero pequeña donde meter una llave, la de su casa, una cartera y toda la intención del mundo de regalarse una mañana de lujo. Orden, estructura y una manzana para las mariposas del estómago y del camino; ¡sabe por dónde comenzar y está decidida!. - Semejantes libros jamás serían encontrados en una librería convencional, un mega-store del libro no es el lugar más indicado para su búsqueda... Sale de casa con las gafas de sol puestas, le aprietan un poco los zapatos pero eso no evita que pise firme. Echa de menos a su librero de olfato, al enamorado, al que se comía uno a uno los libros antes de venderlos; al librero con alma de monje, de frutero de la tienda de la esquina, que elige una a una las piezas, que las envuelve y te las pone en la mano con el ya me dirás qué tal". Una fugaz mirada al saco del recuerdo le roba una sonrisa, echa de menos en tantas y tantas ocasiones las gafas sobre la pila de libros, esa escalera al librero adosada, el crujir de la tarima,y el olor, ese olor que ella unía a lo incunable del incienso, el moho, el cuero, la tinta, sepia, pluma, el perfume de mano de monje... el librero que como el cura vivía encima de la misma librería, al librero soltero vocacional, sin horario de cierre, el de la conversación y cafetito caliente y los manguitos con los dedos recortados, a ese, ¿dónde estaba su librero de entonces?. Conoce, ¡sí!, algunas librerías marginales donde todavía podía encontrar algo parecido a la idílica imagen en su recuerdo. Debía ser congénito pero nunca pudo cambiar mil best-sellers por un paseo por los mercadillos del libro, por las tiendas de antigüedades, por subastas y pequeñas librerías generalmente acurrucadas en los cascos antiguos de las ciu150 dades, como de incógnito, sobreviviendo a la par que destilando ese olor al secreto compartido por el temor de ser fagocitados, miedo a ser absorbidos por el monstruo de las galletas de lo comercial, de los tantos por desaciertos, al silencio del que no se entere el enemigo de que seguimos vivos. Se negaba en redondo a la decoloración, a la clonación, a la multiplicación por esporas de escritores y libros de personajes varios, a las memorias de autores de veintipico años, al último libro del opinador estrella mass media o de la cantante o actor de turno. Le repateaba el higadillo escuchar críticas encumbradoras de así llamados escritores, esos que transmitían tanta emoción como una carrera de caracoles poco convencidos en huelga japonesa. ¡No!, jamás encontraría esos libros en esas librerías; así que encaminó sus pasos hacia el casco antiguo, el tintilineo de farmacia de pueblo al abrirse la puerta parecía celebrar que la cruzara, sonrió e inclinó la cabeza ligeramente al librero que levantó la cabeza por un segundo para continuar ojeando con un interés sin disimulo el ejemplar que sostenía entre las manos. El ya me entiendes, si me necesitas, silbas en la mirada del librero fue acogido por Argiloa con todo el calor de su familiaridad. Se acercó a su rincón favorito, sentada con las piernas cruzadas fue saludando con la mirda en panorámica, uno a uno a los ejemplares próximos a acercarse a su mano. De nuevo el juego con los escritos que siempre la había cautivado, con los ojos golosos, ávidos de confirmaciones y un: a ver, ¿qué tenéis para mí hoy? susurrado en bajito, Argiloa comienza a leerse entre las líneas. Extiende la mano y sin dejar la calma y sí con una ligera sensación de excitación cierra los ojos y deja que uno de los libros la elija, no se podría distinguir si el fragmento de El lapidario de Alfonso X se abre ante sus ojos o bien son estos los que se abren, reverenciándose ante él; incluso juraría que son ambos: "Et su natura dela piedra deste metal es, que quando la meclan con arambre, tornase como natura de uidrio et quiebra, mas pero encorpora se con el. Et otrossi, si lo mezclan con estanno torna negro, et si con plata lo mezclan, recibe la la blancura della, et assi faz con cada metal. Et por ende, los que se trabaian de alquimia, aque llaman la obra mayor, deuen parar mientes que no dannen el nombre del saber, ca alquimia tanto quiere dezir, como maestria para meiorar las cosas, ca non empeorar las. Ende los que toman los metales nobles et los buelen con los uiles, non entendiendo el saber ni la maestria, fazen que se non meiora el uil, et danna se el noble." El texto se deshace como bombón en su paladar. No quiere interpretaciones, cansada de hablar y hablarse, como quien convoca un espíritu en una ouija, siente las ganas de que esta vez sean ellos en exclusiva los que se digan, que guíen sus dedos, y a la vez sabe que le será imposible no elucubrar. Gustav Meynrichk en su Golem es el siguiente en acudir a ella... "La vida toda no es más que interrogaciones hechas de forma que llevan en sí el germen de la respuesta y respuestas cargadas de interrogaciones. El que vea en ella algo más es un loco" Y como haciendo cola, mientras sus manos buscan los libros menciona151 dos en La memoria de los triangulos, Tomás en el capítulo 22 de los Evangelios Apócrifos deshoja su margarita ante ella, prepara el camino. "Jesús les dijo: Cuando de los dos hagáis uno, y cuando hagáis lo de dentro como lo de fuera y lo de fuera como lo de dentro y lo de arriba como lo de abajo y de lo masculino hagáis uno, para que lo masculino no sea masculino, ni lo femenino sea femenino, cuando hagáis ojos en vez de un ojo, y una mano en vez de una mano y un pie en vez de un pie y una imagen en vez de una imagen, entonces entraréis en el Reino" Habermas parece querer intervenir con su razonado grano de arena: "Quien sistemáticamente se engaña a sí mismo sobre sí mismo se está comportando irracionalmente, pero quién es capaz de dejarse ilustrar sobre su irracionalidad, no solamente dispone de la racionalidad de un agente capaz de juzgar y de actuar racionalmente con arreglo a fines, de la racionalidad de un sujeto moralmente lúcido y digno de confianza en asuntos practico-morales, de la racionalidad de un sujeto sensible en sus valoraciones y estéticamente capaz, sino también de la fuerza de comportarse reflexivamente frente a su propia subjetividad y penetrar las coacciones irracionales a que pueden estar sistemáticamente sometidas sus manifestaciones cognitivas, sus manifestaciones practico-morales y sus manifestaciones práctico estéticas." Esa posibilidad de ilustración racional sobre sí misma la fascinaba, quería para ella el cuestionar uno a uno los pilares que la habían sostenido en el pasado, unos servirían, otros definitivamente no. H.G. Wells toma la palabra, en el espacio justo entre libro y libro, para interrumpirla y decir que sólo hay un modo de concebir el tiempo. "No existe ninguna diferencia entre el tiempo y las tres dimensiones espaciales, aparte el hecho de que nuestra conciencia se mueve en el...". Argiloa tiene la sensación de quién con hambre atrasada se sienta delante de una nevera repleta de manjares, cada fragmento combinado con otro da lugar a múltiples sensaciones se pregunta cual es el triángulo que configura su propia estructura del amor, le asalta la imagen de Hernán extendido en su cama, como abierto en canal, Nínfula y su fantasía, - ¿Dónde nos estará colocando ahora? ¿En qué escena se estará y sobre todo me estará situando? ¡Vete tú a saber! Recuerda en ese punto que ni siquiera le ha dado a Nínfula su nueva dirección, apunta en su agenda mental el pasarse por casa de Hernán para recoger el correo. Nada sabe de ellos y en ese punto ni siquiera ha dedicado tiempo a saber si quiere saber. Con una sonrisa menea su cabeza elevando las cejas, con ese gesto de aceptación del ¡qué se le va a hacer!, así es y así también la quiero aparta el tema de su mente mientras tiene la porosa sensación de que el zumo de lo vivido va calando en ella. Se da cuenta de que en realidad, para ella el triángulo del amor ni siquiera lo componen tres personas sino que lo conforman tres elementos: Pasión, Intimidad y Compromiso; dependiendo del grado de cada uno de ellos el triángulo se dibuja de 152 diferente modo, se eleva al cielo como una plegaria de isósceles, se arrastra por el suelo como un escaleno derrengao, se torna equilátero en su apetencia... - ¿Cuál Argiloa, cuál es el triángulo que configura tu propia estructura del amor? - No es pasión en exclusiva lo que busco, el amor insensato y fatuo del revolcón, ni el amor centrado en la decisión y el compromiso que durante años me ató a Hernán y dejó mi boca tan vacía como mi estómago, no es el amor de la mera intimidad que genera un cariño como el que pretendí mantener con Nín, no, ni quiero intimidad más pasión que me lleve en volandas hacia un amor romántico, larresco, compuesto de tanta nada palpable que le lleva a uno a la locura o al suicidio, no es la intimidad apareada con el compromiso para terminar con un amor compañerismo, ni la pasión junto con el compromiso que resulta en un amor vano, lo requiero consumado, con los tres componentes equilibrados que de una vez por todas terminen con esta sensación de .¿desamor? - No, no es la palabra, - Sensación de No amor lo define mejor. - Amor, afecto, cariño, interés... te quiero, te amo, cada palabra lleva en sí una graduación como los licores, de nuevo las palabras y sus significados. Revisa mentalmente a Yeray y su actitud, él desea promover el bienestar de la persona amada, parece vivir y expresar su sentimiento de felicidad, respeta, cuenta con ella en momentos de necesidad, existe un entendimiento mutuo, una entrega de sí mismo y de sus posesiones, entrega de su apoyo emocional, se comunica íntimamente y valora a Ainara, ella es SU amada. En principio parece que aporta todos los elementos para conseguir su propio objetivo. ¿Qué es lo que busca?, ¿qué es lo que le lleva a caminar por la vida de Zoé?. Uno podría decir que lo tiene todo, pasión, intimidad, decisión de permanecer al lado de Ainara, ¿cuál es la pieza interior que se tambalea?. Recuerda entonces las palabras de Yeray a Zoé: la sutil diferencia de matiz entre mi amante y la amada... Cualquiera puede ser amada, mi amante y la amada, por ese orden. Pasión, más la intimidad y el romántico riesgo de saberse compartiendo una historia paralela, de sentirse adorado en la distancia, seguro en el entorno diario, de nuevo ¿dónde encontrar el compromiso?. Sabe de su precisión en el lenguaje, de su obsesiva manía de emplear la palabra exacta en cada momento y la de veces que se han reído comprobando que, casi siempre, el interlocutor a quien va dirigida no termina de entenderle. Lo lógico sería que hubiera dicho: "¡no eres la amante!" o, quizás, "¡no eres una amante!"... pero no, precisó y singularizó, con ese "mi" tan posesivo, que se sentía su dueño. Sin embargo sí podía ser "la" amada... ¿la única o una de ellas?. Le dolía el pecho, no sabía si de gozo o tristeza... - Él sabe y reconoce su irracionalidad... "Conocí el bien y el mal, pecado y virtud, justicia e injusticia, juzgué y fui juzgado pasé por el nacimiento y por la muerte por la alegría y el dolor, el cielo y la infierno, y al fin reconocí que yo estoy en todo, y todo está en mi... Hazrrat Inayat Khan parece querer decirle que sólo Yeray tiene la respuesta; Yeray virtuoso y pecador, Yeray alegre y triste, muerto y resucitado en cada fracaso... Yeray, ángel caído y protector, dando cielo y tragando infierno. Argiloa tiene la impresión de que él ha llegado a reconocerse en todo y que todo está en él. 153 Empieza a no gustarse en su tono de homilía, afortunadamente Herman Hesse ataja su pensamiento por lo sano: "Nuestras inclinaciones tienen una asombrosa habilidad para disfrazarse de ideología" Piensa en como se ha empeñado en buscar la salida a su no amor por todos los rincones y es entonces cuando se da cuenta de que la entrada y la salida pueden ser la misma puerta. Le cuesta unos segundos separar la voz del librero de la suya propia - Pareces buscar algo muy concreto, hoy vuelas de libro en libro Argiloa, ¿te echo una manita? - Busco estos libros e información sobre los autores... Extiende su mano y en ella sudado un trocito de papel con la información que su librero del alma lee detenidamente, dedica una sonrisa pensativa -que ella traduce como enigmática- y con un acompáñame que le da esperanza se dirige con paso seguro y ligero a una estantería concreta. Argiloa siente que los pasos de ambos sobre la tarima se combinan a la perfección como el tum tum de su corazón, mientras una mosca revolotea como eligiendo las tapas del libro en el que frotarse las manos mejor. XXXVIII EN LA LIBRERÍA En el siglo en el que el librero revisa las estanterías elegidas, apoyada sobre una pila de libros y expectante, nadie hubiera podido definir mejor la sensación de Argiloa que una nueva cita de Tomás y su Evangelio Apócrifo: "El que busca no debe dejar de buscar hasta tanto que encuentre. Y cuando encuentre se estremecerá, y tras su estremecimiento se llenará de admiración..." Son tantas las puertas que parecen abrirse ante ella que le ocurre exactamente como cuando en una tienda le enseñan trescientos modelos para elegir, todos deliciosos, todos para diferentes ocasiones, cada uno le regala la promesa de una imagen en la que verse, éste de cocktail, este otro para una cena, aquel para salir de jujú, el desotro para algo más formal. Cuando se ha visto en semejante situación ha terminado por salir apabullada de la tienda, sin comprar nada y acaba sentada en un café pequeño, de esos cuyo olor a pan y café recién molido te rodea por todas partes, ese olor que como confidencia al oído, mete sus propias narices hasta en tus calcetines, de esos pequeños locales que simplifican y ayudan a bajar los pies a la tierra, caminar la sencilla textura de lo simple. - ¡Dios mío!, todo tan aprendible, tan indagable, tan apetecible que ¿por dónde empezar la criba?, ¿qué puerta no es necesaria, cual no abrir para poder centrarse?, ¿su compulsión al abrirlas significa huir? Tal como se vive, diferencia con palabras sentimientos: - No es saturación, acaso rebosamiento... Se siente inundada de efusión y una palabra con la que se autodefinió tantas veces salta a su mente: Intensa. Haciendo caso omiso al friki de conjunto imposible que acaba de entrar oliendo a pachuli y pidiendo un ejemplar de las 154 "Memorias de un descerebrado", se habla tantas ocasiones como sea necesario hasta escucharse - Recuérdate su significado: vehemente, recurre a sinónimos Argiloa: aguda, viva, penetrante, acelerada, urgente, crecida... in-tensa, si, pero, necesito algo más, se busca en su antónimo: leve insignificante, débil, moderada. Inundada en sus pensasentimientos, le sobresalta la voz penetrante, deliciosamente grave y dulce del librero. - Corsario de Ciudad y ... Silencios de Agua, déjame ver... no, no tengo los otros, y... puedo encargarlos si quieres... - No. Gracias pero no gracias... - ¿No..?, . lo sabía, ¡ es bueno recordar con qué cliente hablo!. No quieres forzarlos por esa vía, ellos llegarán a ti si tienen que llegar cuando sea el momento y bla, bla, bla,... ¿Es eso? - Si te digo que hasta me alivia encontrar estos dos y ninguno más, ¿me crees? - Sabes que uno ya solo cree ...en Dios ¡y en el bicarbonato! ,Argiloa; no olvides a Mencius: "Suelen decir, Buscad y lo encontraréis, desatended y lo perderéis"... - Seguir buscando, sin descanso, ¡debe ser mi sino chico!... Exactamente... ¡majo chico ese Mencius! Eso es lo complicado, la seguridad de que en las decisiones que tomamos determinamos el rumbo del camino, ¡es tan imposible eso que nos cuentan de que uno tiene la opción de volver atrás!, nunca se puede deshacer una elección, aplicas la cera caliente en una ingle o una axila, dejas reposar durante un instante, justo lo que dura el calor del hacerte a la idea de que no hay vuelta atrás y cerrando los ojos, arrancas la tira de cuajo, y surgen las lágrimas convocadas en pelotón alrededor de los ojos... la siguiente tira, el ser que vuelve a recorrer el camino para retomarlo ya no es el mismo que se planteó dicho camino con anterioridad. Una vez empezada la tarea ya no te permites dejarla hasta terminar, no te caminas por la vida con una pierna depilada a ranchones y otra no, y después, eso sí, puedes esperar a que otros nuevos vellos nazca de nuevo, es imposible volver a colocar pelo por pelo, en sus respectivos poros y capilares. No es cuestión de andar y desandar sin rumbo, al final se trata de aceptar las reglas del juego y caminar depiladita y tragando la pastilla aceptando la certeza del oráculo, esa que dice que hagas lo que hagas te equivocarás.. - Como buen arrumbador de bodega, una vez que se inicia el viaje sólo queda trasegar, cabecear y clarificar los caldos uno a uno... - De eso se trata y eso es lo verdaderamente apasionante. Sólo ahí subyace la posibilidad del renacimiento, - Del rehacimiento también... ¡Renacimiento! ¡Vaya palabrita mencionas! Argiloa se recuerda en la palabra hasta reventar, el recipiente de parte de su juventud se vuelca sobre ella... recuerda su examen de selectividad, cómo se vio llevada a hacerlo forzada por la decisión de otros, como era tan habitual en aquellos entonces. Rememora la sensación de duda sobre sus parcos conocimientos, en aquel momento humorísticamente llamados por ella pacos cocepimientos. El zumbido entre nubes de humo, de mil caras desconocidas a su alrededor, los fragmentos de conversación, los cuadernos de notas sobre el pecho, los globos con el rosa transparente del chicle desgastado y los mechones de pelo retorciéndose como dando cuerda al nerviosismo, a las preguntas variadas sobre las materias, salteadas por aquí y por allá... 155 - ¿Platón?, ¿qué decía ese?. ¡San Pedro!, ¿has visto el conjuntito que se ha traído la guay?... estoy en blanco, y el ¿Aristófanes? - Lo del mundo de las ideas ¿no? Joé, tía, sí, duro de pelar, página veintitrés, corre, ¡saca el resumen!... Lo del Aristo-gato ese no lo tengo, lo encuentras tú? - Oye... ¿y Kant?, ¡socorro, que no me acuerdo de Kaaant!, alucina vecina, no te pierdas con quién está hablando la Cocó... - Pura crítica a la razón, Crítica a la razón pura o algo así, tía... ¡anda que no! Lo que nos quedará por ver! jó tía, no me pongas nerviosa... El diálogo flotando junto a la ansiedad comunitaria en el aire, ambientando la desesperación de Argiloa, ella en un alarde de sentido del humor pensando: ese Kant... ¡alguna razón tendrá la Pura cuando critica! - Declíname lobo, pregúntale a "Fefa" como era el acusativo de Rosa... - Lupus, lupa lupum, - Rosa rosa rosam, rosae, rosae, rosam... búscalo tú entre todos ellos que yo ando en otra cosam... Y Argiloa se recuerda cigüeña sobre una pierna, con la otra apoyada sobre una pared que se temblaba a juego, a penas unos dos años de calendario la separaban de la edad media de toda aquella gente presentándose al examen, en pocas ocasiones había sentido en ella tanto medieval extrañamiento... con unas ganas de echar a correr y no parar, recordando como mucho que el lobo es para ella, a parte de un gran turrón, uno que salía en el cuento de la caperu pretendiendo comerse la merienda de la niña de la capa roja y que terminó por comerse a la abuelita y en cuanto al acusativo en latín no llegando más allá de que excusatio non petita acusatio manifiesta. XXXIX RE-NACIMIENTO Entornando los ojos con disimulo en medio de la librería, con la cabeza inclinada sobre un libro que no lee y sustrayéndose del bolso de cocodrilo tristemente colgado del brazo de una imitación a señora, que algo perdida, o igual no tanto, parecía no encontrar el último libro del cocinero de moda, en la sección de astronomía, recordó la entrada a la sala de aquel día... El olor a bio-universidad era diferente, papel mezclado con mezclas de cafetera y restos de insomnio de la noche anterior, perfume y un leve sudor de palma de manos y planta de pies. Curioso cómo el olor de las aulas crece y cambia con las personas, recordaba el olor a colonia, plastilina y suavizante de parvulitos, el olor a lápiz y gominolas mezclado con comida reciclada de monjas en los pasillos de la primera etapa, -si hoy cocido, mañana sopa y croquetas- el olor del estallido en la primavera de hormonas variopintas, pipas y caramelos de menta para tapar el rastro de los primeras colillas besadas a compartidas hurtadillas, de los primeros besos robados como caladas a la trasgresión en un temprano cigarro. El olor que al llegar a Viernes se concentraba casi hasta reventar en ganas de fin de semana, olor directamente proporcional a la distancia en días 156 con el último contacto con el baño o la ducha, el desinflado olor perezoso del volvamos a empezar, del Lunes por la mañana. Los lugares tienen su olor grabado a ellos, las iglesias huelen a mocasín azul marino, a incienso y casulla, los asilos a pena y recuerdo, a la colonia uniformada de adiós, para siempre adiós. Recordó aquel día al milímetro, cómo se sentó entre dos seres cuasiintergalácticos, a quienes mirándoles con la intensa atención de un vistazo de reojo le parecieron la reencarnación de Pitagorín y la Pitonisa-reina de la Sabiduría. ¿Y cómo olvidar su triunfal expresión de júbilo?, su no saber, se esfumó y se elevó como sus ojos a las alturas al leer el tema central del examen: RENACIMIENTO -gracias-dios-mío-existes, sólo que a veces pareces estar hablando por la otra línea-. Paladeó la mini satisfacción añadida de ver a los dos supuestos seres con precipitada atribución de ciencia infusa, a ambos lados, comiendo los muñones al caperuzón azul del bic, y recordó su canturrear bic naranja escribe fino, bic cristal escribe normal, bic, bic, bic, bic, bic... esa parte salvada, a ver el resto... Gestión de los recursos, aprovechamiento y reciclaje de todo lo almacenado en su disco duro, ese fue su examen; arte, literatura e historia hiper-inter-relacionados, traducción de latín, si antes de ojear el examen su actitud era de "Ave Cesar suspendituri te salutant", con la muleta del renacimiento y con su reglamentario diccionario en ristre enhebró una abierta traducción tan libre de un fragmento de las Galias, que el mismo César la habría felicitado en persona por haberla creído partícipe de dicha batallita o bien por su fructífera imaginación. Reaparición, regeneración, restauración, renovación, retorno...todos los sinónimos mezclados en su panza, hablando a la vez y a gritos cada uno sobre su significado, como un grupo de niños en su primera noche de acampada alrededor del fuego. Su sonrisa floreció como esa época, si hay palabras fetiche en la vida de uno esta sería en estos momentos para Argiloa una de ellas. Renacimiento. Lejos ya del "Hernáncentrismo", o lo que es lo mismo: del prepotente triste teocentrismo en minúsculas; lejos de la austeridad en lo afectivo, del hierático hermetismo... lejos de la quema indiscriminada de toda opinión que no coincidiera con la suya, del secret y todos los restantes ismos, de sus mil libros incompartibles bajo su llave, de las inquisitorias miradas, de las explicaciones, y culpas, lejos del la amenaza constante del tenebroso ¡miiiiira que te mira dios, mira que te está miraaaando, mira que has de moriiiiir sin saber cómo ni cuaaaando! El ser, más humano que nunca, retoma el inmenso lujo de sentirse el ser terrenal quién se es. Y surgen sin dificultad las especias y el arco-iris del intercambio y se abren fronteras, y se surca el mar ya sin miedo, con el ímpetu de acercarse a otros mundos, y una vez sentido lo suntuoso de la seda sobre la piel, cae la anterior tela de saco a los pies, y no hay retorno, una vez probado el sabor del color en la pupila, sólo queda avanzar... en el placer por ejemplo, placer para las papilas gustativas de todo el sistema socio-personal, placer para recrear los sentidos con mil cuadros, mil paisajes, mil registros. La posibilidad de disfrutar, dejando atrás el oscurantismo de lo parcial, abriendo brecha en lo universal. Sólo entonces es cuando puede surgir la importancia de la multiplicidad, cuando el ojo deja de focalizar en un único y aplastante todopoderoso creador, pueden 157 emerger los ángeles con su poder de mecenazgo, de compañía y protección. Cuando se aparta el énfasis en su aspecto inexpresivo, austero y castrador, surge el aspecto del dios que también acompaña y entiende desde otra distancia, siempre ha pensado que Dios, harto de ser retratado de frente y en plano, da con el renacimiento un toque de atención, para que el escorzo de otros énfasis sean matizados, invita a un té con pastas, en una jornada de puertas abiertas de su estancia, mostrando otros caminos de vida y muerte en los que resucitar, no en vano se supone que sabe de resurrección en sus propias carnes. Argiloa ni siquiera se ha dado cuenta de que el librero hace rato que se ha alejado de ella con una mirada traducida en: - Disculpa Argiloa, te dejo sola, ha entrado un cliente que me reclama... Como si una de las liras de los angelotes mencionados hubiera caído de las nubes en las que se encuentra y le hubiera dado en todo el coco, se da cuenta de cómo, inmersa en sus pensamientos, ha dejado al cocodrilo, la señora, al librero y a cualquier posible espectador de la escena, incluido tú mismo que estás leyendo estas líneas, atrás. Cómo en su vida ha ido reduciendo el círculo hasta hacerlo casi cerrao con llave y candao, cómo paso a paso ha ido apartándose de la gente. No ha sido una decisión tomada un día y llevada a rajatabla, no. Ha sido un caminar, un elegir, cada vez más cribado, más selectivo, si es sincera y se mira por dentro, son tan, tan escasas las personas con las que puede permitirse tal cual, su sensación al mirar alrededor es de extrañeza, no entiende mucho, los cambios en su posicionamiento se han ido sucedido vertiginosamente rápidos, profundos, escucha conversaciones del pasado que se le antojan leajenas, como de antesala al siquiátrico. Suena en ella la música entremezclada de dos boleros dialogantes: - Si tú me dices ven lo dejo todo.. si tú me dices ven, será todo para ti... - Lo dudo, lo dudo, lo dudo... (- ¿Sabes? Chica, estoy locamente enamorada, es un tío estupendo, me lo da todo, es...¿cómo te diría yo? es bueno casi en todo, es generoso, amable, cariñoso, viste que te mueres, tierno, sólo tiene la pequeña pega de que mató a uno en un arranque de locura, una bobada, de verdad, no es el típico asesino, que va, ¡no tiene cicatriz en la cara, ni tatuajes ni nada! es que con la paciencia que tiene... ¡como debería estar aquel día el pobrecito para perder los nervios de esa manera!, además, tenías que haber visto la pinta del que se cargó, ese sí que era el típico lleno de piercings, casi habría que darle las gracias, es tan especial, y ¡cómo me quiere!, ¡tenías que verlo!, tiene mujer y tres hijos pero no se lleva bien con ella, la dejará un día de estos, bebe los vientos por mi... ...Pues entonces se acostó con la chica que estaba liada con el nieto de su tía-abuela la del pueblo, esa que vende garrapiñadas en el puesto de la plaza y como no le quería y lo que buscaba era sacarle las peladillas, pues, nada, como lo oyes, que al final se fue con el primo de su consuegra , más que nada porque se sentía solo y como era de casa pues había confianza, ya sabes... ) Suspiro de "Benditos sean los solitarios" en su boca, teatral y deleitándose en la imagen, como una novicia con contrato en prácticas, recoge con un mimo 158 níveo de uñas blancas su cuaderno de cánticos, su rosario y su misal, recopila el Corsario de Ciudad y los Silencios de Agua; con un conocido gesto cómplice de "me lo apuntas en la cuenta", abandona la librería en recogimiento, pisando en blando con pasos aplicados, como dando la imagen de quién sale del templo sintiendo la prepotencia del más ungido que nadie, como quién acaba de recoger el salario de la venta de la cosecha sembrada durante un arduo año de trabajo y se encamina a casa con la empanada y la bolsa en sus manos, sin saber a ciencia cierta cómo, ni de qué manera, ni hacia dónde sus manos le van a llevar a invertirlo. Sacude con gesto de fastidio de la mano que le queda libre, una mosca más que tozuda, viene consecutivamente a intentar besarle en la boca, lo terreno del gesto le devuelve a la realidad exterior. Levanta su mirada con esa frase, como una oración en sus labios: miserable es el cuerpo que depende de un cuerpo, y miserable es el alma que depende de entrambos". ¿Qué estará siendo de Nínfula, qué habrá ocurrido con Hernán? XL LIBROMANCIA Unos kiwis le guiñan con su militar verde caqui al pasar delante de un puesto de frutas, Argiloa frena su caballería y se detiene ante él. - Buenos días, ¿le pongo? - ¡La verdad es que una pregunta así tan directa..., como que no mucho, la verdad, ...¡no está una para ponerse mucho a estas horas! su sonrisa abierta contesta con: medio kilo de kiwis, tres manzanas Granny Smith y un kilo de naranjas de zumo por favor. - ¿Sólo?. Pues menuda mañanita llevo, ¡a ver cómo me las arreglo para dar de comer a los siete churumbeles!, ¡no es por tocarle los melones, señora, pero no sé si se ha dado cuenta que...las peras las tiene en su punto, casi maduras! - Me lo va a decir usté a mi, que como se me sigan cayendo, a este paso voy a poder calcular la temperatura del suelo sin tener que mirar al barómetro... ande póngame kilo y medio de peras ¡que sólo me falta sobre mi conciencia el hambre de sus niños! - Eso está mejor... si me permite yo que usté me dejaba de pamplinas graniesmices y me tiraría por la reineta de toda la vida... - Tiene razón hombre, ponga, ponga reineta y... ya casi, y ahora que pienso... si le parece hacemos una cosa, otro día téngame la compra que usté tiene planeada para mí en una bolsa, paso, pago y me evito esperar... La conversación surge sola y sola se cierra con un: hasta la vista, seguido de un socarrón: no le he querido decir nada por no abusar, pero ya sabe dónde encontrar el mejor pepino del barrio y la clásica despedida con guiño pillo que, a pesar de rayar en el exceso de confianza, le salpica de risas como un charco hace con los tacones, tan frescales como el aire de una avanzada mañana de otoño. Argiloa aterriza de nuevo en casa, destina la compra a la nevera, da una vuelta meteórica a sus rincones, necesita orden a su alrededor antes de sentarse 159 a leer correo y después disfrutar. La carta confirmando su excedencia de un año por motivos personales llega al fin sellada con institucionales morados y azules y le aporta una tranquilidad esperada. Ordena facturas y acercando intermitente su boca al agrio escalofrío de una de las manzana, sosteniéndola entre los dientes, se dispone a sacar uno a uno los libros de la bolsa, la agarra de tal manera que sin querello ni buscallo su asa se desgarra dejando caer los ejemplares en escala ordenada desparramados a su libre albedrío, tropezando en el camino y llevándose consigo un bote con bolígrafos y el ejemplar de su propio libro que minutos antes yacía corpore insepulto sobre la mesa. La echada de libros descansa en la tarima de madera, Argiloa, detenida como una señal de tráfico, de pie y observándolos, coge dos ejemplares cualquiera que simbolizan los libros que no ha encontrado, escribe Diario de un anarquista atávico sobre un post-it y "Me basta con mirar" y los deja caer a su aire, retoma la imagen de Yeray con los libros extendidos sobre la mesa y tiene claro que se ha llegado a ella la hora de escuchar su invitación de leerlos en clave de Tarot. Meticulosamente, abre la cajita en la que envuelta en un pañuelo de seda, descansa la baraja usada que le regalara un echador de cartas años atrás. Selecciona los arcanos mayores y, barajándolos, los coloca boca abajo sobre cada uno de los tres libros. Sobre Corsario de ciudad van nevando cartas. Arrodillándose como en un reclinatorio, como lavandera que coloca su tajuela cerca de la piedra en el río, levanta la primera de ella: EL LOCO, inicio de nuevo ciclo de vida y nuevos principios, optimismo, fuerza. Circunstancias y ocurrencias inesperadas, que sin planificar, cambian de signo los estados existentes, decisiones importantes y elecciones importantes a tomar... Argiloa traza un círculo imaginario alrededor de la carta y el libro y se sitúa en el polo opuesto, desde la antípoda lee lo impulsivo de las acciones y elecciones temerarias, la locura, la disipación, la pérdida de energía creativa, cambios en el entorno, Zeus, Júpiter, Señor del silencio, todo Yeray, percibe con claridad su cansancio, su agostamiento detrás del buscador impenitente en cuyo tacómetro, el disco de registro de la ruta de sus ojos se acumulan los kilómetros, aún así, es consciente de que es ella la que da la vuelta, ella la que debe tomarse la molestia de pillarle al revés, la carta bien dignificada se muestra en positivo, a la espalda su historia personal con toda la magia y atracción que tiene lo desconocido. La siguiente carta sobre el libro: EL MAGO. La voluntad y el dominio, la habilidad y la oratoria. Iniciativa y aceptación de los riesgos, la capacidad de percibir y utilizar el potencial organizativo y comunicativo... Hermes, Odín, el errante, inventor de la poesía y las runas, todos los dioses planificadores de la vida unidos en torno a él. Sobre Silencios de Agua descansan cartas que Argiloa en ese punto necesita levantar; no podía ser de otro modo: LA TORRE, cambio conflicto e interrupción, la superación de un modo de vida existente, acciones que tienen repercusiones extendidas, inesperadas, dibujando el mismo círculo, mirándolo en clave de cabeza abajo, mal dignificado como dirían los entendidos en la materia. Argiloa escudriña interpretando cambio inesperado, circunstancias que pri160 van al individuo de libertad de expresión, aprisionamiento del individuo en una serie de circunstancias que por el momento no puede superar. Argiloa levanta con parsimonia la siguiente carta sobre el libro: LA LUNA, sin alguna duda de que se trata de Zoé, de la bella Zoé. Media carta reposa sobre él, media sobre el suelo, sueños, ilusiones, imaginación, decepción y la incapacidad de enfrentarse a la realidad con el consiguiente escape a las ensoñaciones... Abre los dos libros, alternando lecturas, uno en cada mano, lee en balanza saltando de uno a otro... - ¿Viajarás mucho...? - No lo sé... - ¿Me echarás de menos...? - Seguramente... - ¿Volverás...? - No... no lo creo... Y si has de partir... Que un lunes cualquiera, tu hueco en la cama lo ocupe esa muñeca de trapo que un día me regalaste y tu lugar en la mesa se ría de tu plato vacío. Pero... Cuando se acerque el día y la hora en que mis ojos se han de cerrar para siempre, sólo déjame... sólo déjame morir a tu lado... No... No... No... Calla... Únete a mis silencios de agua... ...sedienta quedó mi sed de los rocíos del agua. Es curiosa la sensación de que independientemente cuáles sean las cartas, uno puede leer las líneas de la palma de las hojas de un libro, simplemente dejando que la intuición ponga letra a la música de los posos que se balancean en su fondo. La imagen de los libros desparramados en el suelo le recuerda que existe la catoptromancia, el arte de adivinación mediante los fragmentos de un espejo partido o de una superficie lisa, las risas se apelotonan en su garganta y boca cuando recuerda la cefalomancia, la lectura adivinatoria de la cabeza de un asno cocida o en su defecto de un ciervo. Se le ocurren mil ejemplos de especímenes con cuernos y sin ellos para cocer y leer un buen rato, divertido el experimento, - ¿A qué te dedicas en estos tiempos? - Pues mire, soy cefalomante a domicilio, la cabeza y la cazuela la pone usté, yo, encantada le leo el resultado de la cocción. 161 Vuelven mil fraccionadas imágenes de quienes somos, de quienes parecemos ser; Argiloa se pregunta si existirá la libromancia... - Seguro que sí, y... si no existiera merecería la pena hacerla existir. No es la primera vez que ha leído un libro, o visto una película, añadiendo datos a su final, imaginando la ruta posterior a la narración, lo que la ha originado, se da cuenta de que en realidad los leedores de libros, tienen el inmenso poder de la interpretación en su mano, el de cambiar el destino de los personajes, de resucitarlos incluso, el poder de atribuirles tantas características como necesiten hasta cubrir su satisfacción personal, hasta encontrar lo que venían a buscar en ellos. Si se lo permiten, tienen en su mano la capacidad de elección. Eso es, ni más ni menos, lo que ha estado haciendo ella, convertida en leedora más que como mera lectora. ¿Cual es el secreto para hacerlo? ¿Cuál la fórmula? ¿de dónde viene tal necesidad? Sabe de los elementos necesarios para el proceso: interés, constancia, esfuerzo... pero el origen es anterior, va más allá de ello, busca la palabra clave, la que sujeta la estructura central como en el arco románico... puede ser ¿catarsis?. Recordó sus pequeñas incursiones en el teatro del colegio, su gusto por la tragedia griega que buscaba y producía una catarsis colectiva. La purificación ritual de personas afectadas por haber sucumbido en alguna impureza, el efecto en el espectador de suscitar emociones y por extensión el sentimiento de liberación suscitado por alguna vivencia causada por cualquier obra de arte, yendo un poquito más allá en lo fisiológico...la expulsión espontánea o provocada de sustancias nocivas al organismo, la limpieza general resultante de poder hacer cuentas cara a cara con la conciencia y conseguir un equilibrio interior... Aún así ella busca el origen, el gatillo que activa esa catarsis hay sentimientos inexplicables con palabras y decide que su sensación es la de haber nacido con el interrogante puesto, a veces colgada de él como un abrigo en una percha, otras veces mordiéndolo como si fuera anzuelo, otras usándolo como garfio. Se sabe nacida con amnesia, viajándose en la curva, a veces ante el salto al abismo entre su camino recto y el punto en suspensión. Preguntarse al fin y al cabo es tomar carrerilla para hacer ese salto que le lleve a la plataforma del punto. Dibuja mentalmente dos signos de interrogación y lee ying- yang, el reflejo sobre sí mismo de un mismo interrogante de apertura se dibuja en un perfecto corazón. - Creo que es todo ello, sobre todo, una cuestión de humildad Argiloa... - ¡No podría estar más de acuerdo conmigo misma! Recuerdo haber leído que la humildad no consiste en rebajarse, eso es simplemente rebajarse, humildad es saber que en el momento siguiente se puede aprender algo que podría cambiar por completo la manera de ver el mundo. Me gusta leer y escribir así, no puedo con prepotencia del "te equivocas" todo podría ser y no ser a la vez, todo está siendo desde el momento en el que uno le da dimensión de posible... Las expresiones que aborrece se van enumerando: "ya nos conocemos", yo sería incapaz de hacer eso", a mi eso jamás me pasaría" En un repentino ataque de egoísmo que ya no quiere refrenar, va de cabeza a levantar las cartas sobre su propio libro Mujer de Nadie, la escorpiana visión de LA MUERTE unida a LOS AMANTES, los gemelos, símbolo de los géminis, boca abajo y se recuerda en el otro lado de la barrera. ¿Cómo sentiría 162 Hernán si leyera en escrito todo lo que ella misma ha vivido en estos tiempos? ¿qué cuestiones se plantearía si abriera un libro en el que encontrara una radiografía ficcional?, ¿desde dónde y cómo viviría más que esta faceta suya, esta necesidad? Siempre necesitó la protección de un seudónimo, algo que la ayudara a mantenerse a salvo de su ironía, no podía por aquel entonces permitirse el juego entre ficción realidad y, hubiera sido para ella simplemente imposible no sentirse expuesta, cuando escribía, se ocupaba en la catarsis de retorcer su dolor por dentro, para escurrirlo por uno y otro extremo hasta estrangularlo como lavandera, para enjuagar una y otra vez todo lo ad-herido en él. El público por aquellos entonces era un impedimento para que ella pudiera llevar a cabo su tarea, un freno a su limpieza, imbuida en su tarea, no estaba para el escaparate de la autoexposición. Toda esa forma de escribir de entonces, diciendo sin decir, sintiéndose culpable por lo dicho y lo callado, dejando que el tono de la rotundidad hablara por ella ya que ella no podía hablar por sí misma... es muy curioso, a la vez, siempre echó de menos no poder compartir su necesidad desde la paz, había llegado a creer que siempre, indefectiblemente, siempre que alguien escribe, su alguien más cercano sufre por lo escrito, se convierte en damnificado directo. Los afectados por el síndrome de acompañamiento al escritor, al actor se pelean entre la posible realidad de lo plasmado, se convierten sin quererlo y muchas veces por la inseguridad y el riesgo que conlleva el amor en investigadores afectivos que recaban datos y señales por todas las esquinas de los escritos, convocan a los fantasmas que prueben, confirmen, revaliden y corroboren sus dudas, como la paranoia de quién huele la ropa a la persona amada que llega a casa tarde, indagan en el bolso o los bolsillos del otro, rastrean contraseñas, escudriñan, inquieren... en ese momento entiende: debe dar miedo la posibilidad de ver volar a quien quieres a tu lado, el esfuerzo ingente, el desgaste de energía de verse convertido en pegamento de expresiones para que no se desconecten, para que permanezcan unidas, debe ser jodido ver ensancharse el abismo de silencio entre las expresiones y las palabras para que no se conviertan en diálogo: - Siempre jamás. - Siempre... jamás. - Siempre... - Jamás... Debe ser terrible, debe ahondar su sensación de provisionalidad. La tortura de sentirse demanda constante, pozo sin fondo, dime que soy importante para ti, dime que me quieres, que nunca vas a dejarme, ¿para qué necesitas todo lo que no sea yo?. La confusión entre las necesidades personales, las de pareja, las sociales, ¿cual debería ser la diferenciación y los límites entre ellas?, ¿de dónde provenía el deseo de cargarse precisamente lo que en su día nos resultó más seductor en la otra persona?, la ambivalencia. Los conflictos entre la intimidad y la autonomía, la separación de las necesidades individuales de las necesidades en la relación. Era muy curioso como por proyecciones varias, una situación que pertenecía exclusivamente al ámbito intrapsíquico, llegaba a ser convertido en un conflicto interpersonal. ¿Cómo aprender a separar el alma de la sombra?. Cómo colocar respeto por el ser del otro y a la vez ser consciente y capaz 163 de no dejarse dañar por la sombra del otro?. ¿Cómo aprender a relacionarnos por entero, con los arquetipos del bien y mal? Nunca pudo con los ultimatums, reconocía haber pensado en podarse las manos, en dejar de escribir, poniendo en la balanza todo el sufrimiento que podía ser infringido, ¿merecía la pena?. El seudónimo le permitía la protección del tiempo de espera suficiente para llegar a responderse dicha pregunta, temiendo llegar un día a responderse No. Temiendo en realidad por aquellos entonces comprobar que a Hernán le era absolutamente indiferente. Optó por no regalarse el posible dolor en activo o pasivo de la incomprensión de su entorno afectivo, llámese Hernán. Se parapetaba tras las palabras como adolescente abrazando la llave al cuello de su diario en excusas... no en vano alguien llegó a definir el acto de escribir como uno de los supremos vicios solitarios y si no fue así alguien debería haberlo definido de esa manera. Si al acto de escribir se le añadía el pequeño condicionante de hacerlo en internet las elucubraciones saltaban hasta sacarse de quicio y de madre. Sin ninguna dificultad podía escuchar el monólogo reprochante por parte de Hernán, cuando intentó alguna débil incursión en páginas seudo literarias. - Amanecerás un día con un balazo en la sien, en cualquier cuneta, desconoces toda la bazofia que hay en este medio... - Por favor, Hernán, déjalo, ¿no hablarás de ti? - Tu ingenuidad no tiene límites Argiloa, ¿crees de veras que a alguien le importa lo que escribes, ¿no te das cuenta de que es una tontería adolescente a la que te agarras por temor a la madurez?, ¡¿no pretenderás hacerme creer que hay algo serio en lo que haces?!, es infantil, te conozco, no tienes nada que aportar y además está todo dicho, no cuentas con la técnica, con la estructura, pero por el amor de tu dios, esto no es serio, ¿tú quién te crees?, bonita, ¡si no sabes ni puntuar!... en realidad parece más que lo que buscas es acabar en brazos de algún poetucho postmoderno guay, o mordiendo el anzuelo de algún poetastro degenerao... En realidad creo que te aburres, que tienes demasiado tiempo libre... La carta de LA MUERTE la entiende hasta la desesperación, él número de la carta, el trece, coincide con el día de su nacimiento; ella juraría que fue en martes. Su simbolismo: Transformación y cambio como resultado natural de las circunstancias predominantes, cambio abrupto y completo de los modos de vida o de conducta por causa de acontecimientos pasados. No tiene miedo a esa muerte como hija de las grandes transformaciones, como fin al estancamiento, ella sabe que el sabor a corcho de la inmovilidad es lo que realmente la mata. Interpreta la carta de los Amantes, número seis, su número preferido, tal como la encuentra, cabeza abajo, como buena geminiana sólo tiene que mirarse para entenderla perfectamente, dualidad y conflicto, como compañía perturbada por acontecimientos externos, contradicción, sospechas, conflicto con el ser. Comprende entonces que la necesita bien dignificada y está en ello, se conoce y sabe que para ello tiene que enfrentarse a su propia cruz, a que su elección sea más intuitiva que racional... Sin poder ya parar sigue levantando cartas, leyendo entresijos... Fracaso. Contratos y compromisos rotos. Compañías y alianzas perturbadas. Mal juicio y fracaso. Fantasías de éxito, hipersensibilidad, hiperactividad, 164 incapacidad para el aprendizaje incluso alergia, todas las deidades que representan la mente consciente, lo académico, vueltas del revés, como vueltas por el forro. EL SOL haciendo el pino sobre el presunto libro del Anarquista atávico, fantasea por un momento y llevada por las palabras y sus significados se pregunta si es posible que Hernán haya publicado un libro sin que ella se haya podido enterar. ¿Sería imposible?, todo es posible, si bien él alardearía de ello hasta el aburrimiento, lo oculto en Hernán parece inevitable, ojea el libro y reconoce que el traje no podía estar más a la medida, su mano dando la vuelta EL COLGADO parece ratificar su incertidumbre: preocupación por lo material y las ocupaciones del ser, tendencia a dejar pasar oportunidades por el miedo a perder lo que ya se posee. Preferencia por el estatus quo a pesar de los contratiempos, decisiones retrasadas, sacrificio de una cosa para obtener otra.... sobre la segunda nota post it aparece LA TEMPERANCIA diría que algo despeinada: escaso juicio tendencia a tratar de combinar actividades o personas muy distintas, demasiadas actividades en poco tiempo, volatilidad, Diana, diosa de la caza, Artemisa, como arcoiris Ares... ya por elucubrar y cerrar el círculo le atribuye el libro a Nínfula... ¡demasiada fantasía?... (Si Yeray, sí... yo también..."Enciendo un cigarrillo y aspiro una bocanada de humo con esa lentitud que siempre parece premeditada. Brota una sonrisa de mis labios mientras pienso que no hay nada más increíble que la realidad... que no hay ficción mejor si uno consigue contarla como debe ser contada...") Un bostezo de saturación le recuerda que en algún lugar de la cocina le espera algo parecido a un plato de pasta fresca, algo de fruta y una siesta. Los libros quedan a la espera sobre la alfombra en la tarima de madera, cuando apaga la luz siente como si la verdadera función fuera a tomar lugar sin su direccional presencia, desde el respeto y no sin envidiarlos, se aleja de ellos para dejarlos conversar su intimidad a solas en paz. XL AHYH ASHR AHYH, SOY QUIÉN SOY 9:00 am. Argiloa casi se arrastra hacia la consulta del masajista, suena el timbre suave, piensa que de existir, ese sería el sonido del timbre del cielo, después de todos los avatares vividos, tiene la sensación de plantarse como un paquetito bien embalado, en la puerta de San Pedro. - Aquí estoy para que aterrices todo este aire. Necesito lastre... Se siente como la señora que con la mano extendida la para cada día a la puerta del supermercado con su: aaaanda, dame aaaargo, que es mu triste de pedí pero más triste es de robá... Cambia esa frase que de buena gana le diría, por un más que cortés, necesitado: - Buenos días, aquí estoy porque he venido. - Pasa Argiloa, te estaba esperando, mientras te cambias hago una llamada, estaré contigo enseguida 165 En pocos minutos descansa su ropa en el perchero tras del biombo y todos sus pesos junto a sus kilos boca abajo sobre una camilla, los brazos reposando a ambos lados, piernas, pecho y frente apoyados en sendas almohadas, con una rendija espaciosa para mirar hacia el abismo del suelo y respirarse en la tensión de su mini- paz. La letra de la música proveniente de una cadena de radio amiga la acoge... a menudo me recuerdas a alguien, tu sonrisa la imagino sin miedo... se recuerda en sus años adolescentes y piensa en lo diferente que hoy en día le suena la misma música, con todas sus fuerzas desea recordarse a sí, echa de menos su propia sonrisa. Como un crustáceo con el caparazón contraído, hace un esfuerzo por distender sus nudos, se siente parra retorcida, se siente trabazón y estrecho, impotente por no saber cómo aplicar toda su teoría en la práctica de su cuerpo. Sabe que no es a limpia orden de ¡relajate, coma, coño!, como va a conseguir hacerlo, intuye que el diálogo que se trae por dentro debe cesar, reconoce que en cierto modo sigue siendo una pequeña tirana para sí misma y el cómo hacer o no hacer, se le antoja tan empinado como una cucaña trucada. No se impone obligación alguna de hablar, si hay lugares-ermita para ella diría que este es uno de ellos, con un egoísmo consciente reza para que nadie se entere de los milagros que el masajista realiza, como si nada, a la chita callando, desde su local en medio de una calle de un barrio y lo fiche para trabajar en algún salón mega elitista. Si le hubieran preguntado a su cuerpo cual es su necesidad hubiera sin duda pedido calor a gritos, hubiera rogado ser estirado, él debió hacerle esa pregunta en silencio porque cincuenta minutos más tarde tenía sensación de ser una trenza de pelo deshecha, extendida manteniendo el paso del calor del secador. Se viste con una facilidad recién engrasada, nueva cita, pago en efectivo, una sonrisa de agradecimiento, una vez dentro del coche y sin más motivo ni explicación se escribe... Admito que fui alondra atolondrada, polilla tarambana que confundió la luna con el yerto resplandor de una farola fulana. Me expliqué hasta el desmayo, y como metafísico método y teorema, arrojé datos de arena a mis ojos a puños y puñados para así cegar con papel secante mi crónico llanto lacio y hacerme la puñeta más y mejor. Admito que reventé mis válvulas escupiendo en la espita de la queja, que, vampiresa, me resarcí cebándome de atestados en algún que otro cuello laxo. Detoné turbas de desquicies, eludí aludes de alusiones, y sí, admito que no olvidé un dato, que jamás permití un destrone, que me traspasé antes de aceptar un ajeno cierre y arrojé mi corona lejos, sin saberla boomerang. Admito haber montado mil justificaciones a pelo, admito incluso el cansancio de haberme crispado en la crin sobre la intrincada grupa de la "coimplicación". Y recidiva y contumaz reinal, admito la interesada perseverancia ignorante de aquello en lo que no me omito, admito saber donde y cómo me encuentro. 166 Y retiro tres pasos del lienzo, alterno el guiño de un ojo a otro, asumo, arrogo, separo lindes de límites, normas de guías, deseos de realidades, y en la policromía de fondo, ya despegada de la tiranía de la perfección, respiro más hondo el fresco alivio del SOY QUIÉN SOY. Belén Pérez de Prado. En esta ocasión marca una banda a través de su seudónimo y añade debajo un tímido: Argiloa. XLI RETALES Y RETALÍAS Por la ventana entreabierta se cuelan retales de patio del mejor reality show, se inter-calan tiempos presentes, subjuntivos. Argila cierra los ojos y se deja balancear como haciéndose la muerta sobre las olas que saludan para retirarse porque añoran el devenir del vaivén, del va-i- ven, ve-y-ven de-mar-amar... (- Mira que te lo he dicho veces, que no sacudas el mantel por la ventana, ¡leñe!; que estoy aburrida de que mi marido lleve el mono de trabajo a lunares de migas mojás. - Pero Puri, anda que no eres exagerá... - ¿Exagerá dices?, pero si cualquier día de estos lo mando a trabajar con el mono y la lata de sardinas para que se haga el bocata allí mismo... si los trozos cada vez son más grandes Mari, ¡que le caben en los bolsillos, hija!... que las palomas le siguen cuando va de aquí pallá con la fengüi, ¡que esto pasa de castaño oscuro!) En la vida, la madurez a veces nos sobreviene como la sensación de envejecer, viene como el pensamiento, este mismo, a pujos. Después de un partoparto se aprende a relativizar el dolor, mientras que el dolor es inevitable; en un parto una tiene la ocasión de vivirlo separado del sufrimiento , ese que siempre opcional. El sufrimiento con el que cargamos las espaldas del dolor. Una subiría a planta, desde los quirófanos más vivos de todo el hospital, los de maternidad, sonriendo y dando las gracias, a dios, a los médicos, al camillero y hasta el señor de mantenimiento, con las piernas cruzadas, como sujetando un foco de calor-dolor anestesiado y recién cosido en vivo y sin otra anestesia que la generada por su propio cuerpo para la situación, con la sensación de haber cumplido con el mundo, de tener la tarea hecha, con un crujiente ser respirando entrecortado entre los brazos oliendo a meconio, a placenta y vitelo, como con un libro en blanco en el que uno sabe que una se escribirá para bien y para mal. Tendría que ser así... (- ...pa castaña la que llevaba tu Pepe el otro día, quiya... que se le ocurrió subir en ascensor y con el mareo que se traía tuvo que parar dos veces en cada planta, hia que desbarraba como morlaco mareao 167 de paré a paré, a ver si le haces ver la vista, que llamó a tós los timbres que le cayeron de paso y eran las tres de la madrugá. - Con mi Pepe ni se te ocurra meterte, ¿eh?, ¡que la tenemos!, ¡que la tenemos, Mari.. ¡que hace tiempo que te la tengo jurá!. Que mira que mi Pepe es trabajaó y buena persona, no como el Rodolfo Langostino ese que elegiste de padre del primero del muestrario de chavales que tienes, hija, que de seguir asin los van a venir a buscar por el orden analfabético ese, los padres de apellido que empiece por A que arrecojan a sus churumbeles en el portá de cuatro a cinco...) ... existe un egoísmo tan inevitable como entendible en los que no han tenido hijos, en quién desconoce a qué sabe levantarse siete veces siete a lo largo de la noche para el vaso de agua, o para la cucharada de antibiótico cada ocho horas, para cambiar el pañal, o la cama de arriba abajo en varias ocasiones por el pis, o los vómitos repetidos, o sostener una mano pasando la otra por la frente retirando el pelo y deseando todo tipo de protecciones y seguridades para ese ser. Existe un yocentrismo entendible de quién no conoce la impotencia del: ¡qué te puedo dar que no me sufras! que no se rompe hasta que una se ve con una pierna aquí y la otra en sebastopol agarrada a dos barras metálicas a ambos lados, con un equipo médico vestido de verde jaleando y animando al empuja, empuja, que ya asoma la cabeza... (- ...maldita sea tu joía estampa, mira que eres un bicho, lo que tienes es una endivia que no te la pues aguantar, pa ti quisieras tú la mitá de alegrías que se ha llevao este cuerpo serrano p´alante. - Pues deja que lo dude un poco, que te conocí con diecisiete y entodavía no te he visto sin estar preñá dos meses seguíos, que hasta en la cuarentena estabas dale que te pego, Mari.. hija... que de ser animal serías gallina, además, que a mi lo que me molesta es que se oye tó, que se te olvida las paredes son de papé de fumá... ¡menudo ejemplo pa tus pobrecitos!) Me hubiese gustado tener un esqueje, un tú escindido tan o más importante que mi yo para poderme trascender en él. Un hijo, una hija. Los dibujó en mi mente, les pongo cara, tono de voz, cierro los ojos para imaginar su sensación de acogida mezclada con la duda del seré una buena madre para ellos. Y a base de ponerme en los zapatos desconocidos, quiero entender lo que me he perdido. He optado por otro tipo de vida, probablemente guiada por el evitarme complicaciones y la certeza interior de que la inestabilidad de su casa, mi llamémosle hogar no era precisamente el mejor nido para ningún proyecto de tal envergadura. (- A ti me gustaría verte en las mías, ibas a estar tú preocupá por unas miguitas de ná por aquí y por allá, ¡si te tuvieran regao el jardín día y noche otro gallo te cantaría!, pero si se te nota en la cara, que estás amarilla, que pareces estriñía, que no hay más que verte a ti y al Pepe, amos, que yo lo entiendo, no creas, ¡pobre Pepe!, que no me extraña ná que le haya dao por bebé para orvidá, que no hay que tener tragaeras ni ná panimarse a meterle mano a eso, menudo debe estar, mohoso o mohino perdio, ¡como no te compres una desbrozadora...! 168 - Pero mira que eres burra y malablá, ya te gustaría a ti un rebozao con mi Pepe cuando se pone a ello, si es que no sé ni pa que te digo ná, me voy padentro que viene el del butano, a todo esto... mira a ver, que es nuevo y tu pequeño ya tiene dos meses, no vaya a ser que estés perdiendo el tiempo pa que te vuelvan a hacer otra barriga...) Tal y como me vivía ¡me he perdido tanto!, no era precisamente pasear orgullosa al cachorrito en la silleta repleta de puntillas y lazos lo que echo de menos, ni las consabidas atenciones y el impuesto mimo durante el embarazo, lo que realmente duele es haberme perdido los cabezazos de su boquita ávida buscando el rezumar de mi pecho, el calor, el olor de las babitas secas al lado de la boca, la visión del dedoncho regordete metido en la boca, besar la concentración de salado más salado del mundo, ese que sólo se encuentra en las lágrimas de un bebé... (- Puriiiii, sal pacá, llama al niño padentro y lávale las orejas, que está la lengua de esta víbora suerta y no me extrañaría nada que en cualquier momento fuera a reventá, a todo esto cuida no te la muerdas y caigas reonda, hala bonita, que te lo miren... - Oye, calla boba, espera, una cosa..., para... oye ¿sabes lo del separao del sétimo? Se fue pa Cuba y se ha traío a una, ¿la has visto? ¡donde vamos a ir a pará!. ¡Que cosa!... oye, ¡que cuando anda más que mover el pandero lo baila!, tiene a tol portal revolucionao, pa mi que esta era puta...) Echo de menos todo eso, al no haber tenido hijos me he evitado volverme loca pensando qué decisión sería la más adecuada para ellos, dejarme la piel a tiras desgranando cual sería la fórmula mágica para que pudieran crecer con la máxima calidad y el mínimo de aplaste para sus respectivas formas de ser. Probablemente la sensación de iniciar una tarea que no acabaría hasta el momento de mi muerte me hubiera agobiado, hubiera supuesto para mi un esfuerzo sobrehumano sabiendo de mi ansia de perfeccionismo. Los experimentos con gaseosa, no con los hijos Argiloa, convéncete de que has hecho lo adecuado, y a la vez... ¿cómo sería la vida ahora junto a ese hijo que decidió no nacer, con la hija a quién hubiera ido de buena gana a buscar? (- Pues hija, ¿qué quieres que te diga?, será to lo puta que quieras pero mira, él no tocaba una escoba cuando le tocaba turno y ahora el portal está como los chorros del oro! - Pues bien mirado ties razón, bueno maja, te dejo que tengo la comida haciendo gor-gor y voy a separar a las lentejas antes de que se me peguen...) Imaginaba paseos-confidencia, se veía al lado de ellos, agarrada con los ojos cerrados y cuesta abajo sin freno, en una de esas terroríficas montañas rusas suicidas de los parques de atracciones en las que por sí misma jamás había podido montar, y sentía pena por ella, por ellos, pena por no haber sucumbido a su necesidad y haber dejado que el reloj junto al calendario fueran marcando su mejor no en ni hablar hasta encontrarse de bruces con el ya no puedes ahora es tarde, haberlo pensado antes. No servía de mucho culpar a Hernán, él fue cómplice de esa negación elegida, no el generador de ello, ella no supo, o no pudo, o ninguna de las dos cosas 169 en aquel momento decirle adiós y continuar con su vida, este era el resultado, ella misma era el resultado de esa misma negación. Con el inmenso privilegio de la soledad, con su lastre también, piensa en llamar por teléfono, necesita contacto con tierra y... y no, la puedes visualizar inmóvil, sentada en el sofá sin mover un músculo, le apetece que hablen otros y a la vez le da más que pereza casi temor por lo que pueda llegar a decirse hablar ella. Se enciende como un un cigarro y la tele, el clan familiar de turno está siendo diseccionado. Como si con el abrir la ventana le hubiera llegado las ganas de salir de ese sí misma en el que se ha metido, necesita voces ajenas para no sobrecargarse de la decepción que es quién hoy es la que habla: -¡Nos lo hemos perdido chicos, en otra vida quizás... Una ventana se cierra persiguiendo el sonido de la otra, como haciendo competición de dominó escalado, a ver cual se cierra antes, a ver cual suena más al candar. Se imagina también como Puri o Pepi, hablando naderías hasta hartar, a través de una celda del panal mientras tiende los baberos, su ropa interior y los buzos del correspondiente Pepe, Juan o José y las envidia profundamente. Envidia la llaneza, de lo familiar, la espontaneidad de la conversación escuchada por la ventana... y por asociación de ideas nos deja de nuevo para escarbar en la infancia.... Había algo en el turrón que le hacía saber distinto cuando uno tenía que esperar a probarlo al día de nochebuena y navidad. Recordaba a sus padres trabajando, sus conversaciones sobre ella y sus hermanos cuando se supone que todo el clan dormía en la habitación al lado, esas conversaciones que olían a todo en orden, a uniformes del colegio recién planchados con la música de fondo de la retransmisión de un partido dominguero en la televisión. Recordó el olor a comida casera al abrir la puerta: hoy macarrones y filete rebozado ¡bien!, las conversaciones con mamá al pie de embozo en la cama antes de dormir, el pasar revista por casa de papá el apagar el calentador de gas antes de cerrar la puerta con doble llave. Recordó el sonido del despertador por la mañana y el arrebujarse entre el calor de las mantas, mientras escuchaba golpear la lluvia contra el cristal del balcón pidiendo amodorrada con dedos de manos y pies cruzados, la imposible prorroga de un minuto más. Recordó la bañera en Domingo, lleno su cuenco hasta la bandera de niños a remojo como garbanzos, y el bendito y alabado sea el santísimo que se escapaba de los labios de su madre al secarles con la toalla y ponerles la muda limpia, la cola ante el zumbido del secador de pelo. El sonido a vida en los rincones, las broncas, las risas, lavaros las manos, venga a la mesa, ni se os ocurra empezar hasta que no se siente papá. - Todo se convierte o lo convierto en demasiado complicado, das una extrema relevancia a las situaciones, a las cosas probablemente aquejada de una enorme hipersensibilidad. - Esa sencillez se me hace increíblemente difícil de conseguir, se me empina la cuesta, y tú lo sabes... ¿cómo lo hicieron mis padres?, ¿cómo se las apañaron para educar un manojo de hijos sin volverse majaras?, con toda la dignidad del mundo, con sus fallos, con sus cosas, y siempre con el olor a lo no elaborado, a lo natural... ¿Cómo se hace lo sencillo? Y echa de menos todos y cada uno de aquellos momentos que se apilaban cobrando una dimensión especial, la misa de gallo, la primera lavadora automáti170 ca, las empanadillas de la abuela, el calor en las posaderas del cemento del balcón en Junio, mientras hacían hora nocturna para salir de vacaciones al pueblo, las preguntas en el coche: ¿qué monte es este?, ¿qué río pasa por Valladolid?, los paseos con papá a comprar churros mientras mamá hacía el chocolate caliente, el accidente que de siempre ocurría en Navidad, un año el pequeño se partía la lengua, los puntos de la mayor, a urgencias con la tercera que ese asma un día nos va a dar un disgusto. El episodio con la mediana merecía mención a parte... - Dame fuerte en el tiovivo, - No, que te caes - Anda dame fuerte, venga que quiero volar... - Que nooo que te la pegas y luego a ver que pasa.. - Que noooo, que no me caigo que me sujeto.. - Vale, toma, pero agárrate bien... Recordaba con una sonrisa de diablilla la predicción que se cumple en forma de galletón, su cara de pobrecita y sobre todo el susto y sus posteriores esfuerzos por hipnotizar a su hermana... - Yo sólo quería volar pero poocoooo - Vaya por dios! Ahora si que la tenemos buena, de todos modos, te lo has hecho tú sola, yo no he hecho nada ¿verdad?, te has caído tú solita, eso le vamos a decir a mamá ¿a que si? Recordaba perfectamente su llanto, las velas transparentes saliendo en globitos de sus narices mezcladas con sus lágrimas amargas, el brazo haciendo triste gala de la protuberancia del hueso desencajado, su personal culpable acojono momumental... - Si, claro, le decimos que yo me he dado muy fuerte y me he caído solita... quiero ir a casa que me duele mucho el braazoooo. - Si, mira que has tenido mala pata, eso, ahora le decimos a mamá lo que ha pasado, que querías volar en el tiovivo y que TU te has hecho daño en el brazo, y ella te curará... Jamás olvidaría la entrada triunfal, todo su gozo en un pozo al escuchar a su hermana ir directa al grano... - ¡¡¡¡¡Mamá... Argiloa le ha dado muy muy, pero que muy fuerte al tiovivo y mira lo que me ha hechoooo !!!!! Imposible olvidar el tacto opaco del sonido exasperante que se empeñaba en cantar el minutero del reloj de pared y cómo tiritaba la nevera cuando se quedaba, por la noche, en vela junto a ella, a estudiar en la cocina, cómo la abuela confundía al huevero en la puerta con un pretendiente de las nietas; cómo literalmente se le quemó la olla de sopa, -si no había tres litros no había ningunocuando retransmitieron la misa de la visita del Papa, o cómo saludaba con la mano a esa señorita tan amable que la conocía tan bien que salía en la televisión. Los violáceos chichones sobre el amarillo verdoso de los coscorrones en la frente ya frankensteiniana del pequeño cuando con el andador, por entonces inexplicablemente llamado taca-taca, caía escaleras abajo - Os tengo dicho que no dejéis la puerta abierta... anda bajar a buscar al chiquito... - Jopé siempre me toca a mi, que baje Argiloa... - ¡Qué morro si siempre bajo yo...! 171 Se preguntaba qué tipo de recuerdos habrían tenido sus propios hijos, y una vez más y a su pesar tuvo que admitir que la naturaleza es sabia también cuando dice que no... La televisión ya no le sorprende en absoluto, se supera así misma cada vez que acciona el interruptor con su medley de noticias escarbadas en todos los basureros. Las noticias siempre son algo que ocurre una y otra veces pero se empeñan en convencernos que es algo nuevo: el hasta ahora famoso actor y la conocida cantante de ayer han decidido seguir caminos diferentes después del escándalo que han protagonizado...Reunión de populares casposos en la fiesta de silicona belly patrocinada por la confederación de cirujanos estéticos asociados, no lo dude, deje de pasar miserias y ponga unas buenas tetas en su vida... Extendida en el sofá acomoda el cojín a su cabeza, Argiloa mira alrededor echando repentinamente de menos a esa mosca que hoy parece haber tenido mejores cosas que hacer, que acompañarla a ver la televisión. XLII ¿SE NOS GASTÓ EL AMOR DE TANTO NO USARLO? La despierta el sonido elevado a propósito desde la cadena, el que corresponde al tiempo de anuncios. Le pone los dientes largos con un reportaje cuyo título la fascina: Represaliado. Uno, o una, tiene sus ciclos, y a veces se ve valorando en exceso el esfuerzo, el trabajo y la lucha, una creencia en la que se ha crecido, sólo lo que se trabaja y se pelea tiene valor, hoy se le antoja hoy bastante triste, muy revisable. Reflexiona sobre ello detenida en aquellos que han vivido una batalla encarnizada en vivo y en directo y les escucha y siempre permanece la conclusión: ninguno se ve como héroe de guerra, prevalece el hambre, la sed, el olor a muerto estancado en el asfalto del olfato. Todo el que ha luchado, quién ha matado, ha muerto de algún modo en cada bala, pregúntales uno a uno, está segura de que todos ellos hablarían de que sólo el verse teniendo que luchar ya significa perder. Y uno, o una, ve a esas personas removiendo tierra, buscando restos de sus seres queridos ejecutados, no justiciados, guardan, cuando encuentran algo, los restos como reliquias, el cordón con el que le ataron de pies y manos, la foto o los restos mohosos de la carta que metió en un calcetín. Argiloa se levanta y se dirige a la cocina, cuando vuelve con un vaso de leche en la mano es el Dalai Lama quién ha tomado el relevo y está siendo entrevistado, las preguntas se le antojan desesperantemente patéticas, sus respuestas parecen ir al margen de la pregunta y dan sensación de ser hondas como la raíz de olmo, le escucha mencionar una palabra yuyu para ella hasta ese momento: buscar dentro de uno y ejercer la palabra compasión. Si cualquiera le hubiera nombrado la palabrita en cuestión minutos antes de encender la tele, hubieras visto a una Argila removida en el asiento, agarrar un cigarro por el pescuezo para hacerlo arder entre sus dedos, como para apoyar en un lugar su desasosiego. La Compasión: apenas tres líneas en el diccionario algo 172 así como sentimiento de conmiseración y lástima que se tiene hacia quienes sufren penalidades o desgracias. Odiaba hasta entonces la compasión, se extendía como el fuelle de un acordeón, en un abanico de conmiseración, lástima, piedad, misericordia, devoción, clemencia, situaba la lástima en su lista negra de palabras, esas que de haberle preguntado a ella hubiera votado por ni siquiera haberle asignado una palabra. La lejanía y la falta de respeto que suponía hacia el otro, la prepotencia y supuesta bondad de quién la siente... ¡lástima!, ¡estás hecho una lástima!, una de esas palabras que se dice que nadie quiere dar, el: ¡qué lástima!, antecedía al inmovilista no se puede hacer nada que no sea compadecer... - ¡Qué pena chata, oye!, ¡qué pobres son los pobres, nena!... fíjate, fefa", tú sufriendo, todas las desgracias de los pobres niñitos de la china y del japón, yo va y pierdo el boli... ¡no hay derecho!... Es hiriente. Había escuchado a gente relatar sus novelones buscando dar lástima, en momentos se había visto casi cayendo en el mismo error, mira lo que me ha pasado, soy víctima, quiéreme... una actitud de ida y vuelta que lastima, descalabra, lesiona, que es ofensiva, que alardea de una debilidad irreal. Implicada en la palabra hasta el moño, hoy por el motivo que sea, adquiere una dimensión diferente, Argiloa decide de una vez por todas reconciliarse, congeniar con la joía palabra y dueña y señora de los significados que atribuye a sus palabras se aproxima a ella desde otra posición, desde la misma compasión; del com passio-com passionis, apasionada, la desgrana. Con-pasión. Partidaria de las pasiones y afectos del ánimo. Partidaria de ciertas actitudes de la persona. Intuye que para ella en casos concretos la quiere unida a sentir-con alguien, de acompañar con verdadero compromiso, con inclinación y preferencia, sensible al dolor de alguna de las partes del enfermo de alma. En lo que escucha al Dalai Lama no entiende ese tipo de compasión en exclusiva, percibe que el reto está en la compasión hacia el agresor, ese es el hueso más duro de roer. Sin intervenir desinflando energías en ejercer de odiante, en un estado aparentemente pasivo en lo externo que confronte a la otra persona con su propio discurso, con sus hechos, que dé espacio y espejo para que se pueda dar el reconocerse en lo dañino de la actitud. Lo considera como una estrategia política activa, centrada en la pasión del compás de espera, en agrandar el abismo que separa actitudes. El hacer guerra provoca, justifica, da caña a la cadena desenfrenada de actos superpuestos al anterior. Es como los porqués, un pozo sin boca que no tiene medida ni fondo. Escucha ecos imaginados deslizándose pared abajo como chorretes de grasa - Tú empezaste primero aquel día... - No, fuiste tú quién el día antes lo comenzó... Silencio, mirada, dar la vuelta y alejarse caminando con una sonrisa es otra opción... la compara al voto activo de abstención política, a quién decide no votar porque no entra en el aro, porque no se considera representado ni por las personas ni por el sistema proimpuesto. Un hacer consciente la elección de no elección. - ¡Castígame, échame la bronca, dime algo!, 173 - Hazlo, ¡joder!, porque si no lo haces... voy a tener que decírmelo yo, voy a tener que enfrentarme conmigo mismo y mi puñetera mierda y no hay modo de que me lo justifique aunque lo intento, que con mi sentimiento de culpa de mi jodida conciencia me voy a destrozar... - ¡Que me dejas en pelotas con la triste realidad del ser en el que me he convertido y ese infierno es insufrible!, ¡zúmbame fuerte por favor! Un silencio apasionante es quien susurra a-pasionado: con-pasión dejo de odiarte, simplemente jamás colaboraré en tu justificación, y con-pasión te digo que me alejo del marrón de la ratonera en la que te has metido, que tú deberás arrastrar tu cadena o deshacer el nudo sin el motor de mi odio, sin la puya ni mi espuela en tus flancos y que si para reconciliarte con tus hechos necesitaras mi odio o mi comprensión, los acabo de quemar, me temo que nunca los encontrarás en mí. Con-pasión me alejo de este moridero. Respeto el lugar que has elegido y las consecuencias de ello para ti. Agarro mi dolor y desprendo de él mi sufrimiento, continúo mi camino y con pasión te digo que no me das pena, que sólo tengo claro que sabiéndome mi propio enemigo, necesito la compasión hacia mí misma suficiente para seguir reconciliada con él. No te envidio. Y siento lo que hago y lo que digo no lo siento; como compulsivamente se escribe, o me escribo, en resumen amplio: Podemos sacarnos los ojos por un "quítame allá esas pajas", magnificar cualquier excusa que sirva para podernos reventar. Podemos hacerlo. Quedarnos paralizados de medio cuerpo entre los dos guiones de la casuística pura, cortar el talón a aquiles por no aguantar el tirón. Podemos prender el aguijón de la mecha, subsistir migajas, capear temporales cortezas, hasta partir peras para tocarnos los melones más y mejor. Podemos enconar rabias, borrarnos de encima de la mesa, quitarnos años a golpe y porrazo. Reinventar y dar la vuelta a todo lo invertido, darnos por hecho y por sabido, levantar sordomudos muros de "no hay nada que hacer". Quizá, lo más fácil sin duda, sería batallar en dejarse deshacer, apretar la boca como puño cerrado y morir nuestro espacio por dentro, para olvidar, traspasar o clausurar definitivamente el "nos". Si, ni lo dudes, podemos contarnos que en realidad no quisimos, que ese capricho se apareó con esa necesidad de dejarme querer. Que nos confundió la noche, que no sabíamos qué hacíamos, que de lo dicho a lo hecho sólo hay deshecho, que se nos acabaron las pilas y se nos fundió el amor. Podemos soldar recelos con miedos, complacer el vacío de estómago con mil convincentes razones esotéricas, rebozarnos en la pocilga de las culpas mutuas, hasta concluir que las apuestas en nuestra contra, parcas agoreras sabias, tenían razón. Podemos repartirnos como discos libros y fotos: el tú para allí, al cajón de sastre, el yo por aquí en el rincón del rencor. Darnos plazos insostenibles por el supuesto bien del entorno, emborronar de coartadas de sacrificio nuestro 174 pavor... Cambiar el pecho, por la tetina de silicona verde mosca y nutrir la ilusioria esperanza de despensas llenas de perdices ajenas hasta rebosar. Hacer una desastrosa mudanza en tiempo de cambio: Tú cargas con el armario al hombro, yo con el aparador. Podemos patear el "érase una vez que se era" y caer de bruces en el colorín "colorao" este cuento se ha "acabao". Sin duda, ese sería alguno de los caminos, y... Podríamos optar por los posos, por la tregua y el paseo, soltar la cincha de estos bueyes que en terca disyuntiva sudan para tirar del carro con todos los "peros y sin embargos", con la amargura de lo feo, de todo lo que no fue. Podríamos poner manos a la obra en lo más duro; aceptar sin pelear ni pestañear lo más íntimo, lo más nuestro: nuestro intransferible dolor. Podríamos decidir por creer en nuestra poca fe y apurar nuestro invierno, y contando con el frío adoptar este deshielo huérfano. Esperarnos de vuelta con la luz encendida y echar a la espalda el petate de razones y orgullo y... por si acaso, incluir en el hatillo: linterna, leche, tiritas y dos mantas de más. Me pregunto si quizás, de esa manera, se abrirían opciones como flores de loto, me pregunto si arraigados a nuestro fondo, al menos, no nos robaríamos a la memoria de lo nuestro ni un ápice de lo que para cada uno de nosotros sí hubo, sí estuvo, sí fue. ¿Se nos gastó el amor de tanto no usarlo o simplemente ocurre que, por usarlo, se oxidó? (Hoy me he dado cuenta de lo inútil de pretender empujar aguas para que sean ríos; a veces las aguas fluyen sola o se estancan en pantanos turbios y a su ritmo entre las piedras como alían afluentes con pasiones, es consecuencia de sus maneras el cómo se acercan, bifurcan o evaporan, como llegan o no llegan a ser... mar) Argiloa. XLIII MOTIVO DE AUSENCIA: OVERBOOKING Sabe que es Viernes porque el tirón de los tendones en sus hombros, la presión de la base del cráneo, su dolor de cabeza se lo indican. Argiloa se lleva de nuevo al masaje que le espera como quién ve al fondo un chiringuito cuando acaba de atravesar un trecho de desierto, se abre la puerta, el masajista despide al cliente anterior, ella entra en baño y en pocos minutos se vuelve a ver extendida sobre la camilla. Una caricia suave sobre la espalda le sobreviene junto a un escalofrío. - ¿Estás bien cariño? Su mente se niega y deshecha de inmediato de su cuerpo su sensación de incomodidad mastica la flema que su palabra cariño ha dejado en su oído... 175 - ¿Estás tonta?, ¡Argiloa!. A los pocos segundos nota cómo el masajea su pie y va ascendiendo por su pierna, con los ojos semicerrados percibe el toque diferente, más caótico, menos profesional, se deja hacer mientras se lucha por dentro inquieta, las manos extrañas, como implantadas ascienden por su pierna izquierda hasta su ingle, poco a poco empieza a presionar, a buscar como goloso en llamas, con los dedos lo que ella quiere interpretar como tendones en la zona inguinal, la zona de masaje se va extendiendo, borrando los límites razonables, se inicia en ella un rastreo mental, la rapidez es tal que ni siquiera es capaz de detectar el lugar en el que se encuentran esas manos, percibe el descontrol se escucha rezando: que encuentre pronto la tensión que busca, por el amor de Dios. Se asusta, incrédula comenta su incomodidad, le pone a propósito nombre con frases quejido: - ¡Me haces daño, no me gusta!, no sigas por favor. Para entonces todo se le antoja demasiado, la música hoy de CD es demasiado íntima, la habitación demasiado oscura, el continúa haciendo oídos demasiado sordos y le escucha balbucear algo semejante a un demasiado inconexo - Tú a tu puto pedo, date la vuelta - Pero... - ¡Date la vuelta ya! Levanta la camilla con un mando y un par de almohadas bajo su cuello. Coloca una mano sobre su pubis, otra sobre el pecho, le mira fijamente y es entonces lo ve todo con meridiana claridad; no sabe si está bebido, si se ha metido algo por la nariz por las venas o por el culo, lo que sabe a ciencia cierta es que lo que está pasando no es lo que debería suceder. - Mejor lo dejamos para otro día, no me siento cómoda, no estoy relajada - Shhh, déjate estar... - No estoy tranquila, no te veo como siempre, algo te pasa y no me gusta nada - Ábrete... - No puedo, ¡te digo que no puedo!. Él coloca una toalla sobre su torso desnudo, sus gestos son teatrales, hace esfuerzos por dar a sus toques un aire profesional, cierra los ojos y pierde la vertical, se da cuenta de que la situación se le está yendo de las manos. Una mano descansa sobre el pubis otra entre los dos pechos que ella mantiene candados cubriéndolos con sus propias manos. Se repite de nuevo como pasando la mano por el lomo del lobo - Mejor lo dejamos para otro día, no sé que me pasa.. De un salto baja de la camilla, aliviada corre a ponerse la ropa tras el biombo, tarda en vestirse lo que distancia un trueno de un relámpago, le deja el dinero sobre la mesa, una vez más opta por pagar con dinero el poderse marchar, balbucea algo parecido a cita para otro día, a lo que él en un aire triste, casi sensato, como componiéndose contesta. - Mejor que llames tú otro día, prefiero así. - Muy bien. No hay acompañamiento que valga a la puerta, sin dar tiempo a nada más se precipita y la abre con avaricia de par en par, cuando sale, como de toriles, se 176 encuentra de bruces con la luz mustia de la tarde de otoño, se escucha de fondo la música de las fiestas del pueblo, le tiemblan las piernas, se siente imbécil, pequeña, sola, y sobre todo de nuevo bañada en las conocidas aguas de la impotencia. Ríe, llora, mezcla imágenes pasadas con hipotéticas, ¿qué hacer con lo que no ha hecho?, ¿dónde meter la patada que no le ha endiñado en todo el estómago o en sus sacrosantas partes?, ¿a quién llamar? Con el cielo creado por ella hecho trizas en el suelo, su desilusión, su balneario, su lugar de alma profanado, su templo saqueado arranca el coche y lo dirige sin rumbo por la decepción activando los limpiaparabrisas aunque las nubes esta tarde son las únicas que no llueven. En el parabrisas se activa la pantalla en la que se refleja, en imagen de futuros, la película que puede suceder: - Buenas tardes, mire, vengo a denunciar que me ha tocado mi masajista - Muy bien señora, pase al departamento de tilas y tómese unas siete u ocho y después más serena vuelva por aquí a escucharse relatar semejante gilipuertez. - Pero es que no me entiende, ¡me ha faltado al respeto, me ha metido mano abusando de su situación profesional!, estoy segura de que había bebido o tomado algo, - Ya, ya seguro que le buscaba los ganglios de un modo diferente a otras veces. - Si, - Sí, sí, claro que sí, y a que no había nadie en la sala que pueda atestiguar lo que comenta... - Si, no, que sí estábamos solos, quiero decir que no había nadie, - Ya...Y tiene alguna señal física clara de agresión, algún corte, - Tendré que esperar unos días para ver si sale el cardenal... - Muy bien, mire, pues cuando le salga, si es que le sale, vamos a hacer una cosa... dele recuerdos a toda la curia cardenalicia de nuestras partes, oiga... y mire, como consejo, de ahora en adelante vaya a una masajista, una mujer, pídale certificado de penales y hágale la prueba del algodón para asegurarse de que no sea lesbiana... La impotencia le hace reflejar situaciones ficticias en un humor negro que no se aleja mucho de la posible realidad. Y da lo mismo si eres hombre, si eres mujer, la cuestión es otra. ¿En qué ventanilla se denuncian los abusos que no dejan huella externa?, los que rozan y manosean, los que no penetran rasgan y llagan, la mano del padre que restriega las tetas de la hija cuando se sienta sobre sus rodillas buscando un beso del cariño de padre, la mano que hurga cuando echa crema en un culito escocido, la emite señales libidinosas que el otro percibe y registra, ¿dónde se denuncia la intuición de que uno está siendo agredido? ¿dónde el asco?, ¿dónde se denuncia el casi, casi? - Usté se ve aquejada del mal de la hipersensibilidad, según datos objetivos no hay daño, no sangra, no supura, para ser tenido en cuenta uno debe ir con la vagina rasgada bajo el brazo, con la prueba contrastada de ADN del individuo en cuestión, la barra con la que te 177 pegó el golpe en la cabeza con las huellas impresas del agresor, hay que presentarse sin lavar, con todo el asco del mundo encima, con una bolsita en la que se hayan depositado las muestras de debajo de las uñas que deben probar haber arañado mucho y bien para defenderse, en ese caso si se llevan las uñas arrancadas mejor que mejor. Ande, métalo en el saco y tire p´alante, no se me haga la especial El sonido del proyector sigue escuchándose - Buenas noches, vengo a denunciar malos tratos por parte de mi señora, mi vecino, o por parte de aquella dependienta, que me ha metido mano a la bragueta apoyando la otra en el culo mientras me cogía el bajo del pantalón. - Póngase en la cola, por favor siéntese allí, entre allí el que viene a denunciar al vecino que le acaba de magrear y la que viene a denunciar a su profesor particular, le aviso que tendrá que esperar un rato vamos atendiendo por orden de preferencia y gravedad, estamos con el que acaba de abrir media acera con la cabeza de la que era su mujer y estamos buscando el presunto apéndice de un presunto caso de castración por parte de una presunta señora a su presunto compañero sentimental... Se imagina sentada en la comisaría, escucha diálogos de diferentes pacientes o clientes de la misma, escucha tan muda como la "h" común de "hiel" y "humor" - Mire usté, la mató pero poco, lo hizo con poca alevosía y como era de mañana lo hizo sin nocturnidad, movido por unos traumas infantiles que le han torturado al pobre... que bastante tiene... - Mire usté, la violó pero con la puntica, además llevaba minifalda, era muy de madrugada y eso es un atenuante claro y no debe olvidar que cuando terminó le pidió perdón. - Mire usté abusó de ella pero no hubo mucho trauma, los daños no parecen ser serios, los niños se recuperan de todo, seguro que dentro de unos años se le olvidará. Y si a los dicecipico se despierta un día recordando... tese usté tranquila que para entonces el sistema de seguridad social seguro que a este paso contará con un departamento de sicología y psiquiatría de una gran calidad. - Mire usté abandonó a sus hijos y a su marido y los dejó en la calle pero lo hizo por amor a otro que le quería mucho, a rabiar... Argiloa aparca su coche en una calle cualquiera, casi sur-surrealista. Echa de menos, de nuevo, a los relevos de la mosca que le acompañaba cuando quería cerrar capítulo; de repente mira la foto de otra manera: ¿será que las moscas hoy en día están pluriempleadas?, ¿no dan abasto?, ¿huelen olores más penetrante a pútrido en otra parte? No lo duda. Ella, hoy en especial, disculpa a la mosca y apuesta la poca fe que le queda en que el motivo de su ausencia es: overbooking. 178 XLIV ENTRE LOS EN COMPAÑÍA Y LOS EN SOLEDAD Son las siete de la tarde, hora puente entre el despertar y la cena; una hora tonta en la que uno puede jugar a hacer sombras con las manos, sobre una pared: ¡mira, el perrito, la paloma, el conejo!, juego de niños, sol en una tarde de verano... En otoño es diferente, otoño es estación puente, las siete en otoño es la hora de la inflexión. La línea meridiana que separa lo cotidiano externo de lo interior, es la hora en la que a la luz no le queda más remedio que ceder, en la que se percibe que el pulso va a ser ganado por del reino de las sombras, el tono ya no es de juego, es más cariacontecido, Las cicatrices sobre la pared a la luz del atardecer saben a uno de Noviembre, a sombra chinesca, anteceden a luna y suenan a catana y a búho, a ramas con cartílagos y nudos, a corrientes internas de liquen y lodo en un río revuelto sin ganancia, un río pecador. Su tacto es rugoso, como el saco que llevamos cargado a la espalda, nos sitúa en el vientre de la ballena, nos coloca en esa exacta posición de dusk, de twilight para que las cosas a-parezcan y se perciban desde otras distancias y no sean tan claras. Es la hora del menos lobos, del guiño alternante de un ojo al otro, la hora del entremundo, en la que los brazos se saben solos y pesan más. Dusk, twilight, le fascinan ambas palabras en inglés, sin saber por qué es en ese idioma donde lo gris, lo sombrío parecía encontrar su sitio, probablemente condicionada por la asociación de ideas con el apellido de Dorian Grey, con Jekyll y Hyde, el Frankenstein de Mary Shelley, con el smog, mezla de mítica niebla y polución que se agarraba al Támesis en las mañanas ya más que frescas que anteceden al invierno. Probablemente por considerar a Londres como una de las ciudades más masculinas que conoce, lo asocia directamente con el traje de rayas diplomático, con la magnética atracción a lo desconocido. Imaginó uno de los cuestionarios que le hubiera gustado hacer un día y que hasta ese momento no se había dado ocasión. Uno cuenta con reseñas desperdigadas de las biografías de las personas por las que se rodea. Uno cree conocer al otro, cree saber y almacena datos; cuando se le cayó el primer diente, cuando comenzó a andar, la edad aproximada en la que se dejó de hacer pis en la cama. Uno indaga en detalles como la edad del primer beso, edad del primer trabajo, del primer amor. Compone la película de la vida del otro, mira algo, escucha poco y saca conclusiones: ésta tiene cara de x, aquel pintas de c, y parece tocar puerto final en el punto en el que empezamos a relacionarnos - ¡Socorro que vuelve la niña er turre! Si vas a meterte en fregaos quiero que hablemos, quiero estar por aquí... - ¡Desconocemos tanto! No nos damos permiso para preguntarnos, derivamos en muchas ocasiones la necesidad de preguntarnos por la de preguntar a quién tenemos delante, o al lado, en frente para protegernos preguntamos con una profundidad que nos llegue a los tobillos y no suba ni un milímetro más, - Pues claro, ¡no te fastidia! ¡no vaya a ser que nos pillen o, peor aún, que nos tengamos que contestar! ¿desde dónde las preguntas?, ¿a qué viene la pregunta? - De nuevo complicado. Tengo una sensación contradictoria hacia ellas, siento un 179 claro repelús por preguntar ciertas preguntas con una fuerza equivalente a la pasión que me llevaba a no dejar de preguntarme. - ¿Sobre qué preguntas y te preguntas? - Espera, vísteme despacio que tengo prisa, a ver... me disgusta la pregunta de puertas afuera, la pregunta abrelatas o sacacorchos, no soporto la pregunta que inquiere, rompe y rasga y olvida que el corazón tiene una puerta que se abre por dentro, la que mandona exige una autoexposición del otro que ella misma no da. No me gusta la que pretende meter el dedo en el ojo del huracán ajeno, es otra cosa...creo que la cuestión está entre Preguntar y Preguntarse. El riesgo y el reto que supone para uno conocerse darse a conocer, unido al entrar en el conocer al otro. - Argiloa ya estás con tus puntilloseces, ¡si ya te digo yo! ¡no teníamos que haber comido quisquillas! - Calla, calla, Preguntar me suena a inquirir, averiguar, sonsacar, curiosear - Pues, Preguntarse a averiguarse, aclararse, examinarse, inquirirse, investigarse, curiosearse, ¡no me digas que es lo mismo por favor! - La verdad es que no... y qué preguntas nos hacemos Argiloa, ¿cuáles serían? - Pues en principio mis preguntas hacia otros partirían de un claro me pregunto, al cual añadiría el interés personal por mi pregunta, algo así como me gustaría saber de ti y me ayudaría conocer... - Tú eres consciente de lo hortera patatera que puedes llegar a parecer ¿verdad chatina?, quiero decir que uno no va por la vida diciendo frasecitas como la que propones, maja... ¡menudo tono de plástico!, se te quedaría mirando el personal, ¡sin duda preguntándose qué plantita te habías fumao! Aunque ahora que lo pienso, eso no sería para ti mucha novedad... - Que siiiii, ¡pero mira que te pones borrega a veces con perdón por las corderas!, intento hablar de otro modo, en otro lenguaje, en otro nivel, ¡joé! Intento poner nombre a las preguntas que nunca hice, las que me hubiera gustado hacerme y hacer. - Vale, vale mujer, no te me pongas así, yo me pregunto y te pregunto para saber si sigues manteniéndote cuerda, dicen que el cerebro de ser ejercitado da mucho de sí, las zonas que no se estimulan se anquilosan, y también existe a la vuelta de la esquina el peligro de pasarse de rosca, en darle demasiada cuerda, vaya a ser que te pase como a tu padre con los tornillos, que los trasrosques uno tras otro y acabemos ambas gagás... pero...mira me tienes intrigada, oye, me pregunto cuáles son esas preguntas - Tú lo has dicho - ¿Cómo? ¡A mi que me registren! - ¿Cuáles son tus preguntas? Esa sería mi respuesta... - Pero mujer concretiza un poco, mejor dime ¿cuáles son nuestras preguntas? - Esa vendría después... una vez que hubiera camino común... - Ya estamos, contigo no hay quién pueda, me aburro cuando te pones tan metamegafílotosica, ¿cuáles son tus preguntas para el otro, Argiloa? - Todas las que me hago a mí misma... ¿A qué sabe mi sombra? ¿cómo diferenciar la maldad de la bondad excesiva, ¿cómo distinguir los elementos masculinos de lo femeninos, los educacionales y los esenciales, los que vienen con nosotros al nacer? ¿cómo discernir ego de sombra? 180 - ¿Cual es el sinsentido del sentido?,¿cuándo ocurre la pérdida?, ¿hacia dónde vamos?, ¿quién puede plantearse esa pregunta?, ¿cuál es la linde entre el amor y el desamor?, ¿cuánto de impuro debe coexistir en nosotros para que la vida se pueda dar? - Complicado... supongo que es cuestión de ir haciendo limpieza general hasta que todo esté en orden, todo en su sitio, - ¿No es esa una de las mayores tentaciones en la que podemos caer?. ¿Qué perdemos organizando? ¿A dónde nos lleva la carrera por la perfección?. ¿No será momento de recordar la frase: "Agua pura no cría hay peces"?... no existen los microorganismos necesarios para generar vida, en nuestra agua tiene que haber impurezas, encuentras riqueza en la contradicción, en la ambivalencia, en la cantidad de preguntas sin respuestas, creo que fue Jung quién dijo que prefería ser "un individuo completo antes que una persona buena" ¡no podría estar más de acuerdo!. ¡El que me de tanto yuyu la bondad debe provenir de que temo a la vida aséptica más que a un nublao!. ¿Cómo diferencio lo que me parece siniestro de lo que realmente es siniestro?¿Qué es el mal para mí? ¿Qué es el mal arquetípico? ¿El hecho de moralizar aleccionando sobre el mal no es ya en sí mismo una sutil forma de sucumbir a él? - ¿Y como respondes a todo ello? - Las respuestas no me importan tanto, cada uno busca y se construye en las suyas, el tema está en preguntarse o no preguntarse, en ese quehacer radica todo ¿no? Hay tantas respuestas como seres preguntándose, cada una diferente a otra, con un hincapié en determinados aspectos en cada caso disímiles, disparejos, dependiendo de la experiencia del mundo y de las cosas, de la sensibilidad con la que uno cuente, nuestro único modo de mirar para ver el mundo es a través de nuestros ojos internos y externos. De ahí la riqueza al abrirse a otros mundos, de la capacidad de humildad de cada uno, de la disposición que uno tenga a la hora de preguntarse y preguntar. De ahí la maravilla del poder ampliar hasta el infinito nuestra visión de las cosas, nuestra posibilidad de cambiar, de avanzar. Nuestro cuerpo permanece en continuo movimiento, como el mundo, el universo, en cambio encadenado, ¿es entonces posible parar? - Como sigas por esta vía, Argiloa, mal vamos ¡que te he pedido un par de preguntas, no la recopilación guía de preguntas mundiales! - ¿Estamos dispuestos a dejarnos mojar por lo que escuchamos?, ¿dispuestos a confrontarnos o confortarnos con las imágenes que recibimos de nosotros mismos desde el exterior cuando no coinciden con las propias? ¿Escuchar nuestros lapsos verbales, esas aparentes meteduras de pata? ¿nos atrevemos a investigar en nuestro sentido del humor hasta poder llegar a reirnos de nuestra sombra, nunca mejor dicho, ¿tener en cuenta los mensajes que nos auto-enviamos a través de nuestros sueños? ¿Nos atrevemos a desvelar nuestras proyecciones? ¿Somos capaces de mirar de frente a nuestra mediocridad? ¿Cómo gestionamos nuestra vergüenza, nuestro odio, miedo, orgullo, envidia, nuestra avaricia, rechazo, pereza, egoísmo? ¿Cómo nos movemos entre el sentimiento de inferioridad y el ansia de poder? ¿Podemos convivir con nuestros olores, con nuestras cegueras y sorderas, con los límites que la naturaleza nos impone? ¿Qué hacemos respecto del yo perdido, con el tarambana, el disoluto, con todo lo que ha ido quedan181 do por el camino por ser políticamente incorrecto? ¿Somos conscientes de la fachada que el falso yo se ha ido construyendo por esa represión, por la falta de una satisfacción adecuada de nuestras necesidades? ¿Qué hacemos con el yo del que renegamos porque no nos gusta ni n pelo, ese que generalmente coincide con el que mordazmente criticamos en actitudes de otros? ¿Cómo separar lo mío de lo tuyo, de lo suyo? ¿Cómo responsabilizarnos de lo que nos toca? ¿Nos ocupamos de nuestras corrientes internas? Según el Tao el agua prefiere los lugares más bajos.¿Cómo nos relacionamos con la parte inferior de nuestro cuerpo, con nuestra pasión, con nuestras carencias, con los tobillos y las plantas de nuestros pies? ¿Cómo leemos nuestras enfermedades? ¿Qué entendemos por respetarnos? Qué parte de nosotros la hemos hecho consciente? ¿Cuáles son las resistencias que nos ayudan e impiden permitirnos ver? ¿Cuál es la herencia verbal y no verbal que traspasamos a nuestros hijos e hijas? - Ahora sí que sí, creo que ha llegado el momento de comunicarte que acabas de despegar por la pista trece y el temido momento empieza a sucederse. ¡Estás para atar! Al menos has parado un poco... - Lo justo para respirar, esas serían algunas de las preguntas a bote pronto de uno hacia sí mismo, de uno hacia el otro, ¿y del mundo animal?, ¿del vegetal?, ¿no te surgen millones de preguntas que hacer al mundo inanimado? Una piedra de basalto o una de mármol no tienen nada que enseñarnos, nada la pirita o el mercurio, nada la sal? No sería la imaginación, la literatura, las artes todas un medio esencial creado para poder seguir preguntando a todo aquello que existe y por el mero hecho de existir es digno de ser preguntado y aprendido? ¿La ciencia en sí, las artes, no son el paradigma de todo lo preguntable? ¿No simbolizan la mirada inconformista, la trasgresión, el querer ir más allá, no es el arte de alguna manera otro tipo de filosofía, de religión? - ¿Las preguntas no acaban de ser las mismas, repitiéndose a través de los tiempos? - ¿No crees que no hay nada estático? ¿Qué nos movemos dentro de la más absoluta... - ¿Relatividad, parcialidad y subjetividad? Pues si... - ¿No te parece que ese tipo de preguntas nos salvan de la ilusión de lo estático, que llevan consigo la grandeza de la duda, del desconfiarse a sí mismas para avanzar? Argiloa se pregunta el para qué detrás de cada pregunta y si es su propio temor a encontrar respuestas que la defrauden lo que la lleva a la compulsión del no poder parar de preguntar... - ¿Qué pensamos cuando no estamos pensando en nada?. ¿Cómo el modo en el que nos pensamos en nuestra vida y nuestra muerte determinan por acción y omisión los acontecimientos venideros? La luz cerrada a cal y canto se deja ver por la ventana, llueve mullido en la calle, el charol del pavimento refleja la luz de las farolas en turno de noche, y una sensación metálica de vacío se mastica entre sus labios. Argiloa echa de menos otras dos piernas balanceándose al borde del mismo vértigo, mientras como siempre, la noche se reparte a escote entre los "en compañía" y los "en soledad". 182 XLV MARÍA ARGILOA - ¡María Argiloa! ¡Dichosos sean los ojos! Tal expresión sólo podía proceder de alguna tía carnal del pueblo, Argiloa cree que en este caso, como en muchos otros, la denominación más adecuada sería la de carnívora. Gira sobre sí misma, despacio, con el gesto en su cara de quién abre un paquete regalo de boda y se encuentra con una cerbatana jíbara de "extrema" utilidad. - Holaa, tía, ¡cuanto tiempo!, ¿qué tal estas? Te veo bien... El te veo bien es instintivamente seguido por un rascarse la nariz para asegurarse de que el efecto pinocho es algo que ocurre sólo en los cuentos. Conocía el gusto de su tía por, llamémosle, las tertulias; su regusto morboso por la excavación en el detalle unido a su infumable ingenuidad, no le eran ajenas esas mortíferas reuniónes en torno a la mesa camilla de su casa, donde uno a una caía todo el pueblo, copita de anís va, copita de anís viene... frente a su televisor a color, el primero del pueblo en llegar con un plástico sobre la pantalla con diferentes tonos graduados, del rojo al verde cetrino pasando por amarillos violetas y azulado tornasol. El televisor, en murmullo continuo cumplía su misión de ser el punto de atención tan puntual como necesario a la hora de cambiar de tema: pues sí chica, vaya, vaya con mengana, si es mejor no añadir más... mira,mira, mira, oye.. ¿y de citanita qué se sabe? - Bien, bien, tú si que estás diferente, no sé, te noto algo distinto, déjame que te mire, ¿y la familia?, ¿bien?, ¿tu marido bien?, no sé te encuentro algo... pero ¿qué haces aquí y cómo es que tu marido no está contigo?, ¿no será que algo no anda...? Tenía tiempo mientras esperaba al tren. Argiloa, no pudo, o mejor no quiso evitar la tentación. - La verdad tía, es que... bueno, la cosa no anda muy bien, me voy a Madrid..., al especialista... él no sabe nada... - ¡Pero qué me dices! ¿ves? Ya te decía yo que algo me olía. - Pues déjame que te cuente, estoy siendo tratada por un equipo de expertos porque ... me lo veía venir tita, lo intuía, formaba parte de una de mis pesadillas más repetitivamente angustiosas y lo he sufrido en silencio, pero hoy... no sé si para mi bien, mal o regular,. - Pero hija, ¡por dios!, ¿y eso? Me estás asustando... - No te disgustes, tita, creo que ha llegado el día de contarte confiando por supuesto, en tu total discreción... - Vamos, por supuesto, vamos a sentarnos en ese banco, pero sigue, sigue contando... - Nadie más que yo es responsable de ello... recuerdo que comencé por soltar un taco un día, por saborear la sensación del salto a la prohibición, las señoritas esto, las señoritas "pepis" aquello, las damas no blasfeman decían las monjas, pues... ¡al carajo con las monjas, las damas y el ajedrez entero!, a partir de ese momento se me desinfló la norma y lo celebré, lo confieso, tomándome un Soberano, ¡sólo a mí se me ocurre! mira que el anuncio repetía que eso era cosa... - De hombres, sí, lo recuerdo, eso lo avisaba muy claro la canción... 183 - Si bien he de confesar que dicho hecho me relajó bastante, no sería muy significativo si no hubiera venido acompañado de otros. El mes pasado, acontecimientos extraños empezaron a tomar lugar, primero esa conversación telefónica: - ¿Puedo hablar con el cabeza de familia? - Si, está hablando con la cabeza, dime... - Disculpe pero no, me refiero con el hombre de la casa - Ah, disculpe, niñooooooo deja el yoyó y ponte al aparato que un señor quiere hablar contigo... - Pero María Argiloa, hija, ¡si tú no tienes hijos!, eso no se hace, tus padres no te enseñaron a mentir... y ¿qué te dijo ese señor? - No le di tiempo a nada, colgué el teléfono sorprendida por mi propia voz, - Avergonzada, claro, te entiendo - Luego vino lo de la amable señorita recopilando datos para la tarjeta de su establecimiento de belleza o algo así - Si, sigue mujer... - Me preguntó eso de ¿Estado civil? Nunca entenderé para qué necesitan saber con qué objeto, animal "u" cosa te acuestas para hacerte una tarjeta descuento en un perfume. - ¿Y qué le contestaste a esta? - Le dije: Estado civil indeterminado, dependiendo del día... - ¡Pero hija! Con lo modosita que has sido siempre, pero ¿y ella, ella que te contestó? - Algo así como: perdone, no me he explicado bien, ¿señora de?... a lo cual contrarepliqué con: Nadie, ponga señora de nadie por favor. La mirada patidifusa y el temblor en su mano al colocarse el mechón de pelo que caía sobre sus ojos en el rostro de su tía le hizo pensar que estaba saliéndose de madre, con un gesto nervioso de su otra mano colocaba y recolocaba el sonotone en su oído una y otra vez, le miraba a los labios con ansia golosa, ávida de noticia que llevar al pueblo junto con la compra de chucherías en el mercadillo, las ganas de diversión le pudieron más y le jalearon animándola seguir adelante... - María Argiloa, tú no estás bien hija, mírate, si estás como sonámbula, te ha hecho algo el ¿cómo se llama? Eso, el Hernán, ¿te pega?, ¿te da mal vivir? - ¡Huy, tía por dios!, el pobrecito es un santo, ¡si supiera lo que está aguantando!, pero espere tía, que sólo he hecho que comenzar... - ¡Mi dedo corazón responde últimamente como autómata!, adquiriendo un estado erguido de elección por su cuenta, como si de un ente externo a mi voluntad soltara un resorte, y de ahí a empezar a notar los primeros preocupantes síntomas físicos fue todo visto y no visto... - Haces bien en ir a Madrid cariño, eso tienes que hacerlo mirar - Una tirantez en el sacro, una pequeña descamación, dos nódulos internos, pequeños, primero tamaño garbanzo de pedrosillo, para en cosa de nada aumentar a tamaño kiwi, dos, plácidamente instalados entre mi depiladita ingle... - ¡Señor, qué disgusto! Por algo te veo tan extraña, tú no suenas como la de antes... - He leído mucho al respecto tía, mira, dicen que el ser humano ha ido amoldando su constitución a las circunstancias a través de los tiempos, que nuestros miembros se han ido atrofiando y adquiriendo mayor flexibilidad de acuerdo con 184 el uso y hoy, yo no tengo la menor duda de ello., desde que empecé a decir cosas como "Tengo huevos para eso y para más", me encuentro en éste lío... - ¡Hija! - ... y me temo que ahora sí que los tengo, y su tamaño no tiene nada que envidiar a los las criadillas de un morlaco charolés - Pues no se te nota nada, así a primera vista, claro está que con ese jersey largo... pero oye, - Si lo miro con atención y no exagero, debo admitir, que aún siendo incómodo el verdadero problema no es ese, tía, es lo otro..., lo otro es lo que más me está inquietando. Verás, comenzó a brotar, como si se tratara de una alubia germinando, una pequeña protuberancia que prometía llegar a ser tallo, pensé que era algo así como el apéndice, luego quise convencerme de que se trataba sólo de una pequeña hernia, pero me temo que no... Mis pantalones ajustados se han convertido en asustados pantalones, las cremalleras serpentean de un modo sospechoso, me es imposible enfusar todo este mondongo en el encaje del tanga woman secret que me regaló Hernán, y me pregunto: ¿todo esto será por haberme empeñado en tirar p´alante del carro yo solita?, ¿un castigo divino por haberle pedido a los reyes una caja de herramientas y haber aprendido a usarlas? ¿por fumar de vez en cuando un habano disfrutándolo? ¿ por apetecerme pedir un whiskecito de ná de ciento a viento? ¿será por pretender decir quiero ó me apetece? ¿por haber aprendido a decir no, o no me da la gana? ¿por no aceptar y resistirme como una jabata cuando me colocan en lugares y situaciones que no me convencen en absoluto? - Si ya te digo yo, tanta liberación de la mujer, tanta liberación, ¿ves? Si es que hoy en día os habéis pasado de la raya, estas cosas estaban por venir - Cuando estuve a tiempo no supe parar, no pude controlar la mala uva, tía, no la canalicé como es debido, no. ¿Habrán sido contagiosos los contactos con los especimenes ibéricos más ibéricos del mundo mundial?. Créame tía cuando le digo que llevo varios días que ya van siendo meses dando vueltas y vueltas, me voy a volver loca. - ¡Jesús, María Argiloa!, ¡no digas eso!, que esto seguro que tiene que tener solución - ¿Será porque no doy grititos haciendo como que me escandalizo ante cualquier mamonada? ¿o... puede que sea porque no me dejo salvar y menos a lo manso, o quizás porque -¡maldito sea el tono de mi piel!- no me ruborizo lo suficiente? el caso es que el apéndice crece, y crece en dirección a mi bolsillo derecho y no parece tener ni vuelta atrás, ni disimulo, ni mucho remedio. - Pues sí que hablas raro, poco fino...¡Hay que ver qué cosas pasan hoy en día! Esto en otros tiempos no pasa, así que te has vuelto transverti o marfrodita de esos, tengo el aparato este del oído que me pita, a ver si lo llevo un día de estos a la revisión y cuando se me queda sin pilas, oigo a trozos y me pone la cabeza como un bombo... - No lo se tía, una se vuelve loca anticipando el desastre total, las consecuencias podrían ser lamentables, sabes cómo me siento cuando me veo con una bufanda de colorines vociferando improperios contra la pobre madre del señor de negro en un partido de fútbol? Cuando me escucho relatando a las "amigotas" 185 sin pudor alguno los mismos "kikis fantasmas" una y otra vez... al menos me consuela pensar que ya no hay servicio militar obligatorio, ¡que de eso al menos me libro!. Me veo extendiendo el brazo para señalar un plato para decir esto es mejor que lo "metamos" en la nevera antes de que "freguemos", ¡tía! ¡Que me dejo la tapa del inodoro levantada, la ducha sembrada de pelos, la ropa despelujada por doquier? ¡con lo que a mi me reventaba eso antes! Me preocupan estas locas ganas de empujar con la pelvis, tal y como va la cosa una se puede meter en un buen brete porque digo yo... me lío con una ¡ya la he liao! ¡y si me lío con otro vaya un lío! - Dios mío qué situación , espera que las pilas de esto están fallando ¿Que decías de que te empuja Elvis?, ¿qué tiene que ver Elvis Pelvis con esto hija?. ¡Huy!, que sofoco, pobrecito Hernán, ¡lo que tendrá que aguantar! tal como estás menudo un plan, ¡ya decía yo que era raro eso de que no tuvierais hijos!, ¡tanta modernidá, tanta modernidá! - Créame cuando digo que ya sólo rezo para no darme el espectáculo bochornoso a mi misma de verme diciendo lo que el otro día "oye chata, mira lo que tengo aquí... ¿quieres coger un patito por el cuello?" - Siempre has hablado mucho hija, pero la verdad es que hoy ... bueno, pues nada, que saludos a tus padres y a tu marido, el pobre, dile que paciencia, que seguro que todo esto pasará.¡Mira que yo te decía que no dejaras a las niñas ni la Nancy para jugar partidos de furgol con los chicos del barrio! - Si, tía, una que es sicosomática perdida debería haberlo previsto, haber sido más lista y haberos hecho caso y no olvidar que a veces se cumple el terrible dicho de que tarde o temprano a la que madruga... dios le apoya... - Pues sí, eso va a ser lo mejor, reza, reza mucho para que Dios te oiga y lo dicho, saludos a tus padres yo me voy para cercanías que si pierdo este tren me pongo en el mediodía y tengo la comida sin hacer, señor, señor, ah y María Argiola, tú tranquila que no le diré a nadie que me he encontrado contigo hecha un obelisco cuando te vas a operar a Madrid por ser una perdida sicoasmatica y todo sin que lo sepa tu marido. XLV EL TREN Llegó al tren, se sentía todavía excitada, divertida. Se acomodó, zona fumadores, vagón uno, asiento 3C. Se alegró de contar con la ventana, no sólo por poder disfrutar de la mudanza en el paisaje sino porque sabía que llegada cierta hora, la ventana le serviría de reflejo, podría contar con un espejo en el que ver sus ojos en caso de necesitar echar mano de un cómplice. El tren salió con algo de retraso; una señora "bien" de casa mal con un, a su gusto, excesivo abrigo de zorra sobre sus hombros, hizo su entrada y cayó, cual fardo, muda, en el asiento de al lado. Dio gracias al cielo por su mala educación, el encuentro con su tía le había copado el cupo, no estaba su ánimo para intercambio de muchas más nadas. Dos monjas de la Caridad entraron en el recinto con pálidas caras desubicadas, sus expresiones blanquecinas enmarcadas por la 186 toga del "nos hemos colao" para después de muchas vueltas, movilizar al personal y salirse con la suya, hacer el trayecto sentadas juntas. Una vez conseguido su propósito, ambas se adentraron en un trance silencioso, cuasi místico, que no se rompería excepto en tres o cuatro ocasiones para estar de acuerdo con la senadora de turno sentada enfrente, quién, haciendo gala de una sensibilidad, gusto y discreción característica e inherente a su cargo, se ocupó de informar a todo el vagón de su esencial apretada agenda signo evidente de su propia importancia personal , en prioridad absoluta y especial para ella mismamente propia. Supimos de lo dulzón de su perfume de marca que sonaba a cristo dio. Se ocupó de aventarlo junto a las pulseras de oro en cada gesto histriónico de su mano, nos hizo conocer lo inverosímil, la apabullante falta de comodidades de la clase preferente del AVE a la que se dirigía. Sus quejas-exposición se ocuparon de cubrir la primera media hora del trayecto, supimos de la importancia extrema de su viaje así como sufrimos con las repetidas e insistentes llamadas a su móvil de mil personajes sin desperdicio: Tiroriroriii" Si Pochola, cariño ahora no puedo hablar ya te contaré"... Tiroriroriii "Se lo haré llegar a tu secretaría a primera hora vía valija" Tiroriroriii "Si, tata, el niño puede jugar con la pleiesteision, pero por favor que esté acostado para cuando yo llegue", Tiroriroriii, ah, creía que no ibas a llamar nunca, ahora no puedo hablar, luego te llamo, tonto que te va a oír,, mejor me llamas tú que éste hoy no está... ¿La película en proyecto? Parque Jurásico III, ni que elegida a propósito para la ocasión. Argiloa se colocó los cascos, algo de clásica le vendría bien... En la malla del asiento delantero había colocado la prensa y un par de libros. Habitualmente le mareaba leer en movimiento, al igual que no soportaba que nadie, y digo bien ningún alguien le agitara con las manos la cabeza. Uno de los azafatos -¿habría en el mundo palabro más horroroso?- se acercó y le ofreció: La señora tomará ¿zumo de naranja, jerez, cava? ...con un estudiado gesto de "normalidad" , ese gesto teatral de: yo hago esto un día sí y otro también... sonriendo por dentro, y echando mano de un tono de voz premeditadamente seguro contestó: cava si es tan amable, (pausa), por favor. Se encendió un cigarro, la jornada prometía... echó mano para ojear el Corsario de Ciudad, su título le llevó directamente al guerrero del antifaz, sonrió al mirar la foto en su portada, podría ser confundida perfectamente con la imagen del Ché... Hasta hacía unos meses el autor era un mero nombre en la estantería de otros, hoy, entre sus manos, su voz tenía una foto fija y móvil unida a Yeray, unida a su lectura de La memoria de los triángulos, era como si pudiera contar con más datos que añadir a uno de los vértices, uno de los que más le habían subyugado. Curiosa, como cotilleando abrió sus páginas, uno de sus auriculares se desprendió de su oído, diría oreja, pero no debemos olvidar que estamos en clase preferente. La senadora describía con todo lujo de detalles, -copa de jerez al airea las hermanitas de la caridad, su chalecito en la sierra, remanso de paz imprescindible donde alejarse del mundanal ruido y necesario balneario para acoger a sus numerosas e importantes relaciones... - ...hay cosas, que aunque una no quiera... ya sabe hermana... hoy en día es un must estar bien relacionado... 187 Se recolocó el aparato, dio un trago y se levantó media copa, cigarro en ristre, comenzó a intentar su lectura... demasiado para su estómago, mejor no escuchar. El aséptico azafato volvió a hacer aparición por detrás de ella haciéndole dar un respingo, - ¿La señora tomará la cena? Sin esperar respuesta, por lo obvio, le alargó el menú, "ensalada de crudités Biarritz aderezada con aliño mediterráneo... Lasagna de carne a la boloñesa guarnecida con ralladura de jamón cocido, queso y perejil, pastel Alaris soft rock...". No pudo evitar, una vez más, reír por dentro, le fascinaba la forma que tenían ciertos restauradores de llamar a las cosas, unos óvulos de pularda con frutos de tubérculo de la tierra bañados en jugo impúber de cosecha de olivo... todo ese circunloquio para decir en lenguaje de barrio.. huevos fritos con patatas. Per, al menos, sonaba bien... le gustaba la música en las palabras... más incluso que en ocasiones la propia música, sobre todo la proveniente de los restos de los cascos de las dos jovencitas sentadas en el asiento posterior, quienes se las apañaban de maravilla para beber unas cocas, echar un cigarro, mascar chicle, escuchar los truenos y relámpagos del último grupo más "in", suele éste coincidir con el de denominación más irreverente como "ladillas en las patillas", así como, por supuesto, mantener una fina conversación monólogo interruptus - Tía, te lo juro tía, osea, cuando le vea le pienso decir de todo, ¡qué cebrón! - Esto tiene que estar te keich in de breich... Se levantó y se dirigió al servicio, una vez dentro se dio cuenta que el libro seguía pegado a su mano, volvió a hacer uso de la sonrisa que tan frecuentemente le acompañaba, lo dejó encima del lavabo y en un gesto muy suyo, como si alguien estuviera grabando la escena, en un guiño hacia ella misma también volvió la portada boca abajo con la foto de su escritor diciendo en voz alta... querido... no en nuestra primera cita... Se lavó las manos y al volver a su asiento la siguiente azafata pasaba con una bandeja ofreciendo: ¿la señora acepta una toallita húmeda?, irresistible la oferta aunque sólo fuera por no sentirse rechazando un epíteto tan sugerente..., algo que parecía pedir un no gracias, la señora viene lo suficientemente húmeda de casa.... con una sonrisa por la picardía interna lo cambió por: pausa "efectista", coma, muy amable gracias. No acababa de haber encendido un cigarro cuando la re-vuelta de la azafata bis volvió a sorprenderle: su toallita húmeda si me permite la señora...; empezó a impacientarse con tanto tiquismiqueo... tenía todavía horas por delante, tenía una cita inconcreta con un autor, tenía hambre, cansancio, sentimientos encontrados y encantados por dentro... y el hormigueo de tanto señora le daba la sensación de que empezaba a rayar en el pitorreo. La bandeja con la cena hizo aparición por encima de su cabeza, la sombra arrebujada a su lado se movió, alguien debió haber dicho: ¡espíritu manifiéstate! - ¿Bollito de pan blanco o integral señora? - Integral si es tan amable, por favor. ¡A ver quién osa pedir blanco en primera!, antes de que volviera a preguntar Argiloa se permitió decir con una sonrisa... - Y esta señora tomará de beber, vino tinto por favor... 188 El diálogo que imagina para continuar hace que asome un pícaro brillo en su pupila izquierda... - Tome... - Traiga... - Gracias... - De nada... - A usted... - No, que va, mujer a usted más... - Pues a usté infinito más infinito elevado a infinito más uno... Para concluirlo, fantaseó con un :"¡hala bonita que ya te puedes ir durante un rato a echar un cigarrito y unas risas!, ya has repartido el racho al personal"· Dio buena cuenta de su ensalada básica de nombre exótico aliñada con aceite y vinagre, eso si, puros de oliva y de jerez respectivamente... comió con ganas y hasta con cierta prisa, abrió la mini botella de rioja, saludo a la lasaña y dejó el postre sin tocar, en un gesto de coquetería y de lujo... - ¿la señora tomará café? - No, gracias... infusión, por favor - Tenga - Gracias muy amable... Parque jurásico III.... La senadora interrumpió su soliloquio pidiendo otra sospechosa botella de vino con gesto de garçon silvuplé, muchísmo más in que el tópico: disculpe, dónde vas tú a comparar. Argiloa se recordó entonces con nostalgia los trenes de antaño; los de vagones con pasillo y compartimentos, las fotografías en blanco y negro, los asientos de escay, reventados. Los trenes llenos de soldados que iban a una inútil mili que hoy echaba de menos, aquella señora con la cara regordeta y sus tres niños, uno con mocos dos despeinados. La fiambrera con lacón con grelos, la botella de vino con el corcho... la bota... los bocadillos envueltos en papeles variopintos, de revista..., de periódico...,"embumetidos" en una socorrida bolsa de plástico, esos bocadillos que sobrevivían mareaos y blandos a la bolsa-preservativo, que salían con la legua fuera, asfixiaos... echó de menos la conversación de tren-tren, la botella de agua, caliente, por supuesto, comprada por la ventanilla - ¡A doblón, cómo abusan ! - ¡No hay derecho! - ¡Desde luego!, y usted que lo diga... El traqueteo del tren... el sonido de los postes-tes-tes-tes... echó en falta el olor a hollín, la negrura en las narices al llegar a casa, el WC con un inencontrable pedal... la cruz roja tachando el dibujo del grifo y el no potable... los petates encima de los soldados aburridos, desmadrejaos , en desparrame por los pasillos, aquellos viajes eternos de cuando uno sabía que salía de viaje y no sabía más. Cuando una no sabía con exactitud hora de partida ni hora de llegada, ni siquiera tenía asegurado llegar. Tiempos cuando una viajaba y todavía tenía la ilusión crujiente, recién salida del horno... aquellos tiempos... 189 - ¿La señora ha terminado?... ¿retiramos su bandeja?... ¿tomará otra infusión la señora? -mirada, sonrisa- ¿se encuentra bien la señora?, la veo algo verde -sin palabras que mejoraran el silencio...El tren para en seco, con una brusquedad insultante, violenta. Varado entre dos estaciones, como si alguien o algo le hubiera dado un bofetón en las narices de todo el vagón locomotor, como si un algo externo a él poniendo un veto de mano sobre su cara le hubiera dicho: así tú no, tú así no pasas, no te permito seguir así, porque lo digo yo. Las miradas corren de ojos en ojos. La azafata deja colgado su ...ñora en el aire, las monjas hablan en inteligible por primera vez entre ellas, la política calla y parece rezar, las chicas se han quitado los cascos del discman y su mascar chicle se hace más lento, más concentrado, algunas maletas caen por su peso y el susto, fuera, la oscuridad aprieta los labios y no suelta ni prenda. - Señores pasajeros, rogamos disculpen y mantengan la calma, nos vemos obligados a hacer una parada no prevista por dificultades técnicas de intercomunicación. Rogamos que durante el tiempo en el que estemos parados se abstengan de usar los sanitarios. En breve reanudaremos la marcha. Gracias. A los pocos segundos, ¿o son ya minutos?, un tren cruza por delante como una exhalación de látigo, su chasquido de luz interfiere haciendo parpadear la iluminación de su tren y muestra la imagen segmentada de una Argiloa perpleja, en desasosiego, saca un cigarrillo buscando calmar su pulso y recobrar su sitio de dama entre las piezas del tablero de ajedrez. - ¿Dónde estoy? ¿Dónde están ellos? XLVI BLACK OUT TOTAL Como ratón el laberinto, se siente personaje, palpa en sus carnes cómo todo lo que le rodea, bien por acción, bien por omisión, la condiciona y hace que tire por esta vía o esa otra, que baje en unas estaciones y omita otras. Como quien, al entrar en los cuarenta, necesita volver al vagón de cola a saludar al coche en el que colocó a su primer amor, se inclina y extrae de la redecilla del asiento su ejemplar manoseado, subrayado, y ésta vez, se trata de La memoria de los triángulos. Se da cuenta entonces de cómo en numerosas ocasiones ella, minúsculo laboratorio representación de ser humano, utiliza, incluso con la inconsciente bondad del sin pretenderlo, aquello que encuentra, se trate de persona, situación, cosa, poco importa, todo con lo que se topa en su camino es deglutido y asimilado para su propio beneficio, la tendencia de olvidar y dar por hecho, la necesidad de recordarse constantemente. Como si hubiera convertido su amor de adolescencia en su pareja de cohecho, se siente injusta y prepotente, humana,... y le habla como quién al tiempo de su muerte se acerca a la tumba de un ser querido. Como si esa conversación-reconocimiento siempre pendiente con los padres una vez que uno se ha hecho mayor, esa deuda que uno paga con el olvido de agradecimiento de sus propios hijos pocos años después, se llevara a cabo en medio de un campo 190 - Tú todo el tiempo aquí, a mi lado, yo metida en el yoyó de mis entrañas. Como si una vez leído, ya exprimido, no tuvieras otra función más que la de ocupar un lugar en mi estantería o en mi memoria semántica, un mero nombre en la lista de agradecimientos al recoger un premio que ni siquiera por justicia me correspondería a mí. Se siente como quién después de haber disfrutado de la compañía lozana de un cuerpo terso, nuevo, sensual, en el que irse descubriendo, se lo hubiera bebido de un trago una noche de fiesta, vampirizando su cuello, extrayendo de su yugular la savia y dejándolo a un lado seco, arrugado, acartonado, yerto. Su relación con la memoria había llegado a un punto cenit, a un momento supremo de olvido: ahí te quedas cariño, yo con los ojos cerrados me dedico a turbarme con lo mío y turbarme más, y más, más-turbarme. Turbarme, azorar y aturdirme, desconcertar y atolondrarme más y más... Le mira con la ternura y la esperanza de alivio de que busca reconciliación, de quién se da cuenta de que ha estado a punto de tirar por la borda la memoria histórica que les entronca. Y una vez que el círculo virtuoso esté completo, con su triángulo inscrito sobre la mesa, ya sólo será una cuestión de memoria... Círculo virtuoso que no vicioso, necesita romper el vicio de su círculo, retornar a la madre, volver al hogar después de la aventura. Vuelve a La memoria de los triángulos, como ovejita descarriada en su pérdida de memoria, la memoria tan selectiva, aproximada, provisional y relativa, la memoria tan efímera como la vida misma. - No olvides la memoria Argiloa, no la olvides jamás. La memoria es la señora, la sacerdotisa, princesa de la estrella plateada, gimel, polaridad, luna, uno más uno dos. La memoria es Artemisa, cazadora, rescata pasajes del pasado y los ensalza o denosta, los recoloca una y otra vez. Memoria es Hécate, fecunda equilibrio, penetra inamovible, enraíza materia e inteligencia, resuelve problemas que no genera, fría, amigable, acogedora, no afectiva, la verdadera memoria emana espíritu... la memoria pura, único antídoto contra la desaparición. A todo lo no recordado se le condena al limbo del no existir. No existir como la escalada de desapariciones en el propio libro; Núrivan, sombra errante, aparecido sin presencia, cuerpo a-espiritado, traído y llevado de aquí para allá por Zoé, por su necesidad de que sea, por su obligarse a darle presencia en su vida, para compensar el sentir todo su amor vencerse hacia el contrapeso de Yeray. Zoé quién se apaga en los sopesares, quién termina por difuminarse toda, por dejarse llevar por su corriente y darse una despedida de Silencio de Agua. Argiloa se lleva a calibrar el peso real de Hernán, de Nínfula, en su vida, como si en el momento en el que deja de nombrarles es como si se desvanecieran, como si sus colores se destiñeran quedando en un atrás tan cercano como ya no existente. - ¿Quién desaparece de quién? Argiloa, lo tuyo también podría ser una desaparción en toda regla. Dejaste tu adiós a ambos en el hospital, se pueden haber contado mil historias mientras nunca más les has dado ocasión de saber en directo de ti. Escucha una voz lejana conocida, a la cual en ese instante no puede poner rostro ni nombre definido: "La memoria, sin ella es imposible el aprendizaje. El comportamiento inteligente tanto emocional como racional, demanda la 191 memoria, el recordar es uno de los pre-requisitos para el razonamiento. La habilidad de resolver un problema, o incluso de reconocerlo previamente depende de ella, la practica, la revisión se construye y mantiene en ella.... Calcas ha contado con ello, ha ido dejando piedrecitas en el camino con las que recordar que nada es casual. Y, en su trazado, no ha elegido como en el cuento de "garbancito" miguitas de pan; ha dispuesto pequeñas rocas y minerales en forma de flecha y fila india, y ha elegido ese material concreto, el mineral, elemento sólido, compuesto inorgánico con una definida composición química y en casi todos los casos una estructura de cristal interna regular. Agregada de cristal, influenciada por la temperatura y la presión, porosa, con susceptibilidad magnética, conductividad; térmica, e hidráulica y de expansión. Con sus propiedades ópticas, en conglomerado, piedrecitas ígneas en el vértice del triángulo Yeray-Zoé, sedimentarias con Ainara -Yeray, Yeray ha buscado la pura metamorfísis en combinación Yeray, compendio de grafito, mineral de textura compacta, color negro agrisado, lustre metálico, graso al tacto, y compuesto casi exclusivamente de carbono.. Yeray lapiceros, crisol refractario, Yeray grafo griego, el que escribe o describe, letrero o dibujo grabado o escrito en las paredes del libro, en las de la misma Zoé, Ainara, en ella misma, ya leedora, ya convertida en presonaje cautivado, ni siquiera lo podría distinguir ya bien. En aquellos momentos vienen a su visión las clases en la facultad, y reconoce que es la antigua voz de Hernán por entonces profesor de psicología la que se mezcla en su oído: "La habilidad de olvidar puede ser interpretado como un mecanismo para sobrevivir a través de un proceso de selección natural, sin aprender a olvidar, la habilidad adaptativa sufriría, por lo tanto el olvido parece servir a la supervivencia del individuo y de las especies... Y sobreviene entonces un buscar-entender el engranaje interno que lleva a Yeray a desaparecer. Uno puede optar por desaparecer algo o a alguien de su memoria, lo que jamás se borra de ella son aquellas personas que se desaparecieron voluntariamente de ella, las que deciden poner niebla sobre su nombre, esas dejan tal huella que uno jamás de los jamases puede olvidar. ¿Qué fue de ella? ¿Qué fue de él? ¿Por qué lo hizo? ¿Para qué? ¿Por qué se esfumó ? Es imposible desprenderse de los múltiples recuerdos que ensalzan cada minuto vivido dándole una dimensión especial, el calor en la almohada, su taza, ese cenicero con la última colilla presionada y el jarrón donde sus flores se abrían para mí. Como quién de alguna manera decide quitarse la vida y de ese modo tomarse la revancha de llevarse consigo, quitar también un fragmento de vida a aquellos que le quisieron. Una desaparición voluntaria deja al otro anclado en el pasado hasta la cintura. Sin duda una de las mejores maneras de ser el centro de una reunión es el no acudir a ella. Y Yeray lo sabe. La mejor manera de permanecer y permanecer siempre, la mejor venganza, la mejor tortura, la fuente inagotable de ansia, el permanecer en ambas memorias ... 192 Quién se queda en orfandad debe reconstruirse en la nueva vida en la que tú no estás, renombrar objetos y conceptos, añadir nuevas acepciones a su diccionario personal de interpretación del mundo: Teléfono: Cascarón hueco con teclas unido a un ridículo cable tirabuzón desconectado que ya no sirve para poder hablar contigo. Cama: lugar en el que dar vueltas como un cromo al molino del coco. Oración: A las aladas almas de las rosas Del almendro de nata te requiero Que tenemos que hablar de muchas cosas Compañero del alma, compañero... La resolución que rompe el círculo, esa es la desaparición que otorga él... la que de alguna manera ella sigue a pie juntillas. Y cuando uno se desaparece de una persona, situación, lugar... ¿dónde se lleva a aparecer? Esa sería ya otra cuestión. Recordar para sufrir, para vivir... "- Y señoritas, caballeros, recuerden que la tasa de olvido está directamente relacionada con la de aprendizaje. La forma en la que guardamos recuerdo, como colecciones de códigos de información de nuestra interacción; la interacción, ese factor fundamental al olvidar. Su naturaleza parece ser por lo tanto el retener y recordar, seleccionar el olvido. La retención, el reconocimiento, la memoria a corto y largo plazo, la memoria semántica por un lado, la episódica, que nos hace retener sin darnos cuenta, la procedual, que nos ayuda a funcionar sin tener que mantener constante la atención. El cerebro y su capacidad de contener diez milones de bits, de unidades de información. Tiene la capacidad extraordinaria para obtener información sin que la haya adquirido explícitamente, sino haciendo deducciones rápidas, prácticamente inmediatas. Sabemos reconocer algo sin haberlo visto nunca, no necesitamos haber visto para identificar algo como tal. ¿Cómo puede la memoria humana contener tanta información y saber cómo recuperarla dentro de nuestro cerebro?. Parece ser que los recuerdos se pueden recuperar gracias a la excitación eléctrica de ciertas neuronas. La activación de un grupo concreto de éstas permite recuperar un recuerdo. Y la transmisión de las señales eléctricas a través de las neuronas, viene provocada a su vez por sustancias químicas neurotransmisores..." La química, la alquimia, se van encadenando a base de un flash tras otro de memoria, uno a unos todos los vagones de su historia personal... - Anoten por favor que el proceso por el cual la memoria humana es capaz de almacenar nuevas informaciones parece ser que es el de la plasticidad de las sinapsis o contactos neuronales. El cerebro humano no es una red de cables ya formada, sino que las comunicaciones y los nuevos circuitos entre neuronas se van creando a medida que aprendemos y recordamos nuevas situaciones vitales y 193 datos concretos. Los recuerdos son registrados en nuestro cerebro gracias a los nuevos circuitos creados. Cuantos más detalles diferentes tengamos de una imagen y de su entorno, más fácil nos será que, con sólo ver una parte, recordemos todo el conjunto. No hay un circuito activado para cada recuerdo, sino un conjunto de circuitos que, activados al mismo tiempo, proporcionan el recuerdo, el contexto es muy importante en la recuperación de los recuerdos, la memoria es asociativa.... De nuevo la sensación de que la novela ha sido el crisol donde recordarse, todos los circuitos luminarios que se han ido activando en ella, en su entorno, todos los cambios acontecidos desde dentro hacia fuera desde que aquel día pisara aquella librería y posteriormente se acercara a la presentación del libro de Nín, su recuerdo junto a un pequeño escalofrío de "Ellas".. - Las capacidades personales se pueden potenciar, existen técnicas de memorización como las palabras mnemotécnicas compuestas por la primera sílaba de los nombres a recordar. Ella ha olido los triángulos, los ha visto, y lo que es más ha sentido en su piel la sinestesia, la imagen, la sensación subjetiva propia de un sentido determinada por otra sensación que afecta a un sentido diferente, secuencias encadenadas, núcleos sucesivos entroncados... Y... E R A... Y , continuación, ypsilon abriendo un principio y abriendo de nuevo un final, con la R de Resistencia y Rumbo, guerrero entre la E final de Zoé y la A inicial de Ainara. Yeray. Todas sus letras combinadas formaban un Y.. AYER, veamos, la memoria humana tiene una estructura compleja, es un proceso que se produce en diversos lugares del cerebro, para memorizar intervienen diversas funciones, la identificación visual, la auditiva, la clasificación de aquello que vemos... AYER...Y se bucea casi descompuesta, leyendo su nombre de delante atrás, de atrás hacia delante, encadenándolo Y... ERA... Y... Y AYER... YA REY... Y era ayer, y ya era rey... Se tiembla como quién lee un mensaje enviado desde el mundo de los muertos. ¿Qué historia que recordar antecede a La memoria de los triángulos?. ¿Y si el supuesto aprendizaje en realidad no es más que recuerdo de lo que nuestro cuerpo ya conoce?. ¿Podría ser que él hubiera estado ya en algún momento relevante de su pasado?, ¿podría estar dándose un reencuentro?. ¿Y si éste libro no fuera más que el coche restaurante, el que divide el tren en dos?. ¿Y si ella misma, sin tener consciencia de ello se hubiera convertido en un personaje más?. ¿Y si ella ni siquiera existiera y fuera un anexo a la novela, una sección, un invento más del autor-director?. ¿Y si ese y era, y ayer, y ya era colocara a Yeray en el reino del destinado al destierro del presente?. ¿Y si él permaneciera en las vidas de quienes le quieren sólo hasta el momento cenit, necesario para cuajar el objetivo de convertirse en ser pasado? Sospecha hasta de su propio nombre Argiloa, sueño de luz, ¿era ese un nombre en condiciones?; ¿y si resultaba que ella fuera apenas el sueño de una partícula de luz, un flexo cuya misión es enfocar un círculo tras otro sobre el libro, campo de visión de un lector casual, o leedor causal elegido, como lo puedes ser tú? 194 ¿Y si fuera así?. Si ella fuera personaje... ¿qué historias se remueven, se están escribiendo en tu interior en este segundo al estar leyendo?, ¿qué te sugiere?, ¿hacia dónde llevas tu mente, tus senaciones?, ¿qué recuerdos, rechazos, preguntas, apetencias..."folias y fibias", hacia dónde te llevas cuando paseas tus ojos por estas líneas?, ¿tienes hambre?, ¿te duele el cuello?, ¿te aprieta el botón del pantalón o la tira del sujetador?, ¿te has preguntado por ejemplo si nos conoceremos?, ¿te conozco ya?, ¿te conoceré algún día ?, ¿conoceré un día pasado o futuro al autor?, ¿al director?, ¿he sentido la tentación de utilizar el correo electrónico y decir: hola, me presento, aquí estoy yo? Todo, absolutamente todo parece desenfocarse, incluso la imagen repetitiva de la mosca se destaca de nuevo con una dimensión especial. Los ojos internos de las moscas son ojos compuestos con muchas facetas o lentes individuales, cada uno representando una unidad individual para detectar la luz. Luz que se puede descomponer formando un arco iris. Los ojos de la mosca no tienen párpados, probablemente los perdieron por no necesitar evitarse visiones molestas, o por estar en guardia, ¡qué más da!, la mosca se asea constantemente y se frota los ojos con los pies para mantener sus ojos limpios. Se camina por todas las superficies, aún bocabajo y pueden servir tanto para polinizar como para reconvertir la materia fecal. .. - Argiloa, bonita, sólo te falta ya empezar a preguntar ¿y si tú misma fueras una mosca? - A estas alturas te aseguro que todo puede ser, no me atrevería yo a jurar lo contrario... Falta el aire, pequeñas chispas en sus ojos y bostezo tras bostezo le indica que la cantidad de oxígeno que llega a su cerebro no es suficiente, la luz, ella, o bien las dos parpadean... ...black out total. XLVII ¿CUÁNTOS LIBROS EXISTÍAN? Se nota trajín en el compartimiento, abre los ojos para ver sobre ella las cabezas de las dos moscas, perdón, monjas. El azafato sostiene un vaso de agua con pequeñas burbujitas, el tercer botón de su camisa abierto da permiso para que se entrevea palpitando, inusualmente acelerada, la puntilla blanca de su sostén. - ¿La señora se encuentra mejor? - No sé qué me ha ocurrido... - Está sudando... - Debe ser una bajada de tensión... - Por el susto, claro, normal y además tanta la calefacción, ¿no estará embarazada la señora? - Pues, a no ser que el Espíritu Santo haya vuelto a armar una de las suyas... no creo, no, aunque algo embarazosa sí que es la situación... La senadora a un celular pegada parece percatarse de su presencia en ese momento echándole un vistazo de reojo a la barriga, se reacomoda en su asiento, mientras las dos chicas beben a morro de sendos botellines de agua asintien195 do mecánicas con la cabeza todos los compases de música inyectada en sus pobres trompas de Eustaquio. - Señoras y señores, rogamos disculpen la tardanza, estamos esperando confirmación de paso desde la central. En breves instantes reanudaremos la marcha, debido a estas pequeños fallos técnicos sufriremos un retraso de tres cuartos de hora estando prevista la llegada en destino para las once y veinte. Les recordamos así mismo que la compañía se hará cargo del transporte a destino de aquellos pasajeros que acrediten con sus pasajes que por este motivo han perdido su transbordos, así mismo recordarles que disponemos de hojas de reclamación a su entera disposición. Agradecemos su comprensión. Muchas Gracias. El libro cerrado descansa sobre sus piernas, sólo alcanza a ver el título... Los títulos lo resumen todo, Argiloa ha jugado miles de veces a diferenciar desde dónde han sido elegidos los títulos de libros, cuadros, esculturas y películas. Si uno se para un segundo en ellos nota matices; se les ve el plumero cuando son escogidos con la precipitación de a la tremenda del azar, cuando vienen con la mano derecha a la espalda, con intención de gancho publicitario, cuando miran a los ojos o susurran al oído y son sencillamente genuinos, elixir que añade calidad en la esencia de lo venidero. También hay títulos que son promesa que hincha expectativas, ante los que uno ya anticipa desilusión y cuesta abajo. Los títulos son el nombre, encierran en ellos toda su simbología, son como el primer vistazo selectivo, al igual que pasa con respecto de las personas, los títulos de los libros se dicen y lanzan miradas de seducción al leedor, parecen decir: tú tienes pintas de saber leerme,¡hojéame!, ¡ojéame!. No es lo mismo un nombre que otro, un título que otro, no es lo mismo un lector que otro lector, no es lo mismo... canta la canción y ella está de acuerdo. La memoria de los triángulos. Un título de los compactos, lo suficientemente cerrado como para asentar el tema, tan abierto a interpretaciones, como profundo, y en esos momentos señal clara de su propio olvido de días atrás respecto del libro, de los personajes. La pérdida de memoria inconsciente ante ciertos aspectos del mundo o de ella misma, que, o bien le cuestionan, le asustan, o no le interesan, todo aquello que selecciona al intentar llevarse el gato a sus aguas, en las relaciones, en la selección del material que añadir a su propio disco duro. La utilización del otro, uno de los aspectos intrínsecos al amor: aquí estoy para ti, puedes tomarte libertades. La pérdida involuntaria de subjetividad, nos llamamos "mi cosita", ¡qué cosa más bonita!, cuando nos dirigimos al ser amado, proporcionamos un salto de sujeto a objeto y vivimos en la contradicción básica de ser sujeto y objeto a la vez. ... y la memoria es la expresión más egoísta que conozco del ser humano... o eso espero... O eso espero..., jamás lee arbitrariedad en las palabras de Yeray, o eso espero... ¿qué habría en los tres puntos suspensivos?, y ¿entre ellos?. Era el instante de preguntarse ¿cuántos libros de La memoria de los triángulos existían?, ¿se trataba de uno?, ¿de una trilogía ya escrita o por escribir?, ¿del segundo, el tercero de una serie?. 196 ... y en ese momento, en medio del parón de su propio tren, locamotora que viaja de estación en estación, tocando puertos diferentes, cargando y descargando sus vagones de gente, de ideas, echando humo, tirando de todos los vagones asidos a ella, motriz y matriz alucinada, tiene sensación de ver su vida en una ráfaga, y aunque si se lo preguntan siempre lo negará... escucha la voz de La memoria de los Triángulos darle, en silencio y en el hombro izquierdo de la consciencia, un directo toque de ratificación: - Cuando dejas de hojearme, de moldearme, cuando dejas de delimitar mis fronteras físicas, sobre-vienes en mí una especie de muerte, dejas de hacer posible mi encarnación. Cuando decides por tu cuenta terminar en mí el misterio, sobre-vienes la indiferencia. Me matas Argiloa, y mueres parte de tu memoria de mí. En el momento en el que lo haces, permites que se den todas las condiciones para la magia y es entonces cuando yo libro, decido por mi propia cuenta des-entrañarme, abrirme a ti... Dos bruscas patadas en las posaderas del vagón de cola le indican que el tren ha sabido entender y respetar el momento...que la vida exterior reanuda su respiración, su marcha y, sobre todo, un lacónico: no ha lugar a más. 197 Y llegados a este punto, el libro y tú, lector, sabéis perfectamente en qué estación aposentar esa magia que os convierte en autor y personaje al mismo tiempo... esa que os hace renacer en historia propia y única... la que os fastidia porque invierte la ortodoxia y convierte todas las preguntas en respuestas recien nacidas o, también, en mitos y leyendas... (Con un descaro recién parido, el engranaje de movimiento del círculo por entero parece preguntar a Argiloa: ¿lo sabes tú?) En el vagón de la novela entera se respira un silencio comunitario de alivio por no haber elegido como medio de transporte, para este viaje, un avión... 199 LA MEMORIA DE LOS TRIÁNGULOS Calcas Supe, desde siempre, que moriría de pesadumbre cuando hubiese, para ellas, alguien mejor que yo. Por eso escribí en un tiempo pasado, e incluso en este mismo presente que se me escapa de las manos, sin ansias ni necesidad de un futuro en el que "escribir"... Hoy he buscado mis manos y las he encontrado en un rincón que ya olvidé. Sólo recuerdo que las miré de lejos, como si no fueran mías o estuviesen, amputadas, nadando en un frasco de formol. No las sentí. Ahora mismo, sobre la mesa, un hatillo recién liado trata de esbozar esa sonrisa tierna; algo que logre mitigar la inmediata amargura del regreso a la esencia de uno mismo... esa tristeza, no exenta de alegría, del que necesita dejar todo para volver a la tierra húmeda, a la hierba seca y la sombra de ese árbol que, sin dejar de alejarlo, acerca el horizonte como nadie lo ha hecho antes. La última voluta del humo de ese cigarro que se apaga, consumido por apenas dos docenas de caladas, acompaña la escena; en realidad suplica una muerte rápida, que lo apaguen aplastándolo en el cenicero y lo olviden... que le dejen vivir un óbito tranquilo y merecido porque ya ha dado de sí cuanto tiene y, afortunadamente lúcido, no siente que le queden más que frías cenizas, sin una mínima brasa encendida, para ofrecer. ¡C'est la vie, mon ami!, así de cíclica y tenaz... unos folios apilados en el centro, celosamente guardados en una carpeta etiquetada como La memoria de los triángulos, con las últimas palabras que fue capaz de escribir la mano derecha mientras, como un fiel escudero sin soldada ni pan, la izquierda sujetaba el papel para evitar que, como muchos otros, se lo llevara el viento hacia países donde el "nunca" hace de pregonero para anunciar la inminente llegada del "jamás"... Con el alma en llamas, leen mis ojos lo que mis amanuenses manos han escrito quizás, sólo quizás, para que la mente recuerde algún día lo que ella mismo ha dictado... reflexiones de cansancio, vino dulce y pastel de azúcar amargo, amarte o no ser... preguntas de trigo verde y respuestas de pan ácimo colgando como uvas en cientos de racimos impávidos, que ven como el tren de la vida pasa sin detenerse, sin que cese jamás el tic-tac. Y leen mis ojos para escuchar el torbellino de ideas que han escrito mis obedientes manos; suena una música de carrusel, el clímax y la mística no han hecho más que empezar: "te dicen diestra por ser la derecha y en tu fuero interno te percibes tan torpe y dubitativa que me estremezco sólo de pensarlo. No, no es fácil vivir con la sensación a cuestas de ser, apenas, mano de obra barata; casi la misma que debe de sentir un inmigrante ilegal cuando vive, muriendo, lejos de su país y tratando desesperadamente de encontrar esa identidad propia que la "identidad colectiva" le concede desde la negativa a dársela e, hipócritamente, con la pompa y el boato necesarios para que la estética oculte la realidad tangible de la práctica. 203 LA MEMORIA DE LOS TRIÁNGULOS Te dicen diestra porque estás justo al lado opuesto de aquel en que late el corazón... ellos no saben, ni se imaginan, que siempre soñaste con ser mano izquierda y tener la habilidad y la astucia de resolver las situaciones más difíciles o las relaciones más complicadas. ¡Sí, ¡lo sé!, a veces te sientes blanda, a veces dura... y hay otras en las que quisieras ser "mano de jabón" para lavar toda la ropa sucia y renacerte en la blancura de diez o doce sábanas tendidas, perezosa y resignadamente, al sol de la luna y al cielo del mar en que vuelas tus amar a-mares. Pero no sufras ni te obsesiones, nadie mejor que tú sabe leer tu palma y las otras lecturas son tan sólo una verdad a medias de la quinta parte de ti que, en contadas ocasiones, dejas asomar a la ventana y que la vean aquellos que habitan el jardín..." Me he sentido mano tantas veces que ya he perdido la cuenta o, quizás, he decidido dejar de contar... Y sé que se me han caído libros y amores, de las manos; que, en algún momento de la vida, los he visto como cambiaban de mano y, con la mano en el corazón, me he quedado mirando como mis manos vacías se llenaban otra vez, dejando siempre un lugar reservado a todo lo que, aún sin estar, sigue existiendo y en el que nada ha muerto porque sabe que siempre le recordarán. Y esas mismas manos, que no eran yo aunque eran mías, me las he frotado de esperanza y de frío... me las he llevado, feliz o aterrado, a la cabeza... las he pedido gratis... las he levantado para protestar y se me han congelado hasta llenarse de sabañones y, ¡como no!, las he puesto en el fuego hasta quemarme la piel... No, no conozco nada como la palma de mis manos y, sin embargo, he llegado a comprender que la memoria nos construye, y destrye, una y otra vez. A comprender... A escribir... Quizás por ello y en este preciso instante me siento "kheir"; me percibo "mano", flotando libre sin un cuerpo que la ate ni la domine... sin el oficio de escribir al dictado lo que otra parte de mi decide sin preguntarme, siquiera una vez, lo que realmente necesito para vivir. Dicen que es la vida, tejedora tenaz de ciclos y triángulos; se equivocan, es todo más simple: la mano que meció la pluma se ha cansado de escribir realidades que parecen sueños y se ha dormido... ella aún no lo sabe, pero busca soñar una realidad que se pinte en el rostro y no necesite estar escrita en papel para que otros sepan que, sin serlo del todo, es feliz. Hoy he mirado frente a a frente a mis manos, a la memoria que guardan celosamente... Hoy he sabido que ninguna de ellas tiene ya nada más que añadir. 204 LA MEMORIA DE LOS TRIÁNGULOS El espejo "Lo quiero de cuerpo entero, también lo quiero biselado, con el bisel bien ancho, más que el ancho de los pulgares tuyos; es tan lindo asomársele despacito a un espejo, como si lo fuéramos a asustar, y verse uno con la cara dividida por el bisel, con dos caras, y no saber uno cuál es la real, ¡ah!, y no te olvidés hacerle la prueba del vaho, mientras más se demore en desaparecer el vaho el espejo es más frío, por tanto de mejor calidad, acordate que la gran virtud de los espejos es reproducirnos a nosotros y al mundo, ésa es también casi que su naturaleza, y algo que nos permita tamaño encanto, por cualquier precio que lo compremos es barato, tomate todo el tiempo que necesités para conseguirlo ..." Leo a José Cardona-López, sentado en el porche y saboreando este lunes amargo en el que sé que te has ido... pero desconozco si ya has llegado y si me echas insoportablemente de menos o, por el contrario, no tienes el sosiego que necesitas para recordarme... Cierro los ojos... necesito reflexionar, revivir instantes, contarme a mi mismo lo que a nadie he contado... 205 LA MEMORIA DE LOS TRIÁNGULOS El instante Capturado Ainara y Yeray se reflejan en el espejo mientras se abrazan; si miraran, comprobarían que el cristal de azogue les devuelve la imagen de Zoé y Nurivan, también amándose... también abrazados... 207 LA MEMORIA DE LOS TRIÁNGULOS El enigma Aparentemente, dos líneas rectas discurriendo paralelas en algunos instantes... ella y yo, tu y él... paralelas que, a juicio de todos, jamás van a encontrarse... Pero lo que parece evidente no es más que un espejismo... una sensación que regalamos para que nuestro secreto permanezca oculto a los ojos de todos, incluso a los de aquellos a quienes amamos... Por eso, en la intimidad, nos sentimos cuadrilátero... Cuatro vértices, cuatro esquinas, cuatro lados, cuatro puntos cardinales... Cuatro somos, tu y yo sumados a Ellos; geométricamente hablando, un trapezoide porque tu vértice y el mío están más cercanos. Y, en ese espacio cuatridimensional nos morimos día a día... inventando coordenadas de latitud y longitud para encontrarnos... escudriñando el tiempo por venir con el ansia y el desespero de hallar un espacio que nos acoja, un lugar en el que cada segundo sea un año y cada gotita de lluvia logre que nazcan burbujas de esperanza enjabonada... ¿Cómo hacer para que nuestra superficie anímica no se convierta en desierto o en papel arrugado?. ¿Qué hacer para que la vida nos regale mil paseos bajo la luna abrazados?. La triangulación, dicen, resuelve los problemas de los polígonos irregulares... también dicen que los triángulos no tienen memoria... pero, entonces, ¿quien de Ellos se queda y cual de Ellos ha de acompañarnos? No sé... no sabes... los queremos tanto... 209 El idioma de las flores LA MEMORIA DE LOS TRIÁNGULOS I Suavecito, con la sutileza y la ternura de los brotes, dedos de algodón que se deslizan sobre piel de seda mojada... - Aluniza en mi... despacito, sintiendo cada detalle... - Bésame, Yeray... no digas nada... Alguno de los dos abrió los ojos y adivinó, en la penumbra, que las paredes se volvían traslúcidas. Aún así se dibujaron en ellas escenas de un pasado tan reciente que parecía estar sucediendo en el mismo momento de recordarlo. Buscaron aquel motel de carretera porque Ainara estaba enojada, sentía un agujero en el estómago y que los tobillos no eran tan fuertes como siempre; sí, le dolían los pensamientos y le angustiaba algo que no podía identificar pero que estaba en ella y, sin salir a la superficie, le carcomía y mataba en silencio. Solos, sin hijos por medio, cenaron chipirones de primero y una ración de anguilas; luego se perdieron en la noche, como nómadas de las noches en la carretera. - No puedo más, Yeray... - Mantente ahí, Ainara... entre las llamas y el fuego... - ¡Coño!, ¡no es tan fácil!. ¡Duele!, ¿lo sabes? El azar que elige alcoba, la barrera que se abre y el deslizarse sigiloso del coche hasta el garaje. Puerta que se cierra, cambia la atmósfera hasta que puede olerse esa íntima humedad que todo lo invade, encendiendo la luz que avisa de la inminente metástasis del deseo ... Desnudarse mutuamente cobra, entonces, un significado especial; en el paladar esa sensación fronteriza con lo prohibido, fantasía adúltera que nunca se confiesan pero que domina la escena y se come, a dentelladas voraces, veinticinco años de convivencia. Sí, aquello es diferente; nada que ver con el sexo en la misma cama de siempre... las miradas, los gestos, hasta el olor que desprenden es distinto al de la excitación cotidiana y se revela como increíblemente nuevo. - Juega con ella... acaríciate... siéntela... - Si... - Déjala que resbale... - Si... - Te desea, ¿lo sabes? - Si... - ... ... ... - Me apetece... Como lanceros bengalíes, desfilan las caricias al ritmo de un mundo minimalista de pequeños besos y breves jadeos; todo, ¡absolutamente todo!, "se sucede" como un bombardeo en la piel que obnubila el cerebro. Apartar el cabello de la nuca, besar el cuello, bajar por los hombros y hasta el pecho... las axilas, el torso, el vientre... manos que buscan el interior de los muslos y rozan furtivamente la seda de unas bragas húmedas o el lino de un slip que amenaza romperse. Diálogo sin palabras... Ainara se ve de pie, tiembla y se estremece, con las manos entrecruzadas en su nuca y los ojos cerrados por completo; siente como sus bragas ya no son algo inerte... le parece que han aumentado de talla y que se caen, hasta las rodillas, por su propio peso. Las manos de Yeray son un misterio, 213 LA MEMORIA DE LOS TRIÁNGULOS aparecen y desaparecen en cualquier lugar de su cuerpo sin la más mínima advertencia... Se le doblan las rodillas, arde bajo esos labios que rozan el mínimo triángulo que parece señalar la dirección hacia otros labios inflamados de deseo. - Déjame sentirte en mi... Yeray no contesta, se limita a dejar una media sonrisa abandonada en las inmediaciones de un clítoris que entrará en combustión instantánea en cualquier momento. No lo soporta más, ¡ya es suficiente!; lo empuja sobre la cama y se deja caer de rodillas entre sus piernas. - ¡Vas a saber lo que es bueno! Aún en la oscuridad, sabe perfectamente donde encontrar lo que sus labios desean. Ansiosa, se deleita sintiendo como se escurre la piel hasta liberar del todo al prisionero; son momentos ciegos, instintivos, convulsos y tan fuera de toda lógica que puede sentir perfectamente que, aún sin dejar de serlo, ya no es ella. No habla, pero piensa... se visualiza arrodillada y siente cierto rubor al comprobar que sus bragas siguen a media asta: justo en mitad de los muslos, sin bajar del todo y tan confundidas como puede estarlo un pez en medio de un desierto. Le hubiese gustado tenerlas en la mano, dárselas a él para que oliera esa humedad de hembra ansiosa que las impregnaba... pero nota el vaivén de sus pechos, como resbala por la comisura de sus labios la saliva mezclada con él, como su mano derecha se aferra y la izquierda la recorre... y eso le impide detenerse. Se da perfectamente cuenta de que "él sabe bien" o, al menos, de que "sabe a lo que ella desea"; y se separa un momento para acercar sus labios a los de él y dejarle huella. Sólo es un brevísimo momento. Necesita volver y vuelve, insaciable e "insaciada", preguntándose qué diría su madre si la viera ahora mismo o que pensarían sus compañeros de trabajo. No puede evitarlo, le fascina y al mismo tiempo le da tanta vergüenza... - Ainara... ven... Se da la vuelta, deja que él resbale entre sus nalgas hasta llegar a ella; se va sentando poco a poco, cuenta cada centímetro que la penetra y evoca otros muchos momentos con él y otras urgencias. - ¿Así, mi amor...? - Eres perversa... Ya no hay nada más que ellos, ha desaparecido el tiempo y flotan sudorosos en un universo absoluto de placer y éxtasis, totalmente ajeno a las leyes de Einstein. La habitación huele a sexo, con ese olor mestizo y único que resulta de mezclar fluidos sin apenas respirar, con detalle y con esmero. Han pasado horas por su lado pero ni se han dado cuenta y eso, piensan al unísono, es realmente bueno. De nuevo en la carretera, rumbo a casa, la noche se ha envuelto en una delgada capa de silencios tiernos. - Me ha quedado algo por decirte... - ¿Qué es...? - Te quiero... 214 LA MEMORIA DE LOS TRIÁNGULOS II - Te seguiré hasta el fin de la otra orilla de la cama, como si fuera el mundo. No importa que ahora me des la espalda. Mientras estés aquí, tenemos esperanza. - Si tan sólo no te hubieras enamorado, si tan solo... Sin hablar, el diálogo sigue fluyendo entre la penumbra de una noche que se niega a regalarles lunas nuevas; palabras desfasadas, caducas y a la vez vigentes, con más de dos años de edad pero que, de cuando en cuando, surgen como neblina entre los dos sin decir palabra alguna. El instante aproxima y aleja, sube y baja como una montaña rusa con sonrisa malévola e intenciones de vértigo; ella estira la mano pero no se atreve a tocarlo... él piensa que quiere decirle muchas cosas pero, instintivamente, opta por no romper el mutismo después de esa larga discusión donde la lógica luchó otra vez, a muerte, contra los sentimientos que aún los sustentan. Cerrando los ojos y evitando que las lágrimas griten desesperadas, recuerda el episodio de los "cinco días de gracia" de hace años. No, ¡para nada fue un mero incidente!; ahora era Zoé quien prefería mil veces encontrarlo en su cama, haciendo el amor con cualquier mujer, a verlo enamorado de otra que no fuera ella. Y las sombras le recordaron que el pasado siempre vuelve, que no importaba que ella no hubiese llevado al plano de lo real esa pasión desbordada en sus poemas y retacitos desperdigados como migajas -consciente o inconscientemente- por toda la casa. El asunto es que se había enamorado... y de un fantasma, que era lo peor, le había dicho Nurivan con una mirada llena de amor y de tristezas. Enamorarse a distancia... carta a carta y sello a sello; la loca locura que a veces nos tienta y termina convirtiéndose en acordeón de infiernos. Le recuerda alejándose como un caballero; regalándole espacio para que ella tuviera toda la libertad del mundo de encontrarse con su fantasma, tocarlo con todas las de la ley, al revés y al derecho, mirarlo a los ojos y todo lo que fuera necesario para que la decisión que adoptara fuera sincera. La quería toda suya, sin dudas y supo jugárselo todo a la única carta que le quedaba: demostrarle que la quería tanto que sólo sería feliz si ella lo era. ¡Y no!, no le bastó que le dijera que seguía siendo el amor de su vida, que era su paladín y que jamás se iría de su lado; de cualquier forma él hizo las maletas y se marchó... cinco días -le dijo- no más... cuando regresó a casa, traía el infierno sufrido reflejado en la mirada. - Tal vez si yo no me hubiera enterado de tus engaños, no hubiera habido ninguna fisura por donde se colaran otros sueños... - Pero, Zoé, yo jamás me enamoré de nadie... ¡Tu te enamoraste, carajo! - O sea, ¿tuve suerte?; si te hubieses enamorado, ¿estarías aún aquí?, ¿seguirías conmigo?. Yo ya ves que sí... Zóe abre los ojos, y la distancia entre una orilla y otra de su cama king size, se le hace abismal; añora en silencio el punto intermedio donde, sin dejar de ser dos, se convierten en uno. Una larga vida juntos, donde él nunca dejó de hacerla sentir como una reina, a veces sin castillo, pero siempre reina; aunque nunca le preguntara por los muchos dragones de incertidumbre que se escondía en el sótano de sí misma. A su manera, durante esos cinco días de gracia, Zoé se 215 LA MEMORIA DE LOS TRIÁNGULOS enfrentó y rehuyó enfrentarse con su "fantasma"... no podía vivir sin Nurivan, ¡no podía arriesgarse!. Pero jamás fue la misma; había descubierto su capacidad de amar, más allá del amor que le profesaba a Nurivan y de ese amor renovado, de él para con ella, que surgió después de sentirla casi perdida. Toca ahora mojar las fundas de su almohada con lágrimas mudas; ya no extraña ni a sus muñecas de porcelana, que la miran silenciosas desde el tocador antiguo que hay en la esquina de la habitación. Sin verlo, sabe que es un mueble macizo de fina caoba tallada, de tres espejos oblicuos, giratorios y biselados; el espejo central la refleja a ella, secándose las lágrimas con rabia, mientras otro, más pequeño, proyecta la espalda desnuda y lejana de Nurivan. La imagen que hoy por hoy regresa el tercer espejo, sólo ella la ve. Y calla. Sólo sabe que esta vez no es un fantasma. - Si tan solo supieras cuanto te amo... - ¿Me lo dices a mi? No importa cuando suceden los diálogos, ni los recuerdos; todo es aqui y ahora, allá y antes... pareciera ser parte de ese des-tiempo reflejado en los cristales... III tu tienes que despertarte, yo he escondido el reloj... Miran las paredes, sin ojos de nostalgia y con ojos de perdón. - Se asoma el alba y observa, buscándonos, entre las rejas de hierro; dieciocho grados... hoy hará calor. - Sí... dame tu piel... tu piel tibia, perversa, ciclo, ave, ala, luna, lirio y cicatriz; piel de rodaja de limón, de plátano, de arándano, de enredadera y de geranio asomando sus ojos rojos entre los hierros de cualquier balcón... - ¿Robarás una flor para mi? Mohín divertido, guiño cómplice, media sonrisa, gesto, ademán divertido, dulce espera, la respuesta se retrasa porque juguetea con las sombras chinescas que se empeñan en decorar la pared... - ¡Respóndeme! - Robaré - ¿Cuál robarás? - Un girasol... Un eco terco se adueña de la estancia, repite y repite sin cesar: un girasol... un girasol... - ¿Por qué? - Robar girasoles para regalártelos lleva un mensaje cifrado, una razón que se esconde bajo ese eterno movimiento de la flor buscando el sol... - No entiendo... - Sentimientos, mi vida... una forma de decirte que se está transformando en dolor la inseguridad que genera nuestra relación... 216 LA MEMORIA DE LOS TRIÁNGULOS Silencio de tristezas que tapiza poco a poco el aire; violines afónicos que cantan notas musicales con un mínimo hilillo de voz y un ansia, perpleja y desesperada, de que despierte el saxofón dorado, la flauta mágica, el violonchelo y la batuta decisiva de un destino director. - Eso duele... - ¿Por qué habría de doler...? - No quiero girasoles... Los cigarrillos se apagan, resistiéndose a morir sin haber quemado el edredón. - ¡No!, no quiero girasoles... ¡roba para mi otra flor! - ¿Una margarita, quizás? - No sé... - ¿Sabes?, si te regalo margaritas también estaré diciéndote algo... - ¿Cómo qué? - Ven... acércate... las margaritas son la duda, el pensaré en la propuesta que me hiciste o, también, aún no ha llegado el momento de decirte un "sí"... y mucho menos un "no"... Se acercan, minimizan el espacio hasta quedar reducido a la unidad esencial. Cualquiera que estuviese allí diría que en el contacto reside la expresión alquímica perfecta, el punto exacto de inflexión del que habrá de salir una pepita de oro o, tambien, una bola de alcanfor. No sucede nada más que una unidad de dos, apenas un leve susurro... esa esperanza nueva que renace de las cenizas y se transforma en latido rítmico y en silencios que se gritan hasta perder la voz. - ¡Tampoco quiero margaritas!, me encantan las lilas... ¿robarás una para mi? - Si, pero piensa que es la flor del primer amor... La tentación que vence, ¿quien podría resistirse a preguntarlo?. Nadie, creo yo... - ¿Soy tu primer amor? - No, pero serás el último... uno de los únicos dos que marcan mi vida... inseparables hasta la extenuación... Ventana que se cierra, envidiosa de que un rayo de sol enamore a los cristales y haga nacer un arco-iris de color. Necesidad de beber, sorbo de agua y ceño fruncido por una leve cremallera de preocupación. Cae la tarde, con un ritmo cansino de bolero, mientras la mirada perdida regresa a la cama y se pierde entre el umbral del ansia y la frontera que marcan las agujas del reloj... - Un crisantemo, quizás... ¡Robaré uno para ti cuando asome la luna! - ¿Por qué? - Es una flor contradictoria, como yo. Representa la vida y la muerte, la luz y las tinieblas, los buenos y malos presagios... pero, en tu país, es una declaración de amor... Sonrisa que nace horizontal y se derrama en las mejillas, ilusión, latido intenso y abrazo de piel a piel. Magias que tiene regalar una simple flor... 217 Ese día no te irás LA MEMORIA DE LOS TRIÁNGULOS I Les pilló de sorpresa y eso, curiosamente, era lo más extraño. Sentados a la mesa, entre bocado y bocado de un almuerzo cualquiera, surgió el tema sin detenerse a avisar que estaba llegando. Atzin, a sus catorce años hacía honor al significado de su nombre -"agua transparente"- e iniciaba el diálogo - Ayer os escuché cuando hacíais el amor... Ainara y Yeray se miraron casi a hurtadillas, la sensación de haber sido pillados "in fraganti" tenía tonalidades, desde el gris al malva, pasando por el sonrojo y el azul-orgullo que trataban de que no se notara. Yeray reaccionó con extrema lentitud y, aún así, fue el más rápido. - Es normal, ¿no crees, Atzin? - Si, papá... a mi no me ha extrañado pero a Kevin le ha sorprendido porque él creyó que ya no... Kevin, a sus diecisiete, puntilloso y perfeccionista hasta casi rayar la obsesión, reacciona con esa cierta rudeza que suele mostrar cuando está contrariado. - ¡Eres idiota!, ¡una niña boba!, en ningún momento he dicho que me sorprendiera... además, tu fuiste la que me despertó anoche para contármelo... - Haya paz -intercede Ainara-, ¿qué os resulta tan excepcional?, ¿nos lo contáis? - A mi no me sorprende -Atzin se muestra tajante-, ¿recuerdas, mamá, el último verano en el que viajamos en una autocaravana? - Si, ¡claro que recuerdo ese viaje!, sobre todo que terminamos con casi mil fotografías de los sitios que visitamos... - No, no me refería a eso, mamá. Yo hablaba de una noche en la que papá se golpeó la cabeza contra el techo y terminó con una brecha en la ceja... ¿lo recuerdas? - ¡Siii!, fue realmente gracioso... aunque tuvieran que darle tres puntos de sutura y se pasó el resto del viaje con una tirita enorme pegada... - No desvíes la conversación, mamá... aquella noche, papá se golpeo porque estábais haciendo el amor y tu quisiste ponerte debajo... - ¿Y cómo se te ocurre pensar eso? - Porque te oí... y Kevin también te oyó... le dijiste bajito: "quiero sentirte encima" y un momento después se oyó el golpe de papá... - ¡Hay que ver estos niños...!, ¡tienen una imaginación de lo más exagerada! Ainara se levanta y va a la cocina; un momento después vuelve a la mesa, se sienta, se levanta, va al baño, vuelve a regresar y a sentarse, echa agua en su vaso, bebe, se atraganta, tose, derrama el líquido por la mesa y termina con la sensación de que todos la miran divertidos aunque sin carcajadas. - Vuestra madre y yo, a pesar de llevar muchísimos años juntos, disfrutamos haciendo el amor... es una manera más -continúa Yeray, disimulando lo divertida que le parece la situación- de demostrarnos cariño o de encontrarnos en ese lugar en el que el "nosotros" cobra una dimensión especial... - Lo que quieras, papá, pero no te enrolles ni nos sueltes una conferencia -sentencia Atzin-, a mi me parece estupendo y me siento feliz de que seáis tan distintos a otros padres... 221 LA MEMORIA DE LOS TRIÁNGULOS - ¿Distintos...?, ¿en que sentido? - Pues mira... yo siempre oigo comentar a mis amigas que sus padres se pelean y discuten, que nunca se duchan juntos o que les da vergüenza que las vean o verles desnudos en casa.... que creen que ya hace mucho tiempo que no hacen el amor y que, lo dicen muy seguras, ni el padre es el hombre ideal para su madre ni, por supuesto, la madre es la mujer ideal de su padre. Yo me callo, pero siento tristeza por ellas y me alegro de ser afortunada... - Oye, Atzin -irrumpe Kevin-, que si lo pones más color de rosa esto terminará empalagándome. Papá y mamá también discuten a veces... ¡y no pasa nada!. Espectadores, Ainara y Yeray se habían convertido en una especie de "escuchadores invitados" de una conversación que, si bien era "sobre ellos", iba más allá de sus propias "circunstancias". - Si, Kevin, pero luego se ríen... y papá o mamá están siempre preocupándose del otro. Fíjate que mamá se queda triste y hasta se pone de un humor de perros cuando papá sale de viaje, para recuperar la alegría al día siguiente en que él regresa; y mira como papá la espera cada mañana que ella vuelve de trabajar, para desayunar juntos... - Bueno... tienes razón pero tampoco es para exagerar. Que a mamá no le guste que papá viaje no es algo nuevo; como tampoco lo es que papá aproveche algunas madrugadas para escribir y luego esté despierto cuando ella regresa del trabajo. - A ver chicos -tercia Yeray-, es muy interesante esta vivisección que estáis haciendo de nosotros como pareja... lo que no acabo de comprender es por qué os extraña tanto comprobar que seguimos haciendo el amor cada vez que podemos... - Tonterías de adolescentes -matiza interesadamente Ainara, incómoda con el tema y tratando de que se aleje cuanto antes-, Yeray... tampoco tiene más importancia... - Si que la tiene, mamá... anoche, vine a por agua y te oí gemir... se lo conté a Kevin y él puede decirte que salió al pasillo y se te escuchaba... - ¡Eh!, que yo no salí al pasillo para espiaros... simplemente coincidió que tenía sed y vine por un vaso de refresco de naranja... - ¡Vaya!, seguro que la cena estaba muy salada y esa es la razón de que ambos estuvieseis sedientos y desesperados -apuntó Yeray con una malicia a la que añadió una breve carcajada final que, indudablemente, subrayaba la ironía- No vengas con vaciles, papá... Atzin vino a mi habitación y yo creí en principio que, los gemidos, serían de una escena de cualquier película que estariaís viendo... es más, por curiosidad fui al salón y encendí la "tele"... Me soprendió comprobar que estaba en un canal de documentales y que lo que, en aquel momento, estaba en pantalla era un reportaje sobre Gandhi... - Que conste que a nosotros dos encanta y divierte saber que hacéis el amor y que disfrutáis con ello -matiza Atzin, con desparpajo-, y os voy a decir más: lo que realmente nos sorprendió a ambos fue escuchar a mamá... incluso comentamos que "papá debe hacerlo muy bien para que mamá..." - Si, Atzín... porque en la caravana se notaba el movimiento pero no se escuchaba ni un gemido... Carcajadas, divertidas unas y nerviosas las de Ainara. El almuerzo se saldó, por parte de Yeray y Ainara, con la sensación de haber casi compartido algo muy íntimo y la decisión de insonorizar la habitación de la pareja; en cuan222 LA MEMORIA DE LOS TRIÁNGULOS to a Atzin y a Kevin, su regocijo era total porque para ellos pillar haciendo el amor a sus padres era la expresión más fidedigna de que ellos se adoraban, de que uno era para el otro el ideal de vida y eso, aunque ambos adolescentes no llegaran a confesarlo, les daba una absoluta seguridad de que sus padres formaban una pareja sólida, indestructible, inquebrantable y, de alguna forma y subconscientemente, les hacía sentirse privilegiados. II -Duele, duele mucho, mamá... -Lo sé, hijo, lo sé... Todos sus quince años, estremecidos, reposaban a lo largo en el sofá de la sala, mientras Zóe le acariciaba el rostro secándole las lágrimas. De fondo, muy tenue, música y letra de la canción "Rayando el Sol" de Maná, parecieran ser las gotas de limón en esa herida-cóctel de asombros. Zóe se percató en ese instante, que añoraba recibir y entregarse con esa vehemencia adolescente, y Alexis el que amar doliera tanto. - Pero si la quieres, ¿por qué terminaste con ella? - Porque no puedo aceptar una relación así, yo quiero una como la tuya y la de papá: la forma en que se miran, en que ríen todo el tiempo, en que platican... - ¿Hasta la manera en que peleamos? - Sí, mamá, hasta eso, aunque te rías... - Amor, pero si es lógico que tengan sus problemas. - Sí, má, pero nuestras broncas superan los días de la semana, y no reímos ni la mitad de lo que ustedes ríen. Zóe no quería reír, quería llorar. Llevaba demasiados años cargando con la imagen de "la familia perfecta", "la pareja ideal", la de "todo les va de maravilla". Ella no se veía la capa de la Wonder Woman por ninguna parte, ni la de supermán a Nurivan. Sin embargo, en su ámbito tanto familiar como laboral, siempre los ponían de "un clásico modelo a seguir". Si a todos les va bien esa imagen, pues que bien les vaya, pensaba Zóe, pero que a mis hijos no les distorsione la realidad de lo que es vivir en pareja, los abismos que se tienen que tocar para impulsarse nuevamente a tocar el cielo juntos. Sin embargo en algo todos acertaban, el amor profundo del uno por el otros y las risas compartidas eran francas. -No llores, mamá, voy a estar bien. -Lo sé, mi cielo, lo sé... Zóe pone otra vez la foto de Alexis en su lugar, y acaricia con su índice la imagen de su otro hijo, Jasson, ambos ahora universitarios y lejos del hogar. Aún la llaman por teléfono por larga distancia cada que al son de "Rayando el sol" sienten que se les mueve el mundo. Se mira en el espejo central de su tocador, y se pregunta en dónde estuvo durante los últimos veintitantos años, no la amanteesposa-amiga, no la madre, no la profesional, sino ella. Le gusta la imagen desnuda que le regresa el espejo, el reencuentro, sin embargo tiembla. Le es tan claro el momento en que deseó vivir de nuevo un amor adolescente, -la ensoñación de 223 LA MEMORIA DE LOS TRIÁNGULOS un amor perfecto- , como tan cierto es el que ella no lo haya buscado, ni mucho menos como una venganza hacia Nurivan. Simplemente, un atardecer nuevo, con un resplandor único, la sorprendió en una noche especialmente oscura. Nurivan está por llegar a casa, por lo que se viste a toda prisa. Teme que él note ese rubor, esa fragancia furtiva que solo a ella le pertenecen. La noche anterior él le había dicho: "tú ya eres harina de otro costal", cuando la vio inmersa en sus pensamientos, a lo que ella le respondió: "no, mi amor, por primera vez en mi vida soy harina de mi propio costal.". Después hicieron el amor, como lo venían haciendo desde la época de "los cinco días de gracia": con toda la ternura y toda la pasión que podría contener un "aquí y ahora, mañana ya Dios dirá, cada día es ganancia". Ganancia también era el que los hijos se hayan llevado por herencia la imagen de un padre no competitivo en el plano profesional con su mujer, tan seguro de sí mismo y de su masculinidad que no temió en ningún momento hacerse responsable de tareas meramente "femeninas" tantas veces como fue necesario. Agarrar una escoba, hacer él las compras, o cocinar para todos, le era tan natural por el simple hecho de que él llegaba de su trabajo dos horas antes que el resto de su familia, aunque le quedara menos tiempo para descansar antes de irse a su segundo turno. Si algo no soportaba era ver a Zóe cansada y con mil cosas por hacer. Mil entre cuatro, siempre decía, nos dará más tiempo para compartir. Detalles como este y tantos más siempre habían sido su forma de amarla. Poco después tuvo que aprender otro idioma para hacerlo, fuera del pragmatismo que a ella le costaba tanto entender. Ya está lista para recibirlo, le hace bien tocar fotos, y buscar las raíces de sus sentimientos, aún cuando la imagen del tercer espejo es cada vez más latente. Irían a cenar como todas las noches, como novios, como lo hicieron por más de veinte años cada viernes de semana. Eligió el vestido que a él más le gusta. Baja presurosa a su encuentro cuando lo oye llegar, y arrastra escaleras abajo el aroma que la envuelve, junto con media alma. -Te quiero, Zóe... -Yo también, Nurivan... Y ninguno de los dos miente. III - Uno a uno, trataré de desgranar esos momentos del hoy en los que el destino jugó todo lo que le vino en gana... - Esa frase me suena... - ¡Es tuya...! - Lo sé... - Hagámoslo de la mano, amor, desgranemos los temores... - Es difícil, de casualidad hoy leí un poema que no quisiera haber leído, cada verso se me clava en el alma... y he sentido que "tocaban" nuestros "a-mares" de una manera palpable, evidente, insufrible, lacerante, incomprensible, innecesaria porque lo han escrito manos que deberían saber que lo nuestro no fue una 224 LA MEMORIA DE LOS TRIÁNGULOS anécdota, ni una aventura ni algo accidental que se esfuma tan rápido como ha llegado... - ¿Es este que estoy leyendo? - Si, me he quedado corto, he optado por... ¡por comprender mucho!, lo que sentí quizás algún día te lo cuente Bajan las hojas suspirando tierra, un alambre de humo se despierta en la punta de los cigarrillos y va perdiéndose en un mañana que hoy sucede. Son las nueve y veinte, minuto más... minuto menos... - No lo había leído hasta ahora... ansiaba hacerlo porque tus palabras me llegaron al alma... y también porque, aún sin leerlo, sabía, presentía, intuía que el depositario del secreto de un gran amor no podría reñirme de manera alguna después de decirme, una y otra vez, que lo bendiga, que es un regalo del cielo, que lo cuide, así como que cuide también el que ya tenía antes de ti.... que la fortuna me ha sonreído dos veces y que eso es un privilegio. Es, como tú dices, una coincidencia desafortunada que leíste en un momento especial, de desasosiego, como en el que me encuentro yo también por esta lejanía que, ahora, nos pesa mucho más que antes de tenerla. - Hoy también sentí soledad... pero no era "soledad de hoy", nacía en un ayer que no resultó nada fácil... El silencio coloca largas hileras de ladrillos, sin argamasa. Van pasando los segundos y, entre caricia y caricia, las miradas vuelven a encontrarse. - ¿Irás? - No sé... - No logro entender la absoluta necesidad que siento en ti; es una percepción tan brutal que en ningún momento he dudado de que irías. Una necesidad que, en este preciso instante y después de escucharte, me resulta muy familiar y tan similar a la que muchas veces me recordaste que tenías de venir... Y no pasa nada; simplemente ocurre que, en su momento, sentí un enorme privilegio al pensar que yo tenía que ver mucho en esa "necesidad" y, posiblemente, deseaba, en lo más profundo de mi alma y aún sin confesármelo, que sólo sintieras esa "necesidad" por viajar hacia mi. Respirar al unísono, tan a la vez que es muy complejo determinar a quien pertenece el suspiro que, tímidamente, repite el eco de la penumbra alojada en la habitación. - Esto que dices me duele especialmente... me hace sentir que ni recuerdas mis dos semanas de espera agónica en las que lo único que deseé es que todo terminara para estar a tu lado. ¿Comprendes porqué me duele tanto lo que me dices?... Es tremendamente injusto y duele, mi amor, de verdad duele... - Por saber que te dolería, cuidé al máximo mis palabras... busqué trasmitirte algo que, por lo que veo, no he logrado... Niebla azafrán tapa, como una manta, la cama; la ductilidad del instante hace que se asome a la realidad un rayito de esperanza. Un tiovivo de preguntas aguarda para ponerse en marcha... - ¿Se lo has dicho? - Si... - ¿Y que te dijo? 225 LA MEMORIA DE LOS TRIÁNGULOS - Lo mismo que me has dicho tú... que tengo que ir, que sabe lo que significa para mi y que eso es lo que en realidad importa. Y yo sé que no miente, que le sale del alma... como también sé que las dos personas que adoro quieren que vaya pero que no vaya, que con nada les hago felices... ni yendo, ni quedándome... - Lo que está claro es que antes tenías una presión y ahora se te ha multiplicado por dos... Intuyo que se siente tan culpable como yo y que, dentro de lo que cabe, preferimos desear que ya estés de regreso y apartar de nuestra mente que estás fuera. Y eso no te puede entristecer... - Eso no me llena de tristeza... o quizás sí. Me duele que duden de mi sinceridad... - No, no dudamos de ti... sólo, quizás, sentimos pavor a descubrir un mínimo detalle que nos diga lo que tememos... que, para ti, lo más importante es ir y que todo lo demás queda relegado a un segundo plano... - ¡En absoluto!, ¡para mi no es primario ir!, ¡en lo más mínimo!. ¡Jamás en la vida podría dejaros en un plano secundario! - Te parecerá sorprendente, pero te pido que no lo hagas por mí... me conformaré con saber que lo haces por esa otra persona que, al igual que yo, se muere de ti y por ti... dile que es mucho más importante que nada en el mundo y que vas a olvidarte del viaje... que no vas a ir... - Ya lo he hecho... ¡os lo he dicho de mil maneras!, pero no me entendéis... - Pues igual es así y no te entendemos... igual no lo hemos hecho y por eso optamos por pensar: "que sea feliz es lo único importante". Sin embargo, detrás de esa frase, hay un sentimiento atroz de no estar en la cúspide de la pirámide... - ...quedándome, ¿sabréis que sois lo más importante que existe para mi? - No... y sí. - ¿Qué? - Si vas, sería absurdo pensar que el ir no es lo más importante para ti... - ¿Y si me quedo? - Más o menos igual... o aún peor... nada evitará que pensemos que renunciaste, muy a tu pesar, y que serás para siempre infeliz... - ¿Es que, haga lo que haga, jamás lograré trasmitiros que sois lo máximo para mi? - No lo sé... pero sí sé muy bien lo que es sentirse así, por eso prefería callarme, adueñarme de mi silencio para no entristecerte a ti. - ... siento que os estoy fallando cuando ese no es mi deseo. No, ¡no es mi deseo!. ¡Además de que NO os estoy fallando! - Lo sabemos, de alguna manera sabemos que es así; pero no es esa la cuestión, mi vida... - Las mismas... idénticas conversaciones con dos personas a las que quiero más allá de la razón. Similares comas, los mismos verbos y hasta la recurrente y amenazadora presencia del "que seas feliz". ¡Pues no!, ¡no puedo!, ¿te enteras?, ¡¡¡no puedo ser feliz así!!! Más de medianoche... Cenicienta ya ha perdido su zapato de gamuza azul y suena el callejero acordeón de un alma callejera que intenta, un día más, sobrevivir... - Imagino que tienes razón... - ¡No!, no imagines nada... ¡me fastidia que pienses que te mentí cuando no fue así!. ¡No!, ¡¡no fue así!! - ¡¡¡Coño!!!, ¡nunca he pensado eso!, ¿como quieres que te lo diga? 226 LA MEMORIA DE LOS TRIÁNGULOS - Bésame... - Nunca dejaré de besarte ... aunque pierda brillo en la mirada siempre te rezaré... siempre habrá un beso del alma para ti... - .... - Sé perfectamente que tengo que vivir sin ti... pero, también, que sin ti no puedo vivir... que me cuesta hacerlo, que apenas doy... y estas cosas me quitan el aliento, me asfixian anímicamente... son dilemas terribles.... - ¿Pero cual es el dilema?, ¿no sientes mi amor?, ¿no sientes mi necesidad de ti? - El dilema es que no quiero decirte nada, pero tú preguntas y si no respondo parecerá que escondo algo. Si te digo apenas un poquito, sé que te presiono y no contribuyo a que seas feliz... y si no te lo digo, pues que te preocupas y tampoco eres feliz... ese es el dilema... - Sólo dime que estarás a mi lado... siempre... - Sabes que lo intentaré, con toda mi alma... - Dime que vendrás conmigo, desde que suba al avión hasta mi regreso - No, eso no me lo pidas... ¡por favor!, quien se va eres tu, yo me quedo... - ... - No quiero decirte lo que no siento... - Vale... - Y no me contestes, por favor, con un lacónico "vale"... es cruel hacerlo así; aunque te decepcione, ese "vale" no es justo... - Pues quieras o no, ¡¡te llevaré conmigo!!. Y eso ¡no lo podrás evitar!, ¡¡estás dentro de mi y ahí te necesito!! - No quiero que te duela más, pero fíjate que nunca apuntas siquiera la posibilidad de no ir... y yo te entiendo... y quiero ir contigo... y quiero sentirme ahí, en ti... - Es que esa posibilidad ya la apunté muchas veces, ¡coño!, ¿alguien me dijo quédate?, ¿alguien hizo algo más que repetirme eso de "sé feliz"? - ¿En serio crees que alguna vez tuviste tanta fuerza sopesando el quedarte que la que has puesto en ir?. Y no es justo, mi vida... hay cosas que uno debe escuchar sin que se las digan... entender sin explicaciones, percibir... - ¡Y tal vez por eso os amo más!, ¡más y más!, pero... ¡como habéis hecho que me duela! - No nos culpes por quererte y, si cabe, mucho menos culpes a quien lleva un mes sin ti... que yo llevo apenas una semana y es dolorosamente insufrible, así que me imagino como estará... - Abrázame, por favor... - Lo estoy haciendo, con el trocito de alma que no me has roto aún... Las copas vacías, sobre la mesita una botella de champán sin nada en el estómago y dos aceitunas marchitas. La colilla que hace rebosar el cenicero acababa de pedir permiso para instalarse entre las demás colillas... quedó encima, con su nariz enterrada en la ceniza y exhalando un último hilillo de humo grisáceo... - ¿Me harás un favor si te lo pido?, no es para mi... es para alguien a quien aprecio... ¿me lo harás? - Claro que sí, dime... - Juégate la vida esta noche cuando regreses a casa, dile que no puedes ir porque 227 LA MEMORIA DE LOS TRIÁNGULOS necesitas estar a su lado... confiésale que has comprado el pasaje pero que, después de un mes echándole de menos, no puedes irte ni un sólo día más... le harás feliz... - .... - Y te diré mi egoísta razón... sé que si lo haces cualquier encuentro nuestro en el futuro será más fácil, al tiempo que también sé que te empujará a ir... ¿Lo harás? - Si... aunque ya se su respuesta... la sé... - Bien... no te importe... - Lo haré, pero también lo haré por ti - Cualquier respuesta que te dé buscará que tu insistas... que, a través de ella, le hagas sentir que está y es la cúspide de la pirámide... - Como lo eres y estás tu también... - Así que hazlo con decisión... se lo merece - Y tu también... si se lo digo, será por ti - Yo, mi vida... me siento a gusto con una frase tuya... aquella en la que me dijiste que me entregabas tus últimos "te amo"... - ¡Esa jamás la olvides! - Es suficiente, mi lugar no está en la cúspide de la pirámide cotidiana, al menos por el momento; mi lugar está en lo más alto de nuestro uni-verso paralelo... - Mis dos mundos... uno es tan importante como el otro... - Algún día, te contaré un secreto... pero ese día no te dejaré marchar... así que mejor no me insistas para que te lo cuente... - ¡Dímelo hoy!, ¡ahora!, ¡ya! - No... ese día no te irás de mi lado aunque te duela; una fuerza superior te empujará a quedarte y lo harás, sólo entonces descubrirás el agridulce sabor de la felicidad, la relativa memoria que tienen los triángulos y lo egoístas que terminamos siendo todos cuando buscamos esa felicidad que creemos merecernos... 228 Tenemos dos vidas... LA MEMORIA DE LOS TRIÁNGULOS I Recurrir a mirarse es un hábito que no les cansa. El río, que ofrece sus riberas para sus largas caminatas de pasos perdidos, es testigo; uno y otro han conseguido ver como las aguas les observan mientras pasan a su lado, camino de un mar en el que morir para renacer en gotas de lluvia de cualquier invierno. - A veces pienso que en tu círculo eres más feliz que conmigo... - ¿Y como se te pasa eso por la cabeza? - Miedo, pavor... tu voz, que cala muy dentro... el temor a que esa devoción que sé que despiertas acabe haciendo mella y te robe de mi lado... no sé, son muchas cosas que quizás no comprendas. - Deberías sentirte orgullosa y, sin embargo, te entristece... - ¡Estoy orgullosa!, ni lo dudes siquiera... pero quisiera que tú fueras mi secreto, no tener que compartirte y que nadie supiera que existías... ¡para mi sola!, ¡para mi por entero! - Si le cortas las alas, puede que el pájaro no vuele... pero se morirá de tristeza. Si lo enjaulas, puede que tengas sus trinos sólo para ti... pero, aunque no lo entiendas, las letras de sus canciones serán un reivindicar constante de la libertad que no tiene... - ¿Y si mi sueño imposible es el de un pájaro que no deseara volar fuera de su nido?. Siempre tengo la duda de la necesidad de buscar horizontes distintos de los que uno ya tiene; no consigo comprenderlo, para mi el cielo que quiero eres tú... no hay nada más allá de ti que yo desee... - Es antinatural, va en contra de toda lógica. Lo quieras o no, cada vuelo tiene un objetivo preciso: traer alimentos; no se trata de que la finalidad sea buscar una rama desde la que los trinos suenen mejor o un árbol que tenga más audiencia. - Envidia... quizás, aunque me cueste reconocerlo, no sean más que celos... Conozco muy bien tus "trinos", son ladrones de almas a los que es difícil resistirse porque desactivan cualquier alarma y, cuando te das cuenta, estás absolutamente a su merced... vulnerable, indefensa. Me pasa a mi, tiene que pasarle a otras, lo sé... lo presiento... - Creo que exageras... - No, para nada... tienes esa mezcla única que compagina, en perfecto equilibrio, sensibilidad y rudeza... delicadeza y fuerza... enigma y franqueza... - Me sorprendes... yo me veo tan normal, tan mediocre... tan "mass media"... - Ese es lo que dices en voz alta, pero sé que no es cierto que te veas así. De alguna forma ese el secreto de tu magnetismo: haces sentir importantes a los demás sin soltar jamás las riendas de todo lo que sucede... acabas convenciendo al esclavo de que ha sido él mismo quien se ha puesto las cadenas... creas dependencia psicológica sin el más mínimo esfuerzo... has perfeccionado tanto la técnica que la has vuelto tan natural que nadie, no sé si afortunadamente o por desgracia para él mismo, puede concebirte si no es a través de una idea global mágica y subyugante... no enamorarse de ti es un sacrilegio... - Lo mismo podría yo decir de ti... con la diferencia de que yo estaría en lo cierto y tu sólo te haces cábalas, que tus sensaciones carecen de fundamento... soy tan normal que quizás, en un mundo tan lleno de personajes cuidadosamente planificados, eso sea lo que puede causar cierta sorpresa... 231 LA MEMORIA DE LOS TRIÁNGULOS - ¿Ves?, ¡acabas de hacerlo!. Te instalas en tu normalidad para dar la sensación de que la importante, la que domina la escena de nuestra existencia, soy yo... Pero mientes, tu sabes que no es así; no tienes duda alguna de cómo dirigir la conversación, de cómo manipular mi lógica hasta llevarme suavemente hacia una sensación placentera y bella en la que me siento mujer perfecta, amada, ideal y única, princesa, reina,... - Es que eso es lo que eres... El río guiña un ojo cómplice, como asegurando que, siendo sincero y aún diciendo la verdad, Yeray no había cerrado el círculo de posibilidades. El sauce llorón que queda a mano izquierda, mucho más inteligente que el río, cae en cuenta de que, dentro de la posibilística, hay tantas princesas y reinas como castillos... que los caballeros andantes son fieles a sí mismos porque, aunque no lo confiesen, es la única fidelidad canina que admiten... que con las damas son leales y, a la vez, felinos... y que no olvidan que han nacido para que su vida esté llena de gigantes y dragones, aunque los unos y los otros no pasen de ser molinos. El eco devolvió las últimas palabras de Yeray... nítidamente se escucho un "es que eso es lo que eres" que sonaba a caricia tan sincera como envenenadamente ambigua... - Dime, ¿cuántas han tenido esa misma sensación? - La tuya, por definición, es exclusiva; sólo a ti te pertenece y entiendo que sólo tú la tienes... - La mía si... pero algo en mi interior me dice que no soy la única, que es una sensación compartida con otras mujeres. En realidad, siempre que te vas, me quedo con un nudo en la garganta... me asalta el pensamiento de que quizás una vez no vuelvas... - ¿No puedo pensar lo mismo yo? - No, tu no tienes razones para fundamentar ciertos pensamientos. No serían más que elucubraciones, caprichos momentáneos fuera de toda lógica y carentes de base que los sustente. - ¿Quién te ha dicho que yo no sienta envidia y celos? - Nadie pero lo sé... has nacido para "matar suavecito", lo hacías a los dieciocho con la misma fuerza que hoy pero con menos experiencia. Con el tiempo, tú mismo lo has confesado varias veces, aprendiste a leernos con detalle... depuraste tus técnicas de seducción al máximo, hasta el punto de que eres capaz de dar la sensación de que estás por encima de cualquier ansia masculina de conquistar... nos haces sentir cómodas, hasta que bajamos tanto las defensas que terminamos con las bragas en la mano y la sensación, en parte equivocada y en gran parte cierta, de que hemos encontrado esa persona única que nos hace el amor como siempre deseamos y nunca hemos conseguido. - Tengo la sensación de que lees al hombre de tus fantasías... Yo soy Yeray, no me reconozco en lo que tu dices... - Intuyo que te vas de todas con el mismo sigilo en que llegas... la única diferencia es que sientas un precedente tremendo, insufrible, que mediatiza el resto de la vida... Creo que nos quedamos con la sensación de haber rozado el ideal de hombre... aún con las bragas en la mano, mojadas y llenas de ti... felices y, al 232 LA MEMORIA DE LOS TRIÁNGULOS mismo tiempo, plenamente conscientes de que pasaremos el resto de nuestras vidas tratando de encontrarte en cada hombre que se nos acerque... que nos roce, que nos anime a dejarnos caer, desnudas e indefensas, en una cama y no abrir los ojos hasta que amanezca... - Eso es imposible, son fantasías tuyas... no creo que sea posible dejar una impronta de tal calibre en la existencia de otros... - A veces me planteo qué sería mi vida sin ti... sé que no tendría problema alguno en conseguir la compañía que quisiera, pero también sé que no habría un solo momento en el que no estuviese comparándola contigo... - Yo nunca me he planteado mi vida sin ti... eres y serás siempre uno de los ángulos más importantes de mi existencia... - ¿Ves?, me haces sentir casi culpable de echarte de menos y pensar que podría, algún día no tenerte. Ese es tu embrujo: con apenas una docena de palabras provocas que me sienta imprescindible en tu vida y, al mismo tiempo, como una pequeña traidora por atreverme a elucubrar sobre la mía sin ti... ¡Eres temible!, ¡un depredador!, esa capacidad de hacer que los demás nos embelesemos tanto contigo que no podamos dejar de sentirnos satisfechos con lo que recibimos e insatisfechos con lo que damos es, ¡lo creas o no!, un arma demoledora que nos estremece, ata y mediatiza... - Llámale arma o lo que quieras... pero, para mi sólo, es la fuerza del cariño... Casi por descuido, la mano de Yeray busca la de Ainara; la estrecha con fuerza y siguen el sendero de los pasos perdidos. Anochece, están juntos y eso es la realidad tangible... lo que permanece... II Nurivan camina apresuradamente las dos manzanas que le restan por llegar a casa; prefiere caminar para degustar paso a paso el encuentro. Sabe que Zoé la espera con una sorpresa; al menos eso fue lo que ella le dijo por teléfono. Definitivamente no sería encontrarla desnuda como la ultima vez, con sólo una flor de geranio entre su pelo, pues eso ya no sería sorpresa. Aminora el paso para recrearse en el recuerdo e, instantaneamente, viene a su memoria otro momento: el día Mr. & Mrs Help. - ¿Estás seguro, Nurivan, que puedes tomarte tres días seguidos? - ¡Por supuesto que puedo! ¿Qué a ti no se te apetece? - ¿Bromeas? ¡ahora mismo preparo las maletas! - No, déjame hacerlo a mi, concédeme el privilegio... Además, no ha pasado ni una semana de que regresaste de tu Congreso, y has de estar harta de hacer y deshacer maletas. El viaje no les llevó más que un par de horas. La elección de la música y esa charla casual a risas sueltas fue el marco perfecto para el deslizar del pie desnudo de Zoé por entre las piernas de Nuriván. "¡Eres una niña, deja ya que vamos a chocar!", le dijo, más por decir algo, que por una mera protesta... Zoé risueña se recuesta en su hombro derecho y le acaricia el pecho, el vientre, el sereno... 233 LA MEMORIA DE LOS TRIÁNGULOS Nuriván está ya sólo a una manzana de casa y aminora aún más los pasos, lleva los ojos abiertos, pero una capa invisible los cubre de ensoñación... La sabe tan acuática que el sólo pensarla le provoca sed. Sed de ser parte absoluta de sus vuelos, la columna vertebral de sus deseos, el eco inconfundible del llamado de su vientre... El recepcionista en turno los vio entrar, más no salir por tres días y dos noches... Nurivan y Zoé apenas repararon en él al registrarse, tomar la llave y dirigirse a su habitación. El paisaje a disfrutar lo llevaban dentro: - Ven, Zoé... regálame el canto de todas tus ninfas, mientras mis labios trazan la ruta de tus secretos húmedos... - Nurivan, vamos, ¡no perdamos tiempo en versos! - ¡Já! Y uno que trata de complacer a tu vena musa... - Jajajaja, amor, gracias, pero no tienes que tratar de complacerme recitando versos que de entrada estoy segura te resultan cursis... - Pues, la verdad, sí... ¡gracias por liberarme del intento! Con o sin versos, sabes que eres mi reina... - Con o sin versos, nos sabemos aquí y ahora, sin querer estar en otro lugar que no sean nuestros besos. Eso es lo importante, amor... - Aquí y ahora... ¿y mañana? Asegúrame el mañana y te prometo no atormentarte más con versos robados de tu librero... - Ven, que ya reboza el agua en la bañera... y yo te enseñaré lo que son versos al vapor y entre burbujas... Tres días de ocultarse del sol, para iluminarse sólo con su deseo. Atrás quedan tareas pendientes que nunca dejarán de ser pendientes aunque con otra cara y diferentes matices. La maleta que llevan es ligera, pero también cargan en ella momentos compartidos que no se equiparan con sus eventuales desencuentros. En las maletas, cuando estas se hacen con cuidado, sólo se llevan las buenas partes de la película, las mejores escenas, las más significativas, la mejor música... Esas que dejan el buen sabor en la boca por haber elegido lo mejor en la cartelera de la vida. Tres días después, rumbo a casa, ahora es Zoé la que conduce el auto. - ¿Te fijaste como se nos quedaron viendo los de la recepción, Zoé? - ¿Sólo los de recepción? ¿y que me dices de las camaristas? - ¿Cuáles camaristas? ¡Ah! Sí, ¿la de la falda cortita? - Jajajá, Nurivan, sabes a lo que me refiero... - Bueno, es lógico, si lo que escuchaban por debajo de la puerta era un susurrante... help... help.. help... apenas audible, como queriendo ser rescatada y rogando a la vez no lo hicieran... De otros ruidos me imagino estarán acostumbrados... - ¡Jajajá, amor¡ ¿help?, pues serían los tuyos, pues para nada que me tenías rendida... - ¡ah, no?... si cuando... - ¡Ok!, ¡ok!, está bien! ¡Tú ganas!. Pero desmiénteme si yo no te arranqué unos cuantos "helps" también!: "Ya no, amor, ya no... bueno, si.... No...no... para, para, espera...sigue... sigue... así, así... help... help... que alguien venga a detener a esta insaciable, pero cuidadito que en verdad llegue ese alguien que lo mato!" . - Jajajá, anda tú, ¿no sería al revés? - Bueno, bueno, digamos que quedamos tablas... - No, tú ganas... mi linda Mrs. Help. Y a la vez, y por lógica, también gano yo... 234 LA MEMORIA DE LOS TRIÁNGULOS - Así es, mi querido Mr. Help.... ganamos los dos.... - ¿Sabes? Te adoro... - Yo también... - ¿Sabes, Zoé? no hay espacios para nostalgias cuando está saciada el alma de instantes como este. El fraccionamiento de magias se da al entrar por la puerta de las cotidianeidades, pero sin ellas, difícilmente se podrían apreciar en su justa medida estas cimas del sentimiento. - Y no me refiero a lo cotidiano que como un buen bocado, nunca aburre: el desayunar juntos, enjabonar la espalda del otro, la plática nocturna al aire libre en la terraza, etc. Me refiero a las que se hacen automáticamente, como robots, por necesidad o mera obligación, por cubrir roles, llenar expectativas, avanzar, avanzar, avanzar, rápido, muévete, encaja, el mundo gira, el tiempo pasa, produce, genera, circula, las cuentas por pagar, el estire, el afloje, que pan con lo mismo... - Y aún así, a veces se necesita esa plataforma de lo cotidiano, para aterrizar de un viaje a las estrellas... El resto del camino lo hacen en silencio, escuchando música y de la mano... Y la línea divisoria entre un pensamiento y otro, sólo a ellos les pertenece. Sin apenas darse cuenta, Nurivan estaba abriendo la puerta de la entrada de su casa... y sí, tuvo una sorpresa... Esta vez no era un geranio sino una rosa la que adornaba su cabellera... III La música, conversar en un café, ver como humean las tazas y descubrir mundos en miniatura que nacen y mueren alrededor de una mesa de madera o de mármol... Tiempo que pasa despacio, como arena y como si nada. Escribir... hablar... - ¿Sabes?, he estado reflexionando... Olor de tortilla recién quemada, el cuadro de la pared, el vidrio de la ventana; llueve sobre la acera, tanto que ha borrado las pisadas de los que pasan. - ¿Cuál es nuestro objetivo común?, ¿qué buscamos conseguir del mañana? - No lo sé... - Sí, ¡sí lo sabes! - Dímelo tú - Cuando te conocí, la meta era tenerte entre mis brazos... detener el tiempo a dúo... caminar de la mano y besarnos bajo cualquier farola o cerca de cualquier árbol... pasear, reír, hacer el amor hasta que la vista se nublara... amarte y sentir el amor de tu piel y de tus labios... Deshojar margaritas entre un ruido de sillas que aún conservan el calor de quien pudo, por un momento, poseerlas. Sigue el monólogo hasta lograr que el diálogo imponga su presencia. - ... un uni-verso de dos que no fuera una anécdota, ni una hoja más en el calendario; que, entrañando riesgo, no fuera una aventura... - ¿Y ahora? 235 LA MEMORIA DE LOS TRIÁNGULOS - Ahora, todo eso ya lo hemos logrado... - ¿A dónde quieres llegar? - ... el sueño ya se ha hecho realidad, pero aún no es real. - ¿No es real?, ¿de verdad lo sientes así? - Verás... falta esa cotidianeidad que traen de la mano los amaneceres conjuntos, sucediéndose unos a otros sin interrupción y a lo largo de todo lo que nos resta de vida... y hay veces en las que, incluso, llego a perder la esperanza... - Abrázame... - ... y me pregunto por nuestro futuro, ¿dónde están los proyectos que lo garantizan? - ... - ¡No!, no pienses... No hay proyectos, ¡no los hay!. Lo único que podemos lograr, a duras penas, es mantener lo que ya tenemos, vivir en el límite del latido y tratar de que "todo" siga igual porque es la única garantía que tenemos de que ese "todo" va bien... - Tenemos dos vidas... es un privilegio que entraña un riesgo, que ya sabíamos... - Pero... ¿y si no basta?, ¿por qué tenemos que renunciar a vivir una vida exclusivamente nuestra?, ¿por qué tengo yo que compartirte con nadie?, ¿por qué tienes tú que compartirme? - También son nuestros amores y prescindir de ellos sería morir... Si alguien nos oyera no daría crédito a lo que dices... pensaría que mientes y, sin embargo, yo te creo a pies juntillas... me pasa igual, exactamente igual... me pasa lo mismo... - Sí, es increíble... pero yo me he oído y te he oído hablar de esos dos amores, que nunca dejan de acompañarnos mientras vivimos el nuestro. Y te confieso que he llegado a querer a quien tu quieres... - ... están con nosotros, son parte esencial de nuestras vidas... sabemos que no han llegado a ellas de casualidad o por un mero accidente, por eso no hay celos aunque, lo quieras o no, mediatizan extraordinariamente todo el resto de esa vida que nos queda... - ¿Has pensado alguna vez en huir lejos...? - No podría. Sé que en el equipaje me llevaría una tristeza enorme, imposible de mitigar, profunda y sincera; una culpa de la que acabaría culpándome y culpándote... un virus destructor, que terminaría siempre en ruptura contigo y en un regreso con muchas más culpas a cuestas... - Algún día la vida nos pedirá cuentas, lo intuyo; llegará el momento de optar, en la bifurcación, por la ruta de la izquierda o por la de la derecha. ¿Qué pasará entonces? - Mientras llega ese momento, disfrutémonos... ¿te parece? - Quizás tengas razón, pero no me pidas que renuncie a no compartirte porque, de alguna manera, sería como si matases mis sueños... - No te lo pediré. - ¿Y tu?, ¿podrás compartirme y renunciar a una parte a la que tienes derecho? - Lo intentaré. - Es bueno que me lo digas... es bueno saberlo... Se apagan las luces porque es invierno y el café cierra a las nueve. Pasos que se pierden a lo lejos, sin dejar de contar farolas... deteniéndose para escuchar si los besos saben mejor cuando los labios guardan silencio o, también, si la tibia calidez sobrevive cuando, tras palabras de esperanza, hay la sutil tristeza de no poder esperar ya nada que no se tenga. 236 Fuego nuevo LA MEMORIA DE LOS TRIÁNGULOS I Hace tanto calor que se derriten las alas de las golondrinas; pero ellas, tercas, no dejan de volar ni de perseguir insectos. - Creo que Atzin tiene novio... - Pues habrá que tomar medidas urgentes, yo desde luego no me pierdo el cazarla besándose con él... ¡creo que voy a disfrutar ese momento! - ¡Por Dios!, ¡como eres! - ¿Cómo soy...? - Es muy joven... tu te lo tomas a broma pero no está en edad aún... - Ya... ¡que a sus años tú estabas de monja! - No es igual... ella es muy niña... - No, si es curioso... con sus años tú te creías mayor, recuerdo cuando tu madre te señalaba una hora... o lo ansiosa que estaba aquella "niña" por descubrir "mundos de mujer". ¿Ya lo has olvidado? - La culpa era tuya, me tentabas... - ¿Yo?, ¡anda ya!, ¿se te ha olvidado a qué sabían los besos furtivos en las escaleras de tu casa?, ¿ya no recuerdas cuando hicimos el amor por primera vez? - Pues claro que lo recuerdo... ¡idiota! - ¿Entonces?, ¿te preocupa que besen a tu hija en las escaleras?, ¿te da miedo que le hagan el amor?. Pues ya sabes lo que tienes que hacer: ¡que suban a casa! - ¡Estás loco!, ¿cómo se te ocurre eso? - Pues muy fácil... estarán más cómodos y, sea en casa o en otro lugar, tu hija acabará abrazada, besada, acariciada, desnuda, con las bragas en las rodillas y haciendo el amor. Yo prefiero que todo ello ocurra en casa, es una cuestión de ser inteligentes... - ¿Inteligentes?, ¿pero como puedes decir eso?, ¿estás de broma, verdad? - Nooooo... lo digo muy en serio. Mira, yo imagino la escena y me parece que mi actitud es la más inteligente. Piensa... el "maromo" insinuándole que necesita tener sexo con ella... ella que le apetece y le dice: "vale, pues vamos a mi casa, en mi habitación estaremos cómodos"... la cara del "maromo" que cambia de color y la erección que desaparece entre balbuceos de: "me da corte... ¿y si tus padres nos pillan?"... ella que le replica: "no te preocupes, lo hemos hablado y ellos piensan que es lo mejor; sobre todo por si en el último momento decido que no me apetece y a ti se te pasa por la cabeza que un tren en marcha no puede detenerse"... el chaval que muda de color, que se le pasan mil cosas por la cabeza, que siente como a sus hormonas le ha entrado un susto de muerte... - ¡Es que tiene razón el pobre!, ¿y que pensará de mi hija? - ¡Ah!, ¿qué pensará?, bueno... eso es su problema... mi misión es conseguir que Atzin se acompañe de una persona que la merezca; si te soy sincero, que mi hija domine la situación me parece perfecto... - ¡No vas a convencerme! - Pues es una lástima... yo no soy mujer pero imagino que, pese a ser momentos increíbles, hay varios componentes que menguan la capacidad de disfrute, que reducen el placer y que pueden marcarte una vida, tanto en lo positivo como en lo negativo. 239 LA MEMORIA DE LOS TRIÁNGULOS - Tienes razón en eso... las mujeres sentimos expectación pero también cierto miedo a lo desconocido, para nosotras es algo más que sexo... es sentirnos expuestas e indefensas, más solas que nunca y ante lo que quizás sea el primer reto de nuestra edad adulta... aunque no lo confesemos, nos sentimos niñas hasta que tenemos sexo por primera vez; a partir de ahí ya nos sabemos mujeres... ¡y claro que marca esa primera relación!, lo hace a fuego, no se olvida... muchas veces pienso lo difícil que debe serle a las niñas que se han convertido en mujeres de manera forzada o con una cierta violencia... - ¿Ves?, si pudiera escoger, para mi hija quiero un entorno que le dé seguridad, que le sea familiar, que sepa que está protegida y a la vez es libre para hacer lo que desee... quiero que una sonrisa radiante sea el gesto que inaugure su etapa de "mujer"... quiero lo mejor porque creo que se lo merece... - Crecen... ellos solitos y sin pedir permiso a nadie, sin consultarnos siquiera. - ¡Claro!, no iban a ser niños para siempre. - Todo pasa tan rápido. ¿Sabes?, yo seré una madre de esas que los visitará mucho. - Pues yo no. En absoluto estoy dispuesto a fomentar dependencias de uno u otro sentido; tengo muy claro que, cuando se independicen todos, me quedará poco más de una década de vida... a lo sumo, veinte años... y quiero que sean míos, nuestros... - ¿Cómo puedes decir eso? - Mira, piensa... ahora mismo es posible que seamos el centro de sus vidas, pero ellos no son de nuestra propiedad; en el momento en que encuentren su pareja, tu y yo dejaremos de ser el eje. Es natural, ni me asusta ni me acompleja. Yo no quiero encarnar la eterna figura paternalista y protectora, siempre con un consejo sabio a mano, ni estoy dispuesto a que me utilicen de niñera y quedarme con sus vástagos para que ellos se vayan de fiesta. Procuraré retirarme de sus vidas como padre y convertirme en ese amigo con el que quedas para pasarlo bien, con el que te citas para ir de cena o de fin de semana. - ¡Pero son tus hijos! - Sí... por eso he intentado, en la parte de mi vida que les he dedicado, prepararlos para que disfruten de la vida y sean felices... educarlos para que sean libres y capaces de afrontar los retos que la vida les reserva. Sabes perfectamente que, para mi, los lazos de sangre han de llevarse con alegría y sentirse como un privilegio; por eso, yo recuperaré mi vida para mi y para ti... - Mi vida y ellos son una misma cosa... no podría alejarme, me moriría de pena... - Aunque te cueste admitirlo, tu y yo sólo nos tenemos el uno al otro... ellos tendrán sus parejas y me parece que es quererles muy poco si, por egoísmo disfrazado de amor paternal, acabamos obligándoles a que carguen con nuestra vejez invocando algo así como el que "nos lo deben". No, yo ni loco acepto ese rol... - ¿No son lo más importante de tu vida? - No... sin ellos, estoy absolutamente seguro, podría vivir... sin ti, no creo... 240 LA MEMORIA DE LOS TRIÁNGULOS II Las bebidas están frías. La jornada fue ardua para ambos y después de la cena nos dirigimos a uno de nuestros lugares preferidos: una pequeña terraza que no da al mar, pero que da a todo un océano de estrellas. Prendemos el candil de la mesita de centro y me ofrece un cigarro. - Este fin de semana podaré los árboles. - ¡Pero si así están lindos! - Si, pero al rato será "dos árboles con casa..." - Nuriván, ¿sabes? Cada vez que te subes a podar esos árboles me da pánico, ¿que tal si te caes? ¡Ya están muy altos! ¡Prefiero dos árboles con casa, que casa con dos árboles y sin marido! - Pero, ¿de qué te preocupas? Ya encontrarías a alguien... - ¡Ah, eso sí que no! No olvides nuestro pacto... ¡Eres tú el que echará mis cenizas al mar! - ¡No!, ese es "tu" pacto. Las probabilidades se inclinan a que seas tú la que lance las mías. La diferencia de años dicta la lógica... El mar... agua que une o separa, según desde el ángulo del círculo que se le mire... Mar embravecido o en calma, espejo de profundas lunas acuáticas. Reímos como niños, mientras corro alrededor de la mesa de jardín sin que se deje alcanzar, para darle un beso. "¿Qué crees que soy un chico fácil?", me dice mientras en mi camino va dejando obstáculos para no alcanzarlo; un cojín, una de las sillas, o corre en sentido contrario. Admiro su constante vitalidad para hacer lúdicos nuestros momentos, para espantar al aburrimiento de una patada... Es un juego, sin embargo siento por un instante la imposibilidad de tocarlo, y siento ansias... - -¡Nuriván, detente!.. Un mar de distancia podría estar a unos metros, a unos centímetros, aún estando piel a piel si alguno de los dos... "Bueno, me rindo..." me dice, y su abrazo abre las aguas de su mar para llegar al él... Acompañamos a la luna en su disimulada soledad, mientras nos dejamos caer en la manta acolchonada desde donde nos gusta contemplar la bóveda celeste. Nos quedamos un rato callados ante la noche murmurante. Es la noche perfecta para que nuestras soledades se den la mano, para ponernos al ritmo con la respiración del otro, mezclar nuestros aromas. - Nadie es imprescindible, Zoé, si yo faltara... - No empieces, Nuriván, y ese dicho siempre me ha parecido tan egoísta, por muy real que sea... ¡como si las personas fueran algo así como focos! ¡Tan fácilmente sustituíbles una vez fundidos! Qué manera tan elegante de cosificar a las personas... "Nadie es imprescindible"... - Jajajaja, Zoé, no te lo tomes tan a pecho. Pero en realidad así es, o me vas a decir que si yo faltara nadie tomaría mi lugar? - Nadie podría tomar tu lugar, nadie... Otro lugar quizás sí, pero el tuyo, nadie. Los amores, como los hijos, no se sustituyen. Cada uno es especial... - A ver, a ver... ¿pues cuántos amores tienes? Mira que si no muero de la caída de un árbol, de seguro tú si me matas de un infarto! - Jajajaja, Nuriván, ¡pero si estamos hablando en general! 241 LA MEMORIA DE LOS TRIÁNGULOS - Pues en general, déjeme decirle, señora mía, que esta noche está usted más hermosa que nunca... - Pensé que venías cansado... Una blusa que empieza a deslizarse por mis hombros, y un escalofrío provocado por la brisa nocturna -o la repentina expectación- es ahora mi manto. Piel al descubierto que algún día ha de ser cenizas, ni de él, ni de nadie, ni de mí misma... sólo cenizas... ¿Qué habrá en el más allá? ¿Quién me habrá de esperar? ¿A quién habré de esperar? Recuerdo al personaje femenino de Kundera en su novela "La inmortalidad", donde ella se da cuenta que no es amor lo que siente por su marido al tener, por un segundo, la certeza de que no desea pasar la eternidad con él, por mucho cariño que le tenga -que da por terminado su "contrato" con él en esta vida, y se siente liberada-. Pero no, este no es mi caso, yo sí lo quiero para la eternidad, pero... Una punzada en mi corazón me hace abrazarlo con fuerza y quisiera que no existiera otro instante que no fuera este. Pero sé que también hay otra realidad, otros momentos... Mis sueños no tienen amarras y llegan, -a veces sueltos y alegres, otras agonizando por la distancia... a tocar las mismitas estrellas que ahora miro... Pero regreso a la tierra con el primer contacto de su mirada. - No seré yo, amor, el que lance tus cenizas al mar... No alcanzaría a hacerlo, me declaro de antemano muerto una vez tus ojos me dejaran de existir. Nuriván -pienso-, ¿en qué resquicio de nuestra historia perdimos el camino hacia el amor idílico? ¿Y por qué...? ¿Por qué? ¿O no existe el amor idílico? ¿Hemos sido engañados? ¿Existen otras formas de amar?. Sus labios y sus besos sobre los míos callan mis preguntas no formuladas; oportunamente, es de noche y así no ve caer mis lágrimas. Me siento tan feliz, y a la vez tan desdichada... III Hoy, les une delgado hilo de teléfono - Escribamos algo común, de ti para mi... - Si, de mi para ti... Una pausa precisa detiene el tiempo, de un lado esperan palabras... del otro desean besos... - ¿Empiezo yo? - Empieza... - Eres mi leyenda del cielo de trece nubes y trece paraísos, la que habita en el cerro de la colina aguardando a que la luz de Aldebarán la ilumine... - Soy, apenas, un atisbo... una mínima rendija... una mirada que no sabe como decirte lo que siente... 242 LA MEMORIA DE LOS TRIÁNGULOS - Cuatro puntos cardinales, cuatro colores y cuatro paredes nos simbolizan; agua y fuego, tierra y aire, pebetero en llamas y vasija de agua esencial... todo ello en uno, sin dejar de ser lo que somos ni dejar de sentir lo que nos rodea... Imaginan, reviven, paredes bronceadas, casi morenas, en ocres rozando el marrón y vigas de madera; asomada al tiempo, buscándolo a tientas, tiritando una frágil pereza de desvelos... casi una burbuja de jabón con aromas de jazmín y las texturas rugosas del mejor de los anhelos... Recrean un balcón que trata de seducir al vacío sin dejar de asomarse a la gente... lino que oculta interiores y el suave frío de un piso de cerámica imitando piedra... Quizás no sea así... tal vez sólo sean imágenes oníricas jugueteando en el umbral del latido, como corceles desbocados que galopan sin cesar las sinfonías del vértigo... Quizás ni exista ni en el cerca ni en el lejos; pero está ahí, aguardando cómo un cofrecito ansioso de noches que, en la noche, nacen y en el día se recuerdan. Quizás ni ha existido o, tal vez, negarlo sea la mejor manera de sobrevivir para morir cada día... y, aún así, ¿hay algo más bello que morir la realidad de un sueño?. Norte negro, jaguar y águila, horizontes que señala la pasión bajo la mirada atenta de nuestro mágico Venus... - Mándame palabras... muchas palabras... necesito palabras porque no puedo estar a tu lado, ni tocarte... - ¡No!, no puedo mandarte palabras... para ti sólo me sirven las emociones, el saberte existiendo, la lluvia quizás también; pero, sobre todo, uno de esos besos que me olvidé de darte porque, dándote besos, se me esfumó el tiempo. - Mándame palabras de colores... palabras-esperanza y palabras-deseo... ¡dímelas!, ¡necesito tenerlas! - ¡No!... palabras no, que son peligrosas y podrían desvelarte miradas buscándote sin la más mínima esperanza de que, esas mismas miradas, hoy te encuentren para acariciarte como desean... ¡palabras no!... palabras no, que podrían contarte vacíos irremediablemente llenos de "no está" o "¿donde le encuentro?". Palabras no... que a mi no me gustan las palabras cuando no estás cerca... me falta tu piel para escribirlas y tus labios para dibujar, con los míos, los a-mares infinitos que llenan mi vida mientras te rezo... - Por favor... - No, mi vida... cerca... cerca... ¡¡cerca!!. Cerca de mi, así te quiero... sin más palabras que las que nos decimos en silencio... Dibujan un sur azul, de aguas tibias y ternuras sin edad ni tiempo... geranio yo y tú enredadera... gitana que te lee la mano y pide ver mis ojos mientras deja en tu mano una ramita de romero... 243 LA MEMORIA DE LOS TRIÁNGULOS - No lo olvides, me has besado en el vórtice mismo de la tormenta... hemos buscado el tiempo, enredándonos y sin tregua, asfixiándonos, detallándonos en cada caricia que, ingenua, precedía a cada esmerado beso... - Si... fascinándonos, sin recordar que el mañana nos espera, acechando, bandido, reloj de soga y horca de arena... y no hubo nada más allá de aquello que nos estaba sucediendo porque, también, la cordura se inflamó y se quemaba entre chispitas de azúcar salado que subían y bajaban, que iban y venían, como destellos de luz que, en las noches de luna llena, sobre el mar revolotean... - ¿De que están hechas las nubes de tu cielo? - De mis miradas buscándote... deseando que vengas y te quedes... - ¿Y esa luna tuya?, ¿cómo brilla cuando rompe la noche en que no te tengo? - De calor y ansia... de deseo y desvelos... con el aroma a almizcle que siempre tienen mis tristezas... - ¿Y yo...? - De terciopelo, mi amor... de terciopelo... Garabatean un oriente rojo, del color apasionado que renace cada vez que se inflama el deseo... lugares secretos pintados de espuma... deletrear la vida, sintiendo que se pierde un suspiro cada vez que pasamos a la siguiente letra... bailar contigo, mordisquearte el lóbulo y sentir que no hay nada más que nuestro uni-verso... Sentir que hubo un tiempo en que dejaron de acariciarse por un momento... en total desnudez y de rodillas, frente a frente, rezándose en una plegaria o cantándose saetas, capturando sus imágenes, suave y recíprocamente; nadie se lo ha dicho, pero saben que ese silencio a gritos es una fracción infinitesimal más del sueño que han decidido a rozar con los dedos... - Prisión de seda... - Veinticuatro meses de veinte días... día trece del año cuatro bajo una luz de lunas de Luna llena... - Guerras floridas, nunca sabré si quiero capturarte o prefiero sentir en mi piel los eslabones de abrazos con que me encadenas... - En el umbral de la despedida caí en la cuenta de lo difícil que es buscar el Tiempo... - En el taxi, desee tanto que me detuvieras... - ...y me sentí parte del último día de cada siglo, justo en el instante en que el sol se oculta y uno piensa que no habrá más albas en las que despertarte con un beso... que, como ese sol, desaparecerás y que la noche sin ti será eterna... - Apenas doscientas noventa y tres noches para el Fuego Nuevo... - ¿Me esperarás? - Tiritando... muriendo de frío... en el Cerro de la Estrella... 244 En la cúspide está la clave LA MEMORIA DE LOS TRIÁNGULOS I - Leía hace un rato el proceso de lo que la historia denomina "solución final"... - ¿La que aplicaron a los judíos? - Si - ¿Y qué te hace estar tan pensativo? - Bueno, el caso es que uno de los participantes en la conferencia reflexiona en voz alta y, entre tanta locura y dogmatismo, cuenta una historia que tiene mucha tela que cortar. - ¿Cuál...? - Se refiere a una persona que mantiene estrechos vínculos con otras dos. Esa persona siente una profunda amistad por una de las ellas y, posiblemente por razones de guión, un odio extremo por la otra. Se muere aquella a quien consideraba su alma gemela y está triste pero no derrama una lágrima; con el paso de los años, muere la que odiaba a muerte y se derrumba entre lágrimas cuando asiste a su funeral. - ¡Increíble! - ¿Qué llore en el funeral de la que odiaba te parece increíble?. Pues no, si te paras a pensar es muy lógico... en el fondo, sabe que ha perdido la razón de su vida; no importa que esa razón fuera el odio, la pérdida es irreparable y es normal que se derrumbe y se eche a llorar. - Curiosa manera de aplicar el "sin ti no puedo vivir"... - No te creas... a veces esa frase esconde una realidad asfixiante, la de: "ni contigo, ni sin ti". - No entiendo. - Si, Ainara... lo correcto sería quizás unir a ambas... dejarlas en: "sin ti no puedo vivir; ni contigo, ni sin ti". - ¡Ufff!, ¡vaya lío! - Olvídate del ejemplo que da orígen a esta conversación . Abstráete e imagina a tres personas en un espacio plano... te pones a cierta distancia, trazas una línea imaginaria que las una y tienes un triángulo... un triángulo inscrito en un círculo, vicioso o virtuoso es lo de menos, que las hace ser una realidad separada de todo lo demás... - Si... - Te aproximas... escoges a una de ellas y te inventas un mundo de relaciones con las otras dos. Con la mera elección de aquel en quien concentras tu microscopio, acabas de decidir una gran parte de la trama. - ¡Claro!, pero puedes ir saltando de una en una hasta tener el puzzle completo, ¿no es así?. - Por supuesto... ¿quieres jugar? - Si... - Alguien de ese triángulo inscrito en el dichoso círculo de relaciones puede no ir más allá de la primera parte de la frase... esa en la que tú te has quedado: "sin ti no puedo vivir". - Pero no es nada trágico ya que revela con toda exactitud un sentir personal, profundamente arraigado y sin margen de duda. - No te lo niego, pero has pasado por alto un detalle: hablamos de un triángulo y 247 LA MEMORIA DE LOS TRIÁNGULOS ello implica que hay tres. Si lo analizas en profundidad... quizás la clave de quedarse atrapado en una parte de la frase sea, precisamente, el no reconocer que a veces, cuando se dice eso, se piensa en dos... es decir: se desconoce, se obvia o no quiere admitirse abiertamente, que para que haya un triángulo tiene que haber tres... - Es cierto... es terrible... es, cuanto menos, preocupante... - Y ahora, cambia de ángulo; fíjate en otro... imagínate la escena de la que surge la imperiosa necesidad de completar la frase... - Espera... deja que me centre... si fuera yo, pensaría que "ni contigo" porque tu mera existencia condiciona que haga realidad mis sueños... porque si estoy aquí, contigo, no puedo estar allí, con él... - "Ni sin ti", Ainara, porque sin ti no puedo vivir... - ¡Coño!, ¡que tremendo! - Hay veces en las que la vida es así. - ¿Y que pasa con el tercer ángulo?, ¿ese no opina ni siente? - Veamos, se supone que el tercero en discordia sabe de los otros dos y tiene una relación con alguno de ellos. ¿Es así?, ¿no?. - No sería muy lógico que fuera de otra manera ya que, de serlo, el aspecto del triángulo inscrito en el círculo no tendría sentido. - Pues imaginemos opciones... aunque, bien pensado, ¿por qué no dejamos abierta la incógnita? - ¡Noooo!, ¡quedarme así me pondría histérica! - Entonces elige tú la opción - La más romántica sería que se quedara sólo con la primera parte de la frase... - La más real podría ser que también pronunciase la frase entera... - ¡Pero entonces habría otro triángulo!, ¡uno que existiría en paralelo!. - La vida es a veces tan compleja... - ¡Que agobio!, ¡es terrible sólo pensarlo! - Y no habría sólo un triángulo más; en realidad ya estaría construida la pirámide... el tercer lado lo formaría el círculo de relaciones entre aquel que se coloque en la cúspide y los dos que están fuera de juego... - Me he perdido... me confundes... - No tiene importancia, Ainara, sólo reflexionaba en voz alta en busca de la clave. Es lógico que para ti sea todo tan abstracto... y para mi tan concreto... - ¿Has encontrado la clave? - La cúspide es la clave; quien se coloque en ella dominará el juego... conseguirá que la pirámide se convierta en triángulo y ganará. Y una vez que el círculo virtuoso esté completo, con su triángulo inscrito sobre la mesa, ya sólo será una cuestión de memoria... y la memoria es la expresión más egoísta que conozco del ser humano... o eso espero... - ¿Salimos a cenar? - Pago yo las copas, si me invitas a la cena... - ¡Hecho! - Mira que si ponen esa de "ni contigo ni sin ti, tienen mis males remedio..." - Jajajajaja... ¡serás idiota!, ¿cómo me dices eso? La pregunta queda colgada en el aire, aunque tenga respuesta. 248 LA MEMORIA DE LOS TRIÁNGULOS II - ¿Qué haces, Zoé? - Nada... - ¿Nada?, ¿estás en la azotea sin hacer nada? - Me encantan las azoteas, Nurivan; no hay mejor lugar para disfrutar de la soledad, es poco probable ser interrumpida y es un lugar de rápido acceso... por algo es el lugar preferido de las palomas... desde ellas, ¡se ve tan cerca el mar! - ¿El mar?, ¿qué tiene el mar que tanto te fascina? - Me tiene a mi... siempre me he sentido sirena que vaga, prsionera, de mar a-mar.. Nuriván anda de un humor raro, de esos que no son ni para bien ni para mal, sino todo lo contrario. Sé que no le gusta que esté en la azotea cuando él está en casa, cree que no le presto la atención que debiera y no se da cuenta que eso no es verdad. - Voy ahora, Nurivan... tan sólo dame cinco minutos para escribir en cortito algo que acaba de volar hacia mi... Corro al teclado, tecleo con la mirada vista en el monitor... quiero escribir un mensaje y buscar una botella que lo haga llegar... "Las azoteas, Nurivan... Describir la quietud de su existencia concretada es lo de menos. Lo importante es que no hay paredes. Nada impide el vuelo de la mirada. ¿Sabes?, hoy amaneció especialmente azul, con ese aroma a de crepúsculos adormecidos, parsimoniosos, y así se quedó todo el día. No, no es casualidad que esté nublado, tenía que completarse este cuadro de nostalgia. Y aún así sonrío, aspirándote a trocitos de vida, estirándome poco a poco, sintiendo cada una de mis extremidades extenderse, como ramas matutinas, en busca de gotas de sol, de ti... Creo que te lo he dicho, me gusta ser abrazada por la inmensidad de este silencio a medias, cómplice de ti y de mi. Es más probable que aquí regrese a mi sueño de anoche, aún cuando no recuerdo nada de lo que soñé y sólo tengo esta sensación de haber soñado la plenitud. Me gustan las palomas, inquietas y solidarias criaturas de la paz. Me gustan solas y en bandadas, blancas y negras. Quietas en la contemplación de la vida. Me gusta cuando se emparejan y se desemparejan, sin registro de propiedad que reclamar. Pero siempre presentes, plenas, incondicionales. Ufanas en saberse símbolo y esencia, sin que cambie al mundo el que estén o no estén. Aquí, hasta por ratos puedo dejar de pensar en ti, Nuriván... en tus cambios de humor tan repentinos, aunque no tan frecuentes como los míos; aunque nunca logro saber si son mis ensimismamientos lo que de pronto le ponen así. Sí, aquí puedo ser símbolo y esencia de mí misma, corona de mi propio reino, gallina de mi propio corral. No... no me gusta el símbolo de las gallinas, por muchos huevos que pongan, generosas, mansas y predecibles. No vuelan, aunque tampoco se caen... Me gusta esta altura solidaria que me permite por momentos sentirme en la misma cima del Everest, sobre muchas otras azoteas con sus 249 LA MEMORIA DE LOS TRIÁNGULOS propias palomas y fantasmas, por donde el viento se pasea como si estuviera en su casa. Hasta por instantes me siento valiente, sin ese miedo que producen los abismos de la duda. Y la duda y la plenitud nunca han hecho buena pareja de baile. Recuerdo la letra de una canción de Marc Anthony y Ana Gabriel, que me estremece y me recuerda el horizonte que está al final de mi mar: "quiero vivir la vida amándote, sólo tu amor me ha hecho renacer... no quiero estar ni un minuto sin ti". Y me siento renacer con cada latido, en cada pestañearle a la vida, en cada suspiro... No, no importa que el viento desdeñoso me barra rostro y pelo, recordándome que no tengo alas y que, sin ellas, es difícil volar. Paradójicamente, es ahí cuando me acerco al vértigo y la altura empieza a marearme hasta los huesos. Me ha empezado a calar el frío... sólo falta que llueva o que Nuriván me cuestione sin preguntarme y consiga, muy a mi pesar, que su silencio se instale cómodamente entre nosotros hasta el cansancio y, entonces sí, se me congele el alma. No sé por qué regreso a las azoteas, si no soy paloma. Pero estoy segura que las palomas no llegan hasta donde yo llego: al mismo límite de mis fronteras, a la misma tierra firme que existe más allá del horizonte de mi mar..." - ¿Cenas conmigo o sigues escribiendo?, he preparado una deliciosa sopa de letras para ti... - Ya he terminado, amor... solo déjame asomarme de nuevo a la azotea para dejar las alas y despedirme de mi mar... III Lagrimillas de cristal, confundidas con las gotas de sudor que perlaban los dos cuerpos. Mezclando palabras en voz alta y miradas, caricias y la arritmia precisa para que el blanco y negro se convierta en la mayor gama de colores jamás imaginada. - Escúchame... no daré más vueltas... ¿para qué? - Te escucho. Hueles a pimienta... a aceituna en sazón... a deseo en rojo y negro... - Sentarme a tu lado es... bueno... no sé qué es, pero podría utilizar mil palabras y aún quedarme con sed. Así que... ¡mírame!, calcula el área que necesitamos para bañarnos en intersecciones onduladas... y no te olvides, ¡por favor!, de que hoy robé una pluma para escribir sobre tu piel de ayer el mejor de todos los poemas... - Sentirte aquí es... bueno... tampoco sé que es, pero me hace revivir... - ¡Ven!, acúnate... he comprado dos mandarinas y tres tocinitos de cielo, una lata de coca-cola vacía y un vaso que llenaré de besos... 250 LA MEMORIA DE LOS TRIÁNGULOS - ¿Y mis alas de ángel?, ¿podré volar sin ellas...? - Esas puedes dejarlas sobre el sofá; hay espacio de sobra y seguro que estarán cómodas... diles que hay pavo frío en la nevera y una tableta, medio dormida, de turrón que las espera... - Necesito volar. Sé que, esperándome, en cualquier lugar al que nunca llego, hay una ventana abierta que te esconde... - No me creerás, lo sé, pero a veces resulto indescifrable. No es que lo haga adrede, simplemente no me siento y me detengo, en plena crisis de confusión, en el peldaño dieciséis de esa escalera que queda según sales del horizonte, a mano izquierda. - La escalera que siempre imagino cuando te llamo o me llamas... ¿Sabes?, la han pintado hoy... de verde. - Si, a mi me gustaba más de piedra, pero dicen que el verde ahuyenta las palomas y parece un argumento convincente. Sin embargo no puedo evitar sentir esa pena absurda y circunfleja... esa que siempre visualizo como un pastel de chocolate y nueces, relleno de vidrios primorosamente troceados para que resulte más crujiente... - Un pastel... tu y yo en medio de una escalera de piedra pintada de verde... es tan "daliniano"... - No creas, cada vez que paso por cualquier confitería se me nubla la vista y te recuerdo... me apeteces... aunque resulte un tanto tópico, deseo comerte hasta que me suba el azúcar o me duelan las muelas... así, desnudez de todo y en traje de nata... adornos con fresas y rodajas de arándanos... quizás un chorrito de ron añejo y dos acordes de saxofón te añadan matices y substancias... pero, ¡que quede claro!, no son imprescindibles ni, mucho menos, necesarios para morirme como tu "me mueres". - Me gusta la imagen... el problema nunca será quien deshaga la cama... ni quien arruga las sábanas... ni, mucho menos, si una almohada es suficiente... o, quizás, con el colchón en el suelo y la luz apagada los "uni-versos" tuyos y míos se encuentren más plácidamente, aún en la distancia más distante... - Sabes a sal disuelta en cualquier viento... pero puede que seas esa arena que viaja mezclada con la brisa del norte, siempre de "este-o-este", cegándome sin remedio... - Tú sabes a mi. Escucha... cae una hoja y sólo son las nueve... sería tan romántico que fuera de sauce pero, ¡maldita sea!, es de geranio. ¿Te has fijado como caen las hojas de geranio?, ¡exacto!, van girando mientras bajan... se parecen tanto a bailar rock con pasos de salsa... - El problema de las hojas de geranio es que caigan con maceta incluida... pero nunca tendrías tú la culpa, aunque salten desde tu balcón o desde esa terraza en la que te dejas acariciar por el sol mientras yo no llego... - ¡Oye!, ¿y si te llamo? - Si abres los ojos y dejas de soñar, verás que estoy a tu lado - Sí, ya sé que no tengo tu número de teléfono pero puedo preguntarlo desesperadamente... que una urgencia de ti, como la mía, bien merece la atención de las autoridades y que la población se movilice para complacerme. Además, siempre queda la solución de no llamarte... de sentarme en una esquina cualquiera espe251 LA MEMORIA DE LOS TRIÁNGULOS rando a ver si pasas... o, ¿por qué no?, de comprarme un kilo de rodaballo y dos docenas de ostras porque, dicen, las penas con pescado y marisco son menos penas y más soportables... - ¿Te has preguntado que pasaría si decido quedarme en tus huesos?. Quizás tendrías que regalarme una mirada... entrar de puntillas y cerrar con cuidado la puerta... procurar que nadie más que yo te sueñe y sentir necesidad de volar hasta que el alba nos amanezca muy temprano... - No recuerdo ahora mismo un nombre con el que llamarte... pero no tengo dudas de que "eres" noviembre, diciembre y hasta treinta de febrero... un matiz y mil simpatías... la estela que deja tu luna sobre mis océanos paralelos... una nube jovencita que no se atreve a llover... - ¿...un color azul rozando el gris?, ¿...un fucsia de lágrima?, ¿un rojo sutil... sutil... sutil? - "Ven, acércate, vuelve a sonreír para mi, a recordar Paris..." - Cuídame y nunca olvides que soy mirada perdida... mil colores en blanco y negro... apenas un trocito de chocolate hipnotizado, soñando que tus labios lo disuelven... - ¡Chocolate!, si supieras cuanto me apetece otra taza... 252 Rosas LA MEMORIA DE LOS TRIÁNGULOS I Dan las doce en el reloj de la Torre mientras llueve. Las campanadas mitigan el leve ruido de la llave introduciéndose en la cerradura, el mínimo chirrido de las bisagras y el cambio de situación que, sin exteriorizarse, se produce en la mente. - ¿Rosas rojas?, ¿por qué? - Porque te las mereces más que nadie, siempre estás... siempre me esperas... Beso suave en la mejilla, Ainara contesta con una caricia de cómplice agradecimiento. - No te espero, eres tú quien siempre vuelves. - O quizás sea que nunca me voy. ¿Nunca se te ha ocurrido pensar eso? - Eso no lo sé... Frases de un diálogo que interrumpe su temática durante la cena, aunque Yeray sigue escuchándolas, una y otra vez, tercas, insistentes... Ainara se afana en aliñar la ensalada; a duras penas puede contener su necesidad de preguntarle a Yeray por esos enigmáticos "te las mereces más que nadie" y "siempre me esperas", que parecen llevar mensajes cifrados en cada letra. Son momentos de silencio, breves instantes pero muy intensos; que no se hacen añicos ni ante el diálogo que asoma tímidamente. - ¿Qué tal el día? - Normal, a última hora de la tarde tenía una cita pero me retrasé y, cuando llegué, ya no estaba. - ¿Con quien estabas citada? - Con una amiga que acaba de separarse de su pareja y se ha marchado a vivir provisionalmente a un hotel. - A ver si adivino... seguro que es Juana o Mariel... - ¿Por qué tiene que ser alguna de esas dos? - Bueno, su perfil encaja... están en los cuarenta... sus hijos ya son mayorcitos... - ¿Y eso que tiene que ver? - Científicamente es el perfil, mira las estadísticas y te darás cuenta. Hay un considerable número de mujeres que parece descubrir en la pre-menopausia que todo lo que tienen no les hace feliz, que necesitan otros estímulos y compañías que les devuelvan esa ilusión que, dicen, han perdido con el paso del tiempo. - ¡Tonterías!, la gran mayoría de las separaciones las provocan los hombres. - No estoy de acuerdo, los hombres las llevan a efecto pero son las mujeres quienes las provocan casi siempre. - ¿Ahora vas a decirme que la culpa siempre es nuestra, verdad? - No, la culpa es siempre de las dos partes; aunque sea el hombre quien, por regla general, aparece como el culpable. - Lo es, siempre lo es... ni lo dudes... - ¡Lo dudo y tengo razón!. Si es el hombre el que decide separarse, la mujer se las arregla para aparecer como víctima; si es ella quien se marcha, encontrará o inventará miles de justificaciones para que los demás la comprendan y hasta la compadezcan. - Por algo será... ¿no? - ¡Pues no! - ¡Ya!, ¡ahora resultará que las víctimas sois vosotros! 255 LA MEMORIA DE LOS TRIÁNGULOS - Si la definición de víctimas implica el quejarse hipócritamente o el alegar, olvidando su absoluta connivencia, que su vida ha sido un martirio permanente pero que han tardado en darse cuenta... ¡ni dudes de que seríais siempre las mujeres!. - ¡Sandeces!, demagogia en estado puro porque careces de buenos argumentos. - Da igual... el caso es que una de tus amigas ha decido dar carpetazo a su vida anterior y buscarse un jovencito con el que sentirse quinceañera... - No, no puede dar carpetazo a tantos años ni ha decidido más que separarse. ¿Lo entiendes? - Creo que si, más o menos... - ¡Me alegro! - No te enfades - ¡No me enfado sola!, ¡te tengo a ti para provocarme ese "placer"! - Como quieras... por cierto, ¡vaya casualidad! - ¿Casualidad? - Al entrar vi, en la salita, tres rosas rojas... - Si, tres rosas, como dice mi amiga, de fuego... - Igual que las mías... - Parecidas, no hay dos rosas iguales... cada una tiene sus espinas que las hacen ser únicas y diferentes... - ¿Cómo se te ocurrió comprarlas? - Mi amiga me las dejó en el hotel; un detalle para disculparse por no esperar más, imagino... - Dices que son rosas de fuego... yo las veo rojas, como las mías... - Ella dice que son de fuego por la pasión que encierran sus pétalos... las tuyas son rojas porque, además de la pasión, creo que quieren decirme lo mucho que me quieres... - Si, Ainara, mis rosas para ti siempre serán rojas sin dejar de ser de fuego... - ¿Y si me lo demuestras? En las manos de Yeray, una de ellas se desliza por el cuello y los hombros... por las mejillas y la comisura de los labios... por el escote, hasta hacer temblar los senos. De pie, Ainara, va sintiendo como su ropa desaparece; primero la blusa, para que sus pechos reciban las caricias de la segunda de las rosas y sus pezones se endurezcan... después la falda, abrazada a sus bragas, resbalando por los muslos, descubriendo ese breve triángulo que anhela a la tercera... Apenas un gemido ahogado y un susurro de impaciencia.... - Lléname de tí... lléname, suavemente... Pétalos sobre piel que los espera, caen suavemente y resbalan en dirección a la mesa. Ainara y Yeray se miran fijamente mientras mezclan sus ansias, una y otra vez agitan la coctelera hasta derramar en la noche un fuerte y dulzón sabor a sexo. - Cada vez que recorro tu piel, descubro algo nuevo... - Me lo has dicho tantas veces que no sé si creerte. - Estás graciosa... desnuda y sentada encima de la mesa, con las piernas abiertas... - Pues si te vieras... con los pantalones en las rodillas, entre mis muslos y arrugándote por momentos... - ¡Idiota! - A mi me gusta... quédate, no te muevas... 256 LA MEMORIA DE LOS TRIÁNGULOS II El pastel de nueces se quedó intacto esperando ser el rey de la fiesta; la cena también, a diferencia que, por su sencillez, sabía que sería la Cenicienta y no por eso menos protagonista. Tal vez rey y princesa esperan mejor oportunidad para mostrar sus mejores galas en el castillo de sus devoradores. ¿La razón?. Zoé ve llegar a Nurivan, observa su rostro pálido y como se marcha directo a la cama... un escalofrío la recorre, piensa que "cuando él enferma una parte de mi corazón se encoge al tamaño de una catalina asustada... se me mueve la plataforma de mis certezas, las que son inamovibles por más que nadie las cuestione... es una impotencia futura que se adueña de mi presente, porque su vitalidad mermada me hace sentir indefensa". - ¿Qué sucede, amor? - Algo que comí me hizo daño... - Parece que tienes fiebre... - No sé, siento que ardo... - ¿Tomaste alguna medicina? - No, esperaba llegar a casa... - Espera... te preparo un té y veo que tenemos en el botiquín. Antes de salir le afloja la corbata y le quita los zapatos. Sabe que, en otras circunstancias, Nurivan no se lo permitiría tan fácilmente... a menos que entrara en el marco lúdico de la seducción. Busca en el botiquín y se decide por un frasco etiquetado como Kaomicyn, con la íntima y secreta esperanza de que sea apropiado para su dolencia. No oye a Nurivan y se inquieta, sube a toda prisa la escalera mientras no puede evitar decirse: ojalá que no sea nada importante... me gusta este preámbulo de vida junto a él, con tanta vida entre las manos con todo y sus contradicciones. Se detiene y vuelve sobre sus pasos; prende la estufa y pone la tetera por pura inercia... sonríe, apaga la estufa y coloca una taza con agua en el microondas... en dos minutos el agua está hirviendo... - Ten, amor, te hará bien... Thé de hierbabuena con miel y limón.. - ¿El thé de hierbabuena no es para la tos y el pecho congestionado? - ¡Joder!, ¡tienes razón!, espera... Vuelve sobre sus pasos aceleradamente. De nuevo en la cocina, algo la paraliza y hace que se estremezca. Le asalta un temor inconfesable que traduce en un monólogo interior lleno de crudeza: "¿es realmente de Nurivan de quien me preocupo o es miedo a no atenderle como sería lógico que lo hiciera?, ¿y si estoy aterrorizada por la hipotética posibilidad de pensar en eternidades mientras dejo cabos sueltos en mis presentes?". Enciende un cigarrillo, se da cuenta de que aún no ha vuelto a poner la taza de agua en el microondas y se sorprende cuando se permite la licencia de decirse: "un día de estos estaré poniéndole clavos de carpintero al té de clavo, con sus consabidas consecuencias..." Ahora mismo, en la soledad de la cocina, hay una Zoé de Nurivan y otra Zoé que sólo es de ella; una mujer que sabe que sus pensamientos son mariposas y que no siempre puede indicarles en que rosa han de posar sus patas. ¿Las rosas...?. ¡Nada de rosas, Zoé, que tu has venido a por manzanilla!. 257 LA MEMORIA DE LOS TRIÁNGULOS Las rosas son como instantes robados, en secreto, al tiempo... tienen la belleza y la fragancia de lo bello y lo prohibido; la manzanilla es otra cosa, es la flor de la casa, aromatiza el alma y aporta la savia de la vida. Si, ¡tienes razón, Zoé!, se podría vivir con ambas o sobrevivir sin ninguna... pero, ¿y si el destino es tan generoso que te las regala a ambas?, ¿qué ocurre si te da cada una para su justo momento, sin que ninguna sea más importante que la otra?; ¿y si la combinación perfecta es un thé de manzanilla con pétalos de rosas?. El agua está ya caliente, sube a toda prisa y coloca la infusión en las manos de Nurivan. - Ven Zoè, recuéstate a mi lado... - ¿Estás mejor? - Tu me haces sentir mejor con sólo con saberte a mi lado... y si, además, me traes manzanilla... ¡entonces ya me siento totalmente curado!. Cuéntame... ¿cómo te fue en el día?, ¿conociste al nuevo galán de Violeta? - No, para nada, amor. La dejé en la puerta del café. - Y... ¿cómo la ves?, ¿tú crees que...? - Yo sólo espero, Nuri, que ya se haya recuperado de su último intento de suicidio. A veces me siento tan impotente para ayudarla, sé que hablándole suavemente nunca conseguiré nada; sin embargo, a veces me pesa ser tan dura con ella... Siempre me queda la sensación de no dar en el punto exacto... - Bueno, pero de eso ya han pasado varios años... ¿dos?, ¿tres ? - Sí, tres, pero no siempre el tiempo es la mejor medicina... - ¿Cuál es la mejor medicina, Zoè? ¿Lo sabes? No contesta, se limita a acomodarle las almohadas... a dejar prendida sólo la luz tenue de su lamparilla de noche... mientras piensa: "me gusta la habitación a media luz, me siento acogida y olvido las luces neón de mi oficina, que me revisten de esa otra Zoé pragmática dirigiendo su orquesta de responsabilidades con la mano en la cintura; aquí solo necesito ser YO, al derecho y al revés y tan a fondo como quiera... necesito meditar la pregunta que mi esposo acaba de hacerme..." Vuelve a recostarse a su lado y se funde con Nurivan en un abrazo. - El perdón, Nuri... el perdón... aunque nunca las cosas vuelvan a ser como antes... Si acaso desear que sean mejores, aunque no estén dentro del parámetro de tus paradigmas. Y creo que el perdón hacia uno mismo es el más difícil. Desperdiciar la vida buscándole la perfección circular al cuadrado está canijo y, lo que es aún peor, exigir esa perfección a las personas a las que amas nunca es la mejor de las soluciones... - Bueno, en todo caso, tú haces lo que puedes... No pretendas tampoco ser la heroína en escenarios que te son desconocidos... - Así es, Nuri... a veces hasta me siento culpable de que mi vida haya sido siempre relativamente buena o, incluso, muy buena... Siento que me quita el derecho de siquiera pretender ayudar a alguien en diferentes circunstancias; sin embargo sé lo que es tocar el fondo de las soledades. No creo que nadie esté o haya estado en su vida exento de ello... La vida nunca es del color preciso de nuestras pretensiones; pero la vida es así y en nosotros está el sacarle el mayor jugo a sus maravillas... y aún mejor si se hace en compañía, en un tú y yo contra todo el mundo. O lo que es mejor, un nosotros en pro del mundo... 258 LA MEMORIA DE LOS TRIÁNGULOS - Hablando de maravillas... me ha caído de maravilla tu thé de canela... - ¿De canela? - Jajajá, Zoé, bromeo... Pero ya sé lo que sigue... te pondrás melancólica por una combinación de impotencia y tristeza, por no tener la non plus ultra solución que arregle otros mundos o, incluso, que mejore el tuyo... Eres demasiado soñadora. Eres la combinación de canela y arándano en una tacita de porcelana... y no quiero que te me rompas... - Ya me he roto en el pasado y me volveré a romper, Nuri... y eso, con toda certeza, lo sabes... Pero agradezco al cielo que aún no soy taza de plástico, ni de papel desechable y mucho menos de aluminio... Quiero apostar hasta las últimas consecuencias de que no me vaciaré por ninguna parte de mi taza... por ninguna rajadura... en ningún cobarde gota a gota que vaya agotando el contenido de mi misma... Tampoco me chupo el dedo, conozco mis limitaciones... - Nadie conoce sus limitaciones, es parte de la naturaleza humana el desconocerlas, Zoé, por eso tropezamos una y otra vez... Le toca la frente y le besa los párpados; la temperatura ha bajado y sus últimas palabras han sido casi susurros, se ha quedado dormido. Se queda inmóvil, temiendo despertarle; mira al techo y desea que, en aquel justo momento, rosa y manzanilla escuchen esas palabras que mueren por salir de su garganta... - Hombre o niño, tú eres la presencia que me reconforta... el thé del que uno nunca se cansa... ese brebaje que nutre y que sabe llegarme cuando más lo necesito... Por eso cualquier resfriado, cualquier infección estomacal, es una verdadera amenaza de fuego... ¿Lo sabes? III Tarde amenazando noche. Diálogos, que aparentemente son monólogos, van decorando el vacío de una habitación de hotel perfectamente ordenada. - Seguro que habré llegado demasiado pronto... Sí, se retrasa. No es normal, la necesidad de verse es una garantía de puntualidad que nunca falla. Hay tiempo para dejar las tres rosas de fuego, en agua; estarán más frescas cuando llegue, serán mejores las caricias de sus pétalos sobre su piel. En menos de tres minutos, mira ocho veces el reloj; se impacienta, lo acerca a la oreja y le da golpecitos. No puede marcar su número de teléfono, son horas prohibidas porque el riesgo de que "esté en compañía" es muy elevado. Opta por la vía telepática, uno a uno va lanzando mentalmente mensajes desesperados: "te echo de menos, he llegado hace rato", "¿dónde estás?", "¿te ocurre algo?", "hoy las sábanas son azules, a cuadritos, suaves, huelen a suavizante", "¿nuestra cita era a las ocho, verdad?", "te he comprado fresas, pero no había nata", "¡¡¡dime algo!!!"... No llega. Han pasado casi veinte minutos, deletreados, sufridos, amargos... - La peor forma de extrañarte es que no estés... Esa opresión en el pecho va aumentando. Trata de distraerse, pero la habitación se va achicando por momentos; la sugestión hace que al techo le crezcan dientes, que los cuadros de la pared se conviertan en una cara ladina que no 259 LA MEMORIA DE LOS TRIÁNGULOS cesa de hacerle muecas burlonas... como diciéndole: ¿no has notado algo raro en vuestras últimas citas?, ¿no te has dado cuenta de hay cosas más importantes en su vida?, ¿cuándo te convencerás que estás en el último lugar de la fila de sus prioridades?. Casi media hora. Es tanta la presión anímica que empieza a sopesar la posibilidad de hacer algo para distraerse. La ducha se antoja una buena solución y a ella se dirige cansinamente. No hay jabón en su piel... cae el agua, pacientemente cuenta los chorritos y se equivoca siempre que llega a diecinueve; cuesta soportar esa incapacidad para contar el chorrito número veinte, no es fácil entenderla... El teléfono celular no ha sonado, tampoco el timbre de la puerta. Es el momento de salir de la bañera, de plantar su desnudez física ante el espejo y tratar de descubrir que, anímicamente, el strep-tease de esperanzas va consiguiendo un desnudo tan total como patético. Mecánicamente la toalla va empapándose; al pasarla por la cara, una sensación claustrofóbica ahoga sin remedio. - La peor forma de extrañarte es que no estés, que tu alrededor consiga ocultarte a mis ojos... Sombras, deslizándose serpenteantes sobre el parquet y el recuerdo de canción de Sabina que las hunde más en la tristeza; no, Joaquín, ya difícilmente todas las noches serán noches de boda... se complica muchísimo que todas las lunas sigan siendo lunas de miel. Recurrir al cigarrillo es pretender que se ahoguen en humo las tristezas. Ya no vendrá, es inútil esperar a quien no llega. - ... que sepa que estás ahí, pero no para mí. Vestirse, cerrar la puerta, olvidar las tres rosas, entregar las llaves en recepción... Las calles están tan vacías que puedes ver cómo los adoquines huyen aterrorizados, escapando de la liturgia de regresos que tus pisadas tan bien interpretan. Están a punto de acabarse las palabras cuando suena el teléfono. - No pude ir, mi amor... ¡no pude! - Te des-esperé... - ¡Y yo a ti!, ¡no te imaginas como te extrañé! - ¿Sabes?, en el hotel me he dado cuenta de que la peor forma de extrañarme es que no esté... que mis circunstancias o mi alrededor consigan ocultarme a tus ojos... que sepas que estoy aquí, pero no para ti... - ¡Lo sé!, esperemos tener más suerte en próximos encuentros... - ¡No! - ¿No? - Sólo es necesario buscar el tiempo y querer encontrarnos como la primera vez... El teléfono desaparece en los bolsillos, sin esperar respuesta; justo antes de detener los pasos ante un puesto callejero de flores. - Tres rosas rojas, por favor... - ¿Para regalar? - Si, las más hermosas que tenga... alguien me espera desde hace horas... quiero llevar pétalos para recorrer su piel... 260 Las tres cadenas LA MEMORIA DE LOS TRIÁNGULOS I No fue un día fácil, ni de lejos. El aire se llenó de electricidad estática, de esa que atropella la percepción y hace que todo se vuelva tan borroso que es difícil verlo. - ¿Qué te ocurre, Ainara? - Nada... ¿por qué? - Tu expresión... es amarga, inexplicablemente amarga... ni la entiendo ni te entiendo. - No, estoy bien; quizás lo único es que llevo todo el día muriéndome de sueño. - ¿De sueño?, sinceramente cuesta creerte... La última frase de Yeray queda ahí, balanceándose de la lámpara del salón y sin esperanza alguna de abrazarse a una respuesta; cuando la luz se apaga, sigue brillando en la oscuridad e iluminando la madrugada que ahora empieza. Bajo la mirada de Yeray, Ainara se desnuda con la misma sucesión de movimientos que repite desde su niñez. Va dejando, una a una, las prendas en las perchas hasta quedarse en ropa interior; luce espléndida y deseable en la penumbra de la habitación, con esa piel tostada por el sol que hace destacar el color blanco de la braga y los sostenes. Ya vestida de piel, se contempla en el espejo rococó que insistió en mantener como elemento extemporáneo al estilo modernista del resto del mobiliario; con las tres cadenas brillando obsesivamente, la de la muñeca y la del tobillo son como hijas pequeñas de la que lleva al cuello, busca su perfil, se acaricia maternalmente los pechos y deja que su dedo índice recorra la redondez de su ombligo antes de perderse, un eterno segundo más tarde, entre el mínimo triángulo que anuncia lo inminentemente próximo que queda su sexo. Abre la puerta del baño y desaparece. El cuarto queda impregnado de ella y, en una improvisada coreografía, las cortinas se mueven cansinamente... como si quisieran saltar de sus rieles. Yeray se pregunta cómo saldrá vestida Ainara, ¿vestida de nada o, tal vez, con el pijama largo del "hoy no me apetece"?. Prefiere ni pensarlo, dejar que le sorprenda o le defraude sin composiciones de futuro previas. Como en un movimiento reflejo, aprieta el botón en el mando a distancia y la melodía suena: "Dejaría decidir tus ojitos verdes... tus vaqueritos rotos... tus vestidos cortos de vida alegre...". La canción se mezcla con los gritos de alivio que da el agua al escapar de las cañerías y salir por los agujeros de la ducha. Habla para ella, aunque no le escuche; de alguna manera, Yeray, siempre le habla a ella... - Tus vaqueritos rotos... ¿Recuerdas la historia de la cadena que llevas en el tobillo?. Tú con tus catorce y yo con mis diecisiete... éramos unos niños que soñaban con hacerse viejos juntos y descubrir a qué saben las tardes de otoño, las puestas de sol en invierno y el calor de una chimenea compartida con años y años de recuerdos... Invertí todos mis ahorros, creo que fue la primera y última vez que dilapidé mi fortuna, porque aunque no fuera mucho dinero era todo el que tenía, para cumplirte un deseo. ¡Si!, ¡me lo pediste entre besos!, me dijiste: "regálame una cadena para el tobillo que me dure toda la vida, quiero que todos sepan que soy tu esclava y que quiero serlo para siempre"... El estribillo de la canción retoma protagonismo: "Dejaría decidir tus ojitos verdes... tus vaqueritos rotos... tus vestiditos cortos..." 263 LA MEMORIA DE LOS TRIÁNGULOS - ¿Y la que llevas en la muñeca?, ¿te acuerdas?. Cumplíamos un cuarto de siglo juntos, busqué y busqué hasta encontrar esos veinticinco eslabones... al final, ya desesperado, mi abuela me sorprendió regalándome una pulsera que había recibido, hacía ya mucho tiempo, de manos de su madre. ¡Tenía veinticinco eslabones!, ¡era lo que buscaba!. Dártela significó sellar un compromiso más allá del tiempo en el que tú, y sólo tú, recreas el enigma de las vírgenes-madre de arcilla negra. Y busqué un lugar único, especial y mágico, con el ahínco de quien persigue encerrar su deseo de trascender en un único gesto... la guardé en una cajita de terciopelo rojo... la enterré bajo la raíz que sobresale de la tierra, esa que pertenece al roble que plantara hace quinientos años el antepasado que hizo posible mi apellido y mi existencia... te llevé allí, desenterramos juntos la cajita y plantamos dos granos de trigo en el agujero... volviste con la pulsera en tu muñeca y mi alma quedó allí, prisionera de la simiente, esperando a germinar junto a ti cada año del resto de la vida que nos queda... Ya no se oye la ducha y en la radio han hecho una pausa. Un tono mínimo en mi celular me avisó de que había llegado un mensaje, pero no era el tiempo apropiado para leerlo... - La cadena que llevas al cuello... esa que combina perfectamente con cualquier collar que decidas ponerte... la "encontramos" juntos la mañana siguiente a nuestra primera noche de convivencia. Nos hipnotizó tanto que el dueño de la joyería, preocupado y perplejo, salió a preguntarnos la razón por la que hacía casi una hora que estábamos frente al escaparate sin movernos... Apago la lamparita, no necesito luz para leer cada línea de mis recuerdos. Espero y desespero, atrincherado en los taludes del desearte y temeroso de que tú hoy no me desees. Sales del baño, a oscuras; te deslizas bajo las sábanas y la noche empieza... - Buenas noches... estoy muerta de sueño... No respondo, aunque para nada estoy dormido y te he oído perfectamente. Volvió a sonar la música, esta vez de Pasión Vega: "y además, como no sabía rezar, me dió por coleccionar retalías y escapularios... me he bañado en la playa desierta del mar del olvido... y además, como no sabía volar, me dio por coleccionar pañuelos y golondrinas... en almacenes oscuros, se amontonaban los días... los trenes de cercanías seguían pasando de largo, entre tu cama y la mía..." Nuestra noche se acaba justo en ese momento; tú tienes sueño y yo tengo sueños en los que hoy no estarás, aunque jamás lo sepas... II Enigmático, Nurivan deja caer sobre el aparador de entrada el brazalete que había encontrado, hace apenas unos minutos, junto a la cañería de registro exterior de la bañera; se queda observándolo un instante, lo recoloca en la bandejita, junto al juego de llaves de casa que Zoé usa, y frunce el ceño. El ruido que se produce cuando cierra la puerta, al marcharse, despierta a Zoé con un sobresalto. Se acaricia la mejilla, buscando huellas de ese beso que traía un "volveré por la noche, mi vida" y que, desde hacía veinte años al menos, 264 LA MEMORIA DE LOS TRIÁNGULOS todas las mañanas le regalaba Nurivan. Por alguna razón que no alcanza a entender, no encuentra ni el mínimo rastro; acerca las yemas de los dedos a su nariz, en un desesperado intento de oler su after-shave... Bajo la lluvia de la ducha, Zoé trata de encontrar explicaciones a una ausencia que, por una parte, le preocupa y, por otra, no entiende. Su cabello enjabonado cae sobre la espalda y le acaricia suavemente; poco a poco va sumiéndose en una sensación de que son las yemas de unos dedos, masculinos, las que rozan su piel y no puede evitar entregarse por entero. Por equivocación, hoy la pastilla no es de jabón neutro... Cierra el grifo, la espuma va cubriéndole los senos como un manto de nata o una clara a punto de nieve; su ombligo se encoge, entreabre los muslos y cierra los ojos imaginándose a sí misma en aquel exacto momento. Poco a poco va escalando la cumbre hasta rozar las nubes y atreverse a saltar buscando el cielo. Suena una sirena en la calle; el climax, que ya asomaba entre los labios, estalla en mil pedazos que, sin saber muy bien la razón, se van convirtiendo en íntima vergüenza. Abre apresuradamente el grifo, un chorro de agua helada termina lo que ha empezado el sonido de la sirena. - ¡Maldita sea mi suerte! No sin esfuerzo, consigue al fin que llueva a la temperatura perfecta; necesita apenas medio minuto para que la espuma huya, a toda prisa, por el desagüe de la bañera. Unos minutos después, vestida con una toalla y descalza, se apresura a tomar el café y una tortita con queso. Empieza el día y no puede decirse que sea un buen comienzo... - ¿Si?, ¿dígame? - ¿Te encuentras bien? - ¡Pues claro, Nurivan!, ¿por qué no habría de estarlo? - No sé... - ¿Necesitas algo?, ¡a saber lo que te habrás olvidado en casa hoy! - Nunca me olvido nada que no sea nuestro... - ¿Almorzamos juntos o tienes alguna cita que yo desconozca? - Hoy no me va a ser posible... te llamaba precisamente por eso... - ¿Tan ocupado estás? - Si... nos vemos por la noche, llegaré pronto. - Besos, mi amor... se me hace tarde... En la radio ponen una canción cuyo título no recuerda, pero le suena tan familiar que la tararea mientras se viste... "yo tengo una pena que me está matando... sigue tu camino que hay mujeres de sobra... deja la mía y búscate otra..." Un toque de carmín en los labios... la agenda... la cartera... un zapato que aparece mientras el otro se ha escondido... - ¡Que no se me olviden las llaves de casa...! Se detiene junto al aparador, sus ojos se clavan en el brazalete; abre la puerta para salir, el autobús está doblando la esquina... - ¡No llego!, ¡no llego! 265 LA MEMORIA DE LOS TRIÁNGULOS El conductor la espera con una sonrisa; sofocada se sienta en el primer asiento que encuentra libre, prisionera de la sensación de que todos los pasajeros la miran. El día va pasando sin pena ni gloria; Zoé se esfuerza en pensar que es uno más en la rutina habitual y uno menos que le queda de vida. De regreso, en el momento de abrir, como si la adivinara llegar, Nurivan aparece en el quicio de la puerta y le mira pícaramente; se aproxima y la besa mientras le da un suave tirón de orejas... - ¡Qué harías tú si yo no existiera! - ¡Acordarme de llevar las llaves!, o eso o llamar al cerrajero... Al pasar frente al aparador de entrada, Zoé mira de reojo y disimuladamente la bandeja de las llaves... hay, junto a ellas, tres cadenitas de oro y ha desaparecido el brazalete. III No era una noche más, ni de lejos. La cena en la habitación quedó al margen, enfriándose sin protestar, porque eran otros los apetitos que primaban en aquellos momentos. Dos horas intensas, mareantes, hasta que alguien iza una simbólica bandera blanca de rendición momentánea. Desenfundar los cigarrillos, uno rubio y el otro negro... encenderlos, aspirar el humo... que una mirada llene de contenido el silencio de las sonrisas satisfechas. A través del hilo musical del motel, llega la voz de la vocalista de La Oreja de Van Gogh: "dibujé tu sonrisa junto a la mía, me dormí con tu abrigo en el sofá... quiero estar a tu lado, quiero mirarte y sentir... quiero perderme esperando... yo quiero quererte o morir..." La caricia cómplice que se moja con esa gotita de sudor que aún insiste en resbalar; sigue la canción: "cogí un tren que no dormía y ví tu cara en el cristal... era un reflejo del sol de mediodía, era un poema de amor para viajar..." - Tu expresión, ahora mismo... es tan dulce, tan increíblemente sensual... - Mal de amores, mi vida... - ¡Secuéstrame! - ¿Y si no pagan el rescate?, ¡tendré que asesinarte! - ¿Bromeas?, ¿asesinarme? - ¡Claro!, ¡algo tendré que hacer contigo!, ¿no querrás que te lleve a casa? - ¿Por qué no voy a quererlo? - ¿Y donde te alojarías? - En tu cama... - Es para dos... tres estaríamos incómodos... - ¿Entonces? - No sé... En un momento se apagaron todas las luces, incluyendo la luz de luna y la farola que alguien había colocado en la calle de enfrente. La realidad... ¡la maldita realidad que siempre está ahí, amenazante! 266 LA MEMORIA DE LOS TRIÁNGULOS Pareciera que la noche se acaba justo en ese momento, como si ya hubiese encontrado un título apropiado y no necesitara más horas que hicieran de relleno. Una brevísima pausa, la siguiente melodía va dejando que su letra se cuelgue de las telarañas invisibles: "anoche pude ver cuando te fuiste, solito me quedé y no dije nada... tal vez esta canción te suene triste, pero me está llevando la chingada... un exiliado de tu boca, de tus manos, de tu corazón... esta tarde vi llover... bésame, bésame mucho..." En realidad, por mucho que los integrantes de "Elefante" intenten pintar en colores, el momento es uno de esos en los que las notas musicales parecen granizo y quienes las escuchan, aunque cueste creerlo, apenas dos muñequitos de nieve con nariz de zanahoria y ojos de rodaja de tomate en los que la mirada brilla, precisamente, por su ausencia. Cuando la impotencia se adueña del decorado existencial, vestirse es casi lo único lógico que queda por hacer. Pero, incluso para ello, hay un protocolo que establece la forma exacta en que se ha de desarrollar la "escena". Por eso resulta tan natural que, mientras las distintas prendas ocupan su lugar sobre la piel, la mirada recorra obsesivamente el suelo... como buscando alguna razón para detenerse, como tratando de que una baldosa se levante de repente y grite: "¡detente!, ¿qué estás haciendo?, ¿no te das cuenta de que vas a morir de amor si te pones el abrigo y sales por esa puerta?". La mitad de ambos cigarrillos se queman, uno en el cenicero de la izquierda y el otro en el de la derecha. Las espaldas se miran de frente, separadas por una cama revuelta que huele a sexo apasionado y a amarse locamente; nadie parece darse cuenta de que los abrazos de espaldas son imposibles porque, lamentablemente, una mera cuestión física exige que los que se abracen estén frente a frente. - Te dejas el paquete de cigarrillos... - Está vacío... tan vacío como yo en estos momentos... A veces, bajar en un ascensor es la antesala misma del infierno; la misma proximidad de esos dos metros cuadrados es un handicap insuperable, una celda para esas cosas que estoy deseando decirte pero que no te digo porque igual no es el momento... Luego está la amabilidad del personal de recepción, incapaz de percibir estados de ánimo y siempre tan servicial que huele a servidumbre de esas trasnochadas de cofia y delantal... La puerta de salida... la calle está mojada y desierta... - Ayer... hace un momento me dijiste que me querías... - Ayer, hoy, mañana... te lo diré siempre... - ¿Por qué te vas...? - ¿Me voy sólo yo...? - ¡Quédate!, tengo mil sueños en los que sólo estás tu... quiero que lo sepas... Bajo la lluvia, al pie de aquella farola que se estremece, nace un beso que va de unos labios a otros sin detenerse; pasan los taxis pero no hay necesidad de detenerlos, al otro lado de la calle una viejecita recoge lo que deja su perro y mira de reojo como desaparecen por la misma puerta del motel que, hace apenas unos momentos, los había escupido sin remordimientos. 267 LA MEMORIA DE LOS TRIÁNGULOS Amanecía cuando salieron de nuevo; caminar en la neblina, una experiencia increíblemente intensa. - Ven... abrázame... - ¡Me encantan tus abrazos!, ¡me muero por estar en ese hueco que queda entre tus brazos y el pecho! Algo brilla con más intensidad que nunca, es apenas un brazalete de modesto cobre y alguien recuerda que lo encontró en la casa familiar... - ... no sé cuantos años llevaba enterrado pero si sé que perteneció a alguno de mis antepasados. Para mi representa la esencia del clan, la eternidad de la sangre y el juramento de que quiero renacer contigo y estar a tu lado para siempre... - Mi amor... En el semáforo se detiene un coche con el casette a todo volumen, canta Raúl: "Porque estar contigo es como un juego de azar, soy el as de corazones que va a ganar... no tendrás una salida para escapar y esta noche tu te vas a entregar..." - No digas nada... vuelve con la pulsera en tu muñeca y deja que mi alma quede en ti, voluntariamente prisionera, esperando a germinar junto a ti cada año del resto de la vida que nos queda... 268 A los seres sin tiempo LA MEMORIA DE LOS TRIÁNGULOS I Aquel día, el salón "era", de ser y de existir, una jaula. Una y otra vez, Yeray combate la sensación de estar en las celdas de Guantánamo, en los calabozos de la Dirección General de Seguridad y hasta formando parte de unas imágenes de Abimael Guzmán, que había visto por TV, en una cárcel peruana. Sentado en el sofá, la sensación de estar en el banco de una galera se le abalanza; el tum-tum del tambor que maneja el "jefe de máquinas" produce un estado de hipnótica catalepsia, fronteriza entre el forzado "soy capaz" y el natural "estoy desbordado, a punto de irme a pique y sin un maldito salvavidas al que agarrarme". - Le llamaré "Síndrome de Moisés", quizás el ponerle nombre valga para algo - ¿A que te refieres? - Mira, Ainara, el pobre Moisés vivía como un rajá; un día se le ocurre pensar en los demás y empieza a alucinar, hasta el punto de lanzarse a buscar la "Tierra Prometida". Cuarenta largos años de deambular por el desierto, hasta que un día se asoma a la cima de una colina y la ve... - ¡Que bíblico estás! - No, espera... que quien no recuerda la historia está condenado a repetirla. Sorprendentemente, la misión del Moisés ha terminado... puede verla pero no pisarla... puede imaginar sus bondades, pero el destino le prohíbe disfrutarlas; así que el patético "conductor" se queda en la cima del primer peñasco que encuentra, con una pose orgullosa y altiva pero con las entrañas quemadas, viendo como los demás entran y resignado a esperar un "bien morir" que empieza a tardar demasiado. - Como bien dices, el destino manda... - Ya, ¡pero es una gran putada!. Te echas cuarenta años por caminos polvorientos, comiendo pastelitos "Maná" y bebiendo agua que ni siquiera está fresca, haces milagros todos los días porque si no lo haces te vas al carajo... las pasas canutas y, al final, haces realidad el sueño pero sólo para ver como te quedas fuera sin remedio y sin que nadie se acuerde que, si está allí, es porque tú le has guiado... - ¿No dices siempre que hay personas cuya utilidad sólo se pone en relieve cuando ya no están?, pues ya tienes un consuelo... - No es tan simple Ainara... ¡No!, ¡no es tan simple, carajo! Yeray hace que sus ojos, sin producir el más mínimo ruido, regresen a las páginas que, desde sus rodillas, aguardan entre ansiosas y excitadas. La idea de que "un libro abierto se parece a una mujer deseosa de entregarse" le posee; deja que la yema de su pulgar derecho resbale por la hoja impar, notando la textura y las pequeñas rugosidades que la impresión del texto ha producido, mientras descubre que Ainara está subida a una pequeña escalera y busca algo en la repisa más alta. Se deja resbalar en el sofá para obtener un plano mejor... acaricia las dos páginas como si fueran esos muslos que ella le regala y siente un escalofrío cuando, al rozar el espacio en la que ambas páginas se juntan, percibe con total nitidez el suave tacto de las bragas que tímidamente asoman bajo la falda de Ainara. Trata de no sucumbir, se esfuerza en leer que "la ameba del limo es una estructura unicelular que parasita a unas bacterias que se alimentan de las 271 LA MEMORIA DE LOS TRIÁNGULOS hojas putrefactas"... pero su mente se niega a apartarse de los tres pliegues que se forman entre las nalgas de Ainara. Intenta concentrarse en que ellas "se reproducen tan rápidamente que agotan los recursos alimenticios y necesitan migrar hacia otros hábitats; y es entonces cuando espontáneamente se agrupan y forman cadenas que se reúnen en un punto nodal y se convierten, luego de superponerse y entrelazarse, en un gran gusano"... pero cada palabra que lee aumenta la presión que siente en su bragueta. Cierra el libro, sigilosamente lo deja a un lado y se levanta; la hora no importa porque Yeray se siente un ser sin tiempo que perder y necesita abrazar y entrar en Ainara... La distancia que los separa es tan pequeña que parece inmensamente grande. Ainara ahora está de puntillas sobre el taburete, cambiando y colocando cosas en varias repisas; al agacharse, las rodillas se separan y amplían el "paisaje"... son blancas sus bragas, como sus calcetines, y tan transparentes que dejan asomar los detalles anatómicos con una precisión casi topográfica. Yeray imagina mil maneras de conseguir que ocupen ese lugar en los tobillos que ahora mismo necesita y se decide, finalmente, por una acción delicada y suave: arrancárselas. Suena el teléfono, inoportunamente incesante... - ¿Contestas tú, Yeray? - No espero llamada de nadie... - ¿Qué hora es...?, quedó en llamarme Juana... - Vale... Yeray consigue levantar el auricular justo en el momento en que deja de sonar el timbre. El teléfono nunca sabrá lo cerca que estuvo de ser asesinado en un ataque de locura tan lógico como insensato. - ¿Quién llamaba? - No llegué a tiempo de descolgarlo... - ¿Me ayudas a bajar...? - Me gusta que estés donde estás... - ¿Qué dices? No contesta porque sabe que es una tontería hacerlo. Si lo hiciese tendría que explicarle a Ainara que eran dos seres sin tiempo... que mientras leía el ensayo sobre las amebas del limo pasó por su cabeza, y por alguna otra parte de su anatomía, una necesidad sexual inexplicablemente explicable... que ella no sabía hasta que punto resultaba provocadora al estar encima de un taburete... que había acariciado las páginas de un libro con especial ansiedad porque, aunque le pareciera increíble, al igual que el fenómeno de transubstanciación del vino en la Eucaristía, las hojas se convirtieron en sus muslos y provocaron un trance místico con claras connotaciones de apetito desmesurado. "Las amebas del limo, muy probablemente, sienten un impulso irrefrenable e inexplicable que se manifiesta a través de ellas y las guía..." ¿Acaso a los seres sin tiempo también les ocurre y nadie, de quienes les rodean, es capaz de explicárselo? 272 LA MEMORIA DE LOS TRIÁNGULOS II Llevar a Violeta a su cita a ciegas es todo un privilegio... Mi auto-calabaza se vuelve carroza transportando a la princesa intocable. Se ve más guapa que nunca. Me pregunto cómo no se ha casado a sus cuarenta años, siendo tan atractiva y de una inteligencia muy peculiar, tan exitosa... Y claro, yo sola me respondo con sus palabras antaño dichas "Nadie me merece, nadie está a mi altura". Es una mujer fuerte, pocas personas la han visto llorar, y por supuesto yo, ella me dice: "su mejor amiga" y en realidad me siento así, soy una de ellas. Me pregunto, por aquello de no perder mi costumbre de preguntar, a qué "altura" se habrá "puesto"... Ha de ser muy cansado llegar a ella si se ha puesto a la altura de la imposibilidad... Podrá decirme lo que quiera, incluso que es feliz así, que está más allá de las "parejitas amorosas y sosas", pero su mirada no miente, tienen el brillo-opaco de la desolación, la risa fácil de la desesperanza... - ¡Adiós, amor! - ¡Zoé! ¿a quien saludas? ¡vamos a chocar! - ¡Viole, pues a Nurivan! ¿a quién más le iba a decir amor? - Pues no sé, pero lo dijiste con tanto entusiasmo... - Jajajá.... pues me entusiasma esta casualidad de cruzármelo de vez en cuando en esta gran ciudad donde ya nos come el tráfico. - ¡Pero si lo verás en unas horas! ¡Es más, lo ves a diario! Cualquiera pensaría que saludabas a un amante. - Pues eso, Viole, eso... lo siento así... como un amante... - Estás loca, tú y tus romanticismos.... ¡Despierta Zoé! ¡Helloooo, Hellooooo, Violeta llamando a Zoé desde la tierraaaa!, !Violeta recordándole a Zoé que ya tiene más de veinte años de casada y que se baje de su luna! La escucho a lo lejos, sus cáusticos comentarios me dan ternura... mientras veo que el auto de Nurivan ha doblado a la izquierda. A la izquierda o la derecha es lo mismo, ya no sigue mi ruta... Aún así saboreo con una sonrisa ese beso volado que me regaló con la mano a toda prisa. Inútil explicarle a Violeta que 20 años no es nada (como la canción) si se siguen sintiendo hormigas en la panza cuando las miradas olvidan calendarios o se reinventan. "Ñoñerías", me diría ella... y es cuando se prefiere no desgastarse en defender amores, sino vivirlos... Ella mira sus uñas muy bien cuidadas, el reflejo de su rostro impecable en la visera, y sus labios perfectos y prontos en decir "verdades". Anida, muy en el fondo, eso que la humaniza: albos deseos de comprenderse a sí misma. Me imagino que se estancó en su dura adolescencia, cuando aquél chico del que realmente se enamoró, jamás se dignó en mirarla. Mientras, yo me remonto a la mía, cuando la mirada de Nurivan me buscaba por todas partes, derritiéndome las defensas, robándome suspiros. Y sí, por qué no, espantándome a los galanes con su figura viril y su actitud de "es mi novia" cuando aún no lo era... Me urge llegar a casa, recibirlo en la puerta y decirle que lo extraño... Me estremece seguir sintiendo lo que siento... - Espero que éste no me resulte aburrido... - Aburrido, o pobre, o demasiado alto, o chaparro, o flaco, o muy gordo, o "se pasa de listo" o de tonto, o tiene un lunar de más... no te preocupes, amiga, ya le encontrarás un defectito... 273 LA MEMORIA DE LOS TRIÁNGULOS - No te burles, Zoé. De verdad que voy en la mejor disposición. - ¿Y cuál es tu "mejor" disposición? ¿Seguir encerrada en ti misma? ¿Encontrar defectos hasta donde no los hay? - ¿Es una pregunta retórica? - Pues tú dirás... Y además son dos... si es que sabes contar... - La verdad es que a mí no me cuadra eso de las parejas perfectas... - No existen las parejas perfectas, Viole, ni en las películas... Siempre hay un "pero", que las hace humanas, edificantes, probadas a fuego lento una y otra vez... - Dime, Zoé... ¿nunca has pensado en tener un amante? - ¿"Pensar" en tener un amante? ¡Ay, no, amiga! Eso de "pensar" es muy aburrido! Me pregunto si algún día llegaré a ser como Violeta. Inquisitiva, dura, prescindible sólo para ella misma. Y cruzo los dedos, toco madera y primero le rezo a todos los santos en los que no creo, antes de que eso suceda. Aunque nunca hay que decir de esta agua no he de beber... A veces envidio su frialdad, el ser "intocable" para bien o para mal... Ni siquiera a ella, mi mejor amiga, puedo contarle ciertas cosas... jamás las entendería y sí le daría pié a alimentar sus teorías lapidarias. Ella cree con firmeza en el blanco y negro, no en medios tonos, y mucho menos en los colores malvas, brisados, aromatizados... No dudaría en lanzar la primera piedra por lo que ella considera correcto, ni en juzgar lo que nunca ha vivido... Si jamás ha navegado sangre adentro, hasta la misma médula de la locura, de lo indecible, de lo temerario... Sería como querer descifrarle a un niño un cuadro de Van Gogh en dos palabras, o dibujarle un Dalí de un solo pincelazo. Las acuarelas y los relojes me los guardo para mí misma, para que no me los toquen... ¿cómo explicarle la nota exacta de lo inexplicable? La certeza de mi música sólo a mí me corresponde bailarla... - ¿Qué es lo que tú más admiras en un hombre? - Buen humor, inteligencia y ternura... La combinación de estos tres elementos es el mejor de los afrodisíacos... - Eso sí... ¡Y ya sabes que siempre he lamentado que tu marido sea casado! - Pues no te lamentes y... - ¿Y.....? - Jajajá... ¡No te me emociones! Y búscate otro igual... - Sí, como si se dieran en macetas... - Pues sé tú la flor, el perfume que los atraiga... - ¡Já! Si lo que busco es un hombre, no un colibrí...¡Ay! Zoé, eres incorregible... Lo bueno es que tú si tienes todo eso en quien amas... - Sí, amiga, sí.... lo tengo a mares... Y a veces siento miedo... - ¿De que te lo vuelen? Cada vez en más atractivo... - No, de eso no, es de algo aún más complejo... Además, a nadie "vuelan" si no quiere ser "volado". Y ya hemos llegado, princesa, no olvide dejar su zapatito de cristal en la escalera... - ¡Zoé, no juegues, que me pones más nerviosa! Y gracias... Ya veré que me reparen el auto lo antes posible. - Suerte amiga... mañana nos llamamos... La veo caminar presurosa, pero de seguro antes de entrar al café, cambiará sus pasos apresurados por unos seguros, de "mírame, no tengo prisa", de 274 LA MEMORIA DE LOS TRIÁNGULOS "sé bien por donde ando, inútil", "meréceme"... Espero esta vez estar equivocada y que se atreva a "tropezar" por una vez en la vida, y así estar a la altura de la tierra y fijarse en la fosa de soledad que ella misma está cavando para sus cansados huesos. Ya es tarde para llegar a casa y prepararle a Nurivan su postre favorito. Pero le compraré ese pastel de nueces que tanto le gusta. Después de todo, como él dice... no se casó conmigo por ser buena cocinera... III - ¿Cómo estás hoy, mi amor?, en tus ojos veo cierto cansancio... - No sé... quizás una frase de Belthold Bretch defina perfectamente mi estado... - ¿Bretch?, ¿el de "La cantante calva"?, ¿qué frase? - Sí, ese... una vez dijo: "me parezco al que llevaba un ladrillo consigo para mostrar al mundo cómo era su casa". Precisamente así me siento hoy, aunque intente disimularlo... - Parafraseando a Capote... te aconsejaría que, antes de iniciar la labor de cambiar al mundo, no olvides dar tres vueltas por tu "ladrillo"... a veces la mente se aclara. - No es tan fácil... nada es tan fácil... En la vida real no puedes dejar una frase a medias, ni cortocircuitar alguna absurda reflexión para retomarla algún día. Decidir es la exigencia, aunque la decisión gangrene el alma. - ¿Y si vienes aquí y te sientas sobre la hierba?, ¿y si me cuentas lo que pasa? - Ayer, en un bar del que no recuerdo el nombre, pedí un café y me regalaron una sonrisa de mujer dibujada sobre unos labios increíbles. Intenté abstraerme, pero fue en vano. Al abrir el bloc, desde la mesa de la izquierda, casi de puntillas y envuelta en celofán de enigmas, me recorre la cálida y desconocida mirada de unos ojos azabache que, más que matarme, "me mueren" a suspiros... - ¿Y qué pasó? - Pensaba en ti, te deseaba a mi lado... y entonces, contigo ocupando toda mi mente, escribí unas palabras... A cámara lenta, la hoja arrugada pasa de una a otra mano. "A los seres sin tiempo que perder... a quienes comprender resulta fácil y, sin embargo, morimos casi siempre incomprendidos... A las noches que no brillan... a las estrellas que parecen sentarse en la cornisa... a los búhos... a las luciérnagas... a las ardillas... A ti... que cuando duermes sueñas sueños imposibles mientras me amas... A mi... que casi nunca encuentro las palabras..." - ¡Es precioso!, ¡bellísimo!, ¡gracias! - Hoy por la mañana me levanté con la sensación de haberme despertado en ese día nuevo que vuelve a suceder, una y otra vez, todos mis días; con el sentido del olfato alerta, miré a mi alrededor y descubrí que el color azul se había convertido en un tímido verde a la deriva... que las sirenas caminaban despacito, mien275 LA MEMORIA DE LOS TRIÁNGULOS tras las olas hacían surfing sobre botellas de ron añejo que coqueteaban con viejas botellas de champagne... - ¿Por qué no me llamaste? - Te sabía durmiendo en ese abrazo íntimo que convierte a otra piel en privilegiada. Me sorprendí pensando y me dije que no era posible, ni conveniente, ni necesario... - Mi amor... - ¿Sabes?, quizás te resulte difícil de admitir pero el negro serpenteaba entre las ansias de sobrevivir, pintadas en amarillo, y la suave laxitud del incoloro suicidio. Más allá de mi, al girar levemente la cabeza, podía distinguir las silenciosas siluetas de los abruptos acantilados de la vida... - Me haces sentir amante... cuando yo deseo vivir a la vista de todos y a tu lado... - A la hora del almuerzo, me di cuenta de lo vacía que estaba mi mirada. Intenté, con mucho esfuerzo, rescatar un destello de lo que fuera mi sonrisa... pero resultó inútil, sólo conseguí convertirlo en una mueca que, curiosamente, combinaba a la perfección con la ausencia de todo y la presencia de nada que era, en aquel contexto temporal, el color elegido para los velos que cubrían mi alma... - Sabes que sin ti no puedo vivir... - ... y dejé el entrecot a medio cortar y encendí la radio... deseaba asomarme a la ventana y escuchar una noche de verano, con el canto de los grillos incluido y la brisa rozándonos. - No me sueltes nunca la mano, mi vida... ¡nunca lo hagas! - Es difícil de explicar... me echaba en falta a mí... me extrañaba con tal necesidad que no recordaba si me había ido o, por el contrario, no me había movido mientras todo a mi alrededor desaparecía engullido por la nada cotidiana... - Siempre supimos que ese era el riesgo y, aún así, decidimos seguir adelante. Una relación como la nuestra se merece la oportunidad de vivir, aunque a veces nos cueste lo indecible mantener la esperanza. - Inocente de no ser culpable, quise sentirme... pero era demasiado fácil... A cámara lenta, las manos se juntan y la hoja arrugada de papel se queda dormida entre ambas. Hay escritas exactamente las mismas palabras, pero algo en su lectura ha cambiado... "A nosotros, seres sin tiempo que perder porque la vida pasa rápido... A nosotros, a quienes comprender resulta fácil y, sin embargo, morimos casi siempre incomprendidos... A las noches que no brillan si nuestra piel no se roza... a las estrellas que parecen sentarse en la cornisa... a los búhos... a ti... a mi... que aún disfrutamos embistiendo molinos de viento y soñando sueños que otros creen imposibles... Pero, sobre todo: A ti, que cuando duermes sueñas sueños imposibles mientras me amas... y a mi, que casi nunca encuentro las palabras..." 276 ¿Te he dicho alguna vez? LA MEMORIA DE LOS TRIÁNGULOS I El programa que, ahora mismo, pasan por televisión tiene todos los ingredientes de estupidez necesarios que garantizan el éxito... - ¿Cambiamos de canal, Ainara? - Vale A un lado, marginado e indiferente, queda el mando a distancia de las cinco cadenas que emiten en abierto; el protagonismo pasa al que controla las emisiones por satélite... ciento cincuenta canales que conforman un universo perfecto para el zapping... - ¿Cine, series, variedades o documentales? - Cine... quizás una buena película me saque de la modorra en que me ha sumido este día. - Mientras no me pidas que veamos "Cementerio TV", ese bodrio que se dedica a grabar camposantos de noche y emitirlos, sin música ni nada más que imágenes, de madrugada... - ¡Por Dios!, ¿habrá gente que le guste sentarse frente a un televisor y ver programas así?. No, no me contestes... imagino que habrá porque en televisión la audiencia manda... - En este canal echan "Infiel", pero ya ha empezado... - Buena dirección, diría que excelente... pero la imagen de mujer que trasmite la protagonista no acaba de encajarme. - ¿Por qué?, la escena del regreso en tren después de su primer "polvo" es sensacional... - No sabría decirte exactamente por qué... estoy de acuerdo contigo en lo buena que es esa escena, pero el film necesita de un estereotipo de mujer muy peculiar que no se ajusta a la realidad... es una mujer de cera que vive, aburrida, en un embalaje de plástico y a la que un buen día se le cae la envoltura y se lanza a derretirse como una desesperada... - Pues mira, Ainara, a mi me parece un personaje tratado desde una sensibilidad especial... desde una óptica muy femenina... - ¡Ni loco te lo crees!, pero aplicas la ilógica masculina para standarizarnos a todas... a los hombres os gustaría que fuese así, pero la realidad es muy distinta... - ¡Vale!, pues espera que busco en otro canal... aquí programan "El diario de Bridget Jones"... - ¡Odio esa película! - ¿Por qué? - Porque es como "Thelma y Louise", un subproducto de la corriente pretendidamente feminista que tanto daño nos hace a las mujeres. - ¡Joder!, ¡sí que estás crítica hoy!. - No, piensa un poco Yeray... ¿Qué prototipo femenino nos presenta Bridget? - ¡Sorpréndeme! - ¡Es una imbécil!, una tonta que a sus treinta años se pone ciega de vino porque no encuentra su príncipe azul turquesa y le da por dedicarse a escribir un diario estúpido, misógino y chabacano. - Jejejeje... si te oye Helen Fielding... 279 LA MEMORIA DE LOS TRIÁNGULOS - El colectivo femenino no es más defendible que el colectivo masculino, Yeray... cuando las mujeres nos ponemos a hacer el estúpido lo hacemos mejor que nadie... incluso mucho mejor que los hombres, ¡que ya es difícil!. Y lo ves palpablemente en el puñetero diario de esa pobre ingenua de Bridget, pero se masca también tanto en Thelma como en Louise... Hay una manía que no soporto del feminismo que sale en los periódicos y va a las manifestaciones gays para reivindicarse... - ¿La de que hacen lo mismo que los machistas pero sin darse cuenta? - ¡No es broma!, a mi me parece insostenible un punto de vista de mujer que presente siempre al hombre como un gilipollas inútil y que, a la vez, se crea que ese ser medio imbécil sea capaz de destacar sobre los otros tontos y se presente en nuestra puerta con la única y exclusiva misión de hacernos dichosas, felices y comer todos los días perdices en pepitoria únicamente con nosotras. - Jajajaja... me recuerdas el chiste que la feminista con la falda arremangada y el megáfono en mano que grita: "Todos somos iguales, pero las mujeres somos más listas"... - ¿Y qué tiene de chiste eso...? - Nada, que el borracho que pasaba por allí y que, justamente, era el marido de la oradora responde: "Cariño, ¿si eres tan lista, por qué te casaste con un tonto como yo? - ¿Estás tomando en serio lo que te estoy diciendo? - Si te soy sincero, Ainara... cada vez me siento más lejos de estas discusiones bizantinas. En realidad me parece inmensamente estúpido que, tanto un importante grupo de hombres como otro no menos importante colectivo de mujeres, demuestren tan poca inteligencia. - ¿Y el inteligente lo eres tú que lo ves con claridad todo, verdad? - No, yo tampoco tengo ni la cuarta parte de las respuestas que necesito... pero al menos busco la manera más coherente de ser incoherente... - Ya, tu y tu status de objetor sistemático de la legalidad y, por extensión, de la conciencia social... - No, Ainara... yo y mi manera de entender la vida... que hay personas que, creyéndose poseedoras de la verdad, viven sin entender nada y otras que, porque saben que toda verdad es algo relativo, necesitan comprender para vivir. Ainara se levanta y apaga el televisor, se dirige a la biblioteca y saca varios libros que pone encima de la mesa. Con curiosidad, Yeray, se acerca y le rodea la cintura mientras va leyendo autores y títulos... - "Silencios de Agua" de Aletse Santiago... "Mujer de Nadie" de Belén Pérez de Prado... "Me basta con mirar" de Luci Garcés... "Diario de un anarquista atávico" de Luis E. Prieto... "Corsario de ciudad" de Xabier González... - ¿A que juegas? - Con los títulos de cada uno puedo construir una frase lapidaria... - ¡Demuéstralo! - Por ejemplo: "Me basta con mirar los silencios de agua de cada mujer de nadie para encontrar el diario de corsarias de ciudad frustradas, anarquistas y, además, atávicas" - Jajajaja... lo intentaré yo... "Cada mujer de nadie esconde un corsario de ciudad en sus silencios de agua... y escribe a hurtadillas sus propias fantasías en 280 LA MEMORIA DE LOS TRIÁNGULOS diarios menos anarquistas de lo que quisiera y más atávicos de lo que siempre ha deseado... mientras asegura: "me basta con mirar" y por eso no hace nada" Accidentalmente, dos de los libros se caen de la mesa y los restantes quedan colocados en triángulo - ¿Te has fijado, Ainara?. Sólo es necesario hacer desaparecer lo innecesario para que la armonía se adueñe de los tres restantes... - Hijo, ¡no hay quien te entienda! - No importa... no me hagas caso... imagino que vas a leerlos, Ainara... que lo harás como es tu costumbre: todos a la vez, saltando de uno en otro hasta que los termines todos un buen día... - Si... - Son distintos y todos guardan en su interior, seguramente, textos bellísimos; pero hace falta que llegue el lector que sepa pasar sus hojas, que sepa leer sus líneas... que sepa interpretar sus frases y cada una de sus palabras... En realidad los libros no son tan diferentes a los seres humanos... - Cuando entras en trance místico, Yeray, ¡te pones de un misterioso!. - ¿Sabes?, si alguna vez pudiera convertirme en escritor y publicar "La memoria de los triángulos" quiero escoger a los lectores... no se trata de caer en tentaciones elitistas, ¡que va!, pero no deseo que lo lea cualquiera... siento que, llegado el momento, necesitaría una complicidad más allá de lo racional y hasta de lo imaginable... - ¿Por qué? - Chaplin decía que el amor es la mayor de las frustraciones porque, cuando es verdadero, no puede expresarse con palabras... Un libro, una novela, si se queda prisionero de la cadencia de su lenguaje es una pérdida de tiempo. Los libros "Mar Rojo", con una salinidad tan acusada en su lenguaje que facilitan la flotabilidad del lector, tienen un mérito más que dudoso porque hacen difícil bucear en las entrañas de su mensaje... y una historia que tenga como único aval las palabras bellas con la que está escrita es como confrontar el arco iris con un cuadro de Dali... nadie duda que los colores básicos del arco iris son bellos pero, aunque parezca extremista, son precisamente las tonalidades y las mezclas que descubre el pintor las que crean una imagen de calado espiritual que fascina, además de a los cuatro sentidos, al alma y al intelecto... - ¿Y si mañana hablamos de literatura?. Me apetece un beso... - ¿Te he dicho alguna vez que me encanta que seas una mujer perfectamente imperfecta?. Ni Bridjet Jones, ni Thelma, ni Louise, ni esa de la película "Infiel" cuyo nombre, ahora, ni recuerdo... todas ellas tienen el gran defecto de que hay palabras más que suficientes para describirlas y, por ello mismo, son tan previsibles que me asquean... En el fondo, si te soy sincero, me aburren tanto las "warrior woman", que buscan conflicto permanente con los hombres porque son unas frustradas y unas insatisfechas... como esas otras que yo llamo "mujeres plastilina", que son tan adaptables y moldeables que uno nunca sabe en donde termina el engaño y empieza la certeza... Afortunadamente tú eres tan diferente a todas ellas... - Me lo has dicho muchas veces y, sin embargo, no termino de creerte. - No necesito que me creas... y ahora soy yo el que necesita un beso... 281 LA MEMORIA DE LOS TRIÁNGULOS II Aquel día los pájaros cantaban en silencio, mientras observo a Nurivan y me crece, por dentro, un estremecer tan imperceptible como trepidante... Mentalmente me pregunto una y otra vez si le he dicho que no es sorpresa para mí descubrir que cada día le quiero más. Me sucede a menudo. Sin embargo me sorprende de tanto en tanto esta imperiosa y suicida necesidad mía de saber más de él, de sus más íntimos pensamientos; ansia de meterme en esa mirada suya donde sé que no estoy yo, entrar a ese terrero que sólo le pertenece a él y donde no cabe más que un alfiler o, como mucho, un mar de incógnitas. La guitarra y él, sus dedos se deslizan a veces con suavidad y a veces con fuerza sobre las cuerdas, como cuando toca mi cuerpo, mientras que con los ojos semicerrados se pierde en cada nota nacida y aún en las que esperan su turno para nacer. La música y él armonizan como su piel y la mía sobre las sábanas, con denuedo Y yo sigo observándole a cierta distancia; tan ensimismada que, quizás, de tanto mirarlo no me doy cuenta que ha terminado de cantar. Presiento que esta tertulia por su cumpleaños será - ¿Alguna canción en especial, Zoé? - Sin miedo a nada - ¿De quién es? - No sé, creo que de Alex Ubago - No la conozco - Es muy bella. - ¿Cómo va? - Sólo medio me sé el estribillo que dice algo así como "Me muero por conocerte, abrir todas tus puertas, vences todas esas tormentas que nos quieran abatir, sembrar en tus ojos mi mirada, cantar contigo al alba, besarnos hasta desgastarnos nuestros labios, y ver en tu rostro cada día, crecer esa semilla, crear, soñar, dejar todo surgir, aparcando el miedo a sufrir " - Pues no la sabes tan mal, y sí, la he escuchado, pero no me la sé, reina - ¿Reina? Ufffff, párale Nurivan, no te me pongas cursi - Jajá jajá, ¡Violeta! Mira que ahora Román no deja de decirte "princesa" y yo no veo que hagas mueca alguna Ocho o diez personas a nuestro alrededor.. ¡qué importa!, es todo un mundo. Risas, viandas y un buen vino en la mesa del centro. Me gusta esta calma pletórica de Zoé entre tanto bullicio, como hoja de flamboyán divirtiéndose en una corriente de río; y esa sonrisa de aquí estoy pero no me veas que me lanzo a hurtadillas, como niña traviesa tras una paleta. Conozco ese gesto tan mío y tan de ella-yo, ese de acariciarse disimuladamente las rodillas desnudas apenas con las yemas de los dedos, las piernas cruzadas como una invitación postergada... ese tomar la copa y dilatar el sorbo en la boca, degustando el saber que la desean Yo, Zoé, analizo a Zoé mientras pasa lentamente su lengua por la orilla circular del cristal y el pecho se ensancha, acecha, reclama veo como nuestro aroma se cuela entre todos los demás para llegarme como bofetada con guante de seda, profundo Pero está Violeta y se encarga de romper el instante con una pregunta dirigida a la Zoé que ve, sin darse cuenta de que la Zoé oculta se desvanece con 282 LA MEMORIA DE LOS TRIÁNGULOS cada una de sus palabras hasta que pierdo su mirada. Dejo que termine mientras acurruco a mi otro yo en los valles interiores de mis nostalgias; compartirla es algo que nunca quiero porque me sentiría desnuda y vulnerable. No recuerdo qué preguntaba Violeta, sólo sé que Nurivan me hace un guiño mientras habla. - ... si me lo permiten, yo quiero cantar la canción con la que dice Zoé que la conquisté ¡"El día que me quieras"!, contesto adelantándome a todos. El día que me quieras Me pregunto si aún se ponen celosas las estrellas cuando nos ven pasar, o ya les somos tan cotidianos que bostezan nuestro encuentro - ¡Que suerte tienes Zoé!, tu esposo es tan encantador que... Ultimamente me pongo celosa con las atenciones exageradas y los elogios siempre a punto que Violeta le regala a Nurivan. Y él que se deja querer Quizás por eso le oigo cantar pero lo siento muy lejano cuando está en su papel de popular, poco más que una fan de tercera fila y, sin embargo, tan orgullosa de él. Si no fuera porque sé que no es muy afecto a estas tertulias, pensaría que está disfrutando. Espero que al menos él lo esté gozando; nos hace bien airear nuestra relación, salir un poco de ese capullo que, a fuerza de sorpresas, hemos construido y donde nos sentimos mariposas. Pero no quiero engañarme. Cada vez nos cuesta más compartir nuestro tiempo con otros, en grupo como si el tiempo se nos estuviera acabando y no quisiéramos desparramar ni un segundo. La vida, como el mejor vino él es del más fino y me dejo embriagar con esas burbujas de estrellas que desprende nuestra canción de antaño Termina de cantar, y Violeta le da una palmada en la espalda buscando esa sonrisa cómplice que Nurivan le regala - Gracias, público conocedor - Jajá jajá, Nurivan, eres encantador cuando te quitas tu traje de serio - Siempre soy serio, Violeta ¿o no es así, Zoé? - Pues si tu lo dices, corazón Con ese si tu lo dices, corazón rebotando, de pared a pared, en la estancia pasan al comedor y dejan los acordes de guitarra. La mesa está servida, Zoé se ha lucido con la cena; sobre todo porque a Zoé le cuesta lo suyo meterse a la cocina No falta ni un solo detalle. Flores frescas al centro, la mejor vajilla, y la comida preferida de Nurivan: salmón a la pimienta y alcaparras, con guarnición de champiñones. La conversación gira alrededor de los últimos acontecimientos políticos del país, y estos llevan ineludiblemente a temas internacionales. Diferentes puntos de vista respecto a lo que es la globalización aderezan la velada. Zoé está allí, pero a distancia. Hoy, para variar, le apetece observar tras bambalinas, dejar que sean otros los que arreglen el mundo. Hay días en que, inexplicablemente, la caída suave de un vestido rojo sobre los hombros de una mujer, resuelven todos los enigmas He perdido la ruta perfumada de Nurivan casi sin darme cuenta de que alguno de los dos, en aquellos momentos, estaba alejándose; le veo, le escucho... ahora que se enfrasca en la conversación hablando de derechos humanos y solidaridad entre las razas. A mí me gusta su piel... el saberla sin conocerla por completo. Moriré sin abarcarla por entero, pero amándola sin remedio 283 LA MEMORIA DE LOS TRIÁNGULOS La velada termina como a eso de las tres de la mañana. Los platos quedaron sucios en el fregadero. Violeta y Román fueron los últimos en partir; la última en llegar al dormitorio fue Zoé, con el pelo tan suelto como cada uno de sus deseos confesables y aún inconfesables - Si las circunstancias me lo permitieran, en este momento me inclinaría y te besaría los pies - ¡Nuri! ¿Hablas en serio? - Por completo Cada día trae su propia sorpresa, impredecible, como cuando llega un aroma lejano, a canela o de jazmines, o de mar des-limitando sus orillas e invadiendo tu terreno... y te llenas los pulmones, cierras los ojos, aspiras, y ves como pinta todas tus velas y tus barcas, de certezas. Hoy Nurivan ha pintado todo el horizonte; o la sorpresa puede ser un colibrí, que perdiendo el rumbo entra en tu recámara y revolotea desesperadamente sus pequeñas alas, agotado, en el vidrio de la ventana. Ese colibrí imaginario que tomas en las manos, con exquisito cuidado y la esperanza de no hacerle daño, para maravillarse con la perfección de sus colores, con su diminuto y alargado pico... para sentir su calor chiquito, su palpitar chiquito... ¡todo tan chiquito y a la vez tanta grandeza y hermosura entre tus manos!. Es entonces cuando te das cuenta de que en el minimalismo reside la clave del ¿te he dicho alguna vez? y, en trance, sales a la terraza y lo liberas... lo dejas volar libre y se pierde tu mirada en su precipitado vuelo... siempre con la esperanza de que vuelva siempre con el temor a que las migajas de pan-cariño con las que le señalas el camino de regreso no alcancen a verse desde ese espacio en el que bate sus alas al alejarse... La luna saldrá también hoy, aunque las nubes se empeñen en ocultarla tras una cortina de lágrimas. Ser rezada y besada en los pies es mucho más de lo que yo merezco - ¿Te gusta mi negligé nuevo? La coqueta pregunta de Zoé se desvanece en el aire; la prenda de seda negra ya está en el suelo. La noche les regala una velada más, sin miedo a nada y con todo eso que no se han dicho nunca pero que se acuesta, mientras hacen el amor, con ellos y en su misma cama... III - Enciende la luz que hay en mi aunque yo no la imagine, déjate caer de lado mientras yo me pongo de rodillas... Y abrázame, como cuando nevaba y aún éramos niños... - Sí, sentémonos al calor de la noche, arrebujados bajo una sábana de tú y yo, sin nada más que tu piel rozando la mía y el fuego dibujando deseos en las telarañas de ese adiós sin ira que, desde siempre, divisamos mientras nos mira... - Dime un verbo - Comprender... 284 LA MEMORIA DE LOS TRIÁNGULOS Acercarse al equinoccio invertebrado del suéter de lana y luna que se desliza... del suave roce de mis dedos meñiques al pagar el peaje de tus axilas... de mis labios entre el lóbulo de tu oreja y un cuello que me ofreces para que, siendo siempre tuyo, jamás deje de ser mío... - Enteros, pares... los dos... - ...tú entre unos dedos míos que se hacen ojos y por los que respiran mis suspiros. - Dime otro - Encontrar... Rescatar las palabras que son Génesis y Apocalipsis; sobre libros de Salmos, abrazar el infinito hasta no saber si el uni-verso es uno o hay un choque de galaxias que, poco a poco, se aproxima... - Otro más - Percibir... Capturar ratones que corretean por las venas convertidos en hormigas... latiendo latidos... erizando el vello... convirtiendo en un mar de de sal licuada el amar a-mares; ese que uno nunca sabe cuando empieza, pero sí cuando termina... - ¿Me das el cuarto? - Deshojar... Con cuchillos de ceniza, cortar el acero hasta conseguir que el alma se destierre al país de las mil y una maravillas... y, un jadeo más tarde, cargarla en carromatos de azúcar mientras, entre la extenuación y la felicidad, nos deletreamos cada centímetro de deseo con esas letras especiales que construyen las palabras más imposibles... - El último... - Prometer... Con miradas que jamás podrán ser descritas, que no existe mejor manera de soñar que la de dormirnos en el menor espacio posible... siempre bajo ropajes de nada, saltando hacia el vértigo de la tibia sensación infinita que nace entre el beso que te doy en la nuca y esa mano tuya que aprieta, contra tu pecho, la mía... - ¿Para siempre? - Todas las noches... de todos los días... Rebélate... cierra con fuerza los labios y mírame con los ojos más dulces que jamás hayan existido... convertidos en páginas en blanco, escribámonos al unísono... sentados nuestros cuerpos al calor de la vida, arrebujaditos bajo una sábana de tú y yo, sin nada más que tu piel rozando la mía y el fuego dibujando deseos en las telarañas de ese adiós sin ira que, desde siempre, divisamos mientras nos mira... - ¿Escuchas? - Si - Es el viejo del acordeón, el que estaba en la esquina cuando subimos... - Es una bella canción, una bella melodía 285 LA MEMORIA DE LOS TRIÁNGULOS - Canta conmigo... "Y ahora, sin dejar que pase ni un segundo más... convertidos en sal y perejil, o en certezas de pimienta y en locuras verde oliva, mezclemos a golpes de a-mares en el almirez de madera la parte de tu vida que me pertenece y la parte que es tuya, de la mía Y , ¡que no se te olvide!, abrázame como cuando nevaba y aún éramos niños..." 286 El séptimo amanecer LA MEMORIA DE LOS TRIÁNGULOS I Despertó aquel séptimo amanecer y Ainara no estaba a su lado; sintió tanta soledad que pudo ensillarla y cabalgar en ella hasta vértigos de ausencia jamás imaginados. Miró el reloj sin encender la lámpara de la mesita, las agujas reflectantes marcaban las siete y cuarto... en apenas quince minutos llegaría, tendría que darse prisa y preparar la leche, el café y las tostadas. La oye llegar, con esa misma sonrisa que le regala cada mañana desde hace más de veinticinco años. - ¿Qué tal la noche...? - Mala... quirófanos... partos... una extracción... - La mía tampoco fue buena... - ¿Por qué...? - No dormías a mi lado... No son ni las ocho; sobra una cantidad considerable de espacio en la cama. Ainara se duerme sin más palabras que una secuencia de besos rimados; Yeray cierra los ojos, trata de soslayar ese sentirse culpable que le asalta cada vez que la ve regresar cansada. Se queda inmóvil hasta que se le duerme el brazo sobre el que reposa la cabeza de Ainara; lo retira con cuidado y decide levantarse. Deja que una ducha sin detalles le despierte del todo; se viste y sale en dirección a su estudio, con prisa llena de desgano y nostalgia. Su reloj de pulsera le avisa de que ya son las dos de la tarde, hora de despertarla... - ¿Y si almorzamos fuera de casa? - La verdad es que no me apetece... ¿por qué no tomamos algo fácil y nos quedamos en el sofá toda la tarde? - Vístete entonces, prepararé algo mientras lo haces... Queso, jamón serrano, espárragos y pimientos de piquillo llegados de Navarra... algo de ensalada, lechuga y tomate, y pan-trigo para completar ese bodegón que nadie había pintado. - ¿El café lo tomas en el salón? - Si, mientras lo tomo ¿pones música y me lees algo? - ¡Fíjate que tenía pensado hacerlo!, hasta imprimí un texto que publicó una sevillana, Marila López, en internet... se titula "Siempre quedará tu voz"... Música de cumbia, suave, bajito, como chispitas que caldean poco a poco la estancia; la lectura del texto coloca cada palabra en la pared, como si fueran cuadros expuestos en una pinacoteca... ansiosas de que alguien escuche sus texturas y lea sus colores con la mirada. "Aunque decidas no volver a tomar el arco de tu pluma para interpretar una nueva melodía en el violín de los sentimientos... Aunque quieras enterrar tus manos, tus ojos, tu piel para sentirte libre; apagar amaneceres, arrinconar puestas de sol, palabras sin hablar, palabras hondas que llegan más allá de las rutas de la seda. Aunque desaparezcas de la vida de los sueños y te sumerjas en la vida real, mucho más lejana que la ensoñada. 289 LA MEMORIA DE LOS TRIÁNGULOS Aunque te escondas entre la hiedra que trepa las fachadas de otras cosas, de otras casas, de otras ventanas, de otras vidas... Siempre quedará tu voz, tus escritos que dicen, que cuentan sueños que nadie como tú sabe contar, porque nunca podrás ser uno más. Nadie sabrá llegar como tú, a esos rincones sensibles que jamás sospechaste pudieran existir. Hoy después de beber de tus letras una vez más, de tus letras convertidas en voz, susurrando: mi pequeña... con un beso y una flor. No puedo dejar de decirte, qué vayas donde vayas, tomes el camino que tomes, tanto si decides a partir de ahora pintar paredes, hacer abanicos, arlequines o simplemente mirar los girasoles. Siempre, siempre me quedará aquello de "a tu lado quiero morir cuando de verdad me muera". Siempre, ¿me oyes?. ¡Siempre!, aunque te enfades, aunque protestes... ¡Mejor no digas nada!. Siempre me quedará tu voz. Siempre me quedará tu huella..." El silencio camina, como un funambulista, sobre el alambre de humo que deja escapar la colilla apagada, a medias, en el cenicero de barro. - Es precioso... dice todas las palabras que yo siempre quiero decirte, Yeray, aunque te canses de escucharlas. - Si alguna vez no estoy, búscame... estaré muriendo de frío y de ti, esperándote cada séptimo amanecer y deseando que llegues para rescatarme. ¡Nunca olvides que es cierto!, ¡que sólo a tu lado quiero morir cuando de verdad me muera! El resto de la tarde carecía de importancia... II - ¿Te leo algo, Nurivan? - ¿Qué es? - Es el comentario de una lectora, Elizabeth Quezada, a una novela que se titula "La memoria de los triángulos"... - Como quieras... pero sólo si te desnudas y dejas que te vista la piel de saliva. - ¡Así no podré concentrarme! - ¡Hum!, ni yo tampoco... probemos de otra forma... ¿te desnudas y te masajeo las plantas de los pies mientras lees? - ¡Siiii...! Desnudarse, para Zoé, es un arte. Convierte cada paso en un cuidado espectáculo porque, aunque no lo confiese, le divierte y excita sentir como el erotismo que desprende va llenando el espacio. Nurivan la contempla embobado, es el séptimo y último día de estas vacaciones que han decido tomarse. Todas las prendas, aún las más íntimas, reposan sobre la silla; Zoé aprovecha que una de ellas ha resbalado hasta el suelo para, al agacharse, regalarle a 290 LA MEMORIA DE LOS TRIÁNGULOS Nurivan una esplédida y excitante vista panorámica... - Si quieres que te escuche, mejor dejas de provocarme... Zoé se ríe y arruga la nariz con esa picardía que utiliza siempre que se siente deseada. - ¡Pues como que no mires! - ¡Que te crees tu que eso es tan fácil! De espaldas a él y en sentido inverso, se estira en la cama. Recibe, con los ojos cerrados, las primeras caricias en los tobillos... sacude la cabeza y empieza a leer: "Con mi pareja me siento amada, reina, princesa... me siento una diosa y no aceptaría que fuese de otra forma, pero no es suficiente ni acaba de llenarme. Suficiente para mí, es tener a un hombre con quien pueda conversar de mis interioridades, de mis fantasmas, de mis proyectos, que me entienda y que sea dos conmigo y que no me crea su mitad. ¡Yo no soy mitad de nadie!. Quiero que respete mis silencios, así como yo respeto los suyos; que no trate de cambiarme... que me deje respirar. Lo más importante del amante, es que lo da todo sin pedir nada a cambio, excepto una cama de deseos en pétalos y de orgasmos verdaderos. Amante y amada se dan por entero... se hacen indispensables hasta que dura ese amor... los amantes se hacen artículos de primera necesidad. El hombre que tengo en casa cree en los conceptos arcaicos de las relaciones hombre-mujer... o sea, que la mujer sea sumisa, ama de casa y apegada a los valores tradicionales: "el hombre es de la calle y la mujer de su casa". No sabe que es parte de un triángulo-cuadrilátero y que su mujer, sin salir de casa, ama en la distancia a ese amor imposible que también la hace reina, amada, deseada... que, en definitiva, la hace completa... que, para concretar ese amor, tiene que viajar muchas millas en avión y que son tantas las ganas que se satisfacen por todo un año de escasez de caricias y de miradas deseantes. Y más que la fuerza del cariño, yo digo que es la fuerza de la distancia... de lo que no se tiene a la mano... de lo prohibido... de la trasgresión que significa tener lo que muchos desean toda su vida y jamás logran realizarlo. Si, indiscutiblemente, "hay cariño" porque, si no fuera así, ¿cómo reflejarse en los ojos del amado amante?. ¡Cuánto me reflejo en los amaneceres de Yeray con Ainara y en la fuerza de ese sentimiento que les hace adorarse!" Le roza las pantorrillas con una mano; la otra hace ya un rato que, descuidadamente, se ha detenido en la misma comisura de sus labios. Zoé trata de sobreponerse a su humedad, a no pensar en ella porque necesita escuchar la opinión de los labios de Nurivan. - ¿Qué opinas? - Que soy tu mejor amante... - ¡Eso te lo crees tu, presuntuoso!. Anda, dame tu opinión o te leo el comentario 291 LA MEMORIA DE LOS TRIÁNGULOS de otra lectora a la misma novela... - Hazlo, así opinaré de los dos conjuntamente... - Este lo ha escrito Issa Martínez, es justamente la visión contraria... Vuelve a leer, aunque le cueste un gran esfuerzo concentrarse. "El amor, la convivencia en pareja tan de todos los días. Con las magias perdidas. Con tan solo el lastre en que se transmuta la rutina. El deseo que se convierte en necesidad de crear, de inventar, de descubrir un rayo de luz diferente a la que siempre alumbra nuestro entorno familiar. Hombres y mujeres, que deslumbrados por enamoramientos caemos, nos enredamos, cerramos nuestros ojos y nuestros oídos. Pasados los años, descubrimos la realidad y nos sorprendemos... nos sentimos atrapados entre amorosos mitos. Y, a partir de entonces, llevamos una doble vida, real o imaginaria; un disfraz para la familia y una máscara distinta para los amigos. Buscamos cualquier salida para evadirnos. ¡Es tan difícil el amor!, es tan frágil, tan abstracto y no por eso deja de ser genuino. Tal vez el misterio radique en la aceptación a esos cambios que son esenciales en nuestras vidas. O quizá el "amor" de película, al que tan acostumbrados estamos y al que tan estúpidamente idealizamos, sea un invento nuestro y, tal vez, el más cercano a la inexistencia. Al igual que muchas mujeres, mi vida se refleja en un espejo con tres caras... mi amado esposo del lado derecho... la esposa y madre en el centro... y, del lado izquierdo, la magia, las alas voladoras, el azul siempre soñado, mi individualidad, mis sueños incompartidos, mi esencia; todo eso que tan incompatible resulta con las otras dos caras de mi espejo..." Casi no puedo terminar, Nurivan la está llevando hasta el éxtasis por autopistas disfrazadas de caricias y masajes. - ¿Te quieres estar quieto un momento? - ¿Por qué...?, ¿no te gusta...? - Me gusta demasiado... - ¿Entonces? - Quiero conocer tu opinión... - Ten paciencia, mujer... estoy en ello, cierra los ojos y escucha mis manos... La arrastra hacia su pecho y la besa, Zoé ni intenta resistirse a la salvaje necesidad de sentir como Nurivan encaja en ella. Desaparece la noción del tiempo y del espacio; hay un flotar que se le antoja líquido, un deseo absolutamente mimético en ambos. Quedan exhaustos sobre la manta; en un susurro, apenas perceptible, Zoé deja escapar una lágrima... - ¿Sabes, Elizabeth?, Ainara no tiene todos los amaneceres aunque ella crea lo contrario... 292 LA MEMORIA DE LOS TRIÁNGULOS III - Hoy te toca hablar a ti, quiero escucharte; saber de esos tus recuerdos nuestros... - Me apetece hacerlo... - Empieza... Se acomodan, encienden cigarrillos y mezclan las volutas de humo en un abrazo que tiene mucho de juramento. Para ambientar la escena, mentalmente retroceden al momento exacto... - Estaba en el balcón, pintada en mis pupilas la curiosidad de ver una calle a la que regresaba de nuevo, después de imaginarla mil veces; deseando el abrazo que me regalaste por sorpresa... - ¿Y...? - Pensé: aquí estoy, haz de mí lo que quieras; seis días de mi vida para ti, entregándote mi languidez con la misma soltura de los rayos del sol, al empezar a colarse por debajo de las cortinas. Sentí: este lugar y la habitación son nuestros y lo han sido siempre, no importa que no tengamos factura ni derecho de antigüedad; simple y sencillamente, son nuestros... sus colores, su balcón, sus arrugadas paredes... - Hicimos el amor, ¿recuerdas cuantas veces?, rezándonos... con devoción extrema. - Perdí la cuenta, te confieso.... Sólo sé que las llamas de las velas que nos regalamos, exhaustas por la contemplación de nuestro fuego nocturno, agradecen el relevo de otra luz para que nos alumbre tenuemente. El olor a jazmines se ha ido a dormir sus pétalos a otra parte; ahora la fragancia es de lavanda y esencias de canela. Nuestras ropas por el suelo se me antojan barcas abandonadas y el perfil de tu figura desnuda, de pié, mirándome a cierta distancia, me estremece. Cierro los ojos... El séptimo amanecer nos vuelve a sorprender como una cuenta atrás que marca las horas, sutil pero persistente, por más que escondimos los relojes y tratamos de que el tic-tac no matara nuestro sueño.. - Quedaban apenas horas y una tarea pendiente... - ¡Si!, ¡temía el que no la hicieras!, ahora sé que fue y es una necesidad tan mía como tuya... tan nuestra... - Fui al baño; regresé con un vaso de agua, la espuma de afeitar y una maquinilla nueva... - Me doy cuenta de que no me asusta el artefacto cómplice que ahora tienes en tus manos expertas; te confieso que pensé: "que me mueras más, se me antoja imposible". Pero avanzas hacia mí y distingo más nítidamente tu rostro, tu mirada de "perdóname la vida porque te quiero tanto" - Yo te digo: "¿tienes frío?"; tú me respondes: "no, amor". La secuencia del breve diálogo termina en un capcioso: "¿entonces, por qué tiemblas?". - No te respondo, sé que tus ojos me están gritando la frase entera: "perdóname la vida porque te quiero tanto, que yo te perdono la tuya porque sé que me quieres igual"; y me sonríes, sintiendo el triunfo asegurado, cuando mi sonrisa te devuelve mi certeza de que en ningún momento he sentido pérdida alguna. Los dos hemos ganado, y un "te amo" se cuela por cada uno de los poros de nuestra piel. 293 LA MEMORIA DE LOS TRIÁNGULOS - No necesitamos las palabras para acortar la distancia, para encontrar ese tiempo que sólo es nuestro, que sólo a ti y a mi nos pertenece. Pero la vida no se detiene y ahora, como en las películas buenas, las palabras son aquello que hace de cada intermedio un tiempo soportable... difícil pero esperanzado... de otros, sin dejar de ser muy nuestro... - Y comienzas por acercar a la cama todos los elementos que utilizarás en este último rito que insistes en regalarme y yo desesperadamente deseo, en el umbral de un adiós que nos espera a la vuelta de la esquina. - Si, la puerta de un taxi obscenamente abierta será testigo, unas horas después, de las palabras no dichas en su momento, atoradas en nuestras gargantas como ahora se detienen nuestras vidas cada vez que nos separamos, aunque sepamos que en ese mismo momento empieza un nuevo regreso... - Un beso en mis labios, tranquilizante y traicionero al mismo tiempo, mientras me susurras con ternura: "me encantas, gracias por permitirme hacerlo"... "me apetece tanto como a ti" logro balbucear mientras desapareces y empujo la almohada bajo mi cabeza para verte... - Me reprocho una y mil veces el no haber llegado antes. Aunque fuera un segundo, una hora, un día, o ¡toda la vida!, pero es un tiempo que robé estúpidamente al "nosotros" y quiero que lo sepas. - ... entre mis piernas abiertas. Para sentir como pasas los dedos lentamente por donde, en unos segundos, habrás de cubrirme con espuma... un leve gemido traiciona al silencio, que también nos observa extasiado. Un escalofrío nuevo, que jamás imaginé, me trepa de pies a cabeza y se posa en este gesto mío, en mis manos crispadas que se agarran a las sábanas... en mis labios que muerdo. Voy sintiendo como me cubres de espuma, como dejas que intencionadamente alguno de tus dedos me explore y me excite... tiemblan mis muslos y en mi vientre se han citado todas las hormigas del mundo... me dices: "relájate, todo saldrá perfectamente"... protesto: "¡no puedo!, ¡es imposible!, ¿cómo voy a relajarme si rozo la locura con todo esto?"... me acaricias con ternura y me preguntas: "¿te doy primero un masajito?"... desesperadamente te contesto: "¡ni lo sueñes!, ¡continúa!, ¡no te entretengas!" - Me concentro o trato de hacerlo. No dejo de imaginarte con las dudas que comentaste cuando surgió la idea; sé que te preocupa escribir la siguiente línea... el riesgo que conlleva dejar huellas que delaten mi paso por tu vida... por eso te acaricio con la mirada, como diciéndote que estamos firmando un pacto de sangre... escenificando el momento en que nace la frontera entre un antes de cada uno y un después que sólo es nuestro... - Deslizas delicadamente el filo de la cuchilla que ha de dejar desnudas mis partes íntimas, con el mismo cuidado que emplearías en trazar las líneas de un triángulo perfecto en un examen de geometría. Primero un lado, luego el otro, arriba, aquí, allá... y, por fin, me relajo completamente. Vences todos mis escrúpulos, derribas todos mis esquemas, siento que te conozco de toda la vida. Te escucho lejos, si es que acaso estás hablando, pues vienen a mi mente las risas compartidas, los besos, las caricias, las interminables caminatas bajo una luna que no es la nuestra... - ... luna que no es la nuestra. Sí, lo mismo me pasa a mí, regálame tu memoria hasta que nos vuelva el respiro. 294 LA MEMORIA DE LOS TRIÁNGULOS - Te escucho decirme "no te duermas" y responderte con excitación: "¡imposible!, ¡ni modo de que eso suceda!"; aunque estuviera sobre una mina, contigo me siento a salvo. Y te alejas un poco, observas los resultados con ojo clínico; me miras desde un ángulo, desde otro... frunces un poco el ceño y vuelves a la carga. Muy parecido al desmayo es este dejarme hacer; inerte animal ante su cazador de mirada hipnotizante, de movimientos leopárdicos, pero tu arma es la ternura... podría quedarme aquí toda la vida, en este tiempo que es nuestro sin pertenecernos, amor... a merced de tus dedos que ahora comprueban la suavidad de mis labios inflamados, urgidos de los tuyos... - Aún hoy, casi puedo percibir tu rubor, tu respiración levemente agitada, al dejar rodar sobre las hojas toda tu esencia, impregnándola de latidos, de suspiros, de ansias... Sigue, lo necesito... - Asomas tus ojos, que quedan enmarcados entre mis muslos temblorosos. "Bello panorama", me comentas pícaramente y solo acierto a replicarte: "la belleza eres tú". Y esa sonrisa pícara, que a veces esgrimes, me comunica que has terminado tu obra; siento mi desnudez al borde de la cima, arqueo un poco el cuerpo y te digo ven... pero te veo alejarte por el pasillo, Cierro los ojos con los últimos vestigios de fuerza que me quedan después de una noche en vela; los abro al sentir como elevas mis caderas y pones debajo una toalla blanca. Con toda la parsimonia perversa de quien sabe mi extremo deseo, pasas sobre mi piel, mi vientre, mi entrepierna, una esponja con agua tibia... evitando mi sexo, prolongando este morir en tus manos, este nuevo querer ser poseíble, quedarme sin nombre, sin señas, sin límites; implorar que sean otros los líquidos que apaguen mi fuego sin que termine la agonía... Sólo acierto a exhalar un entrecortado "Amooor", al que respondes con tierno: "mi cielo". Son mis palabras de "¡basta!, ¡basta!, ¡no puedo más!" las que te dan la señal inequívoca y te hundes en mi, clavándote en mi memoria por siempre... - ¿Sabes?, yo también te extraño. Sin ti ya nada tiene sentido... - Cierro los ojos para respirar más profundamente el olor a sexo... El séptimo amanecer se está haciendo mayor y apenas queda tiempo... - Sí, el amanecer se hizo mediodía... la realidad, un sueño que sigue existiendo... 295 El secreto de las fotografías LA MEMORIA DE LOS TRIÁNGULOS I Uno a uno, como cuentas de un rosario o estaciones de vía crucis beato, van pasando de la estantería y reposando, con sus tapas abiertas y las entrañas al aire, sobre la mesa que tiene el color de la caoba pero es de castaño. Hay muchos, posiblemente uno por cada año de los casi treinta que llevan coleccionado casi sin enterarse. - ¡Como pasa el tiempo, Yeray!. ¡Como se escurre entre los dedos casi sin que nos demos cuenta...! - Instantes perdidos jugando a la comba con momentos inolvidables... El álbum fotográfico del setenta y seis está prácticamente nuevo, como si las visitas recibidas fueran tan escasas que ni dejaron huella en sus páginas; en cambio, el del ochenta y también el del dos mil se notan ajados y manoseados. - Ainara, ¿te das cuenta?. Siempre dicen que las fotografías inmortalizan instantes; en realidad es una afirmación equivocada porque la inmortalidad debe ser algo mucho más importante. - Quizás dentro de quinientos años... - ¿Quinientos años?, ¡ja!, ¿quieres que te diga lo que pasará probablemente con estas fotografías cuando pasen cinco siglos? - ¿Qué se hayan perdido? - No, mujer... seguro que las que queden estarán en cualquier local de mala muerte, de esos a los que acuden los coleccionistas para comprar fotos vivas de personas que han muerto hace muchísimos años... - A veces tienes un humor más negro que el betún de los zapatos. - Como quieras, pero no me extrañaría que las fotografías que no se hayan perdido terminen en una de esas páginas de internet dedicadas al "vintage". Ainara acerca aún más su silla a la de Yeray, la idea de un retorno a los años pasados estimula su piel y termina convirtiéndose en un escalofrío inevitable. El azar juega sus cartas y el álbum elegido es el de color verde metalizado; corresponde a un año en la década de los noventa, es relativamente reciente en tiempo y tiene menos páginas que ninguno de los otros. Resulta extraño ver como Ainara y Yeray se miran y dudan, como si el contenido les intimidara; finalmente la primera de las hojas queda a la vista... - Cuatro generaciones en una sola fotografía... cien años reunidos en una instantánea. - Tu abuela, tu madre, tu y yo, nuestros hijos... tu padre no está pero puedo verlo en tu mirada... es increíble que la muerte no se lleve de los ojos a quienes queremos con el alma... La siguiente página precede a la tercera, luego llega la cuarta y así van sucediéndose... hasta que con la última se esfuman unos recuerdos y otros van apareciendo sin que ninguno de los dos haga prácticamente nada. - Falta una fotografía, Ainara... o, quizás, varias... - No, Yeray... ese año se detuvo en Mayo... - Se detuvo en Marzo y aún diría que antes. Desde la perspectiva de ahora mismo, ese año acabó en el preciso momento en que dejaste de verme invencible y creíste que jamás podría recuperarme... 299 LA MEMORIA DE LOS TRIÁNGULOS - Fueron momentos muy duros, extremos... ¿No te has parado a pensar que hay veces en las que uno piensa que el único futuro que queda ya pertenece al pasado? - Creer, Ainara... esa fe indestructible que mueve montañas es lo que alimenta el espíritu de los que caemos cien veces y conseguimos levantarnos ciento una... ¿Te diste cuenta alguna vez de que yo lo sabía? - No lo sé... sólo puedo asegurarte que, en aquellos momentos, no dudaba de que estabas haciendo un esfuerzo sobrehumano pero que creí inútil porque, con el corazón te lo digo, se te veía tan indefenso, tan hundido, tan desesperanzado... - Remontar el vuelo sin que aquellos que siempre confiaron en uno te digan, aunque sólo sea con la mirada, que siguen y seguirán haciéndolo es... ¿cómo te diría yo?, ¿cómo podría explicártelo? - Morir... imagino que esa es la palabra exacta... - Más que eso... mucho más... ¿dónde estabas? - Contigo, siempre contigo... dejando de ser una flor de invernadero o, al menos, intentándolo desesperadamente... - ¿Y los años que siguieron?, ¿crees que realmente merecía que cada proyecto se mirara con una aparente lupa de sensatez que nunca fue más que el puntillismo de la desconfianza? - Si, pero con matices muy subrayados... ahora mismo, el tiempo te da una razón que en aquel momento no tenías... no hay la misma perspectiva cuando tienes delante a alguien acorralado que la actual... ¡no es tan difícil entenderlo, carajo!. ¿Qué querías que hiciese?, ¿qué me quedara con los brazos cruzados y esperando a que reaccionaras? - No es eso, Ainara... dime: ¿qué lograste para que hoy puedas sentarte ante mi y decirme que no te quedaste con los brazos cruzados? - Creí sentirme útil... capaz de sacarte a ti y a nuestros hijos adelante... insegura y temerosa pero decidida a luchar sin desmayo... - Creíste... sí, pero te repito la pregunta: ¿qué lograste? - No estoy segura de haber logrado nada... - Yo te lo diré: conseguiste hacerme soportar una presión que nunca llegarás a imaginar... eso ha cambiado mi perspectiva de la vida, sigo siendo el mismo que cuando tenía quince años pero he aprendido que, incluso entre dos personas que se quieren y adoran, lo importante nunca son las intenciones y sí los resultados que pueda uno poner sobre la mesa cuando, por la razón que sea, hacen falta más hechos y menos palabras de esperanza - Exageras... y lo haces de una manera que hiere... - No exagero y no pretendo herirte, simplemente trato de que no se corra un tupido velo sobre varios años de nuestra vida como si no hubieran existido. He llegado a sentirme soportado por quienes yo deseaba que me arroparan y confiaran en mi sin reservas... y eso es muy duro de sobrellevar, Ainara. - ¿No has pensado que yo lo único que quería era protegerte?. Es difícil de explicar, Yeray... pero ni los inconvenientes que te planteaba cada vez que te sacabas de la manga un nuevo proyecto... ni lo que tu llamas etapas de celos... - ¿Lo que yo llamo "etapas de celos"?, ¿crees que no tengo razón? - No, no la tienes... nunca la tuviste ni nunca has entendido que estoy totalmente segura de que jamás otra mujer podrá ocupar mi lugar en tu vida... ¡No te equi300 LA MEMORIA DE LOS TRIÁNGULOS voques!, aunque estuvieras con otra mujer yo sé que tu sabes que es a mi a quien pertenece tu alma; ¡nunca lo he dudado!. Es algo mucho más complejo... es la sensación de que no estaba aportando lo necesario para mantenernos unidos y que, tarde o temprano, lo más lógico es que abandonaras un entorno lleno de problemas y buscaras un lugar y una compañía más agradable. - Me conoces poco... ya sabes lo que me fascinan los retos... - ¡Que equivocado estás!, te conozco al dedillo... para mi no tienes secretos... - Mientras existan las cosas que nunca te he dicho, ¿para que quiero tenerlos contigo?; en realidad los secretos no son ni prácticos ni útiles porque es difícil que quien los tiene decida cuando han de dejar de serlo... - ¿Y las cosas que nunca me has dicho...? - Diría que son cosas nuestras que, por el momento, sólo a mi me pertenecen. Para todo existe un tiempo, Ainara... pero creo que no me iré a la tumba sin decírtelas todas... - ¿Me dices alguna ahora?, por ejemplo... tengo mucha curiosidad por saber qué guardas en la carpeta etiquetada como "La memoria de los triángulos"... - Instantes... momentos... fotografías... textos que son mezcla de realidad y ficción... dos rosas y un deseo... - ¿Y eso tiene que ver con los triángulos que estudiábamos en la escuela? - No exactamente. Tiene mucho más que ver con una antiquísima tradición religiosa hindú, recogida en algunos apéndices de los "Vedas"... en la mística necesidad de que la exactitud en el cálculo de los lados permitiera construir un triángulo perfecto. ¿Sabes?, puede sonar curioso y hasta podrás decirme que no viene mucho al caso, pero para muchas ramas del hinduismo es esencial esa triangulación precisa porque, ¡aunque no te lo creas!, se constituye en la herramienta básica para levantar altares y templos que sacralicen la relación del hombre con las Diosas... con esas deidades femeninas que pueden ser tan humanas y a las que ha elegido adorar y amar en esta vida... y en sus reencarnaciones venideras. - Me he perdido... creo que en la segunda frase; suena tan enrevesado y tan grandilocuente... - Para explicarme mejor, se me ocurre improvisar una vieja historia... pero seguro que no te apetece escucharla... - Si es cortita... - Mi historia tiene esos puntitos de luz que avisan de que estamos lo que, con el tiempo, será una leyenda. Habla de Ith... del hombre que, un buen día, imploró a la deidad que gobernaba el mundo de los ríos de almas perdidas para que le concediera encontrar almas gemelas. La súplica fue atendida de inmediato, con la única condición de que esculpiera en la ladera de una montaña un antiquísimo dicho oriental: "ten cuidado con lo que deseas que igual se te concede". Así lo hizo, tardó todo un período entero en el que sólo brilló la luna llena y, concluida su tarea, la deidad le convirtió en niño y le empujó a las aguas del río de almas perdidas que quedaba más cerca... - ¿Encontró a su alma gemela? - Al principio casi se ahoga, hay demasiadas almas perdidas y los ríos que las guardan tienen la fuerza de las torrenteras. Pero, Ith, no tardó mucho en encontrar la primera... en términos humanos, podríamos decir que la encontró cuando era adolescente... 301 LA MEMORIA DE LOS TRIÁNGULOS - ¿La primera?, ¿buscaba más? - Espera... En realidad Ith no buscaba más, pero estaba tan embebido con su alma gemela que se olvidó de salir del río y la corriente del destino lo arrastró hacia otras almas que parecían ser tan gemelas como la primera... Así fueron pasando los años hasta que, inesperadamente, justo en la desembocadura del río encontró otra alma gemela verdadera. Se encontró en la playa, abrasado por los rayos de un sol inclemente y presa de una terrible tristeza... - Y con las dos almas gemelas a su lado... - Volvió a implorar auxilio a la deidad y se encontró, de nuevo, ante la ladera de la montaña en la que había esculpido la frase; "necesito dos corazones para amarlas a las dos", suplicó desesperadamente... "necesitas un triángulo perfecto", le respondió una voz que jamás supo de donde procedía... Aquella noche, los Dioses decidieron regalarle una cuerda sagrada para que, con ella, pudiese trazar los lados del triángulo sin el mínimo error de cálculo; ya de regreso en su aldea, buscó al mejor carpintero y le pidió que construyera una mesa de madera bajo el viejo avellano... - ¿Una mesa de madera? - Si, una mesa circular... - ¿Y qué pasó? - Un viernes, que coincidía con el primer día de luna llena y con la primera flor del avellano, citó a ambas almas alrededor de aquella mesa... sin testigos y sin que una supiese que la otra también asistiría... Al amanecer del día siguiente no había rastro de ninguno de los tres, sólo quedaba la mesa circular y la cuerda sagrada sobre ella... - No me gusta el final de esa leyenda... - El final, Ainara, nunca es bueno ni malo... cada final que elijamos abre y cierra puertas que tienen, todas ellas, sus ventajas y sus inconvenientes. Puede que haya triángulos perfectos, pero el final siempre depende de la memoria o, lo que es lo mismo, de la capacidad de renacer de las cenizas que quedan cuando se incendia la vida y parece que el pasado es una gran mentira, que desenmascaramos en ese preciso momento... - Si el pasado fuera así y el presente lo pusiera en evidencia... ¿podría haber una esperanza de futuro, por muy mínima que sea? - La esperanza, dicen, es lo último que se pierde.... II La ciudad era nueva para Zoé; ella misma se sentía nova, estrenando el mundo. Yeray hacía de guía, fotografiándola y buscando rinconcitos para regalarle en una ciudad que no visitaba desde hacía dos décadas. Tácitamente, ambos querían recobrar la magia de las calles, el sabor de su cocina, la belleza de sus edificios; por eso caminaban de la mano, atados a su vivir por sólo unos días, esclavos felices sin más yugo que la voluntad de estar ahí, desear así, amar así. En el parque, a unos metros del croar de las ranas, Yeray le entrega un ramillete de flores, robadas de cada jardín que se cruzó en su camino, de la forma 302 LA MEMORIA DE LOS TRIÁNGULOS más principesca: rodilla en tierra, inclinándose ante ella y, a la vez, haciéndose más grande que nunca. La avenida, tan amplia como la placentera sensación que ambos sentían, parecía no tener principio ni fin... como un camino sin más tiempo ni destino que el que ellos imprimían en cada caricia mútua. Los dos siempre se habían disputado la posesión de la luna, sin embargo, ese día, ésta pasó a segundo término, sin dueño alguno... - ¿Eres feliz? - Sí, ¡mucho! - ¿Sabes? hace mucho tiempo que no reía tanto, Zoé quédate La sonrisa de Zoé anticipa su respuesta. - Cuando me lo digas en serio, lo pensaré - ¿Piensas que bromeo? - Pienso que no sabes lo que dices ambos sabemos que eso es imposible - Quédate Callan por un instante; son los únicos segundos que dejan de sonreír... Un manto de noche cubre el atardecer, optan por vivir ese momento sin ninguna sombra que empañe los días vividos y las horas por vivir... esas risas que no han dejado de hacerles cosquillas suaves en la piel, en los labios, en el alma. Juntos ahora, eso es tan importante que olvidan la cámara fotográfica; esa que han utilizado para eternizar el milagro de estar juntos, en las calles, en los parques, a la luz del día y de la noche, sin temor alguno. Zoé tiembla, ha refrescado la noche; Yeray se quita la chaqueta y se la pone, le acomoda el pelo y la besa de tal forma que los dos sienten la urgencia de llegar a donde no haya viento que los roce, bajo unas sábanas cálidas, cómplices, tan amigas como temporales. - Anda, Zoé... abre los ojillos y vámonos... que tenemos una tarea pendiente y no es cuestión de dejar para mañana lo que podemos hacer hoy - ¿Una tarea? - ¿Recuerdas lo que nos dijo la gitana esta tarde al leer tu mano?. Una niña Estoy seguro que tendría tu sonrisa - Y el color de tu mirada Van dejando que su pasos se marquen en la senda del regreso. En silencio, abrazados, se confiesan mutuamente que no hay nada que deseen más, y puedan menos. Saben que juegan con fuego con solo pensarlo. Justo al otro lado del río, sucumben a la tentación de describirla... - Tus ojos... - ¡No!, ¡los tuyos!. Y el hoyuelo de tu barba, tu nariz, esos labios que enloquecen... - Los tuyos también enloquecen... - Tu inteligencia... - Tu ternura, el pelo como el tuyo, tus pestañas... - ¡No!, ¡las tuyas! - Bueno, pero que no sea tan cabezota como tú... - Ni tan arrogante como el padre... - ¿Yo arrogante?, anda ya - Bueno... algo tenía que decir para que el llamarme cabezota no se quedara sin respuesta - Definitivamente, amaría que tuviese tu sonrisa 303 LA MEMORIA DE LOS TRIÁNGULOS A pesar de la urgencia, no detienen taxi alguno. Quieren des-caminar lo recorrido, como para poner énfasis a cada paso juntos y alargar el camino, saboreando el retorno a sus brazos y a su fuego. Esa misma tarde, se habían jurado una eternidad juntos, dejando como un mero hecho circunstancial el saber que vivirían separados; en una capilla antigua, bajo ritos que inventaron mezclando trocitos de cristianismo con perlas taoistas e islámicas. Sin saberlo, nacieron una religión nueva donde no existían perjuicios, fuera de toda dimensión... más allá de toda lógica celeste o terrestre... alén de todo lo comprensible... Un triángulo con esa memoria que sólo los cuadriláteros tienen. - Nunca lo lograremos Sombras que aparecen, mientras Yeray trata de salvar el momento recurriendo a una respuesta pícara... - Yo sí que puedo aunque a ti te veo un tanto "abuelita"... - ¡No me refiero a eso... además, ¡carajo!, ¡detesto que me digas "abuelita"!. - ¡Mujer!, no te ofendas o te regalaré una dentadura postiza y una faja ortopédica... - ¡Eres odioso!, ¡disfrutas dándome mordisquitos y haciéndome rabiar!. La toma del brazo, deposita una mirada dulce en los ojos de ella que toca, con extrema delicadeza y ternura, su rostro... la atrae hacia su pecho y, presintiendo que el diálogo les detendrá el latir a ambos, con tres pequeños besos seca sus ojos, humedecidos e intensos... - Anda, dime qué es lo que te preocupa. - Yeray... ¡lo sabes bien!. Nadie jamás entenderá lo nuestro... que tú y yo nos podemos amar así, definitivos, plenos, a tope, sin que baje un solo milímetro nuestro amor por "ellos"... que ni tu ni yo podemos vivir sin el otro, pero que tampoco podríamos vivir sin ellos que lo nuestro no es una aventura... que no tratamos de usurpar lugar alguno, porque nuestro lugar, el tuyo y el mío, ya es en sí, único, como nuestra vida a su lado también es irrepetible A veces, ni yo misma lo comprendo Tengo tanto miedo Con mimo, Yeray crea una pausa perfecta; antes de responderle, la abraza fuertemente, como protegiéndola. - Nadie entiende lo que, por temor o incapacidad emocional, no desea entender. Pero a mi no me importa mucho, me he dado cuenta de que sólo tratan de comprender los que, consciente o inconscientemente, buscan juzgar sin darse cuenta de que sus juicios a casi nadie interesan. Hay cosas que "son" y "existen", nosotros somos una de ellas... y hay otras que "están" simplemente... quizás sean las más abundantes porque para "estar" no se necesita mucho más que tener presencia... - Nurivan... Ainara... ¿lo entenderían ellos? - Entenderlo entra dentro de las opciones posibles, Zoé... pero de ahí a consentirlo hay un largo trecho... - ¿Qué haremos? - Una opción sería la de "pertenecernos" a nosotros sin dejar de "pertenecerles" a ellos... - ¿Hay más? - Si... pero todo tiene un tiempo... Llegan al hotel y se sumergen en un torbellino de sensaciones que, aunque una y otra vez las repiten, nunca dejan de ser nuevas. Las sábanas revueltas los contemplan de pie; Zoé se ha convertido en costalito de papas que se estre304 LA MEMORIA DE LOS TRIÁNGULOS mece, doblada sobre el hombro izquierdo de Yeray, para recibir y percibir todo el placer. Al poco rato, desde el baño comenta la jugada con Yeray, un universo multicolor de carcajadas inunda la habitación hasta que sale y se abraza a él. - ¡Eres mi locura, Yeray! - Ya veo... ya... jajajaja - ¡Hummm!, ¡presumido! Necesita un cigarrillo y lo encuentra en su tabaquera de piel, lo enciende y se sienta, sobre la cama, jugando a trasmitir una imágen tan erótica como la que su líbido incendiada necesita dejar ver. Yeray busca la complicidad del espejo de la cómoda para fotografiarla reflejada, el ángulo preciso para no salir él y la perspectiva que le otorgara una visión litúrgica de la desnudez que vestía a Zoé. Ambos saben que es una de esas fotos prohibidas que nunca se incluyen en los albumes familiares, que nunca se enseñan, que se rompen o se guardan en el lugar más secreto para revivirlas, a hurtadillas, cada vez que el alma reclama un viaje en el tiempo. A su llegada, Zoé reveló todas las fotografías y guardó en una página anónima de internet esas que no podía mostrar a nadie más que a Yeray y a ella. Pensó que un instante fotografiado va más allá de lo que en la fotografía se observa; en las suyas, en las secretas, hay alguien que está detrás de la cámara y ella sabía quien era... Semanas después, en la oscuridad de su alcoba, sin más probabilidad que la de un milagro, pues había contado bien sus días, Zoé se toca el vientre, se estremece, implora. Nunca un retraso le había parecido tan eterno... - Mi chiquita, preciosa, son tus ojos del color de su mirada: olivo-miel-nostalgia Tus pequeñas manos tan blancas como las nubes-raso que te engendraron. Tu pelo dibuja espirales de oro que acarician tus hombros frágiles. Tus pies dejan la huella de un suspiro. Tu sonrisa y correr entre parajes de algodones de azúcar embelezan nuestra mirada. Duermes sólo cuando nosotros cerramos los ojos, y aún con los ojos cerrados no dejas de estar un solo segundo en nuestras pupilas. Silenciosa niña, eco de nuestros corazones, pletórico rosario de ensoñaciones no, no mi vida, por favor, tú aún no puedes existir ni nunca Y entonces, como si sus palabras hubieran sido escuchadas, le llovieron desde el vientre todos los rojos-pétalo de un jardín infecundo, a la par de un mar de lágrimas. El deseo de su corazón nunca se materializaría. No tenía el espaciotiempo para llorar todo lo que necesitaba, pronto no estaría sola, por lo que se encerró en su mutismo, conociendo el otro lado de la moneda: fría, despiadada, metálica, la que reclama con intereses de usura todo lo redituado hasta el momento. "La vida, tarde o temprano, se lo cobra todo", le había dicho Yeray en alguna ocasión; lo que jamás se imaginó es que doliera tanto, hasta desgarrar todo su interior con precisión tan quirúrgica como violenta. Se hizo ovillo en la cama y se tapó toda, aunque sentía el cuerpo ardiendo y estremecido. Cuando oyó su nombre, fingió que dormía y no respondió a la dulce caricia que Nurivan dejó sobre su pelo; por una eternidad hecha instante, la sola posibilidad de perderle hizo que viviera mil infiernos... Se sintió fraccionada en mil pedazos, como un cuadro de Monet, difuminada pero precisa; por un momento, quiso cerrar los ojos para siempre... En la mañana siguiente, llega a su oficina un ramo de rosas blancas con 305 LA MEMORIA DE LOS TRIÁNGULOS una misiva de Yeray. Sin abrir el sobre, lo pone furtivamente entre su pantalón y la piel de su vientre; aspira las rosas y sonríe, buscará el mejor lugar y el momento idóneo para leerla. Mientras tanto, desde lo profundo, una mirada -olivo miel nostalgia-, que "es" pero que jamás será, recorre emocionada cada línea de la carta, sabiéndose amada, protegida y acogida en el mejor de los sueños imposibles: Mi amada Zoé: empezaré con los ojos semicerrados y pensando en que tú haces que todos mis días sean muy especiales... incluso conviertes en sol esas 24 gotitas de lluvia que se empeñan en caer de cuando en cuando... como ahora que me has comunicado que Lo supe siempre y cada minuto que pasa me hace escribir con letras más grandes: La luz, esa alegría que grita detrás de cada esquina, se escondió en tus ojos y pintó de azul de a-mares cada una de mis pupilas... Tú sabes que es así... que el nosotros tuyo y mío es tan real que todo lo demás parece que no pasa de ser ese mundo de ficción que queda en medio de cada uno de nuestros encuentros... No te extrañe, entonces, que te grite que en la niña de mis ojos habita nuestra niña... que cada tarde le trae el sueño y cada noche tú le cantas esa nana nueva que, cada día, juntos le escribimos... Hoy, como ha ocurrido desde siempre, te rezaré para que sepas que amarte es la razón de mi vida..." III - El viernes a las cuatro y los domingos a la una no son citas conmigo... y yo quiero ser la cita, quiero ser el motivo, quiero ser tu necesidad... y los viernes y los domingos no lo soy. Quiero tener la certeza de que vienes a mí... que abres las puertas del balcón... que ves mi figura, ¡sólo la mía!, delinearse en el marco... y que te acercas y me abrazas por la espalda... y me das un beso en el cuello... ¡Quiero sentirlo así!, ¡no puedo soportar otra sensación porque ya me cuesta bastante extrañarte y compartirte! Sin casi darse tiempo para respirar, brotaron las palabras como un geiser de la única garganta que creía tener razón para decirlas. A veces, lo mejor es dejar que broten así para que la energía se libere y la presión vuelva a su justa medida. Sin embargo, aquella tarde, pudo entreverse como temblaban las cortinas... - ¿No vas a contestarme?, ¿te da igual lo que necesite? Desde la silla llega una respuesta envuelta en papel de cariño, es apenas un beso depositado sobre los dedos de una mano y un soplo que lo empuja a través de la estancia. Lo ve volar, ansioso por llegar a su destino y eso enternece su alma... al mismo tiempo que siente una inundación de fastidio. - ¿Te crees que con un beso soplado vas a lograr que sonría?. ¡Pues no!, ¡tengo razón!, ¡toda la razón del mundo!, ¿lo entiendes por una vez en tu vida? Desde la misma silla de antes llega una mirada dulce, que se va deslizando por cada poro de su piel y entibiando todo lo que toca. Pasa una eternidad sin detenerse, como si llevara prisa y la estuvieran esperando en el piso de abajo... 306 LA MEMORIA DE LOS TRIÁNGULOS como si la necesitaran los vecinos. También se ha levantado un poco de brisa que agita los geranios, hace un momento testigos tan expectantes como sorprendidos, hasta dotarlos de vida y crear una escena en la que parece que ellos están inmersos en una discusión parecida. - No vas a contestarme, ¿verdad?. Soy tan poco importante para ti que te quedas ahí, en la silla, a resguardo de la penumbra y sin encontrar argumentos para contradecirme... - Sólo te dejaba espacio... me callo para que hables, para escucharte decirme justo lo que no quieres decirme: que me echas tanto de menos que se te hace insufrible... No hay silencio que no escuche como se levanta de la silla, como se acerca y como dibuja un abrazo exclusivo... no hay palabras que expliquen qué quiso decirle con los besos que llegaron a continuación... ni siquiera hay idioma que sirva para describir, con exactitud, el mensaje que esa caricia larga e íntima iba dejando sobre la piel... - No hables, escucha... Cuando la soledad me ahoga, busco esas fotografías que tu ya sabes... veo en ellas lo que nadie puede ver porque, siendo realistas, en las fotografías no sale... en ellas estás sólo tu, pero yo estoy detrás de la cámara... Quiere protestar pero no puede, sabe que el torrente de su enojo está llegando a la falda de la colina... que la llanura está tan cerca que es imposible no convertirse en remanso y dejarse abrazar por los meandros... por eso calla y cierra los ojos... saborea que, por primera vez en sus citas íntimas, la ha llamado por su nombre y eso cambia el decorado de aquel momento. Es como si se produjera una trasgresión en lo habitual, como si acabaran de cruzar una frontera invisible y aquel instante resultara decisivo para todo lo que el futuro ofrezca; ¿por qué hoy?, ¿cuál es la razón?, desea tanto preguntárselo pero recuerda que está enojada y que quizás no sea el mejor momento. - ¿Te das cuenta?, Zoé... nos fijamos tanto en lo evidente que hay veces que la magia y la verdad se nos escapan; no importa que existan... si los demás no las perciben, por muchos versos y estrellas que tengan o por mucho que brillen, son un universo aparte... Y yo no quiero que seas mi secreto... ni quiero ser el tuyo... ni tampoco que nos vayamos convirtiendo en fantasmas, con una tercera dimensión en la que vivamos pero de la que no podremos jamás salir sin que nuestro entorno, el de las personas que queremos o de esas otras que nos conocen, sufra sobresaltos... ¡No eres mi amante!, ¡eres la amada con todas las consecuencias!. La sutil diferencia de matiz, entre "mi amante" y "la amada", produce una levísima grieta en la mente de Zoé; no podría explicar la razón pero intuye que ni le agrada del todo ni es bueno. Sabe de su precisión en el lenguaje, de su obsesiva manía de emplear la palabra exacta en cada momento y la de veces que se han reído comprobando que, casi siempre, el interlocutor a quien va dirigida no termina de entenderle. Lo lógico sería que hubiera dicho: "¡no eres la amante!" o, quizás, "¡no eres una amante!"... pero no, precisó y singularizó, con ese "mi" tan posesivo, que se sentía su dueño. Sin embargo sí podía ser "la" amada... ¿la única o una de ellas?. Le dolía el pecho, no sabía si de gozo o tristeza... Ninguno se da cuenta pero, instintivamente, sus manos tienen vida propia y van desnudando sus cuerpos. En la terraza, la brisa ha cesado y los geranios ya no riñen... 307 LA MEMORIA DE LOS TRIÁNGULOS - Así que... aquí me tienes... prisionero de una necesidad imperiosa. No es nada nuevo, simplemente necesito una fotografía contigo... o, mejor, un álbum completo... ¡Miento!, ¡quiero toda una estantería llena de tomas fotográficas de eso que definimos como "lo nuestro"!. Quiero tener problemas comunes contigo, de esos que tratemos de resolver juntos durante la cena o en el almuerzo... quiero sentir angustia o percibir a qué sabe la adversidad estando contigo al lado. ¡Y no me llega!, quiero todos los momentos dulces que tengas y todos los amargos... quiero las horas que tu quieras darme y también las que reserves para ducharte o reírte... todos tus enojos y todas tus alegrías... ¡No me conformo con menos!. Y no preguntes por mis méritos para querer tanto de ti; sabes que me inspiras cada día una nueva aguamarina, con olas de amar a-mares y mareas de necesidad y deseo... - Demasiado tiempo sin vernos... Tengo ganas de escoger entre tres camas... de ser tan tuya y tu tan mío en cualquiera de las tres que escojamos... Me muero por venir corriendo hacia ti, en día y la hora que tú digas... - ¿Sabes?, como una unidad de medida universal, treinta días separan cada día que tu sabes; cuento uno... cuento dos... quiero pensar que es una cuenta atrás pero, ¡lo hemos hablado tantas veces!, llegar a cuatro es un esfuerzo tremendo porque implica que la distancia va robándonos nuestro tiempo sin que podamos hacer prácticamente nada... Y llega el momento en que uno te extraña tanto que ya ni sabe como decírtelo... que desea que recuerdes que robé flores para ti... o que escuchamos croar ranas juntos, en una de nuestras noches mágicas... o que detuvimos el tiempo... o que hacía frío en aquel pueblecito en el que encontramos una mesa bajita para hacer el amor... y uno teme que no soportes la presión y acabes bajando los brazos... Desnudos, con los ojos cerrados y las alas abiertas, tratan de reducir a la mínima expresión cualquier espacio que les separe. Va cayendo la noche y siguen besándose... - ¿Estarás siempre para mi, Zoé? Aunque la pregunta tenga, en el alma de ella, una respuesta clara; responder no es fácil... implica aceptar la ambigüedad de ese "la amada", comprometerse sin pedir reciprocidad de compromiso... pronunciar su nombre y, tal vez, perder la memoria para que los sueños no se vuelvan pesadillas. - No lo sé, amor, no sé si estaré... Ya sabes como soy... la mujer que hay en mí... no hay peor forma de extrañarte, ¿recuerdas?, que aún estando no estés para mi... ¡sólo para mi! Yeray desculega el teléfono, una voz femenina le atiende desde la recepción del hotel... - Sería tan amable, señorita, de decirme si tienen la canción Lucía, de Rosario Flores... Gracias, si... nos gustaría escucharla... Se queda mirándola, como contando los segundos que pasan desesperadamente despacio; Zoé adivina una sonrisa que no asoma por ningún lado. - Zoé... las fotografías tienen memoria, más o menos la misma memoria que necesitan para existir los triángulos... ese es su secreto y esa es su magia... El silencio se inundó de notas musicales... "si alguna vez fui ave de paso, que vine aquí para anidar en tus brazos... si algún día después de amar amé, fue por tu amor... tus recuerdos son, cada día más dulces... el olvido sólo se llevó la mitad... y tu sombra aún se acuesta en mi cama..." 308 Llevándose consigo todo el silencio que quedaba... LA MEMORIA DE LOS TRIÁNGULOS Hay un espacio psíquico, acotado por un tiempo también psíquico, desde el momento en que se reúnen tres personas porque, inercialmente, surge una intención ritual que se trasmuta en energía; nace así el triángulo, la comunicación psíquica que simboliza la perfecta estructuración final del pensamiento emocional del ser humano. De todos los triángulos posibles, el equilátero es el único que ha conseguido el total equilibrio de todas sus potencias... el único que ha olvidado todo lo que "no es", aunque "haya sido" en otro tiempo, para ser y disfrutar de la realidad existencial que lo retroalimenta. Pero, únicamente desde la perfección geométrica del triángulo equilátero no es posible diseñar un universo emocional que realmente transcienda porque, indudablemente, pueden darse situaciones en las que sólo uno de los vértices domine, en su totalidad, la realidad emocional mientras los otros dos permanecen en una ceguera parcial que les convierte en meras marionetas; en este caso, los tres vértices del triángulo crearían un círculo vicioso cuya fragilidad terminaría evidenciándose y autodestruyéndolos sin remedio. Sólo queda una vía: que los tres vértices se reconozcan entre sí y sepan de su existencia; una apuesta al todo o nada porque, sin lugar a dudas, una situación así sólo tiene dos salidas posibles: o el triángulo se destruye o, por el contrario, se inscribe para siempre en un círculo virtuoso que lo hace transcender a su propia esencia. - ¿Por qué, Yeray? - ... las quiero tanto a ambas que he decidido que el riesgo de perderlas merece la pena... si tengo una sola posibilidad de ganarlas a las dos para siempre. 311 LA MEMORIA DE LOS TRIÁNGULOS A las dos, por separado y al mismo tiempo... Pero no es menos cierto que hay todo un mar entre ellas y, el mar en general, es a menudo hostil, de una fuerza profunda, tenebrosa, imprevisible, incontrolable, adversa e insegura que, sin querer o queriendo, nos seduce hasta el tuétano. Yo marino, capitán o grumete, vigía o timonel, ancla o mástil, cuerda o cadena... La alegoría de la vida humana como navegación es universal, arranca tan de antiguo que ni los más viejos recuerdan sus orígenes; pareciera que estuvo aquí desde siempre. De costa a costa, de puerto en puerto... luchando por sobrevivir a las tempestades hasta que el cansancio se transforma en un sueño profundo que acaba venciéndote... o muriendo en la calma chicha de un mar de sargazos, tan tranquilo que asfixia hasta lo inconcebible a cualquier embarcación, sea a motor o a vela. Yo, que escribo líneas torcidas en renglones derechos y aprovecho los espacios intermedios para que se oiga lo que no dicen mis letras... yo, pirata travieso o corsario que siempre adorará esa voz que le nombrara bucanero... En la vida, como en cualquier océano, es imprescindible el viento... da igual que soplen las brisas del azar o que los huracanes pasionales sean los que, sin previo aviso, hinchen el velamen y empujen la nave de nuestra existencia. Incluso sin timón, o sin cartas ni cuaderno de bitácora, tarde o temprano la nave naufraga o llega al puerto... ¿Quedarse en la orilla de oriente o hacerlo en la de poniente?. No, irse dejando miguitas de pan invisibles para que, quienes en realidad te necesiten, descubran dónde encontrarte antes de que tu esperanza se muera... marchar, descubrir ese punto equidistante entre los dos vértices, aunque conlleve el riesgo de ahogarse sin remedio... 313 LA MEMORIA DE LOS TRIÁNGULOS No llueve, como ocurre casi siempre a pesar de la fama que tiene esta tierra. Es martes y alguien dijo que trece, el mes no importa porque estas cosas suelen ocurrir casi siempre en Enero. Sopla una liguera brisa que, poco a poco, se va haciendo viento y, de tenerlas, las hojas del viejo avellano se moverían como una marea sin más playa que la arena azul de este cielo. La mesa y Yeray, ambos en silencio 315 LA MEMORIA DE LOS TRIÁNGULOS Alguien ha pintado en el horizonte una frase de Madame de Stäel... "El amor es la historia completa de la vida de una mujer, pero solamente es un episodio en la del hombre." Un pájaro, que se ha quedado sin nido, trata de aprenderse de memoria tres versos de la Canción para la esposa ajena de J.A.Buesa... "Tal vez guardes mi libro en alguna gaveta, sin que nadie descubra cuan relata tu historia, pues serán, simplemente, los versos de un poeta..." Mientras todo ello ocurre, la realidad se sienta frente a Yeray y le invita a entrar en el juego virtual de la utopía que aún puede conseguirse, sin que nada ni nadie pueda evitarlo. 317 LA MEMORIA DE LOS TRIÁNGULOS Cuidadosamente, Yeray dobla la hoja de papel; la deja, lentamente, dentro del segundo sobre y cierra con llave de saliva el imaginario candado. En el paladar se mezclan el regusto amargo de lo imperiosamente necesario con el sabor a pegamento; escupe, instintivamente, hacia atrás para deshacerse de ambos... Mira el reloj, apenas faltan horas para la hora señalada. Queda el horizonte más cerca que nunca mientras, en su pecho, anida una sensación que le hace comprender la esencia del tiempo transcurrido, del que estaba ahora mismo viviendo y del que acechaba en sus días de mañana. No hay años que le observen, tan sólo instantes que recuerda y otros que ha olvidado sin borrarlos. Tampoco hay imágenes, las ha sustituido por un arcoiris de colores que incluye negros, grises y hasta una docena de gamas de blanco. Coloca los sobres, sobre el impertinente círculo de aquella mesa, mientras enciende mecánicamente su enésimo cigarro... expele el humo, como si fuera un vómito de certezas que sólo él pudiera imaginarse... 319 LA MEMORIA DE LOS TRIÁNGULOS Le quedan algunas cosas por hacer y decide, aunque parezca redundante, hacerlas de inmediato... 321 LA MEMORIA DE LOS TRIÁNGULOS Alguien le dijo, en una ocasión, que era prisionero de la misma originalidad que espontáneamente generaba. No, no fueron simplemente palabras; aquella frase marcó un permanente estado de reflexión a través del cual fue añadiendo matices y perdiendo espontaneidad hasta llegar, casi sin darse cuenta, a un estado permanente de análisis detallado de cada paso que daba. Como si estuviese montado en su particular montaña rusa, del "hago lo que siento" pasó paulatinamente al "hago lo que pienso que debo hacer"; no quería continuar, era tiempo de detenerse para no terminar como uno más de los miles de títeres que pululaban a su alrededor: escenificando su vida en tercera persona, "haciendo lo que los demás esperan" y buscando espejos que no devolvieran su imagen para no tener que verse tan al revés como estaban. Hoy estaba seguro de que la esencia de lo original no reside en el "cómo" sino en el "qué"; lo demás son atuendos, deportivos o clásicos según la moda imperante, que visten de apariencias algo que luce mucho más si se viste de nada. Por eso las citó a ambas, a la misma hora y en aquel mismo lugar en el que estaba, sin recurrir a sofisticados artilugios ni artificiales puestas en escena que contaminaran la natural espontaneidad de su meditada decisión. No necesitaba sorprender a nadie, Yeray sabía que la clave de su originalidad estaba en lo que iba a hacer... 323 LA MEMORIA DE LOS TRIÁNGULOS Las vió venir... aproximarse... llegar casi al unísono... saludarle... 325 LA MEMORIA DE LOS TRIÁNGULOS - Ainara... Zoé... tenéis muchas cosas que contaros ... Por un momento, las líneas invisibles de los lados del triángulo se materializaron sobre la mesa creando un círculo virtuoso pirograbado en la madera. ¿Dónde estaba la memoria de ese triángulo que formaban ellos tres?. No existía; en aquel instante ni siquiera había más realidad que la sorpresa en los ojos de Zoé y Ainara mirando fijamente a Yeray con la esperanza, imposible, de que la crisálida-pesadilla dejara escapar una mariposa-sueño que huyera, en dirección al horizonte, para dar sentido a aquel atardecer. Yeray apagó el cigarrillo y se fue, llevándose consigo todo el silencio que quedaba... 327 LA MEMORIA DE LOS TRIÁNGULOS Las mismas palabras para Ainara y Zoé, guardadas en diferentes sobres y escritas sobre distinto papel... "No sé muy bien como decirlo, pero es lo único que puedo hacer... Hay un lugar que me espera desde siempre, siete kilómetros cuadrados y esos siete volcanes que, vistos desde el aire, son la réplica exacta de esas siete estrellas de la Osa Mayor que siempre marcan el este y el oeste desde mi norte... tan unidas a mi Vía Láctea y a ese sentido de la vida que, sólo en mi, siento crecer. De Santiago a Santiago, desde mi Campus Stelae hasta Camémbaro... sé que llevo años trazando, en espiral, un camino con cada uno de mis peregrinos pasos; mi propia "Ruta Xacobea", el camino iniciático que mana de un "sen ti non podo vivir" aplicable a dos y que afecta a tres... Dejo atrás el "reino de las siete cruces", me dirijo al "país de las siete luminarias"... en las orillas del Yuriría, que me ha prometido cambiar el color de sus aguas en el momento exacto, esperaré... " 329 LA MEMORIA DE LOS TRIÁNGULOS El avellano queda como último espectador, quizás porque sus raíces de memoria emocional le mantienen anclado firmemente a su amada tierra; ni siquiera se da cuenta de que ha pasado de amante a esclavo sin contar hasta diez. Es un árbol, una especie vegetal que se limita a cumplir su ciclo existencial mientras trata de autoconvencerse de que hace lo que desea hacer. Se miente a sí mismo, como lo hacen todos los árboles. Son demasiados siglos insistiendo en que la memoria emocional es una combinación binaria, aunque ello implique negar el dicho de "no hay dos sin tres". Mientras, la realidad es otra... lo quiera o no, el avellano también tiene su propio triángulo: sus raíces se hunden en la tierra mientras sus ramas tocan el cielo con las yemas de sus hojas... Aunque su memoria lo niega, cielo, tierra y avellano también son tres... 331 LA MEMORIA DE LOS TRIÁNGULOS Soy la cúspide, la clave, la única memoria posible para que exista nuestro triángulo... Y Estoy... Estoy pensando en vosotras y concluyendo que, en mi, hay un niño que aún no ha nacido; un niño-pajarillo aterido, agazapándose detrás de las matas y resistiéndose a asomarse al mundo porque teme ser o no ser feliz. Estoy "reflexionándoos" con mis pupilas, aguardando insomne la llegada del país del agua... soñando con la piel todos los sueños que el alma no puede soñar... Estoy escuchando vuestras palabras escritas como si leyera vuestra voz: "Me emociona estar a tu lado compartiendo un espacio tan especial... Gracias... Asì y todo, ¿sabes? pecaré de vanidosa, pero dime... ¿alguien te habrà leído con más sentimiento y mejor?. No, creo que no... es mi regalo para ti, desde el fondo de mi alma, amor mío..." Estoy convirtiéndome en mirada, en novela escrita en el aire, en poema pintado en la tierra, en surco de espuma, en el azul de vuestro mar... Estoy queriendo desnudaros al compás de un tuteo y hablaros, simbólicamente, de usted.. ¿Me creéis? ¡Os lo demostraré! 333 ¿¿¿No??? LA MEMORIA DE LOS TRIÁNGULOS Las necesito a ustedes entre mis brazos y no se crean que esa necesidad es algo que regale... Las deseo, precisamente a ustedes, entre mis sábanas y no se crean que ese desear es algo que regale... Las quiero, concretamente a ambas, porque son mi locura... ... mis silencios ... mi vida ... ese concepto de feliz que en ustedes me nace y no se crean que ese querer a-mares es algo que regale. Escuchen... Quiero comerme su piel y beberles su mirada, quiero llorar con vosotras todas las sonrisas que construyan nuestras tardes... quiero querer que me quieran y me busquen donde vaya; quiero sus ojos dormidos, sus hombros desnudos, vuestros pies descalzos... Las adoro a ustedes porque sólo sé rezar a ángeles, porque tengo memoria de nuestros días y revivo, a cada instante, nuestras madrugadas... Pero, ahora mismo, las echo de menos con intensidad nostálgica... Y no se crean ustedes, ni os creáis vosotras, que todo lo que acabo de deciros es algo que regale... Sí, lo sé... . .estoy donde, aún siendo, no estáis. . atrapado entre cajitas de alambre y buscando, para las dos, el lenguaje de los pájaros. . 334