Meant to be – Lauren Morril
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Meant to be – Lauren Morril
AGRADECIMIENTOS Gracias a todas las lectoras que siguieron la traducción, por sus comentarios y su paciente espera. Deseamos que el libro sea de su agrado. MODERADORA Anabelle TRADUCTORAS Monikgv Elle87 munieca Amy Mel Cipriano Juli Cris_Eire MarMar Anelynn Mari~ Chachi— kass Joha quinto joseee96 CrisCras13 Nats Dannita becky_abc2 Annabelle ♥...Luisa...♥ Mdeleyn Dannita Aria Obispo Killer Queen Marie.Ang Christensen Danny_McFly Majo_Smile Jo pau_07 CORRECTORAS Melii LuciiTamy Vericity Zafiro Lalu♥ Jessi Redondo Deeydra Ann Juli Violet~ LadyPandora tamis11 Mrs.Styles ♥ Itxi Verito LECTURA FINAL Lalu♥ DISEÑO Jasmín Índice Sinopsis Capítulo 15 Capítulo 1 Capítulo 16 Capítulo 2 Capítulo 17 Capítulo 3 Capítulo 18 Capítulo 4 Capítulo 19 Capítulo 5 Capítulo 20 Capítulo 6 Capítulo 21 Capítulo 7 Capítulo 22 Capítulo 8 Capítulo 23 Capítulo 9 Capítulo 24 Capítulo 10 Capítulo 25 Capítulo 11 Capítulo 26 Capítulo 12 Capítulo 27 Capítulo 13 Sobre el Autor… Capítulo 14 4 D Sinopsis estinados a estar juntos o a no estar juntos… he ahí el dilema. Una cosa es derramar tu café con crema de avellana, y otra muy distinta es enamorarse y suspirar por el chico equivocado. Julia, una estudiante ejemplar, puede que sea propensa a accidentes, pero es la reina en seguir las reglas y siempre estar preparada para cualquier cosa. Es por eso que, todo el tiempo, mantiene un lápiz afilado en su bolsa y un Shakespeare de bolsillo en su, bueno, bolsillo. Y es por eso que también ha elegido a Mark Bixford, el flechazo de su niñez, como su DAEJ.1 Pero en estas vacaciones de Semana Santa, las reglas de Julia están a punto de ser lanzadas por la ventana, cuando en un viaje escolar a Londres, le asignan como compañero a su némesis personal, Jason, el payaso de la clase. Luego de una muy salvaje fiesta, Julia comienza a recibir mensajes románticos… ¡provenientes de un número desconocido! Entonces, Jason le promete ayudarla a descubrir la identidad de su misterioso pretendiente si ella acepta romper algunas reglas en el camino. Y así es como comienza una salvaje y tonta persecución por todo Londres, que conducen a Julia cada vez más cerca a la mayor sorpresa de todas: el amor verdadero. Porque a veces, las cosas menos esperadas, son las más destinadas a ocurrir. 1 Destinados a estar juntos (MEANT TO BE) 5 1 Actos Sucios a Nueve Mil Metros de Altura Traducido por Monikgv Corregido por Melii Que tengas un buen viaje—y siéntete libre de hacer lo que yo no haría (: —P H ay ciertas cosas en la vida que simplemente apestan. Llenar un gran tazón de cereal antes de darte cuenta de que la leche ha caducado, la palabra es “esponjado”, caer de bruces en la barra de ensalada en frente del equipo de lacrosse… —¡Bird strike2! Estar en un avión con Jason Lippincott es otra de ellos. Dos filas delante de mí, Jason está sosteniendo sus manos en oración de manera irónica mientras nuestro avión rebota como si estuviera en una cuerda de bungee. No es que yo tendría alguna idea de cómo se siente hacer bungee jumping, ya que preferiría competir en un concurso de ortografía usando mi ropa interior que saltar de una grúa solo con una cuerda atada a mi alrededor. Al menos saldría de la competencia con una medalla. Cuando el avión desciende varios cientos (¿miles?) de metros, yo agarro muy fuertemente el reposabrazos. Las oraciones de Jason pueden ser broma, pero las mías son muy, muy reales. Dios, por favor regrésame a salvo en la tierra en Londres… y en el proceso, ¿tal vez podrías encontrar una manera de callar a Jason? Odio volar. En serio. LO. ODIO. Me parece mal avanzar por las nubes a gran velocidad en un tubo de metal. Tiene tanto sentido como ser lanzado al océano con una honda. 2 Expresión usada en situaciones peligrosas o comprometedoras. 6 Meto mi Shakespeare de bolsillo en el respaldo del asiento y vuelvo a alinear cuidadosamente las revistas que han rebotado fuera de formación en mi bandeja. —¡Estamos cayendo! —Ese es Jackson de nuevo, por supuesto. El avión rebota incluso peor que antes. Mis rodillas chocan contra la bandeja, enviando mi paquete de cacahuates a medio comer y mi pila completa de revistas lloviendo en el pasillo. Instintivamente agarro el reposa brazos una vez más, y el hombre de negocios junto a mí deja escapar un grito fuerte. Oops. No es el reposa brazos. Es su muslo. (Pensé que se sentía un poco flojo.) Murmuro una disculpa y ajusto mi agarre de kung fu hacia el reposa brazos real esta vez. Respira. Respira. Cierro mis ojos y trato de imaginar a Mark. Extrañamente, la primera imagen que viene a mi cabeza es su foto del anuario. Él tiene los rasgos perfectamente proporcionados de un modelo. Una brillante blanca sonrisa con perfectos dientes alineados en una línea perfecta, excepto por ese diente, a tres del centro, que es un poco torcido, que me encanta, porque es una especie de muestra de lo rectos que son los demás. Y su pelo marrón grueso, ondulado siempre está en el lugar correcto, revuelto lo suficiente pero no demasiado, sin la ayuda de algún producto grasiento o crujiente para el cabello. Perfecto. Justo como él. Finalmente comienzo a sentirme tranquila, como si estuviera costeando a través del océano en la parte posterior de un pequeño pájaro en vez de estar sujeta a una dura silla de poliéster. Entonces Jason deja escapar un fuerte—: ¡Woooo!, —rompiendo mi Zen inspirado por Mark. Me siento con la espalda recta. Jason tiene sus brazos levantados como si estuviera en una montaña rusa. Una bonita azafata se desliza por el pasillo hacia él. Bien. Si Dios no puede hacer que Jason se calle, tal vez ella pueda. Estiro el cuello para una mejor visión de la reprimenda que sé que viene en su camino. En vez de eso, veo a la azafata darle una servilleta doblada hacia arriba, la cual él inmediatamente abre para revelar una pila de galletas de chocolate. Por la manera en la que él las está manipulando, con delicadeza, sé que aún están calientes. La azafata le lanza una sonrisa a Jason. Él le dice algo y ella se ríe. ¡Él actúa como un idiota y aun así consigue aperitivos de primera clase! —Oh Dios mío. Él es demasiado. ¿No es gracioso? —Esa es Sarah Finder, residente de la zona a treinta millas de Newton North. Ella está codeando a su compañera de asiento Evie Ellston, en las costillas, asintiendo en dirección de Jason. 7 —En serio. Adorable. Y la cosa con Scarlet ha terminado, ¿verdad? —Está muy terminado. Terminaron hace dos semanas. —Por supuesto que Sarah sabe. Hasta el momento, durante las tres horas y veintisiete minutos que hemos estado en este vuelo, Sarah y Evie no han dejado a un estudiante sin discutir (excepto por mí, posiblemente porque la última vez que hubo un chisme sobre mí, fue en octavo grado, cuando Bryan Holloman pegó una rosa de fieltro en mi casillero el día de San Valentín. La única razón por la que a alguien le importó, se descubrió al siguiente día, la rosa estaba en realidad destinada para Stephenie Kelley. Desde mi punto de vista en el asiento directamente detrás de ella, ya he escuchado sobre el supuesto trabajo en la nariz de Amber Riley, la reciente suspensión de Rob Diamos por fumar cigarrillos en el armario del conserje, y la vergüenza por la que estaba pasando Laura Roberts, habiendo recibido el Honda ‟00 de su madre en lugar del Range Rover nuevo que había estado diciendo a todos que obtendría. —¿Crees que él esté todo herido y necesitado? ¿A la caza de alguien nuevo? —Evie tiene una de esas bocas de gran tamaño conectada a una cara de gran tamaño que hace que las vocales suenen una milla más largas. —Lo dudo, —responde Sarah. Luego, bajando la voz—: Él dijo que está tratando de unirse al mile-high club3. —¿En serio? ¿Eso no es, como, cuando la gente… ya sabes… en un avión? —Por la forma en la que la voz de Evie salta a los octavos de Mariah Carey, es difícil decir si está horrorizada o interesada en firmar como socio dispuesto. —¡Shhh! Y sí. Totalmente. Ya sabes cómo es él. Dispuesto a cualquier cosa —dice Sarah. Qué asco. Digo silenciosamente una oración para que Dios pueda añadir a Sarah a la lista de Personas a Quedar Temporalmente Mudas mientras él está trabajando por mantener nuestro avión en el cielo. Quiero decir, no soy para nada una de esas puritanas que creen que el sexo siendo adolescentes es algún tipo de pecado mortal o muerte social. No tengo problemas con el sexo. Es sólo que pasa que yo no lo tengo. Si estuviera teniendo sexo, desde luego no lo estaría haciendo en el baño de un avión. ¿Quién quiere tener actos sucios en un lugar tan… estrecho y sucio? Cierro mis ojos y trato de regresar a Mark, pero la voz de Sarah sigue deslizándose en mis visiones como uno de esos infomerciales de cuchillos. Corta latas, zapatos, y fantasías. 3Es un término del argot que aplica colectivamente a las personas que tienen relaciones sexuales mientras está a bordo de un avión. 8 Sin el Mark imaginario para hacerme compañía, sólo hay una manera de bloquear simultáneamente la boca más grande de Newton North y alejar las visiones del airemagedón. Saco mi iPod de mi cartera de cuero púrpura, que está escondida con seguridad debajo del asiento frente a mí. Desenrollo los audífonos y hago clic en algunas canciones suaves (Hayward Williams es mi elección musical del momento. Es como si alguien hubiera puesto grava y mantequilla en una licuadora y de ahí salió su voz). Pero a medida que alcanzo hacia atrás para ponerme los audífonos, encuentro algo húmedo y pegajoso anidado en mis rizos. Tiro del final de mi cola de caballo hacia mi cara para encontrar una bolita de lo que parece, huele, y se siente como goma de mascar de uva. Un ataque de risas estalla detrás de mí, y me doy la vuelta para ver a un niño pequeño, tal vez de siete años, usando una camiseta de Buzz Lightyear. Él está sonriendo como un maníaco, su madre durmiendo pacíficamente a su lado. —¿Tú lo hiciste? —susurro, sacudiendo furiosamente mi cabello hacia él. —¡Oops! —exclama antes de disolverse en otra risa histérica, sus mejillas gordas ardientes bajo su mata de rizos rubios. Añade niños a la lista de cosas que odio. Volar y niños. Después de varios minutos de selección cuidadosa, seguida por unos tirones (todo mientras agradezco a mis padres por hacerme hija única), se vuelve claro: Voy a tener que dejar mi asiento e ir al baño, en total desafío de la orden del piloto de abrocharse los cinturones. Yo no uso los baños de los aviones. Es una regla. Y realmente no me gusta romper las reglas. (Es algo como una de mis reglas.) Quiero decir, si voy a caer en picada a mi muerte, no va a ser con mis pantalones alrededor de mis tobillos. Por otra parte, una gran bola de goma de mascar de uva en mi cola de caballo definitivamente constituye una emergencia, no importa que tan poco me preocupe por mis ondas castañas salvajes con exceso de cloro. Cuidadosamente desabrocho mi cinturón, manteniendo un ojo en la galera de las azafatas, y hago una línea recta hacia el lavabo. Mientras levanto el lío púrpura y pegajoso en el que se ha convertido mi cabeza, puedo escuchar risitas tenues viniendo a través de la pared. ¿Qué le pasa a todo el mundo en este vuelo actuando como si fuera un día en Six Flags4? Yo preferiría estar en el Titanic a este punto. Al menos estaría viajando cómoda, con vasos de cristal y toallas calientes. Six Flags es la cadena más grande a nivel mundial de parques de diversiones y temáticos. 4 9 Finalmente tiro el último pedazo de goma de mascar y salgo del lavabo, luchando con la pequeña puerta corrediza, que ha agarrado la manga de mi sudadera. Busco a tientas alrededor, golpeando mi codo en el marco de la puerta, antes que finalmente me libera azotándome al salir. Justo en ese momento el avión rebota duro, y soy lanzada fuera del baño como una bala de cañón. Un par de brazos me salvan de golpear mi cabeza contra la estrecha puerta. Miro hacia arriba para ver a Jason Lippincott sosteniéndome en mis pies. —¡Lame Libros! —dice, invocando mi apodo menos favorito de la secundaria. Él sonríe, varias pecas de su frente se arrugan—. ¿Disfrutando de tu vuelo? Me alejo de él. —Es Julia —contesto tan calmada como es posible, ajustando el dobladillo de mis pantalones, que se han enganchado en la suela de mi zapatilla. —Por supuesto —dice él, señalando hacia el pasillo—. Después de ti. —Um, gracias —le digo. Tal vez él puede ver lo mucho que quiero regresar a mi cinturón de seguridad. Mientras camino por el pasillo, comienzo a notar las miradas de mis compañeros en mí. Las miradas rápidamente se convierten en risillas y luego en risas. Ryan Lynch, el capitán de lacrosse de Newton North, me está sonriendo estúpidamente. Sarah está susurrando furiosamente a Evie, sus ojos fijos es mi dirección. No tengo la menor idea de lo que está pasando, e inmediatamente me pregunto si hay más goma de mascar en mi cabello o si tengo algo en la cara. Toco mi cabello cuando un gesto salvaje atrapa el rabillo de mi ojo. Me doy la vuelta para ver a Jason haciendo un movimiento de empuje en mi dirección, guiñándole un ojo a Ryan, quien extiende la mano para chocar los cinco con Jason. Oh Dios mío. De ninguna manera. Ellos creen que éramos nosotros, en el baño, con lo del mile-high club y todo eso. ¡Ellos creen porque él los está haciendo creer eso! ¡Cómo pueden creer que yo haría alguna cosa con Jason Lippincott, mucho menos algo en el baño de un avión! Mis ojos vuelven a Sarah, quien todavía está en modo de chismosa, su mirada clavada en mí. Si Sarah sabe, todos saben, lo que significa que sólo es cuestión de tiempo antes de que las noticias vuelvan a Mark. Y para ese entonces, ¿quién sabe qué tan loco se volverá el rumor? Newton North es a veces como un gigantesco juego de teléfonos. Una cosa es cierta: el bueno, dulce, amable, atento Mark no va a querer nada conmigo si piensa que he estado semi desnuda con Jason en un vuelo trasatlántico. Aunque Jason ha dejado de empujar, sigue riendo y chocando los cinco con sus compañeros de asiento. Chocando los cinco. Sí. 10 Primero me llama Lame Libros; ¡luego pretende que tuvo actos sucios conmigo a nueve mil metros de altura! Todo lo que puedo hacer es darme la vuelta y sisear—: ¡Basta! — antes de dejarme caer en mi asiento. Meto mis audífonos en mis orejas, subo el volumen en mi iPod, y trato de ahogar mi humillación con algunas canciones. A este punto, estoy casi deseando un accidente. 11 2 Cafés con leche y Piernas largas Traducido por Mari~ Corregido por Melii ¿Es demasiado tarde para que vengas con nosotros en su lugar? —Jules P aso todo el resto del vuelo furiosa. Me gustaría que mi mejor amiga, Phoebe, estuviera aquí, ella sabría exactamente que decirle a Jason y como decirle sus verdades. Ella es la reina de las réplicas. Cuando aterrizamos en Londres, marcho directamente hacia él en el reclamo de equipaje, estoy lista. —Escucha, si quieres comportarte como un niño con exceso de cafeína, esa es tu prerrogativa, pero déjame fuera de eso. Yo nunca me besuquearía contigo, y ciertamente no… —en el último segundo, no puedo ni decirlo, no con Jason sonriéndome como idiota. Tomo una respiración profunda—. No en un avión ni en cualquier otro lugar. Nunca. Así que apártate. ¿Bueno? —Prerrogativa, ¿eh? —él se ríe, desenvolviendo un trozo de Bubble Yum de uva y haciéndolo estallar en su boca. —Es una palabra de SAT, así que tal vez nunca la hayas escuchado. —Bueno, era algo como Yo soy goma y tú eres pegamento, pero no me pasé de la línea de apertura mientras escribía mi guion. —Oh, si la conozco. Siete veinte verbal —dice, y luego se inclina más cerca. El olor de goma de uva llega a mi cara, y arrugo mi nariz para bloquearlo—. Pero no le digas a nadie. Podría arruinar mi reputación de “Niño con exceso de cafeína”. Empiezo a buscar una réplica que darle, pero soy salvada por un pequeño terror, estrellándose en mis piernas. Miro hacia abajo para ver al niño del avión, su camiseta de Buzz Lightyear arrugada, sus rizos rubios en nudos. 12 —Cuidado —le digo, pero él está muy ocupado chocando la mano con Jason antes de correr hacia al carrusel de equipaje (y a sus padres, espero)—. ¿Qué fue todo eso? Jason está desgarrando el envoltorio de chicle en trozos cada vez más pequeños hasta que apenas mantiene la estructura molecular de papel. Llueve abajo hacia su zapato. En ese momento, la risita traviesa suena en mi oído y mi mano vuela hasta mi pelo. —¡Tú! —Lloro, cuando veo a Jason soplar una burbuja perfectamente redonda que ocupa la mitad de su cara. Todavía puedo ver los contornos borrosos de pecas a través de la burbuja, y quiero desesperadamente atestar mi dedo en ella y salpicar sus mechones de goma. A ver si le gusta—. No les puedes dar goma a los niños pequeños —¿Por qué no? parecía aburrido. —Jason se encoge de hombros, volviéndose hacia el reclamo de equipaje—. Cielos, mamá, ¿por qué no tratas de bajar el estrés uno o veinte niveles abajo, de acuerdo? Estas son vacaciones. —Estas no son vacaciones, se trata de educa… —empiezo, pero Jason me interrumpe con un gesto de silencio que me parece haber visto en El Encantador de Perros. —¿Sabes cuál es tu problema, lamedora de libros? —dice, balanceándose sobre sus talones. Me da un guiño rápido—. No conoces la palabra “diversión”. Quizás es porque no está en el SAT. Se sacude mientras pasa de mí, hacia el reclamo de equipaje. Me quedo aturdida, odiándolo con el calor de una supernova. Estoy tan aturdida que pierdo mi bolso a medida que pasa el carrusel, y tengo que esperar a que regrese de nuevo. Al estirar mi cuello, buscando mi gran bolsa de color verde, sombras gemelas me alcanzan. Levanto la vista para ver que estoy flanqueada por un par de cigüeñas humanas. Llevan jeans ajustados que coinciden y camisetas sin mangas y tienen los mismos pañuelos multicolores envueltos alrededor de sus cuellos de cisne. Lo único que las distingue es que una de ellas tiene una alta y apretada cola de caballo color castaño rojizo y la otra tiene una alta y apretada cola de caballo rubia y está sosteniendo un café helado gigante del tamaño de su cara. —Juro por Dios, que si nuestro piso tiene literas, caminaré mis Manolos directamente al próximo vuelo de regreso a Estados Unidos — dice la rubia—. La última vez que vine a la Semana de la Moda, tuvimos cuatro literas en una habitación, me sentí como si estuviera en un campo de la moda, definitivamente no lo haré de nuevo. 13 —Puedo manejar las literas, mientras que Úrsula no esté ahí — responde la morena, subiendo su bolso en su huesudo hombro—. Ella ronca como un leñador. Santo Dios, modelos reales, de carne y hueso. O hueso. Ellas ciertamente lucen hambrientas y con exceso de cafeína. Ahí es cuando me doy cuenta de que hay muchas mujeres de más de dos metros que vagan por el área de equipaje. El aeropuerto ha sido tomado por glamorosas con mejillas hundidas y maletas negras con ruedas. Están pavoneándose sobre el linóleo en tacones de diez centímetros como si hubieran salido de Vogue Italia y no de un vuelo de seis horas y media. —¿Ya sabes que espectáculos te tocan? —la morena a mi izquierda pregunta, escaneando el carrusel en busca de su maleta. —Tengo algunas audiciones mañana —responde la rubia. Ella le da a su café helado un perezoso y desinteresado batido—. Mi agente dice que Stella McCartney es totalmente una cerradura. Y por supuesto, Marc Jacobs, como que, me ama. Atrapo a la morena rodando los ojos mientras ella agarra la maleta de la cinta transportadora en un movimiento grácil y fluido. He estado tan distraída en su conversación que no me he dado cuenta de que mi bolso está a punto de pasar de nuevo. Buceo por ella, mis dedos apenas cerrándose alrededor de la manija de nylon. Tiro de mi peso hacia atrás, para sacarla del carrusel, pero gracias a las guías que empaqué, el bolso es más pesado de lo que pensaba. Siento que esto me hace perder el equilibrio. Voy hacia abajo. Cuando empiezo a inclinarme hacia atrás, sin embargo, un cuerpo rompe mi caída. Desafortunadamente, es la modelo rubia, cuya delgada figura no está preparada para mi estructura muscular y diez toneladas de equipaje volando hacia ella como un avión furtivo. —¿Qué de… —grita cayendo hacia atrás de su calzado de plataforma. Caemos abajo en una maraña de brazos y piernas, su café en una inundación en el piso, ahora empapándose en mis pantalones deportivos. —Oh, Dios mío, lo siento —murmuro, completamente mortificada. Me esfuerzo por trepar, y estoy casi de pie cuando mi pie se engancha en el mango de mi bolso y me caigo otra vez, aterrizando de trasero en el charco. Puedo sentir el líquido frío y pegajoso empapando mi ropa interior. Genial—después de los rumores de haberme unido al grupo de una milla de alto, una sospechosa mancha en mis pantalones deportivos es la última cosa que necesito. ¿Mencioné que odio volar? Desenredo mis pies, agarro mi bolso, y hago una carrera hacia las puertas corredizas, antes de someterme a un rabieta estilo supermodelo. —Lo siento —le grité por encima de mi hombro. 14 —Me debes un café —me grita la rubia, pero yo no miro hacia atrás. Cuando llego a la acera, escaneo la multitud de mi grupo para no perder al autobús. Veo a Jason y empiezo a caminar hacia él, pero rápidamente me doy cuenta de que él no está con el grupo. Está ocupado hablando con una supermodelo de pelo negro que está a punto de subir a un sedán negro brillante. Por supuesto. Otro sedán aparca justo en frente de mí. Los vidrios polarizados proporcionan un perfecto reflejo de mi apariencia después del vuelo. Mi cabello es un lío salvaje, mis ojos están inyectados en sangre, y ahora tengo café salpicado de pies a cabeza, incluyendo una gran mancha de humedad en el trasero. Genial. He llegado a Londres con el aspecto de una persona sin hogar—e incontinental—persona loca. Levanto mi bolso sobre mi hombro. Finalmente veo a mis compañeros reunidos en frente de un gigante autobús de tour color azul. La Sra. Tennison está bulliciosa alrededor, contando cabezas y comprobando las cosas en su portapapeles. Casi todo el mundo ha subido al autobús mientras que yo estoy llevando mi bolso con monograma hacia ellos. Volar, niños, modelos y llegar tarde. Y Jason Lippincott. La lista de las cosas que odio se vuelve más larga cada vez. Me subo al autobús detrás de Deirdre Robinson y su descomunal pelusa de pelo rubio rizado y me deslizo en un asiento vacío en la parte delantera, con la esperanza de que permanezca vacío excepto por mí. Sí, hay veinte estudiantes en este viaje, y yo soy muy amiga de, exactamente ninguno de ellos. Van a ser unos diez días muy largos. Cuando todo el mundo en mi año en clase de literatura tuvo la oportunidad de ir a Londres durante las vacaciones de primavera, pensé que por lo menos un puñado de mis compañeros de natación iba vendría al viaje. Sin embargo, a pesar de mi cuidadosa planificación y organización, me las arreglé para inscribirme y entregar mi depósito antes de darme cuenta de que había conflicto con el encuentro de natación de MetroWest Invitational. Es en el encuentro en donde batí el record en estilo libre. Así que aquí estoy y mis compañeros no. Perder el encuentro de natación me pone nerviosa, y empiezo a tocar mi dedo dentro de mi zapatilla. Le prometí al entrenador Haas que haría vueltas extras estando aquí (nuestro hotel tiene una piscina, gracias a Dios), y espero que él no me haya sustituido por el tiempo en que yo vuelvo. 15 —Relájate, Julia —el entrenador Haas me dijo cuándo le mencione que mantendría mi entrenamiento. —Solo trata de tener un poco de diversión mientras estas allí, ¿de acuerdo? Aparentemente nadie entiende que mi versión de diversión incluye vueltas, guías y seguir las reglas. Joel Emerson deambula perezosamente por el pasillo, y lo veo pausar al lado de mi asiento, así que rápidamente dejo mi equipaje de mano en el. Joel pasará el autobús entero haciendo una imitación jugadas de lacrosse, lo cual estoy segura me mareará. Maldición, Phoebe, te mataré por haberme abandonado. Los padres de Phoebe se negaron a dejarla saltarse la reunión familiar de Lis, organizado cada cinco años en Chicago. Ninguna cantidad de súplica de ninguna de las dos los movió un centímetro. Phoebe incluso sacó la tarjeta de “se verá muy bien en mis aplicaciones de la universidad”, pero fue en vano. Ella es una artista increíble y ella totalmente entrará a la Escuela de Diseño de Rhode Island. Y con esperanza, yo entraré a Brown, y vamos a compartir un apartamento en una gran Provincia Victoriana con paredes claras y una torreta. —Bueno, al menos hay una playa —le dije la semana pasada. Después de meses de rogarle, finalmente la convencí de reorganizar su armario. Phoebe dice que es enfermo, pero organizar las cosas de los demás es como una especie de pasatiempo para mí. Hay algo increíblemente satisfactorio en poner cada cosa en su lugar. —Es el largo Michigan… que si acaso cuenta como playa —dijo y sacó la lengua mientras se probaba una camiseta amarilla para los agujeros de la variedad no intencional. La arrojó a la pila de “Donar”. —La Cámara de Comercio de Chicago lo ve de otro modo —le contesté, poniendo un montón de vestidos de verano brillantemente estampados en perchas de uno en uno. Sostuve un minivestido morado impreso de pata de gallo con un rasgón del tamaño de un huevo en el dobladillo—. ¿Te lo vas a quedar? —Yo puedo perfectamente arreglar eso —dijo añadiendo a la pila de costura al lado de su escritorio antes de recoger su largo cabello negro brillante en una desordenada cola de caballo. Estoy tan celosa del pelo de Phoebe. Me tomaría dos horas con una plancha y el contador de Kiehl entero para tener mi pelo así de liso. Y gracias a todo el cloro, no estaría ni cerca de ese brillante—. De todas maneras, incluso si se trataba de una playa real, es sólo lo suficientemente caliente para nadar como por, tres semanas en agosto. Es marzo. Eso es prácticamente el Ártico en Chicago. Suspiré—: ¡Va a ser doloroso para mí también! Van a haber muchos niños ricos en el viaje y podría volver con una lobotomía frontal 16 completa y un nuevo guardarropa conformado solamente de jeans ajustados y pulseras Tiffany. —Traté de concentrarme en doblar su enorme pila de camisetas impresas por la pantalla y no en lo sola que estaría—. En serio, ¿Qué voy a hacer allí sin ti? —Vas a disfrutar de Londres —dijo Phoebe, sus ojos se abrieron cuando terminó para uno de sus famosas diatribas de la milla del minuto—, una ciudad llena de sexys estudiantes británicos que leen Jane Austen y las hermanas Brontë. Y de vez en cuando, harás una pausa para un momento de silencio por tu mejor amiga, quien está ocupada comiendo kimchi y cacerolas hechas por tías-abuelas mientras que tú estás disfrutando de té y panecillos. Así que mi mejor amiga no está aquí para salvarme. Pero estoy en Londres. De forma gratuita. Sin padres. Con un itinerario (resaltado y subrayado, por supuesto) lleno de visitas a lugares que solo he leído o imaginado, y un bolso de lona lleno de guías de viaje, notables pasajes con una gran variedad de coloridos Post-Its. Podría ser mucho peor. Podría estar viajando con mi tía Matilda, que se la pasa la mayor parte de las visitas diciéndome que tal vez si me pasara menos tiempo en la piscina y más en un vestido, podría tener mi propio novio. Podría estar de gira en Londres con una convención de directores de colegio o de patrocinadores infomerciales. Todos esos serían peor que esto (creo). Así que está decidido. Este viaje será maravilloso. Tomo unas cuantas respiraciones profundas, saco el itinerario y empiezo a prepararme psicológicamente para el viaje de mañana a Tate. Ya he impreso el folleto en línea de las exposiciones especiales. Tengo previsto pasar la noche (que está designado como establecido-en tiempo en el itinerario) releyendo los pasajes de Tate en cada una de mis cinco guías. Sólo la idea del museo y mis libros, y mi estrés empieza a disminuir inmediatamente. La Sra Tennison se escabulle en el último autobús y comienza examinando a la multitud. Sus pantalones palazzo y su túnica floral golpea a los estudiantes en la cara mientras corre por el pasillo. —¿Tenemos a todos? ¿No falta nadie? —pregunta, contando cabezas, después, retorciendo sus manos—. Parece que nos falta alguien. —Sus cejas principalmente trazadas se fruncen. —Estoy aquí, no tengan miedo. —Jason salta al autobús, riendo, y se contrae por el pasillo, pasando a un lado de la Sra Tennison—. Gracias por mantener al bus por mí, Sra Tennison. —Jason, por favor, quédate con el grupo. Es muy importante que nos mantengamos todos juntos. —Quince minutos en Londres y ya la Sra Tennison está masajeando sus sienes. Claramente, éstos van a ser diez largos días para ella también. —Lo siento, Sra T, no sucederá de nuevo, palabra de honor. — Sonríe, arrastrando los pies por el pasillo. Hace una pausa al pasar por mi 17 asiento, arrugando la nariz—. ¿Avellana?, lamedora de libros. Te había tomado como una chica que prefiere café negro. —Aprieto mis puños. Murmullos de arrollos y brisas frescas. Pájaros y corazones, y arcoiris, y el tercer diente de Mark a la izquierda del centro... —Gracias, Jason —suspira la Sra Tennison, sacando una carpeta gruesa. El autobús retoma un comienzo, y la Sra Tennison tiene que sujetarse del asiento más cercano para no caer en el regazo de nadie. Ella casi agarra la esponjosa cabeza del loco—y rizado pelo de Deidre Robinson. Pero Deidre hace una rápida maniobra que supongo y aprendió del grupo de esgrima (del cual ella es la única miembro). —Está bien, todos, escuchen —dice la Sra Tennison, aclarándose la garganta—. Tengo buenas noticias. Hubo una confusión con el hotel y todo el mundo terminó en habitaciones individuales. Una alegría se eleva desde el autobús—una alegría a la que incluso yo me uno. Una habitación individual significa que estoy a salvo de tener que compartir con Sarah Finder y de su explosión de pantalones de diseñador y de sus bolsos de imitaciones de Louis Vuitton. Gracias a DIOS. ¡Este viaje mejora cada minuto! —Está bien, está bien. —La Sra Tennison dice, moviendo sus manos para callarnos—. Continuando, su toque de queda es a las 10:00 p.m, y lo respetaran. Me quedaré con sus llaves por la noche y así sabré que están en su cuarto y no...—se calla de repente y sé lo que está imaginando, a la mitad del autobús arrestada y a la otra mitad embarazada. Todos los demás estudiantes comienzan a gruñir y a gemir. Evie incluso chilla —¡Pero eso es fascista! —no creo que ella sepa lo que fascista significa. No me importa el toque de queda. Acostarse temprano, levantarse temprano y nadar mis vueltas. La Sra Tennison continúa —: La forma en la que nos aseguraremos de que no están paseando por su cuenta es un viejo recurso. El sistema de compañeros. A mi alrededor, la gente se está agarrando de las manos con sus compañeros, pero después de haber asistido a tantos campamentos Tanasi, sé exactamente lo que va a pasar, y siento un nudo frío de miedo formándose en mi estómago. —Les he asignado compañeros para la duración del viaje. No sólo van a ser responsables de hacer un registro de sus compañeros, sino que también va a ser su compañero en todas sus actividades y tareas. Recuerden que este es un viaje educativo del Reino Unido. —Ugh, no me lo recuerdes —murmura Evie desde dos filas atrás. 18 Evie pasó el final del vuelo pasando las páginas a través de La Guía Fashionista Para Comprar en Londres. Es el primer libro que le veo leer. —Ustedes serán responsables de su pareja durante la duración de este viaje —la Sra Tennison continúa, concluyendo el discurso, que supongo debió haber practicado en el espejo del baño antes de irnos— . El éxito de su pareja es su éxito. No sólo estaremos juntos en los tours, generalmente programados, si no que se harán compañía durante las horas culturales. Probablemente estén pensando ¿Qué son horas culturales? —Um, no. —La rodada de ojos de Evie es casi audible en su voz. Por suerte, la Sra Tennison no la oyó. —Sus horas culturales son bloques de dos horas de tiempo diarias, en el que se les permite explorar Londres por su cuenta. Con su pareja, por supuesto. —Tiempo de compras. —Evie chilla. La Sra Tennison si escuchó eso. Ella le dispara a Evie una mala mirada antes de cargar. —Las horas culturales son para explorar más sobre la cultura de Londres —dice ella, no tan sutilmente, haciendo énfasis en las palabras—. Y esto no incluye hacer compras. Voy a hacer seguimiento de sus horas a través de sus papeles de reflexión diarios, donde escribirás acerca de las maravillosas experiencias británicas que has tenido en el día. Mis compañeros de clase siguen gimiendo. No sé lo que esperaban. Contrariamente a la creencia popular, esto no se trata de vacaciones, se trata de tener crédito, y yo planeo obtener una A. La Sra Tennison está corriendo a través de la lista de parejas, me esfuerzo por escuchar mi nombre. A medida que se desplaza por la lista, comienzo a notar un patrón. Brian Arnett está emparejado con Jamie Barnes. Evie Elston con Sarah Finder. Tony Harrison y Logan Hunt. Lucy Karns y Adam Landry. Uh—oh, esto sólo puede significar una cosa... —Julia Lichtenstein, tu estarás con Jason Lippincott No. No, no, no. No puedo estar con Jason. En primer lugar, le dije que me dejara en paz. Para siempre. No puedo ni si quiera mirar a Jason, mucho menos hacer tours por los castillos con él. En segundo lugar ¿De qué vamos a hablar? Aparte de nuestro breve encuentro hoy, no hemos interactuado desde que metió tampones en mi casillero en noveno grado. Él se sienta al otro lado de la cafetería con sus compañeros de equipo de Lacrosse y sus amigos en el almuerzo y se la pasa la mayor parte del tiempo de clase tratando de avergonzar a nuestros maestros con bromas como “eso es lo que ella dijo”. No sé cómo jugar Lacrosse. Y estoy bastante segura de que él nunca ha leído...bueno, un libro. Además de que va a pasar el noventa por ciento 19 del viaje tratando de averiguar formas de conocer chicas, lo que va a ser muy molesto para la persona que tenga que registrar su rastro. La cual al parecer, soy yo. Pero antes de que pueda preguntar si hay espacio para una negociación, la Sra Tennison saca una caja llena de celulares plateados idénticos, cada uno cubierto con una nota adhesiva, que contiene el número escrito en una forma prolija (la Sra. Tennison puede ser un desastre psicológico pero tiene una linda caligrafía). —Éstos son sus teléfonos celulares—o móviles, como dicen en Inglaterra —dice ella, riendo un poco, a medida que se mueve por los pasillos, distribuyendo los teléfonos. Mi nota adhesiva dice: +442026415644 Me quedo mirando el revoltijo de números desconocidos, tratando de aprendérmelos de memoria. El código de país estándar es cuarenta y cuatro, eso es fácil. Veinte...ese era el número de la camiseta de papá en la escuela secundaria; él era el capitán del equipo de fútbol. Los números se reorganizan en mi cabeza, formando diferentes patrones. Entonces lo veo, Veintiséis de abril de 1564, el cumpleaños de Shakespeare. Eso debe ser una señal. Solo me queda un número por memorizar, y ese es bastante fácil, el último 4 es mi promedio. Número de la camiseta de mi papá. El cumpleaños de Shakespeare. Mi promedio. Me lo digo a mi misma en voz baja hasta aprendérmelo de memoria. La Sra Tennison está parloteando. —Estos teléfonos son prepago. Han sido precargados con un valor de crédito de veinte minutos, que exactamente el tiempo que necesitan para llamar a la policía, un taxi o a mí. Esto significa que estos teléfonos están pensados para casos de emergencia —dice la palabra con tantas sílabas como la puede estirar. Ella coloca el último teléfono en la palma bronceada de Susan Morgan y luego gira para mirar a la multitud—. Cualquier crédito utilizado más allá de los veinte minutos, tendrán que comprarlo por su cuenta. Sin embargo, no les estoy dando el permiso de estar en el teléfono todo el viaje. Disculpe, ¿señorita Ellston? Me doy la vuelta para ver a Evie con su nariz ya enterrada en su teléfono, sus dedos con manicura golpeando furiosamente las teclas. Ante la mención de su nombre, su cabeza se mueve bruscamente hacia arriba al momento exacto en el que su teléfono queda cerrado. —¿Sí, Sra Tennison? —dice alegremente. —¿Qué estaba haciendo con ese teléfono, señorita Ellston? —la Sra Tennison cruza los brazos e imita el tono durazno y crema de Evie. —Oh, nada —dice ella. Su voz se vuelve incluso más espesa, lo que sucede cada vez que le está mintiendo a una figura de autoridad. 20 He estado en al menos una docena de clases con ella, así que soy algo experta. —Señorita Ellston, gracias por recordarme traer el punto final. Como ya he dicho, estos teléfonos son para emergencias. No son para enviar mensajes de texto, o Twittear, o Facebookear, o conectarse o socializar o ninguna otra cosa que no les permita realmente disfrutar de su experiencia en Londres. Esta es una oportunidad para desconectarse de la tecnología y conectarse con una ciudad vibrante, llena de arte, historia y cultura. Si descubro que su teléfono está resultando una distracción, se los confiscaré inmediatamente. Y a continuación, tendrá que depender del teléfono de su pareja por el resto del viaje, ¿comprendido? El autobús se rompe en un coro de síes dispersos refunfuños al azar. Abro mi teléfono, deseando poder usarlo para enviarle un SOS a Phoebe. Incluso empiezo a escribir un texto. ¡Ayuda! ¡Emparejada con Jason! ¡Suicidio, probablemente un homicidio inminente! Pero como soy una seguidora de reglas, le doy la vuelta al teléfono cerrado sin enviarlo. 21 3 Menos Baño, Más Bata. Traducido por Amy & Cris_Eire Corregido por Vericity ¿Por qué todo el mundo piensa que una chica que prefiere los libros a la gente está necesitada de una vida? —J E l bus se aleja del aeropuerto, y estoy prácticamente presionando mi nariz en el cristal. Me niego a perder un solo segundo de Inglaterra sólo porque estoy estresada por Jason. Nos transportamos a la autopista M4 y empezamos a toda velocidad hacia Londres. Todo se ve más verde aquí que en casa. Miro a lo largo de las colinas salpicadas con manchas de flores silvestres y árboles con grandes sombras. Es una tarde de primavera fresca pero soleada. Deseo poder abrir la ventana e inspirar el aire, porque parece que huele a tierra, fuerte, y dulce. Las verdes colinas dan paso a un paisaje de casas adosadas y grandes supermercados. Por un minuto estoy decepcionada, podríamos estar en Cleveland, Ohio. Luego nos desplazamos a la zona urbana, y la calle de repente se estrecha en edificios más opulentos. Este es el Londres que siempre imaginé. Todo se ve como es o como era, al mismo tiempo, un castillo. Incluso el McDonalds con su fachada de piedra situado debajo de un edificio de apartamentos de ladrillo majestuoso se ve impresionante. Nuestro bus desaparece bajo tierra, rodando a través de un túnel antes de emerger en la calle. Pasamos por un exuberante jardín lleno con flores hermosas. Y no puedo esperar para tomar una viejo ejemplar de Orgullo y Prejuicio y leerlo en un jardín inglés real. Conociéndome, probablemente seré atacada por un ganso salvaje o algo así. (Tengo problemas con los gansos. No me juzgues.) Antes de saberlo, estábamos en el medio de la ciudad, pasando por lugares que he oído a mi mamá describir desde que era una niña: Kensington High Street, Imperial College, Hyde Park, Piccadilly Circus. Por 22 un segundo mi garganta se contrae y me encuentro conteniendo la respiración. Londres es donde mamá y papá se fueron de luna de miel, y siempre hablaban de volver aquí. Papá solía bromear diciendo que París era la ciudad del amor para gente sin imaginación. —Dame todos esos guardias con esos sombreros grandes difusos algún día —decía, riéndose y dando un beso a la frente de mi mamá. Incluso habían ahorrado para un viaje de décimo aniversario, pero papá se enfermó, el viaje fue rápidamente olvidado. Mis padres se conocieron cuando eran adolescentes que asistían a escuelas secundarias rivales. Mamá vio a papá a través del campo de fútbol por dos temporadas, siempre quiso hablar con él. Un día se torció el tobillo corriendo, y papá fue el primer auto que consiguió. La recogió y la llevó a la sala de urgencias, y estuvieron juntos hasta el día que él murió. Mi mamá siempre decía que fue el destino, y sé que está en lo correcto. Podría haber sido cualquier viejo Buen Samaritano que la recogiera, pero el destino la trajo a mi papá. La mayoría de las personas que conozco tienen padres que están separados o divorciados o algo intermedio. Pero en todos mis recuerdos mis padres están juntos, siempre reían o bailaban alrededor de la cocina o estaban cogidos de la mano. Tenían más dicha en la década de casados que la mayoría de la gente. El destino trabajó para ellos, y trabajará para mí. Es por eso que Mark Bixford es el chico. Lo sé. He estado enamorada de él desde que tenía cinco, cuando era mi vecino de al lado. Hicimos todo lo que los típicos vecinos niños hacían: correr a través de la regadera, andar en bicicleta, tratar de nadar tan alto que nos íbamos de un tirón al travesaño. Pretendíamos que éramos espías, héroes de guerra, profesores, la realeza, el presidente… Incluso tuvimos una boda imaginara una vez. Mark vino a mi casa con una camisa negra (la aproximación más cercana que un niño de cinco años tiene a un smoking), me puse una almohada sobre mi cabeza como un velo, y un viejo león de peluche que nombre Growly presidió el bendito evento bajo el sauce en mi patio trasero. La boda terminó con mi primer beso, y he estado enamorada de Mark Bixford desde entonces. En mi sexto cumpleaños, me regaló una bolsa Ziploc lleno con dulces de limón, mi sabor favorito. (Ellos me recuerdan a lemon pledge5, y mi tarea favorita cuando era niña era ayudar a mi mamá a sacar el polvo en todas las antigüedades de la casa). Mark había ahorrado su mesada para comprar una caja de los dulces, y luego escogió los amarillos para mí. ¿Ves por qué lo amo? Pero al año siguiente, su padre fue transferido a Pittsburgh, y pensé que se había ido para siempre. Decidí buscar un nuevo enamoramiento, pero con el paso de los años seguía pensando en 5Limon Pledge: limpiador de polvo. 23 Mark, preguntándome si tal vez nuestra “boda” podría haber sido alguna señal, o premonición. Ahora, Mark ha vuelto. A partir del 19 de agosto, exactamente 232 días atrás. Y no he visto a otro chico desde entonces. Por desgracia, Mark apenas me ha mirado. Phoebe dijo una vez que probablemente fue silenciado por la fuerza de su amor por mí, pero sospecho que con el tiempo perdió la memoria de los votos en mi patio trasero, o cómo cada uno cortó un pequeño mechón de Growly como símbolo de nuestro amor eterno. El león todavía está sentado en el estante superior de mi armario, viéndose un poco abultado y triste. Así que durante los 232 días, lo he amado en silencio y desde lejos, esperando por el acontecimiento fortuito que nos uniera. No es que sea demasiado gallina para hablar con él (bueno, tal vez un poco). Simplemente pienso que él es el indicado (y lo es totalmente), y que finalmente va a suceder naturalmente. Sé que desafía toda lógica y razonamiento, pero es así como el destino funciona. Yo lo he visto. Rodeada por los autos pequeños y los taxis de Londres, nuestro bus parece monstruoso, pesado como un elefante a través de un campo de gatitos. Las únicas cosas que ni siquiera son cerca de nuestro tamaño son los buses de dos pisos, que están en todas partes. Sigo teniendo pequeños momentos de pánico mientras pienso que el conductor de nuestro bus se emborrachó y que irá directo a cualquier auto que venga, sólo para recordarme que aquí en Inglaterra ellos conducen por el otro lado de la carretera. Pasmos las señales por Londres Underground, que se parecen a las camisetas que he visto en Urban Outfitters. Los edificios que nos rodean curvan la carretera. Es exactamente como imaginé, y sin embargo, aún mejor de alguna manera. Y hasta ahora sólo lo he visto a través de una ventana empañada de un bus. Al escapar del tráfico de Piccadilly Circus, nos dirigimos a una calle tan estrecha que estoy segura que el bus va a estancarse entre un par de edificios. Está un poco nublado hoy, y con la altura de los edificios que nos rodean, es difícil distinguir la zona desde el asiento. Finalmente, el bus estaciona en una parada frente a nuestro hotel. Ahogo un jadeo. El Hotel Soho Sonnet está situado en el moderno barrio poblado por teatros clubes y tiendas de discos. El hotel en sí parece salido de un cuento de hadas. Al bajar del bus de una alfombra roja de felpa, puedo decir que no tendré ningún problema con esto. No hay problema alguno. —Por aquí, señorita. —Un hombre con una chaqueta indica las puertas dobles, que ya están abiertas y listas para nosotros. Una señal 24 dorada y roja dice: BIENVENIDOS, AMIGOS Y FAMILIARES que está en un soporte de latón antiguo. El hotel es del hermano del marido de la señora Tennison (o el esposo del hermano de la señora Tennison, no recuerdo cuál) Su compañía la compró el año pasado, cuando era sólo una hilera de casas en la ciudad, y acaban de terminar una renovación completa. Gracias a la señora T (y una necesidad rumoreada para compensar una especie de desaire familiar), mis compañeros y yo vamos a hacer los primeros huéspedes del hotel. Estamos aquí para darle al personal otro buen período de prueba. Porque realmente, si el personal de hotel puede sobrevivir a veinte adolescentes americanos, pueden sobrevivir a cualquier cosa. Es algo increíble, realmente. El año pasado nos alojamos en un hostal, y el colchón de Jenny Davis estaba lleno de bichos. Volvió a casa pareciendo que tenía varicela, y nadie se acercó a ella por una semana. Tan pronto como estamos en la puerta, Jason deja caer su bolso en el suelo y se pasea en el mostrador, donde una bonita pelirroja con un vestido de corte bajo con un abrigo está tecleando en el computador. Él dobla su torso sobre el mostrador de mármol y mira a la pantalla. Antes de que incluso pueda preguntarle qué está tramando, la empleada está riendo y sonriendo y sacudiendo su cabello. Aparto la mirada. Quiero decir, en serio, voy a tener que ver esta misma escena una y otra vez durante toda la semana. No tiene sentido echar a perder la película con una repugnante previa. La señora Tennison pasa a través del grupo, presionando tarjetasllave en nuestras manos y comprobando las cosas en su portapapeles. Una vez que tengo mis cosas, las arrastro por la gran escalera. En el tercer piso, me detengo para rodar mis hombros rígidos, sintiéndome completamente dolorida y exhausta por el largo vuelto. Hago mi camino por el pasillo estrecho, empapelado en un patrón real morado y dorado. Al final del pasillo, llego a una pesada puerta de caoba con un número 315 estampado en una placa de bronce. Después de dos intentos con la tarjeta-llave electrónica, la puerta se abre y mi mandíbula golpea el suelo. La habitación es increíblemente pequeña, tal vez del tamaño de un amplio armario, pero es difícil preocuparse por eso, teniendo en cuenta lo que hay dentro. Una cama matrimonial domina la habitación, anclada a la pared del techo al suelo con una cabecera de cuero marrón con botones de bronce de gran tamaño, que crean un patrón acolchado. Una montaña de mullidas almohadas blancas brillantes rompe el esquema de color y un edredón grueso de bronce y burdeo brilla en la parte superior de la cama. Las tablas de caoba al costado de la cama y un armario a juego está en la esquina, y su puerta está 25 entreabierta, revelando una elegante TV de pantalla plana y sistema de entretenimiento. A los pies de la cama, hay una plataforma elevada de bambú, y debajo de la ventana, donde uno normalmente podría encontrar un asiento o un sillón, se encuentra una bañera con un esmalte brillante. Una hermosa, brillante, bañera grande. Casi hago un baile feliz allí. (Bueno, tal vez haga un pequeño baile feliz.) Dos juegos de cortinas romanas cubren la ventana, un conjunto blanco de privacidad, luz y un set de borgoña para dormir. Una sobrecarga de luz arroja brillos en toda la habitación. Afuera, puedo escuchar a mis compañeros gritando en los pasillos. Escucho las palabras “edredón” y “Wii”, pero sólo puedo concentrarme en cómo desesperadamente quiero entrar en esa bañera y no salir nunca. Algo me dice que no habrá ningún bicho aquí. Pero antes de que pueda sumergir mis doloridos pies en la bañera, necesito desempacar. No puedo vivir con la ropa una maleta por diez días (bien, técnicamente nueve, ya que hoy es viernes y nos vamos el siguiente sábado). Prácticamente puedo sentir mi ropa arrugada. Además, creo que un poco de café helado podría haberse filtrado a través de mi bolsa. Lanzo mi bolsa y luego abro para sacar las cosas y organizarlas. Empiezo a separar mis calcetines y ropa interior en cajones diferentes del armario cuando me encuentro con un par de tacones debajo de mi chaqueta favorita de Harvard. Phoebe insistió en que la trajera. Vino a mi casa el día antes del vuelo para ayudarme a empacar, portando algunas “necesidades” (según ella) en su bolso. —¡Debes llevar esto! —dijo, sosteniendo un par de tacones de diez centímetros de cuero negro con detalles de latón de gladiadores. Arrugué mi nariz. —Um, ¿Phoebs? ¿No son estos tus zapatos de graduación? —Decidí ir con mi vestido plateado, así que estos no combinaban. Phoebe tiene un gran estilo, del que no puedes encontrar en Teen Vogue6 o en Seventeen7. Su vestuario es un desastre, una explosión de neón y mezclilla, piezas que abarcan varias décadas y varios estilos. Pero ¿conseguir un traje de ella y dar un paso atrás? Siempre se ve genial sin esfuerzo. Claro, la mafia del diseño de la escuela no reconoce su genio. ¿Marc Jacobs? Sí. ¿Vintage? En teoría. Pero ¿el fondo de comercio y DIY? No lo tendrán. Su traje de ese día consistía en una Teen Vogue: es una revista de moda que comenzó como una versión especial de la revista Vogue para un público más joven. 7 Seventeen: revista impresa y digital con noticias del espectáculo, moda, artistas, belleza y música 6 26 camiseta con el logo de los Rolling Stones que había sido hecho de una falda lápiz y esa falda lápiz fue reformada y transformada en un chaleco. Un poco loco, pero en ella funciona. —¿Quieres que los devuelva? —¡Demonios, no! Son lindos, pero definitivamente los llevaré en otro momento —responde, colgando en frente de mi cara sus brillantes uñas. Sus pulseras de aluminio se golpeaban juntas como un ejército marchando de a dos—. Y hasta que ese punto llegue, pienso que tú, oh mi mejor amiga, tendrás que llevarlos. —Estos no son el calzado ideal para hacer turismo. —¡Es Londres! La aventura pasa. —Phoebe no cree en el destino de la manera que yo lo hago. Dice que tienes que perseguir tu destino, y siempre espera que la vida sea como una comedia romántica: todo lo que tienes que hacer es vestir la parte de la heroína, y muy pronto serás besada por algún chico sexy mientras que hay fuentes de agua y música de fondo. Por desgracia, mi vida es más a menudo como esos canales de cable cuando la abuela te enseña como hacer pasteles. —No en un viaje con la clase —digo, cruzando mis brazos sobre mi pecho y negando con la cabeza con firmeza—. Y no conmigo. Además, no caben en mi maleta. —Quizás si dejas un par de cosas atrás —dice, rodando los ojos cuando sacó una pila de libros—. Amiga, en serio, puedes pedir prestado mi Kindle. Hice una mueca. Tengo mi propio e-reader, pero rara vez lo uso. Necesito doblar las páginas y marcar las frases con notas adhesivas. Necesito experimentar los libros, no sólo leerlos. Nunca voy a ninguna parte sin un libro en mi bolso, y viajar a través del océano, empaqué más de lo necesario. —No gracias —digo. Me incliné en la cama hacia ella, pero ella bailó al otro lado de la habitación con mis libros—. Necesito el olor a libro para ahogar el olor a rancio del avión. —Eres tan abuela a veces —dice Phoebe. Salté de la cama y corrí a apoderarme de los libros, pero mantuvo la pila encima de su cabeza, y tuve que saltar un poco para tratar de llegar a ellos. —¡Los necesito! rápidamente tiró lejos. —protesto, alcanzando la pila, que ella —No lo haces —contesta Phoebe, poniéndolos en mi estantería—. Vas a Londres, no a Uganda. Incluso si te las arreglas para esconderlos, ellos tienen algo llamado librerías allá. He oído que si les das dinero, te dejan llevarte un libro. —Ja, ja. —Lo tomaré como un sí. —Tiró los zapatos en mi maleta, en el lugar donde mis libros habían estado. 27 Ahora, con un océano entre nosotras, saco los zapatos de tacón y los alineo al lado de mis sandalias y mis zapatillas en el armario. Por lo menos me recuerdan a Phoebe. Saco las cinco guías que traje, marcados aproximadamente con 212 notas, limpio el polvo de sus tapas brillantes y los apilo ordenadamente sobre el velador. Doy un paso atrás para admirar mi obra. Mi mesa parece una página de una revista de viajes. Al llegar a mi maleta, saco una pequeña fotografía amarillenta de uno de los bolsillos interiores y suavizo los bordes, que son suaves y rizados por la edad. Es mi foto favorita de mis padres, del día de su boda. Mi mamá está usando un vestido blanco sencillo de lino con una cintura de imperio y mangas de encaje. Papá en un traje azul marino está detrás de ella, con la barbilla apoyada en su cabeza. Ambos están riendo fuerte de alguna broma del camarógrafo, mamá empieza a doblarse de risa. Mientras pongo la foto en el espejo que cuelga sobre el tocador, empiezo a sentir un nudo formándose en la boca de mi estómago, y lágrimas en mis ojos. Trato con esto de la única manera que sé hacerlo: dejándome caer al suelo y hacer unas rápidas flexiones de brazos. No lloraré en mi primer día en Londres. Cuando me he puesto sólida por las flexiones, las lágrimas se han ido y el nudo se ha aflojado. Ahora me daré ese baño caliente. Me levanto de un salto y me pongo a alinear todos mis artículos en el mostrador desde el más alto al más bajo. Salgo de mi ropa, depositándola en la bolsa de ropa sucia proporcionado por el hotel, y entro en el albornoz de tela blanca fuerte, pero suave de felpa que lleva el monograma del Hotel Soho Sennett. Ha sido claramente diseñado para la supermodelo que probablemente tendrá esta habitación cuando yo me haya ido, y tengo que recoger la parte de delante como un vestido de fiesta para hacer mi camino por la habitación. La banda es tan larga que me tiro afuera y la cuelgo de nuevo en el gancho. Coloco una toalla sobre el borde de la bañera y giro el grifo plateado a agua caliente. A medida que la bañera se llena de agua humeante, cojo mi tubo de crema de granos, esta asombrosa cosa orgánica que mi mamá recogió en Boston. Las hierbas en ella desprenden un olor muy relajante, pero también a su vez convierten la crema en un tono lamentable verde. Empiezo dándome pequeños toques, y cuando termino, parece que he decorado mi cara con sopa de guisantes. Dejo caer mi albornoz y pongo un pie en el agua caliente cuando escucho unos golpes en la puerta. —¿Quién es? —grité a través de la puerta, esperando que sea el servicio de habitaciones y pueda decirles que aguarden a mañana. —Es Jason. Me toma un minuto darme cuenta de que es Jason Lippincott quién está de pie fuera de mi puerta y no un botones llamado Jason o 28 el asesino psicópata de la máscara de hockey de las películas (que, sinceramente, es un candidato más probable para estar de pie fuera de mi puerta que Jason Lippincott). Cierro el agua y agarro mi albornoz. No me puedo imaginar lo que quiere, lo que significa que tengo que abrir la puerta para averiguarlo. Agarro mi bata cerrándola alrededor de mi cuerpo desnudo, de repente perdiendo el entusiasmo, mientras que frenéticamente intento sacudir espuma de jabón de mi pie derecho y saltar hacia la puerta. —¿Qué pasa? —le pregunto mientas dejo la puerta abierta, tratando de actuar de lo más casual a pesar de mi estado de desnudez. Pero al instante me olvido de que estoy (para todos los intentos y propósitos) desnuda cuando veo que él está de pie en el otro lado en perfectos pantalones vaqueros informales y lo que parece ser un jersey de cachemir azul oscuro con cuello en V sobre una camiseta blanca. El suéter intensifica sus ojos azules, y por primera vez entiendo por qué ganó "Mejores Ojos" en el anuario del año pasado. El ligero olor a colonia viaja a través de la puerta, y me doy cuenta de que ha añadido algún tipo de producto para el cabello para que luzca como salió de un túnel de viento. Así no era cómo lucía durante nuestro viaje en autobús por la ciudad, cuando llevaba un forro polar North Face y una gorra de los Sox vieja sobre su mata de pelo rojo óxido. Lo único que es igual es el chicle púrpura que está mascando. Como estoy de pie allí, tomando su sospechoso arreglado físico, él saca un boligrafo de su bolsillo, le quita la tapa, y da un paso adelante hacia mí con la punta dirigida directamente a mi cara. —¿Qué estás haciendo? —grito, golpeando con fuerza su mano lejos. —Uniendo los puntos —dice de forma obvia. Mi mano vuela a mi cara y la palma vuelve con pecas verdes—. Te ves bien, por cierto. Muy de jardín —grita mientras me precipito hacia el lavabo para frotarme la mancha verde de mi cara. En lugar de responderle, me marcho de nuevo a la puerta y le doy un buen golpe fuerte, no importándome en realidad si pilla su pluma, o uno o dos de sus dedos. Es demasiado rápido, sin embargo, y echa una mano para detenerla. —¿Quieres ir a una fiesta? —me pregunta, entrando en mi habitación como si no hubiese intentado golpearle con la puerta. —¿Una qué? —Me ajusto el albornoz. Claramente, no le he escuchado bien. —Una fiesta —me repite, una gran sonrisa apareciendo en su cara pecosa—. Un vivo encuentro, típicamente envolviendo música y bebida ... - 29 Demasiadas preguntas están girando en mi cabeza para centrarse en solo una para preguntar. Sólo hemos estado en la ciudad por tres horas, y la mayoría lo hemos pasado en un autobús de turistas con veinte de nuestros compañeros de clase y un muy mareado profesor de Inglés. ¿Cómo ha podido ser invitado a una fiesta? ¿Dónde se da lugar ésta fiesta? ¿ Y por qué Jason Lippincott está de pie en mi habitación pidiendome ir con él? Pero no puedo preguntarle todas al mismo tiempo, por lo que me limito a la pregunta más simple que está en mi mente. —¿Qué fiesta? —Bueno, estaba abajo en el bar, hablando con éste tío… —¿Tú estabas en el bar? —Tranquilizate agente, estaba tomandome una Coca-cola — dice, alzando sus manos—. De todas formas, había un juego de soccer en la televisión... —Football8 —digo, corrigiéndole. No tengo ni idea de porqué. —Lo que sea. De todas formas, él tiene ésta novia, cuyos padres están en Checoslovaquia... —Creo que te refieres a la República Checa —digo, corrigiéndole de nuevo. Me doy cuenta de que sueno como una sabelotodo, pero soy como una fanática sobre la historia. Y geografía. Y … Oh Dios Mío, de repente entiendo por qué la gente me llama Lame Libros. —¿Qué? —pregunta, arrugando su nariz en confusión. Por supuesto, no puedo simplemente dejarlo pasar. —La República Checa. Checoslovaquia no existe desde hace veinte años por lo menos. Por lo que a menos que sus padres estén visitando 1992, están en la República Checa. —Bueno, eso ciertamente habría hecho una mejor historia, ¿no es así? —replica, sonriendo mientras se apoya en el marco de la puerta. Mi mente vuelve a mi baño y mi libro, por lo que estoy preparada para que ésta interacción se acabe. Sujeto mi albornoz con más fuerza a mi alrededor esperando que se dé cuenta que estoy preparada para algo más que la fiesta en este momento. No coge mi indirecta. ¿No estoy usando demasiado lenguaje corporal? —¿La fiesta? —suelto. —Oh, cierto. Entonces sus padres están visitando otro país, y ella está invitando a alguna gente allí. Así que él nos invitó. En Ámerica football le llaman al fútbol americano, que es ese parecido al rugby, y soccer le llaman al fútbol popular que todos conocemos. 8 30 —¿Nos? —Bueno, me invitó a mí, pero tú eres mi compañera, por lo que en consecuencia, tú también estás invitada. ¿Entonces qué te parece? No creo que nunca haya estado tan confusa por una conversación con nadie. Nunca. ¿Me está preguntando por qué soy su compañera? ¿Cuándo le han importado las reglas a Jason? Caso a tomar en cuenta: está planeando en escaquearse para festejar. ¿Si vas a romper una, por qué no romperlas todas? ¿Yo? Voy a ser de las que no rompen ninguna. Muchísimasgracias. —No lo creo —digo—. Y de verdad pienso que no deberías de ir, tampoco. —¿Por qué no? —Da un paso hacia mí. Tomo rápidamente un paso hacia atrás, inconscientemente dándole más espacio para entrar. Él deja que la puerta se cierre tras él. Maldita sea. —Porque no creo que sea una buena idea ir a una casa en un país extranjero organizado por la novia de un tío que has conocido en un bar mientras veías soccer. —Mientras giro mi cabeza para ver sus ojos, me recuerdo de nuevo cómo asombrosamente alto es. —Football —dice. Cruza sus brazos y alza una ceja hacia mí. —¡Lo que sea! —exclamo. Tomo un paso gigante hacia atrás por lo que no se impone sobre mí—. No conoces ni siquiera a ésta gente. Podrían ser camellos de drogas o asesinos. Podrían ser líderes de cultos tratando de hacerte llevar una túnica negra y beber Kool-Aid. Pero todo hacia un lado, supuestamente no deberíamos salir solos por nuestra cuenta. —Ah, las reglas —dice, metiendo sus manos en sus bolsillos y riendose para sí—. Tú sí amas esas reglas. —No amo las reglas —digo, empezando a molestarme—. ¡Sólo reconozco su existencia! Y no quiero meterme en problemas por tu ridiculez. —Vamos, Julia. Si estás preocupada sobre las reglas, entonces vístete, porque estoy bastante seguro que la primera regla es “No perder a tu compañero”. —No estoy tan segura que una fiesta en casa con unos desconocidos Británicos sea la experiencia cultural que Mrs. Tennison tenía en mente —replico. —¡Mrs. Tennison podría aprovecharse de una fiesta! Necesita desfogarse un poco, también. ¿Crees que deberíamos invitarla? 31 No me gusta la forma en la que dice “también.” Soy muy suelta. Hay una diferencia entre preferir libros a las fiestas y preferir dieciséis gatos a ver la luz del día. —La respuesta es no —respondo, esperando terminar con la conversación. Golpeo mi pie debajo de mi albornoz. Si no se va pronto, tendré que pasear hasta Glasgow para soltar éste stress—. A parte, Mrs. Tennison tendrá mi llave. ¿Cómo sugieres que pasemos eso? ¿O estabas pensando en dormir en la entrada ésta noche? —Eso es por qué tengo esto —dice Jason con una sonrisa mientras se dirige a su bolsillo y saca dos tarjetas de puertas, una marcando claramente 315. Mi habitación. —Cómo has conseguido… —Hago amigos, Lame Libros. Es lo que mejor hago. Mantente a mi lado y quizás algún día, también, aprenderás cómo hacerlo. —Intenta poner la tarjeta en mi mano, pero la empujo de vuelta. —¡No quiero eso! —grito, preguntándome cual sería el castigo si era encontrada con una llave robada que habría utilizado para poder ir a una fiesta organizada por extraños en un país extranjero. Creo que el conjunto de cargos sobrepasa la detención. —Bien, vale —dice, agitando la llave frente a mi cara—. Si quieres realmente que tenga una llave de tu habitación... —No sigue, moviendo sus cejas hacia mí sugestivamente. Cojo la llave. —Eso es lo que pensaba —dice con una mueca. Justo entonces, echa un vistazo a mi bañera—. Maldita sea, ¿es esa una bañera al pie de tu cama? ¡Eso es increíble! ¿Puedo unirme? —Divertidísimo. —Puedo notar el calor subiendo a mi cara. —No estoy bromeando. Tú, yo, algunas burbujas… —Estás loco —digo. Mi cara está tan caliente que siento como si ya me hubiese sumergido en agua caliente humeante. —Es todo parte de mi encanto. —Trata de esquivarme y agarra el producto para baño de burbujas. Lo agarro de nuevo de él y me doy la vuelta para colocarlo en el lugar que le corresponde en el borde de la bañera. Pero a medida que giro, algo tira de mí. Miro hacia abajo y veo la puntera de la blanca zapatilla de deporte de Jason firmemente plantada en el dobladillo del albornoz. Me estoy moviendo, pero el albornoz no. A medida que la información se abre camino desde mis ojos a mi cerebro, siento caer la bata de mi hombro. —¡Hey! —grito, y empujo hacia atrás a Jason. Se lanza de nuevo en la cama pero se agarra a la parte delantera de mi túnica. Antes de 32 que esto se pueda convertir en un importante mal funcionamiento del guardarropa, me giro lejos de él, apretando la bata cerrada, pero arreglándomelas para que mis pies se enreden en el dobladillo a medida que caigo hacia el suelo. Instintivamente, me acerco a romper mi caída. Sin mis manos que lo mantengan cerrado, mi albornoz se abre detrás de mí. De espaldas a él, Jason no pudo haber visto nada, pero mi grito de terror más o menos sirve de alerta máxima. Se sienta con tiempo para verme estrellarme contra el suelo en un enredo desnudo de brazos, piernas, y felpa. Tan pronto como pueda discernir mi trasero desnudo de mi codo, me pongo a mi misma en la posición fetal y tiro de la túnica por encima de mi cabeza, como una manta. Se siente como una eternidad antes de que Jason para de reírse. Finalmente se tranquiliza lo suficiente para decir—: ¿Vas a estar encogida en ese albornoz toda la noche?—¡Déjame en paz! —grito a través de la tela. —Lo siento, no te pude escuchar —dice, todavía riéndose—. ¿Por qué no me doy la vuelta, y tú puedes arrastrarte fuera de ahí? Entonces podemos discutir más de esta fiesta. —¿Cómo sé que te vas a dar la vuelta? —Bueno, podrías confiar en mí. —Sí, claro —murmuré. —O podrías quedarte debajo de eso toda la noche —replica. Pienso sobre ello por un momento, pero el suelo de madera no es confortable para mis rodillas. Pensando con rapidez, decido seguir mi camino hacia el otro lado de la cama, donde seré capaz de protegerme ligeramente de la vista de Jason. Me arrastro con los brazos por el suelo, intentando mantener el albornoz cubriéndome. Debajo de metros de tela blanca de felpa, deberé de parecer como una especie de tortuga fantasma. Cuando me doy la vuelta a la cama, saco mi cabeza para ver que Jason, fiel a su palabra, está mirando a la dirección opuesta. Dejo salir una enorme respiración, ajusto mi albornoz, y me levanto de nuevo. —¿Estás bien? —pregunta sobre su hombro. —No diría exactamente “bien” —digo. —Genial. —Se da la vuelta sobre sus talones, la suela de sus deportivas sonando en el suelo acerado—. Ahora date prisa y prepárate. ¡Vamos de fiesta! Agarra mi cartera del vestidor. La acababa de preparar para la excursión de mañana al Tate. Empuja la cartera hacia mí. Enfrentada al hecho de tener que liberar el albornoz para coger la cartera, decido que simplemente me dé a la cara, y rebotar entonces sobre la cama. 33 Había estado lo muchisimasgracias. suficientemente desnuda por un día, —Ahora vístete. Vamos a salir. —Dije… —digo, golpeando mi pie como una niña pequeña. —Escuché lo que dijiste. Decidí no creerte —dice. Su sonrisa traviesa rápidamente se convierte en algo que se parece a la seriedad—. Mira, quédate con tus libros, o sal y ten una vida. Es tu decisión. Personalmente, creo que un poco de aventura te haría bien. Estaré en la entrada. Tienes diez minutos, entonces me voy, al punto de que habrás perdido a tu compañero. La puerta se cierra de golpe, y estoy sola en la habitación, echando humo. ¿Obtener una vida? ¡Una vida! Tengo una vida. Una muy buena, también. Tengo amigos, hago deporte, me divierto, tengo... Oh mierda, sólo tengo diez minutos. Con la voz de Phoebe resonando en mis oídos: Es Londres! La aventura sucede me doy cuenta de que tengo que hacer esto. Necesito un poco de aventura. Porque mi nombre es Julia. No Lame Libros. Soy Julia Lichtenstein, y a pesar de que alfabetizar mi biblioteca y haber, de vez en cuando, citado Dante en las cenas del equipo de natación, ¡puedo divertirme! Soy divertida. Y si esto es lo que se necesita para demostrárselo a Jason Lippincott, probármelo a mí misma, entonces esto es lo que haré. Y si voy a romper las reglas por quizás la primera vez en mi vida, voy a hacerlo viéndome bien. Agarro la única falda que traje a Londres, una amarilla que va justo hasta por encima de las rodillas. Se conjunta muy bien con mi blanco polo y con mis Converse negras altas, pero cuando me veo en el espejo lo único que puedo ver es a la Lame Libros mirándome de vuelta. Estoy vestida para una excursión, no una fiesta en una casa en Londres. Parezco una niña de colegio en una excursión al campo. Con solo unos diez minutos antes de perder mi oportunidad (o mi valor), enrollo la falda en mi cintura, transformándola en más o menos una minifalda, y me quito mi polo y mis zapatos cambiándolos en una camiseta sin tirantes que traje para dormir y los tacones de Phoebe. Por lo menos ahora tengo un poco de altura, por lo que me siento menos como un gremlin. MI pelo no tiene remedio, por lo que lo dejo en una coleta, esperando que pueda llevar bien el look despeinado de cama (con uno en realidad). Me pongo un poco de sombra de ojos e intento conseguir el efecto de mirada humeante, pero con tan limitado tiempo, se parece más a que he estado durmiendo al lado de un horno de carbón. Entonces salgo por la puerta (tan rápidamente como puedo en unos tacones cuatro centímetro de cuero estilo gladiador), dejando mi llave bajo la puerta de Mrs. Tennison en mi camino al ascensor. Estoy medio esperando haberle perdido, medio deseando no haberlo hecho, completamente preguntándome porque soy yo a la que está esperando y no, digamos, Evie o cualquiera como ella. 34 El ascensor se está moviendo a una velocidad muy lenta, y estoy empezando a tener segundos pensamientos. Esto es una mala idea. Muy mala. Estoy escapándome para ir a una fiesta organizada por extraños en un país extranjero. Estoy poniendo mi GPA y mi record de permanencia (cuan mitológico pueda ser) en peligro. Para ir a una fiesta con Jason Lippincott. ¿Qué estoy haciendo? Si esto no constituye una emergencia, no sé lo que es. Saco fuera mi teléfono asignado y escribo con rapidez a Phoebe lo que equivale a ser lo equivalente a un mensaje como: Ir a una fiesta con Jason Lippincott. ¿Estoy tan loca como para mover mis brazos y echar a volar? ¿Cuánto puede costar un pequeño mensaje, de todas formas? Cuando la puerta del ascensor se desliza abierta, estoy de nuevo cara a cara con Jason. —¿Preparada para explayándose en su rostro. esto? —pregunta, una gran sonrisa En mi mano, vibra mi teléfono. ¡Hazlo!Y me lo cuentas de vuelta. ¡Será mejor que lleves los zapatos!—P —Lista —digo, dejando mi teléfono de vuelta a mi bolso al lado de mi cartera de Shakespeare—. Vámonos. 35 4 Chicos y Bebidas y Números Telefónicos… ¡Dios mío! Traducido por Joha quinto Corregido por Lalu Oh mi Dios—¡Noticias de Mark! Debemos hablar. ¿Por qué no me recoges?—P U na media hora y un muy costoso taxi después, estoy parada en la sala de estar de una mansión decorada pomposamente, usando una falda que está totalmente resultando ser demasiado corta. Todo el mundo a mí alrededor me mira como si ellos bajaran de las páginas de Vanity Fair9. Me siento como si necesitara encontrar la mesa de los niños. Un MC10 amateur está sacudiendo el micrófono (o intentando, como sea) en la esquina. Flaqueado en ambos lados de los altavoces, el DJ parece completamente fuera de lugar rodeado por antigüedades brocadas y muy ornamentadas. El mobiliario puede ser mejor descrito como “majestuoso”, un adjetivo que no cuadraba con lo punky y escandaloso adolescente que actualmente cubren el alrededor, con vasos y botellas de varias formas y colores en sus manos. —Así qué, ¿eso está genial, verdad? —pregunta Jason. —Oh, claro que sí. Lo mejor del mundo —le contesto, completamente con demasiado entusiasmo. Me siento como una idiota, y la vergüenza fluyendo a través de mi cuerpo produce que me balancee en mis demasiados-altos tacones. Jason rueda sus ojos. —Vamos a conseguir algunas bebidas — dice. 9 La feria de las vanidades en español, es una novela escrita por William Makepeace. : Maestro de ceremonias. 10 36 ¡Oh sí! ¡Vamos! ¡Porque escaparse no es lo bastante malo, así que vamos a emborracharnos, también! Jason ya está moviéndose a través de la multitud, cerca de desaparecer detrás de una chicha que parecía una mantis religiosa en pantalones de cuero. Me apresure tras él, porque mi deseo de no estar sola está eclipsando mi deseo de tratar de tener buena conducta. Supongo que ya he arruinado la cosa del ―buen comportamiento‖, de todos modos. Nos abrimos paso a través de la sala y vamos a la cocina. De un gabinete Jason consigue dos vasos, los cuales cada uno parece que cuesta más que un billete de avión. La parte superior de mármol de la isla en la cocina está cubierta con varias botellas y mixers11. Jason derrama líquido de unas cuantas botellas diferentes en los vasos. Tan pronto cuando lo tengo en mi mano, tomo el vaso y lo inclino hacia atrás tomando un gran trago. Nunca he bebido alcohol, pero es como si mi mano trabajara automáticamente, trayendo el vaso a mi boca antes de que mi mente tenga tiempo de decir, ¿Qué estás haciendo? El entrenador Haas me mataría si supiera que estaba bebieron durante la temporada de natación. Al instante, me siento como si alguien lanzara un fosforo a mi garganta. Por más que quisiera ser genial justo ahora, mi cuerpo toma el control. —Uff —gruño, mi rostro contorsionándose en un fuerte pellizco por la conmoción. —Eh, hurra —dice, riéndose—. ¿Demasiado fuerte? —No, está bien —digo, tomando otro (con más cuidado) sorbo, preguntándome si la expresión ―allá donde vayas‖12 aplica para Londres, también. Este sorbo arde menos, pero aún sabe cómo un líquido para encendedor, a pesar de que Jason lo ha mezclado en una buena cantidad de limonada. Estoy segura de que él puede decir por todas las muecas de dolor, que estoy en territorio virgen aquí. ¿Qué puedo decir? Mi mamá es de la clásica variedad protecciónsuburbano, y como he dejado muy claro, no soy mucho de las que rompen las reglas. Pero ahora que estoy en una fiesta—una fiesta de Londres—llena de extraños, es como si hubiera un montón de nuevos manuales de reglas. Me pregunto si puedo conseguir una copia. —¿Primera bebida, Lame Libros? Elemento no alcohólico que es utilizado para disminuir la carga (concentración) de alcohol, modificar su sabor y, en algunos casos, decorar. Habitualmente los mixers serán zumos, refrescos, jarabes, etc. 11 12 Refrán: Allá donde vayas, haz lo que veas, pero en este caso solo dicen la mitad. 37 —Mi nombre es Julia —contesto—, y no. —No es una mentira completamente. La abuela Lichtenstein siempre me da un sorbo de su dulce-meloso port13 en navidad. Eso cuenta, ¿verdad? —Lo que tú digas —dice, sacudiendo su cabeza y tomando un sorbo de su propio vaso. —Escucha, mezclé esa ligera bebida, pero aún necesitas tomártelo con calma. —Me gustaría fingir que él está tratando sinceramente de protegerme de la vergüenza alcohólica y/o del peligro, pero sospecho que está burlándose de mí. —Sí, gracias —digo, pero Jason ya se está marchando. Supongo que esas fueron sus últimas palabras de sensatez, porque cinco segundos después lo localizo en la esquina de la cocina, charlando con una hermosa chicha británica que logra hacer que su rosa-neon punk resalte su encantadora mirada. Genial. Ahora estoy en la fiesta, rodeada por desconocidos, en una falda que es demasiado corta, y estoy totalmente sola. Soy como un reportaje especial para estudiantes14 andante. Pongo mi vaso cerca de mi pecho para protegerlo de roofies errantes y violadores acompañantes. —Vaya, hola —dice una chillona, perfectamente voz Americana, y mientras me doy la vuelta hacía el tipo que se ha acercado desapercibido junto a mí, me encuentro de frente al pecho de un muy alto chico. Una rápida mirada pone al descubierto tal vez al más desgarbado de los chichos desgarbados, cabello engominado hasta casi matarlo, gafas de montura metálica se posan encima de una nariz cubierta de acné. (¡No soy cruel! ¡Soy descriptiva!) —Um, hola —contesto, ya escaneando la habitación para planear una fuga. —¿Pobre fiesta, eh? —pregunta, descansando un codo en la encimera e inclinándose dentro de mi espacio personal. —He estado en mejores en la embajada. —¿La embajada? —Pregunto, al instante lamentando mi curiosidad, ya que he entrado ahora en su conversación al igual que un participante dispuesto. —¡Una compañera Americana! —Dice cuando escucha mi acento—. Sí, mi papá es un diplomático. He conocido básicamente a todo el mundo—todos los que importan, quiero decir. Y he estado por todo el lugar. Es un tipo de vino, pertenece al género de vinos conocido como vinos fortificados. Es un periódico sobre desempleo, a menudo hecho de forma graciosa, directamente para quienes se acaban de graduar de la universidad. 13 14 38 Oh mi Dios, no atractivo y pretencioso. Una combinación ganadora. Mi tablero de control interno está gritando ¡ABORTAR! ¡ABORTAR! —Eso es realmente genial —digo, siguiendo con la preparación de mi ruta de escape. —Lo es —dice, inconsciente de mi desesperación. En realidad piensa que estoy encantada por su fanfarronería ridícula—. Quiero decir, sólo tengo dieciséis y he conseguido a tres senadores dispuestos a escribirme recomendaciones para Harvard. O Yale, no estoy seguro cual voy a escoger todavía. Veremos quién me ofrece el paquete más placentero. —Wow. Eso es… wow —contesto, conteniendo lo que realmente pienso, lo cual incluye las frases ―Mételo por donde te quepa‖ e ―Idiota‖. Bebo de mi vaso y logro esconder mi disgusto por la bebida y la compañía de una sola vez. —¿Puedo conseguirte otra bebida? —pregunta. —Oh absolutamente —contesto, empujando mi vaso en su mano. Mientras se da la vuelta para llenarlo con quien sabe qué, corro a través de la salida más cercana y a lo largo del pasillo. Me escabullo en una puerta abierta, esperando que sea un baño, pero en su lugar me encuentro en lo que parece ser un estudio. Las paredes están cubiertas de libros con tapas de cuero y fiesteros. Un gigante escritorio caoba domina el centro de la habitación. Si no fuera por los bajos ruidos sordos y todas las hormonas propagándose en el aire, me sentiría exactamente en casa. Me dejo caer en un atestado, brillante sofá de cuero y me encuentro junto a otro hombre fiestero. Él está usando una arrugada camisa de oxford y una chaqueta aún más arrugada. Un cupressus macrocarpa15 en la solapa lo delato como un niño de colegio privado. Está teniendo un vaso de cristal tallado con licor marrón, lo cual lo delata como un niño de colegio privado borracho. Su bebida huele demasiado fuerte que temo que va a chamuscar los pelos de mi nariz, y el olor se pone peor mientras cuelga su pesado brazo borracho sobre mi hombro y gira su cara hacia la mía. —¿En qué estás pensando? —masculla. En lo que estoy pensando es el peso del pequeño libro en mi bolso, y como estaría sumergida en un baño caliente ahora mismo, ojeando sus muy gastadas y resaltadas páginas. Ni siquiera un día como compañera de Jason, y ya mis peores temores se han hecho realidad. En lugar de un baño, me encuentro en alguna clase de videojuego pesadilla de imagen real, donde el objetivo es derribar el mayor número de borrachos e irritantes adolescentes como sea posible. ¿Así es como Cupressus macrocarpa o Gold Crest es una planta que se cultiva en exterior y en interior. El follaje posee un olor a limón muy característico en estas plantas. 15 39 son todas las fiestas? Porque si es así, obviamente me he estado perdiendo de mucho. El libro está latiendo justo allí en mi bolso, burlándose de mí por mi estúpida decisión de venir aquí. —Como gustéis16 —suelto, inmediatamente arrepintiéndome de las palabras. —¿Qué? Puedo sentir la mancha de ansiedad trepando en mi cara. —Um, si, es una obra. Y hay una chica, Rosalind —comienzo a hablar, como si este chico estuviera de humor para un sermón sobre literatura. Y claramente no lo está, porque me acerca más y dice—: escucha, Rosalind, ¿quieres ir arriba? —Um, no. No soy Rosalind —digo, sacudiéndome de encima su abrazo—. Rosalind es de Como gustéis. —Si gusto —contesta, lanzándome una sonrisa lasciva—. Vamos — coge mi mano y empieza a sacarme del sofá, pero mis nervios han hecho que mis manos se humedezcan con el sudor. Mientras él inclina su cuerpo hacia atrás para tirarme fuera del sofá, su mano se desliza fuera de la mía. Se tambalea hacia atrás unos pocos pasos, se detiene, se balancea, y luego se tambalea hacia atrás un poco más. Un paso más, y la parte posterior de sus rodillas hacen contacto con la amplia mesa de centro de cristal detrás de él. Él está totalmente borracho para sujetarse, o incluso para protestar. De hecho, parece sólo lo suficientemente despierto para disfrutar la caída. Es decir, hasta que sus nalgas hacen contacto con la lámina de cristal debajo de él. El estruendo es ensordecedor. Puede ser escuchado bien por encima del micrófono del DJ Rock y el escándalo de más de cincuenta conversaciones y risas de los fiesteros. La fiesta entera se queda en silencio mientras cada ojo ataca hacia el mondón de vidrios y el chico borracho en centro de la habitación. Soy la primera en reaccionar (probablemente porque soy la más sobria dentro de la multitud), y rápidamente salto para ayudarlo a salir del suelo. Se ve milagrosamente ileso pero es poco probable que permanezca así si empieza a tambalearse dentro de un montón de vidrios rotos. —¿Qué carajos pasa aquí? —chilla una rubia alta, balanceándose en el estudio en enormes tacones que hacen que mis sandalia de tiras se vean como botines de bebe. Por la mirada de horror en su rostro, supongo que debe ser la anfitriona de esta fiesta. En ingles As You Like It es una obra cómica escrita por el dramaturgo inglés William Shakespeare, hacia 1599. 16 40 Sorprendentemente, la primera persona en hablar es el Señor Don Borrachín, quien murmura por el suelo algo sobre Rosalind yendo al piso de arriba con él. Él señala con un dedo flácido hacia mi dirección. —Mi nombre no es…—digo, pero rápidamente me corto. —Uf, lo que sea —dice ella, agarrándolo de la mano y poniéndolo derecho. Estoy sorprendida por su fuerza en los talones, pero tal vez la adrenalina del real accidente de la fiesta está impulsándola. Desafortunadamente, ella gira esa fuerza sobrehumana hacia mí. —Escucha, Rosalind, Gabe es un imbécil y no te culpo por lanzarlo a objetos inanimados. Sólo recuerda que hay un montón de mierda invaluable aquí, así que mira en donde lo lanzas, ¿bueno? Entonces ella se da la vuelta, su rubio cabello azotando con tanta fuerza que estuve a punto de agacharme, y arrastrar a Gabe hacia la puerta. Me quedo de pie en medio de los vidrios rotos mientras la fiesta sigue a mí alrededor. Al parecer, el espectáculo ha terminado, y a nadie le importa mucho que haya una mesa hecha añicos dejada atrás. Una alta y oscura figura que parece que salió de una brisa de comercial de Armani pasa junto a mí. —Sexy nombre —dice él, dejando un rastro de alguna colonia de fuerte aroma a su paso. —No soy… —comienzo de nuevo, esta vez más tranquila, pero no tiene caso. Armani se ha ido. Ahí es cuando me doy cuenta: podía ser Rosalind. Podia ser cualquiera. Nadie parece saber la diferencia entre Julia que sigue las reglas, lectora de Shakespeare, la plusmarquista de estilo libre súper nerd de Newton17, Massachusetts, y Julia la chica que llama la atención de los machos de la especie, que dispone con frialdad de los chichos para empujarlos en la cima de mesas de cristal. Podría ser alguien más genial, más confiada, sólo por esta noche, sólo por esta fiesta. Puedo ser la súper Julia. La Julia que dice cosas ingeniosas y bebe y tiene chicos, sobria o de otra manera, prestándole atención a cada una de sus palabras. Estoy imaginándome en un círculo de chicos, una verdadera mesa de buffet de cabellos y acentos sexys, cuando alguien se tropieza conmigo, —Por Dios, lo siento tanto. Lo Juro, soy muy torpe, cayendo en chichas agradables en el corredor —dice un muy guapo británico de pelo rubio—. Aunque no tan torpe como el pobre Gabe, 17 Una de las cinco mejores ciudades en Massachusetts. 41 aparentemente. Vi lo que paso allí. Buena desviación. Soy Avery. Rosalind, ¿cierto? —En realidad, me llamo Julia —digo. Entre Jason, siempre llamándome Lame Libros, y Gabe el borracho del pueblo, he tenido suficiente de la gente confundiendo mi nombre, muchisimasgracias. —Ah, Julia, entonces —dice, tomando un sorbo de cerveza. Su cabello rubio empezando a caer sobre sus ojos. Me recuerda un poquito a Mark, lo cual hace que mi mente divague hacia el mensaje de texto de Phoebe, preguntándome cuales podrían ser las “noticias de Mark”. Avery hace uno de esos gestos de conquista que los chicos hacen, diciendo—: esa fue una escena bastante loca. No te cortaste ¿verdad? —Oh, estoy bien —contesto—. No es gran cosa. Él sólo tiro demasiado fuerte, es todo. —Gabe es un idiota —dice—. Pero al menos puedes defenderte a ti misma. —Oh, estoy lista para la batalla en cualquier momento. —Flexiono mi bíceps, lo cual me hace dar cuenta que esta sorprendentemente definido por mi régimen de vueltas y flexiones. Dejo caer mi brazo torpemente antes de que él me confunda con una especie de mujer hulk y salga corriendo. —¿Entonces estás soltera? —pregunta, sus oscuros ojos marrones mirándome expectantemente. —¿Qué? —me muevo sobre mis talones, tratando de desplazar una de las tiras de cuero de mi dedo meñique mientras intento desenredar el cambio bastante abrupto de la dirección que ha tomado la conversación. —Quiero decir, si no necesitas que te defiendan —dice, con un poco rojo deslizándose en sus mejillas, pero en él sólo le da ese rubicundo y atlético aspecto de un jugador de rugby—. Quiero decir, este, bueno, quiero decir que tú no tienes a alguien que te defienda. Supongo. Bueno, eso tenía muy poco sentido. Estuve tratando de ser astuto y averiguar si tenías un novio, pero eso fue lo contrario de astuto, ¿verdad? Mi mente está experimentando un milla de minis explosiones. Tengo a un modelo de comerciales Abercrombie parado enfrente de mí, y está nervioso. Hablando conmigo. Trato de calmarme, pero mis manos revolotean de mi cabello a mi falda… a mi bolso. Respiro profundo, descanso mi mano en mi cadera, y consigo el control de mi misma. —No pasa nada —contesto fríamente. (¿Fríamente?)—. Sí tengo un novio, en realidad, pero ha regresado a estados unidos. De ahí la 42 autodefensa. —La mentira llega fácilmente, Tendré que agradecerle a Phoebe por arrastrarme a esta semana de campamento de teatro en el centro recreativo social. Horriblemente, él parece decepcionado. Pero continúa con las preguntas. —¿Así que eres de los Estados Unidos? —¿No podías adivinarlo por el acento? —Las primeras impresiones suelen engañar —dice. (oh, sí sólo supiera…)— ¿De qué parte de los Estados Unidos? —Boston —contesto, lo cual suena mucho más Cosmopolitan que Newton, un suburbio de Boston que es básicamente el lugar más aburrido en el que puedes vivir y aún ver el horizonte. Pero incluso de cualquier manera Boston no parece encajar, así que sigo. —Pero estoy viviendo en Manhattan justo ahora. —Wow —dice, tomando otro sorbo de su cerveza—. Siempre he querido ir a New York. ¿Qué haces allí? Por un segundo mi mente se queda en blanco; no estoy segura de que me distrae más: su precioso acento o su cincelada mandíbula. Entonces recuerdo a las chicas que-parecen-jirafas de donde se reclama el equipaje, sus cafés y sus maletas rodantes y sus sedans brillantes. Recuerdo a la belleza con la que Jason charlaba en la acera. —Modelaje. —Suelto, elevándome sobre mis tacones de diez centímetros con la esperanza de que él no se dé cuenta que soy más apta para los Lollipop Guild que para el elenco de America’s Next top Model. Él parece estar suficientemente ebrio para creerlo, así que sigo. —Tengo un apartamento en el centro. Vivo con algunas chicas. —Eso es genial —dice, sus ojos abriéndose. Él aprieta más fuerte su vaso—. ¿Es por eso que estas en Londres? —Oh si —digo, estudiando mis uñas—. Estoy aquí por la semana de la moda y haciendo un poco de trabajo de impresión. —¿Trabajo de impresión? ¿De dónde diablos invente eso? La mentira ha rodado fuera de mi lengua sin ningún esfuerzo, y puedo imaginar ya a Mark en el papel de mi guapo novio americano ¡oh! que apoya mi carrera de modelaje pero aún me extraña desesperadamente cuando viajo. Avery me entrega una botella de cerveza pesada, que hace mi narración incluso más brillante. Estoy hablando de una extensión de Vogue cundo saca su teléfono y me pregunta mi número. La vieja Julia grita en mi cabeza, ¡Esto no es una emergencia! Pero la súper Julia es más lista. ¿Qué daño podría hacer, realmente? Él escasamente se ve como un agresor sexual, entre el borracho y el hablador. Además es deliciosamente lindo, y en realidad no estoy planeando responder a sus llamadas—si acaso llama. Así que le ordeno a la estúpida Lame libros que se calle mientas súper Julia toma su teléfono de su mano y marco mi número de celular emitido por la escuela en la brillante pantalla. El 43 número de la camiseta de papá. El cumpleaños de Shakespeare. Mi PDN18. Punto y aparte. Le devuelvo su teléfono, dejando que mis dedos permanezcan en su palma por solo un segundo. —Espero saber de ti —digo antes de sonreírle rápidamente, dándome la vuelta, y saliendo de la habitación. No estoy muy segura hacia donde voy, pero marcharse parece la cosa más genial por hacer. Y ni siquiera me balanceo en mis tacones prestados mientras salgo. 44 18 Promedio de notas. En ingles original GPA, Grade Point Average. 5 Eshtructurah de la Ohración Traducido por Nats Corregido por Lalu Espra, ¿Q? ¿Mark anunció públcmte su amor xmí? Haaa, una chica pde sñar. Esty muy cansda, hablms mña por skype —J. D efinitivamente estoy balanceándome sobre mis tacones un par de horas más tarde, cuando Jason finalmente aparece a mi lado en la sala de estar. Estuve hablando con un magnífico tipo que llevaba una raída camiseta de la cara de Bob Marley, pero me dejó para conseguirme otra bebida. Estaba de pie junto a la chimenea, usando su repisa para soportar mi peso. Parecía tan buen momento como cualquier otro para responder el mensaje de Phoebe. Mientras me apoyo sobre la repisa de la chimenea para sacar el móvil del bolso, noto que me estoy tambaleando. No sé a dónde se fue todo ese contenido de los vasos y botellas en mi cuerpo, pero parece que han hecho estragos en mi equilibrio. Esa es una buena palabra. Equilibrio. Equiiiiilllllliibriiiioooooo… —¿Qué murmuras? —¿Qué? —Chasqueo hacia la voz de Jason. Su cara llena de pecas y su perpleja sonrisa se balancean en el enfoque. —Sigues diciendo “equilibrio”. Oops, ¿dije eso en voz alta? —Nada, no importa. —¿Divirtiéndote? —pregunta, alzándome sus cejas color marrón rojizo. Me doy cuenta de que lucen como pequeños gusanos tostados al sol, lo que me hace estallar en un ataque de risa e hipo tan épico que todo lo que puedo hacer es asentir en respuesta. Jason intenta ignorar que estoy completamente desecha. 45 —Genial, salgamos de aquí entonces, ¿de acuerdo? —Pone su mano en mi espalda para guiarme. —¿Qué prisa hay? —pregunto, aunque suena más como “queeee prisaaahaaaay”. Estoy siguiéndole hacia la puerta, usando su hombro para estabilizarme y tratando desesperadamente de resistir la tentación de acariciar su suave suéter de cachemira. —¿Qué quieres decir? —Dice Jason, ni siquiera deteniéndose en su búsqueda de la salida—. Prácticamente tuve que arrastrarte pataleando y gritando a esta fiesta, ¿y ahora quieres quedarte? —No, estoy bien con irme —digo—tal vez todo seguido—. Pero no necesito ser arrastrada por ti. Espera, esa eshtructurah de la ohración está mal. —Genial, una lección de gramática de una borracha lame-libros —murmura, codeando a alguien fuera de su camino mientras nos encañonamos hacia la puerta. —¡No soy una lame-libros! ¡No soy una mojigata! ¡Soy una CHICA FIESTERA! —grito, y luego dejo escapar uno de esos “¡Woooooo‟s!” de chica fiestera que encuentro demasiado molestos cuando estoy sobria. Pero son divertidos. Realmente divertidos. Entiendo totalmente lo que está pasando con el woo. ¡Diversión!—. ¡Woooooo! —Está bien, chica fiestera —dice, agarrándome firmemente de la mano—. Pero es hora de que la fiesta termine. —¿Por qué están de repente tus pantalonesh tan en llamas por salir de aquí? —Por nada —contesta mientras alcanzamos el porche, pero antes de que una profunda voz surja desde el interior de la casa. —Ey, pequeña mierda Americana. Has asaltado a mi novia. Jason y yo nos giramos y nos enfrentamos cara a cara con un muy alto, muy borracho y muy cabreado británico con lo que parece una mofeta neón a rayas en su erizado y teñido cabello rubio. Incluso en mi propio estado de embriaguez sé inmediatamente quién debe de ser la novia: la chica con la que Jason estaba hablando en la cocina, la del pelo emo. —Definitivamente no —replica Jason con mucha más valentía de la que debería tener cuando se está hablando con esta montaña humana. —Jason, este no es el momento de defender tu —hipo— personaje —susurro, encontrando un poco de claridad en mi intoxicación. —Mi compañero dijo que estabas hablando con ella —dice el chico, retándolo. Sus ojos están furiosos y rojos. 46 —Bueno, sí, tuvimos una charla —dice Jason encogiéndose de hombros—. La mayoría sobre su miserablemente posesivo y terriblemente poco atractivo novio, que supongo que eres tú. — Capturo el brazo de Jason, con la esperanza de que deje de hablar. Pone los ojos en blanco—. Pero nunca la toqué. —Un infierno que no lo hiciste —gruñe el muro humano—. Haré que lo sientas. —No quieres hacer eso, amigo —dice Jason, colocando serpenteantemente una mano sobre su hombro. —¿Y por qué no lo haría? —Porque mi padre es abogado, y arruinará tu vida si pones un mísero dedo gordo sobre mí. —Se me ocurre justo ahora que Jason está un poco borracho, también, lo que puede ser la única razón por la que se esté cebando con este pedazo de hombre gigante. —Vete a la mierda —dice el chico, apretando los puños. —Ya sabes, no estoy particularmente familiarizado con esa expresión británica. ¿Significa “Ten una bonita noche”? —¡Jason! —siseo, rezando para que se calme y podamos irnos. Me estoy volviendo más y más consciente de mi propia borrachera, y la compresión de que realmente me escapé para ir a una fiesta en un viaje de estudios, pera ponerme así está realmente empezando a asustarme. El pensamiento de no quiero volver a estar borracha jamás, no quiero volver a estar borracha jamás se reproduce en un continuo bucle a través de mi cabeza mientras me sujeto a la barandilla de la escalera, tratando de mantenerme en pie. El chico británico se burla de Jason. —Significa que voy a golpearte hasta convertirte en pulpa de sangre y tendrán que enviarte de vuelta a tu madre en una fiambrera —dice, volviendo a cerrar la mano en un carnoso puño. Eso me hace reír un poco, porque es divertido escuchar a un británico cabeza hueca usar la palabra “fiambrera” Afortunadamente, Jason se agacha a tiempo para que el borracho pijo de Gabe se meta y reciba toda la fuerza del derechazo. El pobre chico no puede recuperar el aliento, pero sospecho que está tan borracho que no siente mucho de nada a estas alturas. Con el blazer y la corbata aleteando como alas, su cuerpo sale volando por la escalinata y hasta la calle, donde un grupo de fans del Arsenal se dirigen en masa a la estación de metro más cercana al pub. Claramente han tenido unas cuantas bebidas post-juego y ninguno de ellos está muy feliz de haber sido empujado por un par de adolescentes. —¡Sangriento infierno! ¿Qué creen que están haciendo? —grita uno de los hombres, agarrando a un muy borracho Gabe por el cuello y empujándolo de vuelta hasta el poche y hacia el novio enojado. He 47 estado completamente anclada al suelo en estado shock, pero mientras Gabe navega pasándome, retrocedo para evitar que me metan. Estoy casi a punto de caerme de las escaleras y sobre un podado rosal decorativo en el proceso. —¡Vete a la mierda! —grita el novio, claramente careciendo de un profundo repertorio de contestaciones. Una multitud comienza a formarse mientras los adolescentes se abren paso fuera de la casa para echar un vistazo a la acción. Novio Enfadado consigue una botella de cerveza de uno de los espectadores y se la lanza a los hombres de mediana edad ahora agolpados en la acera. —¡Tú, pequeño hijo de puta de pelo rosa! —grita uno mientras los otros se apresuran a subir los escalones y a agarrar a Novio Enfadado. —¡Pilla al pequeño punk! —¡Vete a la mierda! —¡Qué más quisieras! —¡El Arsenal apesta! —¡Tú apestas! —¡Patéale el culo! Antes de que pueda pestañear, estalla una completa pelea callejera sobre la acera, los aficionados al fútbol de mediana edad enredándose con los adolescentes borrachos. Los puños vuelan, insultos son gritados, y siento un dolor en el hombro cuando alguien agarra mi bolso de cuero falso y la correa se rompe limpiamente. El contenido se dispersa a través de la escalera hasta los pies de la locura. —¡Maldita sea! —chillo, cayendo de rodillas sobre la dura piedra de la escalinata en un intento de reunir lo que pueda. Divisó el móvil encaramado al borde del escalón superior, pero a medida que me estiro para agarrarlo, soy empujada violentamente por detrás. Ruedo durante dos escalones y aterrizo bajo una pila de brazos y piernas. —Bonitas bragas. —Oigo, y alzo la vista para ver a Jason ofreciéndome su mano—. Larguémonos de aquí. —¡Mi móvil! —grito, levantándome—. Estaba justo aquí. —Señalo el escalón más alto, pero el móvil no está. —Lo tengo —responde Jason, sosteniendo un brillante móvil plateado—. Vámonos. Ahora. Aferra mi mano, y nos marchamos por la acera en un completo sprint. Vamos casa por casa zumbando, y al final de la manzana toma la izquierda. No tengo absolutamente ni idea de dónde estamos o a dónde vamos, ni de que Jason hace, tampoco, pero me las arreglo para caer en una buena caminata, manteniendo el mismo ritmo que él en mis tacones de diez centímetros. Los gritos de la pelea se 48 desvanecen en la distancia mientras corremos manzana tras manzana lejos de la fiesta. Trato de no pensar en las muchas maneras en las que estos zapatos me están destrozando los pies en pedazos en este momento o en el resto de mis pertenencias, esparcidas sobre una calle que ahora seguramente esté a un kilómetro de distancia. El bolso es barato, fácilmente reemplazable con veinte dólares y un viaje a H&M, y tengo un montón de lápices de ojos y brillo de labios. Incluso tengo una calculadora de repuesto en mi maleta. Pero el corazón se me hunde hasta mis insensibles zapatos cuando pienso en mi vieja copia de bolsillo llena de notas de Shakespeare, probablemente descansando en un charco debajo de ese estúpido rosal. 49 6 La mañana siguiente a la noche anterior. Traducido por Annabelle Corregido por Deeydra Ann Stas bn? Nada de anuncios públicos de amor, pero Mark defnitivamnt ha stado actuando xtraño. Hablamos pronto! —P B EEP BEEP… BEEP BEEP… BEEP BEEP… Mis ojos se abren de pronto al escuchar un sonido extraño emanando de algún lugar de mi habitación. Me toma un momento recordar que no me encuentro en mi habitación en Newton. Ni siquiera estoy en los Estados Unidos. Me encuentro en Londres, a mil kilómetros de distancia sobre el océano. Con mis compañeros de clases. Y el confuso nuevo amigo que parece haber crecido en mi lengua durante la noche. —Ugh —gruño, abriendo mis ojos del profundo sueño que los está apresando. No me siento asquerosa. Soy asquerosa. La encarnación pura de la asquerosidad. BEEP BEEP… BEEP BEEP… Mi cabeza comienza a latir al son del sonido, así que estiro el brazo sobre la mesa caoba, dándole un fuerte golpe a mi reloj de alarma viajero. El rayo de luz entrando debajo de las cortinas romanas que no llegan por completo hasta el suelo, entra directo a mis globos oculares como rayos laser. BEEP BEEP … BEEP BEEP … Bueno, no es mi reloj de alarma lo que provoca el sonido, ya que ahora se encuentra hecho en un montón de pedazos plásticas tirados en el piso. ¿Qué me está sucediendo? Mi cabeza está golpeando aún más fuerte, trayendo a mi mente el recuerdo del sonido de los bajos de anoche. Mis recuerdos comienzan a aparecer como si fuesen rapeados por el mismísimo DJ Rock the Mic. La fiesta. La falda cortita. Jason. La 50 cerveza. El nerd de la embajada. Gabe. Rosalind. El vidrio roto. El bajo. Oh, Dios, el bajo. Avery. BEEP BEEP… BEEP BEEP… Mi noche regresa a mi mente poco a poco, con ese incesante “beep” proporcionando el ritmo. ¿Qué demonios es eso? BEEP BEEP… BEEP BEEP… Y entonces, la última pieza del rompecabezas cae en su sitio. ¡Mi teléfono! Logro sacar mi cuerpo del enredo de mis sábanas y me doy cuenta que aún estoy usando la rodada mini falda de anoche. Prácticamente había emigrado hasta mi barbilla. La tira izquierda de mi blusa, de alguna manera, logró pasarse por encima de mi cabeza, así que ahora ambas tiras se encuentran enganchadas sobre mi hombro derecho. Una mirada al espejo me dice que luzco como si hubiese intentado vestirme mientras viajaba en una montaña rusa. Ugh. NUNCA. BEBERÉ. DE NUEVO. BEEP BEEP… BEEP BEEP… Necesito hacer que el sonido se detenga, lo cual, con suerte, hará que la habitación deje de inclinarse ligeramente hacia la izquierda. Mi pie descalzo, ahora cubierto en rojas ampollas, aterriza sobre algo pequeño y frío. Lo levanto para encontrarme con el brillante celular plateado, aún sonando y alumbrando una molesta lucecita roja hacia mí. La antigua Julia debió haber recordado colocar la alarma. Lo abro y presiono cualquier botón que pueda encontrar en el extraño teléfono para silenciarlo. Gracias a Dios, logro apretar algo correcto, ya que el “beep” se detiene y un mensaje de texto aparece en la pantalla, brillando en un cálido azul. Fue increíbl habrt conocido anoche. Moría por bsarte. Stas libre para platikr? —Chris. ¿QUÉ? Mi cerebro cambia a modo de mini-crisis. El teléfono contiene un mensaje de un chico que quiere, no, que se muere, por besarme. ¿QUIÉN? ¿Chris? ¿Cuál era Chris? Me concentro, intentando recordar la secuencia de eventos que llevaron a este mensaje de texto. Todo se encuentra claro hasta que se rompió la mesa. Desafortunadamente, el resto de la noche es prácticamente un borrón. Sé que en mi mano fue colocada otra cerveza, y luego otra. Empecé a hablar cada vez más, volviéndome más audaz. La cerveza ayudaba, pero también lo hacía la idea de ser la súper Julia, esta persona completamente nueva que no 51 se parecía en nada a la Lame Libros. Y resultó que la súper Julia era bastante popular entre los chicos. Estaba el chico irlandés que cantó “Danny Boy” (sólo un poco fuera de tono). Le di mi número, principalmente para que no se lanzara en su muy profundo repertorio de covers de Flogging Molly19. Luego, estuvo el chico de preparatoria con el acento elegante que hablaba y hablaba sobre el jet de su familia. Él fue otro que recibió mi número, simplemente para quitármelo de encima. Pero luego, estuvo el chico alto con el cabello largo que tocaba la guitarra en una banda de covers de Shins20, el estudiante universitario rubio que estudiaba Literatura Europea Occidental del Siglo XX, y el joven artista escocés con los intensos ojos azules que me contó sobre su última instalación usando papel aluminio y letras de The Beatles. Los deslumbré a todos con mi ingenio, encanto y confianza inducida por la cerveza, contestando a la plática de literatura libro por libro, criticando la “Revolución 9” con el artista, y tarareando los ritmos que tocaba el músico en su guitarra. Nunca se me ocurrió que alguno de ellos intentara contactarme. Las únicas llamadas que recibo de parte de los chicos caben en dos categorías: preguntas sobre tareas y pedidos para tutorías. Ya que no voy a la escuela con ninguno de los chicos de la fiesta, no esperaba escuchar de ellos. Nunca. ¿Cuál era Chris? Leo el mensaje una vez más, esperando que algo vuelva a mi memoria. ¿Muriéndose por besarme? Todos eran lindos, así que estoy bastante segura que yo también muero por besarlo. Es decir, ninguno de esos chicos que conocí era el indicado. Ninguno como Mark. Pero Mark no está aquí. Y besar a un chico aún puede ser una buena práctica. Y la práctica hace al maestro, lo cual es exactamente lo que quiero ser cuando Mark y yo finalmente nos juntemos. No es como si me dieran esta oportunidad muy a menudo. Lo que fuera que hice anoche, supongo que se llama coqueteo, obviamente funcionó. Esperemos que pueda recrearlo estando sobria. Porque, repito: NUNCA. BEBERÉ. DE NUEVO. Ahora, la verdadera pregunta era: ¿Qué demonios debo responderle? En mi puerta se comienza un fuerte golpeteo. —¿Julia? ¡Toda la clase te está esperando! ¡¿Podrías arrastrar tu trasero por las escaleras, como para ayer?! —La voz de Sarah Finder hace un fantástico trabajo al atravesar la puerta de madera y llegar 19 20 Banda irlandesa-estadounidense de punk celta formada en 1997. Banda estadounidense de rock alternativo y rock indie formada en1997. 52 directo a mis oídos como una espiga. Miro la hora en el celular y me doy cuenta que en verdad, por primera vez en toda mi vida, voy tarde. Así que escribo lo primero que se le ocurre a mi mente infestada de alcohol. ¡Genial haberte conocido, también! ¡No puedo hablar justo ahora! Voy corriendo a una sesión de fotos. Hablamos luego —J Es mucho más sencillo continuar con la mentira que comencé ayer que inventar una completamente nueva. Le doy a enviar antes de poder darme cuenta de lo que he hecho. Hago una nota mental de chequear más tarde el crédito disponible del teléfono, luego vuelo fuera de la cama y hago un par de gárgaras con enjuague bucal. Rápidamente reemplazo mi falda arrugada por un par de vaqueros, cambio mi blusa por mi suéter azul favorito, y me coloco un par de zapatos deportivos con esperanzas de aplacar mis muy enojados pies. Bebida, coqueteo, mentiras, y ahora ¿tarde? ¿Podría volver la antigua Julia, por favor? 53 7 Demasiado enroscado, beso con lengua y pelea en Tate. Traducido por Dannita & Killer Queen Corregido por Violet~ Guau. Todo claro. Ahora sé que debería besarte. —C E n esta habitación, encontrarás un verdadero festín para los ojos, con los colores como la grasa, bayas maduras de la pasión por todo el lienzo. Saborea con tus ojos los sabores jugosos del impresionismo, la pintura se arremolina como una salsa deliciosa de arte —El discurso del guía turístico se ve interrumpido por una risa. Me duele demasiado la cabeza como para girar y ver quién se está riendo de los “frutos de la pasión”, o para mostrarle el uso de la metáfora mixta al guía turístico. Lo único que quiero ahora mismo es arrastrarme de vuelta a mi cama. La única razón por la que no he vomitado es porque tengo demasiado respeto por el museo Tate para dejar mi desayuno en el piso. Pero si nuestro guía sigue hablando de fiestas y salsa de carne, no creo ser capaz de contenerme. Él termina con su discurso sobre el impresionismo antes de llevarnos al contenido de la habitación. Los estudiantes comienzan a moverse alrededor, hablando sobre diversas obras de arte. —¡Señorita Elston! —La profesora Tennison camina pisando fuerte mientras cruza la galería hacia Evie, quien está sujetando un teléfono plateado internacional en su mano con manicura francesa—. No veo cómo puede prestar atención al arte alrededor suyo con su nariz pegada en ese teléfono. Cuando la Profesora Tennison alcanza el teléfono de Evie, su tintineante brazalete de adobe atrapa el tirante del bolso hobo de cuero de Evie, tirándolo fuera de su hombro y derramando todo su 54 contenido al piso. Entre el surtido de botellas de esmalte de uñas, tubos de brillo labial y tres diferentes cepillos para el cabello, veo alrededor de veinte tarjetas de plástico adornadas con muchos colores con las palabras “¡¡Habla & Textea!!” La profesora Tennison mira de Evie a las tarjetas telefónicas en el suelo y luego regresa su mirada a ella . Los ojos de Evie se abren por completo y todo el color se drena de su cara hasta que sólo queda su aplicación artística de los restos del rubor. La familia de Evie está forrada de dinero, pero hasta yo he oído las historias sobre lo estricto que es su papá. Si la profesora Tennison lo llama, alguien le quitará su Audi. —Señorita Ellston, ¿Qué dije? —ladra la profesora Tennison. —Um, ¿sobre qué? —responde Evie, su voz apenas un susurro. —¡Sobre el uso de teléfonos, señorita Ellston! —La profesora Tennison toma una respiración profunda, y luego levanta su voz para que todos los estudiantes en la galería puedan oír—. ¿Clase? Todos agrúpense alrededor. Nos agrupamos juntos. Alguien en el grupo olía como las cebollas en su tortilla de la mañana, y tengo que alejarme unos cuantos pasos del círculo, sintiéndome mareada y con nauseas. El tono de la Profesora Tennison atraviesa el aire fresco de la galería. Tiene el teléfono de Evie por encima de su cabeza. —Parece que la señorita Ellston piensa que mis instrucciones con respecto a la finalidad prevista de estos teléfonos, y para lo que no está previsto, eran meras sugerencias. Déjenme dejarles claro. En este viaje deben estar presentes sus mentes y sus cuerpos. Por lo tanto, no pueden hablar, textear, o twittear en estos teléfonos a menos que tengan una emergencia. Recuerden, que su comportamiento en este viaje tendrá un impacto no sólo en sus notas, sino también en sus expedientes de disciplina cuando regresen. Se enfrentarán a las repercusiones escolares si desobedecen mis reglas. —Lo siento —murmura Evie. Oigo la voz de mi madre en mi cabeza: Ella no lo siente, sólo está lamentando haber sido atrapada. Odio cuando mi madre me lo dice, pero no voy a mentir: me emociona un poco ver la cara de Evie cuando su celular desaparece dentro de la fea y vieja bolsa de viaje llena de guías turísticas de la profesora Tennison. —Sí, estoy segura de que lo está —dice la Profesora Tennison—. Pero me temo que el daño ya está hecho. Voy a quedarme con su teléfono por el momento, y si hay una emergencia, puede pedir prestado el teléfono de su pareja. Los estudiantes se dispersaron de nuevo por los diversos rincones de la galería, y la emoción de ver a Evie metiéndose en problemas desaparece rápidamente. De repente siento como si mi estómago se 55 cayera hacia mi trasero. ¿Repercusiones escolares? Abro mi celular y me desplazo por los mensajes de texto. ¿La profesora Tennison los encontrará? Trato de encontrar una manera de conectar los textos de mi teléfono a un aspecto cultural del viaje, pero los pensamientos de la fiesta de anoche sólo reavivan mi palpitante dolor de cabeza. Necesito recargar mi teléfono con crédito para borrar cualquier daño que mis mensajes puedan haber hecho. Regreso mi teléfono a mi bolso y me pongo a hacer lo que he estado haciendo toda la mañana: fingir que examino una obra de arte, cuando en realidad sólo estoy parada, tratando de mantener la calma y no vomitar. Así es como me las he arreglado para ocultar mi resaca a mis compañeros de clase y a la profesora Tennison. Déjenme decirles, que no ha sido una tarea fácil. Aunque he estado esperando esta excursión desde hace meses, no he podido disfrutarla en ningún momento. Siento que mis ojos se van a caer de mi cabeza y que mi cerebro se va a escurrir de mis oídos. Y eso es justo lo que está pasando por encima de mi cuello. Mi estómago está haciendo el Chachachá. Me las arreglé para tragar un pedazo de pan tostado al salir del hotel, pero definitivamente quiere salirse. Veo un banco en el medio de la galería, situado en frente de una escultura muy grande. Me tambaleo hasta ella, suspirando con alivio cuando caigo sobre el mármol frio. Me quedo mirando fijamente a la estatua como si la estuviera admirando. En realidad estoy apretando fuertemente mi boca y estoy ordenando a mi estómago a calmarse. Pienso en el mensaje de texto que envié esta mañana, y aunque no sabía que era posible, me sentí peor. Escucho un tintineo que viene por la derecha. La profesora Tennison y sus joyas de gran tamaño se balancean hacia mi costado. Ella suspira. Hacer de modo continúo el roll de profesora estricta está obviamente haciéndola desgastarse. —Es una maravilla ¿verdad? —Preciosa —respondo, casi sin mirar la enorme escultura delante de mí. La reconozco de mi libro de historia del arte como „El beso‟ de Rodin. Es enorme y espantosamente blanco. Con mi molesta resaca, prácticamente necesito darme sombra para mirarlo. Son dos amantes, desnudos, con los brazos rodeando el uno al otro para una épica sesión de cómo liarse. Espero que la profesora Tennison quiera apreciar la belleza en silencio, pero no. —Rodin realmente conocía el cuerpo —dice ella, suspirando otra vez—. Él hizo hincapié en cada manifestación física de la atracción. Mira como la columna vertebral del hombre está tensa mientras él tira de ella hacia sí. Incluso los dedos de los pies de ella están enroscados en 56 la roca con lujuria. Cada centímetro de esta pieza está destinada a inspirar pasión. —Impresionante —le digo, tratando de sonar interesada sin abrir demasiado mi boca. —Sabes, a menudo me he imaginado a mí misma en esta pieza — dice ella, mi estómago realmente comienza a tener un ataque—. Encerrados en un fuerte abrazo, sin sentirse lo suficientemente cerca. Sus labios sobre la piel de ella, piel con piel, la lujuria de… —¡Asqueroso! —exclamo, mis manos vuelan a mi boca. —¿Perdón? —Su cabeza gira violentamente, y ella entrecierra sus ojos hacia mí que hasta puedo ver la abundante aplicación de su sombra turquesa que se ha puesto. —¡Oh! Eh, bueno —entro en pánico—. Es sólo que, eh, um, un descuido asqueroso que, eh, el resto de la clase no aprecie esta pieza así como usted lo hace, profesora Tennison. —Oh sí, ciertamente lo es —dice ella, dejando escapar un largo suspiro—. Sólo espero que uno o dos de sus compañeros de clase se las arreglen para tropezar y caer en algunas de las experiencias culturales. —Me sonríe antes de irse para humillar a otro estudiante con su presencia. La adrenalina corre por mi cuerpo, y me deja exhausta. Me inclino y pongo mi cabeza en mi regazo, esperando poder conseguir un momento de paz antes de tener que pasar a la colección de arte pop. Pero de nuevo, no hubo suerte. —Oye, amiga, ¿estás bien? —Jason se deja caer a mi lado en el banco. Debe haber estado rondando cerca, esperando a que la profesora Tennison se fuera. —No —le digo aún con mi cara entre mis jeans, estoy demasiado cansada y enferma para mentir. —¿Resaca? Eso apesta, amiga —dice él, haciendo un poco de rutina de baile tap con sus Converse verdes en forma de bota mientras está sentado. Juro que el chico no puede estar quieto ni un segundo. —¿Cómo estás tú? —Me las arreglo para preguntar antes de cerrar rápido mi boca. Me veo como un animal atropellado, y este chico está sentado aquí con sus brillantes ojos azules (no inyectados en sangre). Huelo, esperando encontrar aunque sea un leve olor a cerveza, pero solo percibo la rancia colonia, pero aparte de eso nada más. Si puedo adivinar, ese es el olor de la barra de jabón que da el hotel. —Práctica —responde él con una sonrisa. Busca en su bolsillo hasta que saca un trozo de papel morado con blanco. Una envoltura de goma de mascar—. ¿Vas a volver a hacerlo? —Claro que no. Estoy tratando de recuperarme del trauma de anoche —Le digo, reacomodándome en mi asiento—. No puedo creer 57 que te dejara convencerme para ir a esa fiesta. Y luego ¿emborracharme? Dios, estoy totalmente avergonzada por lo de anoche. —¿Avergonzada? De ninguna manera. Me pareció que tuviste éxito. —Dobla el envoltorio de la goma de mascar una y otra vez hasta que es casi una mota. —¿Qué? —pregunto. El ligero olor a uva saliendo del papel me hace girar para no tener arcadas. —Sí, alrededor de una hora, fui a buscarte y te encontré con el chico de la guitarra. —Avienta el envoltorio hacia una papelera cercana, pero cae en el borde y al final cae al suelo—. Parecía que te estabas divirtiendo. Me siento recta y lo miro. —¿El chico de la guitarra? ¿Qué chico de la guitarra? ¿Supiste su nombre? —Um, ¿Bono? No, no lo hice. ¿Por qué? —No importa —le digo, tratando de sonar indiferente. Aunque estoy bastante segura de que el chirrido de mi voz me delata ya que Jason me frunce el ceño. —¿Qué pasa Julia? Estás actuando más chiflada de lo normal esta mañana. —Jason no ha hecho ningún movimiento para recoger el envoltorio que todavía yace a varios pies de distancia del bote de basura. Era obvio que él ensuciaría uno de los museos más famosos del mundo. —Te lo dije. Estoy con resaca —le digo. Me pongo de pie y deliberadamente hago mi camino hacia la envoltura olvidada, la recojo y la deposito en el contenedor. Definitivamente no necesito que Jason Lippincott me diga que soy una chiflada, cuando hasta antes de este viaje él solo me había hablado un total de tres palabras en toda mi vida. —Sí, y no es por eso. —Jason se para y arrastra sus pies detrás de mí. Sus zapatillas hacen un sonido chirriante por el piso del museo como un molestoso y chillante cachorro. —¿En serio? —Me detengo en seco y giro hacia él, más que nada para que él parara y el sonido chirriante también lo hiciera con él—. Porque es todo lo que puedo pensar en este momento. —Estamos en un museo, Lame Libros —dice él, señalando el cuadro de Picasso—. Es como tu nave nodriza, y no estás prestando atención a nada. En serio ¿Pasó algo anoche? Hay un toque de preocupación en su voz y eso me ablanda por un momento. Pero entonces me imagino lo que pasaría si Jason supiera todo sobre el mensaje de texto que recibí y que respondí. Él se burlaría de mi por eso hasta que ya no tuviera con que más molestarme. 58 —No quiero hablar de eso —le respondo. Le doy la espalda. En frente de mí, la superficie de la pintura de Mondrian explota en colores naranjas y azules. Oigo el chirrido delator de sus zapatillas mientras viene hacia mí y se pone a mi costado. —¿No quieres hablar de ello o no quieres hablar de ello conmigo? Al parecer no puedo sacudirme a este chico. —Ambos. Igualmente. —Vamos, Julia —dice empujando mi hombro con el suyo—. Sé que te sientes como el infierno esta mañana, pero anoche me pareció que estabas algo así como divirtiéndote. —Lo estaba haciendo —admito, todavía evitando mirarlo. —¿Así que te ayudé a tener una noche memorable por primera vez en Londres? —El orgullo se apodera de su voz. —Oh Dios, más de lo que crees —digo. Como si fuera una señal, el teléfono vibra en mi bolso. Lo saco y al abrirlo encuentro otro mensaje de texto de Chris. Espero pronto, leo. —Disculpa, ¿no es ese tu celular provisionado por la escuela, señorita Sólo Para Emergencias? —pregunta Jason, y cuando por fin lo miro, efectivamente, una sonrisa maliciosa se está extendiendo por su cara. No hay duda de que está disfrutando de mi nueva ola de romper las reglas. —¿Puedes dejarme en paz, por favor? —suspiro, y cierro rápidamente mi teléfono. ¿Desde cuándo Jason está tan interesado en acosarme? ¿Desde cuándo está tan interesado en siquiera reconocer mi existencia? —Oh vamos, soy tu amigo. Me puedes decir cualquier cosa. — Lanza un brazo alrededor de mis hombros. Estoy sorprendida por el gesto, que al parecer es exactamente lo que él quiere. Rápidamente usa su mano libre para agarrar mi teléfono antes de salir corriendo a toda velocidad hacia la siguiente galería. Todos los síntomas de la resaca se desvanecen en un instante. Salgo corriendo detrás de él. Tengo que caminar por dos habitaciones diferentes antes de encontrarlo en la esquina de una galería dedicada a Warhol. Está haciendo clic en mi teléfono debajo de una de las pinturas de camuflaje de Warhol. Se lo arrebato de sus manos, pero puedo decir por su sonrisa pícara que el daño ya está hecho. Ha leído todos los mensajes de texto. La sangre corre por mi cara. —¿Cuál es tu problema? ¿Se te cayó tu cabeza en algo o qué? —Le espeto. Me siento tan avergonzada como si alguien hubiera empujado mi cabeza en un horno de pizza. —¿Una sesión de fotos? —Se ríe. 59 —Fue lo primero que me vino a la cabeza. Gracias a ti, no estaba exactamente pensando con claridad. —Meto mi teléfono en el bolso, giro en mis talones y me alejo, tratando de reunir cualquier dignidad que pueda. —Oye, nadie te forzó a que metieras bebidas por tu garganta — dice, siguiéndome una vez más—. Bueno, ¿vas a responderle? Esa es la apropiada etiqueta. Me doy la vuelta y levanto ambas manos. —¡Cállate! Sólo cállate. Por el resto del día, necesito que te calles —estallé. Echo un vistazo por encima de su hombro y veo la pintura de una pistola de Warhol. Si sólo… —Lo haré —dice, imitando una cremallera en sus labios. Pero eso sólo dura una fracción de segundos antes de que abra la cremallera y diga—: Pero primero tengo que escuchar la historia. —¿Qué historia? —pregunto con impaciencia. —La de este personaje Chris. ¿Quién es él? —Por la cara de Jason parece que está haciendo todo lo posible por no reírse histéricamente, lo que hace me que ponga más furiosa como nunca antes estuve. —¡No lo sé! —Mi dolor de cabeza está empezando a volver, así que una vez más me acerco al banco más cercano y caigo sobre él. —¿No lo sabes? —Jason, por supuesto, se sienta a mi lado, ya que al parecer ha decidido que hoy seamos los mejores amigos. Quizás porque quiero que me deje de molestar, o tal vez porque espero que tenga una pista sobre la identidad de Chris, o tal vez (de hecho, sin duda) porque estoy demasiado cansada como para resistir más, le cuento toda la historia: sobre Gabe y la mesa destrozada, sobre Avery y que le di mi número y sobre el resto de ellos, uno de los cuales lleva el nombre de Chris y me envió un mensaje de texto del que Jason se estaba riendo. —Vamos comienza con las bromas —le digo, dejando caer mi cabeza palpitante en mis manos. —¿Qué? ¿Bromearte? ¿Yo? Estás de broma, ¿no? —dice, tratando de alcanzar mi celular que está dentro de mi bolso—. Sólo quiero ayudar. —Sí, ayudarme a tener una suspensión —respondo, y se lo quito. —Julia, eres mi “amiga” —dice, usando las requeridas comillas en el aire—. Nunca te pondría en peligro. —Oh, bien. Sólo me llevaste a una fiesta llena de extraños en un país extranjero y me abandonaste ahí. Entonces me quedé atrapada en una pelea callejera, donde pierdo todas mis cosas, incluyendo mi Shakespeare de bolsillo. 60 —¿Tú qué? —Él levanta una ceja. Probablemente piensa que estoy hablando de una figura de acción de mini-Shakespeare. (En realidad, yo tengo uno de esos. Pero lo dejé en Newton, graciasalcielo.) —No importa. El punto es, ¿por qué iba yo a aceptar tu ayuda? —Mira, puedo hacer que cualquiera se enamore de mí —dice Jason. Resoplo. —Eso me parece muy improbable. Jason no se ofendió. —Está bien, está bien. Puedo hacer que cualquiera se enamore en serio de mí. Cualquiera. Garantizado. Y me gustaría extender ese talento a ti. ¿Deseas que ese tipo se enamore de ti? Puedo hacer que suceda —Extiende su mano para que yo la estreche y cerremos el trato. —Oh, ¿y vas a ayudarme por la bondad de tu corazón? — pregunto, mirándole. —Demonios no —dice alegremente—. Tú me vas a ayudar también. Lo miro con recelo. —¿Qué quieres? —pregunto. —Vas a escribir los papeles de reflexión para mí —dice como si fuera la cosa más obvia del mundo. —¿Estás bromeando? —Grito—. ¿Quieres que te ayude a engañar? —No existe tal cosa como un almuerzo gratis, Lame Libros. —Cruza sus brazos y se apoya contra la pared—. Lo tomas o lo dejas. —De ninguna manera —le digo. Me alejo de él antes de que cambie de opinión. Espero a que venga detrás de mí como un pollo descontrolado, pero no se mueve. —Entonces, buena suerte en tus aventuras por mensajes de texto —dice en voz alta—. Que la fuerza te acompañe. Me detengo en el centro de la galería. Mi teléfono se siente pesado en mi bolso. Cuando lo saco y lo abro, veo el texto de Chris aún flotando en la pantalla como si estuviera burlándose de mí. —Oh, vamos, Lame Libros —dice Jason. Grita y me giro. No me di cuenta que él se había deslizado desde la banca hasta ponerse justo detrás de mí—. Escribe unos pocos ensayos adicionales. No te va a matar. Además, estoy seguro de que ya estás preocupada por lo mal que yo escribo vaya a perjudicar tu promedio. ¿Qué mejor manera de proteger tu promedio de puntos que haciéndolo tú misma? Mi mente parpadea hacia un número de mi teléfono. Cuatro. Mi perfecto promedio. El número que he trabajado tan duro para conseguirlo. 61 —¿Es una amenaza? —pregunto. Trato de mantener mi tono duro, pero puedo oír el ligero temblor en mi voz. —¡Por supuesto que no! —dice, pero me sonríe de una manera que no sólo es traviesa. Es retorcida—. Sólo estoy diciendo que no soy el mejor en ortografía. O la gramática. O en terminar las cosas a tiempo. —¡Me estás amenazando! —Le digo. —Te voy a dar todos los puntos —replica—. Lo que hagas con ellos es asunto tuyo. —Suenas como un abogado —le digo, soltando mí agarre del teléfono. —De tal palo, tal astilla —responde—. Vamos, Julia. Es un par de ensayos adicionales. Es probable que incluso te guste. Ahora, ¿me darás esa cosa? Toma el teléfono de mi mano y lo abre, entonces teclea furiosamente. —Necesitas sonar confiada, incluso arrogante. A los chicos les gusta la confianza. —teclea un poco más—. Eso debería de bastar. —“En realidad, creo que debería haber sido yo la que te besara” —Lee en voz alta y yo inmediatamente me sonrojo. —Debes tener resaca si piensas que eso está en el mismo universo de algo que yo diría —respondo—. De ninguna manera le pude haber enviado eso. —Acabas de hacerlo presionándolo en mi palma. —dice, cerrando el teléfono y —¡Qué! Lo vuelvo a abrir y examino el registro de mensajes, esperando que sólo esté mintiendo para asustarme. Pero ¡ay!, ahí está el mensaje en la carpeta de “enviados.” —Bueno, estabas parloteando sobre cómo nunca lo harías, así que lo envié por ti —dice. Claramente está orgulloso de su buen trabajo. Estoy a punto de tener un colapso cuando el teléfono vibra en mi mano. Estoy tan sorprendida que casi lo tiro directo al suelo de madera. —¿Qué dice? —pregunta Jason, inclinándose sobre la pantalla, ansioso por descubrir el resultado de su pequeño experimento. En este punto estoy tan enferma, sorprendida y completamente falta de palabras que simplemente le doy el teléfono a él. —“Siempre tenemos esta noche…” —lee en voz alta—. ¿Ves? Te dije que podías hacerlo —me dice, con una sonrisa de oreja a oreja. 62 —Pero, ¿qué hago ahora? ¡Quiere que nos veamos esta noche! — Mi mente está trabajando. —Lo cual no puedes hacer —dice firmemente, cerrando el teléfono. —¿Qué? ¿Por qué no? —Primero que nada, ni siquiera sabes quién es este tipo. Es un completo extraño; no puedes encontrarte con él después de dos mensajes de texto. Es demasiado peligroso. Pero lo más importante, no puedes parecer demasiado ansiosa. Hazte la difícil. Es anticuado, pero funciona. —¿En serio? —Por supuesto —dice él—. Y seamos honestos: vas a necesitar mucha ayuda antes de encargarte de Chris tú sola. Sin mi orientación ni mi tutela, vas a arruinar en grande todo esto. Desgraciadamente, Jason tiene razón. Anoche actué de manera osada, y tuve suerte de escapar sólo con un mensaje divertido, misterioso y sexy. ¿Y qué pensará Chris cuando descubra que no soy una hermosa supermodelo, sino una Lame Libros de Newton, Massachusetts? Probablemente saldrá corriendo y gritando en la dirección opuesta. Necesito tiempo para pensar. —Además, le dijiste a este tipo que estás en una sesión de fotos — indica Jason, como si me leyera la mente—. No puedes verlo hasta que eso haya terminado, Kate Moss. —Se ríe para sus adentros. —Cierra la boca. —Le doy un suave golpe en el brazo pero no puedo evitar esbozar una sonrisa. —¡Oye, yo no fui quien dijo tener raíces de supermodelo! —dice, levantando las manos. —¡Nunca me llamé una supermodelo! —Oh, ¿no le dijiste sobre tu trabajo de pasarela en Milán, supermodelo? —dice, señalando con un dedo acusador mi nariz. Yo lo golpeo. Se aparta de mí, tropezando con la punta de sus zapatos de deporte, y luego se recupera. —¿Qué, me vas a lanzar ese teléfono, Naomi Campbell? —ríe, protegiendo su rostro con miedo fingido. —¡Tal vez lo haga! —digo, lanzándoselo juguetonamente. Él lo atrapa con facilidad, lo abre para redactar otro mensaje, y luego me lo arroja de vuelta. Luce como un niño que se robó un pastel de cumpleaños entero. ¿Qué hizo? Al ver lo que ha escrito, me ruborizo tanto que temo volverme morada. No podrías conmigo esta noche. 63 ¡Ack! —¡Imbécil! —Lo golpeo otra vez. —Controle su lenguaje y violencia, señorita. —Esquiva ese golpe, sólo logro rozarle la chaqueta. Peleo de nuevo cuando el teléfono suena. Bajo la vista y encuentro el número de Chris resplandeciendo hacia mí. No un mensaje, una verdadera llamada de celular. Por mi estupefacción, Jason tiene tiempo de agarrar el teléfono y abrirlo. —Hola, sexy —responde él, poniendo una voz profunda, como de operador de línea erótica. Esa es la gota que colma el vaso. Rompo todas las reglas del museo conocidas por el hombre o la bestia y me lanzo hacia él, tirándonos al suelo de madera a ambos. Él rueda, pero extiendo una mano y agarro el borde de su camisa, tirándolo hacia atrás. Tan pronto como su mano está a mi alcance, levanta su brazo larguirucho (y sorprendentemente muscular) sobre su cabeza. No tengo otra opción más que montarme sobre él sí quiero tener alguna posibilidad de recuperar mi teléfono. —¿Te estás divirtiendo? —Pregunta, antes de ejecutar alguna vuelta ninja que lo coloca encima de mí, presionando mis hombros contra el suelo—. Porque yo sí. Con la culminación de la llamada, Jason se aparta de mí y se acuesta en el suelo a mi lado. Está riendo y suspirando, feliz por su victoria. Genial. ¿Qué pensará Chris después de que Jason contestó el teléfono? Nunca debí haber confiado en él. —¡Sr. Lippincott! ¡Srta. Lichtenstein! —La profesora Tennison viene volando hacia nosotros, sus zapatos marca Birkenstock resonando furiosamente contra el suelo—. En nombre de Dios, ¿qué están haciendo en el suelo del Tate? Instantáneamente me pongo de pie, mortificada. No he sido castigada por una profesora desde cuarto grado, cuando me atraparon escondida en el vestuario durante un partido de balón prisionero21. —Uh, ¿aprendiendo un poco de cultura? —dice Jason, aún en el suelo, con su sonrisa de marca, la cual probablemente lo ha sacado de un montón de situaciones como esta con profesores como la profesora Tennison. Me alejo un paso conscientemente de él, como si pudiese sacudirme físicamente su mala influencia. También conocido como la quema, matagente, a matar, vivos y muertos, ponchados, el quemado, campos quemados, el delegado, el matador, balón tiro, las naciones, la matanza, matasapo, manchado, quemados, quemadores, mato o brilé. 21 64 —Profesora Tennison, lo siento mucho. Lo que sucedió fue que… La profesora Tennison no me deja terminar. —Honestamente, Julia, me sorprende este comportamiento de su parte. ¡Está actuando como una niña, y en uno de los museos más importantes del mundo! —Su horrendo collar, el cual parecer un adorno de navidad hecho de arcilla, traquetea mientras gesticula con enojo. No tiene sentido intentar explicar. En su lugar, gruño—: No volverá a suceder. —Bueno, por suerte para usted, va a tener otra oportunidad de apreciar bellas artes —dice en ese tono reservado para los profesores que han ideado el castigo educativo perfecto—. Ya que perdió el tiempo aquí en el Tate, usted y el Sr. Lippincott visitarán otro museo de su elección durante sus horas culturales. Quiero un trabajo de mil palabras de ambos, sobre la importancia cultural del arte. —¿Mil palabras? —pregunta Jason, siendo apenas capaz de pronunciar el número. —No quiero oír ni una palabra más, o las subiré a dos mil — espeta—. Ahora, reincorpórense a la clase. Es hora de continuar. —Se endereza su blusa con estampado de flores y se marcha, sus zapatos golpeando el suelo mientras se aleja. —Eres un estúpido —le digo a él en voz baja tan pronto como la profesora T está fuera del alcance del oído. —Tú comenzaste —responde, encogiéndose de hombros en un intento de desarrugar su camisa de polo gris. —¿Cuántos años tienes, cinco? —A mí me rebota y a ti te explota22. —Me saca la lengua. —Genial. Espero que puedas llevar esas habilidades creativas de escritura a este ensayo. —Un, no. Eso lo vas a hacer tú. ¿Recuerdas nuestro trato? —Jason observa a Evie y Sarah en un rincón, amontonadas alrededor del teléfono de Sarah, y se dirige en su dirección. Se pone a unos cuatro pasos de distancia, y entonces se voltea hacia mí—. Anímate, Lame Libros. Es tarea extra. Tu pasatiempo favorito, ¿verdad? —¡Me llamo Julia! —le digo, furiosa, pero ya ha corrido para unirse al resto de la clase. 22 Manera infantil de decir “a palabras necias, oídos sordos.” 65 8 Oh, Querido… ¿Debería creerte? Traducido por Danny_McFly y Elle87 Corregido por tamis11 ¿Qué está pasando entre tú y JL? Retrocede ya —SF V ergüenza, ira, miseria: SF. Sarah Finder. Tiene que serlo. Es apenas un secreto que ella ve a Jason como si él fuera lo mejor que puede sucederle al mundo desde galletas sin grasa. Siento que mi cabeza va a girar sobre mis hombros. Gracias a Dios que no se molestó en hacerlo frente, porque estoy segura de que me habría empujado al abismo. Me hubiera vomitado a ciencia cierta. Leí el texto de nuevo. ¿Retrocede? No puedo creer que ella piense que estoy en eso. Ella debe haber pensado que nuestra pelea era coqueteo (¿Bromea?). Al parecer, se perdió la parte donde yo realmente quería convertir a Jason en una pulpa sanguinolenta. Tiro mi teléfono en mi bolso con disgusto. —¿Podrías por favor darte prisa? —Llamo de nuevo a Jason. La tarde ha ido de mal en peor. Primero fuimos por el camino equivocado cuando salimos del Tate y luego Jason se burló de mí cuando saqué mi guía, completa con notas Post-it y un mapa desplegable marcado, pero entonces tropezó con una grieta en la acera y casi cayó en un grupo de turistas. —¿Cuál es tu maldita prisa? —Trotó para caminar a mi lado—. Mira a tu alrededor. Es una preciosidad. ¿No puedes calmarte por un segundo? Tiene razón, por supuesto, pero no voy a admitirlo. Finalmente estamos al frente de la manera correcta, al este por el río a través de Millbank. Los edificios que nos rodean son de piedra tallada, ladrillo oxidado y cobre que se puso verde a lo largo de cientos de años de lluvia. Sé por mi lectura de vuelta en Boston que tenemos suficiente historia pasada para llenar más de diez volúmenes. Estuve a punto de 66 dejar de señalar el Chelsea College of Art and Design, que solía ser la Royal Army Medical College, donde se desarrolló la vacuna contra la fiebre tifoidea. Pero sé que cualquier mención de la historia del siglo XIX y la enfermedad sólo se alcanzará con un poco de vista épica rodando de Jason, así que en lugar de eso, recobro en nuestro camino, a la sombra de los árboles que se curvan en el río. —Quiero terminar con esto para que pueda volver al hotel y nadar algunas vueltas antes de la cena —le contesto, mirando por encima del muro bajo de piedra y en las oscuras aguas del Támesis. El aire fresco que hace está ayudando a mi dolor de cabeza, pero todavía quiero ir la piscina y resolver algunas de estas tensiones. La invitación23 es hoy, y no puedo evitar desear estar allí, sobre todo después de lo que pasó esta mañana. —¿Vueltas? —Jason arqueo una ceja. —Tú tienes tus remedios para la resaca, yo tengo los míos. —¿Eres buena? —Pregunta, acelerando el paso para caminar junto a mí. —¿Perdón? —Nadando. ¿Eres buena? —Estoy bien —le respondo, preguntándome qué clase de respuesta está buscando. —¿Sólo bien? —Dice con incredulidad—. ¿No ganaste en el estado por mujeres en cien metros de mariposa en los últimos dos años seguidos? —Y los cien metros estilo libre —agrego. Entonces me detengo—. ¿Cómo lo sabes? —Giro alrededor de la calle, así que estoy cara a cara con él. De inmediato da un paso atrás. —Quiero decir, creo que vi algo al respecto en el periódico o lo que sea. No te obsesiones contigo misma por ello —dice, empujando sus manos en los bolsillos vaqueros, caminando delante de mí con su puntal meneo—. ¿A dónde vamos, de todos modos? —Me imagine que podríamos ir a la Galería Nacional —le digo, ahora igualando su ritmo—. Es fácil de encontrar, y va a ser fácil encontrar un buen material para el ensayo. Tienen los Girasoles de Van Gogh en la pantalla, y a mí sin duda me encantaría ver eso. Van Gogh siempre hace un interesante ensayo. O podríamos escribir sobre una serie de pinturas del Renacimiento y su contexto histórico. —Y por 'nosotros', quieres decir tú. —Dice Jason, todavía marchando hacia adelante, esquivando turistas tomando fotos de la vista a lo largo y a través del Támesis. 23 Es un evento de deportes sólo para los participantes. 67 —De ninguna manera. —Tengo que doblar mi ritmo para mantenerme a la hora con sus piernas largas y desgarbadas, y tengo la súbita comprensión de que ahora estoy siguiéndolo. —Nuestro acuerdo fue para los documentos de reflexión, son sólo 300 palabras. Gracias a ti, le debemos a Tennison un extra de mil palabras, así que creo que vas a ayudar. —En realidad, tú saltaste sobre mí. Así que creo que a mi responsabilidad le toca algún lugar en el rango de doscientas cincuenta palabras. —Jason camina cerca de una mujer balanceándose alrededor de tacones de plataforma. Él salta hacia la derecha para evitar caerse—. Se necesitan dos para bailar un tango... o luchar en el suelo del Tate, como sea el caso. —Trescientas veinticinco, y esa es mi última oferta —dice sobre su hombro. —Lo que sea. —No estoy interesada en empezar otra pelea, y yo claro que no puedo confiar en él para hacer el trabajo, de todos modos. Estoy empezando a desear que vuelva a ignorarme, como lo ha hecho siempre en el pasado. —Si pudieras cooperar conmigo por la próxima hora, podríamos conseguir que este trabajo este hecho y realmente aprendamos algo. ¡Tengo muchas ganas de ver el Caravaggio! —Sueño. —Jason cae en un banco a lo largo del camino, inclina la cabeza hacia atrás, saca su gorra sobre los ojos, y empieza a roncar ruidosamente. Un gigante tour bus rojo se está vaciando justo en frente de nosotros, sus pasajeros ya armados con cámaras, listos para tomar fotos de los barcos de crucero a lo largo del Támesis. Un anciano realmente posa su cámara sobre Jason, tomando una foto como si fuera una especie de artista de interpretación. —¿Tienes una idea mejor? —Le digo, tratando de reprimir que mi rabia se propague. Salta de nuevo a sus pies y comienza a marchar por la acera, continuando hacia el este a lo largo del río curvo. —En realidad, sí. Sígueme. Jason me llama con un gesto con la mano y luego imita una inmersión a la derecha en un nudo de las cámaras que portan los turistas. Estadounidenses, si la bandera americana en sus camisetas son para que les crean. Me estoy imaginando lo que podría suceder si me deshago de él y voy a la Galería Nacional por mi cuenta, cuando cojo un destello de la gorra de Jason flotando a través de la multitud. Antes de que pueda cuestionar la decisión, la quito después de él. 68 —¡Tú me obligaste a esto! —Digo—. Quinientas palabras, como mínimo. —Mientras las palabras salían de mi boca, me cuesta creer que esté negociando con él. Mientras caminamos, el sol desaparece detrás de un grupo de nubes. El día se convierte instantáneamente en uno de esos clásicos nublados días londinenses. Una brisa fresca sopla fuera del Támesis. El río está salpicado de remeras, vestidos con camisetas de rugby y el viento rompe, cortando el agua en barcos brillantes rojos. El muro bajo la piedra da paso a una verja de hierro forjado de hierba. Puedo ver las torres de la Abadía de Westminster asomando entre los árboles y los edificios próximos. Es como una película. Y a pesar de que estoy con resaca, siguiendo a Jason a Dios sabe dónde, me invade el amor por Londres. Todavía no tiene nada que me haya defraudado. Papá tenía razón. Que se pudra París, Londres es la ciudad para mí. Estoy en mi ensueño, mientras Jason nos conduce fuera del camino pavimentado a abajo un terraplén, donde hay un crujido por un estrecho sendero de grava cerca de la orilla del río. El camino está salpicado de cristales rotos y pedazos de basura, y está claro que esto no es para ser recorrido por los turistas. —¿A dónde vamos? —Pregunto. —Ya casi estamos ahí —dice, yendo por delante, como si no nos estuviera llevando a algún lugar espeluznante o potencialmente peligroso. —Esa no es la respuesta a la pregunta que hice —le respondo. Se retrasa un poco para que pueda caer en el paso a su lado. —¿Siempre eres así de intensa? —Sí —le contesto, porque sé que decir que no, sólo sería el comienzo de otro argumento. —Bueno, al menos eres honesta. Intensa y honesta —dice, caminando hacia la base de un puente por delante. —Una vez más, ¿Estamos yendo a...? —empiezo, pero me interrumpe Jason. —Estamos aquí. —Señala el paisaje que tenemos ante nosotros. —Aquí. —Es una especie de cueva concreta delimitada por un puente encima de la cabeza retumbando con el tráfico de automóviles. Debajo del puente están las curvas de hormigón al lado de la colina que conduce a la calle, formando no sólo un lienzo perfecto para artistas de la calle, sino un ideal half-pipe24 para la banda de sucios skates punks que arriesgan sus vidas (¡sin casco!) Yendo de arriba para abajo. Los patinadores están volteando y torciendo dispersos en 24Es una estructura en forma de "U" usada, generalmente, en la práctica de deportes extremos, como el skateboard. 69 una rampa. Estaríamos casi en la oscuridad total si no fuera por la intensidad de remolinos de la pintura en aerosol que cubre todas las superficies disponibles, los colores brillantes que dan la ilusión de la luz. Desde cualquier punto de vista en el camino o el puente, el parque estaría completamente oculto. —¿Qué es este lugar? —Pregunto. —¡Parque subterráneo de Skate! —Responde sobre su hombro. Empieza a correr por el espacio, saltando rampas diferentes. —¿Genial eh? —Pero, ¿qué estamos haciendo aquí? —Todavía estoy desorientada: el remolino de colores y movimientos es vertiginoso, y los ecos espaciales con los sonidos de niños gritando el uno al otro—. En caso de que hayas olvidado, se supone que debemos estar escribiendo un ensayo sobre arte y cultura. —¿Estás bromeando? Hay un montón de arte y cultura aquí — dice Jason, de regreso hacia una barrera de hormigón cubierta de pintadas de colores en el extremo más alejado del parque—. Tal vez aún más que en la crujiente y vieja Galería Nacional. Decido dejar el comentario acerca de la Galería Nacional de ser "crujiente" y "vieja" de lado (especialmente desde que 187 años es prácticamente un bebé cuando estás hablando de una ciudad que fue fundada por los romanos en el año 43) y en su lugar lo sigo a la pared. Jason pasa su mano sobre el concreto, desconchado y con grietas, pero cubierto con unos graffitis bastante impresionantes. No hay ninguna forma o patrón discernible, a los remolinos y las explosiones de pintura. El color es tan vibrante que parece que está a punto de estallar de la pared. En cierto modo me recuerda a las que vimos de Mondrian25 antes en el Tate. —Es genial, ¿verdad? —Pregunta Jason, pasando los dedos por encima del muro. Con su pelo rojo brillante, se ve casi como si pudiera dar un paso a la derecha en el cuadro. —Sí —lo admito, alejándome de la pared hacia una enorme roca cerca de la orilla del río. Está pintado para que parezca un psicodélico huevo de Pascua. —Gracias —dice Jason, tomando una ligera inclinación de cabeza—. ¿Mejor que la Galería Nacional? —Todavía quiero ver los girasoles —le contesto, incapaz y poco dispuesta a dejarlo ganar tan fácilmente—. Pero esto es bastante genial. 25 Fue un pintor vanguardista neerlandés. 70 —Me quedo con eso —dice con una sonrisa como la de un niño que tiene una A en su primera prueba. Deambula en la dirección opuesta, hacia la otra pared de hormigón con una serie de plantillas pintadas con spray. No son etiquetas Banksy26 como los que hemos visto en línea, pero son buenas aproximaciones. En una serie de ratas negras pintadas se observa la evolución del hombre. También hay un número de símbolos anarquistas mal pintados, pero la mayoría de las imágenes se detallan de manera impresionante. En el centro de la pared, hay lo que parece ser un gigantesco agujero en el hormigón, a través del cual se puede ver una escena de la calle concurrida. De hecho, tengo que dar un paso más cerca para darme cuenta de que todo es una ilusión pintada con spray. En la esquina del parque, un chico del skate de aspecto sucio en jeans ajustados y una aún más ajustada (y, supongo, irónica) playera de Justin Bieber coge una guitarra acústica cubierta con una serie de maltratadas calcomanías. Mientras se coloca la correa de cuero al hombro, casi espero escuchar una versión aplastante del single más reciente emo punk. Pero en cambio, comienza suavemente arrancando las primeras notas de una de mis canciones favoritas de todos los tiempos de los Beatles "Here, there and everywhere" Estoy impresionada por lo talentoso que es: su versión es hermosa y lenta, con algunos pequeños riffs27 de la melodía. Cierro los ojos para escuchar, y por un momento, desaparece mi resaca. Los Beatles tocaron en vivo en las orillas del Támesis: un perfecto momento de Londres. —¿Estás bien? —Pregunta Jason, poniendo su mano sobre mi hombro. —Sí, me encanta esta canción —le contesto, inclinando mi cabeza hacia atrás para mirar el cielo y succionar una respiración profunda. Mamá caminó por el pasillo de la iglesia con esta canción, y mis padres tenían una tradición de bailarla cada año en su aniversario, aunque su baile era sólo un giro de dos minutos alrededor de la sala de estar. —Sí, The Beatles. Bastante buenos —responde. Giro mi cabeza tan rápido para mirarlo a los ojos que me arriesgo a dañarme los nervios. —¿Bastante buenos? —Le digo con incredulidad—. Déjame ser clara: The Beatles son la mejor banda que ha pisado la faz de la tierra, y Es el pseudónimo de un prolífico artista del street art británico. Es una frase que se repite a menudo, normalmente ejecutada por la sección de acompañamiento. 26 27 71 si tú no puedes reconocer su talento, me cuesta entender cómo has estado lo suficientemente consciente cómo para vestirte tú solo por la mañana. Es exactamente el mismo discurso que mi papá le dio a mi abuelo cuando tuvo la osadía de cuestionar la grandeza de The Beatles. Por supuesto, eso fue antes de que yo naciera, pero mi madre todavía repite la historia de vez en cuando, riéndose de cómo papá estaba tan hinchado hasta que el abuelo no pudo formular una respuesta. —¡Tranquila, chica! —Dice Jason alzando las manos—. Soy un fan. Se aleja, supongo que en un intento de escapar de mi locura, y me dirijo de nuevo a algunos de los cuadros que me rodean. Hay un punto donde muchas capas de pintura en aerosol en un arco iris de colores han empezado a despegarse. Un artista laborioso ha tomado alguna herramienta u otra al tallar las letras la canción de Queen "Fat Girls Bottomed." Es de alguna manera hermoso. —Hey, Jason —digo, agitando por encima de mi hombro para mostrárselo a él, pero cuando me volteo, se ha ido. Escaneo el parque y veo que se acercó al músico de la calle, quien está ajustando la afinación de su guitarra. Jason saca su cartera y pasa el chico algo de dinero, que el hombre necesita, y a cambio entrega su guitarra. Oh Dios. ¿Qué está haciendo? Jason me habla. Al principio no me atrevo, pero él está gesticulando frenéticamente mientras me mira como si estuviera a punto de tener una convulsión. Finalmente, camino penosamente hacia él. —¿Qué estas ha...? —empiezo, pero me interrumpe. —Siéntate —dice, y señala a un banco, como si fuera un perro. Sé que va a molestarme hasta que esté de acuerdo, así que suspiro y me siento donde él indica. Estoy en el banco justo delante de él, así que tengo que buscar un poco para verle la cara. —¿Feliz ahora? —Pregunto. En vez de responder, se lanza a una interpretación acústica perfecta de "Oh! Darling" pero a diferencia de chico del skate, Jason canta. ¡Canta! Ahora, normalmente no me gusta cuando la gente canta cerca de mí, mucho menos a mí. No me importa si son buenos, malos o mediocres. Es todo lo mismo. A menos que hayas formado con una discográfica con música que pueda encontrar en iTunes, no quiero escuchar tu presentación en vivo. Es por eso que no puedo mirar el programa de búsqueda de talentos American Idol. Me preocupo 72 porque los concursantes cometerán un error y se avergonzarán, entonces yo me avergonzaré por ellos. Pero Jason es fantástico, estoy hipnotizada. Su voz corta la niebla londinense, estoy pegada al banco, incapaz de quitar los ojos de él. Me devuelve la mirada con ojos chispeantes. Da en el clavo con cada nota, incluso los “ooohs” característicos de Paul McCartney y sus diferentes tonos. —Creeme cuando te digo (¡oooh!) —Canta, serpenteando—, nunca te haré daño. —Para cuando termina la canción, debo tener la quijada en el piso, y mientras me ocupo de qué debería decir (en este momento en que debería estar completamente avergonzada pero en su lugar estoy encantada) despreocupadamente se quita la guitarra y se la da al patinador (quien está aplaudiendo), y se dirige hacia el extremo lejanos del parque. Me levanto de la banca y voy tras él. —¿De dónde salió eso? —Estallo. Pretende (creo) examinar más graffitis. —Te lo dije, soy un fan —dice, encogiéndose de hombros sin mirarme. —Seguro, un fan, pero no me di cuenta de que te referías a que eras un mini Paul McCartney. —Nah —dice, restándole importancia al cumplido—. Solo paso el rato. Mi mamá solía ponerme los discos de The Beatles y todo eso. Abro la boca para contarle de mis padres también, pero algo me detiene. No me gusta hablar de mi papá. A duras penas si lo hago, aun con Phoebe. —Eso fue realmente bueno —digo, hago una pausa antes de añadir—: Tú estuviste muy bien Se encoge de hombros y mira su reloj. —Oye, aún podemos llegar a la Galería Nacional si nos apuramos. ¿De qué dijiste que querías escribir el ensayo? —Esto —digo, disponiendo que me mire—. El graffiti. La “galería” del parque. Es increíble. Hay arte y cultura aquí, tú mismo lo dijiste. —¿Tú crees? —Finalmente voltea hacia mí. —Sí, por supuesto. —Camino hacia la ilustración de la— evolución—del—hombre—. Tengo mi cámara. Podemos tomar algunas fotos. —Genial —me dice, sus ojos se encienden—. Hagámoslo. Busco en mi bolso la cámara digital y chequeo la vida de la batería. —¿Cómo encontraste este lugar? —Oh, um, un tipo… —empieza, pero ya me estoy riendo. —Por supuesto —lo interrumpo—. Siempre conoces “algún tipo”. 73 —Sip, eso es correcto —dice rápidamente—. Estoy con los personajes turbios. —Me señala una etiqueta que quiere que fotografíe—. ¿Estás segura de esto? Quiero decir, ¿no estás preocupada por tu nota? No creo que esto sea lo que la Sra. Tennison tenía en mente. —Estaré bien —digo, sorprendida de mi seguridad personal a pesar de que mi nota cuelga de un hilo. —Excelente progreso —dice. Sopla su dedo y luego los sacude en su hombro—. Buen trabajo de mi parte. Estás haciendo una transición adorable de Lamer Libros a Libidinosa. Las siguientes horas las pasamos escogiendo los trabajos más interesantes de los muros y cantos rodados alrededor del parque. Para cuando nos vamos, hemos tomado cerca de cuarenta fotografías, tengo páginas llenas de notas con los descuidados garabatos de Jason y mi escritura plana y chiflada. Regresando al hotel ninguno puede creer que casi oscurece. Estoy estupefacta por haber pasado casi veinticuatro horas con Jason Lippincott y lo he disfrutado. Creo que esto significa que podríamos ser amigos. Él está lleno de sorpresas. Mientras trepamos la colina hacia el camino principal me doy cuenta de que no he comido en horas. Jason está ocupado con su teléfono, escribiendo un mensaje de texto con el ceño arrugado. O está teniendo un montón de emergencias, o decididamente está usando su teléfono para asuntos no—relacionados—con—la—escuela. Saco mi celular, preguntándome si hay algún otro mensaje de Chris que me perdí, o tal vez alguna llamada pérdida de alguno de los chicos que conocí en la fiesta. Cuando abro el celular la pantalla no muestra ninguna alerta. Suspiro alto, pero Jason sigue tecleando en su propio aparato. El sonido es desconcertante. —Me estoy muriendo de hambre —digo. O no me oye o pretende no hacerlo. Pateo una lata aplastada en la acera frente a mí, suena estrepitosamente y cae hacia la calle. —¿Quieres ir a comer algo camino a casa? —Um, seh, seguro —dice, manteniendo la nariz prácticamente pegada al teléfono. —Genial —digo. No puedo creer que acabe de pedirle a Jason Lippincott que pase más tiempo conmigo. No puedo creer que de hecho accedió. Volteo hacia un pub en la esquina, a media cuadra del hotel. Tengo una debilidad por los puestos de comida frita, y estoy en una casa no oficial del mejor pescado y patatas de Londres. Llego a la puerta para dirigirme dentro cuando me doy cuenta de que Jason se ha detenido en el bordillo. —De hecho, no —dice, cerrando su teléfono y devolviéndolo a la mochila. Por un momento me pregunto si estaba enviándole un 74 mensaje a la chica magnífica—pero—punky de mechas—rosadas de la fiesta. Echo otra mirada a mi propio teléfono. No hay nada y ahora Jason está a punto de dejarme plantada también. —¿No? —pregunto, metiendo el teléfono en el bolso. —Quiero decir, ahora no. No tengo hambre, y creo que realmente necesito un tiempo a solas. Tú sabes, para relajarme. Estoy realmente agotado —murmura, sofocando un bostezo fingido. —Está bien, bueno… —comienzo, pero soy interrumpida cuando Sarah Finder y Evie salen del pub. Lucen fabulosas con sus atuendos de turistas, los cuales incluyen unos vaqueros apretados y camisas grandes. Bufandas a juego rodeando su cuello y argollas plateadas gemelas cuelgan bajo sus perfectamente ondeadas cabelleras. ¿Cómo han logrado un cabello de playa en Londres en marzo? Miro mis vaqueros, gastados agujeros en las rodillas hechos por mí, no por Abercrombie o Fitch. ¿Por qué soy la única en este viaje que parece haber empacado para un viaje de campo y no para un espectáculo de modas? —¡Jason! —Exclama Sarah con un hipido, apresurándose hasta nosotros para darle un abrazo de oso—. ¡Oh por Dios! ¿Dónde has estado? ¡No te he visto desde la galería! El par me sobrepasa con sus plataformas de cuña e instintivamente me empino sobre los talones para no sentirme tan pequeña. —¿Viste algo genial hoy? —ronronea Evie, poniendo un brazo sobre sus hombros. —Nah, nada especial —replica Jason, y me sorprendo por las pequeñas agujas que siento aguijoneándome la columna vertebral cuando lo dice. Tampoco me mira. Es como si de pronto yo no existiera. —Ugh, tampoco nosotras —gruñe Sarah—. No sé cómo voy a escribir ese estúpido informe de reflexión. —Estamos en Londres. Todo es especial —murmuro. Entonces cierro la boca. Definitivamente no quería decir eso en voz alta. —Oh, Julia, no te había visto —dice Evie con una risita—. ¿Te diviertes en Londres? —No espera por mi respuesta, en su lugar, se voltea de nuevo hacia Jason—. Así que, ¿dónde has estado? —Cuelga un brazo a través del de él. Espero a que le cuente sobre nuestra tarde en el parque de patinaje (y el mini concierto), pero algunos de los miembros de nuestra clase salen del pub y rodean a Jason. Me encuentro casi desplazada hacia la calle por la muchedumbre. Mientras regresan hacia el pub, Jason es arrastrado con ellos. No estoy segura de lo que sucede, pero sí lo estoy de que sus planes no incluyen pescado y patatas. 75 Ahí va el tiempo a solas. Supongo que era a Sarah a la que le enviaba los mensajes en nuestra caminata. Ella probablemente lo invitó a la fiesta del pub. No cabe duda de que él planeaba abandonarme antes de que llegáramos. No me extraña que antes recibiera ese mensaje raro y desagradable de parte de ella. Por suerte para Sarah, yo tenía una resaca tremenda como para responderle, pero una vez pasada, no estoy segura de lo que hubiera respondido. No necesito ser parte del drama de Newton North, especialmente si tiene que ver con Jason. Sarah está loca, y está claro que tiene los ojos puestos en él, qué bueno por ellos, en serio. Ella se merece a Jason y él a ella. Me enfoco en la ira para no concentrarme en el burdo sentimiento que carcome mi estómago de nuevo, asesinando mi hambre. Un segundo me canta una serenata, al siguiente pretende que no existo. Además, me abandona después de convertir en un gran asunto esto del “sistema de compañeros”, arrastrándome a una fiesta y metiéndome en problemas con la Sra. Tennison. Ahí va el nuevo Jason. No puedo creer que pensé que podríamos convertirnos en amigos en este viaje. Él es como siempre: un completo idiota. Más tarde esa noche, de vuelta en el hotel, estoy trabajando en nuestro ensayo. Primero me propongo trabajar solamente en mi mitad —quinientas palabras, ni más ni menos— pero mientras más escribo, menos quiero lidiar con Jason. Estoy cerca a terminar esta cosa ahora y ya no estoy molesta. Jason claramente me ve como un tipo de aguafiestas o grillete social, y prefiero limitar nuestro tiempo juntos a salidas patrocinadas por la escuela. No más fiestas o desvíos hacia parques clandestinos. Doy una mordida a mi emparedado de pollo al curry —el cual compré en una pequeña tienda de abarrotes al doblar de la esquina y del que he dado buena cuenta mientras escribía— y estiro los dedos. Estoy a punto de comenzar las conclusiones cuando un correo electrónico aparecen haciendo bing. ¡Hola cariño! Solo quería chequear tu gran aventura en Londres. ¿Ya te enamoraste? Mantente en contacto. ¡Me encantaría escucharlo todo de tu viaje! Te extraño mucho, mucho. No te preocupes, estoy grabando todos tus programas favoritos para que puedas verlos cuando regrese. ¡Déjame saber que aterrizaste a salvo! Muchos besos y abrazos mi amor. —Mamá 76 ¿Enamorarme? Sé que se refiere a la ciudad, pero no puedo evitar pensar el romántico montón de chicos que he conocido en las últimas veinticuatro horas. Aprieto responder para comenzar a teclear, pero entonces dudo, mis dedos revolotean sobre el teclado. No puedo pedirle consejo a mamá sin sacar a relucir la bebida y el escaparme, y las otras diez mil reglas que he roto en el día y medio que he pasado al otro lado del océano. Desearía poder preguntarle, pero no creo que haya una versión para madres de esta historia. En su lugar, escribo una respuesta rápida, contándole sobre el viaje al Tate y enterándola sobre la aventura de mañana en la Torre de Londres. Termino diciéndole que la extraño un montón, lo cual es verdad. Mi laptop hace su usual “whoosh” mientras el correo electrónico se lanza al ciberespacio hacia mamá. Abro el documento para producir en nada las últimas doscientas palabras más o menos de mi (o “nuestro”) ensayo, pero el cursor me parpadea. No recuerdo lo que planeaba decir. Mi cerebro se siente como un cuenco de cereal con demasiada leche. Necesito un descanso. Agarro la cámara y comienzo a pasar las fotos de la tarde cuando me cruzo con una tomada por el patinador/guitarrista. Jason y yo posando frente a una etiqueta de una cabina de teléfonos de estilo británico. La Reina de Inglaterra está pintada dentro, y el texto que sale del teléfono pone Londres está llamando. Mi brazo está sobre el hombro de Jason. Parecemos un par en nuestra ropa negra de invierno, su polo despuntando de su cuello sin cerrar. La gorra de béisbol de Jason quedó ladeada de algún modo, haciendo que su cabello se salga en todas direcciones. Estaba contenta por el parque, el mini concierto y la divertida discusión de los graffitis con Jason. Llevo una gran y tonta sonrisa y él también se ríe con ganas en la foto. Solo ahora, mientras miro la imagen en la cámara, es que me doy cuenta de por qué se reía. Me había puesto orejas de conejo sobre la cabeza. ¿De veras? ¿Es que tiene cinco años? Tiro la cámara a la cama, donde rebota dos veces antes de caer de los bordes del colchón al piso. Me arrepiento al instante; probablemente la garantía no cubre accidentes provocados por furia inspirada por Jason. Me apresuro a recogerla. Cuando me agacho, veo que ha aterrizado junto a mi teléfono, el cual parpadea con un mensaje nuevo. ¿Mucho silencio radial? JL NO ESTÁ INTERESADO —SF ¿SF? Asumo que el texto es de Sarah Finder de nuevo, como el desagradable que había borrado antes en mi indiferencia inducida por 77 la resaca. Creo que no se tomó en serio las advertencias de la Sra. Tennison sobre texto no aprobado, de lo contrario, creo que consideraría esto como una situación de emergencia. Es casi risible. Cree que me gusta Jason Lippincott. Pero el humor se desvanece rápido. Si ella lo cree, ¿es posible que él lo crea? ¿Por eso estaba tan decidido a abandonarme? ¿Por qué era actuaba raro y murmuraba? ¿Piensa que tengo algún enamoramiento? Podía derretirme en un charco de vergüenza. Una cosa es ser la triste chica enamorada, pero peor aún es cuando alguien piensa que eres la triste chica enamorada cuando no lo eres. Y si Sarah cree que soy la pobre chica enamorada, entonces muy pronto todo el mundo lo hará. Y eso puede llegar a Mark. Me debato sobre responder —algo como Prefiero sacarme los ojos con un lápiz sin punta que salir con Jason, eso debería ser suficiente—, pero me preocupa que darle munición solo empeorará las cosas. En su lugar, decido que no habrá más lucha medio en juego en los pisos de ningún museo. Eso claramente la da las ideas equivocadas a las personas. Jason y yo ni siquiera somos amigos. Es la última persona en la tierra de la que me enamoraría, y me voy a asegurar de que ese hecho sea obvio para Sarah y para todo el mundo. El día entero se ha convertido en una fracturada red de ridículo y todo lo que quiero es irme a dormir. Mientras me arrastro a la cama mi teléfono parpadea nuevamente. Contemplo la idea de ignorarlo, no deseando saber qué comentario irritante se le había ocurrido a Sarah esta vez, pero sé que no seré capaz de dormir a menos que lo lea. Abro la tapa del celular y mi corazón se salta un latido. Chris. 78 9 Tweets contradictorios y Atún Traducido por Mel Cipriano Corregido por Itxi La ausencia hace que el corazón se encariñe más…28 ¿Puedo verte? — C B ueno, eso es todo. Definitivamente no puedo dormir ahora. Sólo hay una cosa que puedo hacer para calmarme: Me pongo mi Newton North verde amarillenta, facilitada por el equipo Speedo, y me dirijo a la azotea para ir a la piscina olímpica cubierta. Vi en la carpeta de bienvenida del hotel (que ya he leído de principio a fin... dos veces), que todas las noches está abierta hasta medianoche, y sólo son las nueve. Eso me da una hora para volver a mi habitación antes de que la señora Tennison haga su comprobación final para asegurarse de que todas las llaves se han devuelto. Todavía tengo la llave de repuesto escondida en mi cartera, pero he terminado con el estilo de travesuras de Jason. No importa de qué lado del océano te encuentres, el olor a químicos de una piscina sigue siendo el mismo, y encuentro consuelo en el cloro y la quemadura de mis músculos cuando me lanzo a través del agua. Allí abajo, el mundo está literalmente en silencio, y me quedo sola con mi propia cabeza. Empiezo con un sencillo estilo libre. Años de práctica de natación temprano por la mañana, y reuniones los fines de semana, han definido mis hombros, brazos y muslos. Mi cuerpo está construido como un pequeño muelle comprimido, compacto y fuerte. Parece que en cualquier momento podría soltar mis rollos y despegar en el aire. En tierra firme esto, significa que mis vaqueros siempre son demasiado Es la traducción literal de la popular frase: “Absence makes the heart grow fonder…”, pero en español la frase correspondiente es: “La ausencia es como el viento, que apaga las pequeñas llamas y aviva las grandes pasiones". 28 79 largos, nunca lo suficientemente grandes en el muslo. Las camisetas sin mangas pueden hacerme parecer un poco varonil. Sin embargo, en la piscina, mi cuerpo es perfecto. Hace exactamente lo que le digo que haga, liberando sus rollos en el momento justo para darme el poder de lograr victoria tras victoria, un récord tras otro. Por desgracia, esta noche mi cabeza está confusa con los chicos. Chris, mi mensajero misterioso. Mark, el único (si tan sólo lo supiera). Y ahora, Jason, cuyo objetivo en la vida parece ser hacerme perder el equilibrio y humillarme en tantas formas como sea posible. Si acosarme no funcionaba, simplemente comenzaba a coquetear conmigo. De eso debía tratarse la canción. Porque estaba coqueteando conmigo. Lo sé. Lo sentí. ¿No es así? Chris. Mark. Jason. Chris. Mark. Jason. Están creando un ritmo a través de mi cerebro con cada golpe. El estilo libre no está funcionando. Necesito algo más fuerte, así que salto fuera de la piscina, giro, y me sumerjo de nuevo en línea recta, intentando empezar con mariposa, el más duro para la carrera, pero también mi favorito. Esta vez, conforme corto en el agua con una perfecta inmersión poco profunda, mi mente va directamente a papá. En el verano en que yo tenía cinco años, había pasado semanas enseñándome la técnica perfecta para el buceo. Papá siempre fue un gran maestro. Duro, pero paciente. Mientras la mayoría de los niños estaban recibiendo un aplauso por un planchazo torpe, papá estaba de pie a mi lado en la cubierta, demostrándome cómo debía doblar las rodillas, la forma de meter la cabeza entre los brazos. Me enseñó a nadar, también, cuando era aún más joven. Claro, me dejó fallar por un segundo, pero nunca dudé de que su firme mano me alcanzaría y me arrancaría fuera del agua por mi traje de baño mientras me quedaba sin aliento y escupía. Mi padre nunca dejaría que nada malo me pasara. En cambio, algo malo le pasó. Mis músculos queman mientras me lanzo a través del carril de vuelta, pensando en lo rápido que se enfermó. En mi memoria era fuerte y saludable hasta el momento en que ya no lo era. Recuerdo haberlo visitado en el hospital exactamente una vez. E incluso sin afeitar y pálido, seguía pareciendo fuerte. Como si pudiera meter la mano y sacarme de cualquier problema en el que podría encontrarme metida. No recuerdo mucho del funeral, apenas tenía siete años, sólo la bandera americana colgando sobre el ataúd, hombres en sus uniformes en todas partes, y el saludo de las veintiún armas. 80 Cuento veintiún golpes por el camino, luego me voy directamente a la cubierta de la piscina. Gotas de agua cubren mi rostro, por lo que nadie sería capaz de decir que estoy llorando. Si no me calmo ahora, van a pasar sólo unos momentos antes de que me quede sin aliento, mis musculosos hombros están temblorosos por las lágrimas. La mayoría de las veces la piscina es mi oasis, pero a veces, cuando las memorias se arrastran adentro, me aplastan. Claramente necesito ayuda, y sólo sé de una persona con toda la información para aconsejarme. Tomo unas cuantas respiraciones profundas mientras me quito la toalla, luego regreso a mi habitación, donde abro mi ordenador portátil y llamo a Phoebe por Skype. Acepta inmediatamente. Su cara sonriente llena la mayor parte de la pantalla, y veo que lleva puesto su camiseta favorita, una camiseta conmemorativa del largamente olvidado fracaso de los '90, Dick Tracy. Las paredes de color calabaza de su dormitorio, salpicadas de obras de arte diversas compradas en Etsy, aparecen detrás de ella. La visión del cuadro entero me hace sentir el tirón de la nostalgia. Tengo que concentrarme por un momento para mantener las lágrimas a raya. —¡Salute! —dice con un brillante acento de Mary Poppins, su estado de ánimo alegre canta a través del altavoz de mi portátil—. ¡Me preguntaba cuando volvería a saber de ti otra vez! Tu último texto fue un poco confuso. —Oh, sí —le digo, pensando en mi último mensaje borracho a Phoebe—. Los textos serán pocos y espaciados. En un solo día Evie aparentemente acumuló unos cuantos dólares enviando tweets o lo que sea, y la señora Tennison se puso loca. Ella realmente le gritó en el Tate. —Oh, he oído. Sarah ya puso una actualización en Twitter para decir que no habrá más actualizaciones. ¿Cuán contradictorio es eso? —Nos reímos de lo ridículas que son nuestras compañeras de clase—. Así que, estarías totalmente orgullosa de mí. Adivina lo que estoy haciendo en este momento, a un total de doce horas antes de mi viaje. —¡Empacando! —digo con una sonrisa. Sólo Phoebe sabe lo mucho que la organización me hace feliz—. ¿Está utilizando la lista? —Por supuesto —responde Phoebe, agitando un trozo arrugado de papel con mi lista de embalaje patentada—. Sin este chico malo, probablemente llegue a Chicago con un par de pantalones vaqueros, seis sudaderas y exactamente sin ropa interior. ¿Cómo están las cosas en la alegre y vieja Inglaterra? —Ugh. —Es todo lo que puedo decir, cubriéndome la cara con las manos. 81 —Así de bien, ¿eh? —Phoebe se recuesta en su silla de escritorio salpicada de pintura, lanzando sus pies sobre la mesa. —Peor —murmuro entre mis dedos. —Bueno, tengo algo para que dejes de pensar en lo que sea que es el problema —dice—. Algunos pocos chismes sobre Mark. Mi corazón salta y me apoyo tan cerca de mi ordenador portátil que prácticamente golpeo mi cabeza contra la pantalla. —¡Oh mi Dios, me olvidé por completo! —le digo, pensando de nuevo en el texto de anoche—. ¿Qué es? —Está bien, hablemos del destino —dice ella—. Estaba en Polar Pop cenando con la familia, y ¿quién estaba allí? Mark. —¿Y? —no puedo ocultar mi impaciencia. Si pudiera, me gustaría saltar a través del monitor ahora mismo. —Y estaba con Ian Green, que estaba todo como friki porque al parecer Serena Garner le pidió salir a Mark ayer por la noche. Mi estómago se desploma. Serena Garner es alta, preciosa, y agraciada. Y lo que es peor: es mayor. Echo un vistazo a mis musculosos hombros de nadadora en el espejo. Me veo como un jugador de futbol americano en comparación con Serena. No hay manera de que pueda competir. Phoebe puede ver mi rostro decaído, así que rápidamente dice. — ¡Pero dijo que no! Le dijo a Ian que Serena no es su tipo, y que no va a perder el tiempo con una chica que no puede darle lo que quiere — termina triunfante. ¿No es su tipo? Rápidamente catalogo las características definitorias de Serena. Es hermosa. Se ve como si estuviera constantemente a punto de filmar un comercial de champú. Ha sido elegida reina de la bienvenida, reina de la graduación, y presidente del consejo estudiantil, y si hubiera una categoría de los de último año para “La mejor en todo para siempre hasta el final”, probablemente la ganaría. También es tonta como una caja de piedras. Espera. ¿Significa eso que le gustan las chicas inteligentes? ¿Las chicas inteligentes como yo? —¡Oh, Dios mío, me encanta! —exclamo, agarrando los lados de mi portátil como si pudiera abrazar a Phoebe a través de la pantalla. —Sí, muy bien, ¿eh? —Luego arruga la nariz—. Aunque creo que es un poco espeluznante que dijera que no puede darle lo que quiere. ¿Qué significa eso? —¡No es espeluznante! Estaba hablando de DAEJ —digo, invocando nuestro código para decir el amor verdadero—. Destinados 82 a estar juntos. —Estoy pensando otra vez en nuestra boda en el patio trasero, preguntándome si es una señal de que recuerda. Tal vez sabía que Phoebe estaba escuchando su conversación. ¡Tal vez sabía que me diría! ¿Quién necesita enviar mensajes de texto cuando el amor de tu vida te envía mensajes a través de tu mejor amiga?—. Quiero decir, ya sabes que Serena no es el más brillante lápiz de color en la caja. ¿Recuerdas esa vez que le compramos pasteles en el grupo de recaudación de fondos para baile, y no podía recordar cuánto valía un centavo? Probablemente sólo significa que no podría mantener una conversación con ella. —Tal vez. —Phoebe se encoge de hombros, aunque no parece convencida. —Espera un minuto, ¿no fuiste tú quien la semana pasada trató de convencerme de comprar una mini amarilla, diciéndome que podía llevarla en mi primera cita con Mark? —le pregunto, mirándola a través de nuestra conexión pixelada—. ¿Ahora tienes dudas? —¡Julia, despierta! No me importa si sales con Mark, o con la alineación titular del equipo de fútbol, o incluso con Joey Benson… —¡Ni loca! —lloro. Joey llevaba una capa a la escuela en el octavo grado sin ningún sentido de la ironía, una negra capa de terciopelo, larga hasta el piso. Ha dejado de ser material para citas desde entonces. —No me importa si sales con Jason Lippincott… —¡Cierra la boca! —grito, apoyándome directamente en el micrófono, pero Phoebe arremete con una mirada severa. —Todo lo que quiero, querida amiga mía, es que puedas salir con alguien. Haz algo, aunque no sea lo mágico y maravilloso que tienes en mente. No te sientes un segundo más languideciendo en torno a una fantasía que tal vez nunca vendrá, porque quizás ni siquiera existe. —Vendrá con el tiempo —insisto—, y existe. Lo vi. —Tal vez lo haga —suspira, con la barbilla en la mano, sin atreverse a desafiarme cuando se trata de mamá y papá—. O tal vez no. Pero mientras estás sentada alrededor suspirando, esperando, pensando, y deseando que este amor perfecto ocurra, un montón de chicos, un montón de citas y un montón de besos se te están pasando. —Pero eso es todo —le digo—. Besos. O El Beso. Yo estaba mirando eso hoy, en vivo y en directo, en el Tate. —Así que, bueno, casi estoy recitando el raro discurso de la señora Tennison, pero tal vez tenía razón. Es decir, los profesores tienen que saber algo, ¿no?—. Eso es lo que quiero. Quiero besos impresionantes, que me retuerzan el dedo del pie. Besos únicos de chicos únicos. —Odio tener que decírtelo, Julia, pero Rodin hizo muchos moldes de El Beso —dice, Phoebe rodando los ojos—. Hay decenas de versiones 83 de El Beso, en los museos de todo el mundo. Ah, y por cierto. Esas figuras en la estatua, se supone que son los adúlteros del Inferno de Dante. Los tramposos más románticos del mundo. —Pero Mark… —empiezo a protestar. —Quizás sea DAEJ —dice, interrumpiéndome—, pero tal vez no. Y hasta que te des cuenta de eso, sólo estoy diciendo que hay otros peces en el mar, Julia. Peces grandes. Peces sabrosos. ¡Atún! —Quizás ya atrapé a uno —le digo, resignándome a poner fin a la discusión y pasando a una conversación más jugosa. Empiezo diciéndole a Phoebe todo sobre la fiesta, y Chris y los mensajes de texto—. Y el último dice: La ausencia hace que el corazón se encariñe más. ¡Y luego me preguntó si puede verme! Phoebe me mira boquiabierta a través del monitor. La forma en que se inclina en dirección a la cámara hace que cada uno de sus ojos se vea aproximadamente del tamaño de una pecera. —¡Jules, eso es impresionante! ¿Vas a reunirte con él? Miro mis uñas. Nunca me las pinto debido a que el cloro, inevitablemente, hace que el esmalte se rompa. Las uñas astilladas casi me conducen a la distracción; son como mi kriptonita personal. —No lo sé. Tengo a Jason encadenado a mí, haciendo las cosas difíciles. Quiero decir, contestó el teléfono hoy, cuando Chris llamó. —Lo que probablemente sólo lo puso celoso y más interesado — dice Phoebe—. Quiero decir, te envió el texto para verte después de eso, ¿verdad? —Sí —admito. —¿Ves? Está interesado. Y también deberías estarlo. ¡Contéstale! —Pero ¿qué pasa con Jason? ¿Y Sarah? Está mirando todos mis movimientos y prácticamente pegada a su teléfono —protesto—. No creo que esté tan asustada de sus padres como Evie lo está. Y no quiero volver de este viaje con una reputación y un registro permanente de todos mis movimientos en Twitter. Phoebe mueve una mano con desdén. —Tienes que olvidarte. Todo el mundo sabe que el noventa por ciento de los chismes de Sarah son falsos, y el otro diez por ciento es sólo parcialmente cierto —dice, con el tono conciliador que ha estado perfeccionado durante años de amistad conmigo—. Así que tienes que pasar de estas salidas con Jason. Todo es un negocio, ¿cierto? Sólo está arruinándolo, y Sarah está loca. No dejes que te afecte, ¿de acuerdo? Sólo hicieron falta unos diez minutos de insistencia antes de que me haya convencido. No es que Mark sea malo para mí, pero debería estar teniendo un buen rato con algunos otros peces… er, chicos. Phoebe también piensa que es una mala idea reunirme con un extraño, en un país extranjero, antes de saber un poco más acerca de él, así que 84 cuando me siento a responderle el texto, tecleo el mensaje que ambas acordamos. He estado pensando en ti también. Pero necesito conocerte mejor antes de que nos volvamos a encontrar. ¿Más mensajes de texto? —J Cierro el teléfono y hago mi rutina nocturna. Con la cara lavada, mis dientes cepillados y con hilo dental, cada parte de mi cuerpo hidratada, y mi ropa lista para la mañana siguiente, por fin estoy preparada para terminar el día. Para el momento en que me meto en la cama (peligrosamente cerca del tiempo que necesito para despertar en la mañana), me siento mucho mejor. Soy, después de todo, una mujer muy afortunada. Estoy acurrucada en la cama más cómoda del mundo (en serio, se siente como dormir en un abrazo), en la habitación de un hotel precioso en Londres. Tengo ocho días más de viaje emocionante e interesante y un misterioso desconocido que quiere besarme. Apuesto que Phoebe no tenía esto en mente cuando me alentó a encontrar la aventura en Londres. Lo que necesito es un plan. Me encantan los planes, sobre todo cuando están escritos con mi lápiz favorito, usando algunas viñetas, pero estoy demasiado cansada como para levantarme de la cama ahora. En su lugar, hundo la cabeza en la almohada de plumas, me acuesto de nuevo, mirando el candelabro de bronce con estilo empañado por encima de mí, y empiezo a pensar. En primer lugar, tengo que salir de esto de romper reglas. ¿Escaparnos? ¿Beber? Tengo suerte de que no nos hayan atrapado. También tengo que averiguar quién es Chris. Además, me gustaría tener más tiempo para seducirlo con mi ingenio, o al menos con mi uso correcto de la gramática, para que no salga corriendo en la dirección opuesta cuando se dé cuenta de que no soy exactamente la modelo que he dicho ser. Por supuesto, toda esta situación se hace mil veces más complicada conmigo siendo arrastrada a través de Londres por el mismísimo rey quebrantador de reglas, Jason Lippincott. De repente, me doy cuenta de que estar atada a Jason durante los próximos ocho días, no puede ser tan malo. Claro, es sumamente molesto y más de una vez casi me arruinó la vida, pero ese chico probablemente tiene un montón de tácticas de espionaje desviadas para ayudarme a encontrar a mi hombre misterioso. Dejémoslo a él romper las reglas, y yo iré detrás, cosechando la recompensa, con suerte, en forma de impresionantes besos Europeos, o morreos, como dirían los británicos, con mi misterioso chico. Y si tengo que escribir algunos ensayos extras y tolerar algunas horas extras con Jason para hacerlo, bueno, entonces ese es un trato que estoy dispuesta a hacer. 85 ¿Quién sabe? Tal vez al final de este viaje, me habré enamorado de algo más que de la ciudad. 86 10 Varias Formas de Tortura Traducido por MarMar Corregido por LuciiTamy Mark, ¿quién? :P—J C uando mi alarma suena, mi mente está tan clara, y mi panorama es tan soleado, que debe haber pájaros revoloteando alrededor de la habitación y alegres ratones pequeños esperando para vestirme para el baile. Estiro mis piernas, aún algo tiesas gracias a la sesión de vueltas de anoche, luego arrojo el enredón afelpado del hotel y salto fuera de la cama. Me coloco mis jeans favoritos, una blusa y una franela abotonada vintage que Phoebe me había regalado el pasado año. Es tan vieja y está tan usada que es como vestir una canasta de gatitos (pero de una forma extraña). Chequeo de nuevo mi bolso para asegurarme de que llevo todo para la visita de hoy (Una guía, un mapa, mi agenda, el teléfono con la carga completa, un libro en caso de que me quede atrapada en alguna parte si nada que hacer, ibuprofeno, goma de mascar, una cartuchera con cuarto lápices número cuatro con puntas completas… ya sabes, lo básico). Satisfecha, me encamino al comedor del hotel. Las vueltas de anoche aclararon mi mente, pero también despertaron mi apetito de nadador, y noté que estaba completamente hambrienta. Sin embargo, el staff de la cocina del hotel estaba listo para mí, cuando llego al comedor, soy saludada por el buffet más increíble que había visto nunca. Filas de brillantes platos de excoriación plateada están desbordados de tostadas, panqueques con bayas, tocino, mullidos huevos revueltos, patatas fritas caseras (¿es así como las llaman aquí?). Pasando esos, espío una mesa separada casi hundiéndose por el peso de varios pasteles, productos horneados, y tazones de manteca 87 y crema de leche batidas. Acumulo porciones de todo en mi plato con borde de oro. Si existe un cielo, es este buffet, dentro de una librería con nadie más que yo. Y tal vez Phoebe. Y mi mamá. Y Mark. —Demasiado carbohidratos, ¿no? —dice Evie sarcásticamente mientras vuela por mi lado. Casi aflojo el agarre de mi pesado plato, haciendo que el Waffle belga se alzara precariamente encima de mis dos scones casi tropezando hacia el suelo, una porción de jarabe de arce volando hacia mi manga. Ella rueda sus ojos, colocando la mitad de un pomelo en su plato vacío, y se da la vuelta para unirse a Sarah en la mesa del centro de la habitación. Hago una cara hacia su espalda, limpio el jarabe de mi franela, y encuentro lugar en una mesa vacía al fondo. Me arrojo a la comida junto con mi copia de Orgullo y Prejuicio. Estoy perdida en la escena cuando Mr. Darcy le propone casamiento a Elizabeth cuando siento a alguien cerniéndose sobre mí. Es Jason en su uniforme estándar compuesto por un par de jeans que lucen como si no hubiese sido lavado desde antes del gimnasia en noveno grado; un andrajoso, con bolitas y viejo vellón North Face; y su gorra de béisbol torcida. Apostaría todo el dinero en mis bolsillos, que debajo de su vellón hay una camiseta Bruins29. —¿A dónde desapareciste anoche, Lame Libros? —pregunta, cómo si hubiese sido yo quien lo hubiese abandonado. Balancea un plato aún más lleno que el mío. —De vuelta al hotel —respondo fríamente. Tome una consciente, y, creo, muy madura decisión de ignorar el sobrenombre. Me siento bien, y voy a aferrarme a ese estado de ánimo. Meto una cucharada de crema de leche en un pedazo de waffle, preguntándome si la azúcar en mi sangre es demasiado alta como para poder enojarme. Debo estar experimentando alguna especie euforia de comida. —¿Sola? —Sus ojos se abrieron grandes. —Sip —respondo. Meto un tenedor lleno de waffle a mi boca e intento sonar segura de mí misma—. Quería nadar un poco. —Ya veo —dice, acariciando su fleco lejos de sus ojos. Este cae de nuevo sobre ellos, y luego de dos intentos más, finalmente se rinde y lo empuja debajo de su gorra de béisbol. —Realmente no deberías andar por ahí tú sola, ¿sabes? Hay algunas personas locas sueltas. —Claro —digo—. Porque estar contigo es completamente normal. 29 Boston Bruins: Equipo de hockey norteamericano. 88 —Já-Já —Se desliza en el asiento frente al mío, bajando el cierre de su vellón. Veo que estoy correcta sobre su camiseta de Bruins—. De verdad, Julia. Te habría acompañado de vuelta al hotel. Sólo, déjamelo saber la próxima vez. Luce genuino, pero su tono me hace sentir todavía más tonta, como una patética chica solitaria que ni siquiera puede conseguir que alguien la acompañe a casa. Esa es la segunda vez en diez minutos que alguien me hace sentir cómo una perdedora, y estoy algo así como cansada. Es tiempo de tomar el control de este día, así que decido poner mi nuevo plan en marcha. —Bien, quería escribirme con Chris —digo. Echo un vistazo por sobre mi tenedor para observar su reacción. Jason simplemente rueda sus ojos. —Continuando con tu pequeña mensaploración tú sola, ¿eh? Ese es un juego peligroso —dice. Toma un pan untado con algo que no reconozco y le da una gran mordida. Inmediatamente, su nariz y su boca se arrugan en una gran mueca. Traga con fuerza, luego toma la servilleta de mi regazo y comienza a limpiar su lengua furiosamente. —¿Qué estás comiendo? —pregunto. —Marmite30 —escupe. Roba mi vaso de jugo de arándano y lo vacía. —Ugh, sabe cómo una pila salada de tierra. —¿Por qué cubriste tu tostada con ella si no sabías lo que era? —When in Rome31 —dice. Da vuelta su tostada para así no seguir observando el ofensivo Marmite—. ¿No es esa la razón por la que estás en esta casual aventura de mensajes de textos? Abro mi boca para contestarle, pero soy interrumpida por Sarah, quien prácticamente salta a nuestra mesa, con sus sueltas ondas rubias rebotando en sus hombros. —Oh por Dios, ¿no estás emocionado por el viaje a Stratfordupon-Avon? —pregunta, sus ojos fijos en Jason. En su mundo, ni siquiera estoy aquí. —¿El qué? —pregunta, levantando una ceja en su dirección. —Stratford-upon-Avon —repite Sarah lentamente. —El lugar dónde nació Shakespeare, —digo, entrometiéndome. Meto mi dedo en un río de jarabe de arce y lo lamo. Sarah me arruga su nariz, pero no me importa. Este jarabe de arce es amor líquido. Mientras Marmite: Es un alimento saborizante. En español “En la boda de mi hermana”: es una comedia romántica dirigida por Mark Steven Johnson y protagonizada por Kristen Bell y Josh Duhamel. 30 31 89 ella está mirando, tomo un queso y le doy una gran mordida. Sarah luce como si estuviera recontando calorías en su mente. —Evie vio en la web que un montón de otras escuelas americanas iban a asistir —explica Sarah, volviendo su atención a Jason—. Va a ser un gran ambiente de fiesta. —Al diablo la literatura, bebamos —balbuceo para mí a través de migas de pastel de queso. —¿Disculpa? —Sarah me mira. —Nada —respondo, soltando mi servilleta en mi plato—. Suena increíble. —Estoy tan emocionada de que en realidad vamos a salir de Londres por un día —Sarah suspira exageradamente—. Ya estoy aburrida, así que ¿irás? —Todos iremos —digo—. Es obligatorio. —Has escuchada a la señorita —dice Jason, apuntando en mi dirección con su pulgar—. Supongo que nosotros iremos. —¿Nosotros? —pregunto con gran escepticismo, sin embargo es puramente para el espectáculo. Yo estoy, para citar a Sarah, “tan emocionada” por el viaje a Stratford-upon-Avon. No sólo porque es el lugar de nacimiento de Shakespeare, es el lugar dónde mis padres obtuvieron sus anillos de bodas y definitivamente planeo detenerme en la pequeña tienda de antigüedades donde los encontraron. —Sí, compañera, —dice, golpeando la mesa con su puño para más énfasis—. Tú y yo como compañeros, y como compañeros, debemos mostrar nuestro compañerismo asistiendo al viaje de Stratfordupon-Avon. Juntos. —O porque tú tienes que estar con tu compañero —dice Sarah en ese tono de voz odioso que ella tanto adora. Ajusta su bolso de cuero marrón en su hombro, da una vuelta, y salta hacia Evie. —Mira —digo, tan pronto como Jason vuelve su atención a mí—. Dejemos una cosa en claro. Estoy realmente emocionada por este viaje, y no es gracias al gran ambiente de fiesta o como sea que lo llamen. Tan pronto como lleguemos allí, tomaremos caminos separados. Mi hígado y yo no estamos interesados en repetir lo de la otra noche. Tú puedes irte de fiesta, y yo tomaré la cultura. Jason me sonríe burlonamente. —Tú y yo tenemos dos definiciones de “cultura” muy diferentes, Lame Libros. —Tú y yo tenemos definiciones diferentes de todo —digo. —Hablando de cultura… —Jason se inclina y roba una fresa regordeta de mi plato. Lo estaba guardando para meterla en el azúcar 90 sobrante de mis waffles, y es todo lo que puedo hacer para no alcanzarla y tomarla—. No has olvidado nuestro pequeño arreglo, ¿no? —Escribiré tus estúpidos ensayos —digo instantáneamente. Me atrapo y digo en un tono más normal de voz—. Mientras tú mantengas nuestra parte del trato al final. —Tienes un trato —dice. Sostiene su mano frente a mí. Ruedo mis ojos y la sacudo. —Un trato con el diablo —murmuro. Espero no haber cambiado mucho de mi alma. —¡De acuerdo, todo el mundo! —Mr. Tennison nos llama desde el otro lado de la habitación—. ¡El autobús está aquí! ¡Terminen sus desayunos! Me pongo de pie camino al autobús sin esperar por Jason. Sólo puedo esperar que las aventuras de hoy sean un poco menos venturosas que mis últimas aventuras. —¡Es enorme! —¡Eso es lo que ella dijo! Una risa desenfrenada se oye justo cuando nuestro autobús ruge por al lado del Big Ben. Quiero rodar mis ojos, pero tengo miedo de que pronto queden atascados en el fondo de mi cabeza, además los chistes sobre penes no valen la pena un daño permanente facial Para cuando nuestro autobús se detiene en la Torre de Londres, mis expectativas para el día están en alguna parte del sótano. Llámenme cínica, pero desde que Jason ha pasado todo el tiempo que hemos caminado por el Big Ben hablando de lo satisfecha que la Sra. Ben debe estar, mi suposición es que el sitio conocido por sus joyas en la corona no va a traer sus comentarios más encantadores tampoco. Pero desde el momento en que pisamos la puerta, él está tranquilo. No está lazando chistes, o riéndose, o bufando, o dándole los cinco a nadie. Él está simplemente siguiendo el resto del tour, escuchando a los guías y (¿puede ser?) realmente leyendo los marcadores históricos en el camino. Dejamos Waterloo Barracks, casa de las joyas de la corona, y la Sra. Tennison nos dice que encontremos a nuestros compañeros y discutamos lo que hemos visto hasta ahora. —Recuerden, esto es perfecto para usarlo como tema para su artículo de reflexión —dice, sus ojos radiantes con la emoción de tareas—. No simplemente discutan. ¡Analicen! 91 Encuentro a Jason en una esquina, mirando un brillante folleto que el guía no entregó cuando llegamos. No espero mucho de nuestro análisis. Yo, después de todo, escribiré su artículo de reflexión. —Loco, ¿no? —Dice, agitando el folleto en mi dirección—. Sabes que solían torturar personas aquí, ¿no? Raro que la mayoría de las personas lo conozcan por las joyas. Lo observo. El continúa hablando de la yuxtaposición de las famosas coronas y de los prisioneros políticos que debieron de haber sido retenidos entre las paredes de la torre. Él realmente usa la palabra “yuxtaposición”. No podía estar más anonadada si él usara un sombrero hecho de frutas y bailara el cancán en el medio de Westminster Abbey. —Y muchos de los prisioneros ni siquiera eran grandes amenazas, ¿sabías? Es decir, Guy Fawkes intentó explotar el Parlamento o algo así, pero ellos tenían más miedo de lo que él estaba diciendo —dice. Recuerdo a Guy Fawkes de nuestra unidad de historia Europea—. Oye, ¿tomaste la clase de protesta política del Entrenador Hudson? —Todavía no —contesto—. Esperaba hacerlo el semestre siguiente. —El “Entrenador” Hudson en realidad entrenaba al equipo de debate, pero él era tan respetado como nuestro entrenador de fútbol. Tal vez más. He estado muriendo por tomar su clase. —Hombre, tienes que tomarla —dice, su rostro animado—. Te gustará un montón. Pestañeo. Jason Lippincott recomendándome una clase a mí es como que yo me ofreciera a darle consejos sobre maquillaje a Evie. Afortunadamente, antes de que tenga que pensar en una respuesta, nuestro guía nos indica que nos movamos. Mientras continuamos con el tour, intento mirar el lugar desde los ojos de Jason, pero cada vez que pasamos un corredor oscuro, el cabello de mi nuca se eriza. Me imagino manos invisibles arrebatándome hacia alguna celda, dónde me acuestan en una pila de heno podrido con ratas correteando a mi alrededor. El guía continúa mencionando que todo el lugar está encantado con los fantasmas de las personas que han sido decapitadas allí. Sólo puedo imaginarme cómo lucirían sus cadáveres vagando por ahí; de alguna forma no creo que sean tan amistosos como aquellos en Harry Potter. Intento no permanecer muy cerca de las paredes de piedra húmedas, en caso de que haya persistido la tuberculosis o la plaga bubónica. Instintivamente revuelvo mi bolso buscando mi botella de desinfectante para manos. —¿Puedes creer que las personas fueron encarceladas aquí? Algunos de ellos por nada —dice Jason. Se apoya en una de las paredes tuberculosas y yo suprimo un estremecimiento. 92 —Bueno, las posibilidades son que al menos algunos de ellos eran culpables de algo —contesto. No estoy completamente segura de que lo creo, pero no me voy a pasar un viaje de estudio entero sin agregar algo a una discusión con Jason. Aclaro mi garganta y canalizo las habilidades de debate del Entrenador Hudson—. Es ingenuo e injusto juzgar a la historia bajo nuestros estándares. Era lo que tenían. Lo que conocían. Y las personas deberían ser castigadas por romper las reglas, mientras que las reglas sean justas. —¿Y quién decide si las reglas son justas? —pregunta él. —La sociedad —contesto, manteniendo mi tono. Jason alza sus cejas y abre su boca para responder, pero luego la cierra. Siento un parpadeo de triunfo. ¿Significa que gané? Vagamos hacia la siguiente puerta, una exhibición interactiva de prisioneros. Es algo cursi, con videos recreados con acentos británicos representando el rol de varios prisioneros históricos. A nuestro alrededor hay instrumentos de tortura con el letreros explicando sus usos. Jason prácticamente salta por la habitación. Cuando llega a la pared más alejada, se quita su cinto con un meneo y lo coloca a través de un set de anillos de acero construido en la pierda alta sobre su cabeza. —Jason, —digo. —¿Qué estás…? —Oh, azótame. ¡He sido un chico malo! —Su voz retumba en la habitación—. Todas las fiestas, todas las chicas, toda la diversión. Va en contra de las reglas de la sociedad. ¡Va en contra de la moralidad! ¡Castígame, Julia! Toda la sangre corre directamente hacia mi rostro. Extraños están observando, bocas abiertas, mientras mis compañeros se ríen entre dientes y susurran. Sin querer moverme, corro a través de la habitación. —¿Cuál es tu problema? —le pregunto, inclinándome—. ¿Tienes problemas mentales o algo? Jason simplemente comienza a gemir, alto y largo, retorciéndose en la pared de piedra. Estoy segura que luce increíble conmigo de pie tan cerca de él. Salto hacia atrás con tanta rapidez que casi caigo de trasero como tetera sobre una dama de acero. Un grupo de estudiantes británicas con uniformes que combinan explotan a carcajadas. —Amo los chicos americanos —dice una de las chicas. —Tan gracioso —está de acuerdo la otra, y luego le regala uno de esos saludos dónde sacuden sus dedos. Tengo que controlarme de visiblemente no tener nauseas. ¿Cómo pueden estar tan encantadas 93 con él? Esto es Londres, donde las personas tienen clase. ¿No pueden ver que él es esencialmente un niño de siete años crecido? Escaneo la habitación por la Sra. Tennison. Seguramente, ella le pondrá fin a toda está ridiculez, pero no puedo encontrarla. ¿De verdad? Ha estado revoloteando a nuestro alrededor como una gruesa nube de mosquitos desde que llegamos, y ¿ella elige este momento para alejarse? Pensarías que alguien tan ansioso como la Sra. T aprendería a aguantarse hasta que un grupo de adolescentes salvajes dejara el edificio que contiene artefactos invaluables. Espero que el guardia nos eche, pero parece que incluso la seguridad está desinteresada. De hecho, atrapo a una mujer intentando suprimir una sonrisa. Jason finalmente desengancha su cinto de los anillos de metal. Su sonrisa desapareciendo en una sonrisa satisfecha. —¿Cuál es el problema, Julia? —Pregunta—. Déjame adivinar, ¿te gusta la dominación? Quizás tú quieres ser dominada. Dicen que son las personas más controladoras las que buscan que alguien les diga qué hacer. Mira, si eso es lo que te gusta, estoy seguro que podemos hacer que funcione… Estoy tan avergonzada, y enojada, que podría acercarme y abofetearlo. En vez de hacerlo, enrollo mis puños y siento mis uñas hundiéndose en la carne de mis palmas. —¿Por qué tienes que ser tan imbécil? —pregunto en el tono más frío y calmo que puedo reunir—. ¿Por qué sientes la necesidad de llamar la atención en cada momento del día? ¿Fuiste ignorado de niño pequeño o algo? ¿Olvidó tu mamá amarte? Haznos un favor a todos y supérate, ¿de acuerdo? El rostro de Jason se volvió de piedra. —Hombre, necesitas relajarte —dice. Intenta ponerse el cinto pero lo deja caer; este traquetea en el suelo—. Me estoy divirtiendo, Julia. DIVIR-TIEN-DO. No tienes que ser tan perra todo el tiempo, ¿lo sabes? Abro mi boca para responderle, pero él ya se está alejando de mí. Mis mejillas están ardiendo, y para mi horror lágrimas comienzan a amontonarse en mis ojos. Las alejo. No puedo creer que me llamó perra. Siento que he sido sumergida de cabeza en una cubeta de agua helada. La clase se está juntando en la entrada de la exhibición para movernos a otra galería, y Jason se pone de pie directamente en el fondo de la multitud, un poco separado de los demás, metiendo sus manos en el fondo de sus bolsillos y mirando decididamente al frente de él. Adiós a la idea de no dejar que Jason me afecte. Adiós a la idea de que me ayude con Chris. 94 Mi teléfono suena en mi pierna, haciéndome saltar. Lo saco de mi bolso con manos temblorosas y lo abro. Estaba en el Globe anoche pensando n ti, ¿piensas n mí? —C Mi corazón salta hacia mi garganta, y lo trago furiosamente, intentando colocarlo dónde pertenece. Desearía poder correr hacia Chris ahora mismo, lo cual me doy cuenta es un poco extraño considerando que ni siquiera puedo recordad como luce. Presiono responder y me quedo allí mirando la pantalla blanca y el parpadeante cursor. No tengo idea qué decir sin arruinarlo. —Déjame adivinar: Chris —Jason me está observando de la ahora vacía galería. El resto de nuestra clase debe de haber seguido. Sus ojos sin expresión alguna—. ¿No lo has ahuyentado todavía? —¿Cuál es tu problema? —Exclamo. —Creí que ya lo sabías. —dice alzando una ceja. —Problemas de abandono e inmadurez. ¿Tienes algo más que agregar a la lista? Siento la culpa retorciéndose en mi estómago. Pero él se lo merecía. Lo hacía. Miro hacia otro lado lejos de él. —No tienes por qué avergonzarme todo el tiempo —Mi voz sale toda chillona—. Me avergüenzo a mí misma yo solita, ¿de acuerdo? Hay un momento de silencio. Luego un chillido, otro, otro mientras Jason cruza la habitación hacia mí. El sostiene su mano frente a mí. —Entrégame tu teléfono —dice. No está sonriendo, pero su voz es más suave. —De ningún modo. —Di la palabra incorrecta y puede que nunca más escuches de él —dice Jason. Puedo decir que me ha perdonado por lo que he dicho. Supongo que puedo perdonarlo por haberme llamado una perra. Ocasionalmente, puedo ser un poco… franca—. Sabes que necesitas al Dr. Amor-en-Cott para ayudarte. —Asco —digo, poniendo una cara. Se inclina hacia mí y me da un empujoncito con un hombro. —Parece que tu táctica hasta ahora ha sido mentir y evitar. ¿Está funcionando? Siento como si mi estómago quisiera bailar fuera por mi ombligo. No voy a arruinarlo. ¿Voy a hacerlo? Observo el teléfono en mis manos. —Cómo tú quieras —dice. Jason comienza a caminar hacia atrás, todavía mirándome. Ahora la sonrisa está de vuelta en sus ojos—. La mejor de las suertes para ti. Siento como su estuviera en algún tipo de película de terror, de pie frente a una puerta, intentando decidir si debería dejar que el 95 vampiro me defendiera del hombre-lobo gruñendo. Uno me despedazara parte por parte, el otro chupará mi sangre hasta matarme. No puedo decidir cuál es peor. Él se encuentra casi en la salida cuando lo llamo. —¡Espera! —digo, y el salta de vuelta hacia mí. —“Estaba en el Globe anoche pensando en ti” —lee en voz alta mientras le enseño el teléfono—. Primero que nada, buena señal. ¿Pensando en ti? Eso significa que él está… —¿Pensando en mí? —Exacto —dice, ignorando mi sarcasmo—. Y el Globe. Esa tiene que ser una pista. ¡Bueno, parece que tenemos un pequeño misterio en nuestras manos, Julia Lichtenstein! Y posiblemente algo de aventura. — Frota sus manos como un súper-villano—. El Globe es como una vieja versión de un cine, ¿cierto? Lo observo. —Si con “cine” —respondo— te refieres al teatro mundialmente famoso en el cual la mayoría de las obras de teatro de Shakespeare fueron presentadas por primera vez. Jason ríe. —Relájate. Estoy contigo. No soy un completo imbécil. —Su rostro se ilumina. Incluso sus pecas lucen más brillantes—. Tal vez Chris es un geek del teatro. Un nerd, ¡cómo tú! Sofoco una réplica asquerosa. Nuestra clase está caminando fuera de la exhibición por las escaleras, otro tour terminado. Pronto estaremos en la calle separándonos para “disfrutar” de nuestras horas culturales. Las voces de nuestros compañeros de clase rebotan fuera de las paredes de piedra, y puedo escucharlos planeando emocionadamente sus siguientes pasos (la mayoría de los cuales involucran ir de compras o a un pub o mirar fútbol). Jason y yo nos apuramos detrás de ellos. —Así que, ¿qué crees que debo hacer? —pregunto cuando nos encontramos de nuevo en la acera. —Bueno, creo que esto es una pista, y deberíamos seguirla —dice, mirando alrededor por algún tipo de dirección—. Y averiguar quién es. Y entonces pueden vivir felices para siempre leyendo libros y yendo a museos, o lo que sea que ustedes los nerds hacen. —Já-Já —digo, cerrando el teléfono—. No soy sólo una nerd, ¿sabes? Es decir, no soy para nada una nerd. Sólo pasa que encuentro la historia interesante. Y la literatura. Y las estructuras políticas. Y… Jason me interrumpe. 96 —Por favor —dice, luciendo adolorido—. Nunca te metas en la abogacía. Pones una defensa terrible. —Entonces, se repone—. Así que… ¿te sientes como para visitar algunos teatros británicos? Deberíamos darnos una vuelta por el Globe. Hacer algunas preguntas. Tal vez trabaje allí o algo. —¿Y cuándo sugieres que vayamos? —pregunto. Estoy indecisa entre mi deseo de hacer un gran trabajo detectivesco detrás de Chris y mi voto de no romper más reglas. Tengo nuestro itinerario en mi bolso, y no hay mucho tiempo libre en la agenda. —No hay mejor tiempo que el presente —dice, sin perder tiempo—. Usaremos nuestras horas culturales. —Se supone que debeos usar esas horas para tours independientes para que podamos escribir nuestro artículos de reflexión —digo, tratando de enmascarar mi exasperación. —Creo que la estructura oracional que buscas es “así yo puedo escribir nuestros artículos de reflexión” —dice Jason. Se inclina para atar su zapato izquierdo, un cordón que está deshilachado y sucio—. Además, la mitad de la clase está usando ese tiempo para ir a los pubs y de compras. Nosotros realmente vamos a un lugar que la Sra. T llamaría culturalmente relevante. Honestamente, no es una mala idea, y he querido ver el Teatro de Globe desde la primera vez que leí Romeo y Julieta en el sexto grado. Incluso si Chris no está allí, al menos llenaría un sueño de toda la vida. Aun así, soy consciente del hecho de que estoy a punto de seguir a Jason a través de las calles de Londres mientras supuestamente me ayuda a encontrarme con un chico. Creo que si alguien hubiese escrito esa oración hace una semana y me la hubiera ensenado, mi cerebro habría explotado y escurrido por los hoyos de mis ojos. —Vamos, Julia, tu destino espera, o lo que sea —dice, ya habiendo caminado algunos pasos. Yo sé mejor que nadie que es imposible discutir con el destino. Levanto mi bolso más alto en mi hombro y comienzo a caminar para alcanzarlo. 97 11 Varios usos para el papel de baño Traducido por Chachi— Corregido por Zafiro Guau, supongo que has conseguido un nuevo DAEJ... —P C hico, este lugar es en serio vintage. ¿Puedes creer que Shakespeare en realidad pudo haberse parado aquí? Jason y yo estamos de pie en la acera, mirando hacia el Teatro Globe frente a nosotros. El cielo es gris y parece que está a punto de caerse, pero eso sólo lo hace algo aún más imponente. Jason una vez más parece intrigado e impresionado por la historia, y estoy de nuevo un poco alterada por ello. Un frío y húmedo viento sopla a través y azota mis rizos, directamente en mi cara. Suspiro pesadamente, sacudiendo la cabeza, intentando pelear con mi cabello. He estado luchando con mi melena desde que dejamos La torre de Londres, y el paseo de media hora a lo largo y, finalmente, sobre el Támesis para llegar al Globe, lo ha convertido en una maraña propia de la Novia de Frankenstein. —Es una reproducción —respondo hurgando en mi bolso, por un elástico para el cabello. Normalmente llevo por lo menos dos. —¿En serio? Miro hacia su rostro, el cual registra el mismo tipo de conmoción que esperas ver cuando le dices a tu primo de cinco años que las hadas no son reales. —Sí. Esta es en realidad la tercera —explico, arreglando mi salvaje cabello en una desordenada cola de caballo—. La primera se quemó durante un show a principios de 1600, la segunda fue demolida cerca de treinta años después, y esta no fue construida hasta finales de 1990. —¿Ves? ¿Quién necesita a Tennison cuando te tengo como mi guía turística? 98 Genial. He pasado de ser una Lame Libros a una patética profesora de inglés de escuela secundaria. Supongo que ambos son mejores que la triste chica enamorada, así que realmente no puedo ser exigente. Jason hace estallar un trozo de chicle de uva en su boca. — Vamos a buscar a tu chico amante —dice subiendo los escalones—. ¡A correr! Cuando llego a la parte superior de las escaleras, encuentro a Jason estudiando el horario del teatro en una vitrina de cristal. —Hubo una presentación aquí anoche —dice Jason, golpeando su dedo sobre el cristal junto a una producción de ―Sueño de una noche de verano‖—. Tal vez tu hombre misterioso estuvo aquí. —Bueno, ¿qué vamos a hacer? —pregunto pacientemente—. ¿Revisar las cintas de seguridad? —No es mala idea, CSI: Londres, pero no —dice señalando hacia la boletería—. Vamos a ir un poco más bajos en tecnología y le preguntaremos a ese tipo. Todas las taquillas están cerradas a excepción de una al final, donde un anciano con cejas pobladas y una nariz enrojecida por el licor está leyendo un grueso libro encuadernado en cuero. La placa de identificación en la ventana dice FELIX. Jason avanza furtivamente hacia la ventana, pero el hombre está demasiado absorto en su libro para notarlo. Nos quedamos parados ahí por un momento, aclarando nuestras gargantas e intentando darnos a conocer, pero Jason finalmente golpea el cristal. —¿Necesitan algo? —se queja Felix. Sus grandes ojos llorosos miran hacia nosotros a través de sus gafas de montura metálica. —Sí señor, realmente sentimos molestarlo —dice Jason—, pero esperamos que usted sea capaz de ayudarnos con algo. —¿Qué seria eso? —murmura, particularmente interesado en ayudarnos. claramente no está Jason se quita su gorra y la hace girar alrededor de sus dedos. — Bueno, verá, mi amiga aquí está buscando a su amigo Chris… —¿Disculpa? —dice. Ahora ni siquiera está intentando ocultar su irritación. —Esperábamos que puedas decirnos si mi amigo estuvo aquí anoche —digo, poniendo la voz dulce y educada que suelo usar para conseguir que los adultos hagan lo que yo quiero. —Señorita, ¿tiene usted alguna puñetera idea de cuánta gente estuvo aquí anoche? Hubo casa llena. —Felix dirige su atención de regreso a su libro. 99 Me alejo de la boletería y dejo escapar un largo suspiro. No parece que vallamos a llegar a ninguna parte. —¿Casa llena? —Pregunta Jason, sin inmutarse por la falta de información—. Ahora, Felix, ¿cuánta gente es eso? Felix golpea con un dedo el arrugado y viejo letrero que dice CAPACIDAD MÁXIMA: 1500, en la esquina de su pequeña taquilla. — Anoche estuvo lleno de estudiantes, así que no hay manera de que pueda decirte si tu muchacho estuvo aquí. —¿Estudiantes? —Jason presiona su nariz contra la ventana, esforzándose por ver los papeles en el escritorio de Felix. Felix cierra su libro poniéndolo en el mostrador y se quita las gafas. Puedo decir que estaba esperando que esta conversación hubiese terminado para este momento. Se inclina hacia el cristal. Casi parece como si él y Jason pudieran golpear sus narices. —Sí, joven. Una manada entera de chicos de la Academia St. Bonaventure‟s. Algún tipo de asignación escolar o alguna basura. Mis oídos se animan ante la mención de viaje de estudios. Definitivamente hubo chicos de preparatoria en la fiesta. Puedo imaginar las pequeñas crestas doradas en sus chaquetas. ¡Chris pudo haber sido uno de ellos! —Disculpe, um, ¿señor? —Digo, poniendo mi voz de adulta nuevamente y quitando a Jason del camino con mi cadera—. ¿Podría usted indicarme hacia dónde está St. Bonaventure‟s? —Consigue el teléfono —susurra Jason detrás de mí—. ¡Consigue el número de teléfono! —¡Está bien! —Replico dándole un golpe con el codo—. Y, um, ¿Tal vez tenga el número de teléfono? Eso sería genial también. Prometo que, después de eso, lo dejaremos con su libro. Felix mira hacia mí con los ojos entrecerrados, como si no acabara de creer que alguna vez lo dejaríamos solo. Su mirada se posa en Jason, e inteligentemente se da cuenta de que es un profesional cuando de ser un molesto se trata. Segundos después, suelta el número de teléfono. —Dame un bolígrafo —dice Jason, pescando sin éxito en sus bolsillos. Lo que sale, en cambio, es un puñado de monedas, algunas pelusas, y medio paquete de goma de mascar. Meto la mano en mi bolso, saco mi estuche de lápices, y le ofrezco uno de mis completamente afilados número dos. —¿Quién lleva lápices? —pregunta, luciendo como si le hubiera ofrecido una pluma y un pergamino. 100 —Yo lo hago —replico, mi boca en una línea recta. Quiero el número y ninguna tontería con él. No he llevado bolígrafos desde el noveno grado, cuando, mientras cortaba camino por el gimnasio hacia la biblioteca, me encontré en medio de un juego de contacto total de quemados. Lo siguiente que supe fue que estaba sobre mi trasero, el bolígrafo en mi bolsillo trasero derramando una oscura tinta roja en mis pantalones de lino blanco. Evie fue por ahí diciéndoles a todos que estaba en mi período, y convenció a unos pocos chicos, Jason incluido, de entregar tampones en mi casillero. He estado en el Equipo Lápiz desde entonces. —¿Lo quieres o no? —pregunto. Lo tiendo a Jason del lado de la punta primero, visiones de clavarlo justo en su globo ocular rebotan en mi cabeza. —Sí por favor, Señorita Lichtenstein, madame —dice él, haciéndome algún tipo de ridícula reverencia (su ojo izquierdo llegando peligrosamente cerca de la punta afilada, por cierto). Agarra el lápiz de mi mano, junto con la pequeña libreta espiral, que también tengo en mi bolso. Se inclina, posándola en su rodilla, y comienza a anotar el número de teléfono. Apenas obtiene el primer número antes de que escuche el chasquido delator. Toma el lápiz y se queda mirando la ahora inexistente punta. —¡Se rompió! —dice. —Lo presionaste muy fuerte —le informo. —Ese es el por qué la gente usa bolígrafos, Lame Libros. ¿Por qué no tienes un jodido bolígrafo? —Los bolígrafos gotean. —Los lápices se rompen. —Sí, pero siempre les puedes sacar punta. ¿Qué haces con un bolígrafo roto? —¿Sacarles punta? ¿Quién lleva por ahí un saca puntas? ¿Qué es esto? ¿1943? Meto la mano dentro de mi caja de lápices y expongo un pequeño saca puntas rojo. Luego tomo el lápiz de su mano y, mirándolo directamente en los ojos, lo empujo dentro del objeto y le doy tres duras vueltas. —Estás loca —dice, tomando el lápiz de regreso. Cuando tenemos el número anotado, le agradecemos a Felix (quien nos gruñe en respuesta), y caminamos lejos de la ventana. Jason saca su móvil, lo pone en altavoz, y disca el número. Me inclino cerca, no queriendo perderme ni un minuto. —¿Hola? —Una alegre voz femenina suena a través del altavoz. 101 Hay un momento de silencio, mientras olvidamos discutir quién de nosotros iba a hablar. Soy superada por un pánico repentino y lo único que puedo soltar es un balbuceo, así que Jason se encarga de ello. —S… si señora, hola —balbucea, aclarándose la garganta—, um, estoy buscando a un estudiante suyo. Pensé que posiblemente me podría ayudar. —Es posible —dice ella, una sonrisa a través de su voz—. ¿Cuál es el nombre del estudiante? —Chris —dice Jason antes de darme una mirada de pánico. Me pregunto de qué está preocupado cuando la mujer al otro lado de la línea continua. —¿Apellido? —da un chirrido. Oh. Cierto. —Um, esa es la cosa —dice dando una pequeña risita para suavizar las cosas—, no estamos totalmente seguros. Verá, mi amiga lo conoció… —¿Lo? —la voz interrumpe. —Si señora —replica Jason—, y bueno… —Oh querido —dice—. Me temo que podrías haber marcado el número incorrecto. St. Bonaventure‟s es una academia de chicas. No hay chicos aquí, me temo. El aire es expulsado de mis pulmones. Nuestra única pista, y ahora no nos conduce a nada. Jason murmura un educado agradecimiento en el teléfono y lo cierra bruscamente, luego lo mete de vuelta en su bolsillo. —Esto es un fracaso —digo, mirando de nuevo hacia el Globe. — No estamos más cerca de encontrar a Chris de lo que estábamos cuando vinimos aquí. Está comenzando a lloviznar, y a pesar de mi obsesivo embalaje y comprobación esta mañana, me las arreglé para olvidar mi miniparaguas en el hotel. Realmente necesito poner mi cabeza en orden; esto es tan impropio de mí. —Bueno, no sé qué hay de ti, pero yo estoy hambriento —dice Jason mientras salta debajo de un portal cercano para evitar la lluvia—. ¿Qué dices si encontramos algún lugar para comer y esperar a que termine este clima? —Seguro —respondo. Mi estómago se siente como algún tipo de hueco, y todavía no he hecho ningún progreso con mi búsqueda del mejor pescado con patatas. Tomo la guía de mi bolso de mensajero, pero Jason extiende un larguirucho brazo y golpea mi mano lejos. —Amiga, está lloviendo —dice—. No es tiempo de guías. Tenemos que ser espontáneos. Puede ser que tengamos que elegir un lugar sobre 102 el que no hayamos leído ningún comentario. Pone una expresión de sorpresa, sus manos presionadas en sus mejillas—. ¡Rayos! ¿Puedes soportarlo? Rodeamos el teatro y encontramos un Starbucks. Definitivamente no hice todo el viaje a través del océano para tener las mismas bebidas y productos de panadería caros, que puedo conseguir cualquier otro día de mi vida, pero, desafortunadamente, mientras estamos parados frente al omnipresente cartel verde, el cielo empieza a abrirse y la lluvia realmente comienza a caer. El tintineo de una campanilla anuncia nuestra llega al casi vacío Starbucks. Hay el mismo despliegue de tazas blancas y verdes, las mismas torres de café molido, el mismo cristalero de pasteles como en las otras nueve billones de tiendas de Starbucks que he visitado en mi vida. La única diferencia notable, pienso, es el conjunto de obras de arte que cuelgan en la pared. Cerca del mostrador, por encima de los envases de bebidas y sus estuches, una escultura de una araña que luce como si estuviese hecha con perchas de alambre y ocupa casi una pared entera. Hay un retrato de la reina hecho completamente con chocolates M&M y una conocida Margared Thatcher 32 hecha con envoltorios de Starburst. Hay algo en la esquina que luce como si el artista desenrolló un rollo entero de papel higiénico y lo grapó en la pared. Debajo de cada pieza hay una pequeña tarjeta blanca destacando al artista, y por cuánto se vende el trabajo. Y hay un montón de ceros después del signo de libra. Me pregunto qué pensaría Phoebe de esta exposición. Sin duda, silenciaría el temor de sus padres acerca de que la carrera de artista es un “boleto sin regreso para vivir en una caja de cartón”, como a su padre le gusta decir. —¿Piensas que la gente realmente compra estas cosas? —le susurro a Jason. —La verdadera pregunta sería cómo consiguieron que ese papel higiénico llegue a la pared en una sola pieza —replica él, y no puedo dejar de reír. Hacemos nuestro camino a través del pequeño laberintos de mesas redondas hasta que estamos en una vitrina llena de golosinas horneadas en platos de cerámica de brillantes colores. Colgando sobre nuestras cabezas hay una serie de pizarras vintage, bebidas y precios garabateados a través de una cuidadosamente descuidada escritura. —Así que, ¿qué vas a pedir? —pregunto, examinando las ofertas. —No lo sé aún. ¿Tú? ¿Una taza de té? —pregunta, imitando el acento Inglés. —Oh, no —respondo arrugando la nariz—, el té es asqueroso. 32 Política británica que ejerció como primera ministra del Reino Unido. 103 —En serio —dice comprobando los productos horneados—, sabe a tierra. —La chica detrás del mostrador, quien tiene una perforación en la ceja y un flequillo azul eléctrico, rueda sus ojos. —Quiero uno de esos —dice Jason señalando un dedo contra la vitrina hacia un gran bollo de aspecto esponjoso salpicado con trozos de chocolate. —Que sean dos —digo, mi boca haciéndose agua. —Que sean cuatro —dice él, sacando su billetera—. Yo invito. Jason toma nuestro plato, repleto de pasteles, y coge dos vasos de agua. Nos detenemos en una pequeña mesa de café en la esquina de la ventana. Mientras tomamos asiento, me doy cuenta de que Jason ha depositado su bolita de goma de mascar púrpura en el borde del blanco plato de porcelana. Hago una mueca y me estiro para alcanzar mis bollos del otro lado. Jason ya ha llenado su boca con la mitad de uno, y tanto como quisiera darle una mirada sucia, es difícil hacerlo con mi propia boca abarrotada de pastel. Mientras masticamos en silencio, nuestros ojos se pegan en los aperitivos, y de nuevo pienso cómo de extraño es estar sentada codo a codo en la mesa de Jason. Usualmente estamos sentados en extremos opuestos de la cafetería. Pero me siento sorpresivamente relajada. El silencio entre nosotros es extrañamente confortable. Hemos alcanzado algún tipo de tregua, y eso no es malo. Desde la ventana, puedo ver las colecciones de turistas amontonados fuera del Globe, algunos con dignos paraguas, pero la mayoría están envueltos en esas horribles bolsas de basura como ponchos, que puedes comprar en las tramposas tiendas turísticas. Ellos están intentando acuñarse bajo varias cornisas que sobresalen de los edificios alrededor del teatro, pero son demasiados. Están comenzando a buscar refugio en el Starbucks, y mientras fluyen a través de la puerta, me imagino que son un ejército de enojados, y repletas bolsas de basura preparadas para una invasión. —Así que, ¿puede interesarte en una maqueta que contenga dinosaurios de plástico y tubos viejos de brillo labial? —pregunta Jason entre mordiscos. Hace un gesto hacia la pieza que generosamente puede llamarse “arte” colgando en la pared por encima de mi cabeza. —Tú sabes, realmente creo que eso podría combinar con mi habitación. —Río, rodando mis ojos. Entonces, de la nada, Jason pregunta—: ¿Qué es DAEJ? Eso da entrada a miles de mini explosiones en mi cerebro. —¿Perdona? —Me ahogo, y pedazos del bollo vuelan fuera de la esquina de mi boca. Desesperadamente deseo que él no lo haya visto. —DAEJ —repite casualmente, deslizando los restos fuera del borde de la mesa. Genial. 104 —¿Dónde oíste eso? —Doy una vuelta a través de mi archivo mental de recuerdos, preguntándome si pudo haberme escuchado hablando con Phoebe, o tal vez yo, o debería decir über-Julia, borracha, soltó algo entre mis historia de modelo? Oh Dios… —Oh, una de esas chicas en la torre lo dijo. No tengo idea de qué significa —dice, dándole un gran mordisco a su bollo—. Me imagine que era una cosa Británica. Y con todos tus conocimientos librescos, pensé que podrías saber. —Já, já, já —río sarcásticamente. Hago una pausa para romper otro pedazo de bollo. Realmente estoy estancada, deseando que él se distraiga con algo más y lo deje ir. —Vamos —presiona Jason—. Dime. —No lo sé —digo con cautela—. Quiero decir, cuando Phoebs y yo lo usamos, nos referimos a “Destinados a estar juntos”. Ahora es el turno de Jason para ahogarse. —¿Qué? —digo, instantáneamente a la defensiva. —Así que, cuando ustedes dicen “DAEJ”, se refieren, como a, ¿chicos? Me aclaro la garganta un par de veces, e intento sonar casual. — Sí —respondo—. Me refiero, nosotras podríamos decir: “Fulano y fulana son totalmente DAEJ”, con eso, esa pareja está totalmente destinada a ser. O “Ese chico es totalmente mi DAEJ”, lo que significa que estamos totalmente destinados a estar juntos. Jason resopla. Puedo decir que él no lo cree. —Entonces, ¿tú tienes un DAEJ? —pregunta. La pregunta me sobresalta. Quiero decir, he estado diciendo que Mark es mi DAEJ por tanto tiempo como puedo recordar, pero no hay manera de que pueda decirle eso a Jason. Afortunadamente, no tengo que llegar a una respuesta, porque él se hace cargo. —Destinados a estar juntos... —dice con una risita. Toma un montón de paquetes de azúcar negra del contenedor en nuestra mesa, y empieza a golpearlos contra su palma para aflojar el azúcar. —Qué montón de mierda. —¿Qué quieres decir? —Tú realmente no puedes creer en eso. Quiero decir, eres inteligente. Sabes cosas. Así que tienes que saber que todo eso es un gran cuenta de hadas. Una herramienta de marketing. Películas cursis, tarjetas de Hallmark, el día de San Valentín y anillos de diamantes. Pura mierda. —Arranca la parte superior de los tres paquetes de azúcar, inclina su cabeza hacia atrás, y los vierte en su boca. Genial. Con toda esa azúcar, ahora va a estar supersónico. 105 —¿Piensas que alguna vez te podrías enamorar? —pregunto echándome hacia atrás en la silla, el respaldo de metal clavándose en mi espada. —Seguro, pienso que me voy a enamorar —dice. Arruga los paquetes vacíos en su puño, y luego los arroja. Ellos rebotan y se dispersan por la mesa. Los ignora, reuniendo una pequeña montaña de migas en el plato, lamiendo su dedo y presionándolo en el montón—. Muchas, muchas veces. Y cuando lo haga, no creo que vaya a ser por la suerte, el destino o “Destinados a estar juntos”. —Entonces ¿Acerca de qué será? —replico. Alcanzo los envoltorios, recogiéndolos y poniéndolos sobre nuestro plato. ¿Por qué siempre estoy juntando su basura? —No lo sé, nunca he estado enamorado —dice separando en trozos su bollo restante—, pero imagino que ella será alguien que piense que es divertido cuando hago el ridículo, se ría de mi bromas tontas, y le guste el mismo tipo de música. —Así que, ¿estás buscando a alguien como tú? —Por supuesto —se encoge. Entonces sonríe ampliamente—. Pero con tetas. Instintivamente cruzo los brazos sobre mi (plano) pecho. —Adorable —digo, estrechando mis ojos hacia él. —Lo que sea. El punto es, tal vez algunas personas no querrían estar a mi alrededor todo el día, pero hay que gente ahí fuera que lo haría. Y son inteligentes y divertidas. Les gusta hacer las mismas cosas que a mí, y odian las mismas cosas que yo odio, pero ellas también me introducirán en un montón de cosas nuevas. Eso es lo más cercano a “Destinados a estar juntos” que puedo imaginar. —Así que, ¿no hay una “ella”? —No —dice—. Unas. Plural. Muchas de ellas. Lo que me hace un chico con suerte. —Otra sonrisa se extiende por su rostro y me guiña el ojo. —Eres un bruto —respondo. Lanzo mi servilleta hacia él. La atrapada en medio del aire. —Estoy bien —dice. Arroja la servilleta de regreso a mí. —No lo estás. —La esquivo, y la servilleta pasa sobre mi hombro y rebota en la ventana. —Ya lo veremos —responde. Quiero decir algo inteligente y cortante, pero todo lo que puedo murmurar es—: Supongo que lo haremos. —Flirtear no es diferente de montar unos buenos argumentos o sacar adelante un acuerdo —dice. Empieza a batear el último trozo de 106 su bollo y a lanzarlo a través de la mesa con sus dedos—. Es manipulación, Julia. Buen convencimiento. Infiernos, es prácticamente teatro. De repente, casi ciento pena por él. ¿Manipulación? ¿Teatro? ¿Eso es lo que él cree cuando piensa en amor? Es triste, realmente. Todo el mundo sabe que el padre y la madrastra de Jason se separaron en un desastre épico de divorcio. Su papá es un gran abogado en Boston, así que los detalles fueron esparcidos por toda la internet. Hubo un montón de insultos (de él) y algunos rumores baratos (de ella), así como un muy público lanzamiento de un plato de arroz en una función de caridad (también de ella). No sé nada acerca de su madre biológica, nadie lo hace, pero sé que ahora nunca ve a su madrastra, quien ha estado alrededor desde que Jason era pequeño. ¿Te lo puedes imaginar? Ella era prácticamente su madre, y ahora se ha ido. De acuerdo con Sarah Finder, su papá siempre está corriendo de una rubia de piernas largas a otra, cada una más joven que la anterior. No es de extrañar que Jason tenga una versión distorsionada del amor. Supongo que esa es la Razón Número 725 de por qué Jason y yo somos completamente diferentes. Probablemente unos minutos más, y podremos partir. Meto la mano en mi bolso, ahora colgado en el respaldo de la silla, y saco Orgullo y Perjuicio. —¡GOOOOOOOL! Un trozo de bollo rebota en mi pecho y en el suelo, dejando crema de nata en mi camisa. Levanto la mirada y Jason tiene los brazos levantados sobre su cabeza. Antes de que pueda protestar (o proteger mis ropas), lanza otro pedazo hacia mí; este falla y en su lugar choca contra la maqueta de dinosaurio directamente detrás de mi hombro izquierdo. La chica con el pelo azul y el metal en su cara, está furiosa, por decir lo menos. Arruga el trapo en su mano y lo lanza al suelo con bastante fuerza, luciendo como si estuviese a punto de atravesar el mostrador y dirigirse hacia nosotros. Para echarnos, probablemente. Pero no estoy de humor para ser reprendida hoy (o cualquier día, realmente), así que tomo a Jason de la mano y lo tiro hacia la puerta. —¿Qué estás… —pregunta, pero lo hago callar y asiento hacia la enojada chica. —Julia, estaba intentando ganar La Copa Mundial —se queja Jason, tratando de detenernos—. ¡Sólo necesito un tiro más! —Vamos. —Lo jalo fuerte de la mano, y juntos tropezamos en la lluviosa calle. 107 12 La misión espía o Mick Jagger ataca de nuevo Traducido por joseee96 Corregido por Jessi Redondo Oye P, ¿cuál es tu línea favorita de Shakespeare?, me olvide. — J ¡ Ouch! — Saco mi dedo del botón de latón en mi tocador. Lo meto en mi boca, tratando de calmar el dolor de una descarga eléctrica verdaderamente impactante. Tengo todas mis camisas en una pila en el suelo, y las estoy desarmando y volviendo a colocar en el cajón las de manga larga a mangas cortas, de izquierda a derecha. Como tengo que doblar cada uno, le doy un ojo rápido de pelusas-fuera, sacando diminutos trozos de fuzz cada vez que encuentro. Con toda la rápida preparación que he hecho en los últimos días, mi cómoda está realmente desorganizada, y es el momento de limpiarla. Son las cinco de la tarde, hora en nuestro itinerario marcado como "período de descanso." Está claro que la señora Tennison pretende que se trate de su período de descanso. ¿Pensaba que el resto de nosotros necesitamos una caja de jugos y una siesta? Ni siquiera ha pasado la mitad de nuestro viaje, y la mujer ya tiene que escapar. No sé cómo va a conseguir pasar a través de los próximos siete días. Realmente debería estar trabajando en mi papel de reflexión (o papeles, plural, supongo), pero mi cerebro sólo puede tolerar la búsqueda de pelusa en estos momentos. Me pregunto lo que mis compañeros de clase van a escribir acerca del viaje, ya que, como Jason ya señaló, la mayoría de ellos han pasado todo el tiempo en pubs y shopping. Me podría haber ido con ellos, porque a pesar de que he tomado nota en algunas culturas actuales, estoy teniendo un momento muy difícil de enfocar. La lluvia afuera de mi ventana del hotel está golpeando ligeramente sobre el alféizar, me adormece un poco después de la 108 cena, y el cursor parpadeando en mi laptop parece estar burlándose de mí por mi incapacidad para poner hacia fuera un simple documento de una sola página, al menos reorganizar mi armario parece una buena manera de tomar algún control en mi mundo. Reorganizar la habitación, reorganizar la mente, mamá siempre dice. Pero todo lo que puedo pensar es en mi conversación con Jason un par de horas atrás en la cafetería, sus palabras siguen en mi mente: Tienes que saber que todo es un gran cuento de hadas. Supongo que es difícil de creer en el amor cuando la gente que se supone que son tus modelos a seguir son como playboys y buscadores de oro en público. Echo mano a la foto de mamá y papá. Lo sé, es muy Brady Bunch33 idolatrar a sus padres, pero los míos sí tuvieron un matrimonio perfecto. Yo creo que por eso mamá ha estado sola desde que papá murió. ¿Te imaginas tratando de encontrar la perfección por segunda vez? Trato de evocar una imagen de Mark, pero sigue apareciendo todo borroso. Intento concentrarme en su sonrisa perfectamente imperfecta cuando mis pensamientos son interrumpidos por un zumbido persistente. Busco mi teléfono para encontrar otro mensaje de texto. @Cue-2-cue, ¿lo sabes? -C ¡Chris! Y yo justo estaba pensando en mi DAEJ. Quiero decir, claro, yo estaba pensando en Mark, pero tal vez esto se supone que es un signo. Como tal vez Chris podría ser mi DAEJ. Y él me ha dado un lugar real donde podría estar ahora mismo. Un viaje rápido a Google detiene sólo un hit para una localización Cue-2-Cue en Londres (porque supongo que Chris Misterio no es escalofriante en Turkmenistán), y resulta ser una tienda de música Indie aquí en el Soho, a pocas cuadras del hotel. Probablemente sólo unos cinco minutos. Podría ir allí ahora mismo y... ¿y qué? Definitivamente conocerlo no. Jason tenía razón en una cosa: Chris se sentirán decepcionados que über-Julia se ha transformado de nuevo en... bueno, Julia. Pero yo podría ir y verle desde lejos. Tal vez por fin voy a reconocerlo de la fiesta. Hago clic en responder y empiezo a escribir un mensaje sobre estar ocupada, pero me doy cuenta de que si yo le digo que no voy, él 33 The Brady Bunch (Español: La tribu de los Brady) es una sitcom estadounidense, La serie gira en torno a la convivencia de un matrimonio recién casado formado por Mike y Carol. Cada uno de ellos aporta tres hijos; varones en el caso del padre y niñas en el caso de la madre. 109 podría irse. No. Quiero que se quede ahí. En cambio, no hago caso de su texto. Voy a fingir que nunca lo tuve, luego iré a la tienda de discos y haré un poco de trabajo detectivesco. Olvidando todo acerca de mi voto de no romper más las reglas, rápidamente anoto las direcciones de Google, las meto en el bolsillo de mi abrigo, y me preparo para salir. Estoy a punto de coger el mini paraguas cuando alguien llama a la puerta. Me asomo por la mirilla para ver a Jason apoyado en la puerta de entrada. Maldita sea. La puerta se abre para Jason y salta dentro antes de que pueda cerrarla de golpe en su cara. —¿Qué quieres? —Esa no es manera de saludar a tu compañero. Hola a ti también, rayo de sol. —Lo siento. Estaba trabajando en mi informe y me interrumpiste. —Tarea: Eso es seguro para asustar a Jason y que se vaya. —Oh, genial. Por eso estoy aquí. —dice, con su sonrisa casi haciéndose cargo de su cara ligeramente pecosa. —¿Qué? —Sólo comprobaba si ya tienes mi papel hecho—dice. Me esquiva cuidadosamente y da pasos hasta llegar a mi habitación—. Puede que tenga que hacer un poco de edición, ya sabes, así parecerá de mis propias palabras. —No está terminado todavía —le respondo. Tengo que mantener las cosas cortas y dulces si espero estar libre de él. No soy una muy buena mentirosa—. Pronto. —¿Qué, estás teniendo un poco de dificultad para reflexionar? ¿Tu espejo interior tiene un poco de niebla? —No —le digo—. Resulta que el doble de trabajo lleva el doble de tiempo. —Disparo una mirada a mi teléfono. Está todavía abierto en mi cama, el mensaje de texto visible—. Yo te mando un texto cuando haya terminado, ¿de acuerdo? —¿Tú me vas a mandar un texto? Vaya, te estas tomando mucha libertad con los textos. —dice, levantando una ceja. —Cuanto más tiempo me estés molestando, más tiempo me llevara a escribir. —Abro la puerta y le hago un gesto para que se vaya—. Ahora vete. —Está bien, entonces. ¡De vuelta al trabajo! Chop-chop —dice. Entonces su rostro se torna sospechoso. Sus ojos se deslizan a mi celular con la mensajería llena, que está en la cama—. Espera un segundo. ¿Te vas a alguna parte, Lame libros? —No —le digo, un poco demasiado rápido. 110 —Entonces, ¿por qué llevas el abrigo? —Pregunta, inclinándose para recoger un poco de pelusa de mi hombro—. ¿Para hacer un proyecto? ¿Por si tienes un resfriado? Tratando de ponerte los pantalones, ¿parecen que te atrape con fuego, tu mentirosa, mentirosa? —¡Muy bien! —Exploto, sólo para que se calle—. Sí, está bien. Estaba pensando tal vez en la posibilidad de ir a alguna parte. ¿Estás satisfecho? Cruza los brazos y levanta las cejas. —¿Sin mí? Vaya, vaya, realmente te estás convirtiendo en una infractora habitual. Déjame adivinar. Tienes otro texto del chico-amor. Ignoro la parte de "chico-amor" y le extiendo mi teléfono. Se frota la barbilla mientras lee el texto. Me doy cuenta de que tiene un poco de barba llegando a lo largo de su mandíbula. Se le da un aspecto más adulto, que sólo hace la mirada traviesa en sus ojos más sensibles. —Cue-2-Cue es una tienda de música —murmuro a través de mi vergüenza—. Estaba pensando en empezar desde allí. Entorna sus ojos azules brillantes hacia mí. —Bueno, entonces es bueno que me presentara —dice mientras se vuelve hacia la puerta—. Voy a buscar mi abrigo. Vuelvo en un instante. Pienso en apurarme, en cambio tiro de mi puerta para que se cierre, vuelvo a tirar dos veces para asegurarme de que se cerró, y espero en el pasillo. En cuestión de segundos está trotando por el pasillo, con el pelo oxidado, sucio rebotando en su rostro. —Pensé que no creías en el amor —le digo mientras lidera el camino hacia el ascensor. —Yo, no —responde sobre su hombro. —¿Entonces por qué vienes conmigo? —Porque creo que este tipo podría ser una divertida aventura para ti, Lame Libros. Tú necesitas relajarte y tener una aventura extranjera podría ser el boleto. A lo mejor te vas a curar de ese ridículo cuento de hadas. Suspiro, pero lo dejo pasar. Me gusta mi cuento de hadas, muchisimasgracias. Cue-2-Cue Parece que salió a la derecha del siglo pasado. Cada centímetro de pared espacio está ocupado por el polvo cargados de CDs. Largas mesas bajo el peso de cajas de rellena de los registros. Estas tablas forman los estrechos pasillos de la tienda, y hay una fila de casetas de madera, ventanas de escucha, como una hilera de cabinas telefónicas viejas, a lo largo de la pared del fondo. Huele a polvo y debe ser ese cóctel especial de vintage-BO. 111 Hay unos pocos clientes en la tienda. Tres de ellos son niñas. Uno de los dos chicos de la tienda es el empleado de mediana edad, con barba y vestido con un viejo apolillado blazer. El otro es un chico de unos trece años, que está pegado a una pantalla de todo el catálogo de Rush. —No creo que esté aquí —le susurro a Jason. —¿Por qué estás susurrando? —Susurra de vuelta—. Esto no es una biblioteca. —Lo que sea —digo un poco más fuerte, aclarando mi garganta—. Yo no creo que esté aquí. —¿Estás segura?, él se ve como un candidato probable —dice, y hace un gesto con el chico hojeando álbumes de Rush—. Y se parece a su velocidad, también, nivel inicial. —Hey, he estado en un montón citas antes, ya sabes —replico. Bueno, tres citas, pero Jason no tiene por qué saber eso. Yo no soy una perdedora total. —¿En serio? ¿Y quiénes son esos afortunados solteros? ¿Los miembros del club de robótica?¿Atletas matemáticos? —Se cruza de brazos y se apoya en un rack de camisetas de conciertos, retándome a que me atreva a demostrar que está equivocado. —Kevin Heineman. Y algunos otros que probablemente no conoces. —Debido a que no existen, yo mentalmente agrego. Jason finge lo largo de casi caer. —¿Kevin Heineman? ¿Es una broma? He visto ese tipo comer sus propios mocos. —Oh, ¿cuándo fue eso primer grado? —El año pasado —responde entre risas—. Vamos, Marmalade, vamos a ir a ver los puestos de escucha en la pared. Lady Lo sigo por el pasillo hacia la izquierda, en la fila de cuatro cabinas estrechas de madera, que están cubiertas con carteles rasgados y la decoloración. Un letrero escrito a mano pegado a la frente de cada stand dice: un invitado por stand. Las dos primeras están vacías. La tercera contiene una niña sosteniendo un álbum de Tori Amos y frunciendo el ceño. —Ruptura Nasty —dice Jason, guiñándome un ojo, antes de pasar a la cabina del pasado. Sus ojos se amplían—. Bueno, creo que podría tener algo bueno aquí. Mi corazón salta en mi garganta, y me muevo lentamente a la vista de la ventana. ¿Chris? Yo no veo a nadie al principio, pero cuando miro a Jason, que está apuntando hacia el suelo. Miro hacia abajo para ver un par de adolescentes en uniforme escolar que comparten un par de auriculares furiosamente haciendo fuera. La chica me pilla mirando y 112 me da una mirada asesina antes de darme el dedo y volver a su negocio. —Bonito, Jason —digo. Trato de arreglar mi cara en el mismo aspecto sucio-lárgate que la señorita me dio. —¿Qué? —Se pregunta, y me da esa mirada inocente que parece haber perfeccionado. —Vamos a salir de aquí —le digo, dirigiéndome hacia la puerta, sintiéndome desinflada. Otra oportunidad para ver a Chris arruinada. —¿Qué, caminamos todo el camino hasta aquí, y ahora quieres rendirte después de unos minutos sólo porque tu amante misterio no está aquí? — Jason abre la puerta a la cabina de primera en la fila, haciendo un gesto para que me siente —No voy a entrar contigo —le digo. La cabina es apenas lo suficientemente grande para dos personas, y no puedo dejar de recordar lo que dijo Sarah Finder sobre el deseo de Jason de unirse al club de una milla de alto. Pone los ojos en blanco. —Me comprometo a jugar limpio. Vamos. Ya estamos aquí. Puede ser que también lo disfrute. —Se da vuelta hacia el cubo más cercano de registros. Dramáticamente moviendo los dedos, cierra los ojos, deja caer su mano en los registros, la mueve de un tirón y saca una colorida portada del álbum de forma aleatoria. Él mira a la cubierta, y luego abraza con fuerza contra su pecho, sus brazos cruzados sobre el respaldo, así no puedo ver. —Esto es perfecto —dice, con los ojos brillantes—. Es el momento para una lección de amor, Lame libros. No hay tiempo como el presente. Abre la puerta de la cabina y me empuja dentro. Pasa detrás de mí y cierra la puerta antes de que pueda protestar o hacer una escapada. Una mesa en la esquina tiene una pila tambaleante de equipo estéreo con bultos. Es una unidad de cinta, un reproductor de CD, dos altavoces grandes, y descansando en la parte superior de la pila, una plataforma giratoria. Jason me empuja con el hombro un par de veces para sacarme del camino, a continuación, ejecuta una maniobra poco “hula-hula” que resulta ser una revisión de cadera. Hacemos un cambio poco circular, prácticamente cara a cara, hasta que él es el uno por el equipo de música y yo estoy pegada a la puerta. Mantiene chocando contra mí mientras trabaja para mantener a la portada del álbum a la vista. —Uh, Julia, viste la señal —dice, inclinando la cabeza hacia la ventana de la cabina—. Sólo una persona por stand. Entonces… abajo es mejor, ¿de acuerdo? —¿Estás bromeando? —Lo fulmino con la mirada. 113 —¿Quieres meterme en problemas por romper las reglas? — pregunta, arqueando una ceja. Maldita sea. Él me conoce demasiado bien. Me agacho al suelo, tirando las rodillas hacia el pecho. Jason me da la espalda y coloca el disco en el plato. Se aprieta un par de botones en el estéreo, luego levanta la aguja. —Está bien. —Tiene la aguja dramáticamente en el registro de hilado—. ¡Esta canción es la esencia, la quinta esencia! De música sobre el amor. —¿Quinta esencia? Me ignora. —Está casi garantizado que te besen, y lo tengo de buena fuente que Ryan llegó a la tercera base con Evie mientras escuchaba esta canción. Yo ahogo un grito. Ew. Así ew. No sabía que Evie y Ryan habían conectado. Es sorprendente que ninguno de los dos pudiera estar lejos de un espejo el tiempo suficientemente. Jason deja caer la aguja y luego se une a mí en el suelo. Se apoya contra la pared del fondo, frente a mí. Una banda completa se pone en marcha, dirigido por lo que suena como seis guitarras eléctricas y un sintetizador. Es fuerte, pero también es lenta y dramática. Miro a Jason, que está mirando hacia mí con tanta fuerza que tengo que bajar la mirada a mis rodillas. La canción es suave, el edificio de la tensión. He oído algo de ruido de la multitud, así que puedo decir que es una versión en vivo. Miro hacia atrás y los ojos de Jason siguen a mi alrededor. Mi corazón late con fuerza, comienza un tiempo con el ritmo. Abrazo a mis rodillas más cerca, mis manos comienzan a sudar. Esta es una buena canción.... A continuación, el cantante se presenta en, una voz de hombre. —Amor en las rocas, no es ninguna sorpresa. Sólo tienes que verter una bebida, y te diré algunas mentiras... ¿Qué? Miro a Jason para una explicación, pero está empezando a reír. —¡Tu cara! —Dice entre risas—. ¡Estabas tan concentrada! —¿Qué es esto? —¡Vamos, no me digas que no reconoces el diamante! —Tira de la cubierta del álbum de debajo de su trasero. Me muestra una foto de Neil Diamond, vestido con el par más apretado de los pantalones vaqueros que he visto nunca en un hombre y una bandera americana impresa en su camisa de seda, y desabrochado lo suficientemente bajo como para mostrar demasiado Diamond para mi gusto. 114 Yo no sé ni qué decir. Lo miro con la boca abierta. —Eres un enfermo. —Finalmente hablo—. ¿Esta es tu canción de amor épica? Se ríe. —Por Dios, Julia, ¿no tuvimos ya esta conversación? El amor es una fantasía. ¡Y no en el buen sentido! Siento destellos de ira, pero con la misma rapidez se me pasa, poniéndome triste por él. Tal vez puedo decir que siento pena por él. Salta tan rápido. Hay un pequeño rasguño, y luego hay aplausos como una sección de vientos patea para arriba. La cara de Jason inmediatamente se enciende, su sonrisa tan amplia que todas sus pecas parece que se están funcionando. La voz de Neil entra, en ese cantar hablando, lo que hace cuando está cantando en vivo. —¡Sweet Caroline! —Jason dice entre letras—. Vamos. ¡Es como estar en casa! ¡Canta conmigo! —No hablas en serio —le respondo, todavía en cuclillas en el suelo. Se agacha, me coge el codo, y en un rápido movimiento me transporta derecho a mis pies. —Escucha, chica, tú eres de Boston —dice mientras estamos prácticamente cara a cara otra vez—. No se puede negar a Neil, o la mitad de Fenway, saltar. —Coge la aguja, se mueve un poco más, y lo coloca en el lugar correcto para las primeras notas de Sweet Caroline. Gira las medias tapa alrededor, tirando de ella hacia abajo sobre los ojos para que pueda ver el logotipo, y el aire de las guitarras, junto con el coro. Parece ridículo, y no puedo dejar de reír. —¿Sabes la letra? —dice—. ¡Canta! Después de vacilar un momento, lo hago. Canto la letra al igual que mi padre me enseñó, añadiendo el —So good! So good! So good! —, Como si yo estuviera en el Fenway Park. Cuando el coro termina, hay un ligero golpe en la ventana, y me vuelvo a ver el empleado de la tienda señalando frenéticamente hacia fuera de la cabina. Mi mano vuela a mi boca. —¡Oh mi Dios, él nos oye! Y no debemos estar aquí juntos. — Señalo el cartelito. Jason levanta una ceja. —Por supuesto que nos puede oír. ¿Por qué crees que tienen los auriculares? Las cabinas no están insonorizadas. —¡Que vergonzoso! —Lloro, recostada contra la pared de la cabina—. Vamos a tener problemas. —No te estreses. Estabas mostrando un poco de amor de tu ciudad natal. —Da golpes a la puerta de la cabina abierta con su 115 cadera, haciendo gestos para que pase en primer lugar. Cuando regreso al pasillo, me apoyo en una caja de registros y Jason se aprieta a mi lado. —Además, ahora sé que podemos ser amigos —añade. Lo miro, él no sabe lo mucho que la idea me agrada. Se siente bonito pensar que podría tener un amigo en este viaje después de todo, y es mejor que fingir ser amiga de Sarah o Evie. —¿Por qué es eso? —Porque eres una fanática de los Medias claramente. —Gira su gorra de los Medias a un lado y sonríe. —Odio decepcionarte, pero no he ido a un partido en años. — Me encojo de hombros. —¿Qué? —Jason explota, mirándome como si hubiera confesado que tengo una cola. —Yo solía ir con mi papá —le respondo. Las palabras vuelan de mi boca antes de que pueda pensar en lo que estoy diciendo—. Era un gran fan. Pero después de su muerte, yo no quería que mi mamá me llevara. Pensé que la haría demasiado triste. Al instante, me gustaría poder borrar las palabras. Nunca hablo de mi papá. Hay un momento de silencio incómodo, de esos que te hace darte cuenta que has absorbido accidentalmente el viento de una conversación. Me quedo mirando al suelo, fingiendo estar fascinado por un elástico de pelo antiguo que ha encontrado su camino en la esquina. Trato de pensar en algo que decir para aligerar el ambiente de nuevo, pero mi cerebro se siente como si estuviera cubierto de tiza. En cambio, Jason toma la palabra. —Pero las cosas funcionan, ya sabes. Incluso si no se siente bien durante mucho tiempo, o incluso si siente que las cosas nunca va a estar bien otra vez, todo va a salir bien al final. Miro hacia arriba, sorprendida por la suavidad de su voz. Ahora parece que siente pena por mí. Mi cuello se calienta, y me alegro de que llevo el pelo suelto para que no pueda ver las manchas que sé que se están formando. Respiro, y mi cuerpo se inclina hacia él un poco. En el pequeño espacio, me trae muy cerca, y me preocupa que pueda sentir los latidos de mi corazón. Quiero decir algo, pero no sé qué, por lo que terminamos mirando el uno al otro por demasiado tiempo. Luego se saca el chicle de uva de la boca y se lo clava a un lado de una caja de registro. —¡Oh, asqueroso! —grito. Al igual que, la intensidad del momento ha terminado. 116 Jason se ríe y se convierte en una pantalla de cartón de los Rolling Stones. La boca de Mick Jagger está bien abierta, a mitad de la letra. En un movimiento rápido, Jason agarra la portada de Mick y la lame con sus brazos abrazando los bordes de la caratula. —¿Qué estás haciendo? —Getting me some satisfaction34 —responde. —No creo que sea la letra —digo. —Sí, me doy cuenta de eso —dice—. Mick no me devolvió el beso, mojigato podrido. —Jason lanza el recorte en el suelo y se toma accidentalmente Keith Richards y Brian Jones abajo con él. Antes de que pueda parpadear, la banda de cartón sale volando, golpeando sobre una pila de CDs cerca de la caja registradora. Los ojos de todos caen sobre nosotros al oír el ruido, incluidos los del empleado de la tienda, que está poniendo etiquetas de precios en una pila de discos. —Oh, Dios mío, lo siento mucho —digo a nadie en particular, y llego a recoger algunos de los CDs. Pero antes de que pueda hacer ningún progreso, Jason agarra mi mano y tira de mí hacia la puerta. Una vez más, una salida con Jason culmina en desastre y los dos corriendo por la calle lejos de los problemas. Y una vez más, mi cabeza está más llena de preguntas sin respuestas. Hace referencia a la famosa canción de los Rolling Stone, Satisfaction. Getting me some satisfaction: Obteniendo un poco de satisfacción. 34 117 13 Sólo llama a una borla una borla Traducido por ♥...Luisa...♥ Corregido por Juli ¿Sigue Jason siendo un imbécil total? –P Y este tratamiento de ventana fue seleccionado por la mismísima Reina Victoria, la primera monarca en vivir en el palacio, justo antes del primer intento contra su vida —dice nuestro guía turístico, alzando la voz en entusiasmo mientras señala hacia unas cortinas verdaderamente horribles. Luego se ríe en voz baja para sí mismo—. ¡Uno espera que las dos cosas no estuviesen relacionadas! Agarro mi cuaderno, escribiendo furiosamente. P. Victoria. Cortinas. ¿Intento de asesinato?* Por debajo de esto, añado mi propio comentario: *¿Por qué estamos aprendiendo esto? Nuestro guía de turismo en el Palacio de Buckingham hoy ha sido tan interesante como una traducción al latín de la guía telefónica de Boston. Tiene una voz monótona y sólo muestra indicios de emoción cuando habla de la importancia histórica de los diferentes ropajes a lo largo del palacio. No puede dejar de hablar de tejidos y muestras de color. Soy fan del simbolismo y todo eso, pero a veces una borla es sólo una borla, ¿vale, chico? Estoy dispuesta a salir en una extremidad y decirle que el hilo de oro en las cortinas de la sala del trono tiene muy poco que ver con la firma del Tratado de Versalles. Me vuelvo para decirle esto a Jason, pero está plantado en la parte de atrás de la multitud. Ha estado de mal humor toda la mañana. Comenzó el tour a mi lado, siguiendo nuestra guía de cerca mientras yo garabateaba notas en mi libro. No dejaba de mirar su teléfono, luego lo golpeó para cerrarlo con disgusto. Apenas prestó atención a nada de 118 lo que nuestro guía dijo, y mientras nos movíamos por el palacio, rápidamente se alejó de mí. Nuestro guía nos conduce por un pasillo y a una biblioteca. Mi corazón se acelera al mirar en los estantes de los libros encuadernados en piel. Me detengo a pasar mis dedos a lo largo de un estante lleno de magníficas ediciones de Shakespeare, pero el guía de turismo está en él otra vez. Esta vez se trata de la tela en un sillón de orejas de oro a rayas en la esquina. Algo sobre cómo Churchill una vez se había sentado aquí en una visita. Si puede conectar esa silla con el liderazgo de Churchill durante el Blitz35, incluso voy a estar impresionada. Le doy la vuelta a una página en blanco en mi cuaderno y corro de nuevo hacia la parte delantera del grupo. Salgo casi justo al frente, pero Deirdre está bloqueando mi visión de lo que nuestro guía turístico está señalando ahora. Su melena gigante, rubia revoltosa en serio podría bloquear el sol. Me pongo de pie de puntillas y bailo alrededor un poco, tratando de conseguir una buena vista, pero no hay forma de ver nada alrededor o por encima de su cabello. Voy a tener que ponerme física. Me aclaro la garganta un poco, luego doy una especie de paso amplio a su alrededor, dándole un golpe de cadera suave a lo largo del camino. —¡Oye! —susurra. —Oh, lo siento —le respondo, dándole una mirada comprensiva— . ¡Soy tan torpe! Vuelvo a ver lo que estamos viendo en este momento, e instintivamente doy un medio grito en voz baja de miedo y doy un paso atrás rápidamente. En lo alto de una tabla está un ganso perfectamente disecado, las alas extendidas como si estuviera en pleno vuelo. —¿Estás bien? —pregunta Deirdre sorprendentemente indulgente, teniendo en cuenta que le acabo de dar un golpe de cadera para tener una mejor vista. —Sí —le respondo, tratando de apartar los ojos del animal delante de mí—. Es sólo que... gansos. Los odio. —Oh sí, totalmente —susurra de nuevo con una risita—. Hubo una vez en la que un ganso se cagó en mi nuevo bolso mensajero, que gracias a Dios era a prueba de agua, y... Deirdre continua, pero no estoy escuchando. Ya estoy pensando en mi propio cuento de terror. Tenía cinco años, y mi familia estaba en un picnic que el vecindario celebraba en un parque local. Jugaba con El Blitz ('relámpago' en alemán) fue el bombardeo sostenido del Reino Unido por la Alemania nazi entre el 7 de septiembre de 1940 y el 16 de mayo de 1941. 35 119 algunos de los otros chicos cerca de un estanque cuando una bandada de gansos aterrizó cerca. Me había tambaleado sobre mis pequeñas piernas de kínder y tratado de acariciarlos. Desde mi poca borrosa memoria de niña, ese pájaro dejó escapar el más fuerte, más largo, más espantoso chillido que jamás había oído de cualquier animal de cualquier tipo, y chasqueó hacia mi mano. Grité como un alma en pena y corrí como el infierno, pero ese pájaro me persiguió inmediatamente. Pensé que iba a morir (o por lo menos eso es lo que gritaba, decía mi papá). Papá corrió y me levantó, y, de repente era más grande que el pájaro tonto. Conmigo en alto en sus brazos, perseguimos a ese estúpido ganso juntos. Aun así, siempre he tenido miedo de ellos. Cada vez que veo uno, es un recordatorio de que tengo que perseguir a los gansos por mi cuenta ahora. Al menos este ganso está relleno y barnizado y montado sobre una plataforma de madera. Phoebe-la-vegetariana me iba a matar por decir esto, pero es como que me da una especie enferma de satisfacción. Por suerte, nuestro tour no se queda mucho tiempo. Cuando finalmente nos dirigimos de nuevo a la gran sala, la clase se dispersa a pasear por la habitación, mirando los retratos que figuran en las paredes y examinando la escalera de mármol. Meto mis notas en mi bolsa para dejarlas a salvo y me apresuro hacia el lugar donde Jason está mirando por una ventana de gran tamaño. Está lanzando su teléfono una y otra vez entre sus manos, y supongo que no está contemplando las ramificaciones políticas del brocado púrpura que cubre la ventana. —¿Todo bien? —le pregunto—. equivocado de la cama o algo así? ¿Te levantaste del lado —¿Qué? —comienza Jason, como si no se diera cuenta de que había aparecido a su lado. Agito una mano delante de su cara. —No has hecho una broma de sexo en, como, dos horas. ¿Te sientes bien? ¿Tiene fiebre? De la nada, exclama—: ¿Es en serio Mark Bixford tu tipo? Mis poderes cerebrales caen por completo. —¿Perdón? —le digo. Es todo lo que puedo hacer para no atragantarme con las palabras. —Quiero decir, parece un poco superficial —dice Jason. Mi cara no debe traicionar el hecho de que estoy teniendo una mini crisis pasando en mi cerebro. —¿Dónde has oído eso? —le digo, tratando de mantener la calma, luchando por mantener el pánico en mi voz. —¿Dónde más? Sarah Finder, la reina del chisme. 120 Por supuesto. De repente, me siento mal. La sala dorada está girando alrededor de mí. ¿A quién más le ha dicho Sarah? ¿Mark sabe? ¿Y cómo diablos lo averiguo? Oh mi Dios. ¿Escribió tweets sobre esto? Jason prosigue. —Pero, de nuevo, es probable que sea realmente encantador, y no un imbécil completo como yo. —Su voz se cierne sobre "encantador" de una manera que no me gusta. Tenía la esperanza de que pudiéramos olvidarnos de mí tirando hacia él ayer. Desde luego, no parecía enojado anoche cuando fuimos a Cue Cue-2-, pero es evidente que aún está un poco molesto al respecto. —No sé de qué estás hablando —finalmente rechino. Espero que no se dé cuenta de las gotas de sudor que se forman en mi frente. —Puedes relajarte —dice Jason—. Como si diera una mierda por sobre quien te desmayas otra vez. No le voy a decir a nadie. —No me desmayo sobre Mark. E incluso si lo hiciera, ¿por qué te importa? —Trato de sonar confiada y desdeñosa, pero lo único que puedo pensar es que mis rodillas se tambalean como si hubieran sido sustituidas por jalea de menta. Trato de cubrir casualmente el brazo sobre el respaldo de un sillón de orejas para ayuda, pero en su lugar, parece que me aferro a un mueble mientras el Titanic se está hundiendo. Espero que la silla no sea una pieza invaluable de la historia en caso de que me desmaye en ella. O la vomite. —No lo hace —responde Jason. Se deja caer en la silla, y me imagino que debe parecer como si estuviéramos posando para algún retrato bizarro. Sólo que probablemente parece que estoy participando a punta de pistola. —¿Entonces por qué lo has traído a colación? —exijo. Mi cara está quemando. —No lo entiendes en lo absoluto —dice Jason, rodando sus ojos. Me planto directamente en frente de él. —Escucha, no odies a Mark sólo porque es todo lo que no eres —le digo justo a la cara. —¿Perdón? —Jason me mira, sus ojos se estrecharon hasta convertirse en rendijas enojadas. —Ya me has oído. Mark es encantador y respetuoso, y no siempre está compitiendo por atención. —Jason abre la boca, pero continúo antes de que pueda decir nada—. Es realmente un gran tipo que nunca ha dicho una mala palabra sobre nadie, y tú tirando basura sobre él sin razón es patético. —¿Sabes qué, Julia? Tu… Antes de que algo realmente malo pueda salir de la boca de Jason, mi teléfono empieza a zumbar en mi bolsillo trasero. Tengo un dedo en él, el símbolo internacional de "Disculpa, tengo algo más 121 importante a lo que prestarle atención, por lo que vas a tener que aguantar." Echo un vistazo alrededor en busca de signos de la señora Tennison, pero no quiero correr ningún riesgo, me agacho detrás de una de las cortinas de fantasía de la reina Victoria y levanto el teléfono para encontrar un nuevo texto de Chris. Sentado en una cafetería con un moca de caramelo quemado viendo la lluvia soñando contigo... Mi cara quema aún más caliente. Nunca nadie me envió un texto antes así de dulce. Lo leí de nuevo. Y otra vez. Entonces siento un dedo hurgando en mí a través de las cortinas. —¿Estás ahí? Empujo en las cortinas, tratando de encontrar la salida, pero Jason se encuentra en mi camino y no puedo encontrar la abertura. Siento su mano hurgándome, pero no puedo salir desde detrás de las cortinas. Tengo un miedo breve y pánico que nunca vaya a salir de aquí, y mi cuerpo momificado se convertirá en parte de la visita del palacio. Finalmente caigo de rodillas y me muevo por la parte inferior. Cuando salgo, Jason está poniendo los ojos y me da una cara total de "tú eres la jefa de residentes de crazytown". —¿Cuál es tu problema? —le pregunto, tratando de fingir que no escenifiqué una batalla épica con un conjunto de cortinas de terciopelo. —Si estás taaaan obsesionada con Mark, si él es tu DAEJ —aquí hace aire comillas—, o lo que sea, entonces ¿por qué estás persiguiendo a este chico Chris? Para alguien que probablemente plancha su ropa interior, estás bastante por todo el lugar, ¿verdad? Justo como todas las chicas que desprecias. —¡No desprecio a la gente! —protesto. —¿No lo haces? ¿No te has pasado la mayor parte de este viaje pensando que todos tus compañeros de clase son unos cachondos poco profundos que no pueden apreciar la historia y la literatura de Londres así les pateara en los dientes? —Bueno, Sarah y Evie son superficiales —retomo—. Especialmente Sarah. ¿Por qué no puede ocuparse de sus propios asuntos? Actúa como si la vida de otras personas fuera su Us Weekly personal. —Ni siquiera la conoces —responde—. Si haces una segunda lectura de la guía de Sarah Finder, sabrías que está en los asuntos de todo el mundo porque quiere proteger a sus amigos. Estás demasiado ocupada en Tierra Julia como para notar a cualquier otra persona. —Lo que sea —murmuro. Mi garganta está teniendo espasmos. Jason me hace sonar como un horrible, tenso, ensimismado monstruo. 122 ¡No soy así! ¡Cree que me conoce! No me conoce en absoluto. Aspiro profundamente y bajo la voz—. Mark no es asunto tuyo, ¿de acuerdo? El hecho de que hayas salido con un grupo de chicas no te convierte en un experto en el amor. Quiero decir, si has tenido novias, ¿pero alguna permaneció lo suficiente como para ver más que una semana? —Me muerdo el labio, lamentando las palabras tan pronto como las he dicho. —Si soy tan idiota, ¿por qué pides mi ayuda? —Me arroja algo pequeño y plateado. Lo atrapo antes de que me golpee en la mejilla. ¡Mi teléfono!—. Aquí. Buena suerte con tus mensajes de texto. —¿Qué? ¿Cómo…? ¿Cuándo…? —farfullo. —Los de moral baja como yo tenemos los dedos pegajosos —dice inexpresivamente. Oh mi Dios. Las cortinas. Cuando trataba de "ayudarme", debió de haber arrebatado el teléfono. Mis respiraciones vienen rápidas y profundas, como si acabara de salir de la piscina después de un duro sprint. Todo está al revés. Si hay tal cosa como la combustión humana espontánea, me temo que voy a experimentarla. —Déjame en paz —es todo lo que puedo susurrar. —Con mucho gusto. —Jason me roza al alejarse, golpeándome con el hombro. Doy un paso hacia atrás, tropiezo... y caigo de bruces con una armadura. Todo comienza a tambalearse en su pequeña base. Extiendo la mano para agarrarla, pero ya es demasiado tarde. Veo, como en cámara lenta la armadura, sorprendentemente pesada para una mini réplica, se estrella contra el suelo. El sonido rebota en el piso de mármol y remolina alrededor de la habitación como un tornado. Estoy congelada de horror. Todo el mundo me está mirando, incluyendo Jason, su rostro registra una mezcla de fastidio y diversión. Nuestro guía da una risa fuerte, asfixiante y me dice a la cara fijamente—: Es sólo una reproducción, sólo una reproducción. Tenga más cuidado, sin embargo, ¿no, señorita? —Julia Lichtenstein, ¿qué te pasa? —susurra la Sra. Tennison entre dientes. Está claro que no quiere hacer más de una escena delante de nuestro guía, pero está enojada con E mayúscula. Camina pesadamente por el suelo en un par de Uggs destartalados, que la señora Tennison probablemente piensa que la hacen ver a la moda, aunque en realidad se ve como si tuviera pies zambos. Me toma del brazo y me lleva rápidamente a un pasillo lateral. —Señorita Lichtenstein —comienza, liquidando para una seria conversación—, su comportamiento en este viaje ha sido completamente inaceptable. Tenía la esperanza de que fuera un modelo a seguir para sus compañeros de clase, pero en su lugar ha sido 123 impulsiva, irreflexiva, y una irrespetuosa. No me esperaba esto de usted, sobre todas las personas. Sus palabras suponen un aporte directo a mi estómago. Siento que todo el viento ha sido noqueado fuera de mí, y mis ojos arden por las lágrimas. Nunca me un profesor me han hablado así. Jamás. —Lo siento mucho —le susurro. De repente, mi garganta se cierra apretando y me doy cuenta de que estoy a punto de llorar. —En serio. ¿Qué te pasa? —pregunta, mirándome duro en la cara, los ojos entrecerrados. Se da la vuelta sobre sus talones hacia el resto del grupo, moviéndome a lo largo de ella. Al parecer, no buscaba una respuesta, lo cual es bueno, porque no tengo una. ¿Qué hay de malo en mí? ¿Un profesor sólo seriamente se refirió a mí como impulsiva? ¿Y una irrespetuosa? Jason me llama superficial; la señora Tennison me llama irreflexiva.... ¿Qué será lo próximo? Camino con la señora Tennison, uniéndome a mis compañeros de clase. Mientras me limpio las lágrimas de mis mejillas, vislumbro a Sarah Finder, de pie cerca de la parte trasera de la sala. Espero ver una sonrisa, pero todo lo que puedo ver es... lástima. En realidad parece que siente pena por mí. Lo que no me hace sentir mejor. De hecho, me hace sentir peor. Tal vez soy superficial. Lo que sea. Sólo sé que estoy harta de ser ignorada, compadecida, juzgada... por todo el mundo. 124 14 El amor puede ser ciego, pero yo no lo estoy. Traducido por Dannita Corregido por Vericity R ¿Pelea de amantes? ¡Vaya! —SF ápido escribo como si estuviera respondiendo el mensaje de Sarah, luego por el resto del tour deambulo como una zombi, tratando de permanecer inexpresiva y sin emociones. No voy a llorar. No voy a llorar. No voy a llorar. Cuando el tour termina, nos dirigimos hacia un pub llamado curiosamente El único lacayo caminante. Está listado en mi guía como uno de los mejores lugares para “la verdadera comida británica”, aunque por desgracia, mi libro no me dijo de dónde viene ese nombre loco. Se encuentra ubicado según mi libro me dice en el distrito Mayfair. Quiero dar la vuelta y verificar exactamente lo que es, pero me duele demasiado la cabeza para centrarme en la lista. Una vez dentro, mis compañeros se reparten entre las mesas y cabinas de vinilo negro. Hacen pedidos de Shepherd‟s pie36 y pescado y papas fritas. Vertiginosa comida del pub. Ryan intenta pedir una cerveza, pero tiene que reírse de ello como si fuera todo una gran broma cuando la profesora Tennison le dispara una mirada de odio. Este sería el lugar ideal para continuar mi búsqueda del perfecto pescado y papas fritas. Incluso ofrecen lo que en el menú dice “correcto mushy peas37”, pero no tengo hambre. Sigo pensando en la voz enojada de la profesora Tennison, su dedo moviéndose en mi cara. En vez de ordenar, me voy a sentar en una pequeña mesa en la esquina y abro mi cuaderno, esperando poder centrarme en repasar Sheperd’s pie: plato tradicional británico consistente en una capa de carne de cordero picada y recubierta de puré de papas y opcionalmente de una capa de queso. 37 Mushy peas: son guisantes secos que se remojan una noche antes y se cuecen a fuego lento hasta formar una pasta verde empleada para acompañar carnes a la brasa. 36 125 mis notas y escribir una con mis reflexiones de hoy, pero lo que veo en las páginas no son de mi nivel, las notas están alineadas pulcramente con guiones y símbolos. Mi sistema es inexistente y mis notas son un terrible desastre. No puedo hacer nada bien hoy. No voy a llorar. No voy a llorar. No voy a llorar. Una sombra se traga mi cuaderno. Levanto la vista y veo a Jason. Sostiene dos platos de porcelana blanca con pescado y papas fritas con cucharadas perfectamente redondeadas de salsa tártara y mushy peas a los lados. Tiene dos botellas de agua escondidas debajo de sus brazos. —No puedes dejar Inglaterra sin comer algo de pescado y papas —dice en voz baja—. Vamos, Julia. Sé que puedes comer como un corredor de fútbol americano. Deja caer uno de los platos delante de mí, y un fuerte sonido metálico cuando toca la mesa. Una de las papas fritas escapa de su montón y cae en la cima de la montaña de salsa tártara. Instintivamente la alcanzo, lo doy un toquecito a la salsa que está a un lado del plato antes de devolverla a su pila. —Gracias —murmuro, pero tengo que empujar el plato al otro lado de la mesa. El olor de rebozado de cerveza me recuerda a nuestra noche que bebimos en la fiesta, el inicio de toda la desobediencia de las reglas que me trajo aquí. Dejo caer mi cabeza sobre mis brazos cruzados, mis rizos desordenados se dispersaron a través de la mesa. —¿Te importa si me siento? —No espera una respuesta, por supuesto; pone el otro plato en frente de la silla vacía al lado de la mía y se deja caer a mi lado. Los minutos pasan en silencio, con excepción de los sonidos de su masticación ruidosa. Podría mantener mi cabeza hacia abajo, pero el olor de las papas fritas está empezando a trabajar su reveladora magia. Finalmente levanto mi cabeza, y Jason inmediatamente desliza mi almuerzo al frente mío. —Oye, te agradezco que no mencionaras mi nombre en eso — dice, pasándome el vinagre de malta. —¿De qué estás hablando? —Lo que pasó en el palacio. Estás enojada conmigo; fue mi culpa que tropezaras con esa armadura. —Tiene que tragarse la risa cuando lo dice, lo cual sólo me hace recordar lo horrible y vergonzoso que fue toda la situación. Rápidamente continúa—: De todos modos, te agradezco que no le dijeras nada a Tennison. Si la profesora T me diera una terrible calificación para este viaje, mi calificación para el semestre se jodería, y francamente también mi promedio de notas. —¿Qué pasó con esa puntuación verbal siete sobre veinte? — Contesto con brusquedad—. ¿No deberías estar manteniéndote a través de las clases con esa inteligencia? 126 —Soy muy inteligente —dice Jason sin emoción—, pero como dijiste, no soy el estudiante más… serio en el mundo. Si mi promedio de notas recibe otro golpe, no voy a entrar a una buena universidad. Y si no entro a una buena universidad, no voy a entrar a una buena Facultad de Derecho, créeme, ni siquiera seré bienvenido a unas vacaciones familiares nunca más. —Su risa salió forzada. Quiero seguir enojada, pero siento una punzada de simpatía por él. A mi padre ni le hubiera importado lo que yo hiciera con mi vida, mientras yo fuera feliz. No me puedo imaginar tener esa presión de mis padres. Así que me trago de nuevo mi respuesta arrogante y miro mi plato. —Mira, estás enojada. Lo entiendo. Lo siento por lo que dije antes ¿de acuerdo? Quiero que hagamos las paces. —Por una vez, parece sincero. —¿Cómo planeas hacer eso? —suspiro. —Bueno, ese texto de Chris… —dice, metiendo la mano en el bolsillo. Saca un pedazo de papel arrugado; se ve como un recibo, con su marca del pollo en la parte de atrás—. Él mencionó que tenía un café moca con caramelo quemado. Resulta que sólo hay dos lugares en Londres que los tienen en el menú. Busqué en Google —explica mientras sostiene el papel para mí. Veo que ha escrito las direcciones en él. —¿Cómo demonios lo encontraste en Google? —La chica sentada en el escritorio de seguridad. Era linda. Ella pensó que yo era lindo… —Se calla, y lo entiendo. —¿Así que ella estaba ciega? —le digo. —Eso fue duuuroo duro. Supongo que me lo merecía. —Me empuja con el codo—. Después del almuerzo es el momento cultural. Entonces, ¿qué me dices? Yo digo que el café moca con caramelo quemado es muy culturalmente relevante. Juego con mi servilleta. Sé que Jason está intentándolo, pero no estoy totalmente dispuesta a perdonarlo todavía. Sin embargo, tal vez el café donde Chris pasa el rato regularmente está en algún lugar. Incluso podría estar allí en este momento, a pesar de que envió el mensaje de texto hace un tiempo; Phoebe y yo solíamos vivir prácticamente en Beanstalk. —Está bien —le digo—. De acuerdo. Pero tú escribirás tu propia reflexión en esta ocasión. —Discutiremos eso después —dice. Saca un puño al aire—. Oh, y deberías responder a ese mensaje. Escribe… Escribe “ojalá pudiera estar allí para encenderte”. 127 Lo miro como si su cabello rojo estuviera en realidad en fuego, pero cuando él me mira sin inmutarse, me rindo. Saco mi teléfono y escribo en él, palabra por palabra embarazosa. ¿Qué tengo que perder de todos modos? Al terminar el almuerzo, caminamos las ocho cuadras hasta el primer café que él había dicho, pero desde el momento en que entro, estoy segura de que este no es el lugar. La pared está cubierta con papel grueso lleno de rosas del tamaño de mi cabeza. Hay muchas de ellas, rojo, rosado y fucsia, en un patrón repetitivo que empiezo a sentir miedo porque siento como si se acercaran cada vez más a mí. Cada mesa redonda cubierta con un tapete hecho a mano, y puntos cruz como en los versículos bíblicos en los marcos de madera que adornan las paredes. Los únicos clientes en el café son de la serie de peinado azul, y parecen que pertenecen a un club de lectura centrada en el último festival para llorar de Nicholas Sparks. —¿Podemos salir de aquí? —me susurra Jason cuando la mujer anciana en el mostrador agita amenazadoramente la tetera floral de porcelana en nuestra dirección. —Dios sí —le susurro también, una falsa sonrisa estampada en mi cara para los clientes. Nos apresuramos a salir antes de que comenzaran a mostrarnos fotos de sus nietos. Tuvimos que tomar el metro para llegar al segundo café, y me doy cuenta de que Jason es lo suficientemente agradable para interponerse entre mí y el raro tipo que huele como avena y sudor. Resulta que incluso en Europa hay tipos raros en el metro. O tipos raros en el tubo, supongo que así lo dicen en Londres. Cuando el tren se desliza hasta detenerse, Jason sale de la nada. Entonces se va corriendo hacia la salida. Bajo del tren antes de que las puertas corredoras se cierren de nuevo, y empezara su marcha. Él está zigzagueando a través de la multitud de viajeros, esquivando gente como si estuviera en un campo de eslalon. Cuando llega a la base de la escalera mecánica, a las justas me da tiempo para alcanzarle. —¿Qué fue todo eso? —le pregunto, pero las palabras apenas salen de mi boca antes de que él salga corriendo de nuevo. Corro detrás de él y cuando por fin lo alcanzo en la calle, los dos estamos jadeando y riendo. —¿Dónde está el fuego? —pregunto entre jadeos. —Trabajo de cardio diario, Lame Libros —dice. Se inclina ligeramente, con sus manos sobre sus rodillas, recuperando el aliento. Se pone de pie y levanta una mano. Tengo que subir un poco mi mano para poder regresarle los cinco—. Buen trabajo —dice. 128 —Gracias —le respondo. Hago puño y los mantengo en el aire como si fuera una campeona que definitivamente no soy. Aunque estoy sin aliento, me siento increíblemente energizada—. ¿Y qué pasa con la carrera loca? —¿No quieres conocer a este misterioso Chris? ¿Acaso él no vale la pena que hayamos corrido? —Jason me da mirada extraña. Abro mi boca pero me doy cuenta que no tengo nada que decir. Una sensación incómoda de gusanos que hacen camino en mi estómago. La verdad es que no estoy segura de lo que siento acerca de ver a Chris. Todo lo que sé es que se siente bien ser querido, perseguido, y que quieran contigo por primera vez. Y una minúscula pequeña partecita de mí también disfrutaba la compañía de Jason. Jason me guía a través de una plaza hacia una angosta cafetería que está en medio de una tienda de libros usados y un internet café. Al entrar, me apresuro hacia la caja y echo un vistazo a la carta. Efectivamente, el café moca con caramelo quemado está en la parte de arriba de la carta, es la especialidad de la casa. —¿Crees que deberíamos pedir una? —Pregunta Jason que viene detrás de mí en la fila—. Recorrimos todo Londres para encontrarlos. —Nah —digo, mirando alrededor de la tienda—. No bebo mucho café. No me le voy mucho a la cafeína de cualquier tipo. Me pone muy nerviosa que siento como si pudiera leer toda la biblioteca de Havard en una noche, o agitar mis brazos y saltar de la azotea de Hancock Building. La última vez que tomé café con leche, decidí que la mejor manera de estudiar para el examen de admisión sería memorizar el diccionario entero. Mi mamá me encontró a la mañana siguiente rodeada de tarjetas de memoria flash multicolores que parecían haber sido escritas por un asesino en serie. Estaba babeando en medio de las Ks. Pasó un mes antes de que pudiera mirar una palabra con K sin tener estremecimientos. Hay pocas personas en la tienda, y la mayoría de ellos parecen mayores, como si fueran estudiantes de posgrado. Uno está golpeando enojadamente su laptop, y estoy bastante segura de que no puede ser Chris. Recordaría si él tuviera una cicatriz en la mejilla (espero). Otro está enfrascado en una novela de bolsillo, pero tampoco creo que sea Chris, estoy segura que una barba rojiza hasta la altura del pecho habría sido bastante memorable. Solo hay un candidato, y que está leyendo lo que parecer ser… No. No puede ser. Así es. Un Shakespeare de bolsillo está en la mesa al lado de su taza (un café moca con caramelo quemado, ¿quizás?) 129 Es él. Tiene que serlo. Mi estómago se mueve de un tirón. Tiene lentes con marcos gruesos y un desordenado cabello negro. Es ese tipo de chico fuerte y atractivo cerebrito. Por una parte emo y por la otra un hombre de montaña. En una palabra, este chico está ardiente. Si él tiene acento británico, creo que podría tener un derrame cerebral inducido por el romance y desplomarme muerta aquí mismo en esta cafetería. Mis manos instantáneamente empiezan a sudar y se va el color de mi rostro. —¿Piensas que es él? —Jason me da un codazo. —No sé —digo, limitada a responder con una sola palabra por el miedo que sentía. —¿Vas a ir allá? —No. —Espero no verme tan asustada como me siento. Meto las manos en los bolsillos de mi pantalón así nadie se dará cuenta que están tan sudadas como si las hubiera metido en una tina de mantequilla de palomitas que compras en los cines. Mi corazón está latiendo como si alguien estuviera jugando con un metal dentro de mi caja torácica. Jason me estudia por un segundo. Me doy cuenta que estoy balanceándome de arriba abajo sobre mis pies. Bien. Así que definitivamente luzco como si estuviera en pánico tal cual como me siento. —Está bien —dice, rozándome cuando pasa por mi costado—. Entonces lo haré yo. —¡No! —grito, llamando la atención de unos pocos clientes. Extiendo mi mano y agarro el dobladillo de su camisa, tirando de él con fuerza. Tira mi mano hacia atrás y se gira hacia mí. —¿Qué te pasa? Hemos ido por todo Londres para encontrar a este tipo. Ahora que está aquí él, ¿no puedes avanzar más? Hay que sacarse las ruedas de entrenamiento algunas veces, Julia. —Yo… Yo sólo… —Mi boca se abre y se cierra como si fuera un pez que ha sido sacado del océano. No sé qué decir. La verdad es que ahora que lo he visto, no puedo acércame a él. Él es ARDIENTE. Y yo… bueno, yo soy yo. Y por no mencionar de que le dije que era una supermodelo. Él probablemente sólo lo creyó porque estaba borracho en la fiesta tanto como yo lo estaba. Una mirada a mí en la sobria luz del día, y todo se desmoronaría al suelo cerca de mis piernecitas cortas. —No puedo hacerlo —logro decir al final. —¿No es ese tu libro? —Incita Jason—. ¿Tu Shakespeare de bolsillo o lo que sea? 130 Estoy sorprendida de que lo recuerde. La última vez que le mencioné mi Shakespeare de bolsillo me miró como si estuviera llevando un pez vivo en mi bolso. —No estoy lista —digo en voz baja, casi en un susurro. Me doy la vuelta y me dirijo hacia la puerta. Jason trota detrás de mí. —¿Hablas en serio? —pregunta. Sólo puedo asentir. Siento un miliar de emociones, desde miedo a ansiedad y de ansiedad a tristeza…me gustaría tener la confianza para acercarme a Chris y sonreírle. Evie y Sarah lo harían. Phoebe definitivamente lo haría. Pero yo no puedo. Diría algo y metería la pata, o me tropezaría conmigo misma o golpearía el café a su regazo, y no sería capaz de soportar la mirada decepcionada de su rostro. Cuando salimos a la calle, tengo que inclinarme y tomar unas cuantas respiraciones profundas. Mis piernas zumban con energía y quiero salir corriendo. En cambio, inhalo tres respiraciones más, luego giro y enfrento a Jason. —Creo que necesito algo más de tiempo. Jason me mira por un momento, y me preparo para sus burlas. Pero sorprendente, no vienen. Jason escanea la calle y de repente se ilumina. —Tengo una idea —dice. Agarra mis brazos y empieza a jalarme por la acera—. Esto te levantará el ánimo. —Se escabulle por la puerta de la tienda de libros usados, que parece especializarse en antigüedades y ediciones raras. El lugar huele como un ático de biblioteca y desde el momento en que entro por la puerta, la pequeña campana retiñe detrás de mí, indicando mi llegada al dueño de la tienda, estoy en el cielo. Esto es definitivamente más divertido que estar en el café, transformándome en una pila de nervios. Los estantes abarrotados de libros de todos los tamaños toman casi cada centímetro cuadrado de la tienda, dejando pasillos estrechos por donde puedes pasar. Un gato gordo y gris está tomando una siesta en la esquina sobre una almohada roja abultada, una cesta de amarillos Penguin Classics junto a él. Los suaves compases la música están flotando a través de la tienda, es una melodía familiar pero no sé dónde la he escuchado, sin embargo de todos modos la tarareo. Me acerco a la vitrina de cristal donde los volúmenes de cuero reluciente con las páginas y bordes dorados que prácticamente brillan. Al mirar a una copia de las Obras Completas de Shakespeare, me doy cuenta de que he estado aguantando la respiración desde que ingresé. Solté un largo y satisfecho suspiro. Jason se aleja por uno de los pasillos altos y estrechos, sin duda en busca de la sección de DVD (que no encontrará en un lugar como 131 este). Espero que no haga caer nada. Vago por el pasillo más cercano, en busca de él. La parte trasera de la tienda se abre en una pequeña área de cafetería con un escenario en la parte de atrás. Hay varias personas que están reunidas en las mesas, tomando café y té en tazas desportilladas. Una chica que parece joven con trenzas sueltas lleva una guitarra acústica fuera del escenario, donde sus instrumentos están esperando. El guitarrista hace girar algunas perillas de su Gibson mientras el baterista se acerca a la esquina detrás de su batería. En cuestión de minutos, se encienden los amplificadores y el bajista canta a todo pulmón por el micrófono. Su música es fuerte y parece un poco fuera de lugar en este pequeño y de aspecto envejecido lugar, pero también es alegre. El ritmo empieza a golpear su camino a través del suelo, a través de mi cuerpo. Reconozco la canción desde sus primeras notas, debido a que la he escuchado diez mil veces desde el reproductor antiguo de mis padres hasta la vez que Jason la tocó en el parque de patinaje. Me apoyo en un estante en la parte posterior de la sala, cierro los ojos y escucho a medida que comienzan a cantar—: Oh darling… Jason me da un golpecito en el hombro. —Vamos —dice. Antes de que pueda protestar, tira de mí hacia el escenario. Serpenteamos a través del laberinto de pequeñas mesas y clientes, y al principio tengo miedo de que él salte al escenario y cante (de nuevo). Aunque él para cerca del escenario. Su cadera se topa con una mesa vacía, la corre rápido a un lado haciendo un poco de espacio para nosotros. Entonces me tiende una mano. —¿Qué estás haciendo? —le susurro. Puedo sentir los ojos del público sobre nosotros. Estamos de pie en frente de toda la sala, a solo unos metros de distancia de la banda. —¿Qué te parece que estoy haciendo? —responde neutralmente—. Vamos a bailar. —Agarra mi mano, tirando de mí hacia él, y lo siguiente que sé, es que él me tiene en una pose al estilo baile clásico. Me siento extraña en sus brazos, como si debería estar en guardia. Estoy a la espera de un ataque de cosquillas de algún tipo o que me baje el pantalón en cualquier momento. O tal vez que se desarme bailando un ridículo fox-trot38 o tango. En su lugar, se relaja y comienza un lento vaivén. Me rio en su hombro. —¿Qué es tan gracioso? Fox-trot: es un popular baile estadounidense, que nace en 1912. Su nombre significa, literalmente, "trote del zorro" y alude a las primitivas danzas negras que imitaban pasos de animales y en las que se inspiraron los primeros bailarines de foxtrot. 38 132 Esto es divertido, casi le digo. Pero en cambio, sacudo mi cabeza y le digo—: Nada.. —Inhalo el olor de su camisa, que en partes iguales huele a detergente y a cedro. Comienza a tararear con el bajista. —Esta debe ser nuestra canción. —Sí, uno donde el tipo pide perdón —le digo, poniendo mis ojos en blanco. —Él no está pidiendo perdón —dice, retrocediendo un poco para poder mirarme—. Él está pidiendo su confianza. —Probablemente porque rompió esa confianza en algún momento en el pasado reciente —replico. Me tiro un poco hacia atrás también. —¿Por qué eres tan cínica de repente? Siento mis mejillas calentarse. Los ojos de Jason están fijos en los míos. Puedo ver los pedazos de oro que nadan entre lo azul—. ¡Tú eres el único que de repente se ha puesto sentimental! —Lo siento —dice despreocupadamente—. Pensé que eras de las personas que creen en el amor y todo eso —Tira de mí hacia él de nuevo, eliminando todo el espacio entre nosotros. Él es cálido. Puedo sentir el calor de su cuerpo pulsando a través de mí, desde la parte superior de mi cabeza hasta la punta de los dedos de mis pies. —Sí lo soy —respondo—, pero sí es, en efecto, nuestra canción, entonces me voy por la interpretación alternativa. —De acuerdo entonces, profesora Lichtenstein —dice riendo. —¿No lo ves de esa manera? —le digo, mi mejilla ahora peligrosamente cerca de presionar su pecho. Él se inclina hacia mi oído. —El amor no mira con los ojos, sino con el corazón —dice. Su aliento me hace cosquillas en el cuello y un escalofrío se dispara por mi espina. Estoy tan sorprendida que acabo pisándole fuerte el pie. ¿De dónde viene eso? —¡Ay! —dice, saltando un poco—. Mira por dónde pisas con esas cosas ¿de acuerdo? Son pequeños pero mortales. —Um, es “El amor no mira con los ojos, sino con la mente” —digo corrigiéndole, tratando de sacudirme la sorpresa al oírle citar a Shakespeare, aunque incorrectamente—, “por eso pintan ciego al alado cupido”. Me siento rara diciéndole las líneas a él. Es diferente de las otras miles de veces que le he corregido en algo. Esta vez siento un poco de calor y no puedo mirarlo a los ojos. Es mi cita favorita de Shakespeare y de Phoebe también, y siempre me imaginé a Mark susurrándomelo al oído antes de plantar un suave beso en mis labios. En cambio, estoy 133 siendo apretada un poco demasiado fuerte por Jason Lippincott, que ni siquiera está diciéndolo bien. Miro hacia arriba. Él está mirando hacia mí, con una ceja levantada y un leve destello en sus ojos. Me preocupa que empiece a hacer bromas sobre el amor de nuevo, pero en cambio, comienza a darme vueltas. La banda ya está por terminar, los amplificadores zumban con los gemidos del cantante. Jason me hace girar más y más rápido. Pierdo el equilibrio y me alejo de él, tropezando hacia atrás hacia una silla vacía de la cafetería. —Creo que suficiente baile para mí —le digo. Mis dedos se agarran de la parte inferior de la silla mientras la habitación se inclina hacia adelante. Me siento mareada por haber hecho los giros, y quizás también un poco por la conversación. Jason sigue mirándome. No hay brillo en sus ojos ahora. Su expresión es totalmente ilegible. —Lo que tú digas —responde. Pone las manos en sus bolsillos y entonces gira en sus chillones talones y se dirige hacia la parte delantera de la tienda. En un abrir y cerrar de ojos, él desaparece entre las estanterías. Tomo una respiración profunda. Todavía puedo olerlo. Goma de mascar sabor a uva, suavizante de tela y algo más, algo que no puedo identificar. Mi estómago da un pequeño salto, y me digo que es solo a causa a de las náuseas por tanto girar. A lo lejos, oigo el tintineo de la campanilla de la puerta principal. —¡Oye, espera! —grito. Salgo disparada detrás de él, reponiéndome por un momento a la sensación de mareo de mi cabeza. Muchas más personas se giran para mirarme, pero los ignoro. Puedo ver a Jason a través de la puerta de cristal, de espaldas a mí, su cabello rojizo está rizado por debajo de su gorra de beisbol. La parte trasera de sus jeans que está usando, el antiguo contorno de una billetera visible en el bolsillo izquierdo trasero. Uno de sus presillas está rota y colgando, provocando que su cinturón marrón caiga un poco cerca de su cadera. Me detengo por un momento para asegurarme de que todo el vértigo se ha ido. Entonces empujo para abrir la puerta. Cuando la campana suena, él no se gira. —No sabía que podías bailar —le digo a su espalda. Él hace una pausa por un segundo y me lanza una mirada por encima de su hombro. —Hay muchas cosas que no sabes de mí —dice y luego se marcha. 134 15 Su encargada o lo que sea Traducido por Marie.Ang Christensen & Majo_Smile ♥ Corregido por Violet~ ¿ Quiero llegar a conocerte mejor. —C Puedo sentarme aquí? Estoy sorprendida de encontrar a Susan de pie junto a mí. Su cabello perfectamente lacio está hacia atrás en una banda roja con una delicada y pequeña reverencia. Hace juego con su chaqueta de punto y las zapatillas de cuero rojo patentado en sus pies. —Eh, claro —respondo, agarrando mi cuaderno más cerca para darle espacio en mi usual esquina de la mesa. Estoy francamente contenta de tenerla a mi lado. Pensé que Jason podría sentarse conmigo en la cena, pero ha estado ignorándome desde la improvisada presentación de danza en la librería. Como si fuera una señal, oigo la risa desenfrenada viniendo a través del comedor. Jason está sentado con un grupo de chicos y están lanzando panecillos con sus tenedores. Típico. Noto que Ryan está sentado con ellos. Su mesa está llena, lo cual explica por qué Susan está sentada conmigo y no allí, pendiente de cada “amigo” que Ryan está pronunciando. Grandioso. Estoy en la mesa de rechazados. —Entonces, ¿qué has estado…? —digo, pero Susan ya ha sacado una pesada copia de British Vogue y está absorta en sus páginas. Susan probablemente se unió a mí en mi mesa porque pensaba que era el lugar para hojear su revista sin ser molestada. Un panecillo navega sobre nuestra mesa y rebota en la pared detrás de mí. Levanto la vista para ver a Ryan y Jason elevando sus tenedores en triunfo. 135 —Ugh, ¿no es lo peor? —Instantáneamente, revista olvidada, Susan azota de vuelta para mirar a la mesa de los chicos—. Como un niño. —En serio —digo. Gracias a Dios Susan Morgan y yo tenemos algo de qué hablar: nuestra mutua aversión por Jason—. Es como si fuera incapaz de actuar como un ser humano normal. ¡Y ese chicle! ¿Qué chico de escuela secundaria conoces que mastica tanto el chicle de uva? Tan grosero. Susan se ve un poco desconcertada. —¿Qué? —Dice; entonces sacude la cabeza—. Oh, me refería a Ryan. Él es, como, tan ridículo. —Oh —respondo. Supongo que Susan y yo no tenemos nada en común. —Jason en realidad no es tan malo —continúa—. Él me rescató totalmente la primavera pasada, cuando mi computadora se comió mi proyecto final para la clase de Freeman de inglés avanzado. Me prestó su ordenador de inmediato… ¡y sus notas eran taaan mejores que las mías! Habría, como, fracasado totalmente si no fuera por él. —Oh —digo de nuevo. A pesar de que estoy sentada, me siento curiosamente desorientada. ¿Jason le prestó a Susan su computadora sólo por ser amable? Aún más extraño, ¿Jason toma notas en clase? —Sí. Tipos como Jason son mejor, en realidad —gorjea Susan. Entonces, vuelve a su revista, y justo así, estoy sola de nuevo. Vuelvo a mis propias notas, tratando de dar sentido a toda la locura que he estado escribiendo. Voy a tener que hacer un documento de reflexión más tarde, y no hay forma de que pueda ser cuidadosa con el lío que he tenido frente a mí. Mi cerebro se siente como que está haciendo vuelta al estilo libre a través de una piscina de limón de gelatina. Bueno, tal vez no puedo culpar a mis notas por completo. Era un largo paseo desde la cafetería a nuestro hotel, pero de alguna manera hicimos todo el camino de regreso sin siquiera mencionar una palabra de lo que había sucedido. Ni siquiera estoy segura de lo que sucedió… si tuvimos algún tipo de momento, como lo hicimos en la tienda de discos, o si imaginé todo. Y luego, está el texto que recibí de Chris, el que por supuesto embriagué en mi teléfono tan pronto como llegamos al hotel. Tuve la tentación de mostrárselo a Jason, pero después del baile, me sentía rara al respecto. Y, ¿qué quiso decir con, “Hay muchas cosas que no sabes de mí”? ¿Qué está ocultando? ¿Por qué no puede ser normal? Un segundo somos amigos, al siguiente él actúa como si tuviera lepra. Es suficiente para darla una chica un latigazo. Es como si se excitara confundiéndome, como si fuera un pequeño juego. Bueno, ya no quiero jugar más. 136 Pero, quiero conocer mejor a Chris. O más exactamente, ahora que lo he visto, quiero que él llegue a conocerme mejor, así que cuando finalmente me armo de valor para conocerlo, él puede no estar demasiado consternado o sorprendido de descubrir que soy una nadadora de un metro cincuenta y dos y no una supermodelo de un metro ochenta. Incluso si fuera el hombre más caliente que he visto alguna vez (después de Mark, por supuesto), parece totalmente perfecto. Quiero decir, estaba leyendo Shakespeare. En un café. El mismo libro que yo estaba leyendo. Echo un vistazo a Susan, que está completamente absorta en un artículo sobre el retorno de la boa emplumada. Probablemente no le importaría en lo más mínimo si me alejaba, pero todavía se siente mal abandonarla. —¿Te importa? —pregunto, asintiendo hacia el ascensor—. Necesito ganar tiempo en este trabajo, y esa guía turística era completamente inútil hoy. —Lo que sea, totalmente bien —dice. Mira de nuevo a la mesa de Ryan, donde un asiento se ha desocupado. Agarra sus cosas y va hacia allá. Tanto por pensar que él es un niño. Mientras tomo el glacialmente lento ascensor a mi piso, saco mi teléfono y miro el texto de Chris. A medida que el elevador suena pasando cada piso, tomo una profunda respiración y escribo una respuesta. Definitivamente. Igual. —J Me imagino que mi mejor opción es mantenerlo corto y simple. De esa manera, no puedo joder nada… espero. Acabo de llegar a mi piso cuando mi teléfono vibra con una respuesta. ¿Lista para reunirse? —C Jadeo y apago mi teléfono. No puedo responder a esto en el pasillo. Necesito pensar un poco. Vuelvo a mi habitación y me tiro en la mullida cama grande, mi portátil abierto y listo para otro documento de reflexión. Sólo que todavía no puedo reflexionar. No puedo pensar en absoluto. Sigo viendo esas gafas y ese pelo enmarañado. Él es tan sexy. Esto era peor cuando no tenía ni idea de quién era. Ahora puedo visualizar perfectamente su cara… y su inevitable mirada de decepción cuando me acerco. ¿Qué diablos voy a decirle? Oh… oye, ¡Chris! Aquí está la cosa. Cuando dije ―supermodelo‖, lo que en realidad quería decir era 137 ―estudiante de secundaria‖. Y cuando mencioné ―sesiones de fotos‖, en realidad me estaba refiriendo a una excursión. Así que, esencialmente, soy una sucia mentirosa. Soy de Massachusetts, no de Manhattan; pero por favor, todavía enamórate locamente de mí, ¿de acuerdo? Golpeo mi ordenador portátil con suficiente fuerza que mi teléfono celular rebota en el piso. Lo recojo y vuelvo a mirar el texto de Chris. Quiere llegar a conocerme mejor. Así que, estoy suponiendo que ahora no es momento de dejarlo saber que he estado básicamente, acechándolo por toda la ciudad. Quiero ser coqueta o ingeniosa, pero estoy demasiado asustada, así que no voy a ir con el Plan B: honestidad. No todavía. Las cosas son complicadas. “Complicado” es el eufemismo del año, pero si fuera a tratar de describir cómo las cosas están en el teclado T9 de mi pequeño préstamo de teléfono celular de mierda, me llevaría días. E incluso entonces, probablemente no lo haría bien. Porque no tengo ni idea. Pongo mi portátil de nuevo en mi regazo y me quedo mirando la pantalla en blanco. Tomo otro intento en mis notas, esta vez atacándolas con mi destacador verde favorito. Doy vuelta a las páginas de mi escrito, tratando de sacar temas, o incluso un punto de partida. Como mi hojeo se vuelve más maniaco, meto el marcador en mi boca, pasando mis dedos a través de las líneas para encontrar algo, cualquier cosa sobre lo que pueda escribir. Cuando más lejos voy al fin del documento, más me acerco a conseguir una ruptura de toda regla. Esto es inútil. Mi reloj despertador de viaje me mira con enojadas luces rojas rotas, burlándose de mí por el tiempo que he estado moliendo lejos esta tarea. Salto de la cama, me cargo en la pared y apoyo en ella, luego me dejo caer en cuclillas. Una buena quemadura en mis muslos debería sacar la quemadura de mi cerebro. Empiezo a contar los segundos. Treinta. Sesenta. Noventa. El tiempo pasa, pero nada está sucediendo. Llego casi a los dos minutos, y mis muslos empiezan a temblar, pero aún estoy sintiéndome loca. En alguna parte alrededor de la marca de los tres minutos, mis piernas dan hacia afuera, y caigo al suelo justo en mi trasero. Masajeo mi muslo, respirando con dificultad y tratando de averiguar qué hacer. Es como si fuera a investigar en mi cerebro con dos manos y una linterna, pero sin poder encontrar una sola palabra para nombrar lo que estoy sintiendo. Todo lo que sé es que no hay manera de que pueda escribir dos de esos estúpidos trabajos de reflexión, especialmente desde que Jason ha sido un poco o nada de ayuda para mí últimamente. De hecho, él ha sido el opuesto exacto de utilidad (¿ayuda-vacío?). Si no mantiene su parte del trato, no mantendré la mía. Y voy a decírselo. Ahora. 138 Paso mis manos sobre mi estómago, alisando mi arrugada camiseta, tomo una respiración profunda, y luego me deslizo en el pasillo, acuñando un zapato en la puerta así no se cierra detrás de mí, ya que la señorita Tennison ya ha recogido las tarjetas de acceso por la noche. Me detengo en frente de la puerta de Jason, y antes de que pueda pensar o hablarme a mí misma fuera de ella, doy un duro golpe. Nada. Presiono mi oreja contra la puerta, pero no escucho música o la televisión o cualquier rumor alrededor. ¿Tal vez está dormido? Echo un vistazo a mi reloj. Ya son las diez y media. Jason debió haber salido a hurtadillas. Llamo de nuevo. Me inclino más cerca como si fuera a ver a través de la mirilla, y mi frente golpea en la puerta. —Ay —murmuro, frotándome la frente. —Amiga, él no está ahí —la voz me asusta, y me giro para ver a Quentin Phillips, jugador de lacrosse y extraordinario adicto, asomando su cabeza de la habitación directamente al otro lado del pasillo. —¿Disculpa? —Amiga, tienes… cosas… en tu… —Apenas puede pronunciar las palabras entre risas. —¿Qué? ¿Qué es? —espeto. —Tus labios son verdes —dice, y levanta un dedo apuntando directamente a mi rostro. De repente, el recuerdo de mi marcador verde, atrapado entre mis dientes mientras estaba tratando de escribir mi trabajo de reflexión, viene de golpe. Excelente. Chupo mis dedos y los froto furiosamente, pero sin un espejo no tengo ni idea de si en realidad lo saco. —¿A dónde se fue? —pregunto, y Quentin no se ríe, así que supongo que el verde se ha ido en su mayoría. —Está afuera —dice Quentin en su extraño acento surfista. (Sé que es un hecho que el niño nació y se crió en Boston) —¿Sabes a dónde fue? —No estoy seguro, amiga —dice lentamente Quentin, mirándome con los ojos entrecerrados a rendijas—. Algún tipo de protesta antialcohol, creo. —Lo siento, ¿qué? —No hablo imitación de sufista, así que debe haber un mal entendido. —No lo sé, amiga —dice Quentin, con una sonrisa extendiéndose por su rostro—. Estaba hablando sobre la prohibición, y yo estaba un 139 poco cansado en ese momento, pero estoy bastante seguro de donde es, como, creo que el alcohol es el diablo, ¿cierto? —¿Estás seguro de eso? —pregunto. ¿Prohibición? ¿De verdad? ¿Qué en el mundo está este chico fumando? Quiero decir, incluso si hubiera algún tipo de retroceso en manifestación anti-licor ocurriendo en Londres, creo que Jason pronto establecería su cabello en llamas por participar. Parecía ser bastante pro-alcohol la noche anterior. —Mira, estaba volviendo de una carrera y lo vi en el pasillo y estaba todo como, “Oye amigo, ¿dónde vas a ir?”, y él estaba todo como, “Voy a ir a la ley seca” —dice Quentin, volviéndose un poco irritable—. No soy su encargado o lo que sea. ¿Ese no es tu trabajo? Una bombilla se enciende en mi cerebro. No es una protesta; es ese bar de expatriados que pasamos en nuestro primer día aquí. Se llamaba Ley Seca. Por supuesto que Jason fue a beber. Se escapó a hurtadillas de nuevo, y esta vez ni siquiera se molestó en decirme. Piso de nuevo hacia mi cuarto y le doy a la puerta el más duro golpe que puedo reunir. Los espejos dorados traquetean en la pared. Agarro una de las pesadas almohadas cubiertas de seda de mi cama, entierro mi cara en ella, y dejo escapar el más fuerte y más largo grito que creo alguna vez haber escuchado. Tiro la almohada de nuevo a mi cama y me miro en el espejo. Me veo enojada. En realidad, parezco loca. He estado pasando mis manos por mi cabello tanto que está empezando a encresparse y pegarse en lugares divertidos. Mis ojos están ligeramente inyectados de sangre, y mis mejillas parecen haber adoptado algún tipo de rubor permanente. Mi cuarto de hotel está empezando a sentirse pequeño y asfixiante. El aire es espeso, pegajoso y duro, a la vez, y tengo problemas para hacer buenas y profundas respiraciones. Tengo que conseguir un asimiento de mí misma. Ahora. Abro de golpe mi cómoda y saco mis pantalones cortos. Me visto, ato mis zapatos de correr, y apilo la bola crispada que es mi cabello en un moño desordenado. Entonces, nado alrededor en mi maleta por mi bolso roto. En el bolsillo interior con cremallera, mi mano se cierra alrededor de la tarjeta de acceso plástica, la que Jason robó para mí. No la he usado desde la noche de la fiesta, cuando me dije a mí misma que no estaría rompiendo ninguna regla más. Vaya, estaba equivocada. Abro mi puerta y asomo mi cabeza, mirando arriba y abajo del pasillo. Nadie. Entonces, salgo al pasillo, tomo una profunda respiración, y dejo que la puerta se cierre detrás de mí con un clic mecánico. Pruebo la llave para estar segura de que aún funciona, y estoy feliz de ver que la pequeña luz verde parpadea junto a la perilla, indicando que todo está listo para salir. Meto la llave en el bolsillo de mis pantalones cortos, y despego hacia las escaleras. 140 Corro por manzanas. Por kilómetros, por lo que se sienten como horas. Corro hasta que ya no estoy cansada, hasta que mis piernas no me duelen más, hasta que estoy en piloto automático. Corro al ritmo de mi corazón latiendo. Es tarde y está oscuro, pero hay un montón de gente fuera, así que no estoy preocupada de terminar en algún callejón abandonado. Nadie parece prestar atención a la pequeña chica americana corriendo a través de las calles en pantalones cortos color rosa neón. Como estoy empezando a relajarme, facilito el ritmo de mi carrera, mis zapatillas cogen algo. Tropiezo y luego caigo al piso. Pongo mis manos a tiempo para evitar golpear mi rodilla en la acera, pero mis palmas pican y me las arreglo para raspar la piel de mi pulgar izquierdo. —Genial —murmuro mientras me levanto cuidadosamente. Mi zapato izquierdo está completamente desatado. Debo haber pisado el cordón. Estaba en un apuro por salir del hotel, que olvidé el doble nudo de mis cordones. Me inclino a atar mis zapatos. —¡Sweeeeet Caroline! A pesar de que su voz es lodosa, la reconozco de inmediato: Jason. Me doy la vuelta y lo veo tropezando fuera de un pub. Corrí justo a Ley Seca. Por supuesto que lo hice. Considero meter mi cabeza y huir. Pero entonces, veo que está en mal estado. Se tropieza con un bote de basura en la calle y se ríe un poco. Oh-oh. Está definitivamente borracho. No parece verme. Se endereza a sí mismo y empieza a bajar la manzana. Se está tropezando mucho. Me disparo detrás de él. Será mejor que me asegure de no se meta en más problemas. Después de todo, soy, como Quentin tan ingeniosamente dijo, “su encargada o lo que sea”. Apenas consigo cinco pasos en la manzana antes de que él voltee sobre sus talones y se abra camino justo hacia mí. —¡Oh! —grito en sorpresa, tratando de averiguar lo que voy a decir acerca de por qué lo estoy siguiendo desde el bar y en la calle en el medio de la noche. —Guau, afortunado de mí —insulta—, tropezando con una chica caliente como tú. Eso significaría más si sus ojos no se sujetaran fuertemente cerrados. En realidad, estoy roja y sudada de mi carrera. Mi vieja camiseta de Newton North High está empapada de sudor, y mechones de mi cabello se han escapado de mi moño y se pegan a los lados de mi cara y mi frente. 141 Jason se frota los ojos como si él hubiera conseguido que lo rociaran con gas. —Soy yo, Julia —chasqueo, tratando de sacar sus manos lejos de sus ojos, pero él se resiste. Cuando lo dejo ir, con el puño izquierdo vuelve a encajar un poco difícil y termina el mismo perforándose en el ojo. —¡Ay! —grita, todavía frotándose la cara. —¿Esperaar por? —Es por furtivamente salir del hotel de chasqueo. Utilizo el dobladillo de mi camiseta exceso de sudor de mi cara mientras yo suspiro por conseguir malgastarte, solo, que al parecer los ojos. nuevo sin decirme — para limpiar parte del en la tela húmeda—. Y ni siquiera puedes abrir —¡No sólo! ¡Con amigos! Un montón de nuevos amigos... —dice, apagándose, pero no veo ninguna señal de estos supuestos amigos alrededor. —¿Dónde están esos nuevos impresionantes amigos? —pregunto. —Justo a la izquierda. —Se encoge de hombros—. Y yo me voy, también. —Da un paso por la acera y prontamente tropieza con sus cordones desatados. Lo agarro antes de que pueda golpear el pavimento. —No lo vas a hacer en cualquier lugar solo en esta condición —le digo. Yo lo apoyo en la pared de una pequeña tienda de artículos deportivos, luego bajo a atarle los cordones. Quentin tenía razón. Realmente soy el guardián de Jason. —¿Qué eres, mi mamá? —Insulta, apoyado en una farola cercana. Su voz sale como "¿quueee eres, mi maaamá?" Al parecer, Jason tiene bastante el acento de Boston cuando está borracho. —Tal vez podrías usar una —replico, y deja caer las manos de sus ojos, que son aguados y de color rojo—. ¿Qué te ha pasado, de todos modos? —Este tipo me compró esta foto y se llamó un especialista y cuando lo haces lanza un chorro de limón en los ojos y sonó como una idea extraña pero al igual el tiro era gratis ya sabes y qué tipo de feo Americano sería si rechazara un tiro gratis —explica en una frase larga y continua, sólo parando para tomar una gran bocanada de aire. —Reaaaalmente inteligente, chico hielo —contesto, lanzando su brazo sobre mi hombro y guiándolo de vuelta a la acera en dirección al hotel. Ojalá hubiera pensado en traer dinero en efectivo, porque entonces podría empujarlo a un taxi y hacerme con ello. En su lugar, sudando de pies a cabeza, con las piernas llenas de plomo, tengo que arrastrar prácticamente a Jason por las calles. Jason es flaco, pero sigue siendo una cabeza más alto que yo, lo que añade una gran cantidad de peso. Peso muerto, que ahora se envuelve alrededor de mi cuello. 142 Mientras estamos avanzando lentamente nuestro camino, tropieza una y otra vez. Miro hacia el suelo para ver si tal vez sus zapatos se han desatado, pero todavía están en perfectos nudos dobles. —Esscucha —dice después de haber caído con todo su cuerpo apretado al mío—. Estaba sólo haciendo algún reconocimiento, ¿sabes? Al igual que un espía. —Hipa con todo su cuerpo, y tengo que abrazarlo más apretado alrededor de la cintura para que no plante su cara en el pavimento. —¿De qué estás hablando? —gruño, asegurándome de que estamos limpios de tráfico mientras cautelosamente lo llevo a través de la calle. TURISTAS ADOLESCENTES APLASTADOS POR AUTOBÚS DE DOS PISOS. Eso sería un título precioso para el periódico local. —Estoy haband sobre el Globo, Julia, —dice como si supiera exactamente de lo que está hablando—. No ess soloa un nombre de algún teatro estúpido, falsa humedad a viejo que ni siquiera es real — hipo—, ess también este club subterráneo. ¡Ya sabes, como este lugar frío que nadie conoce! Tal vez tu amigo, Chris, estaba allí. Cuanto más excitado se pone sobre su información interior, menos estable se pone en sus pie. Está gesticulando salvajemente, y cepilla su mano contra mi teta. Me arde la cara y una descarga eléctrica va desde mi ombligo hacia mi columna vertebral, pero Jason no se da cuenta, así que me callo y lo mantengo guiándolo hacia el hotel. —¿Noes grande, Julia? —Miro hacia arriba y él está sonriéndome, más feliz de lo que lo he visto en días—. ¡Deberiamos verlo! ¡Vamoss! —No estas mirando cualquier cosa además de tu cama —le digo con firmeza. Me giro a la izquierda en Regent Street, una calle muy transitada llena de tiendas y restaurantes. Estamos a sólo tres cuadras de distancia. Casi en casa. Él parece estar caminando un poco más constante, así que aflojo mi agarre. Jason toma ese momento para lanzarse lejos de mí y presionar su nariz contra el cristal de un restaurante de aspecto altanero. Un nombre Francés está pintado en oro en un rollo de papel a través de la ventana. —¡Mira, Julia! ¡Carne! ¡Me encanta la carne! —Comienza a golpear ligeramente sobre la ventana como si fuera un tanque de peces, apuntando hacia una pareja de mediana edad en frente de nosotros que están festejando en lo que parece una pierna de cordero. Se ven muy enojados, sin duda porque no ordenaron un lado para el adolescente borracho. Agarro su brazo y trato de tirarlo por la calle, pero se resiste. Me acerco, poniendo mi brazo alrededor de su cintura otra vez, y empiezo a tirar. Articulo con la boca una disculpa a la pareja en la ventana. Entonces mi mirada aterriza en algo con lentejuelas espumosas justo 143 detrás de la mujer. Mi estómago se cae en mis pies. Se trata de una chaqueta bolero de lentejuelas de plata, y cubriendo a través de los hombros de una mujer de cabello rizado que está sentada frente a un hombre alto, delgado y calvo con un traje de tres piezas. La Sra. Tennison. Siento un impulso doble de reír y gritar. Aparentemente no todo es té y bollos para nuestra chaperona. No sé qué me sorprende más: que la Sra. Tennison se coló fuera, también, o que ella al parecer consigue más acción que yo. Está agitando su copa de vino vacía en el aire y tratando de conseguir la atención de un camarero que está apresurando su camino hacia la ventana, probablemente para mandar a Jason y a mí a largarnos. Tan pronto como su cabeza comienza a girar hacia la ventana, agarro a Jason por la parte posterior de su camisa y tiro de él hasta el pavimento. Afortunadamente, él no está en condiciones de hacer nada más que arrugarse. —Oye —dice Jason. Trata de estar de pie otra vez y lo tiro al suelo. —¿Queeu haces? —Descansar —le digo. —Sí, necesito un descanso, también —dice. Inclina su cabeza en mi hombro y suspira—. Esto es bueno. —Sip —le respondo. Pongo mi mano sobre su cabeza para evitar aparecer en la línea de visión de la Sra. Tennison—. Es bueno, hasta que nuestra chaperona salga y te encuentre más borracho que un miembro del elenco de un reality show de MTV. —MTV apesta —murmura Jason. A pesar de que estoy de acuerdo, lo ignoro. —Ahora este es el plan. Tú y yo vamos a movernos poco a poco por la acera hasta que estemos fuera de la ventana. A continuación, vamos a caminar de regreso al hotel, donde puedes ir a dormir acostado sobre tu estómago como se supone que debes, ¿de acuerdo? Jason asintió rápidamente. —Tienes grandes planes, Julia. —Ya era hora de que lo notaras —murmuro. Lo agarro de la mano y lo arrastro conmigo mientras me arrastro en pies de cangrejo a lo largo de la pared del edificio. Él me sacude fuera, luego se da la vuelta y se arrastra torpemente detrás de mí. Cuando nos hemos movido lejos del restaurante, lo acarreo de nuevo sobre sus pies, tiro mi brazo alrededor de su cintura, y nos impulsamos hacia abajo las últimas tres cuadras hasta nuestro hotel. A medida que hacemos nuestro camino a través de la puerta giratoria, Jason se envuelve por mí, con la barbilla apoyada sobre mi cabeza, sus brazos envueltos apretados a mí alrededor. Él 144 huele a chicle de uva, cerveza rancia, y algún tipo de picante colonia que me hace magra para otra bocanada. Trato de respirar por mi boca para que pueda concentrarme en la tarea en cuestión. Cuando lleguemos hasta el final del camino, Jason se lanza hacia el vestíbulo sin soltarse de mí y ambos caemos sobre la alfombra roja de felpa. Digo una pequeña oración que ninguno de nuestros compañeros estén alrededor, y una rápida mirada me dice que por una vez mis oraciones han sido contestadas. —Julia, ayúdame —gimotea Jason desde el suelo, con el brazo estirado hasta el mío mientras trepo a mis pies. Agarro su mano, acarreándolo hacia arriba, entonces lo guio directamente hacia el ascensor. Golpeo el botón para llamar al ascensor un tanto duro que una de mis uñas se inclina hacia atrás, y atasco mi dedo en mi boca para aliviar el dolor. —¿Vamos a casa ya? —murmura Jason. —Casi —le respondo—. ¿Estás seriamente tan borracho? —Eh —dice, agitándome fuera—. No ess tan malo. Specialmente ahora que estás aquí. Tú eres la mejor colega jamás. ¡La mejor! —Bueno, lo intento —digo—. Casi en casa. —Espero que podamos llegar arriba antes de que alguien nos vea. El ascensor llega después de lo que se siente como una eternidad. Cuando las puertas de latón se deslizan abiertas, digo una oración silenciosa de agradecimiento de que este vacío. Meto a Jason en el ascensor y salto a la derecha detrás de él. En lugar de dejarse caer sobre el banco de felpa roja en el interior, Jason opta por cubrirme de nuevo por encima por el paseo breve arriba. Suspiro, poniendo mis brazos alrededor de su cintura para que no se caiga. —Graciash, Jules —murmura en mi pelo. A medida que el ascensor desliza las puertas cerradas, disparo una última mirada hacia el vestíbulo... y veo a Sarah Finder. Está en el mostrador de recepción, pero ella se volvió directamente hacia nosotros. Sus brazos están cruzados, la cadera inclinada hacia un lado, y me da el más malvado mal de ojos. —Excelente —murmuro mientras las puertas finalmente se cierran y estamos deslizándonos arriba. Como si mis problemas no fueran lo suficientemente grandes, ahora tengo que lidiar con Sarah. Una vez más. Debería despertarme con algunos textos amistosos de ella mañana, estoy segura, y probablemente algunas miradas locas del resto de mis compañeros de clase. Maravilloso. La vida era mucho más fácil cuando mi nombre estaba en una especie de lista negra de chismes. ¿Quién sabe lo que dice la gente acerca de mí ahora? Tengo que preguntarle a Phoebe por un informe del frente interno. Gracias a Dios, la Sra. T prohibió actualizaciones de Twitter en este viaje. 145 El diminuto ascensor está lleno del olor de su colonia, sea la que sea. Gracias a Dios que esconde el olor de mi sudor. Tan pronto como el ascensor llega a nuestra planta, Jason se retira al final del pasillo. Genial, ahora puede caminar por su cuenta. Corro detrás de él, atrapándolo justo delante de su puerta. Él está tirando de la llave robada de la habitación disponible de su bolsillo e intentando atascarla en la pequeña ranura mecánica. Sin embargo sigue fallando, y trata de empujarla directamente en la puerta de madera en sí, la tarjeta llave cae en la alfombra a sus pies. —Aquí, déjame —suspiro, pero me inclino en exactamente el mismo tiempo que él lo hace y golpeamos nuestras cabezas. —¡Ay! —Jason comienza a reír—. Tu cabeza es duuura. Mi paciencia se ha agotado casi por completo, así que arranco la tarjeta del terreno, la atasco en la cerradura y empujo la puerta abierta. Jason tropieza en primer lugar. Vacilo por un segundo, luego decido que probablemente debería seguirlo. Estoy tratando de recordar lo que aprendimos en la clase de salud acerca de "consumo excesivo". Creo que tengo que asegurarme de que no se duerma sobre su espalda. En el interior, Jason cae sobre su cama, recién hecha, gracias a la visita de la limpieza. Me dirijo directamente a su cuarto de baño y agarro un vaso, lo lleno de agua fría. En mi salida, engancho el pequeño bote de basura debajo del mostrador y lo coloco al lado de su cama. Por si acaso. —Tan cómoda —murmura. —Lo sé —le respondo, arreglo el vaso de agua en su mesita de noche—. No puedo esperar a llegar a la mía. —¿La tuya es cómoda como la mía? Apuesto a que no lo es. —Estoy segura de que todas las camas provienen del mismo distribuidor y por tanto son idénticos en su... —Vamos. Pruébala. —Él me mira con ojos estrechos y acaricia el espacio junto a él. —No lo creo —le digo, mis mejillas en llamas. Señalo el agua—. Esto es para ti. Bebe. Jason se da la vuelta sobre su estómago. —No lo necesito. Me siento muy bien. —Su voz es ligeramente amortiguada por los montones de almohadas a su alrededor—. Tú eres la mejor. ¿He dicho esto aún? Porque lo eres. La mejor. —Sip, gracias —le respondo, cepillo mis manos en mis pantalones cortos—. Bueno, bien, buenas noches. No duermas boca arriba, ¿de acuerdo? 146 No tengo una respuesta. En cuestión de segundos, él está roncando. Dejo la llave en la mesita de noche donde él seguro que encontrará por la mañana, y luego alcanzo mi bolsillo para sacar la mía. Sólo que no hay ninguna llave en mi bolsillo. De hecho, hay apenas un bolsillo en mi bolsillo: mis dedos se deslizan a través de un gran rasgón en el forro y directamente hacia fuera de la pierna de mis pantalones cortos. Oh Dios. Mis manos y pies están empezando a sentir un poco de hormigueo mientras la realidad de la situación está comenzando a establecerse. No tengo mi llave. Cierro mis ojos y puedo al instante imaginar la pequeña tarjeta blanca perdida en algún lugar en las calles de Londres a lo largo de mi torcer, girando la ruta corriendo. —Oh, joder —murmuro para mis adentros, y Jason resopla desde su cama. —Sólo di la mala palabra, Julia, —murmura. Al parecer, no está del todo dormido. Respiro hondo y pienso en mis opciones. Yo podría tratar de convencer a la recepción para darme otra llave, pero hay una multa por una llave perdida, y la Sra. Tennison sabrá que estaba fuera de mi habitación a las (miro mi reloj) las doce de la noche. Genial. Miro hacia atrás a Jason, tendido casi en toda la extensión a través del edredón. Un pequeño charco de baba comienza a formarse en la almohada. No hay manera en que yo entre ahí con él. Agarro una de las almohadas de la pila en el suelo y tiro del decorativo que está cubriendo sobre una silla en un rincón. Desde la bañera de Jason, a diferencia de la mía, que se encuentra en su cuarto de baño, el pie de la cama está ocupado por una manta de gran tamaño. Creo una pequeña improvisada cama y me acurruco para la noche. Pero al cabo de quince minutos, yo sé que absolutamente no hay ninguna manera de dormir. La alfombra tiene estos pequeños nudos decorativos en ella que se mantienen escarbando en mi espalda. Además no puedo sacar de mi mente el hecho de que estoy durmiendo en el suelo, que es donde la gente camina con los pies sucios. Prácticamente tengo los pies sobre mí. Así que sólo yazco allí, parpadeando a la sobrecarga del oscuro techo, los nudos se clavaban en mi espalda y los pies se arrastran sobre mí. No puedo hacer esto. Pero mi única opción es... y no puedo... yo no... 147 Hago estallar mi cabeza a los pies de la cama para ver que Jason se ha acurrucado en su lado, ocupando exactamente la mitad de la cama de matrimonio. Hay espacio suficiente para que yo pueda subir a su lado sin llegar a tocarlo. Tomo una respiración profunda y me subo en la cama. Apenas se mueve mientras me acuesto. Estoy tan tensa que me preocupa no poder conciliar el sueño, pero dentro de segundos el agotamiento me agarra y me tira en virtud en el sueño. 148 16 Ojo por Ojo, Texto por Texto Traducido por munieca & Juli Corregido por LadyPandora Ah, bueno. "La trayectoria del amor verdadero jamás fue un camino fácil." ;) —C U n rayo de luz está brillando directamente en mis párpados. Quema y trato de tirar la manta sobre mi cabeza, pero no puedo, porque estoy durmiendo encima de ellas. ¿Sin manta? ¿Cómo es que no tengo frío? Siempre tengo frío sin manta... Mis ojos se arrastran abriéndose y veo un montón de ropa sucia en un rincón en el suelo. ¿Por qué anoche no doblé mi ropa? Entrecierro más fuerte los ojos en la pila. Mis vaqueros no tienen los agujeros de Abercrombie & Fitch... Entonces recuerdo dónde estoy. Estoy en la habitación de Jason Lippincott. Y sé por qué no tengo frío. Estoy acostada de lado, mi mejilla situada en una pesada almohada de plumas. Mis rodillas están dobladas y retraídas hacia mi pecho. Me siento cálida y cómoda, como si estuviera durmiendo en un abrazo gigante. Entonces me doy cuenta: Estoy en un abrazo gigante. El peso por encima de mi cintura es un brazo. Y eso que hay entre mis rodillas no es una almohada. Es otro par de rodillas. Oh Dios mío. Creo que estoy acurrucada. Con Jason. Estoy acostada con Jason y su cara está enterrada en mi pelo, puedo sentir su aliento en mi oído y OH DIOS MÍO, ESTOY ACOSTADA CON JASON. Si hubiera una luz roja y una sirena en mi cerebro, serías capaz de oír el chirrido y ver el parpadeo todo el camino de vuelta a Boston. Tengo exactamente once minutos antes de que, supuestamente, nuestra clase se reúna en el vestíbulo para unas horas de rutas culturales. Sigo sin tener una llave para mi habitación, y no hay forma de que, arrugada y medio dormida, pueda colarme en la recepción para conseguir una, cambiarme y estar de vuelta abajo a tiempo. 149 Por mucho que quiera escapar directamente de la cama, no quiero correr el riesgo de despertar a Jason y enfrentar el hecho de que me acosté (oh Dios mío) en sus brazos la noche anterior. Así que con cuidado y lentamente me contoneo para deslizarme a través del colchón, con cuidado de no molestarlo. Estoy casi fuera de peligro, a punto de oscilar mis pies en el suelo y hacer mi huida, cuando oigo un bufido y una tos que viene del otro lado de la cama. El brazo de Jason se arroja sobre el colchón, me engancha alrededor de la cintura tirándome limpiamente de nuevo hacia él. Tanto trabajo para volver a estar de nuevo acurrucada contra él. Empiezo de nuevo mi escape, esta vez más lento, pero apenas consigo una pulgada de distancia antes de oírle murmurar. Es ahogado, pero sin duda escucho las palabras "otro beso" viniendo de la almohada. OH DIOS MÍO. Estoy acostada con Jason Lippincott, ¿y está soñando con besos? Me doy por vencida en lo de ir despacio y constante y, en vez de eso, me lanzo a mí misma fuera de la cama. Aterrizo en el suelo, el trasero amortiguado por una almohada perdida que fue arrojada a un lado aparentemente en algún momento de la noche. Me alzo y echo un vistazo en el espejo y me maldigo eternamente por salir anoche de mi habitación. Todavía llevo mis pantalones cortos fluorescentes de correr y mi camiseta de "Leer es Sexy" que llevé todo el día de ayer. No estoy segura de sí soy lo suficientemente popular como para que la gente note mi atuendo, pero no me importa descubrirlo hoy. Además, anoche Sarah nos vio a Jason y a mí subiendo las escaleras a trompicones. Si ella me ve con la misma ropa hoy, no habrá fin a los rumores y mucho menos al aluvión de mensajes de texto. Por suerte, mi teléfono estaba en el otro bolsillo. El suelo está plagado de varias piezas de ropa. Empiezo a levantar cosas de la alfombra, sosteniéndolas entre el pulgar y el índice mientras las huelo. Retrocedo en horror cuando me doy cuenta de que, sin duda, algunas de estas camisas no están limpias. Me dejo caer en mis manos y rodillas, arrastrándome en busca de algo, cualquier cosa, que sea limpio, o incluso medio limpio. Finalmente encuentro oro cuando mis manos aterrizan en una pila que ha sido pateada a medio camino por debajo de la cama. Corro al baño y me pongo la camiseta verde del Campeonato de los Celtics del 2008, que cae muy por debajo de mis rodillas. Si tuviera un cinturón, podría pasarlo como una especie de mini vestido (y probablemente luciría más a la moda de lo que llevo toda la semana), pero sin cinturón voy a tener que esperar que el desamparado chic siga siendo algo. Paso los dedos por mi pelo enredado, tirando del elástico de mi muñeca y enrollándolo en un moño desordenado. Salpico un poco de agua fría en mi cara y hago un intento valiente de cepillarme los dientes con un chorrito de crema 150 dental de Jason y mi dedo índice. Cuando doy un paso atrás y contemplo mi aspecto en el espejo, todavía parezco un animal atropellado. La camisa es un lío arrugado y unas seis tallas demasiado grandes. Mis mejillas están manchadas, marcadas con la almohada y trozos de mi pelo sobresalen del bollo en ángulos críticos. Mis pantalones cortos se sienten sucios de todo un día (y noche) de usarlos, pero no hay nada que pueda hacer. Tengo que irme. Salgo del baño para ver a Jason aún muerto-dormido en la cama. Si no lo despierto, se perderá el viaje. Si lo hago... bueno, entonces tendré que mirarlo a la cara y, posiblemente, explicar cómo acabé en su cama toda la noche. —Lo siento, Jason —susurro, agarrando su forro polar de la parte posterior de una silla y arrastrándome hacia la puerta. La señora Tennison no nos devuelve nuestras llaves hasta que todos estamos reunidos en el vestíbulo, listos para salir a Notting Hill. Para alguien que estuvo despierta la noche pasada teniendo sus propias aventuras ilícitas, ella luce sorprendentemente alegre. —¿Dónde está tu compañero? —me pregunta mientras finalmente aprieta mi llave en la mano. Está claro que estoy en apuros con la señora T. —No se encuentra bien —suelto. Este es el eufemismo del siglo—. Piensa que podría tener un virus estomacal o algo así. Cuando la señora Tennison entrecierra sus ojos, hago mi mejor expresión de “¡Soy inocente!”. Oye, funcionó en tercer grado después de que accidentalmente abollara el capó del Toyota de la señora Hardwell durante un partido de béisbol callejero. De alguna manera logré convencerla de que una ardilla debió haberlo golpeado con una bellota enorme. —Es una lástima —dice la señora Tennison finalmente—. Espero que no la haya contagiado a usted. Así es como termino siendo la tercera rueda con Ryan Lynch y Susan Morgan. Sarah me da una mirada mordaz y le susurra algo a Evie. Mis mejillas comienzan a arder. Recuerdo cómo vio a Jason envuelto alrededor de mí anoche en el ascensor. Oh Dios... si de alguna manera se da cuenta de que dormimos en la misma cama... Tomo una respiración profunda. Nadie lo sabe. Nadie lo sabrá. No pasó nada. La Señora Tennison nos espanta por la puerta y nos señala la dirección de la estación de metro más cercana. —¿A dónde vamos? —La voz de Evie tiembla. La excursión de hoy fue anotada en la agenda como "ir de compras”. Es evidente que la idea de un día de lujo dedicado a las mejores boutiques de Londres está poniéndola nerviosa. 151 —Nos dirigimos a Notting Hill —responde la señora Tennison, constantemente contando y recontando nuestro grupo mientras nos abrimos paso por la calle. —¿Cómo en la película? —chilla Sarah. —¿Qué película? —pregunta la señora Tennison y Sarah se queda mirándola, con la boca abierta. La señora Tennison sacude la cabeza y vuelve a su recuento incesante—. ¡Vamos a explorar los mercadillos, que albergan algunas de las antigüedades más emocionantes e interesantes en el mundo! —¿Antigüedades? —grazna Evie. Prácticamente puedo ver visiones de cachemira y Jimmy Choos39 derritiéndose ante sus ojos. Sé por lo que he leído que también cuenta con un mercado de ropa de segunda mano bastante impresionante, pero no quiero darle el placer de que lo sepa. Además, Evie casi nunca lleva la misma ropa dos veces, asi que sin duda, no aceptaría lo vintage. Sonrío pensando en todas las tiendas de libros usados en Notting Hill. Voy a tener que conformarme con la búsqueda, ya que todo mi dinero está en mi bolso roto en mi habitación cerrada. Va a ser un largo día. 152 Por desgracia, con Ryan y Susan, las tiendas de libros usados no parecen estar en la agenda. Yo trato de llevarlos a una tienda llena de gente, estrecha, con una fachada sorprendentemente azul, pero Susan pone los ojos en blanco, agarra el brazo de Ryan y lo arrastra por la calle. Queda claro demasiado pronto que hoy no voy a observar ningunas antigüedades impresionantes. Parece que tendré que escribir mi documento de reflexión sobre las técnicas de flirteo de una torpe Susan Morgan, con notas que detallan las conductas igualmente torpes de Ryan Lynch, el objeto de su afecto aparente y su incapacidad de pillar una sola pista. Parte de esta intrincada danza de apareamiento parece ser una estricta adhesión a la creencia de que yo no estoy aquí para nada. Por lo menos no tengo que preocuparme de que se den cuenta de que estoy vestida con ropa de Jason. No me notarían aunque me arrancara esta camiseta y corriera por el mercado en sujetador, los brazos por encima de mi cabeza y riendo como una maníaca. Nunca antes he dormido en la misma cama con un hombre. Lo que hace a Jason, literalmente, al primer chico con el que me he acostado. Ese Jimmy Choo Ltd: compañía de Reino Unido dedicada a la manufactura de accesorios y zapatos de lujo. La compañía fue fundada en 1996 por la editora de accesorios de la revista Vogue Tamara Mellon y el diseñador de zapatos Jimmy Choo. 39 pensamiento me da ganas de gritar, mojarme los pantalones o transferirme de escuela. Veo a Sarah en un puesto lleno de joyas hechas de pedazos rotos de reloj y rápidamente me escabullo alrededor del puesto de un vendedor diferente para evitarla. Me estoy preparando para otro texto malvado. De hecho, estoy un poco sorprendida de que no haya atiborrado ya mi bandeja de entrada. El único mensaje que he recibido hoy es de Chris. No le he respondido. ¿Cómo puedo hacerlo? No tengo ni idea de qué decirle. Mientras que Susan se detiene a comprar un helado a un vendedor ambulante, por fin tengo la oportunidad de mirar alrededor un poco más de cerca y descubro una mesa llena de filas de tazas de té y platos a juego. Cada uno está hecho de porcelana delicada y pintada a mano con brillantes arreglos florales de colores. Parecen como que si respiraras sobre ellos demasiado fuerte fueran a romperse en mil pedazos. Se ven tan frágiles y vulnerables aquí afuera en la entrada. Cierro los ojos y al instante tengo una imagen de Jason haciendo algún tipo de patada ninja para divertirse, accidentalmente volteando la mesa y enviando fragmentos de porcelana en una lluvia sobre la carretera. Abro los ojos para ver las tazas siguen intactas y me siento extrañamente decepcionada. Oh, Dios mío. ¿En serio estoy extrañando a Jason? Bueno, tal vez no extrañándolo, exactamente. Pero me doy cuenta de que sin él, estas visitas son sin duda menos emocionantes. Tal vez sea lo ridículo de Susan anhelando a Ryan, o tal vez es que nunca he conseguido divertirme con las compras, pero estoy aburrida a muerte. —Um, ¿vienes? Susan está arrastrando por el camino de nuevo a Ryan de la manga, con un cucurucho de helado en su mano libre. Suspiro y camino penosamente después de ellos. Tengo que salir de aquí. Todo este coqueteo me da ganas de vomitar. Escaneo la multitud buscando a la señora Tennison, que por suerte está a sólo dos puestos de distancia, mirando figuras de porcelana de animales de granja. Me acerco a donde está de pie, sosteniendo una oveja del tamaño de un puño con una sonrisa espeluznante pintada en su pequeña cara de oveja. —¿Has visto alguna vez algo tan adorable? —pregunta. Oh, no. Debería haberlo sabido. La señora Tennison es una de esas mujeres que nunca superó sus colecciones de muñecas. Apuesto a que también colecciona almohadas bordadas. —Um, ¿señora Tennison? Realmente no me encuentro muy bien — le digo. Pongo mi mano sobre mi estómago, esperando que esto ayude 153 a mi causa—. Creo que tal vez agarré algo de Jason. —Trato de pensar en algo que hará que el color se drene de mi cara, pero lo único que puedo pensar es en despertar al lado de Jason, que tiene el efecto contrario. Siento que me ruborizo como una loca. —Hmmm. —Ella frunce el ceño, apoyando las ovejas—. Te ves un poco febril. ¡Sí! —Me siento muy caliente —le digo, saliendo con eso. Doy un toque en mi frente como si estuviera a punto de romper en sudores. —Bueno, voy a subirte a un taxi, probablemente deberías volver al hotel y acostarte —dice, tomando mi codo y llevándome por la calle—. Espero que no haya algún virus dando vueltas, o todos ustedes tendrán un vuelo a casa muy incómodo. ¿Ustedes dos han estado compartiendo alimentos o intercambiando bebidas? La idea de intercambiar saliva con Jason es suficiente para que me ahogue un poco, eso sólo ayuda a mi causa. La Señora Tennison me frota la espalda, murmurando, “¡Dios mío!," para sí misma y suspirando. —Bienvenida de nuevo, señorita —dice el portero, manteniendo abierta la pesada puerta del hotel, con una mano enguantada de blanco. Le doy una débil sonrisa. No me siento como una "señorita" esta mañana. En primer lugar me desperté en la cama de un chico, y luego me puse ropa que fue mitad robada, mitad sucia y entonces mentí a la señora Tennison con lo de sentirme enferma. Tan sólo es que ya no podía soportar viendo a Susan reírse con Ryan mientras él perezosamente escudriñaba a las sexis británicas que pasaban. Cuando vuelvo a mi piso, camino justo más allá de mi propia puerta y me dirijo directamente a la de Jason. Golpeo fuerte la puerta; entonces (pensando en mi propia resaca) cambio a un suave golpe. —¿Jason? —llamo en voz baja, pero lo suficientemente fuerte para que pueda oírlo—. Jason, ¿estás ahí? La puerta se abre. Jason lleva la misma ropa que tenía cuando lo dejé esta mañana, la misma ropa que llevaba la noche anterior. Sus ojos están inyectados de sangre, probablemente en parte por la resaca y en parte de ese trago estúpido que hizo. Su cabello rojo se está pegando en matas locas, un remolino gigante que sobresale de la parte superior de su cabeza. Tanto para nunca conseguir una resaca. —¿Qué? —murmura. Se aprieta las manos a las sienes, en lo que podría ser un intento de mantener su cerebro quieto. —Necesitas comida —le digo, desfilando al cuarto por delante de él—. Tienes que limpiar y necesitas un poco de aire fresco. 154 —Uf —gruñe, arrojándose sobre la cama. Camino a la cómoda y abro el cajón de arriba, pero está vacío. Lo mismo con todos los cajones de debajo. —¿Dónde está tu ropa limpia? —Pido con la eficiencia de un sargento. No estoy teniendo suerte con los montones en el suelo otra vez. Él murmura en su almohada y su mano se cae a la izquierda, apuntando hacia la esquina. Sigo su dirección a su maleta, llena de camisetas arrugadas y vaqueros agujereados. Por supuesto que no deshizo las maletas. Revuelvo su maleta y escojo un par de vaqueros y una camiseta, tratando de ignorar el hecho de que he añadido en la parte superior de la pila, un par de boxers azul marino con barcos de guerra en ellos. Lanzo la ropa en la cama junto a él. —Levántate —le digo—. Esto va a ser bueno para ti. Hace otro ruido ininteligible en la cama que parece un cruce entre un gruñido y un gemido. —Levántate —repito, me dirijo al baño y enciendo la ducha—. Esta es tu última oportunidad antes de que empiece a cantar melodías de espectáculos tan fuerte como pueda. Y soy una cantante terrible. Él yace allí otro momento, así que tomo una respiración profunda e inicio con las primeras líneas de Tomorrow de Annie. —¡Ahhhhh! —Grita, saltando de la cama—. ¡Muy bien! Caray, debieron enviarte a Guantánamo. —Excelente —le respondo, dirigiéndome hacia la puerta. No quiero dar vueltas por los pantalones caídos de Jason—. Voy a estar de vuelta en diez minutos. Por favor, espero verte bañado y listo para salir, ¡o será Bye Bye Birdie40 para ti! Salto de vuelta al pasillo hacia mi habitación, de repente de un humor excelente. Me siento como si bajara del podio en un partido con una medalla de oro alrededor de mi cuello. De vuelta en mi habitación, me apresuro a cambiarme la ropa de gran tamaño de Jason y mis sucios pantalones cortos por mi favorito par de pantalones de pana y el suéter de lana escocesa que mamá consiguió cuando ella y papá estuvieron aquí hace tantos años. El suéter es mayor que yo, lo encontré en el armario de mamá un par de años atrás y he estado usándolo cada invierno desde entonces. Cuando vuelvo, veo que no hay necesidad de más números de Broadway. Jason está limpio y vestido, a pesar de que todavía se ve una sombra de luz verde bajo sus pecas y sus párpados cuelgan pesadamente como siempre. Pongo la ropa, doblada en una pila 40 Bye Bye Birdie: musical de Broadway de 1960 155 ordenada sobre su cómoda (en realidad los únicos artículos de ropa en la cómoda, ya que todo lo demás está tirado por la habitación). Jason no dice mucho mientras salimos del hotel hacia la calle. De hecho, no dice nada en absoluto, excepto gruñir y señalar a un restaurante. —¿Wagamama? —Leo de la señal—. Nunca he oído hablar de él. —Comida para la resaca —dice Jason. —Pensé que no pillaste una resaca —le respondo. —Te dije que se necesita mucho —responde, abriendo la puerta y dirigiéndose adentro—. Y eso es lo que tuve. Mucho. Wagamama resulta ser una genial tienda de fideos y ambos ordenamos tazones de ramen con pollo y verduras. Mientras Jason come su comida, su color comienza a volver a la normalidad. Sus ojos se aclaran un poco y la sonrisa ladeada y perezosa regresa. —Entonces, ¿cómo lograste salir? —pregunta. —Tomé una página del libro de jugadas de Jason Lippincott y alegué estar enferma —le respondo—. Y por cierto, me tienes que agradecer por conseguir librarte a ti también. —Bien jugado —dice en su sopa—. Te debo una. —¿Lograste dormir un poco? —Tan pronto como hago la pregunta, me doy cuenta de que estoy invitándole a una conversación sobre nuestra manera de dormir súper incómoda. Aunque no estoy segura de si él lo recuerda. Estaba bastante borracho cuando se quedó dormido y me fui antes de que se despertara. —Sí, gracias a Dios —dice, abandonando sus palillos por una cuchara cercana—. Dormí como un bebé. Probablemente el mejor sueño que he tenido en mucho tiempo. ¿Tú? —Uh, sí, muy bien. —Me sonrojo, preguntándome si sabe que me alojé en su habitación. En su cama. Y dormimos apretujados. —Te ríes en tus sueños. Mi cabeza se levanta rápidamente de mi almuerzo. Así que lo sabe. —¿Yo qué? —Sí, no te emociones —dice, sonriendo para sus adentros—. No es lindo. Es un poco espeluznante. Más bien como un cacareo. Estabas hecha polvo, Lame Libros. —Oh, cállate —digo, sacudiendo mis palillos hacia él. Aterrizan justo en su tazón, lo que ahora es casi todo caldo. Lo recoge y lo tira hacia atrás, pero la resaca ha afectado a su fin. Lo lanza por encima de mi hombro derecho. 156 Le hablo de mi salida de compras con Ryan y Susan y bromea diciendo que necesitan comprarse nuevas personalidades. Le digo que tuvo la suerte de dormir y me gustaría poder haber hecho lo mismo. —Puedes dormir mañana —dice—. Yo te cubro. Dile a la señora Tennison que te perdiste en una enciclopedia gigante o algo así. —¡De ninguna manera! No puedo esperar para el viaje de mañana —le digo, ignorando su codazo—. En serio, va a ser el punto culminante de todo el viaje. —¿Qué hay mañana? —Es el viaje a Stratford —digo, sorprendida de que no lo recuerde. —Oh, sí. Cierto. ¿Qué hay de bueno en visitar el lugar de nacimiento de Shakespeare, eh? —pregunta Jason. Sorbe el caldo de la cuchara con tanta fuerza que rocía de nuevo sobre la mesa. —Shakespeare es, probablemente, el escritor más grande de todos los tiempos —le digo—. Va a ser fuente de inspiración para ver de dónde venía. Tal vez escribió algunos de sus sonetos allí. “Puedo compararte a un día de verano…” —me detengo, avergonzada. —Supongo que sí —murmura Jason antes de inclinar su tazón en la boca para acabar con el caldo. Hago una mueca. —Sé que tú no crees en el amor, pero yo sí —le respondo, alineando mis palillos ordenadamente junto a mi plato vacío—. Y Shakespeare sabía exactamente cómo escribir sobre eso. Chris lo entendería. Apuesto a que él aprecia a Shakespeare. —¿Por qué, porque es británico? Creo que eso es racista. — Levanto la mirada para ver los bordes de su boca apareciendo. Me está tomando el pelo. Esa es una buena señal. Levanta la vista de su plato de fideos—. Oye, nunca dije que no creo en el amor. No creo que venga en paquetes perfectos y predecibles. Pongo los ojos en blanco por enésima vez, y él lo ignora por enésima vez. Es un intercambio que está empezando a sentirse rutinario, y casi cómodo. Incluso con sopa bebiendo ruidosamente y las burlas, soy mucho más feliz ahora de lo que fui esta mañana, aunque estoy segura de que tiene que ver con el texto de mi amigo con gafas y el viaje de mañana a Stratford. —Entonces, ¿qué sigue, Lame Libros? —pregunta Jason cuando nos dirigimos a la calle. —Bueno, en primer lugar, podrías acabar con eso de “Lame Libros” —le respondo—. Le mentí a un maestro para que vinieras a almorzar. Lo menos que puedes hacer es llamarme por mi nombre real. —Está bien, está bien. No me di cuenta de que eras una rebelde —dice, riéndose—. Entonces, ¿qué sigue, Julia? 157 No había pensado en tanto. —No lo sé, lo que quieras hacer, supongo. En realidad tengo que conseguir otra tarjeta telefónica. No sé cuánto cuestan estos mensajes, pero no pueden ser… —London Eye —dice, cortándome a mitad de la frase. —¿Qué? —Al London Eye. Quiero ir allí —dice. Dudo y él levanta una ceja— . Dijiste lo que sea que yo quiera hacer y eso es lo que quiero hacer. Tardo un minuto, pero finalmente cedo. No es como si le tuviera miedo a las alturas, pero... Está bien, sí tengo un poco de miedo a las alturas. El London Eye se menciona en cada una de mis cinco guías (y en las tres que quedan en casa). Es la noria más grande de Europa, y cada libro menciona que las vistas son impresionantes. Yo estaba esperando admirar su majestuosidad desde el suelo, pero parece que no está en las cartas. Mi padre siempre se lamentó de que el Eye no se había construido cuando él y mamá aún se encontraban aquí. Siempre decía que en su próximo viaje tomarían un paseo por cada año de su matrimonio, y mamá sonreía y decía: "Entonces mejor hagámoslo antes de estar viejos y canosos." Supongo que esto significa que tendré que tomar diez paseos en su honor, pero tendrá que ser suficiente. Cuando llegamos al London Eye, me doy cuenta de que no es exactamente una rueda gigante, más bien es como una rueda de la fortuna en los esteroides. En cada vagón pueden caber al menos veinte personas y el artilugio entero se arrastra a lo largo tan lentamente que tarda media hora para que se complete una vuelta completa. Jason paga mi ticket. —Mi idea, yo invito —dice con firmeza, y damos un paso a bordo. Los vagones se componen casi completamente de ventanas, donde los habitantes puedan atestar a su alrededor para ver el Támesis y todo Londres presentado ante ellos. Un banco de madera ocupa el centro del espacio, pero sólo una mujer se sienta sobre él y creo que es porque realmente tiene miedo a las alturas. Se mantiene respirando profundamente y periódicamente pone su cabeza entre sus rodillas. Espero que no vomite, porque no estoy segura de poder aguantar quedar atrapada en una bola de hámster glorificada llena de vómito extraño. Mientras subimos, tomo la vista. Es verdaderamente espectacular. He visto vídeos, vistas aéreas de los pilotos del pasado, pero nada puede compararse. Me recuerda a la escena en Willy Wonka cuando Charlie se escapa de la fábrica y vuela alto sobre la ciudad en un ascensor de cristal. El cielo es azul claro. Nubes esponjosas en forma de animal derivan por el cielo azul claro. Parece como si fuéramos a 158 terminar directamente en el vientre de un gatito de nube esponjosa. Los barcos de excursión de crucero por el Támesis parecen juguetes a medida que subimos más y más. Incluso el Big Ben comienza a verse pequeño cuando nos acercamos a la cima. Casi espero a que Jason haga una broma al respecto. —Me encantaba esa cosa cuando era un niño —dice Jason en su lugar, y le echo un vistazo para verlo mirando por encima de las personas en la tierra, que ahora son poco más que manchas—. Creo que fui una de las primeras personas en viajar. No he vuelto en años. —No sabía que ya habías visitado Londres antes —le respondo, manteniendo mi mirada, como la suya, en la ciudad a nuestros pies. —Bueno, técnicamente no la he visitado —dice, encogiéndose de hombros—. Soy un ciudadano británico. Mi madre es inglesa. Así que supongo que no es como si fuera un turista. —Lo siento, ¿qué? —le pregunto, apartando los ojos de la vista para mirarlo sorprendida. —Es una formalidad, realmente —dice, sin mirarme a los ojos—. Quiero decir, tengo la doble nacionalidad. Todavía soy americano. Realmente no sé qué decir. No sabía nada acerca de la verdadera madre de Jason, pero pensé que era la típica madre suburbana de clase media alta de Boston. Nunca me hubiera imaginado que era británica y desde luego no tenía ni idea de que Jason también lo era. Pienso en lo que dijo el otro día: Hay muchas cosas que no sabes de mí. No bromeaba. Lo observo con atención, tratando de juzgar cuánto debo entrometerme, pero está distraído por completo. Está mirando sobre el Támesis hacia un pequeño grupo de edificios a la izquierda hacia los amplios jardines del Palacio de Buckingham. —¿Ves ese pequeño chapitel41 de allá? —pregunta bruscamente—. ¿El azul que parece que casi podría estar un poco torcido? ¿En la cima de esa iglesia? —Sigo su dedo hacia el lugar en la distancia, y por supuesto, hay un pequeño chapitel azul que tiene un diseño tan extraño que parece casi doblado. Lo detecto cuando él deja caer el dedo. Mete la mano en el bolsillo trasero y saca una cartera de piel que es tan vieja que está ahora en su mayoría hecha de cinta adhesiva. La abre y extrae una pequeña imagen arrugada de adentro. Ha sido cortada para ajustarse cómodamente al lado de su tarjeta de identificación de Newton North. Es una foto de Londres, tomada desde la azotea de un edificio en algún lugar. El marco entero está repleto de techos y chimeneas. Él sostiene la imagen hasta el cristal y el paisaje en la imagen empieza a Chapitel: elemento arquitectónico que se sitúa en la parte superior de una torre, campanario o iglesia a modo de remate 41 159 alinearse con la vista. La foto fue tomada desde una distancia mucho más corta que nuestro lugar en el cielo, así que todo es más grande y no me cuesta distinguir el pequeño chapitel torcido. Señala una pequeña azotea verde alrededor de la más torcida de las tres torres. —Ahí es donde viví hasta los cinco años —dice—. Antes de que mamá se fuera y papá se mudara a los Estados Unidos. Hay un momento de silencio atónito mientras asimilo lo que acaba de decir. ¿Así que no sólo la madre de Jason es británica, sino que en realidad vivió en Londres? Siempre he pensado que Newton era tan pequeño que todo el mundo sabía todo acerca de los demás, pero nadie ha mencionado la vida de Jason en el Reino Unido. —¿Cómo fue vivir aquí? —Trato de adivinar cuál de las pequeñas chimeneas le pertenecía. —No recuerdo mucho —dice, con una sonrisa leve introduciéndose en la comisura de su boca—, o nada, realmente. Nuestra casa era bastante pequeña, pero recuerdo una Navidad cuando nos las arreglamos para meter un gigantesco árbol de Navidad en la esquina. Le hice hacer a mamá palomitas de maíz como yo había visto en las películas y ella seguía metiéndose consigo misma. Y mientras tendía palomitas de maíz, yo comía en el otro extremo. Nunca conseguimos ninguna palomita de maíz sobre aquel árbol. —Se está riendo de sí mismo ahora. —Eso suena como un gran recuerdo —le digo, pensando en mis propios recuerdos de Navidad de cuando papá seguía vivo. Siempre me decía que los niños que no creían en Santa Claus no recibían regalos. El día de Nochebuena, siempre pedía a un vecino que viniera a tocar nuestro timbre, y cuando yo atendía, encontraría una funda de almohada con unos regalos envueltos dentro. Papá siempre hacía un gran show sobre cómo Santa vendría a visitar especialmente a las niñas y los niños buenos al principio. Yo creía en Santa Claus, realmente creía, todo hasta que papá murió. —Sí, esos eran los días —dice, aunque su risa ahora suena un poco áspera. Guarda la imagen de nuevo en su billetera, luego mete la billetera en la parte trasera de sus pantalones—. Es curioso, ahora los únicos recuerdos de vacaciones de mi madre son las tarjetas de Navidad que envía cada año. Ni siquiera sé si ella las firma. Hay un momento de silencio espeso entre nosotros antes de que haga un gesto de nuevo hacia la pequeña torre torcida. —Cuarenta y dos, calle Ebury —dice—. Justo por ahí. Echo un vistazo a mi reloj, dándome cuenta de que vamos a tener mucho tiempo libre una vez que nuestro viaje haya terminado antes de que Tennison y los otros regresen de nuevo al hotel. 160 —¿Quieres ir y verlo? —pregunto—. Tenemos mucho tiempo si quieres ir a ver a tu antiguo barrio. —Sin duda no —dice, con un tono repentinamente fuerte. No presiono más. Quiero decir algo para romper la tensión, pero no puedo pensar en algo que no sea simplemente una tontería. En cambio, jugueteo con mi reloj. De repente, el London Eye da una sacudida hasta detenerse, nuestro vagón cuelga sobre el río a mitad de camino y nuestra pequeña cápsula se estremece por un momento. Unas pocas personas tropiezan, perdiendo su equilibrio ligeramente en la parada repentina en movimiento. Jason, con las manos enterradas en los bolsillos, tropieza en mí. Trato de saltar hacia atrás, pero la pareja detrás de mí está en el camino y reboto como un pinball de nuevo en su pecho. Pongo mis manos y lo agarro por los hombros, pero es demasiado alto y mis manos terminan en su cintura. No lo dejo ir de inmediato. Me digo que es porque no quiero volver a caer, pero la pareja detrás de mí se ha movido hacia el centro de la cápsula. Hay un montón de espacio. La cabeza de Jason se inclina hacia abajo, y ahora, por fin, me está mirando. Sostiene mi mirada durante lo que se siente como un minuto completo. Hay un calor viniendo de algún lugar entre nosotros y me pongo incómoda, sintiendo que podría empezar a sudar. Finalmente lo suelto y rápidamente bajo la mirada a mis zapatos. Abro la boca para decir algo, tal vez disculparme, pero antes de que pueda encontrar las palabras adecuadas, el vagón se estremece de nuevo y vuelve a descender. Estoy tan preparada para esta sacudida como para la primera, pero empujo hacia atrás en lugar de hacia adelante. Preferiría caer en mi trasero que accidentalmente abrazar a Jason de nuevo. Cuando caigo, sin embargo, Jason saca sus manos de los bolsillos y las extiende. Sus brazos rodean mi cintura esta vez y me tira levantándome con la fuerza suficiente para traerme de vuelta a su pecho. El choque empuja parte del aire de mis pulmones. Tengo que respirar hondo para llenarlos de nuevo. Nuestro vagón se desliza con gracia hacia el suelo, pero Jason sigue sin dejarme ir. La sensación de sus brazos alrededor de mí se está convirtiendo en demasiado familiar, desde el baile en la librería a dormir acurrucados esta mañana en la cama. Estoy perdiendo el equilibrio de nuevo, empiezo a inclinarme hacia atrás, pero Jason aprieta su puño, tirando de mí en posición vertical y aún más cerca. Si lo miro, vamos a estar frente a frente, nariz con nariz. En su lugar, me centro en mis zapatillas de deporte, en mis dos cordones anudados, temerosa de lo que podría suceder si levanto la 161 mirada. Después de unos momentos, sus manos caen y tengo la sensación de que están de nuevo en sus bolsillos. A medida que nuestro vagón se abre paso hacia el suelo, finalmente encuentro el coraje para levantar la mirada. Se ha alejado, ahora está de pie junto a mí otra vez, mirando hacia el río. Mientras estamos una pulgada más cerca y más cerca del suelo, Jason se gira hacia mí. —¿Crees que en realidad podrías reunirte con este tipo, Chris? No estoy muy segura de cómo responder, en parte porque no sé la respuesta y en parte porque todavía estoy sorprendida por lo que acaba de pasar entre nosotros. Porque algo pasó entre nosotros, estoy segura de ello. Finalmente asiento en una respuesta que parece honesta y verdadera. —Si se supone que debe ser, nos encontraremos el uno al otro —le digo antes de saltar fuera de la cápsula que sigue moviéndose en la parte inferior. Troto por el camino a través del pequeño parque que llega hasta el Belvedere Road y Jason está cerca detrás de mí. —Julia, tengo que decirte algo. Creo que… —empieza, pero su teléfono vibra en la mano. Mira hacia abajo en la pantalla. —¿Qué? —pregunto—. ¿Qué tienes que decirme? Estudia su teléfono por otro pitido, distraídamente empujando el flequillo bajo su gorra de béisbol. —No importa —dice. Se mete el teléfono en el bolsillo—. No es nada. —¿Estás seguro? —Lo estudio, tratando de ver si puedo descifrar su expresión. Ya ha arreglado su cara en una sonrisa torcida. —Sí —responde, quitándose el gorro y deslizando la mano por su pelo: casual, fácil—. Entonces el viaje de Stratford. Eso es mañana, ¿eh? —Sí —le digo. —Entonces, señorita guía —dice, acariciando la bolsa que está en mi cadera—. Dime algunos datos curiosos y curiosidades sobre el lugar de nacimiento del señor Bill Shakespeare. —¿En serio? —le digo. Jason se encoge de hombros. —No tenemos nada más que hacer —dice. Saco mi guía turística y me detengo en uno de los muchos apuntes multicolores colgando al lado. Nos acomodamos en un banco a la sombra del London Eye, una línea de árboles en lo alto y me pongo a leer pasajes para él. Mientras leo, Jason inclina la cabeza hacia atrás, con el rostro apuntando directamente al cielo mientras se toma mucho tiempo y dificultad para respirar. Me preocupa que esté usando esta 162 oportunidad para tomar una siesta, pero parpadea unas cuantas veces, así que sé que está despierto. Quiero preguntarle sobre el traspié en el Eye, la inclinación, la mirada, pero no sé si quiero saber las respuestas. En cambio, sigo adelante, leyendo sobre Henley Street y el lugar de nacimiento de Shakespeare. Si él va a ignorarlo, yo también lo haré. 163 17 Una pérdida de tiempo Traducido por kass y CrisCras13 Corregido por Mrs.Styles♥ OMG-¡Creo que tú puedes tener razón sobre tu DAEJ! Es el destino. Nosotros tenemos que hablar lo antes posible. ¿Skype? –P L a velocidad del bus disminuyo en la M40, pasando pueblos con nombres que suenan como si hubieran salido de una novela de Harry Potter, como Boltmore End y Tiddington. Kilómetro tras kilómetro circulando por vivos verdes. Yo casi no puedo quedarme quieta en mi asiento. Incluso tengo que poner mi libro en mi bolso. Por primera vez en mi vida, no me puedo concentrar en Orgullo y Prejuicio. Cada vez que el señor Darcy va y dice algo adulador, mi memoria piensa en Jason, en el gran momento en el Támesis cuando Jason y yo compartimos... ¿Qué? ¿Una larga mirada? ¿Un casi un beso? Jason no me ha reconocido, aparte de nuestro último encuentro en la línea de buffet esta mañana para conseguir una segunda rebanada de pan tostado francés. A pesar de las ordenes de Mrs. Tennison de sentarnos con nuestros compañeros en el autobús, Jason paso mi asiento y en su lugar se sentó en la fila de detrás de mí, junto a Sarah. Lo que significa que me tengo que quedar con Evie en su lugar. Jason y Sarah han estado lanzándose notas de ida y vuelta, riendo entre sí y de lo contrario siendo desagradables. —¡De ningún maldito modo! —Sarah exclama con otra risita explosiva. —Me gustaría que simplemente ellos volvieran a estar juntos ya— murmura Evie en su copia Británica de Cosmo—. Quiero decir, ¡la tensión sexual joder! 164 —Espera, ¿qué?— No puedo decir lo que resulta más desconcertante: que Evie esté hablando conmigo (o a mi), o lo que acaba de decir—. ¿Qué quieres decir con “volver a estar juntos”? —¿Hola? Ponte al día, cielos. Ellos solían salir juntos. En primer año, ¿recuerdas? —Evie dice, rodando sus ojos con un “tú no sabes nada” ceño fruncido. Ella pone sus pies en la parte posterior del asiento frente a ella y perezosamente pasa una página—. Y por cómo se ven las cosas, un encuentro está en las cartas. ¡No es de extrañar que Sarah haya estado enviando textos sarcásticos toda la semana! Ella quiere a Jason de vuelta y cree que yo estoy en su camino. Yo lo estoy, sin embargo. Yo no estoy en camino de nadie cuando se trata de Jason. Claro, a veces Jason es agradable, como cuando canta canciones de los Beatles en el parque o baila en los pasillos de una librería. Pero eso es sólo alrededor del diez por ciento del tiempo. El otro noventa por ciento, se está burlando de mí o aún peor, fingiendo que no existo. Sin embargo, la idea de Sarah y Jason juntos hace que mi estómago se agite. Y ese diez por ciento... o sea, estaba cantando para mí y bailando conmigo. ¿Cierto? Paso el resto del viaje en autobús con mis pensamientos corriendo a toda velocidad sobre los últimos días de nuestro viaje. A pesar de que Jason y yo hemos estado buscando a Chris y yo sé que Mark es mi DAEJ, no puedo dejar de pensar en él y Sarah juntos. Cierro los ojos y me ordeno pensar en Mark y su sonrisa de oro o incluso en Chris, sentado en la cafetería y casualmente empujando hacia arriba sus gafas mientras él pasa las páginas de su Shakespeare de bolsillo, pero he perdido el control total de mi cerebro. Me siento como si estuviera viendo una película de los últimos días con Jason mientras que alguien tiene el botón de avance rápido. Las imágenes intermitentes están empezando a hacerme sentir mal. Gracias a Dios el bus de pronto se estremece hasta detenerse. Cojo una bocanada de aire fresco del campo y echo una mirada a mí alrededor, y es difícil estar estresado. La ciudad es absolutamente hermosa en este pintoresco, tipo de sitio de campo Británico, y yo no voy a dejar que Jason (o cualquier otra persona, para el caso) me impida disfrutar de esto. El autobús nos deja fuera, cerca del Teatro Real de Shakespeare, que está rodeado por pequeñas lindas tiendas y hermosas vistas del río Avon. A diferencia de la mayor parte del tiempo en Londres, que ha sido estereotipada gris, el sol está brillando hoy, y la sensación de entusiasmo que tenía cuando salí de Londres esta mañana regresa. 165 Nos abrimos paso en Henley Street, donde nos encontramos delante de una vieja vivienda de madera, rodeada de brillantes, bonitas y explosivas flores silvestres y exuberantes jardines. La casa de Shakespeare. Es lo que he estado esperando ver desde que el viaje fue anunciado, y ahora estoy tan emocionada que seriamente puedo mojar mis pantalones. Por desgracia (y como era de esperar), el lugar de nacimiento de Shakespeare parece ser un destino turístico muy popular. Una multitud de personas se agolpan por los caminos a través de los jardines y se esparcen a la calle. Una familia de cinco miembros toma una foto cerca de la puerta de la casa, y la zona de una gran terraza está repleta de personas que tienen cámaras, a la espera de hacer lo mismo. Mrs. Tennison nos indica a nosotros la dirección hacia la entrada, donde una nueva guía turística está esperando por nosotros. Corro a la parte delantera del grupo. He visitado un montón de viejos lugares de interés en mi vida, y sé que tienden a ser bastante pequeños y estrechos. Yo no voy a ser la idiota atrapado en el fondo de la sala tratando de ver y oír. Saco mi bloc de notas y un lápiz recién afilado de mi bolso. Nuestro guía es un hombre alto y delgado que parece estar a mediados de sus cincuenta años. Cuando habla, un extraño temblor se apodera de su voz, como si estuviera superando sus nervios. —Hola —dice, aclarándose la garganta—. Mi nombre es Bertrand. Bienvenidos al lugar de nacimiento de William Shakespeare. Estoy encantado de estar dando esta gira hoy, ya que es mi primera vez. —Él está haciendo todo lo posible para parecer digno, pero sigue riéndose nerviosamente. Mis compañeros de clase empiezan a reírse, pero yo decidido ignorarlos. He estado obsesionada con Shakespeare desde que me enteré del ejemplar pesado polvoriento y dorado de sus obras completas que era de mi madre del sexto grado. Pasé directamente a Romeo y Julieta. Yo había oído hablar de Shakespeare antes, por supuesto, pero nunca había leído una sola línea de sus obras. Sabía ya entonces que una escritura coma la suya, era de alguna manera importante. Recuerdo tropezando a través de las líneas, tener que leer y releer para dar sentido a la lengua. Aun así, me dejó sin aliento. Quería devorar la obra una y otra vez, seguido de todas las demás que jamás había escrito. Bertrand hace un gesto para que lo siguiéramos hacia el interior, donde nos cuenta una breve historia de la vida de Shakespeare. Nuestro guía podría parecer nervioso al principio, pero tan pronto como comenzó su discurso, se convierte en un hombre diferente. Es casi como si el propio Shakespeare, vestido con un chaleco de rombos, nos llevara 166 a través de su propia casa. Bertrand cuenta historias de años perdidos de Shakespeare, chismes acerca de su matrimonio con Anne Hathaway (¿tal vez fue un casamiento a la fuerza?) Y nos acribillo con su exposición de citas de algunas de las mejores obras de Shakespeare. Estoy en el paraíso total. Escribo tan duro y tan rápido que se me rompe el lápiz y tengo que buscar rápidamente otro antes de que me pierda una sola palabra. Seamos honestos: Bertrand me tenía en un "hola", así que mi intrincado sistema de marcas de verificación, asteriscos, cajas y viñetas quedan grabadas en la página. Me resulta fácil hacer caso omiso de todo lo demás, incluido Jason. Especialmente Jason. Bueno, tal vez eso es una exageración leve. Tal vez, cuando yo lo busco por un segundo para asegurarme de que no se ha perdido o, no sé, ha sido arrestado, y le veo hablando con Sarah y ni siquiera fingiendo prestar atención, a lo mejor me siento un golpe de decepción. Tal vez incluso me siento un poco celosa. Pero rápidamente lo sofoco. Estúpido. Tú ni siquiera me gustas, Jason. Y por supuesto está con Sarah, porque él no es tu DAEJ, y ni siquiera se preocupa por Shakespeare. Mark. Marrrrk. Él estaría en esto. Yo sé que lo haría. —Ahora, estudiantes, si me siguen, vamos a dar un paseo por la Santa Iglesia de la Trinidad, donde vamos a visitar la tumba de Shakespeare —dice Bertrand, y con un movimiento leve de su mano nos dirige de nuevo a salir a la calle—. No hace falta que os diga que el respeto es necesario. Como si fuera una señal, Jason y Ryan pasan los primeros a través de la puerta y bloquean el camino, hombro con hombro. Ninguno puede moverse hasta que Susan se acerca por detrás y le da un empujón a Ryan, enviándolos a ellos a través de la puerta. Ellos terminan tirados en el camino, riendo histéricamente. Mrs. Tennison se precipita hacia ellos, y cuando paso, la oigo amenazándolos con ensayos adicionales. Es un ensayo que no voy a escribir. Los dejo con su regaño y me doy prisa detrás de nuestro guía turístico. Bertrand nos lleva hasta el final de Henley Street. Mrs. Tennison anda y yo pisándole los talones, y el resto de nuestra clase camina penosamente detrás de nosotros. La carretera está llena de viejas casas de entramado de madera que se veían como que si les soplabas muy fuerte, acabarían volcándose y colapsando. Llegamos al final del camino, el viento esta en torno a una pequeña rotonda. La estrecha carretera está llena de tiendas, toldos coloridos y cafés con mesas que están colocadas fuera sobre la acera. Todo esto se llama de alguna 167 forma seguido de Cottage o Ye Olde Whatever. Es turístico como todo, pero no me importa. Me encanta. Mientras caminamos, me asomo por las calles laterales, con la esperanza de poder echar un vistazo a la pequeña tienda de antigüedades que mi madre me ha estado describiendo siempre. Debo de haber oído la historia un millón de veces. Mamá y papá no consiguieron sus anillos cuando recién se casaron, ya que mi padre acababa de unirse a los marines y eran extremadamente pobres. Estaban paseando por la pequeña ciudad, sin mapas, jugando "¿A dónde conducirá este camino?” En las calles entrecruzadas. Llegaron a una pequeña tienda de segunda mano, en donde ellos encontraron dos anillos de oro. Mamá dijo que era una señal de que estaban en el camino correcto. Ambos anillos debían ser casi del mismo tamaño, a ellos les encajaban perfectamente. Se veía como si el oro hubiese sido moldeado a mano, con pequeñas protuberancias e imperfecciones en ambos. Siempre me ha gustado que mi padre me mostrara cómo el anillo de mamá cabe a la derecha y hacia abajo en la suya. Ahora los dos anillos viven en el joyero de mi madre, ubicado en el terciopelo azul, el anillo escondido dentro de él. Después de unas pocas manzanas de viviendas, las tiendas dan paso a casas y oficinas pequeñas de ladrillo. La acera es estrecha y tenemos que marchar por el camino en línea recta, uno detrás de otro. Caminamos a lo largo en silencio durante unos minutos, luego el carril se ensancha y los árboles crecen de forma densa. La torre de la iglesia se asoma en la distancia. Estamos de pie en una puerta de hierro forjado. Un muro bajo de piedra rodea una propiedad llena de árboles. Bertrand nos hace señales para que nos reunamos alrededor, y una vez más me pongo prácticamente bajo sus narices, con mi cuaderno listo y un lápiz preparado. Estamos a punto de visitar la tumba de Shakespeare. Si supiera cómo hacer una reverencia, la haría. —Bienvenidos a la Santa Iglesia de la Trinidad, también conocida simplemente como la Iglesia de Shakespeare —dice Bertrand después de tomar una respiración profunda y aclararse la garganta—, William Shakespeare fue bautizado aquí en 1564, y cincuenta y dos años más tarde fue enterrado aquí a una profundidad de seis metros para evitar el robo de su cuerpo. —Oh, eso es asqueroso —Evie dice, y hay varias risitas suaves. Quentin dice, en su perpetuoso tono de voz. —Romeo y Julieta-conoce-a-un-asesino-de-zombies. ¡Muy bien! —¡Que inteligenteeee! —Ryan levanta los brazos hacia la cabeza de Evie y la mueve, con la lengua colgando hacia un lado. Ella se ríe y salta lejos, agachándose detrás de Jason. Susan se encuentra a un lado, haciendo un mohín. 168 Esto en cuanto a respeto. Estoy a una pulgada de distancia de mis compañeros de clase y le ofrezco una mirada comprensiva a Bertrand. Quiero que sepa que estoy de su lado. Una vez dentro de la iglesia, todo el mundo se dispersa. Susan y Ryan se dirigen por el pasillo central hacia el altar, ella viéndose como si estuvieran a punto de estallar de felicidad. Él, por su parte, parece que prefiere estar tomando el SAT en América que estar de pie en el altar con ella. Yo no lo culpo. Me dirijo en línea recta hacia la tumba de Shakespeare. Un busto de él está sobre el altar, un cordón de seda azul que marca su tumba revistiendo el suelo de piedra. Una placa superior se lee: “BENDITO SEA EL HOMBRE QUE CUIDE ESTAS PIEDRAS. Y MALDITO SEA AQUEL QUE MUEVA MIS HUESOS.” He leído las palabras una y otra vez a mí misma. Me imagino que mis padres están aquí, apenas hace veintidós años, recién casados, el brazo de mi padre sobre el hombro de mamá, mamá apoyada en su pecho. Y una vez más, estoy sorprendida por lo mucho que yo quiero eso. Esta vez, cuando cierro los ojos, no tengo ningún problema imaginando a Mark aquí conmigo, a mi lado, con los brazos alrededor de mi cintura. Me recuesto en el imaginario abrazo, tal vez un poco demasiado duro, porque en realidad comienzan a caer hacia atrás. —Whow, lamedora de libros. —La mano derecha de Jason está sobre mi espalda y me pone en posición vertical—. ¿Has estado bebiendo el vino de la comunión? —Muy gracioso —le digo. Odio que cuando abro los ojos, él es el que está de pie detrás de mí. Quiero ver a Mark y su perfecta sonrisa torcida y su pelo ondulado oscuro, no la sonrisa de Jason y su pelo desordenado rojo. —¡Estudiantes, reúnanse a mi alrededor! —la voz nasal de la señora Tennison rebota en todas las superficies de la iglesia, llega como dagas a nuestros oídos. Estoy agradecida de tener una razón para escapar de Jason en este momento. El itinerario de ella está en su mano, y está al mismo tiempo estudiándolo y usándolo para abanicarse. Ella nos conduce fuera de la iglesia al cementerio, que es sorprendentemente verde. El césped se ve tan completo y esponjoso, quiero acostarme en él, mirando a su alrededor, me doy cuenta de que algunos de mis compañeros de clase ya lo hacen. Sarah y Evie han fijado su residencia bajo un sauce y están susurrando algo (por favor, oh por favor, no dejes que sea yo). —Bueno, clase, parece que he calculado mal nuestra ruta de hoy —dice la señora Tennison, los pliegues de la preocupación en torno a la formación de sus ojos. Sus manos están temblando, pero eso puede ser más atribuible al té que ha estado tomando desde que puso un pie en 169 suelo británico. Este viaje definitivamente ha tomado por lo menos una década de su vida. Sé por mirar el itinerario, oh, doce o trece mil veces que tenemos al menos una hora libre antes de que podamos entrar en el albergue para pasar la noche. Ella no está claramente preparada para entretener a veinte personas de diecisiete años de edad durante una hora. Mrs. Tennison finalmente dobla su pila de papeles, los mete de nuevo en su maleta, y toma una respiración profunda, respirando—. Parece que vamos a tener una hora cultural inesperada. La gente empieza a chocarse los puños y los cinco. Ryan Lynch grita. —¡Las normas de Shakespeare! —¡Con vuestros compañeros! —Mrs. Tennison se interrumpe a sí misma—. ¡Quiero decir que... es una hora cultural! Espero ver mención de lo que han hecho en vuestros documento de reflexión. Todo el mundo empieza a formar parejas y van en direcciones diferentes. Sé que debo ir a donde está Jason, que está de pie con Evie y Sara, pero no me gusta sentirme como que sobro. Oigo a Sarah decirles algo acerca de compras. Jason niega con la cabeza, y Evie y Sarah se escabullen hasta el camino de vuelta hacia la calle principal. Muy pronto, Jason y yo somos los únicos que quedamos, que no sea la señora Tennison, que se hunde en un banco bajo un árbol de sauce en el patio. Claramente, ella necesita un momento de relax. Estamos en la hierba enfrente uno del otro por unos momentos, él pateando algo invisible en el suelo. Después de un minuto de silencio tortuoso, no puedo soportarlo más. —Bueno, supongo que podríamos ir a hacer calcos de algunas de las lápidas, y luego escribir sobre las personas enterradas allí —le digo. —¿Tumbas? ¿Gente muerta? Guau, eres un verdadero rayo de sol, J —dice. Desenvuelve un pedazo de goma de mascar, muerde la mitad y luego envuelve la otra pieza. Mete la otra mitad en su bolsillo, para más tarde, supongo. Asqueroso. —¿Tienes tú alguna idea brillante? —todo lo que quiero hacer es hacer caso omiso de Jason. Él, después de todo, ha estado haciendo caso omiso de mí todo el día. Entonces voy a tener tiempo para buscar la tienda antigua de mis padres, o soñar despierta con Chris. Quiero decir, Mark. Quiero decir... bueno, los dos. —¿Quieres dar una vuelta? —Me pregunta. —¿Dar una vuelta? —pregunto. Siento algo en mi bolsa de mensajero cavando en mi espalda. La paso sobre mi cabeza y la abro para ver lo que está fuera de lugar. —¡Sí! No hay guías, no hay hechos históricos, solo salir en una dirección aleatoria, sin ninguna razón específica. 170 Encuentro el origen del golpe. Es mi estuche, el cual debería ir delante de mi cuaderno, no detrás. Rápidamente reorganizo las cosas, colocando mi mochila. Mucho mejor. —Sé lo que “dar una vuelta” significa, muchas gracias. —No menciono que el único lugar por donde yo doy una vuelta es por la biblioteca. ¡Hey, Google Maps fue inventado por una razón! Jason finge gestos y saludos hacia el camino en la dirección opuesta de Henley Street y el resto de nuestra clase. Adquirimos un paso silencioso. Mete las manos profundamente en sus bolsillos. Sus piernas son largas y se mueve con amplias zancadas, y yo tengo que trabajar el doble para mantener su paso. —Así que, ¿hay algo en particular que quieras ver? —pregunta. —Pensé que estábamos dando una vuelta —digo. Jason levanta ambas manos. —Escucha, tú eras la que se puso toda acalorada y molesta acerca de venir aquí. Yo solo quiero asegurarme de que tus fantasías literarias se hagan realidad. —Bueno, tenía la esperanza de encontrar esta pequeña tienda de antigüedades… —empiezo, pero Jason no me permitió terminar. —Oh, infiernos no —dijo deteniéndose en seco—. Si quisiera ir de compras habría seguido a Evie y a Sarah. Considero hacerle saber que esto no es para nada como ir de compras, pero eso significaría hablarle de mis padres. —¿A dónde quieres ir? —A ningún sitio en particular. Carpe diem y todo eso. Nunca sabes qué va a suceder después. —Ruedo los ojos hacia él, pero ha cogido su ritmo y no me ve. Suspiro y le sigo. Seguimos la carretera, lejos de nuestros compañeros, más allá de una serie de jardines. Paseamos pasada la Real Compañía de Shakespeare, pero no nos detenemos porque está abarrotada de turistas y niños con cámaras y mochilas. Nosotros “damos un paseo” a lo largo del río, donde los patos chapotean con pereza y la gente alquila barcas para deslizarse por el agua. Jason y yo guardamos silencio, pero no se siente incómodo. El escenario es tan espectacular que realmente no hay necesidad de palabras, aunque definitivamente veo cómo Shakespeare creó tan bellos sonetos aquí. Huele a hierba recién cortada y brilla bajo una capa de rocío. Hay un olor muy dulce de flores flotando sobre todo. Los pájaros pían y las ranas croan guturalmente debajo de ellos, y empiezo a sentir que si me sentara con mi cuaderno y mi lápiz, podría crear algo grande y hermoso también. Todo es como un sueño hasta que el sol empieza a cubrirse por las nubes que se vuelven 171 cada vez más inquietantes, y parece como si en cualquier momento pudiera empezar a llover. Jason me guía a través de un puente hasta el otro lado, donde las casas y tiendas dan paso a los campos y pastos, donde la carretera se estrecha y la hierba se hace alta. No quiero preguntar, pero según nos vamos alejando más y más de la ciudad y adentrándonos cada vez más en quién sabe dónde, no puedo evitarlo. —¿A dónde vamos? —pregunto. —Ya te lo dije, “a dar una vuelta” —repite, como si eso fuera un destino apropiado. Nos topamos con el Jardín Statford Butterfly y un antiguo cementerio. Está oscureciendo por momentos. Nunca he visto las nubes moverse tan rápido. No sé por qué pensé alguna vez que seguir a Jason era una buena idea. Incluso si él no sabía a dónde estábamos yendo— lo cual obviamente no sabía—todavía nos llevaría directamente hacia problemas. Nunca aprenderé. Jason empieza a trotar por el camino mientras el cielo se abre y cortinas de lluvia empiezan a caer, con fuerza. —¿Sabes a dónde estamos yendo? —le llamo por encima del sonido de un trueno. Casi no necesitamos darnos prisa ahora; al cabo de treinta segundos ya estamos calados hasta los huesos. Un áspero rayo rasga el cielo. Un trueno retumba y yo salto. —Creo que podemos volver a High Street más rápido si atajamos a través de los Jardines Bancroft —dice Jason, observando el paisaje. —No sé nada de eso —respondo, mentalmente intentando evocar los mapas que había estudiado minuciosamente antes del viaje. Lo que no daría por tener mi iPhone…—. Además, ¿no se supone que hay que evitar los campos abiertos durante las tormentas eléctricas? No quiero electrocutarme. —Bueno, o te quedas aquí de pie en esta tormenta o tomas mi oportunidad —dice, y como si fuera una señal, el estampido de un trueno resuena a través de los árboles. Saltamos la húmeda valla y partimos a través de la hierba alta. No es una caminata difícil para Jason, cuyas piernas dan largas zancadas a través del terreno sin esfuerzo, pero mis pequeñas piernas no son tan rápidas. Probablemente no ayuda que cada vez que oigo un trueno, me agacho en la posición de prevención de rayos que nos enseñaron en cuarto grado. ¿Qué? ¡No quiero correr riesgos con mi vida! Tengo que incorporar saltitos a mi forma de andar mientras trato de mantener el paso de Jason. Mi suéter se pega con fuerza a mi piel, y mis vaqueros están haciendo sonidos de succión con cada paso. Al cruzar el campo, la velocidad de la lluvia se reduce a algo más parecido a una especie de niebla. Tengo mis ojos en el suelo, asegurándome de no pisar ningún 172 charco o agujero, cuando oigo un ruido que me hace detenerme en seco. Jason se adelanta unos cuantos pasos, pero rápidamente se da cuenta de que me he quedado atrás. —¿Qué sucede? —¿Has oído eso? —pregunto. Efectivamente, sucede otra vez: como los bocinazos de un claxon, si el claxon tuviera treinta años y estuviera cubierto de serrín. —¿Qué, los gansos? —¿Qué? —Grito, mis ojos moviéndose frenéticamente a mi alrededor—. ¿Dónde? —¡Tranquilízate! —dice riendo—. No van a atacarnos. —¿Estás seguro? —Me cruzo de brazos—. No doy un paso más a menos que puedas jurarme que… —No hay gansos, cobarde —me interrumpe, dándome una palmadita en la parte superior de la cabeza como si fuera un niño de cinco años—. No hay necesidad de tener un colapso. ¿Cuál es tu problema con los gansos, de cualquiera manera? —No quiero hablar sobre eso —murmuro y camino por delante de él. Doy seis o siete pasos de ventaja cuando los niveles de la tierra cambian y me encuentro cara a pico con un rebaño de cerca de nueve gansos, sus ojos pequeños y brillantes fijos en mí, sus bocas—o picos—curvadas en sonrisas demoniacas. Dejo salir un largo, fuerte y espeluznante grito. Me giro y echo a correr, ya no prestando atención a la cantidad de trabajo que tienen que hacer mis cortas piernas para sacarme del barro y la hierba o de cómo podría alcanzarme un rayo en cualquier segundo. Oigo las fuertes pisadas de Jason detrás de mí. —¡Más despacio! —logra decir ahogadamente—. ¡Julia, espera! —corre un poco más antes de doblarse y empezar a reír histéricamente. Retrocedo, corriendo directamente hacia él. —¡Tú, idiota! —Le doy un fuerte puñetazo en el brazo, cosa que dudo que sienta, con tanto hipar y reírse—. ¡Dijiste que no había gansos! —¡No los vi! —Dice a través de jadeos salvajes—. Ese fue un grito increíble. ¡Creí que habías visto un cadáver! ¡Guau! —¿Podemos por favor salir de aquí antes… —empiezo, pero es demasiado tarde. Un trueno retumba otra vez mientras un relámpago zigzaguea en el cielo. La niebla se convierte de nuevo en líquido y empieza a llover otra vez. Jason no parece haberse dado cuenta, ya que sigue riendo histéricamente. 173 Sin duda podríamos ser electrocutados y él aún seguiría riéndose. No sé por qué he confiado en su estúpido plan de “dar una vuelta” hasta ahora. Excavo en busca de mi teléfono, y luego encuentro el número de la Sra. Tennison en la agenda. He estado en Reino Unido una semana y todavía tengo que usar mi teléfono por cualquier motivo legítimo. Pero cuando pulso el botón verde para llamar para pedir direcciones, mi sonido emite un pitido y un mensaje aparece en la pantalla. 0 minutos restantes. —¡Qué! —grito, literalmente dando un pisotón en el charco que se ha formado a mi alrededor. —¿Cuál es recomponiéndose. tu problema? —pregunta Jason, finalmente —Bueno, además de estar de pie en un campo, perdida, bajo la lluvia, a punto de ser atacada por aves portadoras de enfermedades o posiblemente de ser electrocutada por un rayo —continuo—, mi teléfono se ha quedado sin minutos. —Vaya —dice Jason, mirando la pantalla en blanco—. Yo hubiera pensado que alguien como tú habría planeado con antelación hacer una recarga antes de salir del hotel. —Probablemente lo habría hecho —digo, apretando mi agarre sobre el teléfono, para así no tirárselo a su estúpida cabeza—. Pero creo que tu inmadurez se me ha contagiado. —Sé que no lo eres más de lo que yo soy —replica, cruzando los ojos y pinchándome en las costillas. —Por favor, cállate y dame tu teléfono —le digo, tendiéndole la mano. Húmedos mechones de pelo se mantienen pegados a mis labios. Jason deja de reír abruptamente. Me dedica una extraña mirada. —¿Mi qué? —Tu. Teléfono —digo, pronunciando cada palabra lentamente—. Estamos perdidos y quiero sacarnos de aquí tan rápido como sea posible. Puedo llamar a la Sra. Tennison para las direcciones. O puedes llamar tú. —No creo que sea una buena idea —dice, alejándose de mí. —¿Por qué no? Ella no se va a enfadar —digo, yendo detrás de él—. Quiero decir, no si le das uno de esos tontos saludos de Boy Scout que parecen sacarte de muchos problemas. —Mira, si la llamamos va a saber que no estábamos experimentando la cultura de Stratford-Dónde-Quiera-Que-Estemos. Además, no necesitamos direcciones. Si continuamos andando, 174 llegaremos allí eventualmente —dice, cogiendo el ritmo a través del campo. Tengo que acelerar a una carrera para mantener alcanzarle. —No quiero pisar el barro y la lluvia durante más tiempo del necesario —digo—. Así que haz la llamada o la haré yo por ti. —Poco probable —dice Jason, marchando hacia adelante. —Jason, esto es tonto —le llamo, mi voz elevándose con mi ira—. ¡Sólo dame tu maldito teléfono! —¡No! —grita por encima de su hombro. —¿No? —¡No! —Y luego está echando a correr en toda regla. —¡Jason! —Grito, estampando el pie contra el barro—. ¡Este no es el momento para jugar al pilla-pilla! —Pero él no se detiene, así que voy tras él, y él subestima mis piernas de nadadora en una carrera a toda velocidad. Estoy tan cerca que podría extender la mano y agarrar un puñado de su chaqueta. Sin pensarlo, doy un salto sobre su espalda. En un primer momento continúa corriendo, yo aferrándome a él en una bizarra especie de carrera a cuestas, pero entonces tropieza. Los dos chocamos contra el suelo. Entierro mi mano derecha en su bolsillo y saco su teléfono. —¡Hey! —grita, y al igual que de vuelta en el Tate, se da la vuelta en dos movimientos, y de repente, estoy sobre mi espalda, en el barro, la humedad filtrándose a través de mi suéter. El aire sale de mis pulmones y mientras estoy jadeando para respirar él me arrebata el teléfono y me muestra esa sonrisa desagradable y ladeada. Sostiene el teléfono en alto por encima de su cabeza y me sonríe, sus ojos azules clavados en los míos con lo que parece puro triunfo. —¡Déjame levantarme! —grito, tratando de escabullirme de debajo de él. Pero no lo hace. Y entonces algo cambia y me doy cuenta de que Jason está tumbado sobre mí, mirándome, y sus labios están a centímetros de los míos, y hay lluvia goteando de su pelo, rizado alrededor de sus orejas, deslizándose hasta mi cuello. Mi corazón late con fuerza y siento el cosquilleo empezar en los dedos de mis pies. Jason deja caer su teléfono en la hierba y utiliza la mano libre para apartar un grueso y húmedo rizo de mis ojos. Sus dedos frotan mi mejilla y siento ese tirón en mi ombligo que pasa directamente a través de mi columna vertebral. Mientras coloca el pelo detrás de mi oreja, sus manos ahuecan mi barbilla. Es sorprendentemente suave, y acaricio mi rostro sin pensar contra él. Él se inclina ligeramente hacia abajo, luego retrocede un poco. 175 Muchos pensamientos están dando vueltas en mi cabeza a la vez, no puedo aferrarme a ninguno de ellos. ¿Es él…? ¿Quiere…? ¿Quiero yo que…? ¿Vamos a…? Y entonces él me está besando. Sus labios se presionan contra los míos, duro al principio, con hambre, y por una vez no estoy preocupada por lo que está ocurriendo o si esta es la cosa correcta que hacer. Me relajo en ello, disfruto de ello, flotando. Su lengua recorre suavemente mi labio superior. Separo mis labios, pero en vez de trabar su lengua en mi garganta como hizo Billy Russel cuando estábamos en los multicines en octavo grado, Jason deja que se adentre lentamente en mi boca abierta. Suspiro en el beso, mis brazos alrededor de su cintura, mis dedos enterrándose en la húmeda tela de su camiseta. Me besa por lo que parecen horas, hasta que apenas puedo respirar. Puedo oír el trueno de fondo, pero de repente ya no importa. Me siento como si el suelo se estuviera abriendo y tirando de nosotros hacia abajo. El peso de todo recae sobre mí, pero no me siento aplastada. Quiero más. Tiro de él más cerca, más fuerte, más pesado. Jason finalmente se aparta, y yo pestañeo hacia él. Quiero preguntarle por qué me ha besado, y si lo hacía en serio, y lo qué significa. Pero decido que probablemente lo mejor es mantener mi boca cerrada así no derramaré una interminable corriente de sinsentidos. Jason se da la vuelta a mi lado, apoyándose en el codo, como si estuviéramos tumbados en un soleado campo en lugar de en un montón de barro con lo que se ha convertido en una ligera llovizna cayendo sobre nosotros. —¿Puedo preguntarte algo? —Pregunta. Mi estómago se desploma y espero lo inevitable—. ¿Quién diablos te enseñó a besar así? —inquiere. —Sí —le contesto, preparándome a mí misma, pero Jason sale de la nada. —En serio, ¿qué pasa con los gansos? Levanto la vista para ver sus ojos brillantes, su boca apretada en una línea para suprimir su risa desenfrenada. —Oh, es una tonta cosa de la infancia —digo. Giro sobre mi estómago y luego pongo mi mejilla sobre la hierba mojada. Mi mente sigue girando, mi corazón aún está acelerado. —Vamos, tú sabes que aún soy básicamente un niño tonto —dice, dándome un codazo en las costillas—. Suéltalo. Así que le cuento la historia, una mezcla de mis borrosos recuerdos de niña y los revisados un sinfín de veces de mis padres. Mientras hablo, recuerdo cómo mi padre solía actuar persiguiendo a los malditos pájaros para espantarlos, me escondía en la seguridad de sus brazos, los 176 dos gritándoles a los gansos. En el momento en el que termino la historia, Jason y yo estamos completamente tumbados de espaldas en la hierba, agarrándonos el estómago de la risa. —Tu padre parece un tipo increíble —dice Jason, cuando su risa se va ralentizando por fin. —Lo era —respondo, suspirando profundamente. —¿Era? —Jason se incorpora sobre un codo. Puedo sentirle mirándome. —Murió cuando yo tenía siete años —digo, mis ojos fijos en el cielo por encima de mí. —Oh, está bien. Lo siento —susurra, extendiendo sus brazos y tirando de mí más cerca. Entierra su rostro en mi pelo, plantando un suave beso en mi sien. Me estiro y agarro su brazo, el cual está rodeando mi pecho. Le doy un apretón, parpadeando simultáneamente para contener las lágrimas. Respiro profundamente, tomando respiraciones llenas del profundo aire húmedo que cubre la hierba. No puedo creerlo, pero estar tumbada en la hierba, envuelta por Jason, es mejor de lo que podría serlo estar en cualquier cama de hotel o en cualquier piscina. No me importa que esté temblando por mi ropa húmeda y el viento fresco. No me importa si estoy cubierta de tanto barro que podría construir mi propia choza. No me importa que mi pelo esté enredado en un nudo tan apretado que probablemente tendré que afeitarme la cabeza. Cierro los ojos y dejo que se instale, lista para tumbarme aquí para siempre. Tomo una profunda respiración, inhalando el aire, pesado con el olor de la lluvia. Jason no ha dicho nada durante unos pocos minutos. Mi corazón está latiendo con fuerza en mi pecho, pero tengo que preguntar. —Jason, ¿esto significa…? —pero la pregunta se atasca en mi garganta. Siento gruesas gotas deslizarse por mi cara, pegándose a mis pestañas. —Deberíamos… —dice Jason, y el resto de su frase es cortada por el sonido de un trueno. Los dos nos levantamos apresuradamente. Jason agarra mi mano y sale corriendo. No sé si él sabe a dónde estamos yendo (yo desde luego no lo sé), pero estoy feliz de ser arrastrada. Mis pies se hunden más profundamente en el barro con cada carrera, salpicaduras volando por mis piernas. Mis vaqueros están totalmente empapados y el barro se está endureciendo dentro de mis zapatillas de deporte, pero no me importa. Sacudo mis rizos, pesados por la lluvia y cubiertos de hierba y barro, y golpean a través de mi rostro, metiéndose en mi amplia sonrisa. Corremos por el claro a través del extenso campo. Caigo en un ritmo perfecto con él, agarrando su mano con fuerza, pensando en esa primera noche en Londres cuando salimos corriendo de la casa de la fiesta, pensando en los mucho que ha cambiado. 177 Reducimos la velocidad hasta detenernos debajo de un enorme árbol, una brillante bicicleta azul apoyada contra el tronco. Es una de esas bicicletas antiguas de estilo crucero, y parece que hay más óxido que bicicleta allí. Jason rápidamente comprueba las ruedas, dándole unas pocas vueltas, antes de subirse. —Sube —dice con el pelo mojado pegado a la frente. —¿Dónde? —Aquí —dice, acariciando el resbaladizo manillar mientras yo levanto mis ojos hacia él. —¿Qué, quieres quedarte aquí? Miro hacia arriba. Todo lo que puedo ver es una capa de nubes grises. —¿Estás esperando que vaya a caer un casco del cielo? —dice Jason, burlándose de mí. —O un Volkswagen —murmuro, dándole al cielo una última mirada—. Está bien, está bien. Supongo que es más seguro que viajar a dedo. —Trepo sobre el manillar, y mientras intento instalarme, Jason agarra mis hombros y me levanta sin esfuerzo. Lo siguiente que sé es que es que estamos acelerando por el estrecho camino de regreso a la ciudad. 178 18 Predestinado o no predestinado, he ahí la cuestión Traducción SOS por Joseee96 Corregido por LadyPandora He cometido un ENORME error —J N os quedaremos en Stratford por la noche, en un pequeño hostal que tiene la personalidad de un hospital mental. Las paredes son blancas, las camas de color blanco y las sábanas y las toallas, también. Estoy compartiendo la habitación con la mitad de las chicas del viaje, metidas en literas como si estuviéramos en un barco de vapor. Mi cama es vieja y de metal y cada vez que me muevo, chirría. Y estoy moviéndome mucho. Probablemente, todas en esta habitación me odian. Digo una pequeña oración para que todas estén bien dormidas antes de moverme por billonésima vez. No puedo evitarlo. Mi cerebro no está lo suficientemente tranquilo como para dormirme. Quiero a mamá. Ella es una campeona en calmarme, una habilidad que ha pulido a lo largo de años de tratar con mis pequeños ataques de nervios. No quiero nada más que estar en casa, acurrucada en el sofá, mirando la televisión y comiendo galletitas de animales, bajo la gran manta que la abuela hizo para mí cuando nací. Pero no tengo la manta. En cambio, tengo este horrible y rasposo hostal que huele a espárragos y a lejía. Cada vez que cierro los ojos, me imagino el beso. Viene con tal intensidad que casi puedo sentirlo. Fue el beso perfecto en todos los sentidos excepto en uno: fue con Jason Lippincott. ¿Se suponía que pasara? ¿Estaba predestinado? ¿Estaba él predestinado? Todo este tiempo he estado persiguiendo a Chris, pero no he conseguido acercarme a él. Me he acercado más a Jason, al parecer. Lo bastante cerca como para bloquear los labios. Y entonces me aparto de nuevo, reviviendo la lluvia y la hierba y el beso. 179 Pero tan pronto como me siento dichosa, oigo la voz de Jason en mi oído que me llama Lame Libros. Lo oigo diciéndome que el descubrimiento es una mierda. Oigo sus chistes verdes sobre el Big Ben y lo veo arrinconándome en la pared y avergonzarme hasta la médula. Hasta me lo imagino depositando tampones en mi casillero en el noveno grado y haciendo garabatos en la pintura de Phoebe. Esto claramente no estaba predestinado. O sea, claro que he aprendido a tolerar a Jason en este viaje, pero categóricamente, sigo sin querer estar cerca de él. Estoy bastante segura de que tan pronto como regresemos a Estados Unidos, iremos directamente a ignorarnos mutuamente de nuevo. No somos amigos. Somos menos de no amigos. No tenemos nada en común. Mi predestinado no será un irritante, inmaduro, inculto y contador de chistes verdes como Jason. No será un imbécil que llama la atención gastando cada minuto del día intentando ser la persona más ruidosa en una habitación. No será un tipo que ni siquiera ha leído un sólo libro, ¡y mucho menos una novela de Jane Austen! Fue un accidente. Estábamos luchando, nos caímos y nos quedamos atrapados en el momento. Hechizó mis hormonas con su sonrisa ladeada y traviesa, su ridículas pecas, su cabello desordenado, su voz baja, riéndose de mí como si todo fuera un chiste, como si siempre me hubiese conocido… y antes de que lo sepa, estoy de vuelta en el beso, reviviéndolo de nuevo… La lluvia… La suave presión de sus labios… La sensación de sus manos en mi pelo… Los sonidos del revoltijo de las maletas de mis compañeros de clase me despiertan. Supongo que al final me dormí, después de todo. Me siento demasiado rápido y me golpeó la cabeza contra el techo. —Ouch —grito, frotando el chichón que pronto saldrá en mi frente. —Bueno, mira quién está despierta —refunfuña Sarah Finder—. Me alegro de que alguien pudiera dormir un poco. El resto nos quedamos despiertas por cierto chirrido. —En serio —se queja Evie, lanzando su cepillo de dientes nuevo en su bolso de Louis Vuitton—. Era como si estuvieras haciendo algo desagradable con alguien allá arriba. —Lo siento —murmuro, volviéndome de color rojo brillante. No quiero ni pensar en lo que haría si Sarah se enterara de que Jason me 180 besó. Probablemente convencería a toda la escuela de que tenía un tercer pezón o una enfermedad de transmisión sexual. Echo de menos a Phoebe. En cuanto vuelva al hotel, le escribiré un correo y le rogaré que use Skype. —¿Puedo recuperar mi cargador, por favor? —Evie extiende la palma y golpea teatralmente la punta del pie en el suelo. No sabía que un “por favor" pudiera sonar como un insulto, pero se las ha arreglado para que suene así. ¿El beneficio de que todas tengamos el mismo teléfono? Que todas tenemos el mismo cargador. Y yo lo tomé "prestado" anoche, después de que ella se fuera a dormir. Abajo, en el vestíbulo del hostal, un desaliñado empleado está repartiendo desayunos. En el interior encuentro un croissant medio duro, un poco de mantequilla envuelta en papel de aluminio y un pequeño recipiente de jugo de arándano. No importa. Mi estómago está todo revuelto. No podría comer ni aunque quisiera. Mientras alcanzo los escalones y subo al autobús, busco a Jason, pero aún no ha subido. Me siento la ventana, hacia el centro, preguntándome si finalmente se dejará caer a mi lado y me robará el desayuno. Unos minutos más tarde, esa cabeza oxidada y la gorra de béisbol cubierta de pelo aparece en la parte delantera del autobús. Mi estómago hace un salto mortal. Jason comienza a andar por el pasillo, saludando a la gente a su paso. Cuando por fin se da cuenta de mí y del asiento vacío a mi lado, no me sorprende del todo que no lo tome. Me sorprendo de que lo único que consigo es un medio guiño antes de dejarse caer en un asiento dos filas por delante de la mía. ¿Ni siquiera un arrogante buenos días cuándo me llama Lame libros? ¿Ni una palabra? Estiro el cuello sobre el asiento de delante de mí, pensando en que tal vez se dé la vuelta y diga algo, pero el autobús se estremece al arrancar y nos ponemos en marcha por el camino. Jason ni siquiera mira hacia atrás en mi dirección. Cuando inclino la cabeza contra la ventana del autobús, puedo distinguir el brazo de Jason apoyado contra el cristal dos filas por delante. Puedo verlo pasando algo al asiento frente a él, pero no puedo averiguar qué es. Espero y observo cuidadosamente, pero no puedo decirlo. La próxima vez que le veo hacer un movimiento, me pongo de pie y me estiro falsamente y ahí es cuando veo lo que está haciendo. Está pasándole una nota a Sarah Finder. Vuelvo a caer en mi asiento con tanta fuerza que siento los resortes de metal metiéndoseme en la parte trasera. No me importa. Francamente, se siente bien tener una razón para las lágrimas en mis ojos, incluso si se trata de un dolor literal en mi trasero. Cierro los ojos con fuerza antes de que caiga una lágrima y evoco todas esas cosas de 181 Jason que enumeré anoche, como que es molesto y me pone apodos, me avergüenza, odia los libros que me gustan, tiene que ser el centro de atención y antes de darme cuenta, lo vuelvo a odiar. Pero ahora tengo una razón aún más grande. Porque él me dio el mejor beso de mi vida, mi primer beso, el primero de verdad y ahora finge como si nunca hubiera ocurrido. Lo que es peor, está coqueteando con Sarah delante de mí. El resto del viaje es miserable. Trato de escuchar mi iPod, pero cada canción parece una cursi canción de amor. Jason tenía razón. ¡Menuda mierda! Cuando estamos a las afueras de la ciudad, el teléfono vibra contra mi muslo. Logro sacarlo de mi bolsillo y abrirlo para ver un mensaje. Sólo quería decirte que espero que tengas un buen día —C Nunca he sido tan feliz de tener un teléfono cargado en mi vida. Un mensaje dulce de Chris es exactamente lo que necesito. Si, finalmente, un mensaje que no tengo que analizar ni descifrar. Uno que no necesita algún tipo de respuesta ingeniosa. De hecho, puedo responder a esta todo por mí misma con (¡oh!) Honestidad. Los he tenido mejores... Segundos después, llega una respuesta. "Si estás atravesando un infierno, sigue adelante." —Churchill Me río. Mi padre solía decir eso todo el tiempo y mamá lo golpeaba fuertemente por decir "infierno" delante de mí. Me gusta esa ¿Y qué tal la cita de Frost? 3 cosas acerca de la vida: La. Vida. Sigue Pulso enviar y me imagino a Chris en algún café, con un mocha de caramelo caliente y un libro sobre la mesa y su teléfono en la mano. Tal vez empuja las gafas sobre el puente de su nariz antes de enviar cada respuesta, tal vez tiene que empujar hacia arriba las mangas de su camisa de franela desgastadas. Imagino el pelo cayéndole sobre los ojos mientras escribe y mi corazón da una pequeña sacudida. Eres impresionante. ¿Nos veremos pronto? Los estremecimientos del autobús llegan a su fin y estoy yendo hacia delante, hacia la parte posterior del asiento frente a mí. Mi teléfono cae al suelo y tengo que retorcerme como un pretzel para llegar a él desde debajo de mi asiento. Cuando me levanto, veo a Jason por delante, con la cabeza flotando por el pasillo. Arrojo mi bolso sobre mi hombro y hago mi camino por el pasillo, pero algo en un asiento de dos filas me llama la atención. Es un pequeño pedazo de 182 papel blanco, probablemente una receta, doblada con fuerza. La escritura está garabateada en la parte posterior. La nota. La quiero. Siento la misma intensidad de comezón que normalmente siento al estar de pie en la parrilla de salida en una competición de natación. Sólo dame la señal, que estaré lista para salir corriendo. La alcanzo, la levanto y cuando me doy la vuelta para ver a Deirdre mirando por debajo de su pelo muy rizado echándome extraña una mirada, le sonrió. —No puedo creer que la gente deje su basura en el autobús para que otra persona la recoja —digo, poniendo los ojos en blanco. Me guardo la nota en el bolso. De vuelta en mi habitación del hotel, echo la cadena, como si alguien fuera a irrumpir y acusarme de robar. Despliego la nota y veo dos tipos de escritura: la escritura cursiva de Sarah, ¿Qué pasó anoche, chicos? Y la mala letra de Jason respondiendo, metí la pata. En más de un sentido. Lo leo de nuevo. Y otra vez. Y luego una cuarta vez. Después de la quinta, lo aplasto en mi mano y la tiro con todas mis fuerzas a través de la habitación. No es más que un pedacito de papel, sin embargo, se agita y cae lánguidamente cerca de mis pies. No sé qué más hacer, así que lo pisoteo fuertemente. Y después otra vez. Y luego salto arriba y abajo sobre él. Cuando por fin me detengo, estoy sin aliento, pero una sensación de calma se apodera de mí. Así que fue un error. Nos odiamos. Somos completamente opuestos. Sólo fueron las hormonas. No significó nada. No voy a pensar en eso otra vez, nunca, ni siquiera por un segundo. Parece como si en mi cerebro se hubieran cocinado unos huevos revueltos. Todo lo que sé es que necesito sacar la rabia, así que me tiro al suelo, de espaldas y hago cientos de abdominales. Cuando he terminado, mis abdominales están tensos y ardientes y mis pulmones pidiendo más oxígeno. Me siento en la enorme y mullida cama y tiro del edredón hacia mi alrededor como si fuera una capa. Entonces me dejo caer sobre la cama y me quedo dormida, recuperando todas esas horas perdidas de anoche. Cuando me despierto de mi siesta, me doy cuenta de que me he perdido el almuerzo. Oh, bueno. Sigo sin tener apetito. Localizo la toalla de la piscina del hotel colgando sobre la repisa. Tan pronto como me deslizo en mi bañador, siento que mis músculos empiezan a quemar, rogando por un buen entrenamiento. 183 Arriba, en la piscina de la azotea, ejecuto una inmersión perfecta en el agua, apenas haciendo un chapoteo. Empiezo estilo libre, empujándome duramente a través del agua, pero no pasa mucho tiempo antes de cambiar a mariposa. No es mi mejor golpe, pero hace que mi cuerpo trabaje tan fuerte que no puedo pensar en nada más. Excepto en el beso. El beso que fue un error. Hoy el agua no está haciendo su trabajo. Nada es silenciado. De hecho, todo parece más fuerte. ¿El beso fue un error? Pero entonces, ¿por qué pareció tan correcto en ese momento? He tenido suficientes besos en mi vida (bueno, cuatro) para saber que lo que ayer pasó fue diferente. Especial. Francamente impresionante. Mi mente se distrae de nuevo al momento en la hierba, justo antes de la lluvia, cuando pude sentir su aliento en mi pelo. Estoy a punto de perderme en la memoria cuando hago clic en la realidad y me trae de vuelta. Al parecer, la sensación "diferente" era que nunca había sido besada por accidente. Yo nunca había sido besada por alguien que no quería volver a besarme. (Incluso Johnny Cafferty, que tuvo que darme un beso por “gira la botella” en el campamento de verano, quiso besarme. Se lo dijo a Phoebe y ella empujó la botella en el último segundo para que cayera sobre él.) ¿Cuándo voy a entender algo sobre el amor? Entre Mark, Chris y Jason, sigo haciéndolo mal. Mark es un sueño, Chris es un misterio y Jason un error. ¿O tal vez todos son errores? Ni siquiera los conozco. Entonces me golpea: todo este tiempo, Chris ha estado pidiendo verme, conocerme. Y yo sigo rechazándolo. ¿Por qué? Porque tengo miedo y eso es una razón estúpida para huir de alguien a quien en realidad le gusto, que en realidad se alegra de conocerme, a pesar de que no sabe bien la verdad sobre quien soy. Si la relación de mis padres me ha enseñado algo es que las cosas no duran para siempre, que no pueden, por lo que no se debe perder ni un solo minuto. La conexión es una cuestión del destino: si Chris resulta ser mi predestinado, entonces no le importará que no sea una supermodelo. Me amará de todos modos. Además, ya me ha conocido. Papá siempre decía que una gran recompensa siempre viene con un gran riesgo, y ya es hora de que corra riesgos. Nado hacia el borde de la piscina, donde he dejado mi toalla y mi teléfono. Levanto la tapo y tecleo un mensaje nuevo a Chris. ¿Qué tal esta noche? —J Hago clic en enviar, entonces cierro mi teléfono y me sumerjo en otra vuelta para castigarme. Estoy a mitad de camino cuando me doy cuenta de que hay alguien parado en el borde de la piscina, justo al final de mi carril. Subo en busca de aire, retirando el agua de mis ojos. —¡Julia! 184 Imposible. Parpadeo varias veces, dándome cuenta de que debo tener una gran cantidad de cloro en los ojos. No puede ser. Estoy soñando. —¡Qué casualidad encontrarte aquí! Había completo que los junios estabais alojados en este hotel. olvidado por Mark Bixford, el hombre de mis sueños, el predestinado original, está de pie en la terraza de la piscina, sonriéndome. 185 19 Tres son Multitud... Incluso si es una Multitud Real. Traducido por Anelynn y SOS Joseee96 Corregido por LuciiTamy Ya estás. En encuéntrame en el @Mercado Camden esta noche para conseguir algo de vino caliente con canela & vagabundear? —C M i teléfono timbra con un nuevo mensaje, pero estoy muy pasmada para mirarlo. O tal vez es solo mi cerebro timbrando—alguna alarma interna se apaga. ¡DAEJ! ¡DAEJ! —¡Qué... qué estás haciendo aquí! —exclamo. La combinación del duro ejercicio y el shock me hace sonar balbuceante y chillona. Me agarro de un lado de la piscina, descansando mi barbilla en el borde, tratando de ocultar tanto de mi cuerpo como me es posible. Mi traje de baño Day-Glow del equipo de una pieza que no tiene exactamente un gran atractivo sexual. —Uh, bien, escuché que había una piscina en el techo, así que imaginé que podría venir aquí arriba y echarle un vistazo —dice él, encogiéndose de hombros. —Quise decir en Londres —digo. Todavía estoy parpadeando el cloro fuera de mis ojos, pero no parpadeo muy rápido, en caso de que él sea algún tipo de milagro y que podría accidentalmente alejarlo. —Llamaron a mi papá en último minuto para cubrir la semana de la moda —explica, y recuerdo que su padre es una especie de grancosa como fotógrafo. No solo se ha extendido con frecuencia en Vogue y Harper's, sino él se ofrece como voluntario para fotografiar a pacientes con cáncer en el hospital para niños. El dona una sesión de fotos para la subasta de caridad PTA Newport North cada año. Obviamente, el Senior Bixford ha transferido su genialidad a su hijo. 186 —Desde que no tengo planes para las vacaciones de primavera, me trajo con él. Me imaginé que una aventura en Londres sería divertida. —Pero pensé que el hotel no estaba abierto todavía. Para los huéspedes regulares, quiero decir —Como si eso siquiera importara ahora mismo, Julia. Tú eres una asistente convencional. Pero Mark no rueda sus ojos o manda una broma. Sólo asiente y explica que su papá conoce al hermano del esposo de la Señora Tonnison (o lo que sea), también, a intercambiar algunas fotos para colgarlas en el comedor del hotel, los Bixords se están quedando en el hotel por el resto de la semana. Un temblor pasa a través de mi cuerpo, y repentinamente comprendo que Mark Bixford, mi DAEJ, está parado aquí, y yo estoy en una piscina. Pongo mis manos arriba en el borde de la piscina y comienzo a impulsarme derecho hacia arriba sobre la plataforma. Estoy a la mitad del camino de salir del agua cuando me golpea que estoy a punto de pararme en frente de Mark Bixford, mi DAEJ, usando un mojado traje de baño. El horror me manda hacia atrás y caigo de golpe en la piscina, el agua salpica sobre los perfectos tenis blancos de Mark. Tengo un momento cuando pienso en quedarme en el fondo de la piscina hasta morir... o hasta que Mark se marche, cualquiera que venga primero. Pero eso solo dura un minuto antes emerja de regreso a la superficie, jadeando por respirar. —¿Necesitas ayuda? —Mark se agacha y me ofrece una de sus manos. Necesito un par de jeans y una sudadera. Y posiblemente una lobotomía, porque mi cerebro está, como congelado por el shock. Agarro su mano y él me jala derecho hacia arriba sobre la plataforma en un movimiento fluido. Puedo sentir sus ojos en mí en los lugares donde solo imaginaba que los ojos de Mark Bixford irían. Estoy simultáneamente horrorizada de estar usando el traje de baño de mi equipo y agradecida de que no estoy usando un diminuto bikini. Cruzo mis brazos frente a mi pecho, y luego los suelto a mis costados. Cruzo mis manos en mi cintura. Debo lucir como que estoy haciendo alguna clase de Macarena medio-desnuda, así que me sumerjo pasando a Mark por la toalla que dejé antes de entrar en la piscina. La envuelvo en mí como una capa. —Yo, uh, bueno... —murmuro, rezando para que mi cerebro emerja desde su niebla aguada y empiece a funcionar realmente—. Me dirijo hacia la planta baja. Necesito vestirme. —Iré contigo —dice. Me sigue hacia el elevador y brinca en frente a mí para golpear el botón. El elevador repica en cada piso. El sonido es alto, nítido y de alguna forma alegre, una señal de que algo excitante está a punto de 187 empezar. No puedo creer que Mark esté realmente aquí hablando conmigo, no solo porque él cree que debería. Tengo que dejar de echarle miradas furtivas para estar segura de que no es un sueño. Espero que no lo note. Me concentro en no mirarlo fijamente, y tampoco trato de pensar sobre el silencio extendiéndose entre nosotros. No hablaré, porque si hablo, lo echaré todo a perder. Hay agua en mi oreja izquierda, puedo sentirla, pero me rehúso a tratar de sacudir el agua. No voy a empezar a dar saltitos arriba y abajo como liebre torcida en frente de Mark. Mark está aquí. Sigo repitiéndolo una y otra vez en mi cabeza, pero todavía no se siente totalmente real. Quiero pellizcarme. O a él. O a ambos. O hacer que él me pellizque a mí. Debo de haber conseguido agua en mi cerebro. Miro fijamente hacia las puertas de metal del elevador, las cuales reflejan la imagen de Mark parado junto a mí. Él está inclinado contra la pared del fondo del elevador, sus brazos cruzados sobre su pecho. Sus mangas estaban enrolladas hacia arriba, y yo no puedo parar de mirar su piel bronceada. Hay algunas pecas salpicadas a lo largo de su brazo. Quiero recorrerlas con mis dedos desde la primera a la siguiente, trazándolas como algún tipo de constelación. Mark está aquí. Y hablando conmigo. ¡Conmigo! —He oído que tuviste algo, um, de nerviosismo en el vuelo —dice, arqueando una ceja. —Oh sí, el vuelo estuvo muy movido —respondo—. ¿Cómo lo... Antes de que pueda terminar la pregunta, el elevador repica dos veces para indicar que hemos llegado a mi piso, y mientras las puertas se deslizan abiertas, el reflejo de Mark desaparece... y es reemplazado por la vida-real Jason, quien está esperando entrar en el elevador. Su termal verde oscuro tiene un agujero cerca del dobladillo y las mangas que están todas extendidas sobre sus dedos. Su cabello desordenado parece estar montando un escape debajo de su gorra de béisbol torcida. Los ojos de Jason se mueven rápidamente de un lado al otro de Mark a mí, de mí a Mark. —¡Hola! —grito, totalmente muy alegre. Me apresuro a pasarlo antes de que él pueda hacer algo que me avergüence, y Mark me sigue hasta el corredor. —¡Oye! —dice Jason, girando para enfrentarme, sin embargo mantiene sus ojos en Mark. Ahora que puedo verlos parados uno en frente del otro, no puedo creer que he salido con Jason si quiera. Dos segundos. Mark es perfecto. Jason tenía razón: el beso fue un error. 188 La expresión de Jason es difícil de descifrar. El luce muy calmado. Desafortunadamente, parece como el tipo de calma que viene antes de un tornado que azota atravesando tu ciudad y deposita tres vacas y una Pizza Hut en la parte superior de tu casa. Siento que mi cuerpo se tensa mientras espero por la inevitable nube embudo. Mark, para su crédito, está distraído. —Hola, hombre, me da gusto verte —dice Mark, y ofrece su mano. Jason la ve por un momento antes inclinarse por un de esas maneras medio-choca los cinco, medio-abrazo y palmada-en la espalda de los chicos en los que parecen ser muy buenos. Jason le da un golpe seco tan fuerte en la espalda que creo que oigo que se escapa un bajo "ugh". —A mí también hombre —contesta Jason, con un ligero sarcasmo en su voz. Jason se gira hacia mí. —Así que, compañera, yo solo te estaba buscando. Tenemos a esa tarea de espacios-abiertos, así que estaba pensando que podríamos ir al Jardín Covent. Tú sabes, a oler algunas flores y esas cosas. —En realidad no es un jardín —contesto. —¿Qué? —Jason luce desconcertado. —Es una zona para ir de compras —digo. Doy un vistazo hacia Mark con nerviosismo. No quiero que piense que soy alguna clase de aburrida sabelotodo. Por suerte, él no parece estar prestando atención—. Ahí están los mercados y la Casa de la Ópera Real y cosas. —Lo que sea —dice Jason. Se coloca entre Mark y yo—. ¿Quieres ir? —Realmente no encaja con la tarea —respondo, incómoda reajustando mi capa-toalla. Mark mira su reloj. Se mueve fácilmente rodeando a Jason, y yo prácticamente me derrito en un charco cuando él me sonríe. —Me dirijo hacia el Parque Hyde en pocos minutos. Mi papá está haciendo una sesión de fotos, y quiere que me encuentre con él. Puedes venir conmigo si quieres. Tengo una pequeña, pequeñísima astilla de un momento cuando parece que Mark Bixford podría estar pidiéndome salir en una cita, pero Jason rápidamente zapatea su pie en esa esperanza y sueño. —Eso suena genial —dice, un pesado y fingido entusiasmo gotea de sus palabras—. ¿No crees que eso suena genial Julia? Casi, no lo sé, ¿cómo que es el destino? 189 Le disparo una mirada de advertencia a Jason, y el parece recibir el mensaje: No lo hagas. Solo. No lo hagas. Quiero golpear esa arrogante sonrisa fuera de su pecoso rostro, pero en su lugar tomo una profunda respiración y le sonrío a Mark. —Sí, eso sería divertido —digo, esperando que mi voz suene apropiadamente entusiasta sin mucho de un matiz de ¡OH DIOS MÍO SÍ POR FAVOR AHORA MISMO!—. Iré a ponerme algo de ropa —digo. —¿Estás segura? —Mark me sonríe y levanta sus perfectas cejas—. Estoy seguro que la gente de Londres amaría verte de turista en tu traje de baño. A mí ciertamente no me importaría. Jason le lanza una mirada irritada, pero realmente no me importa, porque en este momento, mil pequeñas Julias Lichtenstein están dando volteretas en mi cerebro. Él no solo está hablando conmigo; ¡está coqueteando conmigo! —Solo apresúrate, ¿vale? —Dice Jason—. No quiero esperar todo el día para que encuentres el atuendo perfecto. —Sí, porque eso suena como yo —susurro. Realmente no quiero empezar una pelea con Jason ahora mismo. No sé qué estimula este repentino interés en el chico que ha ocupado el 94.32 por ciento de mi cerebro desde que se mudó de regreso a Newton. Todo lo que sé lo que sea que esta nueva realidad en la que me he involucrado es, que me preocupo que se mantenga junto por palitos de paleta y por viejas bandas de goma. No estoy a punto de pelear con Jason y perturbar este delicado suceso milagroso. —Bueno, apresúrate, ¿vale? Quiero continuar —dice Jason. Golpea un botón para llamar al elevador otra vez. Un repique señala su llegada. Las puertas se deslizan abiertas, y Jason entra—. Te encontraré en el vestíbulo. —Iré contigo —dice Mark, lanzando sus brazos dentro de las puertas del elevador cerrándose. Estas suenan de regreso abiertas y Mark entra—. Tomaré algunos bocadillos para el camino. ¿Algo para ti, Jules? No sé si ellos hacen Starbucks en Reino Unido. El elevador se desliza cerrándose antes de que pueda responder, lo cual es probablemente bueno. No habría sido capaz de hablar de cualquier forma. Estoy muy ocupada dando saltitos arriba y abajo, haciendo un baile feliz, mis manos sobre mi cabeza, mi cabello mojado batiéndose de un lado a otro. La primera cosa que hago cuando regreso a mi habitación es darme una pasada en el espejo. Mi cabello está colgando en pesadas y mojadas ondas, pegándose a mis hombros, aglomerado cabello castaño. Mi traje no se ha subido en ningún lugar vergonzoso, pero aún así, un Speedo no es un atuendo que escogería para mi primera conversación con Mark Bixford en cinco años. Resisto la urgencia de 190 poner el Skype con Phoebe ahora mismo que Mark está hablando conmigo, Mark (bueno... algo así). Tengo que estar en la cinco minutos, así que nuestra sesión de hasta después. y chillar a través del internet va a ir a una cita conmigo planta baja en cómo, hace chismes tendrá que esperar Me cambio en un tiempo record, optando por dejar que mi cabello se seque con el aire y esperando a que no convierta en una loca bola encrespada. Mientras me cepillo los dientes, cierro mis ojos y veo su sonrisa cuando dice mi nombre. Veo ese diente que se extiende encima de otro diente, haciéndolo lucir solo un poco más—no sé— mortal. Quiero decir, suena como que él recordó nuestra boda. Y sonrió. ¿Qué más posiblemente podría importar ahora mismo? Cuando llego al vestíbulo. Localizo a Jason y Mark sentados en frente uno de otro en sillones orejeros. Llego a tiempo para escuchar el final de su conversación. Jason está mirando hacia el bar, donde un grupo de modelos solitarias, que parece que se detuvieron por una bebida a media tarde. —Parece como que hay muchas presas fáciles alrededor para ti —dice Mark. Asqueroso. No quiero saber nada sobre las "presas" de Jason. No puedo creer que en realidad lo dejé besarme. Tan pronto como el pensamiento viene a mí, aunque, la sensación de su beso en el césped surge atravesándome como un shock eléctrico. Repentinamente siento mucho calor, con el tipo de calor que trae pinchazos de sudor directo a tus sienes. Jadeo y tengo que darle a mi cabeza una pequeña sacudida para conseguir que la imagen se aleje. El ruido alerta a los chicos de mi presencia, y ellos levantan la vista hacia mí. —¿Listos? —pregunto un poco muy alegremente. —Uh-huh —gruñe Jason, y comienza a ir hacia la puerta sin siquiera echar un vistazo en la dirección de Mark. No es el mejor comienzo. Nos toma veinte minutos para caminar de la entrada al Parque Hyde, y cada minuto es agonizantemente incómodo. Mark trata de hacer una conversación sobre Londres; Jason resopla y rueda sus ojos como respuesta; y para compensar, termino por actuar como si cada palabra que sale de la boca de Mark es una joya cagada por una princesa hada. Estoy peligrosamente al borde de recrear las técnicas de coqueteo ridículo de Susan. Si nada más, por lo menos el clima parece estar cooperando. La Sra. Tennison parecía tan orgullosa de su pequeña tarea de "espacios abiertos", designada para llevarnos a unos de los más famosos parques de Londres y fuera de los bares y boutiques de los que mis compañeros 191 de clase están tan interesados. Después de los últimos dos días de lluvia, estaba comenzando a pensar que nuestra tarea de espacios-abiertos iba a ser un desastre épico. Respiré un enorme suspiro de alivio cuando finalmente llegamos al Parque Hyde, porque espero que eso signifique que tendremos algo concreto para hablar. Tal vez incluso podamos deshacernos de Jason. Excepto, claro, no puedo. Quiero decir, no debería. Porque eso es contra las reglas. Y yo no rompo las reglas. Excepto con Jason. Puedo sentir las manos de Jason en mi cabello otra vez, sus labios en los míos, y estoy jadeando por respirar. —¿Estás bien, Jules? —pregunta Mark, deteniéndose para aliviar si necesito una palmada en la espalda o boca a boca (Um, ¿tal vez?) —Estoy bien —contesto—. Yo solo, uh, me tragué un insecto, creo —Oh Mi Dios. ¿De verdad acabo de decir eso? Mark va a pensar que soy asquerosa. Afortunadamente, se ríe. —Tragar puede ser un peligro —dice, como si estuviéramos compartiendo alguna clase de broma interna. Me relajo otra vez, agradecida con él por hacerme sentir aliviada. Jason, por otro lado, definitivamente no está haciéndome sentir aliviada. Él está acechando a un metro por delante de nosotros, sólo lo suficientemente lejos para lucir deliberadamente grosero, pero no lo suficientemente lejos para que nosotros podamos platicar con libertad sin que se entrometa. Solo sé una forma para distraerlos de la incomodidad, así que salgo hacia adelante y comienzo a hojear las páginas hasta que encuentro la lista del Parque Hyde, la cual marqué con un azul Post-it la primera vez que leí este libro de regreso en Boston. —De acuerdo con la guía turística, el Rincón del Orador está realmente cerca por… —digo, mis ojos pegados a la página. —¿Qué es eso? —pregunta Mark, mirando encima de mi hombro hacia el libro. —Es un espacio al aire libre para debatir —digo, tratando de ocultar el hecho que su cercanía está prácticamente dándome palpitaciones en el corazón—. Cualquiera puede pararse y hablar sobre... bueno, de cualquier cosa. —Creo que tú deberías hablar, Julia —dice Jason, girándose para dispararme otra indescifrable mirada—. ¡Creo que deberías deslumbrarnos con tus teorías del DAEJ! Por poco dejo caer mi libro. 192 —¿Qué es DAEJ? —pregunta Mark, mirando más cerca encima de mi hombro como si fuera a encontrar la respuesta en mi Guía hacia Londres de Frommer. —¡Oh! Es... uh... solo esta cosa. De estudios Sociales —digo rápidamente, mi mente corriendo para sacar tres pequeñas palabras—. Es la… Distribución de… Acciones… Ejemplares para…. Judíos. O como es más comúnmente conocido, el DAEJ. Jason estalla en carcajadas. Podría matarlo ahora mismo. Desde que estoy muy segura que el homicidio es tan ilegal en este lado del océano, me giro en mis tacones y empiezo a caminar en dirección contraria, recortando a lo largo del césped y hacia el Rincón del Orador. Estoy feliz ver que Mark me sigue. El Rincón del Orador me recuerda un poco de regreso a casa al Público de Boston, sin los guías turísticos usando prendas de la Guerra de la Revolución. Varias personas están merodeando alrededor en el espacio. Algunos oradores están parados en literales cajas de jabón, otros en sillas. Algunos han construido elaboradas carteleras; algunos están ondeando carteles; otros están gesticulando ampliamente. En un lugar del camino, inclinado contra una cerca, está un hombre manifestándose en contra de la sobrepoblación. Directamente frente a él está un desaliñado estudiante de universidad parado en un taburete, tratando de convencer a los turistas que pasan sobre las virtudes de la dieta vegetariana. Los corredores pasan volando atreves de la multitud, con los auriculares fijados firmemente en sus orejas, y las madres con hijos dándose prisa tan rápido como pueden. Pero muchas personas se han detenido a escuchar. Ocasionalmente, la gente les grita de regreso a los oradores. Algunos chicos siguen gritando. —¡Me volvería vegetariano si el tocino creciera en los árboles, colega! Nos aplastan entre la multitud. La mayor parte de lo que he oído sólo parece terco, reaccionario, o francamente loco. Empiezo a sentir tensa la piel y un rastreo de incomodidad. No me gustan las multitudes, y no me gusta gritar... lo que significa que definitivamente no me gustan las multitudes gritando. Empiezo a sentirme un poco mareada: la marea de voces hace girar mi cabeza. Miro por encima del hombro para asegurarme de que Mark y Jason están todavía cerca, y mi espalda se gira, me encuentro con alguien. Golpeo a mí alrededor para ver a un hombre calvo con un traje raído de pie en silencio en medio de la ruta. Él sostiene un cartel, completamente blanco, con letras mayúsculas en negrita negro. Dice No le crea a nadie, incluyéndome a mí. —Lo siento —murmuro, pero no dice nada. Él sólo me da un poco de una sonrisa escalofriante. 193 —Julia, ¿estás bien? — Mark aparece detrás de mí, una mano en la parte baja de mi espalda. El calor de su toque me parece anclarme a la realidad de nuevo y me atrae de vuelta al presente. Mark está leyendo la frase del hombre, también. —¿Qué quiere decir? —Se pregunta. Una vez más, el hombre se limita a sonreír en respuesta. Jason aparece en mi otro lado. —¿Qué pasa? —Nada, yo… yo quiero salir de aquí —le digo. Empujo más allá del hombre y de su señal, y me pongo rápidamente para el final de la ruta en la esquina del orador termina y comienza el resto de Hyde Park. Mark anda en pos de mí, y Jason le sigue. —¿Qué fue todo eso? — Jason pregunta. —Yo no estaba en él —le digo, que es el eufemismo del siglo—. Hay demasiada gente. —Y gritos —dice Mark. Jason se encoge de hombros. —Yo como que lo entendí. Sobre todo ese tipo pasado —Jason mantiene los ojos fijos en el suelo, pateando piedras cada pocos metros. —Un eslogan inteligente. —Realmente no lo entiendo —le digo. Tengo que dejar de lado la torpeza de no correrme a la derecha de él. Mark, que está caminando a mi lado, mueve su mano en mi codo para estabilizarme—. ¿Qué va a conseguir? —Quiero decir, ¿qué es él? —pregunto. Me siento frustrada. Estoy confundida por el mensaje críptico. Me siento como si hubiera una broma en alguna parte y no estoy en esto. —¿‖No creo en nadie, ni siquiera en mi‖? Es decir, ¿se trata de una declaración política? ¿Se trata de un eslogan de fiesta? —Probablemente fue una locura —dice Mark, encogiéndose de hombros. —Parecía el más cuerdo del montón para mí —Jason retorta, luego toma el paso, para poner distancia entre nosotros. —Todavía no lo entiendo —le digo. Tratando de aflojar el cuello, le doy a mi cabello un batido. Está todavía un poco húmedo de la piscina y se siente como que me está pesando, como si alguien puso un jarro de agua fría en la parte superior de mi cabeza y me obliga a caminar con una buena postura. 194 —Figuras —Jason llama por encima de su hombro. Entonces, de la nada, se lleva a cabo una rueda de carro, allí mismo, en medio de la ruta. Casi tiro afuera, ¿Qué se supone que significa eso? pero de nuevo me trago las palabras. Siento que un edificio zumbando en mis piernas, como si quisiera nadar hasta llegar a la luna y volver. Tratar con Jason y Mark está resultando demasiado estresante. Murmuro algo sobre la necesidad de agua y muevo la cabeza hacia uno de los carritos de comida pequeños estacionados en la zona. Doy el vendedor un surtido de monedas de chocolate, y me entrega una botella de agua fresca, goteando en el exterior que saco hacia afuera de la pileta de hielo. Me giro y la mitad de la botella se ha ido. —Tranquila, amiga, deja un poco para mí —Jason está de pie junto a mí, y yo instintivamente miro alrededor para ver a Mark. —Se fue al baño —dice, poniendo los ojos en blanco. —Oh —le respondo, él se aleja, yo me disgusto y molesto que Jason se dio cuenta que lo estaba buscando. —En serio, ¿estás bien? —Estoy bien —le digo. Empujo la botella medio vacía en sus manos—. Al igual por qué te importa. —Oh, no empieces —dice Jason , empujando de nuevo en mis manos—. Termínalo tú. Parece que lo necesitas. —¿Por qué estás haciendo esto? —Estallo. De repente, me siento como si estuviera al borde de las lágrimas. Los ojos de Jason parpadear. Por un momento, parece incierto. —¿Haciendo qué? —Hacer mi vida un infierno en un minuto, luego actuar como si te importara la siguiente. —No voy a actuar —dice. Toma la botella de mi mano, y bebe el resto, y la arroja a la papelera de reciclaje, al pie de la carreta. Da un paso en mi pequeño círculo de espacio personal, esta vez más cerca, por lo que tengo que mirarlo a los ojos, tengo que inclinarme mi cabeza en alto. Al levantar la mirada, su mano se acerca a acariciar mi barbilla. Se inclina un poco, y el magnetismo del momento y sus intensos ojos azules casi me tiran fuera. Su cabeza gira ligeramente a la izquierda. Empiezo a inclinarme derecho a reunirse con él, pero el recuerdo de su nota a Sarah viene golpeando de nuevo. Doy un paso atrás rápidamente. Me tropiezo hacia atrás, casi derribando una mujer de negocios en un traje negro nítido que está rodando un maletín con ruedas detrás de ella. Murmuro una disculpa. Jason toma mi codo y me lleva lejos de la señora de negocios, que está a punto de tener un colapso completo en más de un roce que he 195 añadido a sus zapatos negros inteligentes. Me lleva fuera de la ruta y a la hierba. Mantengo mis ojos en el suelo, centrándome en recubrir los dedos de mis zapatillas de deporte a la perfección con el borde del camino pavimentado. —Eso no es una buena idea —le digo, después de lo que parece una eternidad de silencio. Jason se inclina contra un árbol escuálido, y me preocupa que él esté a punto de desplomarse o tirarlo al suelo. —No es... —Sus ojos son oscuros. No puedo decir por su tono si se trata de una cuestión o si él está de acuerdo conmigo. —No —respondo, sin dejar de mirar mis zapatillas de deporte—. Los dos sabemos que fue un error. No hay que repetirlo, ¿de acuerdo? Jason está en silencio por un momento. Entonces dice: —Sí, claro. —Sus puños han caído descuidadamente sobre sus ojos. Su mirada de película pasa por encima de mi hombro, sin embargo, y cuando me vuelvo, veo a Mark paseando por el sendero hacia nosotros. —¿Qué sigue? —pregunta, mostrando esa sonrisa perfectamente imperfecta. —Más caminata —le respondo. Me dirijo a Jason, pero él ya está por delante como un disparo, la ejecución de una serie de volteretas por el camino. Normalmente, su conducta me molesta, pero hoy me alegro de que al menos ponga una distancia entre nosotros. No sé qué tipo de juego está jugando, pero no estoy interesada en participar. Mark y yo a caminamos a lo largo del camino al lado del otro. El silencio incómodo se extiende entre nosotros. Estoy muy nerviosa y tímida en hacer una buena impresión que yo no sé ni qué decirle. Pretendo inspeccionar la tierra a mí alrededor. Noto una pequeña cicatriz debajo de su oreja derecha. Es perfectamente redonda, como un pinchazo. Tengo una igual en la parte de atrás de mi cuello. La cicatriz de varicela de cuando yo tenía cuatro años. Me pregunto si así es cómo llegó a él, también. —Me alegra que me junte con ustedes —dice, y ahora que ha hablado conmigo, soy capaz de mirar directamente hacia él sin que parezca como una enredadera—. No me gustaría si tuviera que estar solo en este viaje aburrido. —Estoy segura de que ibas a encontrar algo que hacer —le respondo. Tengo que trabajar para mantener a mi voz, incluso. No quiero traicionar la emoción que está burbujeando en mi estómago. ¡Está contento de él se reunió conmigo! Tengo en los pies hormigueo. Siento que en cualquier momento podrían entrar en algún tipo de número de Broadway bailando, patadas altas y todo. —Claro —responde. Mientras caminamos, nuestros brazos se balancean ligeramente, con mi mano y él la agarra—. Pero esto es mucho más divertido. 196 Sonrío como un idiota, y para ocultarlo, me quedo mirando mis zapatos, y luego mirar hacia el parque. Caminamos a lo largo del camino, cogidos de la mano, y mi corazón se siente como que está explotando de alegría. MANOS-Cogidos-de-la-mano-de-la-mano-de-la-mano-Oh-mi-diosnos-está-SOSTENIENDO. Delante de nosotros, Jason continúa haciéndose un idiota total y absoluta de sí mismo. Salta por encima de bancos, da volteretas sobre la hierba, y salta a aplastar a las ramas bajas de los árboles. Está toda velocidad por el camino como un acorazado. Total. De vez en cuando un peatón tiene que saltar fuera de su camino para evitar ser aplastado por la desconsideración S.S. Se siente como si Mark y yo estamos a cargo de un hiperactivo de ocho años de edad. El camino se abre, revelando un gran estanque a nuestra derecha (gracias a Dios, ocas-fuera). El paisaje señala de nuevo a los recuerdos de casa, de caminar a lo largo del río Charles con mis padres, acariciando perros que pasan y alimentar patos. (Los patos son pequeños y lindos. Gansos son enormes y malos. Diferencia mayor.) Delante de nosotros, Jason se detiene y examina la escena. —Como en casa, ¿eh? —Vuelve a llamar. Él hace una doble toma cuando ve a Mark y yo cogidos de la mano, está en shock, tal que sus pecas parecen dispuestos a saltar de la cara. Por alguna razón, me siento increíblemente culpable. Mi reacción inmediata es la quitar mi mano de Mark y agarrar mí guía, ansiosamente pasando las páginas hasta encontrar nuestro lugar. —Se llama la Serpentine —le digo mientras leía el texto en negro pequeño. Una pequeño imagen negro y blanco acompaña a la propaganda, y lo estudio con atención, esperando que ninguno de los dos pueda decir cómo me siento incómodo. —Es un nombre bastante increíble —dice Mark, dando un paso a la orilla del agua—. ¿Tu libro dice de dónde viene? ¿Está lleno de serpientes? —¡Maldita sea! —Jason exclama. Se sube encima de un banco, equilibrando peligrosamente en la espalda, luego arroja sus brazos, se golpea el pecho y grita—: ¡He aquí el Serpentine! —Sus brazos y los ecos de su voz sonando a través del agua. Me toma unos pasos llegar a él. Una pareja de ancianos nos está pasando, y yo les disparo una sonrisa de disculpa, que espero que les comunique algo en la línea de lo terrible de ver la locura en alguien tan joven, estoy seguro de que su cuidador le traerá de nuevo al asilo pronto. —Um, mi libro no dice de dónde surgió el nombre, aunque se menciona que las personas, mientras que tienden a llamar a todo el 197 cuerpo de agua de la Serpentine, que en realidad sólo se refiere a la parte oriental del lago. —Fascinante, Lame libros —dice Jason. Salta desde el banquillo, aterrizando duro justo en frente de mí—. Simplemente fascinante. Pero tengo una idea. ¿Por qué no te tomas tu nariz fuera de tu libro y realmente ves en la maldita cosa? Se ríe, y yo cierro el libro. No quiero que Mark piense que soy una total nerd, y no me gusta Jason haciéndolo reír de mí. Lucho con mi bolsa de mensajes para conseguir el libro en su lugar adecuado entre mi caja de lápices, cartera, teléfono y copia de Orgullo y Prejuicio, pero la bolsa es la colocación de una pelea. Me acerco a un banco cercano y me tiro hacia abajo en el asiento, donde por fin estoy capaz de hacer que todo encaje en su posición original otra vez. —Eso está mejor —dice Jason, su amplia sonrisa más una burla que un estímulo. Se quita, saltando por encima del banco y dando volteretas sobre la hierba. —Jason, ¿puedes parar? —le digo con los dientes apretados—. Yo realmente no quieren arrastrarte al hospital cuando te rompas el brazo. —Oh, vamos, Jules —dice, su voz cargada de sarcasmo—. Relájate. ¡Pasa un buen rato! —Se vuelve a Mark con complicidad y tapa-susurra detrás de su mano—: Nuestra niña es bastante planificadora. En serio. Tú debes preguntarle acerca de sus planes. Sus planes a largo plazo. Ella definitivamente tiene algunos. —¿Sí? —Mark tiene un aspecto ligeramente desconcertado. Empiezo a tener miedo que Mark se conectará con la locura de Jason conmigo, así que pongo los ojos expresivos para demostrar que no tengo ni idea de lo que está hablando de Jason. —Por supuesto —Jason levanta los brazos por encima de su cabeza para ejecutar otra voltereta. Me da un guiño, luego arroja su cuerpo de cabeza en el suelo. Cuando él rueda más y aparece de nuevo en sus pies, puedo ver de inmediato que tiene un momento. Empieza a caer hacia atrás, pero sus pies se mueven en este loco correr para no caer de culo, con los brazos balanceándose como un molino de viento fuera de control. Trato de dar un paso fuera del camino, pero antes de darme cuenta, terminamos en un abrazo de oso loco y me está llevando de mis pies... directamente al estanque. Trato de gritar, pero rápidamente cierró la boca a medida que vamos cayendo bajo la superficie. Inundaciones de agua fría tapan mis fosas nasales, encontrando empapada de agua en cada parte de mi ropa. Hago estallar de nuevo a mis pies. Jason se ríe duro con el agua del estanque podrida, luchando por estar en lo más hondo de barro. —¿QUE ESTA MAL CONTIGO? —grito, empujando de nuevo Jason duro en el estanque. 198 —Pensé que te gustaba nadar —dice. Finge un estilo espalda mientras yace en el agua. —Tu. Eres. Increíble —me ahogo. —Vamos, Jules. —Hay una hoja de cubierta sobre su frente, y él está luchando por contener la risa—. Fue un accidente. Estoy tan triste, mojada y enojada que no puedo ni hablar. No puedo creer que esta sea la segunda vez hoy que Mark me ha visto completamente empapada. Yo no quiero ni pensar en las cosas locas que mi pelo está haciendo. No quiero nada más que ahogar a Jason aquí en el estanque. O por lo menos darle una buena patada en los dientes. Trato de pisar fuerte con enojo fuera del estanque, pero mis pantalones vaqueros y zapatillas de deporte son tan pesadas con agua que apenas puedo levantar mis piernas. Las mangas de mi jersey empapado cuelgan ahora muy por debajo de mis manos, y el dobladillo está cediendo cerca de mis rodillas. Hago unos cuatro pasos antes de pisar el borde alargado de mis empapado vaqueros y caer delante de bruces de nuevo en el agua. Mientras lucho por ponerme de pie, puedo escuchar Jason reír detrás de mí. No puedo creer que yo estaba confundido alguna vez acerca de su lugar en mi vida. El único sentimiento que alguna vez tenga por Jason Lippincott es total y absoluto odio. Mark está de pie en el borde del estanque, sosteniendo mi bolsa. A diferencia de Jason, no se está riendo. Se ve afectado. —Jesús. ¿Cuál es tu problema? —Grita a Jason. Entonces, para mí—: Te debes estar congelando, Julia. Yo camino (con cuidado) a través del agua a unos cuantos pasos antes de que Mark se acerque y me ofrezca su mano. Cuando estoy de vuelta en tierra firme, llego arriba y escurro mi pelo. —Toma, ponte esto —dice, quitándose su verde bosque de lana y manteniéndolo fuera para mí. Me pongo mi propio suéter y tiro la lana en mi todavía húmeda camiseta. No es un día frío, pero hay una brisa fresca, y caminar de regreso al hotel con la ropa mojada probablemente daría lugar a la gripe. Recuerdo de pronto mi mamá en el lado de la carretera, la hinchazón de los tobillos, cuando mi papá sacó el coche a ella. Esto es todo. Mark me está cuidando. La idea me calienta tanto como la chaqueta Mark. Detrás de mí, Jason finge un buceo cisne en el estanque y grita: —¡Vamos, Julia! ¿No quieres estar aquí? La suavidad de la chaqueta de Mark, todavía caliente de su cuerpo, y el olor enmaderado que impregna sirve para bloquear la ira. 199 Pongo mis manos en las mangas, tiro el cuello alrededor de mis mejillas, y tomo respiraciones profundas y relajantes. —¿Mejor? —Se pregunta. Asiento con la cabeza—. Mira, ¿por qué no nos dirigimos de nuevo al hotel para que puedas entrar en calor y secarte? Voy a llamar a mi padre y decirle que me encuentre un poco más tarde. —Está bien —le respondo—. Si estás seguro de que no le importa... —Definitivamente no me importa. —Mark pone su brazo alrededor de mí, tirando de mí a su lado y frotando mi espalda para mantener el calor. —Oye, ¿a dónde vas? —dice Jason en voz alta. Todavía está tratando de salir del agua. Mark gira a su alrededor. —No es asunto tuyo. —Me apoyo en Mark. En este punto, no me importa si me meto en problemas. No me importa si me arranca el viaje, mientras yo no tenga que gastar un solo segundo con Jason añadido en estos momentos. No es hasta que estamos de vuelta en la cuadra del hotel que me acuerdo que iba a organizar una reunión con Chris. Me detengo un poco, con pánico en el pecho. —¿Todo bien? —Mark pregunta, y una vez más su preocupación sirve para liberar cualquier tensión que siento. —Sí, está muy bien —le respondo—. Me olvidé de hacer algo, pero, eh, no es gran cosa. De vuelta en el hotel, me subo al ascensor y luego se detiene en seco, pero estoy un poco elevada. Miro hacia arriba para ver a Sarah, la cual me mira de arriba a abajo. Ni siquiera puedo imaginar lo que debe pensar, yo empapada y completamente vestida, goteando todo sobre la alfombra carmesí de felpa. Ella prácticamente tiene una gran toma, sin embargo, cuando sus ojos la tierra en Mark. Ella da un codazo a Evie, junto a ella, y ni siquiera tratan de ocultar que ella señala a mí, aunque yo estoy mirando directamente hacia ella. —Hey, ¿así que está bien si te dejo aquí? Quiero tomar un bocado para comer —dice Mark, inclinando la cabeza hacia el bar, donde Evie y Sarah siguen mirando. —No, eso está bien —le respondo—.Yo podría ir contigo, si quieres. —No, tienes que cambiarte —dice Mark, dando unos pasos hacia atrás—. Voy a estar bien. —Está bien —le digo, tratando de no traicionar a mi entusiasmo por la tarde se derrite en mis zapatillas de deporte—. Bueno, al menos te voy a dar el suéter. 200 —No te preocupes por eso —dice Mark—. Voy a llegar por ti más tarde. Y así, siento que alguien está tocando un bombo en mi pecho. ¿Más tarde? ¡Él quiere verme más tarde! —¡Sí! ¡Más tarde! —le digo, pero Mark ya está partida en el bar, donde Evie le está dando una de esas sonrisas de animadora y Sarah se le agita de nuevo. Gag. Yo me meto en el elevador y tiro del cuello del paño grueso y suave hasta alrededor de mi cara, respirando el olor enmaderado de él. Pasó su día conmigo. Él me salvó. De vuelta en mi habitación, saco mi teléfono, dando una vez más el universo unas enormes gracias porque mi bolsa no se fue al estanque conmigo. Abro la tapa y garabateo un texto rápido a Chris, pidiendo disculpas por excusarme. Sólo cuando llego a la parte excusa, me doy cuenta que no puedo decirle que estaba de gira por Londres con mi enemigo y mi DAEJ. Pero como mis pensamientos permanecen en Mark y su llegada a Londres para la semana de la moda, vengo con la excusa perfecta. ¡No puedo esta noche! La sesión fotográfica se hizo larga. ¿Otra vez será? –J 201 20 Malabares Traducido por becky_abc2 Corregido por Jessi Redondo Parece como si tu vida fuera picante. Afortunadamente me gustan las cosas picantes... Si las cosas se mantienen tranquilas, hay que intentarlo de nuevo —C. E strecho mis dedos en el extremo de mi tenis y agito el pie. Hay una pequeña roca en mi zapato que ha estado bailando en mis dedos toda la mañana. Cada cuarto o quinto paso que doy creo que finalmente se ha ido, y entonces vuelve otra vez, ahí está hurgando en el fondo de mi pie. Lo sacudo, siento la piedra que empieza a moverse un poco, entonces lo muevo más fuerte. La mañana es fresca y ventosa, así que me puse mi rompe-vientos púrpura. Hemos estado caminando toda la mañana, recorriendo primero el London Pavilion y el Teatro Criterion. Todavía no hablo con Jason y cada vez que viene dentro de un radio de diez metros, maniobro a alrededor de mis compañeros para evitar que la Sra. Tennison nos mande a explorar el resto de Piccadilly Circus (que para mis compañeros significa comprar). Todo en lo que puedo pensar es cuánto no soporto a Jason. Bueno eso y Mark. No puedo dejar de pensar en Mark desde que me dejó en el vestíbulo anoche. He soñado toda la noche con él, pensando en él en todo momento hasta que me desperté, imaginándolo mientras me cepillaba los dientes y cuando me lave la cara, e incluso lo tuve en cuenta cuando me puse mi ropa. Es por eso que llevo mi rompe-vientos púrpura. Mark tiene uno igual, solo que verde bosque. Lo lleva casi todos los días, excepto en días de lluvia cuando viste su chaqueta de lluvia de la Patagonia. Cuando hace frío, viste su chaqueta verde abrigadora, pero hoy no, ya que esta doblada cuidadosamente en mi almohada en el hotel. 202 Uh-oh. Definitivamente soy peor que Susan. Sueno como una loca acosadora. Miro alrededor en busca de un lugar para sentarse, pero hay gente en todas partes. Comienzo a codear mi camino entre la multitud. Todos van en la misma dirección. Me pregunto qué es lo que están buscando. Soy demasiado baja para ver sobre el gentío. Oigo algunas personas gritando, y cada pocos segundos todo el grupo explota en un estruendo de risas. —Disculpe —digo pegando mi hombro entre dos señoras de edad, sus gorras adornadas con peonías gigantes de seda. Al pasarlas accidentalmente doy un codazo a la que lleva pantalones de poliéster azul y comienza a maldecirme en lo que suena como alemán. Miro al suelo, puedo ver algunos espacios libres a través de las piernas de la línea de los hombres delante de mí. Podría ser mi lugar para sentarme, me agacho y en encuclillas paso pero mi bolsa es atrapada por una cangurera, y tropiezo hacia adelante en el pavimento abierto. Mi bolso se destraba de la cangurera, cayendo hacia adelante como frijoles hacia mí, mis gafas de sol me noquean la cara. —¡Excelente un voluntario! Empujo mis gafas de sol encima de mi cabeza y sacudo el pelo de mi cara. Estoy sentada en el piso en el centro de un círculo de turistas. La única otra persona en medio de la multitud es un hombre pequeño con canas escuálidas. Su cara es larga y se ve aún más viejo con su piel envejecida flácida alrededor de la barbilla. Lleva el tipo de mallas pegadas negras que se ven en los bailarines de ballet masculino o artistas de circo y una camiseta blanca percudida de cuello V colgando en su cuerpo huesudo. Cuando señala con su huesudo dedo en mi dirección es que me doy cuenta está hablando acerca de mí. ¡Soy la voluntaria! —Oh…uh… no —digo luchando, me pongo en pie y quito el polvo de mi trasero—. No soy... uh… Lo que quiero decir es que realmente no quiero. —¡No sea tímida, querida! —me contestó guiñándome—. Vamos a tener una ronda de aplausos para nuestra encantadora voluntaria. La multitud rompe en un sórdido aplauso. Observo la audiencia con pánico, la multitud es amplia y fuerte. Debe haber al menos un centenar de ellos, y todos los ojos están sobre mí. Siento un bulto del tamaño de una pelota de tenis que se está formando en mi garganta. —Por favor... usted no entiende... realmente no me gusta —las multitudes, personas, voluntariado, estar en público. Todas las palabras chocan en mi cabeza a la vez, y no puedo decir ni una sola. 203 —Sólo mantente ahí y observa —responde el hombre. Sostenido mi brazo hacia arriba, haciendo onda a la multitud—. Pan comido. Genial. Ahora tengo que avergonzarme a mí misma en público en un país extranjero, espero lucir bien mientras lo hago. Me gustaba más cuando mi mayor problema era una piedra en mi zapato. El hombre se presenta como "El hombre de fuego." Esto no puede ser bueno, antes de que pueda repetir mis protestas, me bate al centro de un círculo y puntos en una caja de madera pintada de amarillo plátano brillante. Es bastante alta, como la mitad de mi estatura y más angosto. Parece que el viento podría voltearlo. —Colócate —ordena y lo miro. —Lo siento ¿qué? —Mi cerebro se siente como si fuese un montón de harina de avena. La gente piensa que estoy haciendo un chiste, y todo el mundo ruge con risas. En respuesta, este pequeño hombre que parece que estaba hecho de palillos de repente desarrollo fuerza de Hulk y me agarra por mis axilas. En un movimiento rápido, estoy parada encima de la caja amarilla. Mis rodillas empiezan a temblar inmediatamente, las sacudidas causan que la caja se empiece a tambalear, haciendo un poco de tap-tap-tap ruido en la acera. —Quédate quieta ¡Ahora! —Dice fuertemente a la multitud—. Como estadounidense, debe tener muy, muy buen seguro para lo siguiente. —¿Qué? —Lloriqueo pero el hombre de fuego ya camina lejos de mí, estrecha la mano con la gente en la fila delantera, realmente trabajando con la multitud. Todos están riendo y gritando, y comienzo a preocuparme que realmente quieran verme herida de gravedad. ¡Pensé que estaba en Londres, no el Coliseo Romano! Quieta o mejor dicho, tambaleo encima de la caja, puedo ver sobre la multitud un poco, todo el camino de vuelta a la fuente de Shaftesbury Memorial, donde las personas descansan del sol de la mañana. Veo a Jason en la audiencia, directamente delante de mí tres filas atrás. Está de pie con Ryan y la siempre presente Susan, y están sonriendo burlonamente hacia mí (bueno en realidad, Susan está demasiado ocupada haciendo ojos seductores a Ryan y luego me sonríe de manera burlona a mí, pero Jason compensando hacia ella se ríe extra burlonamente.) Me quedo congelada. —Ah sí, así está mucho mejor —bromea el hombre de fuego—. Tú querrás mantenerte inmóvil. Un chico, tal vez sobre los diez u once años de edad, aparece entre el público. Se parece al hombre de fuego en miniatura. Su pelo es rubio y le llega a los hombros. Lleva las mismas medias negras y camisa blanca con cuello en v, aunque el aspecto de su camiseta es un poco 204 más nuevo que el hombre de Fuego (o al menos más lavada en algún momento en el último año). El chico toma su posición a mi izquierda, sin mirarme nunca a los ojos, el hombre de fuego se pone a mi derecha. Miro hacia el niño, con la esperanza de que tenga compasión de mí y me deje bajar, pero él sólo mira a través de mí. Veo una chispa en sus ojos, que me doy cuenta rápidamente que es el reflejo de una chispa real. Detrás de mí, el hombre de fuego sostiene lo que parece cuatro bolos, y enciende la parte final de cada uno en el fuego. ¡FUEGO! Grité e hice un movimiento de cadera hacia abajo, pero el hombre de fuego me grito. —¡Quédate QUIETA! —Me congele justo a tiempo cuando el primer bolo de boliche en llamas paso zumbando mi cara. En segundos, cuatro de ellos está en movimiento, ida y vuelta entre el viejo y el niño. Se alternan delante de mí y detrás. Quería voltear y agarrar mi cola de caballo para protegerlo de las llamas, pero estaba demasiado petrificada para moverme. Vi las llamas volar hacia adelante y hacia atrás, más rápido y más rápido. No podía quitar mis ojos de ellos. Siguiendo sus movimientos, empecé a caer en una leve neblina. La multitud parece desaparecer y lo único que puedo ver son las llamas pasar en mis ojos. Están cayendo en un ritmo constante, y mis pensamientos van con ellos. Mark, Mark, Mark, Mark. Mark, Mark, Mark, Chris. Mark, Chris, Mark, Chris. Mark, Chris, Mark, Jason. La imagen de Jason vuela en mi cerebro, mi visión se borra y lo veo a él en la multitud. Está mirando hacia a mí con una expresión que no puedo leer, aunque definitivamente no es su estándar sonrisa sarcástica. Todavía veo las llamas de los bolos pasadores volando alrededor, pero de repente no me da miedo. Estoy simplemente cansada. Hablando de malabares. ¿Cómo me enviaron aquí? Hace poco más de una semana odiaba a Jason, y Mark no habla conmigo. La aventura más grande que jamás había experimentado fue un Tour de pato de Boston con Phoebe. (Ella fingió que éramos estudiantes de intercambio sueco, lo que significaba que estaba sentada en su mayoría mudas). Ahora me ha besado Jason (pero he vuelto a odiarlo) y Mark está hablando conmigo, y quiere pasar tiempo conmigo. Dado por el hecho de que tengo al chico más caliente que he visto (después de Mark, por supuesto) leyéndome Shakespeare y enviándome mensajes para conocerme, me siento como en un Viernes de Locos en la vida de alguien mucho más popular de lo que soy. ¿Qué está pasando con mi vida? 205 La multitud estalla en aplausos, y sólo de esa forma salgo del trance. Las clavijas no queman más y el hombre de fuego y el chico están tomando un arco. Gesticulan hacia mí, y les doy una reverencia poco torpe con mi cabeza hacia la cima de la caja. —Muy agradable, muy bien —dice el hombre de fuego, me ofrece una mano para brincar hasta el pavimento—. Siempre es bueno cuando nuestros voluntarios no usan un montón de spray para cabello. El público se ríe y aprovecho la oportunidad para perderme nuevamente hacia la multitud. Empuje por mi camino a través de donde vi a algunos de mis compañeros de clase, pero han desaparecido. Doy más rápido el paso hasta que finalmente me encontré con el círculo exterior de las personas. AI llegar a los pies de la fuente de Eros, decido sacar finalmente la piedra molesta de mi zapato. De la nada, Jason aparece junto a mí. En este punto, estoy demasiada exasperada para pensar acerca de cómo moverme e ignorarlo, me encojo hacia mi tenis desanudándolo doblemente hasta que el cordón quede finalmente suelto. Tiro de mi tenis y los giro boca abajo, dándoles tres sacudidas buenas y fuertes pero nada cae. —¿Vas a ignorarme para el resto de tu vida? —pregunta mientras me empuja con el hombro. La respuesta es sí, por lo que en lugar de responder, me apuro y pongo mi tenis de vuelta y rápidamente rehago el nudo doble. Cuando termino, brinco de un salto para ponerme en mi pie recién ajustado, feliz de que no sienta ningún tipo de piedrita ahí. —¿No quieres disfrutar de la fuente? Es un monumento famoso — dice mirando alrededor, limpió una mancha blanca de mi tenis, y puedo sentir mi ablandamiento—. Si estudias los detalles, probablemente podrías obtener un papel de toda reflexión fuera de él. A pesar de la suciedad en mi zapato de deporte ahora es pasado, yo sigo frotando de todas formas. —Vamos, Julia —dice Jaso y saca mi guía de mi bolsa—. ¿Por qué no me dices sobre todo esto? Suspiro. —Debes asignar e interrogar a los delincuentes con la policía de Boston —respondo y tomó el libro de sus manos—. Definitivamente tú deberías estar en el penal más seguro. —Volto la sección acerca de Piccadilly Circus, su clase en Londres es aproximadamente como el Times Square. —Esto se llama el Shaftesbury Memorial Fountain —le digo y leo, poniendo mi dedo a lo largo del pequeño texto en la información pertinente—. Fue construido para conmemorar a un famoso filántropo Victoriano llamado Lord Shaftesbury. Cuando se construyó, muchos londinenses estaban enojados con la presencia del arquero al lado desnudo, Eros, en la parte superior. Pensaban que era demasiado 206 erótica una imagen de un hombre respetado y conservador. Y también que la estatua estaba en una parte vulgar de la ciudad. Como resultado, Eros es a menudo llamado el ángel de la caridad cristiana. Supongo porque es un Dios de amor desnudo y es un poco escandaloso. En la mención de las palabras "erótico", "vulgar" y "Dios de amor desnudo" me preparo para una broma sucia inevitable de Jason, pero parece desapercibido. —Ajá. —Está escribiendo en su teléfono, sin ni siquiera alzar la mirada. Continúa con su nariz en el teléfono, así que encuentro otro lugar vacío al pie de la fuente y abro mi guía. Puedo ser distraída, demasiado. Pero volteando las páginas, veo que no puedo centrarme en cualquiera de las palabras o imágenes. Me siento extrañamente ansiosa. No he visto a Mark en todo el día o escuchado hablar de él tampoco. Intercambie un mensaje texto con Chris, pero no me dio el zumbido de la emoción como en el pasado. Toda mi atención está en Mark, y mi intento de ser racional sobre su repentina aparición en Londres no está funcionando. Claro, tuvimos un gran día ayer y anduvo conmigo y me dejo quedarme con su sudadera (y obviamente no dormí con ella, lo juro), pero eso es apenas una declaración de amor. Aun así, no puedo parar de agitar el sentimiento que me ha alcanzado. No ayuda que Jason está actuando más extraño de lo normal. Apenas me habla, aunque ha intentado tirarme en el estanque tres veces hoy. Lo único que parece ser que le distrae ahora son las estatuas vivientes en Piccadilly Circus, y eso es sólo porque está tomando gran placer en hacerles burla. Me siento mal por ellos (realmente, conozco su dolor muy bien), pero también estoy agradecida en que moleste a alguien que no sea yo. Con la sensación de tranquilidad descansando sobre mis hombros, sólo quiero quedarme sola. Pero como el día pinta con Jason frío me hace sentir peor y peor. No puedo dejar de pasar los últimos días: el casi beso en el London Eye, la sesión completa de besuqueo en la Stratford sobre Avon, la nota que él llamó todo un error. Y luego ayer las rarezas con Mark. Jason estaba tan hostil. Definitivamente hubo algún tipo de historia entre ellos que incluso Mark no se dio cuenta, porque actuó fresco y tranquilo frente a la locura de Jason. Traté de hablar acerca de eso una o dos veces, pero Jason consiguió estar cauteloso y cambió al tema. Francamente es extraño, podría preguntarle a Mark, pero no quiero particularmente llevarlo a ese ridículo drama que es mi viaje de clase junior. Tal vez no es una buena razón para ello. Tal vez Jason tiene el placer en ser un asno, que realmente no me cuadra en lo más mínimo. 207 Cierro mi libro duro, junto las tapas entre mis Palmas. Cierro los ojos y trato de despejar mi mente de toda la locura que parece estar saltando alrededor de un millón de pequeños Jason‟s jugando bromas en mi psique. —Uh, odio a interrumpir tu meditación pero necesito ir para Lillywhites. —Abro los ojos para ver a Jason dominándome nuevamente, señala su pulgar sobre su hombro en la famosa tienda de productos deportivos de Londres—. Quiero conseguir una camiseta de soccer para llevarme conmigo. —Es fútbol —murmuro fastidiada. —Como sea —dice—. Voy estar un rato ¿Te encuentro aquí más tarde? —Sí—suspiro—. Claro —Froto mi cabeza, pero no calma el dolor sordo en mi cráneo. La pongo en mi regazo y tomo unas profundas respiraciones, como mi entrenador de natación nos dice que hagamos antes de un entrenamiento. El oxígeno inunda mis pulmones y el cerebro, realmente me siento un poco mejor. Cuando miro hacia arriba, el paisaje no está dolorosamente brillante, los turistas no están tan escandalosos. Analizo la plaza y Jason aparece. Se detiene afuera de la entrada de Lillywhites, está absorto en ese maldito teléfono de nuevo, pero lo cuelga rápidamente. Sus ojos miran alrededor como si estuviera buscando a alguien, a continuación, se gira y se aleja. Él me abandono. De repente me pongo furiosa. Él no me dejaba ignorarlo —no, me llevaba hacia abajo por ser agradable... todo para que él me pudiera utilizarme como tapadera. Que manipulador... Su gorra de beisbol atraviesa la plaza y desaparece por las escaleras de la estación del metro de Piccadilly. Sin decidir inconscientemente empiezo a seguirlo, brinco desde mi lugar aprisa después de él. Estoy harta de ser engañada. Estoy cansada de ser utilizada. Y quiero saber dónde diablos irá la comadreja. Cuando llego a la parte inferior de las escaleras, corro después de él. Encuentro a un empresario particularmente alto con hombros anchos y me agacho detrás de su traje de rayas. Cuando el tren llega y abre las puertas, salto en el extremo opuesto del vagón en el que Jason viaja. Puedo ver su reflejo en una de las ventanas, y mantengo mis ojos fijos en ella porque así sabré cuando él salga. El tren baja rápidamente por la pista, y me agarro del poste para sostenerme y no caer encima en la mujer de aspecto cansado a mi 208 lado con el bebé gritando en sus brazos. Hago una nota mental para encontrar el desinfectante en mi bolso cuando me baje. Cada vez que el tren se detiene, tengo que esforzar mi mirada para no perder de vista a Jason mientras personas se precipitan en bajar. Primero Green Park y Hyde Park Corner al acercarnos a Knightsbridge lo veo moverse hacia las puertas. Eso es todo, tomo una respiración profunda. La parada de tren; la puertas se abren. —Cuidado con el hueco—dice la voz automática con sonido de trompetas y la gente empieza a correr, incluyendo Jason. Mi corazón empieza a latir fuerte con el sonido electrónico que nos avisa que pronto se cerrarán las puertas. Y justo cuando pienso que podría estallar por esta espera, finalmente salto para bajar justo cuando las puertas se empiezan a cerrar. Jason se mueve rápidamente a lo largo de la plataforma, metiéndose a través de viajeros y turistas. Él es rápido en su propósito y tan veloz que no me preocupo si llegara a voltear y atraparme. Se mueve por las escaleras a la calle y baja por Brompton, le sigo dejando una media cuadra entre nosotros. No vamos muy lejos antes de que llegue a su destino. Harrods una tienda tan famosa como Macy´s pero tan caro como de Bendel‟s. Ocupa toda una manzana, el edificio adornado grita "Dinero". Si Blair y Serena de Gossip Girl vinieran a Londres, aquí vendrían a comprar. De hecho estaría dispuesta a apostar todos los libros en mi dormitorio que es donde Evie y Sarah han estado gastando sus horas culturales. Jason desaparece a través de una de las puertas de bronce y cristal y entro después de él. Me paro en la puerta, hecho un rápido vistazo en una de las vitrinas de la tienda es impecable. Recuerdo vívidamente el paso en mi guía detallando el código de vestimenta de Harrods. Hay historias sobre como el personal niega la entrada a todo tipo de personajes famosos para intentar siquiera entrar en chanclas, no importa con cuántos diamantes traigas. No estoy aquí queriendo ser expulsada por lucir "descuidada", como estipula el lenguaje impreciso. Lamentablemente, veo mi reflejo y me doy cuenta de que "descuidada" parece ser mi estilo personal. Mis dedos recorren mi maraña de rizos en un fallido intento de domesticar el frizz y presiono mis manos a lo largo de mi blusa. Mis manos húmedas tienen una especie de efecto sobre las arrugas, y me siento satisfecha que probablemente no voy a conseguir ser pateada de la tienda. Una vez dentro, soy agredida por un olor picante opresivo. He entrado directamente en el Departamento de perfumes de caballeros, y hombres guapos y sexis están por todos lados, ofreciendo muestras de los últimos perfumes de los diseñadores. —¿Craving de David Beckham? —pregunta una voz británica con acento grueso y profundo. 209 —¿Qué? Al parecer es la palabra mágica, porque un chorro de algo termina en mi cara, hasta mi nariz, en mis ojos y en mi lengua. Escupo y por poco me atraganto y casi vómito en el piso de Harrods. —Lo siento, Señor —dice el estúpido. ¿Señor? Dejo de toser lo suficiente para darle la peor mirada que puedo, salta atrás en shock. — ¡Oh! querida mía. Lo siento, señorita. Uh, no me di cuenta. —Como sea —masculle barriéndolo con la mirada. Genial ahora estoy vestida como una persona sin hogar y huelo como gigoló. Tendrán que tener detectives en mi camino para que me saquen de aquí y gracias a este estúpido perfume, voy a ser muy fácil de encontrar. Vago, frotándome los ojos para librarme del último rastro del perfume de David Beckham. Parpadeo varias veces para aclarar mi visión brumosa, y tengo un breve momento de pánico cuando creo que he perdido de vista a Jason. Pero rápidamente aparece de pronto su sudadera oxidada subiendo la escalera. Me escabulló a través de la densa multitud de compradores, le sigo lentamente al siguiente piso. Mantengo la vista fija en la parte posterior de Jason, observando cuando llega al segundo piso, hace un rápido giro de 180 grados. Segundos más tarde aparecen en exhibición los más gloriosos zapatos de diseñadora que jamás he visto en mi vida. Phoebe estaría en el cielo. Veo un destello de pelo rojo debajo de una gorra azul marino de Sox; Jason ha subido otra escalera. Meto mis hombros y me encojo; lo sigo en la escalera, me pongo directamente detrás de una anciana de pelo azul en un enorme abrigo de color miel. Ella tiene un perro bajo su brazo, y el color de la piel del cachorro es casi igual al color de su abrigo, me preocupa que lo destine a convertirse en un sombrero a juego. Con seguridad se parecerá a Cruella de Vil, soy capaz de seguir a Jason tres pisos, pasando torres de equipaje apropiados para una excursión en el Titanic, montañas de mullidas toallas con las que nunca soñaría lavar mi rostro, algo llamado el Estudio de la Cama. Inmediatamente me imagino a Jason utilizando todas las camas como un trampolín personal; Luego, tan pronto como tengo a Jason y camas en el mismo pensamiento, visiones de césped húmedo empiezan a aparecerse en mi cerebro. Levanto mi pie derecho y piso duro con el izquierdo para librarme de la imagen. Finalmente llegamos a la cuarta planta, donde Jason hace una pausa para mirar a su alrededor. Tengo que realizar un complicado brinco en la parte superior de la escalera para evitar estrellarme contra su espalda, me escondo detrás de un maniquí vestido de alta costura. 210 Cuento hasta diez y salgo detrás de las franjas de tela de una toalla de color caramelo. Jason está en marcha otra vez y una vez más me pongo a seguirlo, me escondo detrás de unos vestidos y blusas hasta que él se mueve a la izquierda. Aparece detrás de una pantalla de trincheras de Burberry. Se dirige en el reino animal, una abertura flanqueada por dos grandes dálmatas de porcelana sobre pedestales. Espero un momento hasta que esté dentro, me doy prisa en el pasillo atestado para seguirlo. Estoy distraída por las vitrinas llenas de zapatos del perro. Es entonces cuando Jason se voltea. Tal vez se ha perdido por un momento, o tal vez sospecha que está siendo seguido. La razón que sea lanza un vistazo sobre su hombro. Afortunadamente, tengo apenas tiempo para esconderme detrás del mostrador de la panadería en la esquina. Me agacho detrás del mostrador de rayas de color de rosa y blanco, tratando de bloquear los olores de hígado y tocino aunque este impregnado en mí el olor de David Beckham, rociado en mi capucha. Cuando estoy satisfecha de que Jason no me ha visto, miro lentamente hacia arriba sobre el contador y el mismo nivel a través de la pantalla de galletas en forma de signos del zodiaco. Veo la parte de atrás de su cabeza desaparecer hacia el extremo opuesto del reino animal y respiro profundo signo de alivio. —¿Señorita, Disculpe? —Una mujer de mediana edad de perfecto cabello en un traje azul marino se gira hacia mí—. ¿Hay algún tipo de problema? —Oh no, estoy bien —respondo con un suspiro—. Sólo necesito un momento. Tú sabes, para descansar. —Bueno, voy a tener que pedirle que se vaya—dice con su acento británico recortado. De repente, ella suena a exactamente como ese malvada directora de pequeña princesa y siento el mismo terror frío que sentí al ver el personaje cuando tenía cinco años. Levanto la mirada para encontrarme con una mirada tan fría que considero que ella me ha empujado al río Charles a mediados de enero—. Simplemente no toleramos este tipo de comportamiento en Harrods. Susurro una disculpa rápida y me fugo hacia la salida antes de que ella pueda tomar mi brazo como algunos prefectos y me salgo al Wal-Mart más cercano. Puedo salirme yo misma, Muchisimasgracias. 211 21 No hay un lugar como Harrods Traducido por Madeleyn Corregido LuciiTamy Ten cuidado. No te quiero ver lastimada. —S G enial. Sigo a Jason por los caminos de Londres y luego lo pierdo en Doggie Heaven. Comienzo a dar vueltas hacia el ascensor que conduce a la calle. El viento me lleva a mi manera por la maternidad, bebé, niña, y jóvenes, un completo ciclo de vida se desarrollaba ante mis ojos. Parece que estoy casi de vuelta al punto de partida, y todavía tengo que encontrar la escalera mecánica que me trajo aquí. En este punto, es una sensación familiar. A partir de esa fiesta y Jason y mi poca exploración en los mensajes de texto, he estado tratando de volver a Julia Lichtenstein quien abordó un vuelo en Boston. Demonios, yo daría cualquier cosa por ser Lame Libros de nuevo. Pero tan pronto como creo que la he encontrado otra vez, ella se ha ido, reemplazada por esta chica loca que sale de un viaje de estudios para seguir a Jason Lippincott. Más adelante hay un puesto llamado Diner, donde puedo ver que los británicos han decidido aproximarse a la experiencia de un restaurante americano real. Cabinas rojas de vinilo, relucientes encimeras de formica blanca, y un brillante cromo en la medida que el ojo pueda ver. Por supuesto, esta versión de lujo de un restaurante americano clásico tiene una cosa mal muy importante: todo es demasiado limpio, demasiado brillante, demasiado perfecto. Mi lugar favorito para cenar se llama The Deluxe, cuenta con cromo deslustrado, contadores de astillas, y letras grabadas en los taburetes del bar. Sin embargo, por un momento, siento una punzada de nostalgia. Deluxe era el lugar de papá, y tan pronto como nací, él lo hizo nuestro 212 lugar. Él me llevaba allí cada domingo por la mañana para desayunar, incluso cuando yo apenas era un bebé. Amaba contarme cómo había puesto mi asiento de carrito al lado de su tocino y huevos. Esa era la mañana de mamá, dijo, para que ella durmiera. Pero también era nuestra mañana. Cuando tuve la edad suficiente para sentarme en mi propio taburete, mis pequeñas piernas se balanceaban bajo el mostrador, lo suficientemente mayor para ordenar mis propios panqueques, mamá dormía y solo estábamos papá y yo. Miro a Jason, tiene su gorra apoyada en la mesa, su cabello rojo corre salvaje por su frente. Está sentado con una chica rubia, aunque "rubio" no es suficiente para describir su brillante cabello amarillo, perfectamente recto. Su piel sin defectos hace pensar que un equipo de ángeles ha lustrado su rostro todo el día. Ella usa un perfecto lápiz labial que hacen lucir sus labios tan rojos como un rubí. Esta chica es tan elegante que puede usar lo que mi madre llama "labios de puta" al mediodía y no lucir como si estuviera buscando clientes. Un par de batidos de leche se encuentran entre ellos, la mitad del de Jason se ha ido y el de ella está casi sin tocar. Se apoyan sobre la mesa y hablan con complicidad. Ella empuja un trozo de papel sobre la mesa, Jason le da una rápida ojeada y luego lo guarda en su bolsillo. Él saca el popote de su batido de leche, lo arroja sobre la mesa, inclina la espalda, y lo termina en un trago largo. Ella se ríe y toca su mano. Por alguna razón, la manera suave en la que ella acaricia su piel hace que mi estómago caiga a mis pies. Cuando ellos están de pie noto que ella es casi tan alta como él. Ella se inclina más hacia él, y mi corazón se detiene.... ¿Van a besarse? En ese momento una monstruosidad hawaiana se deslizo en mi vista. Un hombre con pantalones cortos plisados de color caqui y una camisa de seda en una abominación de colores señala con su dedo gordo hacia el restaurante. —Cariño, ¡mira! ¡Apuesto a que puedo conseguir una hamburguesa como en casa! —Por supuesto que un tipo como él viaja miles de kilómetros para comer la misma mierda que comería en casa... por veinte dólares más un plato. Bajo mi mirada, y es lo que yo sospechaba: él está usando calcetines y sandalias. Doy un paso a la izquierda, luego a la derecha, por fin consigo ver en torno al Sr. Hawaii, pero Jason ya está dándole la mano a la muchacha y con un apretón final da la vuelta y se va. Lo que sea que pasara, me lo perdí. Entonces, de pronto, se vuelve en mi dirección. Ahora que el señor Hawaii se ha ido, me di cuenta que estoy de pie a la intemperie. No hay nada que pueda ocultarme, por lo que simplemente giro y 213 camino rápidamente en la dirección opuesta, mis zapatillas chirrían sobre el suelo de mármol mientras corren. Veo una señal que dice "Ladies 'Lounge", que supongo debe ser un cuarto de baño, y me dirijo directamente hacia él. En el interior, me saluda una entrada brillante, un sofá lujoso dorado contra una pared. Me hundo en él y tomo algunas respiraciones profundas, obligándome a mantener la calma. Mi cerebro no deja de disparar preguntas: ¿Quién era ella? ¿Ella es a quien Jason ha estado enviando mensajes todo el día? ¿Dónde la conoció? ¿Se besaron? Él me besó. ¿Ahora él me utiliza como coartada para poder besarla? Tan pronto como las preguntas vienen, mi cerebro proporciona las respuestas: Ella es una supermodelo. Conoció a Jason en la fiesta. Estaba encantada con su sentido del humor americano y su temerario comportamiento. Ellos han tenido un affaire a través de los mensajes de texto. Se reunieron para consolidar su relación. Él la quiere. Mal. —Ugh —Suelto un suspiro antes de colocar mi frente sobre mis rodillas. —¿Puedo ofrecerle algo, señorita? —Levanto la mirada para ver a una abuelita vestida con un uniforme de Harrods mirándome consternada. —No gracias, solo necesito un momento —le respondo. Tratando de lograr que mi boca se acerque a una sonrisa. Lo que me hace ver más patética todavía, porque ella me da una palmadita en el hombro. —Entiendo, querida —dice ella—. Tómate todo el tiempo que necesites. Le doy las gracias, y luego dejo caer mi cabeza sobre mi regazo. Ojalá pudiera caer al suelo para hacer algunas flexiones, pero de alguna manera no creo que en Harrods toleren ese tipo de comportamiento, tampoco. Todos mis músculos están tensos, y ese lugar entre mis omóplatos empieza a doler. Tomo una respiración profunda, muevo mi cabeza de un lado a otro para aflojar los músculos de mi cuello. Tranquila, tranquila, repito una y otra vez, después de unas cuantas respiraciones más profundas, finalmente me siento lista para irme. Doy las gracias a la operadora en la salida, dejando caer algunas monedas en el cuenco de plata junto a la puerta, y regreso a la escalera mecánica. Esta vez, Jason no está realmente en ninguna parte, gracias a Dios. Paseo por los escalones de vuelta a la calle, y con cada paso, mi humor desciende peligrosamente. Él se supone que me ayudaría, ese era nuestro trato. Pero no tengo a Chris, y él no ha hecho nada más que sabotear las cosas con Mark. Ha estado jugando conmigo todo el tiempo, y no tengo ni idea por qué. Coquetea con las chicas para conseguir llaves de habitación y acceso a Internet, y también, al parecer, ¡sólo por deporte! Y él es bueno en eso, que es lo que 214 realmente me mata. Se las ha arreglado para saber lo suficiente de mí como para manipularme (como mi amor por The Beatles) de esa forma el obtiene exactamente lo que quiere, desde un beso para cubrir una pila de documentos. Él no me está ayudando, está ayudándose a sí mismo. Y ahora está ayudándose para tener a la chica más hermosa en Gran Bretaña. ¿Jason ha estado llevando algún tipo de romance secreto? Todo este tiempo he estado confiando en él, besándolo, y ¿él ni siquiera se ha molestado en mencionar a la súper modelo que tiene en su bolsillo? Quiero decir, claro, me he estado preguntando por su ayuda con Chris... y no es que Jason me deba nada.... Me siento como si me hubiera tragado un montón de anguilas vivas. Es cierto. Jason no me debe nada. Pero él me hizo pensar que no le importaba.... Mis pensamientos son como un juego de ping-pong van rápido que me marea. Estoy completamente mortificada. ¿Por qué conformarse con la chica que finge ser una supermodelo cuando puede tener una supermodelo real? Es absolutamente humillante, y siento la vergüenza en mi estómago dando vueltas con mi desayuno. No me puedo quitar la imagen de sus labios de color rojo rubí, y lo siguiente que sé, es que estoy imaginando como se besan. Intento decirme a mí misma que no me importa si lo hizo o si lo hará. Yo quiero besar a otra persona. Alguien como Mark. Trato de imaginar lo que se sentiría tener los brazos fuertes de Mark a mí alrededor, tirando de mí. Trato de imaginar sus labios sobre los míos, pero la imagen sigue desapareciendo antes de llegar a la parte emocionante. En su lugar, todo lo que puedo ver es una presentación en diapositivas de Jason besándome, y luego Jason besando a esa otra chica. Y entonces todo tiene sentido. Eso es el por qué besarme fue un error. Probablemente estaba pensando en ella todo el tiempo, y una vez que volvió en sí y se dio cuenta de que tenía a Lame Libros en sus brazos, se alejó. No es de extrañar que Sarah me dijera que volviera. Pensando en la horrible mirada que me dio en el Palacio Buckingham, me doy cuenta de que no estaba tratando de mantener a Jason para sí misma. Ella estaba tratando de protegerme de Jasón y de sus mentiras. Ella me advirtió que me mantuviera lejos de él. A lo mejor ella no es la súper villana que siempre he pensado que era, pero ahora mi mundo entero está al revés. Mark está coqueteando conmigo, Jason me besó, y ¿Sarah Finder está siendo amable conmigo? ¡Arriba es abajo, abajo es arriba! Cuando estoy de vuelta en la calle, voy directo a clases. Jason probablemente se dirigió hasta allá, y no tardará mucho en darse cuenta de que me he ido (¿o no?). Como puedo voy por la calle, siento la ira acumulándose en mi interior, y también el dolor de los golpes. 215 No sé por qué estoy tan sorprendida por la forma en que Jason me ha estado usando. Pero lo estoy. Sorprendida y dolida. Durante un tiempo, parecía que me estaba convirtiendo en algo más. En alguien más. Quizás él estaba dejándome ver otro lado de él. Pero incluso si todo era una mentira. No hay otro lado. No era una traición, realmente, desde que nunca habíamos tenido nada, para empezar. Un error no es una relación. Si puedo volver a ignorarlo, como justo antes de que este viaje comenzara, entonces podré olvidar. Jason no es importante. ¡Mark es mi DAEJ! Mark nunca me ha hecho sentir tan horriblemente confusa. Mark me hace sentir bien. Eso es de lo que un DAEJ trata. No importa. NO IMPORTA. Repito las palabras en mi cabeza a cada paso, una y otra vez, hasta que realmente las estoy susurrando en voz alta mientras camino por la calle. 216 22 Un paseo por el carril de la memoria Traducido por Aria Obispo Corregido por Zafiro Creo habrt visto hoy, afuera d Harrods? (no stoy acosandont ¡lo prometo!) ;) —C J ason está parado frente a Lillywhites. Pone un pie en el edificio y noto su rodilla asomando a través de un agujero en sus vaqueros. (¿Cómo no fue echado de Harrods por eso?) Se apoya en el exterior de ladrillo como si hubiera estado allí todo el día, y cuando me acerco, perezosamente levanta la vista de su teléfono. —Hola, Lame Libros, ¿dónde has estado? —¿Dónde he estado? —digo, la ira empezando a hervir, pero rápidamente cierro la tapa antes de que pudiera salir del bote. No me importa. No me importa. Repito la mantra una y otra vez hasta que, en vez de explotar, regreso un perezoso encogimiento de hombros y saco mi teléfono de mi bolso para hacer clic en él. —Oh, tú sabes, sólo explorando. —¿Exagerando? —pregunta, asintiendo a mi teléfono mientras cierra el suyo y lo devuelve a su bolsillo. —¿Encontraste a tu chico amante? ¿Logró agarrarse de ti? —En realidad estoy esperando oír de Mark —digo, sin apartar mi mirada del teléfono, una sonrisa maliciosa en mi rostro. ¿Puede ver que no me importa?—. Creo que podríamos tratar de juntarnos esta noche, tal vez para ir a nadar o algo así. —Jason arruga un poco la cara, como si hubiese extendido mi mano y lo hubiese abofeteado—. ¿Qué pasó con Chris? —Dice. Sigo en movimiento, por lo que se ve obligado a dirigir la pregunta a mi espalda. —Bueno, no conozco a Chris. Conozco a Mark —respondo, sin darme vuelta. —¿Lo haces? —dice, su voz afilada con frialdad. 217 Con eso, me volteé para enfrentarlo. —Sé que es un chico totalmente dulce, agradable y lindo que no actúa como un niño de cinco años o me empuja a los estanques — digo. —Touché —responde, pero no sonríe. Su expresión está totalmente en blanco. Hay un momento de espeso silencio entre los dos, y me reusó a hablar primero. No hablaré primero. NO. LO. HARÉ —¿Qué has estado haciendo? —Pregunto. Maldición. Mi curiosidad y mis ganas de atraparlo en una mentira ganan a cualquier otro juego que mi mente quiere que juegue. —Oh, tú sabes —dice. Dejando salir un largo suspiro. —Explorando. Empapándome de cultura. Alistándome para las emociones por venir. —¿Qué clase de emociones estas esperando? —Pregunto. Quiero hacerlo tropezar; quiero que mencione Harrods, a esa chica o los mensajes que ha estado recibiendo todo el día. Sin embargo, es demasiado inteligente. O tal vez un muy buen mentiroso. No alcanza a responder. Somos interrumpidos por un flujo de nuestros compañeros saliendo de Lillywhites, algunos cargados con bolsas. Se mueven en masa hacia la fuente, nuestro punto de reunión designado. Ryan corre entre nosotros, un brillante nuevo palo de lacrosse en la mano. Lo está moviendo tan salvajemente que tengo que agachar la cabeza para mantener mis dientes delanteros. Cuando me levanto de nuevo, Jason está empujando la pared con el pie. —Nunca un momento aburrido conmigo, Lame Libros —dice. Camino penosamente a través de las puertas de nuestro hotel detrás del resto de la clase. Todo el mundo está hablando con entusiasmo sobre sus nuevas adquisiciones. Todo lo que yo puedo pensar es en un chapuzón. O una siesta. Tal vez en un chapuzón y luego una siesta. La clase se precipita por los ascensores, así que me dirijo recto a las escaleras. Quiero caer directo en mi cama, y no quiero toparme con nadie entre aquí y allá. Subo los tres estrechos niveles hasta mi piso y lanzo mi cuerpo contra la pesada puerta metálica de incendios. Se abre volando y tropiezo contra ella. Chocando directamente con Mark. 218 —¡Hola! —Mark exclama, estirando sus brazos para estabilizarme. Mi rostro aterriza justo en su pecho, rozando mi mejilla contra el suave suéter amarillo mantequilla. —¡Oh, Dios mío! —digo, sin aliento por la subida. Doy un paso atrás fuera de sus brazos y enderezo mi sudadera con capucha, el color rojo arrastrándose en mis mejillas. —¡Lo siento tanto! —Oye, no hay problema. En realidad, que suerte la mía. ¡He estado buscándote toda la mañana! —dice, con esa gran sonrisa casi perfecta que amo tanto extendiéndose por su rostro—. Tenía la esperanza de que pudiéramos hacer un poco más de exploración, tal vez tomar el almuerzo. Me encantó deambular contigo el otro día. —¡Por supuesto! —Exclamo. Creo que eso de jugar a la dura para conseguirlo no es mi fuerte. Puedo sentir los músculos de mi cuello y mis hombros derritiéndose como la mantequilla del color de su suéter, que va perfectamente con su cabello oscuro y su bronceado de primavera. Mientras estaba por ahí cuidando de Jason, ¿Mark ha estado buscándome toda la mañana? Finalmente, alguien que me está persiguiendo. Así de sencillo, ya no estoy cansada—. Pero tal vez ¿Podríamos evitar estanques y otros cuerpos de agua esta vez? —Por supuesto —dice, sonriendo. Se apoya en la pared, con los brazos cruzados sobre su pecho. Lo juro, se ve como un anuncio de colonia que vi el mes pasado en la revista Teen Vogue—. Me haces reír, Julia. Oh mi Dios. Piensa que soy graciosa. Y no de una manera torpegraciosa o tonta-graciosa. Estoy llena con la cálida y feliz sensación de beber chocolate caliente delante de un fuego en un día de nieve. Mark asiente hacia el ascensor en uno de los movimientos de comunicación no verbal sin esfuerzo que sólo las personas realmente geniales son siempre capaces de hacer. Lo sigo. —¿Qué tienes en mente? —pregunto. —No lo sé, sólo caminemos. ¿Cómo suena eso? —su voz es relajada, tranquila. —Perfecto —respondo. Mi pecho se siente lleno, y suelto un largo suspiro. Sin embargo, la plenitud sigue allí. Pero esta vez sé que debe ser la felicidad—. Déjame correr a mi habitación y coger mi mapa. —De ninguna manera —dice. Presiona el botón de bajar, y el ascensor se abre como si estuviera esperando por nosotros. Hace un gesto hacia el elevador—. Permíteme ser tu guía. —Luego, con un tono de deliberada indiferencia—: No necesitas encontrar a Jason o algo, ¿Cierto? —¿Por qué? —Trato de mantener el borde fuera de mi voz, pero no tengo interés en hablar con o sobre Jason justo ahora. 219 —¿No es tu compañero de viaje o lo que sea? —Puede cuidar de sí mismo —respondo firmemente, y eso parece satisfacer a Mark. Mark lidera el camino a través de las calles hacia el Támesis. Pasamos Cue-2-Cue, la tienda de discos que Jason y yo visitamos en una de nuestras cacerías de Chris. Cambiaron la vitrina desde el otro día, y ahora está llena de réplicas de cartón de gran tamaño de los álbumes originales de The Beatles, las versiones británicas, no las americanas, por supuesto. Hago mi mejor esfuerzo por no pensar en Jason y en nuestra canción… la cual no es “nuestra canción.” —Oh hombre, ¡me encantan The Beatles! —dice Mark, apoyándose en la ventana hasta que su frente toca el cristal. Mi corazón palpita y me siento a mi misma sonriendo con todo mi cuerpo. Gracias a DIOS le gustan The Beatles.… Por supuesto, es mi DAEJ. —¿Cuál es tu canción favorita? —Pregunto. Espero que diga ―I’ve Just Seen a Face.‖ O ―Here, There and Everywhere.‖ Eso sería perfecto. Mark piensa por un segundo antes de responder. —―Imagine‖ — dice con una sonrisa, su diente torcido hacia mí—. Hombre, amo esa canción. Me muerdo el labio. No quiero corregirlo, pero tengo que hacerlo. —Um, esa no es una canción de the Beatles —digo, trabajando duro para mantener mi voz, incluso para no sonar como la sabelotodo que soy. —¿Qué quieres decir? —Se ve completamente desconcertado. —Es una canción de John Lennon como solista —digo suavemente, esperando empujarlo en la dirección correcta, pero por su cara, puedo decir que esto es totalmente información nueva—. De después de la ruptura. —Oh, sí. Eh —dice, aunque no parece muy perplejo—. Bueno, lo que sea. Todo es lo mismo, ¿verdad? Me trago las ganas de decir que definitivamente no todo es lo mismo. Una cosa es corregir a Jason, quién ya piensa que soy la más grande cerebrito caminando por la faz de la tierra. Mark no parece tener esa impresión, y corregirlo sólo sería plantar la semilla. Además, es un error fácil. Al menos sabía que un Beatles la cantaba. Un simple error. Y doble además, "Imagine" es una canción realmente buena. Un poco cliché, pero aún una muy buena canción. Tomo una respiración profunda, y aunque me cueste la vida, suelto el más simple, tonto y casual “Sí” que puedo reunir. Cuando llegamos al final de la manzana, podemos ver el Támesis. Salgo de la acera y doy un paso al torcido paso peatonal británico. 220 Respiro una profunda bocanada del brumoso aire de Londres, la sonrisa regresando a mi cara. —¡Julia! —la voz de Mark, firme y urgente, me saca de mi ensimismamiento. El fuerte y largo bocinazo del taxi que se aproxima directamente hacia mí, la sigue muy de cerca. Mark toma mi mano y tira de mí hacia la acera —Estuvo cerca —dice cuando ambos estuvimos a salvo al otro lado de la calle—. ¿Estás bien? ¿Ni siquiera lo viste venir? —Sí, estoy bien —respondo, pero mis ojos están centrados en sus dedos, que aún siguen entrelazados con los míos. No los deja ir. Cuando miro de nuevo hacia él, noto que también está mirando hacia abajo a nuestras manos juntas. Tengo que sujetar mi boca cerrada para no estallar en un ¡Hurra! Tengo que decir algo, sé que es la cosa genial para hacer, pero mi cerebro no puede poner tres palabras comprensibles juntas. Vuelvo mi mirada hacia él. Por primera vez, noto que sus ojos tienen un ligero color caramelo en ellos. Rodea su pupila como una flor de girasol en su iris. La atracción que siento es tan intensa, tan química, que tengo que inhalar unas cuantas respiraciones profundas para no tirarlo abajo en el medio de la acera y besarlo hasta la graduación. Me sonríe, y mi cerebro me recuerda que esto no es una fantasía. Es la vida real. Mi vida real, y acaba de atraparme mirando. —¿Primeva vez en Londres? —Rompe la tensión perfectamente. —Sí —respondo soñando. —Bastante genial, ¿eh? —Eso es un eufemismo —digo—. He oído sobre Londres desde que tenía edad suficiente para escuchar. Mis padres vinieron para su luna de miel y lo amaron. —Eso es genial —dice, y luego continúa, de repente: —Recuerdo a tu papá. Murió, ¿cierto? Sentí un nudo formarse en la boca de mi estómago, que, por lo general, se construye poco a poco cuando los pensamientos de mi papá golpean, esta vez se construye muy rápido. Siento como si me hubiera tragado una papa entera. —Um, sí —respondo—. Cuando tenía siete. —Eso es duro —dice, sacudiendo la cabeza—. Lo siento. —Sí —le digo. Accidentalmente rozo la punta de mi zapato en el pavimento cayendo hacia adelante. Mark agarra mi codo y me pone de nuevo en posición vertical. 221 —Gracias —digo, sintiéndome increíblemente incómoda, en parte porque me tropecé, y en parte debido a que su extraña línea de interrogatorio me tiró literalmente y figurativamente fuera de balance. —No hay problema —dice, luego me sonríe—. Te cubro. Damos un paseo por el Támesis, mirando los barcos navegar a lo largo de la superficie en el frío de la primavera. Deambulamos; no hablamos en absoluto. Es como si Mark hubiera lanzado una bomba atómica sobre nuestra conversación con su comentario de "padre muerto", y creo que ni siquiera lo sabe. El silencio entre nosotros está empezando a sentirse opresivo. Más adelante puedo ver el Big Ben. —¿Sabías que aunque los alemanes bombardearon Londres como locos durante el bombardeo y dos de los lados del reloj se dañaron —le digo, recitando directamente de mi guía de viaje—, aún funcionó con precisión y sonó a tiempo? —¿El Bombardeo? —El Bombardeo de Londres —respondo. Una mirada a su cara me hace ver que aún sigue perdido—. ¿La Segunda Guerra Mundial? —Oh, claro. Lo recuerdo —dice, y me relajo un poco. Historia Avanzada fue hace todo un año atrás para él. —Guau, eres realmente inteligente, ¿eh? —Um, supongo —le respondo, porque realmente, ¿qué dices a eso? —No tenía idea de que había toda eso guardado detrás de tu linda cara —dice, sonriendo. Las palabras me detuvieron en seco. Él sólo dio otro paso antes de darse cuenta de que me había detenido, y se giró para enfrentarme—. ¿Todo está bien? —Sí —respondo, distraída. Me agacho y acomodo mis zapatos, aunque no había nada malo con ellos. Aún así, los desaté y los até de nuevo. Quiero centrarme en el hecho de que me llamó bonita, pero la otra parte de su comentario me mantiene molesta. ¿Qué quiso decir con eso? ¿En serio pensó que era estúpida? —Oye, ¿recuerdas cuando éramos pequeños, y Robbie Hart dijo que si se alguien metía un frijol en su nariz, crecería en su cerebro? — Mark pregunta—. Tú dijiste que no era cierto, así que metió uno en su nariz para mostrarte. Me rio. Definitivamente lo recuerdo. La mamá de Robbie tuvo que llevarlo a la sala de emergencias para lograr que le sacaran el frijol porque él lo había metido muy lejos. —Estaba equivocada —digo—. Resulta que una semilla puede realmente crecer en tu cerebro. Lo leí en internet. 222 Estamos de nuevo en silencio, pero me siento un poco menos incómoda. Claro, un frijol en la nariz de Robbie Hart no es el más dulce de los recuerdos, pero aprecio su esfuerzo por aliviar la tensión. Caminamos un poco más, charlando. Mantengo la conversación ligera, y a Mark no parece importarle. Hablamos sobre películas favoritas (la mía: Un Tranvía Llamado Deseo; la suya: El Club de la Pelea), bandas favoritas (la mía: um, duh; la suya: Phish42), programas de TV favoritos (míos: cualquiera en el canal A&E; los de él: cualquier cosa en Cartoon Network). Así que su gusto no es exactamente lo que siempre pensé que sería, pero al menos estamos hablando tranquilamente y no me he vuelto un desastre tartamudeando. Phoebe estaría orgullosa de mis habilidades de conversación. Damos un paseo hasta que nos encontramos en un pequeño parque en el centro de la ciudad. Una valla de hierro forjado y grandes árboles lo protegen del bullicio de Londres. Un letrero dice Plaza de San James. Estoy a punto de sugerir que vayamos a leer el marcador histórico para ver cómo este pequeño y bonito parque llegó a ser así, pero Mark ya está entrando. El camino a la entrada se divide en pequeños esteros que serpentean alrededor de los árboles antes de reunirse de nuevo en el centro del parque. Caminamos a través de la puerta, y elegimos un sendero que conduce directamente hacia un estanque en el centro del parque. Nos detenemos y Mark se agacha a recoger piedras para arrojar a través del agua. Da a un par de lanzamientos laterales, como si estuviera lanzando un disco, pero caen y se hunden hasta el fondo. En el otro lado del estanque hay una fiesta de bodas, las damas de honor de azul suave y los padrinos de frac gris, flores blancas prendidas en las chaquetas y cayendo de los brazos. Están reunidos bajo un árbol de sauce en el medio del parque. Una niña florista en la parte delantera de la reunión sigue sacudiendo la cesta vacía en el aire. Una de las damas de honor parece estar luchando con su vestido, tirando de él en varios lugares y luciendo irritada. Un padrino está absorto en su teléfono celular, mientras que otro sigue bebiendo de una petaca en su bolsillo. Un frenético fotógrafo toma fotos alrededor de la escena. La novia y el novio están de pie uno al lado del otro. Su vestido largo y blanco se agrupa alrededor de sus pies, y el viento está alterando su moño ingeniosamente colocado, pero a ella no parece importarle. No parece notarlo. Mira a su nuevo esposo, él tiene su brazo alrededor de su cintura, y una mano en la parte baja de su espalda, y está mirándola directamente. Es una banda estadounidense de rock conocida por sus improvisaciones musicales, largas jam sessions, exploración entre géneros musicales, y sus fieles seguidores. 42 223 Mark lanza otra piedra al estanque, luego camina hacia mí. —¿En qué estás pensando? Dudo. Pero cuando lo miro, pude decir que realmente quiere saber. No sólo está haciendo conversación. —Así que esto es, probablemente, totalmente ridículo, y no puedo creer incluso que estoy trayéndolo a colación ahora —le digo, a continuación, tomo un hondo respiro antes de que las palabras salgan rápidamente—. Pero, ¿recuerdas aquel día, cuando éramos pequeños y tú y yo pretendimos casarnos en mi patio trasero? —¡Por supuesto que lo recuerdo! —dice Mark. Se inclina hacia atrás contra un árbol y se ríe. En el silencio, el sonido es fuerte y hueco—. A mi mamá le encanta contar esa historia. Incluso tiene una pequeña instantánea de ti y de mí en nuestras imaginarias ropas de boda. Recuerdo la foto ahora. Su padre fotógrafo la tomó después de que habíamos terminado y había corrido dentro para cambiarse de ropa. Si no recuerdo mal, nosotros estábamos esperando los aspersores para correr a nuestra luna de miel. —Siempre recuerdo al pequeño Mark de seis años de edad, tan serio sobre la boda falsa —digo. Pude sentir la sonrisa arrastrándose a través de mi cara—. Dijiste que querías encontrar el tipo de amor del que se lee en los libros. Ahora fue el turno de Mark para hacer una pausa. Hace un fuerte resoplido, y luego procede a reírse de sí mismo en silencio, de forma que sacude los hombros. —¿Qué es tan gracioso? —busco su rostro, pero no revela nada. —Oh, es sólo lo que has dicho —suspira, sin dejar de reír ni un poco—. O me imagino, lo que dije. Probablemente estaba esperando un beso. —¿A qué te refieres? —¿El tipo de amor del que se lee en los libros? ¿Es una broma? No hay manera de que se me haya ocurrido por mi cuenta. Probablemente lo tomé de una de las novelas de mi mamá. Probablemente pensé que tendría un poco de acción de jardín de niños. —Me guiña el ojo—. Tú eras linda, incluso en aquel entonces. ¿Es pervertido de mi parte decirlo? Aparté la mirada de él. El calor inundando mis mejillas. —Bueno, hay un poco de amor bastante fantástico en los libros —le digo en voz baja, sintiendo el peso de Orgullo y Prejuicio en mi bolso. —Sí, tal vez —dice, encogiéndose de hombros—. No estoy realmente en la lectura. Yo no tengo tiempo, ¿sabes? Apenas puedo pasar por la basura que nos asignan para la clase. 224 Mientras habla, me siento casi como si estuviera retrocediendo, o como si él estuviera retrocediendo, todo estaba volando a mí alrededor, y de repente, a pesar de que todavía está de pie junto a mí, me parece increíblemente lejos. Miro hacia atrás a través del parque, donde la fiesta de bodas se está empacando, probablemente para dirigirse a algún lugar de una hermosa recepción con champagne y pastel. Quiero ir con ellos. A medida que se abren camino a través del parque, flores y tafetán a la zaga de ellos, siento algo dentro de mí desapareciendo, también, una imagen, una idea, que parpadea hacia afuera al mismo tiempo. Mark se encuentra ahora sólo arrojando piedras en el estanque con un abandono imprudente. Ni siquiera está intentando hacerlas rozar el agua. El chico frente a mí no es el chico que ha estado en mi cabeza todos estos años. Claro, es la misma sonrisa torcida y el pelo perfecto, pero ¿odia los libros? ¿Estaba dándome una línea a los seis años? ¿Su película favorita es El Club de la Pelea? Es como cuando ves una entrevista con tu guapo actor favorito, sólo para darte cuenta de que en verdad es un idiota pomposo murmurando. En este momento, no quiero nada más que correr a mi habitación del hotel y enterrar mi cabeza en las almohadas mientras mi mundo se derrumba a mi alrededor. He pasado los últimos diez años desarrollando este cuento de hadas sobre Mark que todo está inventado. Y aquí es cuando me pinchó con un momento de déjà vu. He oído esa línea en alguna parte antes... Jason. Antes, cuando por primera vez le hablé de DAEJ y se burló de mí. Genial, ahora me estoy dando concejo filosófico cortesía de Jason Lippincott. Pero él tenía razón. Estudio la cara de Mark, tratando de ver al chico que imaginé, pero él no está allí. Sólo hay una gran sonrisa hermosa y un hombre cuya canción favorita de los "Beatles" es "Imagine". —He olvidado lo divertida que eres —dice Mark. Se empuja lejos del árbol y camina más cerca de mí, y me da lo que yo pienso pretende ser una mirada conmovedora. Es como si hubiera visto un montón de cine ochentero adolescente antes de venir a este paseo, pero recogió todos los movimientos del villano. No hay un Jake Ryan fuera de la iglesia de Sixteen Candles, no un Lloyd Dobler sosteniendo un estéreo sobre su cabeza. Él es el guapo idiota de Pretty in Pink. Me sentí mal de estómago. Desliza sus brazos alrededor de mi cintura y comienza a inclinarse cerca. Este es: el momento en que he estado soñando durante años. Pero sé que lo que viene no es por lo que suspiraba. No creo poder soportar otra decepción hoy, así que mientras sus ojos comienzan a cerrarse y sus labios apuntan directamente a los míos, digo 225 bruscamente. —Se me hace tarde... para, uh... una cita. Con la tarea. Tengo una cita con la tarea. Tengo que volver a mi habitación. No me deja ir. Se inclina aún más cerca y me susurra al oído—: Déjame ir contigo. Soy un muy buen tutor. Salto hacia atrás. —¡No! —respondo, mi voz aguda y chillona. —Oye, mira. No es un baño de avión, pero todavía podemos pasar un buen rato —dice. Me pongo completamente rígida. Me siento como su hubiera sumergido mi cabeza en un balde de agua helada. Oh mi Dios... él oyó… él cree que yo... Recuerdo una de las primeras cosas que me dijo al llegar a Londres: Oí que tuviste un poco de emoción en el vuelo. Cierro los ojos y me balanceo por un segundo. Me preocupa estar a punto de vomitar. —Ryan me contó de tu pequeña aventura a treinta mil pies — continua Mark, y luego se ríe y da un paso hacia mí—. No estés tan molesta, Jules. Me gusta una chica con un lado salvaje. No respondo, sólo giro sobre mis talones y me voy corriendo. 226 23 Varios Tipos de Nostalgia Traducido por Annabelle Corregido por Juli Me siento tan perdida —J P ara el momento en que salgo del parque, comienzo a trotar un poco. En los portones giro hacia la izquierda, y cuando alcanzo la próxima cuadra, estoy corriendo. Las casas pasan a mi lado, pero no las miro. Mantengo mis ojos fijos hacia adelante, acelerando mi paso con cada cuadra que alcanzo. No quiero detenerme para nada. Mientras más corro, más cansada estoy, y mientras más cansada estoy, es más difícil pensar en la cosa de la que estoy huyendo. Llego hasta otro parque, y giro de pronto hacia la entrada. Corro por el camino desnivelado hasta el arco de piedras que lleva hasta la calle. Mi corazón late con fuerza, siento una molestia en mi costado, y mis pantorrillas queman como nunca lo han hecho desde que corrí en el equipo de atletismo en mi primer año. Me detengo súbitamente, me doblo y respiro con dificultad, descansando mis manos sobre mis rodillas. Estiro los brazos a los lados y comienzo a caminar en pequeños círculos, intentando aliviar los calambres y refrescarme un poco. Es ahora cuando tengo la oportunidad de mirar a mí alrededor. Me encuentro fuera del parque en lo que parece mayormente un vecindario residencial. En cada dirección se pueden ver casas Town House de tres pisos a lo largo de las calles. Lo único que las distingue una de las otras son los distintos colores en las puertas delanteras. Busco alguna señal o indicación que me diga dónde es “aquí,” pero no encuentro ninguna. Allí es cuando mi corazón comienza a latir en serio. He corrido tan fuerte y tan rápido que no tengo la menor idea de en dónde me encuentro. Y no tengo mapa, ya que Mark iba a ser mi guía. Genial. 227 Camino hasta la esquina y me detengo allí por un momento, mirando alrededor, esperando a que algo me parezca familiar, pero cuando no lo hace, cruzo hasta la izquierda y comienzo a caminar. Me dirijo por el camino, el cual muy pronto se convierte en una subida por una pequeña colina. Cuando llego a la cima, me doy cuenta que tengo una ligera mejor vista de lo que me rodea, y allí es cuando la veo: la iglesia con el chapitel ligeramente torcido. La misma que señaló Jason el día que fuimos al London Eye. Y si ese es el chapitel, entonces debo estar cerca de... Subo la mirada para ver una señal apuntando hacia la calle frente a mí: Calle Ebury. Sigo caminando y veo los números pasar. Cincuenta y dos. Cuarenta y ocho. Cuarenta y cuatro. Y de pronto, ahí está. Cuarenta y dos, Calle Ebury. Es una modesta casa de ladrillos de dos pisos, exacta a cualquier otra casa en esa calle. Tiene una puerta principal azul con una amplia ventana mirador en el primer piso. Dos ventanas en el segundo piso se encuentran bordeadas con persianas, pintadas de azul para que combinen con la puerta. Intento imaginarme a Jason adentro con sus padres. Miro por la ventana, esperando poder ver el espacio donde el árbol de navidad pudo haber ido, con el pequeño Jason comiendo palomitas de maíz del borde de las guirnaldas. Sin embargo, no veo al pequeño Jason. Veo a una niñita, quizá de cinco o seis años, sentada en un sofá grandote con su mamá. Un libro se encuentra descansando sobre sus regazos, y la pequeña sigue con sus dedos las líneas de lectura, y su boca se mueve lentamente al formar las palabras. Su madre sonríe y asiente, animándola a continuar. Un hombre llevando un periódico entra a la habitación, y se sienta en una poltrona. No. No es cualquier hombre—mi padre. Parpadeo un par de veces y la imagen se deshace. El hombre adentro de la casa no es mi padre; la niña no soy yo. Me doy cuenta que he estado sosteniendo la respiración, y puedo sentir las lágrimas amenazando con salir desde la parte trasera de mis ojos, así que tomo un paso atrás, apartando la mirada de la familia en el interior. Miro mis zapatos, y mis trenzas aún se encuentran atadas tan firmes como estuvieron cuando me los puse esta mañana, con perfectos nudos dobles. No sé si es por la carrera o por la vista que acababa de ver, pero mis piernas se sienten como si fueran de gelatina. Me sostengo de los bordes de la pared baja de ladrillos frente a la casa y me bajo hasta los escalones de piedra que llevan hasta la puerta de enfrente. Cuando me encuentro sentada, me inclino para descansar la frente sobre mis rodillas, mi respiración se acelera con las lágrimas que quieren salir. Parpadeo para alejarlas y noto algo pegado a mi zapato. Es un pequeño pedazo de papel blanco. Intento agarrarlo, pero me doy 228 cuenta que está pegado a la suela de mi zapato, conectándome al pavimento mediante un gran pedazo de goma de mascar. Goma de uva. Quito el papel, raspando con el pavimento la goma pegada a mi zapato. El borde donde el papel estaba conectado con la goma se rompió, pero la mayor parte aún se encuentra allí. La impresión está ligeramente descolorida, pero puedo leer lo suficiente como para ver que es una factura del Only Running Footman43. Mientras fuerzo mis ojos para poder ver, noto que hay tinta roja del otro lado, así que volteo el papel. Reconozco la letra de inmediato, ese rasguño de pollo todo desnivelado y disparejo. En la cima se encuentra un número de teléfono, y debajo, está la línea de que citó en la librería, sólo que esta vez, es correcta. El amor no mira con los ojos, sino con el alma: Es por eso que el alado Cupido, siempre es pintado ciego. Es la cita. La de Sueño de Una Noche de Verano. Esa que dijo mal cuando estábamos bailando. La que es mi favorita de todos los tiempos. Jason mintió. Sí había venido a visitar su antiguo hogar. Debió haberse parado justo aquí, con sus zapatos gastados sobre el pavimento, y sus trenzas desatadas arrastrándose por las pilas de hojas en la acera. ¿Había visto a la nueva familia dentro? ¿Estuvo recordando a su propia familia, así como yo? ¿Recordando los tiempos que habían sido buenos? ¿Antes de que todo se arruinara? Pensar en que estuvo aquí, afuera viendo hacia adentro, causa que mi corazón se rompa. Ahora no hay manera de que detenga las lágrimas. Se deslizan por mi rostro en enormes gotas regordetas. Mi cabeza cae sobre mis piernas, y me permito llorar. Lloro por Jason, y lloro por mí misma. No sé por cuanto tiempo, pero lloro hasta que ya no existe nada más. Y cuando finalmente levanto mi rostro, secando las últimas lágrimas sobre mis mejillas con un sorbido de nariz, me doy cuenta de lo que debía haber sabido desde el principio. Me he enamorado por completo de Jason. Todo ese tiempo que gasté odiando sus chistes desagradables y su actitud bizarra, sólo estuve engañándome a mí misma. Me he estado enamorando de él desde ese primer día en el parque de skate, cuando me cantó. He estado negándolo, persiguiendo mi cuento de hadas con Mark, un cuento de hadas que construí durante los años para que simplemente se cayera delante de mí en minutos. Y luego está Chris, el cuento que sólo había tenido durante un par de días, pero el que 43 Taberna ubicada en Mayfair. 229 arruiné desde el principio al mentir. Quizá pude haber tenido algo con él, pero nunca tuve la oportunidad de verlo, ya que lo arruiné desde el principio. ¿Supermodelo? ¿En qué estaba pensando? Tomo una gran bocanada de aire, del tipo que viene cuando emerjo debajo del agua luego de una larga y dura nadada. Siento como si estuviese tomando aire por primera vez en una semana, y mis pulmones arden. Mi pecho se siente pesado y lleno. Finalmente salgo a la superficie, finalmente enfrento la verdad. Pero la verdad sólo me hace sentir incluso más triste. Porque Jason dijo que había sido un error. No se siente de la misma manera. Y entonces, también está la rubia de Harrods. Vine desde el otro lado del mundo para descubrir que mi fantasía con Mark es un mito total, para enamorarme del compañero de clases que me cae más que mal, y una vez más, para encontrarme a mí misma suspirando por alguien que no me quiere de vuelta. 230 24 Desastre de una noche de verano Traducido por pau_07 Corregido por Juli ―Así rápidamente las cosas brillantes llegaron a la confusión‖ —J M e tire hacia arriba de los escalones antes de que la familia dentro se dé cuenta de un sollozo de la Chica estadounidense estacionada en frente de su casa y llame a la policía. Empiezo a caminar por la calle. Más que nada, quiero tener un momento de corazón-a-corazón con Phoebe, pero le echo un vistazo a mi reloj y veo que se supone que debo estar en el Globe Theater exactamente en veintiséis minutos, y no puedo llegar tarde. Vamos a ver una producción de Sueño de una noche de verano y todo el mundo notaría si entro después de iniciarse. Después de todo lo demás en este viaje, si me pierdo la obra, probablemente sería expulsada. Por no mencionar que la señora Tennison sabría con seguridad que me fui por mí misma. Voy a estar totalmente jodida. Doy un rápido vistazo a mi entorno, buscando la calle más concurrida, lo que parece ser al final de la cuadra. Sé que estoy en 42 Ebury Street, pero no sé dónde está la 42 Ebury Street, y no tengo idea de cuánto tiempo tardaré en llegar al Globe. Me las arreglo para llamar a un taxi bastante rápido esta vez, rezo para que el recorrido no me vaya a costar más de las veinticinco libras que tengo en mi cartera. El viaje en taxi son los veinte minutos más rápidos, sacudidos, y aterradores de mi vida, pero nos detenemos frente al teatro con cinco minutos de más, le doy una generosa propina al conductor. La entrada al Globe, casi vacía hace una semana, ahora está llena de gente. Los taxis están tratando de hacerse camino en la carretera, dejando personas para el espectáculo de la noche, y siguen teniendo que tocar la bocina para lograr que los peatones salgan de su camino. Es ruidoso y caótico, y parece Mardi Gras, con los turistas y 231 aficionados al teatro pululando alrededor, sólo que todo el mundo está sobrio. Me meto de barbilla y trato de hacer una línea recta hacia la entrada. La multitud es tan espesa que me encuentro agachándome bajo los codos y las mochilas y bebés encaramados en las caderas. Al llegar a la entrada, soy recibida por un sujeto con aspecto de oficial y un furioso recibidor de entradas. Mi corazón se hunde más en mis zapatillas cuando me doy cuenta de que Jason debe tener nuestras entradas. Sin él, no hay manera de que me dejen entrar. Me levanto de puntillas y e incluso doy unos cuantos saltos vigorosos tratando de ver por encima de la multitud. Una densa multitud de turistas se agrupan alrededor de un diorama de tamaño natural de un Sueño de una noche de verano, completo con maniquíes de hadas y un disfraz de burro, bloqueando completamente mi punto de vista. Malditas piernas cortas. Estoy a punto de rendirme e ir a sentarme en la acera y llorar cuando veo un trapeador de desordenado cabello en la parte de atrás de la multitud. Jason está de pie con Ryan Lynch y están hablando animadamente. Ryan tiene una andrajosa y polvorienta Hacky Sack y la están pasando entre ellos, golpeándola entre las personas alrededor de ellos. —Jason —grito, agitando el brazo sobre mi cabeza como una loca, pero me está dando la espalda y no se da cuenta. Mantengo mi camino a través de la multitud de espectadores y turistas, y mientras me acerco, me pongo a escuchar retazos de su conversación. Lo oigo decir "ella", y me doy cuenta de que está hablando de una chica. "Intenso" viene a través y "mucho tiempo", pero no puedo escucharlo todo. Bocinazos intermitentes de taxis tratando de seguir adelantándose siguen interrumpiendo mi espionaje. —Y es muy linda, pero… —BOCINAZOOOOO—. ¿Sabes lo que quiero decir? —dice Jason. —Totalmente, amigo —responde Ryan. Realiza algún movimiento extraño de un salto, pasando el Hacky Sack detrás de su espalda, y luego a la cabeza a Jason—. Realmente creo que sólo deberías… — BOCINAZOOOOO. Maldita sea. No puedo oír nada. Deben estar hablando de la rubia de Harrods, pero ninguna de las cosas buenas está llegando. Estúpidos taxis. Ryan le da una fuerte patada a la Hacky Sack, y va a Jason tan rápido que falla. Su dedo apenas toca un pedazo, pero es suficiente para enviarla volando sobre su cabeza para aterrizar justo a mis pies. Jason vuelve a agarrarla, y me doy cuenta al instante que me va a detectar. No quiero que piense que escuchaba a escondidas, así que me agacho rápidamente y como que salto hacia atrás lejos de él. Veo a un empleado del Glob llevando un tablero con forma de sándwich con la imagen de Reina Titania y me adelanto para esconderme detrás 232 de él. Sólo que no miro hacia donde choco contra un canoso, hombre barrigón, que mira hacia abajo y me gruñe airadamente. —Lo siento —grito y trato de esquivarlo. Choco de bruces con el tipo usando el tablero de sándwich. Es algo difícil conservar el equilibrio cuando estás usando un pedazo gigante de cartón, así que va volando hacia atrás. Llego a por él y trabajo para agarrar el borde de la cara de Titania, pero es demasiado pesada. Cae hacia atrás y caigo con él, aterrizando justo encima de la pila. En realidad golpeé la nariz del pobre tipo. Él me sonríe. —Hola, preciosa —dice. Me doy cuenta de que ahora estoy prácticamente a horcajadas sobre él. Rápidamente me quito de él, con un dolor sordo en mi trasero. —Eso fue gracioso, Lame Libros. Jason extiende su mano hacia mí. Está riendo tan fuerte que tiene un tiempo duro al levantarme de mi trasero. Me paro con dificultad, sintiendo como si hubiera estado pegada de cabeza en el sol. Todo mi cuerpo se está quemando. Me olvide que en realidad trataba de encontrar a Jason, y en su lugar desearía estar de vuelta en la cabina, con pánico por no tener mi entrada. —No te veas tan triste —dice en un falso acento británico, tirando de mi hombro—. Nadie miraba. Claramente, está mintiendo. Un empleado del Glob está tratando de levantar al chico con tablero de sándwich del piso, murmurando para sí misma y lanzándome miradas sucias. Un par de otros grupos están todavía riendo entre dientes, y una madre que estaba cerca con un niño en su cadera se ve preocupada de que esté lesionada. Me siento tan ridícula y tan fuera de control que me preocupa que voy a empezar a llorar de nuevo. —¡Julia! Me vuelvo hacia el sonido de mi nombre, pero todo lo que veo es una peluda cabeza de burro gigante flotando a mi lado. Escucho cacareos provenientes del interior de la cabeza de burro, ya que comienza a realizar una especie de confuso baile raro. Ahora la gente está mirando, pero al menos no me están mirando a mí. Ryan se está riendo y apretando las piernas juntas, como si estuviera tratando de no hacer pis en sus pantalones. Incluso tengo que admitir que Jason se ve muy divertido, y me las arreglo para esbozar una sonrisa, justo antes de que la señora Tennison deje escapar un grito horrorizado y le ladre a Jason. Jason se quita la cabeza de burro y me da un guiño. Cuando la señora Tennison sacude su dedo en la cara de Jason y le lanza el rollo de “por qué no puede tener ningún respeto”, que en este momento me parece tener memorizado, siento una oleada de gratitud hacia él. Es 233 seguida rápidamente por una ola de tristeza. Las cosas se parecen un poco a la normalidad. Sea lo que sea que normalidad represente en las cosas entre nosotros. Sólo dos amigos, pasando un buen rato siendo muy amigos. Trato de olvidarme de mi revelación de hoy —que estoy total y completamente y patéticamente enamorada de él y me convertí en chica triste y abrumada— y en su lugar me concentro en que entremos al teatro. No sé si sentirme aliviada de que las cosas parecen normales, o triste porque no son diferentes. Sigo al resto de la clase dentro del teatro. O por lo menos, trato de seguirlos. Hay un cuello de botella en la entrada, y la multitud se está poniendo tensa y un poco irritable. —Siempre haces esto —se queja una mujer detrás de mí—. Te digo diez veces, y te molesta que diga diez veces, y luego aun así se te olvida. Si no te amara, creo que tendría que matarte. —¿Qué tal si la próxima vez sólo me lo dices una vez, y tal vez podamos evitar estas estúpidas peleas? —responde un hombre. Hay un poco de filo en su voz, y corta a través del ajetreo y el bullicio de la multitud. —O tal vez te diga veinte veces, y finalmente recuerdes traer la cámara —golpea. Todos hacemos nuestro camino a través de la puerta en el piso del teatro. Es una habitación para permanecer de pie, y la furiosa pareja serpentea detrás de mí. Genial. Las luces se apagan y comienza la obra. Soy casi absorbida por la magia en el escenario, pero no puedo deshacerme de esta abrumadora sensación de nauseas. No ayuda que a mitad del segundo acto, escucho el susurro de la mujer a su marido—: Realmente deseo que tuviéramos la cámara. —Y él suspira profundamente en respuesta. El dolor de cabeza que se ha ido construyendo desde que las luces se apagaron se ha convertido en un dolor sordo en la base de mi cráneo. Se arrastra alrededor de la frente y por intermedio está palpitando fuertemente en mis sienes. Mientras sufro a través de tres actos, no puedo creer que en realidad esté esperando que la obra termine. Esta actuación, que he estado deseando desde que obtuve el itinerario (¿Mi obra favorita de Shakespeare realizado en el Globe? Um, ¡increíble!), se está convirtiendo en la pesadilla de mi vida. Soy totalmente miserable y desgraciada por ser miserable. La multitud está envuelta apretadamente rodeándonos. Levanto la vista para ver que los balcones que nos rodean están llenos, también. Siento que hay caras opresivas en todas partes dirigidas hacia mí. Quiero sentarme, incluso si es sólo en el suelo, pero no hay suficiente campo. No me puedo concentrar en el escenario. Los actores se 234 precipitan alrededor en una completa mancha. Siento como si alguien empujara bolas de algodón en remojo de gelatina en mis oídos. Oigo la risa ahogada de la audiencia, que sólo hace que mi cabeza palpite más. En el escenario, los actores están gritando entre sí: una pelea de amantes después de otra, cayendo sobre la audiencia como una gran colcha de ruido enojado. Bajo la cabeza para tratar de bloquear algo del caos, pero tan pronto como cierro los ojos, sale un flash detrás de mis párpados. Sonidos: dentro de mi cabeza, dentro de mi memoria. Oigo los gritos, dos voces distintas amortiguadas, como si viniera de detrás de una puerta. Cierro los ojos con más fuerza, y entonces puedo verlo. Estoy sentada en el suelo de mi habitación, las luces, mi camisón de flores color rosa agrupado en torno a mis tobillos. Tengo mi oreja pegada a la puerta para escuchar el sonido que viene de abajo del pasillo. Sé que debería estar en la cama, pero no me puedo dormir. No puedo dejar de escuchar los gritos, y quiero saber qué es. Abro los ojos de golpe. El recuerdo me hace sentir toda desconcentrada, y no sé por qué. Todos pelean, ¿no? Y al igual que otro golpe al cerebro, sé por qué me siento tan apagada. Porque siempre he pensado que mis padres nunca peleaban. Seguro, los padres de todos pelean, pero no los míos. Porque eran perfectos. ¿No es así? Tan pronto como el pensamiento se me ocurre, me doy cuenta de lo ridículo que suena. No me puedo concentrar en el resto de la obra. Los actores terminan sus líneas, la historia se desenvuelve, el público aplaude, se prenden las luces. De repente, la multitud está fluyendo hacia la puerta. Sigo a Jason fuera del teatro. Mantengo los ojos fijos en su espalda. Está vistiendo su abrigo de North Face, y noto un corto pelo marrón pegada a la espalda. Se parece a un pelo de perro. ¿Jason tiene un perro? Quiero alcanzarlo y arrancarlo, pero no lo hago. Estoy demasiado ocupada forzando un pie delante del otro. —Tengo que decirlo, Lame Libros —dice Jason que cuando estamos en el vestíbulo—. En realidad fue bastante impresionante. —Su sonrisa es tan grande que toca sus ojos con color brillante. —Sí, genial —digo, y eso es todo lo que puedo juntar. Hablar produce un extraño eco en mi cráneo que puedo realmente sentir. Sólo empeora mi dolor de cabeza. —Oye, ¿estás bien? No te ves tan bien —dice. Se inclina como si fuera a frotarme la espalda o a poner un brazo alrededor de mis hombros, pero después de un segundo, se lo piensa mejor y deja caer el brazo. —Caramba, gracias —respondo, sin dejar de mirar en mis zapatos. 235 —Eso no es lo que quise decir y lo sabes —dijo Jason—. ¿Por qué siempre tomas todo lo que digo de la manera equivocada? Antes de que pueda responder, se vuelve y se dirige hacia Ryan. Estoy demasiado cansada y distraída para ir detrás de él. No puedo concentrarme en nada en absoluto: lo único que puedo oír es el grito sordo detrás de una puerta cerrada haciendo eco a través de mi cabeza. Una y otra y otra vez. 236 25 Recoger los pedazos44 Traducido por Amy Corregido por Violet~ @ El pub de Spice of Life, si estás libre Esperaré toda la noche si tengo que hacerlo —C A migo, ella se ve pálida. ¿Está bien? —Apenas escucho la voz de Ryan. Jason se da vuelta y su cara está frente a la mía. —¿Julia? ¡Yo, Julia! —dice. Chasquea sus dedos delante de mi cara, pero su expresión es consternada—. En serio, ¿estás bien? Parpadeo un par de veces y luego sacudo la cabeza. No me había dado cuenta que habíamos salido a la acera en frente de Globe y esperamos los taxis para que nos lleven al hotel. Una línea completa de ellos, brillantes y negros están a punto de llegar, y nos vamos a agrupar y distribuir en ellos. En mi bolsillo, mi teléfono vibra. Salto, luego saco mi teléfono y lo abro. —Por supuesto que eso es lo que te lleva a dejar de ser un zombie, Julia —murmura Jason—. Tienes que estar en el otro extremo del maldito teléfono. —Es Chris —contesto mientras escaneo el mensaje de texto—. Está en un pub y quiere saber si quiero ir. —Bueno, parece que ha llegado la hora, entonces —dice. Todavía me siento un poco nublada, por lo que apenas registro su voz. —¿Crees que debería ir? —Las palabras están nadando en la pantalla, formándose y re-formándose. En sentido figurado, significa volver a empezar la vida después de una horrible experiencia. 44 237 —¿Por qué no? —dice naturalmente—. Tiempo de crecer, supongo. —¿Sola? —murmuro, mi mente acelerando. —¿Por qué no llevas a Mark contigo? Él es un real caballero, por lo que he escuchado. Ante la mención de Mark, levanto la vista, Jason me está dando una mirada sucia. —¿De qué estás hablando? —pregunto. Siento un leve temblor comenzando en mis dedos, y tengo que agarrar el teléfono apretado para no enviarlo al pavimento. —Olvídalo —dice. Genial. Por encima de todo, parece que los chismes sobre Mark y yo han rodado. La papa que se ha sentado en mi estómago toda la tarde se convierte en un yunque de 226 kg. Supongo que eso se instala. Mark es una estúpida fantasía de infancia, y mis sentimientos absolutamente insanos por Jason son claramente no correspondidos. He pasado todo el viaje hablando, pensando, y persiguiendo el romance, y no voy a dejar este país sin encontrar algo. No pasaré otro minuto suspirando por alguien que no está disponible, no cuando hay un tipo perfectamente dulce que me ha estado persiguiendo toda la semana. Y yo lo he estado alejando. ¿Por qué? ¿Por Mark? ¿Por Jason? Por nada. Pero Jason obviamente, no ha terminado conmigo todavía. —La última vez que hablamos, era Mark. Ahora estamos de vuelta con Chris —dice. Lanza sus manos al aire—. Jesús, Julia, podrías recibir latigazos cervicales siguiendo tu estúpida vida amorosa. —Ni siquiera es así —respondo con un toque de veneno en mi voz. Si él va a comenzar, es mejor que sea capaz de tomarlo—. Pasé algún tiempo con Mark, y me di cuenta que quizás él no es como pensaba que era. Los taxis comenzaron a llegar. Todos nuestros compañeros de clases se zambulleron, menos Jason y yo, que nos quedamos de pie en la acera. Tenemos que tomar el último auto nosotros mismos. Juntos. Jason salta en primer lugar, gritando por la ventana. —¿Ya no he dicho eso? —No, lo que dijiste es que Mark es demasiado bueno para mí — respondo, deslizándome tras él. —Nunca dije eso. Oyes lo que quieres oír, ¿cierto? —Se da vuelta hacia la ventana y no puedo ver su cara. El taxi da tirones con el movimiento. 238 —Lo que sea, Jason —suspiro. Me doy la vuelta para mirar por mi ventana. Nuestro taxi avanza por el Támesis por medio de un estrecho puente de piedra, luego se sumerge en un túnel oscuro. No hay nada que mirar para distraerme de mi ira contra él. —Exactamente, lo que sea. Menospréciame, al igual que menosprecias a todos. —¿De qué estás hablando? —Me esfuerzo para mantener el temblor en mi voz. —Si quieres sacar la cabeza de tus guías por dos segundos, quizás veas que no eres la víctima solitaria que siempre finges ser. Hay gente que realmente se preocupa por ti. —¿Quién, tú? Lo escucho respirar rápido, entonces hay una larga pausa. —Tal vez —dice finalmente. —Oh por favor —escupo—. Qué gran amigo has sido. Me ignoras cuando te conviene, me tiras en la laguna, me avergüenzas veinticuatro-siete, y prácticamente me has botado todo el viaje. —Si no fuera por mí, habrías pasado todo el viaje sola, demasiado ocupada mirando hechos y fechas para divertirte, pasando todo tu tiempo soñando despierta con tu estúpido DAEJ, Mark. Deberías agradecerme. —¿Agradecerte? ¿Agradecerte? —golpeo mi mano en el asiento de cuero por frustración. El golpe sordo fue apenas satisfactorio, y ahora mi mano me pica—. Estás delirando, ¿sabes qué? Estás delirando, y… y eres inmaduro, y… —Y egoísta, y un niño, y un imbécil —finaliza por mí, prácticamente escupiendo—. Ya lo has dicho antes. Lo has dicho muchas veces, de hecho. —Se da vuelta para mirarme. Sus ojos están medio-estrechados, y me está mirando con demasiada intensidad—. ¿Sabes cuál es tu problema? Nadie es suficiente bueno para ti. Vives en un mundo de fantasía. Y si no despiertas, terminarás sola, con tus libros y cuatro millones de lápices número dos. Mi visión parpadea en rojo. No puedo creer lo que estoy escuchando. Quiero pellizcarme para ver si puedo despertar de esta pesadilla. —Cómo te atreves a decirme eso —me ahogo. —¿Qué, atreverme a decirte la verdad? —Jason se está riendo ahora, pero es una risa furiosa y cortante—. ¿Ves? Puedes insultar, pero no puedes tomarlo. Actúas como si fueras la única con sentimientos. —El día en que muestres sentimientos será el día en que… — murmuro, pero él me corta. 239 —¿De qué? ¿Ponerlo en tu guía? ¿Utilizar un bolígrafo? ¿Romper las reglas? —No he hecho nada más que romper las reglas desde que llegué aquí —grito, casi lanzándome fuera del asiento. —Sí, y has tenido más diversión de la que has tenido en toda tu vida. —No, ¡he estado estresada y miserable! He tenido más problemas de los que he tenido en toda mi vida combinada desde que comencé a romper las reglas. —¿Por qué dices eso como si fuera mi culpa? —¡Porque lo es! Desde el momento en que salimos de Boston, me has estado recogiendo y empujando. Estoy harta de esto… harta de tus bromas, tu sonrisa, tus hoyuelos y tu inmadurez. —Estoy respirando con dificultad y puedo sentir mis mejillas enrojeciéndose. El conductor saca sus ojos del espejo retrovisor, incapaz de mirarme. —¿Inmadurez? ¿Eso es lo mejor que puedes decir? —Por fin me mira—. Vamos Julia. Puedes hacerlo mejor que eso. Vuélvete loca. Usa una mala palabra. —Entrecierra sus ojos, y todo lo que puedo notar son sus cejas, que son rojo ardiente como su pelo. De repente, estoy distraída por ellas, son todo lo que puedo ver. Me concentro en ellas en vez del dolor y la ira en sus ojos. Ignoro el hecho de que él parece estar al borde de las lágrimas. —¿Quieres que lo haga mejor? —La ira burbujea en mí, caliente y fundida—. No eres inmaduro. Sabes exactamente lo que estás haciendo. Tú escoges ser un idiota. Y es enfermo lo bueno que eres en eso. Has mentido y manipulado mis sentimientos a lo largo de este viaje, y lo disfrutas, ¿no? Probablemente has estado afuera con Ryan contándole como me molestas. Te burlas de mí, me consuelas, te burlas de mí, me besas, me alejas por alguna supermodelo. Eso es lo que es divertido para ti, ¿joder mi cabeza? ¿Alguien te ha enseñado que no está bien tratar así a la gente? Oh espera, probablemente no. Tu mamá te abandonó antes de enseñarte eso. Lamento las palabras tan pronto como salen de mi boca. Su cuerpo se tensa, como si fuera a saltar sobre mí o que fuera a salir corriendo. Si sus ojos fueran rayos láser, habría hecho dos agujeros perfectos directamente en la parte posterior de mi cráneo. Por un breve momento me sentí un poco asustada. Instintivamente me deslicé hacia atrás contra la puerta. Pero su cuerpo se afloja, muy rápido, como si alguien le hubiera quitado la tensión. Se inclina hacia atrás y levanta sus manos lentamente para aplaudir. —Guau. Realmente genial, Julia. Un A+ por eso. Eso es todo lo que quieres, ¿no? ¿Una buena calificación? Esa es la vida real para ti, libros y escuela y calificaciones. Tu padre estaría muy orgulloso. 240 Nuestro taxi se detiene frente a nuestro hotel. Abro la puerta y salto luego, me volteo. —Jo.De.Te —digo, mi voz plana—. Ahí está tu mala palabra. Apenas puedo ver mientras camino a la puerta del hotel, golpeo con el hombro a mucha gente que se cruza en mi camino. Ni siquiera me disculpo. Mi pelea con Jason se sigue repitiendo en mi cabeza como si fuera la única canción en mi iPod y el dispositivo está configurado para repetirse. Cuando regreso a mi habitación, cierro la puerta con fuerza y las fotos de Londres suenan en sus marcos. Voy al lavabo y salpico un poco de agua fría en mi cara. El agua fría rompe mi ira y lo único que queda es la confusión y el dolor. Me pongo a temblar. No sé si es el agua fría o qué, pero envuelvo mis brazos alrededor de mí tratando de calmarme. No puedo parar. Mis dientes castañean. Espero que las lágrimas lleguen, pero no lo hacen. Mis ojos están secos y pican, y me froto duramente la cara. Necesito a mi mamá. Saco mi billetera y descomprimo el bolsillo frontal con tal fuerza que la cremallera se cae en la mano. Grito y lanzo la cremallera rota al suelo. Saco la tarjeta roja que mamá me dio para emergencias. Y esta es definitivamente una emergencia. No puedo dejar de pensar: Necesito a mi mamá. Golpeo los números en el teléfono inalámbrico en mi habitación del hotel, siguiendo cuidadosamente las instrucciones en la parte posterior de la tarjeta. Estoy muy ansiosa y escribo mal y tengo que marcar tres veces. Finalmente, la línea comienza a sonar y el sonido ligeramente crujiente de mi señal de socorro viaja por el océano. —¿Hola? —¡Mamá! —lloro, sosteniendo el teléfono con ambas manos. —¿Julia? ¿Estás bien? —Su voz es gruesa por la preocupación. —Todo está bien —digo, tratando de tragar un nudo en la garganta—. Sólo es que te extraño y… necesito hablar contigo. —Oh, bien —dice mi mamá, dejando escapar un largo suspiro—. ¡Estaba tan nervios cuando te escuché en la línea! Te extraño también cariño. ¿Cómo van las cosas? —Están bien —contesto. De repente, no sé qué decir. ¿Cómo empiezo? —No suenas bien —responde gentilmente. Mamá siempre puede leer el tono de mi voz. Ella siempre me dice que nunca debo jugar póker. 241 —Sólo estoy un poco nostálgica —digo, luego inhalo—. Nueve días es un largo tiempo. —¡Me lo estás diciendo! He estado vagando por la casa tratando de averiguar qué hacer. Las cosas se pusieron tan mal que estaba pensando tomar un tejido de punto. La tensión comienza a romperse en mi pecho. —¿Qué pasa con el baile en línea? —digo—. ¿O tejer canastas bajo el agua? Mi mamá se ríe, y el sonido es cálido y claro, incluso a través del teléfono. Lo imagino en nuestra pequeña cocina en su lugar habitual en la cabecera de la mesa de madera desvencijada, haciendo girar la cuerda de nuestro teléfono antiguo con el dedo. Tomo una respiración profunda. Sólo el sonido de su voz me calma. —Bueno, en realidad… —dice, y luego se detiene—. Salí con Dan anoche. Me llevó a ese nuevo lugar de tapas. Y de nuevo, la pesadez de mi pecho está de vuelta. —¿Q-qué? —tartamudeo—. ¿Quién es Dan? —Oh, ya sabes, el de al lado, con quien Kathleen me tendió una trampa. El contador en su oficina —explica mamá, su voz un poco cortada. Mi mente se volvió completamente blanca. —Así que… ¿es material para segunda cita? —Tercera, en realidad. El lunes fuimos a ver una película, ¿la nueva de extraterrestres? ¿Una tercera cita? Sé que mamá ha estado en varias primeras citas. Cada vez, termina volviendo a casa, dejándose caer en el sofá con un gran suspiro, y pasando canales de TV para cualquier maratón que pase en esa noche. Nunca pregunté los detalles, porque en parte no quería saber, y porque seis episodios de Teen Mom describen algo para mí. Pero, ¿una tercera cita? Estúpidamente, lo único que se me ocurre decir es—: Bueno, ¿cómo fue? —Bueno, ya sabes. Odio las películas en 3-D. Me hacen sentir un poco mal —dice. —¡No la película, mamá! La cita. —¡Oh! Fue genial. Es un tipo dulce. Divertido. Y en el lugar de tapas ordenó en español, lo que fue bastante impresionante. Creo que iremos al mercado de agricultores el sábado en la mañana. 242 Mi mamá fue a una tercera cita, y está planeando una cuarta. Mi mamá tiene más vida romántica que yo en este momento. —Yo… yo sólo estoy sorprendida —digo. —Julia —suspira mi madre—. Estás actuando como si nunca hubiera tenido una cita antes. Estoy agarrando el teléfono tan fuerte que mis nudillos duelen. —Sé que solías ir a citas… —No estoy hablando de la secundaria, cariño. —Quiero decir… No pensaba que actualmente empezaste, no lo sé, a ver a alguien. —Tengo que sentarme antes de oír una respuesta. —Tenía que suceder en algún momento —dice, su voz gentil—. Han pasado casi diez años. Amé demasiado a tu padre. Lo sigo haciendo. Pero esa no es una razón para cerrarse. —Creo… —recojo una pelusa invisible del edredón de plumas brillantes, y accidentalmente saco una larga y fina pluma del relleno. Mi mamá suspira otra vez. —Escucha, Jules. Sabes lo duro que fue cuando tu padre murió, pero es importante recoger los pedazos y volver a intentarlo. —¿Volver a intentarlo? —dirijo una pluma a un lado a otro a través del edredón, luego la pongo entre mi pulgar y el índice. —Por supuesto. —Pero papá era el indicado. —Escucho mi voz cuando lo digo. Sueno desesperada, infantil, como si lo digo las suficientes veces, puedo hacerlo realidad. Dejo ir la pluma y la veo flotar suavemente en el suelo. —Él lo era, y luego murió —dice suavemente—. No puedo imaginar que el amor sólo se viva una vez, y sé que tu padre diría lo mismo. No puedes simplemente apagar el amor. Es parte de la vida, y está en todas partes. Hay que extenderse y tratar de tomarlo. —Guau —suspiro, tomando todo lo que ha dicho. La imagen de mi madre sentada en un restaurante de tapas con algún contador se mantiene chocando con la idea de que mi padre era el DAEJ de mi madre. Ella no puede estar buscando a alguien más. ¿No se supone que su DAEJ tiene que buscarla? Por supuesto que está buscando. Por supuesto. Sólo he sabido esto por cinco minutos, y ya me siento tonta por haber creído algo más. Es la misma ridícula sensación que tengo cuando finalmente recuerdo su pelea. Es como si hubiera estado creyendo en Santa Claus todo este tiempo. 243 —Julia, no tenía la intención de hablar todo esto por teléfono — dice mamá—. Es mucho para tomar. —No te preocupes, mamá —contesto. Tiro mis zapatos y me dejo caer sobre la cama—. En realidad es exactamente lo que necesitaba oír. —Así que, ¿no te hace sentir peor? —Nop —contesto, esperando que pudiera escuchar la sonrisa en mi cara—. Todo lo contrario. Me siento mucho mejor. Los minutos se están acabando, así que nos despedimos y le digo que no puedo esperar para llegar a casa. Ella me anima a disfrutar la última parte de mi tiempo en Londres y sé que lo haré. He estado conteniendo mi respiración, nadando bajo el agua por mucho tiempo. Quizás no hay tal cosa como la persona perfecta. O quizás Jason tiene razón: hay personas perfectas, muchas de ellas, y te toca a ti escoger a uno cuando lo encuentres en el caos al azar de la vida y del amor. Jason. Quizás podría haber sido una de esas personas. Él estaba en lo correcto, todo el tiempo ha estado en lo cierto, y ahora no puedo creer todo el daño que hice. Puedo ver como él nunca me perdonará. Quiero llamar a Phoebe, para hablar sobre todo: mi mamá, su cita, mi papá, y mis sillas musicales de chicos aquí en Londres. Desafortunadamente, no creo que haya suficientes tarjetas de llamadas en todo Londres para contar la historia. En cambio, saco el celular de la mesita de noche, y le mando un mensaje con la única verdad que sé ahora mismo. P— Me enamoré de Jason y lo jodí A-LO-GRANDE No preguntes. Necesito que un montón de helado espere por mí. Te amo y te extraño —J Esperaba en ascuas, mirando el pequeño teléfono en mi mano, pero no vibra. ¿Le habrá llegado mi mensaje a Phoebe? ¿Está su teléfono apagado? Debe ser eso, o ella definitivamente me hubiera respondido, probablemente para preguntarme si me estaba volviendo loca. Quizás no quiso mandarme un mensaje y simplemente está tratando de encontrar una institución británica mental donde pueda meterme. Espero un minuto o dos, quizás para que su sorpresa se vaya y me pueda responder, pero nada viene. El único texto en mi teléfono es el de Chris sobre el pub Spice of Life. 244 La pelea comenzó cuando dije que iba a ir con Chris. No hay nada que perder. Jason me odia y es probable que salga con esa chica rubia de todos modos, así que ¿qué importa? Es mejor no pelear por nada, supongo. Saco mi abrigo de la cama, lo pongo en mi hombro y marcho hacia la puerta. 245 26 Misterioso Chris Traducido por Jo Corregido por Verito Adelante. —J S algo del conducto en Leicester Square. Es tarde. Como mi último acto de rebeldía en este viaje (y espero que del resto de mi vida natural), he abandonado mi hotel, dejado mi cena, y venido a buscar a mi chico misterioso. Hey, hazlo en grande o vete a casa, ¿cierto? Y ya que me voy a casa mañana, pienso que podría además hacerlo ENORME. Las luces de las calles están recién encendiéndose alrededor de mí, y el sol está comenzando a ponerse. Mientras me paro en la vereda, intentando orientarme, la gente pasa empujándome. No he estado en esta área antes, así que soy forzada a sacar mi mapa laminado de Londres. Me paro contra la pared de afuera del conducto de la estación para no ser pisoteada, y corro mis dedos a través de las calles brillantemente coloreadas hasta que encuentro mi camino. Debería ser sólo una caminata corta de un par de cuadras para llegar al pub. Paso frente de tiendas coloridas pintadas como huevos de pascua, sus mercancías igualmente coloridas mostradas en las ventanas. Una tienda muestra una ventana llena de maniquís en sweaters tejidos a manos en cada color del arcoíris. Una tienda de relojes tiene una vitrina llena de bandas de colores brillantes, y la tienda de joyas al lado muestra piezas de vestuario tan grandes que lucen como si me fueran a aplastar. Diamantes falsos en rojo y morado y azul están apilados uno sobre el otro. Sólo unas pocas cuadras después he llegado a la dirección que hallé en línea. El pub toma la esquina completa de la cuadra y está iluminado como un árbol de navidad. La visión de la fachada de grandes ladrillos me abruma por un momento, y tengo que detenerme 246 en la vereda y tomar algunas respiraciones profundas. Después de todas las decepciones que he enfrentado esta semana, quiero que esto esté bien. Aún a pesar de que probablemente no lo merezco, necesito que esté bien. Por favor no me decepciones. Paso a través de las puertas e instantáneamente me doy cuenta de que Spice of Life no es cualquier típico pub inglés. Claro, hay un bar y cabinas y mesas, pero un escenario domina el primer piso. Hay una banda, un montón de chicos tocando instrumentos con una cantante femenina en el micrófono. La música es alta pero tranquila, y doy un suspiro de alivio de que no me he encontrado con una banda de covers de Black Sabbath. No creo que pudiera soportar eso. Escaneo la multitud, buscando un desordenado montón de cabello oscuro, un par de lentes negros, una camiseta gastada de franela. Busco por Shakespeare de bolsillo. Pero no lo veo en ningún lugar. Me encojo en mis hombros y tiro de las mangas de mi cardigán gris sobre mis manos, como si esto de alguna manera me fuera a volver invisible. Maldición. Estaba esperando que él ya estuviera allí para poder tener un momento para verlo antes de que él me viera a mí. Quiero un momento para respirar, para prepararme, para organizar mis palabras y pensamientos antes de acercarme a él. Resignada a esperar, hago mi camino hacia el bar y me poso en uno de los bancos altos de madera, mis pies cuelgan debajo de mí. Le doy al barman un saludo y ordeno una cerveza, mi primera vez. Sale de mi boca antes de que pueda siquiera pensarlo, y una vez que está afuera, continúo con eso. Ni siquiera sé cómo ordenar una cerveza; sólo digo—: Tomaré una cerveza. —¿De qué tipo? —pregunta el barman a través de su grueso bigote rojo. —¿Qué? Él hace un gesto a la colorida fila de grifos a lo largo del bar. —Lo que sea más barato —digo. Ni siquiera sé cuánto cuesta la cerveza, y definitivamente no quiero ordenar una y después no tener suficiente dinero en mi billetera para pagarla. Ahora me doy cuenta de cómo mis compañeros de clase se han salido con la suya toda la semana. Pregunta con la suficiente confianza y un frío vaso de una pinta aparecerá en frente de ti, sin preguntas hechas. Tomo un sorbo e intento no poner una cara por el amargo trago. No quema como la bebida que Jason me hizo en la fiesta de casa, pero claramente no es placentero. Trago dos más, rápidamente, esperando que mis papilas gustativas se acostumbren, pero no lo hacen. 247 Saco mi copia de Orgullo y Prejuicio y la abro. Estoy casi terminando, a pesar de que espero no llegar al final mientras estoy sentada aquí. No hay nada que odie más que estar varada en algún lugar sola sin algo para leer. —¡Ese es mi libro favorito! Levanto la mirada. Una chica está sentada a mi lado, sonriendo ampliamente. Sus dientes son deslumbrantemente blancos. Su largo cabello rubio hace una cascada en olas por sus hombros. Es el tipo de cabello que luce como si viniera de una película animada, con perfecto rebote y forma. Ella está sentada, pero puedo decir que es alta. Sus piernas caen sin esfuerzo por el banquillo. Está usando jeans ajustados con botas de cuero negro hasta sus rodillas. Un chaleco abotonado muy grande azul que en mí se vería como una cortina de baño de algodón envuelta por mi cuerpo de alguna manera hace que ella se vea alta y torneada y glamorosa. Un par de aviadores de borde dorado están empujados en la parte superior de su cabeza, sosteniendo hacia atrás su flequillo. Su cabello rubio tiene mechas rosadas, y ella luce vagamente familiar. Entonces recuerdo: ella estaba en la fiesta a la que Jason y yo entramos nuestra primera noche en Londres. Vi a Jason hablando con ella en la cocina de la casa y luego, horas después, su novio, con su peinado a juego, empujando a Jason a la calle. Ella obviamente no me reconoce, sin embargo, así que no digo nada. Siempre he sido buena con los rostros, lo que quiere decir que suelo tener muchas reacciones enloquecidas cuando reconozco a alguien que no tiene absolutamente idea de quién soy yo. —Sí, el mío también —respondo—. Probablemente lo he leído diez veces. —Lo mismo. Siempre estoy tan celosa cuando veo a gente leyéndolo por primera vez. Suertudos bastardos no saben cuán bueno lo tienen. —Completamente —digo. Conozco ese sentimiento. Lo siento por Jane Austen, y por Shakespeare también. Recuerdo vívidamente la primera vez que los leí: toda la emoción y energía de absorber algo nuevo e increíble. —Desearía que hubiera pensado en traer un libro —suspira en su vaso de pinta—. No creí que estaría sentada aquí tanto tiempo. —Oh, nunca voy a ningún lugar sin un libro —respondo. Palmeo mi bolso de mensajero, pensando con una punzada de ansiedad de que debería haber empacado uno de repuesto. Pero si termino el libro y Chris no está aquí todavía, podría tomarlo como una señal de que es momento de rendirse—. ¡A veces realmente espero que la persona llegue tarde para tener más tiempo para leer! 248 Ella ríe. —Te escucho. Hoy estoy un poco nerviosa, sin embargo. No estoy segura de que podría concentrarme en un libro. —¿Estás esperando a alguien también? Ella asiente. —Rompí con mi novio la semana pasada después de que me di cuenta de que era un tonto idiota, así que estoy algo emocionada por este nuevo chico. Sin embargo me estoy comenzando a preocupar un poco de que no vaya a aparecer —dice ella. Pero su voz suena animada. Si no fuera tan genuinamente agradable, su felicidad sería irritante, como esa gente que sigue y sigue hablando de cuánto el yoga cambió su vida—. ¿Deberíamos esperar juntas, hacernos compañía? Conversamos sobre Orgullo y Prejuicio por un rato, y mientras estoy distraída, soy capaz de tragar unos pocos sorbos más de cerveza sin tener arcadas. Luego de unos minutos mi compañía echa un vistazo a su reloj, luego revisa por segunda vez la hora en el reloj sobre el bar. — Creo que he sido plantada —suspira ella. —Yo también —respondo. Su mensaje decía que él esperaría toda la noche, pero aparentemente no estaba diciendo la verdad (aunque para ser justa, he sido bastante descuidada en decir la verdad todo este tiempo). Sólo se siente como si fuera hora de rendirse—. Estoy bastante segura de que ha sido mucho tiempo. —¿Quién es el chico que te plantó? —¿Cómo supiste que era un chico? —pregunto. —Oh, siempre es un chico, ¿no? Ella pone sus ojos en blanco y golpea con sus uñas pintadas púrpura el bar, una después de la otra en una rápida secuencia. Me siento extrañamente cómoda con ella. Tal vez es porque no he escuchado de Phoebe en un tiempo, pero se siente bien tener a alguien con quien conversar. No me importa abrirme. —Esto puede sonar extraño, pero estoy buscando un chico que sólo he visto una vez. Hemos estado enviándonos mensajes toda la semana. Su sonrisa titubea; sus ojos se entrecierran un poco. Se ve levemente confundida. —Yo también —dice ella. —¿A qué te refieres con: “yo también”? —pregunto. —Estoy esperando a un chico que sólo he visto una vez. Mi teléfono ha estado sonando toda la semana por sus mensajes. Le dije que me encontrara aquí. —Wow. Extraña coincidencia —digo, pero aún cuando lo digo, puedo decir que la palabra “coincidencia” parece incorrecta. Espero 249 que mis palabras no estén saliendo tan confusas como se siente mi cerebro—. He estado cazando a este tipo, Chris, toda la semana. Finalmente me da un lugar para encontrarlo y luego no aparece. Ella rompe en risas. —¡Mi nombre es Chris! Bueno, Christina, pero nadie me llama así excepto por mi abuela. ¿No es eso extraño? —Extraño —repito, accidentalmente imitando su acento británico. Suena algo cómo: Extraaño. La palpitación de antes está de vuelta, y siento como si mi cerebro estuviera usando un gran y peludo sweater. Parece un poco demasiado caliente aquí adentro también, y tiro del cuello de mi camiseta para tener algo de aire circulando. ¿Qué hay en esta cerveza?—. ¿Hace calor aquí? ¿Tienes calor? Yo tengo calor como el infierno. —Bueno, tú sabes lo que Churchill dice. “Si estás atravesando el infierno, sigue avanzando” —dice ella con una pequeña risa entre dientes en su bebida. La cita me golpea como un puño en el rostro. Oh Dios mío. No puede ser. Mientras lucho por algo que decir, la verdad comienza a tomar forma en la parte trasera de mi cerebro. Lentamente hace su camino al frente de mi mente como un rayo en cámara lenta, y siento el calor comenzando a bajar a mi estómago. —¿A quién estás esperando tú? —pregunto, preparándome para la respuesta. —Su nombre es Jason —dice ella—. Lo conocí en una fiesta el fin de semana pasado. Él es americano. Oh. Dios. Mío. —Conozco a Jason —Es lo que finalmente sale de mi boca luego de lo que sospecho es un minuto completo de abrirla y cerrarla. —¿Lo haces? —Gira en su banquito hasta que nuestras rodillas se están tocando. Ahora está empezando a verse confundida. —Sí, él es uno de mis compañeros de clase. Estamos en este viaje juntos. Ambos estábamos en la fiesta el fin de semana pasado. Allí es donde lo conociste —explico, tanto como para mí que para ella. —¿Tú crees que viene? —pregunta con esperanza. —Uh, él está… bueno, está… no está disponible. —Sé que es una mentira (o tal vez no—sí está la chica rubia de Harrods), pero aún si él me odia, no puedo soportar el pensamiento de Jason enrollándose con alguien que no sea yo, mucho menos esta valiente, lectora, claramente muy interesante e inteligente rubia hermosa. Sin mencionar que su nombre es Chris. Yo obtengo a mi Chris antes de que él tenga a la suya, maldición. Y justo entonces, la realización rompió sobre mí como una ola, arrastrándome a la resaca de la realidad. Estoy esperando a Chris. Su 250 nombre es Chris. Ella está esperando a Jason. Nuestros mensajes pasan ante mis ojos. Todos dirigidos a y firmados simplemente “J.” Esta es mi Chris. De alguna manera, he estado enviándole mensajes a ella. Me siento enferma, empujo mi cerveza a mitad de beber por el bar. Necesito un agua. Ahora. Le hago señas al cantinero, pero él no me ve. Mi garganta se siente como si alguien le hubiera dado vuelta el contenido de un salero dentro, y estoy luchando para tragar sin tener arcadas. —Oh Dios mío. Escucha—no has estado esperando a Jason. Me has estado esperando a mí. —A penas puedo decirlo en un susurro—. Yo te envié esos mensajes. —¡Pero sonabas como un chico en el teléfono! —exclama, e instantáneamente pienso en el momento en el Tate cuando Jason me quitó el teléfono de mi mano y lo respondió. Oh Dios. Si tan sólo hubiera sido más rápida, sostenido el teléfono con más fuerza, ¡todo esto podría haberse solucionado hace una semana! No puedo siquiera creer que esto me esté pasando. ¿Cómo esto se convirtió en mi vida? La cerveza ahora está revolviéndose en mi estómago como uno de esas piscinas de olas de parques de diversión. Escucho la puerta del bar abrirse, pero no estoy lista para mirar nada todavía. Mantengo mi rostro hacia abajo y mis ojos cerrados con fuerza. —Santo wow, él es lindo. —Escucho a Chris murmurar, y mi corazón se salta un latido. Aún a pesar de que Chris es… bueno, no mi chico sexy soñado, todavía sostengo esperanza de que de alguna manera, mi ante ojudo, bombón lector de Shakespeare va a entrar caminando por la puerta. Abro mis ojos, y allí está la sorpresa de mi vida. Es Mark. Sí luce lindo. Se ve como que robó su atuendo directamente de un maniquí, jeans gastados, oxford blanco, y un cárdigan gris. Sólo Mark podría hacer que un cárdigan funcionara. Y a pesar de que sabía objetivamente de que él es hermoso, no siento la misma adoración de estómago enredado que he sentido cada otra vez que lo he visto en los últimos 242-o más días. Estoy sorprendida de darme cuenta de que no siento nada. —¡Julia! —dice él—. No te he visto desde que corriste. ¿Terminaste tu tarea? —Uh, sí —digo. La mascullada inseguridad que sentí cada otra vez que he hablado con él se ha ido. Lo he estado evitando desde su propuesta indecente—. ¿Qué estás haciendo aquí? —Papá dice que este lugar es asombroso. Pensé en chequearlo —dice, y luego sus ojos ven a Chris—. Linda vista. 251 —Vas a… —comencé, pero Mark me interrumpe. Sus ojos están completamente enfocados en la belleza de casi un metro ochenta sentada junto a mí. —¿Cuál es tu nombre? —dice, prácticamente botándome de mi banquito mientras se acomoda entre Chris y yo. Ella ríe. —Soy Chris. —¿Chris, huh? Me gusta ese nombre. Es sexi —dice, su voz como miel. Nunca noté cuán suave suena, y no de una buena manera. Más como si estos fueran los 70s, él estaría usando un traje pata de elefante. Hice una mueca con el pensamiento—. Y tú eres definitivamente sexi. Oh ick. ¿En serio? —Bien, bueno, voy a… —digo, pero de nuevo, Mark me interrumpe. Hace un gesto hacia mi taburete, en el que estoy actualmente sentada, y dice—: ¿Te importa? No puedo creer que me esté pidiendo dejar mi asiento para que él pueda coquetear con alguna chica. No hace más de dos días, estaba coqueteando conmigo. ¿Cómo no noté que este tipo es un completo perro? Escucho la voz de Jason en mi oído, llamando a Mark encantador, sólo ahora reconozco el sarcasmo. Todo lo que dijo sobre Mark de pronto tiene mucho más sentido. Él siempre supo. Y estaba intentando decirme. Salto del taburete y busco una mesa. Detrás de mí, Mark y Chris están charlando. Es claro que Chris no tiene necesidad por su misterioso “J,” fuera Jason o yo. El monstruo de celos tiene un duro agarre en mí. De pronto me siento más sola de lo que me había sentido en todo el viaje. Necesito un amigo. Necesito a Phoebe. Saco mi teléfono y lo sostengo en mi mano, notando ningún signo de cualquier respuesta de Phoebe, a pesar de mi temprano texto bomba sobre enamorarme de Jason. ¿Dónde está ella? Y aquí es cuando la última pieza del rompecabezas cae en su lugar. Dejo caer mi teléfono y repiquetea en el suelo. Si Chris estaba enviándole mensajes a Jason, pero yo estaba respondiendo, entonces debo tener el teléfono de Jason. Y él debe tener el mío. Cierro mis ojos—y ahora lo veo. Estoy tropezándome cabeza a talones por los escalones de piedra luego de esa fiesta el fin de semana pasado, los contenidos de mi cartera esparcidos. Mi teléfono está en el escalón de arriba; luego se ha ido. La siguiente cosa que sé, Jason me está arrastrando del pavimento y diciéndome que tiene mi teléfono. Sólo que no es mi teléfono. Es el suyo. Lo que quiere decir… Los puntos 252 comienzan a conectarse rápido. ¿Todos esos mensajes de “C”? Eran para Jason, no para mí. ¿Todos esos textos de Sarah? Lo mismo. Y esto explica por qué Phoebe dejó de llamar o enviarme mensajes… Espera un minuto. Si Jason ha tenido mi teléfono todo este tiempo, entonces… oh, NO. ¡Entonces Phoebe probablemente ha estado enviándole mensajes a Jason! No me pregunto por qué sabía sobre Mark, y DAEJ, y… Oh Dios, ¿qué MÁS sabe? Levanto el teléfono del suelo y hago la única cosa que puedo pensar en hacer. Me envió un mensaje a mí misma. 253 27 Todo lo Bueno Termina con Hortensias Traducido por Annabelle Corregido por Verito ¿Dónde demonios estás? —J E stoy a punto de presionar el botón de enviar cuando siento una mano sobre mi hombro. Me doy la vuelta y quedo cara a cara con Jason. Su cabello todavía esta desordenado y cubierto con su gorra vieja de Sox, pero ahora tiene puesto el suéter de cachemira que había usado en la fiesta de fraternidad. Justo como esa noche, la tela hace resaltar sus ojos azules, y ese color tan vivo casi me deja ciega. Sus brazos están llenos, con un bouquet de hortensias envueltas con papel marrón en una mano, y un pequeño libro con cubierta de cuero verde en la otra. No sé qué decir, por dónde comenzar, así que en vez de eso, señalo el libro. —¿Qué es eso? —pregunto. —Oh, eh, creo que es un remplazo —dice, aclarando su garganta—, de tu libro de Shakespeare. El de bolsillo. Tomo el libro y lo aprieto contra mi pecho como una cobija de seguridad. Nada parece ir de la manera correcta, pero al menos tengo a mi Shakespeare. —Leí algunas páginas —dice, con sus ojos enfocados en el libro—, no estuvo tan mal. Con mis brazos ahora llenos con Shakespeare, él simplemente coloca las flores sobre la barra. Cuando no me muevo, o digo nada, señala hacia los regalos. —Esto es—esto es porque lo lamento. Lamento nuestra pelea. 254 Un nudo enorme obstruye mi garganta. Quiero decir que también lo lamento, pero en vez de eso, lo que sale es—: Creí que me odiabas. Sus ojos están llenos de una luz bastante cálida. Quiero saltar hacia ellos y nadar. —Nunca podría odiarte. Cuando te volviste loca contra mí por haberte dejado sola, me di cuenta que debiste haberme visto con mi prima, Fiona. Eres bastante sigilosa para ser alguien que siempre sigue las reglas —dice con una sonrisa avergonzada. Mis mejillas comienzan a sonrojarse al recordar la chica rubia, la supuesta supermodelo, deslizando el papel por la mesa hasta la mano de Jason. —¿Tu prima? —repito, porque aún me encuentro demasiado confundida para producir oraciones completas o seguir líneas simples de pensamiento. —Sí —responde. Se sube a un banquito vacío, y luego saca el que tiene al lado para que yo me siente. Me subo, aún acurrucando el libro—. No la había visto desde que era pequeño, pero me di cuenta que debía contactarla. Ya sabes, luego de que me animaste a hacerlo. —¿Yo te anime? —Sí. En el London Eye, cuando me sugeriste que fuera a mi antigua casa. Bueno, lo hice. Y fue horrible, pero luego me di cuenta que podría hacer algo al respecto. Así que la llamé. En verdad, estuvo bastante emocionada al escuchar de mí, y también me mostro la librería donde podía encontrar tu Shakespeare de bolsillo. —Pero, ¿por qué las flores? Inhala profundo. —Esta es la parte difícil —dice, pasando una mano por su cabello—. Tu teléfono es… bueno, es mi teléfono. Y, uh… ugh, bueno… —Jason, sé lo del teléfono —digo. Libero mi—er, su—teléfono de mi puño y lo coloco en la barra frente a él, luego le doy una vueltecita con mi dedo. Él lo mira girar por encima de la barra, luego levanta su rostro lentamente, hasta que su mirada encuentra la mía. Veo una mezcla entre terror y alivio pasar por su rostro. —¿Lo sabes? ¿Desde hace cuánto? —Um, desde hace cinco minutos —digo, señalando al final de la barra, donde están Chris y Mark—. Creo que ya conoces a Chris, ¿de la fiesta? —Jason se inclina sobre la barra y logra ver los mechones rosa en su pelo, luego rápidamente salta de vuelta a su banquito y se esconde delante de mí, como si yo fuera alguna especie de escudo humano. —No te preocupes —digo, rodando los ojos—. Estas a salvo. Ve a dar otra mirada. Jason mira sobre mi hombro, y allí es cuando ve a Mark. Se sienta derecho, y noto como sus puños comienzan a tensarse un poco. 255 —¿Ese chico? —Dice, y puedo escuchar el odio en su voz, tan claro como el agua—. ¿Qué está haciendo él aquí? —Oh, ya sabes, hermano, escogiendo chicas —respondo con mi mejor acento de chico. —Odio ese chico —dice Jason, pero lo veo relajarse un poco—. Siempre está hablando de alguna chica distinta. ¿Acaso el mundo entero tiene que enterarse de sus conquistas? —¿Conquistas? —escupo. —En serio, ese chico es un cliché de secundaria andante. Probablemente, también esté pegado a una cápsula de petri todo el tiempo. No puedo ni pensar en todas las enfermedades que se le han pegado, si la mitad de lo que dice es cierto. —Jason mira hacia su teléfono, luego de vuelta a mí, y unas cuantas líneas de preocupación se forman en su frente—. Espera, ustedes ya no están… ¿juntos? ¿Cierto? —Oh, Dios, no —digo, y la fuerza de mi respuesta es suficiente para hacer que Jason suelte una carcajada—. Ese chico definitivamente no es mi DAEJ. Jason deja de reírse y me mira directo a los ojos. La presión en su rostro casi hace que me recueste hacia atrás sobre mi banco, pero quiero estar más cerca de él, así que me inclino hacia adelante. —¿Eso significa que sabes quién es? —Pregunta—. Me refiero a tu DAEJ. Muerdo mi labio. Creer en un DAEJ no me ha llevado a ningún lugar. Quizá sea tiempo de comenzar a creer en otra cosa. Subo la mirada hacia Jason, sonriéndome expectante, y siento un tirón en mi corazón, allí es cuando lo sé. —No tengo idea —respondo. Le sonrío—. Pero no creo que me importe. Jason exhala. Una sonrisa se expande por su rostro. —Entonces… ¿No estás enojada por lo de los teléfonos? —En verdad no he tenido el tiempo suficiente con esa información como para estar enojada —digo, lo cual es cierto—. ¿Debería estar enojada? —Me imagine que lo estarías —dice—. Por eso las flores. Como una disculpa premeditada. Espero que no te moleste que le haya escrito a Phoebe para averiguar cuáles eran tus favoritas. —Ella me conoce muy bien —digo, tomando una gran bocanada del dulce aroma de las flores—. ¿Desde cuándo sabes lo del cambio? —Desde lo de Tate —dice, con sus ojos fijos en sus rodillas—. Respondí y escuché la voz de una chica, lo cual me hizo pensar. 256 Además, estaba comenzando a recibir los mensajes que se supone eran para ti. Como por ejemplo, los de Phoebe. Detrás de mí, puedo escuchar la risa tintineante de Chris, y cuando me giro, veo su cabeza inclinada hacia atrás, con su cabello rubio ondeándose como si fuese la protagonista de su propio comercial de champú. Mark le sonríe con esa insoportable sonrisa torcida suya, y puedo ver por qué la desea. —Pero, si sabías que los textos de Chris eran de parte de ella — digo, sacudiendo la cabeza en dirección a Chris—, ¿por qué no la perseguiste? —¿A qué te refieres? —pregunta. Puedo ver una pequeña arruga formándose en su ceja. ¿En verdad no lo entiende? —¡Es hermosa! ¡Te envía mensajes! ¡Ella quería estar contigo! — Mientras las palabras salen tambaleándose de mi boca, me encojo ante la voz temblorosa y ligeramente aguda que aparentemente, me pertenece. Jason se ríe y se encoje de hombros. —Chicas como esa salen con chicos como esos —dice—, ¿crees que soy de ese tipo de chicos? —No —digo, temblando al recordar al Mark lascivo y sus manos sobre mí. —Exactamente —dice—. Sólo esperaba que te dieras cuenta que chicos como yo vamos con chicas como tú. —Pero, ¿por qué no dijiste nada? —pregunto. Intento no pensar en todas las cosas que Phoebe pudo haberle enviado, pensando que serían para mí—. ¿O cambiaste los teléfonos otra vez? —Me gustaba ayudarte con la búsqueda —dice avergonzado, metiendo las manos en sus bolsillos—. Y parecía que tú también te estabas divirtiendo. Era como si me necesitaras, o como si de verdad me quisieras a tu alrededor. Antes de eso, actuabas como si desearas que me tirara al río y me ahogara. —Lo hacía —digo, y me mira ligeramente lastimado. Rápidamente añado—: ¡Pero solo porque eras un idiota todo el tiempo! Si hubieses actuado como un ser humano normal, entonces quizá te haya querido junto a mí, con la búsqueda o sin la búsqueda. —Sí, mira. —Frota su frente—. Lo lamento. No era mi intención ser un idiota. Cuando estoy contigo… bueno, me siento cómodo. Puedo hablarte. Y tú eres inteligente y desafiante, y me haces pensar en cosas. Y también eres un completo dolor en el trasero. —No soy un —chillo, y luego me detengo a mí misma. Supongo que puedo ser bastante agobiante a veces. Jason me sonríe. Sus ojos son tan azules que apenas puedo soportar mirarlo. 257 —Así que, ¿como una tonta, me hiciste perseguir por todo Londres a un chico inventado? —pregunto, hundiendo mi rostro en las hortensias. —No fuiste una tonta —dice. Estira la mano y acaricia mi brazo. Miro el lugar en mi hombro que ahora se encuentra pulsando con energía. Vuelve a estirarse y coloca su mano sobre mi brazo, esta vez con firmeza, y luego me mira a los ojos—. Fuiste alguien determinado. Me gusta eso de ti. Eres muy audaz. Me sonrojo ante el piropo, incluso aunque no sea completamente cierto. Si supiera todos mis miedos y dudas sobre mí misma, en verdad se lanzaría al río. —Mira, creí que una vez que te enteraras, estarías enojada — dice—. Pensé que creerías que era otra de mis bromas estúpidas, y luego no querrías pasar tiempo conmigo mientras te ayudaba a encontrar a tu chico misterioso. Y con lo mucho que te importa el amor y los DAEJ, o como sea, no creía que alguna vez me perdonarías por meterme con tu idea del romance perfecto. Cuando todo el tiempo… bueno, lo que esperaba que te dieras cuenta era que… —Mi chico misterioso eras tú —término en un susurro. —Bueno, sí —dice. Estira la mano y toca mi barbilla una vez, con gentileza—. En verdad me gustas, Julia. Mucho. Yo… yo quiero estar contigo. Una enorme sonrisa se expande por mi rostro, tan grande que mis mejillas se sienten como si se fueran a despegar de mi mandíbula. Me muerdo el labio. Todo mi cuerpo se siente como si hubiese sido metido dentro de un horno, y esta vez, me permito recordar, recordar de verdad, nuestro beso en el campo. —Entonces, el beso… ¿fue en serio? —Sí —dice, y esta vez, es su turno de sonrojarse—. Por supuesto. —Pero le dijiste a Sarah que había sido un error —digo, mirándolo fijamente a los ojos. Se echa hacia tras un poco, luciendo sorprendido. —¿Cómo supiste eso? —Vi tu nota —respondo avergonzada—. La dejaste en el autobús. La tomé al bajarme. —El beso no fue un error… mentirte fue el error. Besarte me hizo entender lo mucho que me gustabas, pero también hizo que me diera cuenta que ahora no había manera de salir de esto sin que te enteraras que era un mentiroso. Creí haberlo arruinado por siempre. —Guau. —Exhalo con fuerza, sintiéndome como un globo cuando suelta todo el aire. No sé si quiero bailar con felicidad por toda la calle o si quiero acurrucarme debajo de la barra y tomar una siesta. —Entonces, supongo que ahora sólo tengo una pregunta —dice. 258 —¿Cuál? —pregunto. Jason toma mi mano y la aprieta con fuerza. —¿Te importa que sea un inmaduro insoportable que piensa que los caramelos masticables amarillos saben a detergente de limón, que no crea en los “destinados” y que no tenga ninguna de las cualidades que buscas en tu mítico Sr. Perfecto? ¿Aunque lo llame soccer y no fútbol, sin importar cuantas veces me corrijas? ¿Incluso aunque use bolígrafo hasta el día que me muera? —Bueno —digo, atrayéndolo más cerca y levantándome de mi asiento—, una vez, alguien me dijo que el amor no es perfecto… ni predecible. Esta vez al besarnos, estoy lista. Lo quiero, y me hundo contra él inmediatamente. Sus brazos se envuelven con fuerza alrededor de mi cintura, con sus manos sobre mi espalda, abrazándome. Inclina su cabeza para encontrarse con mis labios, y lo beso con toda la urgencia que tengo luego de corretear por todo Londres buscando algo que ha estado frente a mí durante todo este tiempo. No es mi DAEJ. Es mucho mejor. FIN 259 Sobre el Autor Lauren Morrill creció en Maryville, Tennessee, donde fue una Scout Girl, un orgulloso miembro (no tan) de la banda de marcha, y un editor de revoltosos para el periódico escolar. Se graduó de la Universidad de Indiana en la especialidad de Historia. Ahora vive en Boston con su esposo y su perro, Lucy. Meant to Be es su primera novela. Visítela en laurenmorrill.com. 260 Traducido, Corregido y Diseñado por: 261 http://www.librosdelcielo.net