Homilia: Trigesimo Primero domingo del Tiempo Ordinario El
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Homilia: Trigesimo Primero domingo del Tiempo Ordinario El
Homilia: Trigesimo Primero domingo del Tiempo Ordinario El domingo pasado, hemos escuchado la parábola del fariseo y el publicano, que Jesús se dirigió a “ algunos que estaban convencidos de ser justos y despreciaban a los demás." Este domingo, saltamos en el Evangelio de Lucas al comienzo del capítulo diecinueve (19) y la historia memorable de un recaudador actual de impuestos y todo lo que él estaba dispuesto a hacer "para conocer quién era Jesús." Como sujetalibros, entre estos dos recaudadores de impuestos, San Lucas nos relata varias ocurrencias para nosotros acerca el continuo viaje de Jesús a Jerusalén. Después de la parábola del domingo pasado sobre el recaudador de impuestos que fue a su casa justificado, los discípulos tratan de parar a las personas que traen los niños a Jesús, en que el Hijo de Dios habla su famosa frase, " Dejen a esos niños y no les impidan que vengan a mi: el Reino de Dios pertenece a los que son como ellos.” Inmediatamente después de esto, oímos la historia del encuentro de Jesús con el hombre rico, que quiere saber lo que tiene que hacer para heredar la vida eterna, dice que ha guardado todos los mandamientos, pero se fue triste cuando se pidió por el Hijo del hombre mismo para vender lo que tiene, da a los pobres, y "sígueme". Después de esto, Jesús dice a los doce sobre su pasión y su resurrección, aunque ellos no entienden. Y, por último, Lucas nos dice del ciego en el lado de la carretera en el camino a Jericó, que llama a Jesús, aun en medio de la que dijo estar tranquilo por la multitud, y glorifica a Dios después de que Jesús viene a él, habla con él, y restaura su vista. Así, esa prepara el escenario para la historia de hoy de Zaqueo. Es interesante pensar de este hombre rico, un recaudador de impuestos, lo que significa esencialmente que su riqueza era no adquirida honestamente sino extorsionada de sus compatriotas, era de baja estatura, y rodeado por una multitud. Hay varios factores que podrían bloquear su vista del Príncipe de la Paz a punto de pasar. Al igual que el hombre rico de anterior, la riqueza de Zaqueo pudo haberlo sopesado muy firme al "lugar espiritual" que el estaba parado, pero parece que no es el caso. El hecho de que él era bajo y en medio de una multitud, como si posiblemente cercada por las opiniones de los demás, podría haber mantenido enjaulado en su condición actual. Pero una vez más, ni el aspecto físico de la multitud, o la presión de lo que puedan pensar le impidió tratar de echar un vistazo al Camino, la Verdad y la Vida. Y así, ¡él hace todo lo posible!, se subió a un árbol, el famoso sicomoro, y nos da un ejemplo de no sólo hacer excusas acerca de nuestra condición actual, sino más bien tratando de ver quién es Jesús. Homilia: Trigesimo Primero domingo del Tiempo Ordinario Dar cuenta de cómo esta famosa historia viene después de que Jesús llamó a los niños a sí mismo, después de que Él escucha los gritos de un hombre ciego, y después de la que siempre había mantenido los mandamientos fue triste. Mis hermanos y hermanas en Cristo, " ¡Dios te ama!" Usted no tiene que ganar su camino al cielo. Despojó a sí mismo, se convirtió como nosotros en todo, menos en el pecado, y está constantemente pasando en medio de nosotros para que podamos venir a Él. Como nos dice la lectura de la Sabiduría, " Porque tú amas todo cuanto existe y no aborreces nada de lo que has hecho”. Y después se realiza este amor, este amor fundamental de Dios que viene primero ( lo contrario ni siquiera existiría), luego viene nuestras acciones, luego viene las buenas obras. Mira Zaqueo; se llamó, por su nombre, del árbol, y nuestro Señor está pasando por alto los pecados que se arrepientan, y luego, mira todo lo bueno que brota del amor de Dios por este hombre. ¿Qué podemos obtener de esta sección del Evangelio de Lucas? En última instancia, no estar convencidos de su propia justicia y desprecian a todos los demás. No se deje en la trampa de diciéndose a sí mismo: " ¡Soy una buena persona!", y luego dejar las cosas así. El hombre rico era una "buena persona" que guardó los mandamientos; el fariseo de la parábola del domingo pasado fue una "buena persona" que siguió a la ley con precisión; la gente sorprendida por la interacción de Jesús con Zaqueo eran probablemente ciudadanos buenos y respetuosos de la ley. Pero Jesús no sólo quiere "buenas personas." Él te ama, no quiere sólo para ser bueno, pero a amarlo a cambio; estar dispuesto a llamar cuando la multitud le dice que estar tranquilo, que estar dispuesto a subir a un sicómoro y llegar más allá de las preocupaciones sobre la opinión pública. Él te quiere en su amor por Él para ser como un niño pequeño y para venir a Él por el amor que usted tiene uno para el otro. Es por este amor sostenible que las buenas acciones fluyen. ¿Son nuestras buenas acciones importantes? ¡Absolutamente!; pero no son primarios, en otras palabras, lo más importante es nuestra relación con Dios. Por último, pensar en San Pedro, el primer Papa, y su conversación con Jesús en la orilla del mar después de la resurrección. Jesús pregunta a Pedro: "¿Me amas?" Pedro responde: "Sí, Señor, tú sabes que Te amo." Después de esta declaración de amor, luego viene la llamada a la acción: "Apacienta mis ovejas." Mis hermanos y hermanas en Cristo, que no tenga miedo de hacer el ridículo, hacer todo lo posible para salir de la multitud si es necesario, llamar a Cristo, encontrar su amor que cambia la vida como lo haría como su hijo amado, y luego, proclamar este amor poderoso de Dios por el mundo por todo lo que hace y dice. ¡Alabado sea Cristo Jesús!