RUFFO, EL PERRO GUARDIÁN Luz Marina Lozano Administrativa
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RUFFO, EL PERRO GUARDIÁN Luz Marina Lozano Administrativa
RUFFO, EL PERRO GUARDIÁN Luz Marina Lozano Administrativa Andrés Bello IED. Llegué siendo muy chico a ese hermoso lugar llamado Andrés Bello. Ese plantel se convirtió paulatinamente en mi casa durante el resto de mi vida. En un principio, mi benefactor, un antiguo rector, me cobijó con el ánimo de verme crecer en medio de estos jóvenes que diariamente acuden a esas aulas y recorren esos pasillos. Con este inconfundible espíritu, y la alegría que solo traen los primeros años de la vida, fui haciéndome cada vez más fuerte y juguetón; entablé relaciones amistosas y me di a conocer, ganándome el cariño de toda esa valiosa comunidad educativa. Pero como era de pensarse, yo no solo estaba predestinado a correr y a saltar; mi destino, ya tenía trazado un horizonte: debería crecer, ser fuerte y convertirme en el vigilante de ese espléndido lugar. En mi infancia tuve momentos muy felices, conté con el cariño de todos, especialmente de aquellos que me cuidaron y estuvieron conmigo en todo momento, entre ellos recuerdo con especial gratitud a Mamá Luz Marina a Martha Peña, Mary Méndez y al profesor Alonso Torres, en ellos siempre reconocí su amor, pues agradezco su paciencia y comprensión de mi condición canina. Entre mis correrías y mis travesuras de infancia, puedo recordar como si fuera ayer, el día en que casi me muero por andar persiguiendo gatos, una de mis Revista virtual @cción y s@ber principales aficiones; claro está, sin nunca descuidar mi arduo trabajo de seguridad. En una astuta jugada, el felino, en medio del miedo que generaba mi corpulenta presencia, realizó una maniobra que me despistó y cuando me di cuenta estaba engarzado en una verja. Lo demás ya fue confuso, solo recuerdo voces de preocupación, caras de angustia y un gran alboroto alrededor mío. Cuando desperté, estaba sedado, con la mirada perdida, y en medio de muchos otros animales quejumbrosos. Yo como todo un valiente, supe reconocer que estaba en problemas, y lo confirmé por el olor inconfundible que emanaba ese lugar, y por la presencia de un doctor que me revisaba con detenimiento y verificaba el estado de una dolorosa herida que llevaba en mi cuerpo. Días después, cuando ya me recuperaba, vine a saber que ese hombre me salvó la vida al practicarme una Volumen 1. 60 Años. Colegio I.E.D. Andrés Bello. complicada operación. Ahora recuerdo con gracia, todos los líos en que metí ese día a mis benefactores. Ya pasado el tiempo, entre otras cosas gratas, recuerdo esos días soleados echado en el parqueadero, mi real dominio. Sin descuidar mi rutina de cuidandero, combinada con otra actividad gratificante para un perro como yo: "poner carita de hambriento", pose que practicaba en mis ratos libres, y de esta manera esperar a que en la tienda de doña Margarita atendieran mis requerimientos con suculentos pedazos de salchichón de pollo, pan y café. Todos esos eran consentimientos de los profes, especialmente de Mamá Nohemí, a quien le doy infinitas gracias. Ya siendo todo un adulto, con patas grandes y un cuerpo robustecido, llegó ella, aún recuerdo como si fuera ayer el día en que la vi, era una belleza criolla que no ocultaba sus finos rasgos y por supuesto era una bebé. Creció a mi lado. La cuidé para que fuese mi compañera. Me llamó la atención y me causó gracia su nombre: “Shakira“. Según ella, su nombre provenía de una cantante de voz particular y llamativos movimientos de caderas. Ella, sin remilgos, promulgaba orgullosa que por sus características no le pudieron escoger un mejor apelativo. Alguna vez me confesó sin aires de ególatra, que creía que era más bonita y movía las caderas mejor que la propia Shakira. Revista virtual @cción y s@ber No tardó en llegar el romance y Shakira cayó rendida ante mis encantos de perro veterano y luchador. Juntos nos apropiamos de ese lugar e hicimos un infalible equipo de vigilancia, sobre todo en las nocturnas horas. Si había algún problema o altercado, yo era el primero en mostrar el colmillo para defenderla. Con el tiempo llegaron los hijos, quienes por su porte y atractivo, heredado obviamente de sus padres, fueron adoptados rápidamente. Los vimos irse y nos quedamos solos. Tengo que decir, sin reparos, que Shakira fue el amor de mi vida y siempre me brindó su nobleza y su amor: valores que me hicieron cada día más grande. Lamentablemente, en un desafortunado momento para Shakira, una persona distraída, con su vehículo lesionó gravemente su cadera, ocasionando su abrupta partida. Esa malhadada acción llenó de tristeza mi vida. La vejez llegó, encontrándome solitario y disminuido; aun así, la supe sobrellevar con aplomo y gallardía bajo los cuidados de las personas que ya mencioné, sin olvidar a tantos otros como los porteros Gómez, Zuluaga, ...y Volumen 1. 60 Años. Colegio I.E.D. Andrés Bello. que estuvieron conmigo hasta el último momento. Un día del año 2011 llegó mi retiro. Partí a otra estancia de la existencia, no sin antes llevarme los mejores recuerdos de todos los andresistas. Se preguntaran ¿por qué un perro como yo sabe tantas cosas, si aparentemente no pensamos? Pues lo único que puedo decirles, es que gracias a mi vida en ese colegio, aprendí que, Andrés Bello, su nombre, obedece al que fuera maestro del libertador Simón Bolívar; aprendí también a observar, a compartir, a enterarme de muchas cosas a través de sus conversaciones que escuchaba con concentrado interés. Solo me queda agradecerles a todos Ustedes por el cuidado y el amor que nos brindaron a Shakira y a mí. Ustedes me bautizaron Ruffo y así seguiré llamándome en la memoria de todos aquellos que me recuerden. Por último, le expreso mi gratitud al señor rector don William Salinas, por declararme patrimonio de esa invaluable institución, de cuyo nombre jamás podré olvidarme, y de la que con ese reconocimiento, ahora hago parte. Revista virtual @cción y s@ber Volumen 1. 60 Años. Colegio I.E.D. Andrés Bello.
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