el fracaso de un modelo o la necesidad de revitalizarlo
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el fracaso de un modelo o la necesidad de revitalizarlo
Sección Política Exterior de Colombia Colombia y Venezuela: el fracaso de un modelo o la necesidad de revitalizarlo José Luis Ramírez León" Durante los últimos meses las relaciones entre Colombia y Venezuela volvieron a estar marcadas por un significativo número de incidentes que llegaron a causar malestar, cuando no recriminaciones mutuas, entre Bogotá y Caracas. Para dos países que comparten una extensa y muy activa frontera común, y que están acostumbrados a enfrentar de vez en cuando situaciones complicadas en su relación bilateral, fue sin embargo sorpresiva la realidad que se vivió en el año anterior ya que no se presentaba un deterioro similar desde el incidente de la Corbeta Caldas en 1987. Desde esta perspectiva, surge una pregunta obligada luego de analizar el devenir de las relaciones en la presente década: ¿Asistimos al fracaso del modelo puesto en práctica a finales de la década pasada, fundamentado en potenciar los elementos comunes por encima de las eventuales diferencias, es decir, la integración antes que el conflicto? Algunos de los hechos ocurridos en el último año así parecerían evidenciarlo: incidentes fronterizos, caracterizados por ataques de la guerrilla a territorio venezolano; acusaciones de paso a territorio colombiano de miembros de la Guardia Venezolana y la violación de los derechos humanos de ciudadanos colombianos; el desalojo de campesinos colombianos asentados en la Serranía del Perijá; el problema del robo de vehículos en el vecino país y la presunta participación de un oficial de enlace de la DISIP venezolana en una red binacional; el secuestro de ganaderos y comerciantes; el problema del narcotráfico; el tráfico ilícito de armas y precursores químicos; la extradición de un presunto narcotraficante, y la situación económica en Venezuela, han hecho presagiar un progresivo deterioro de la relación. Sin embargo, y para buscar una salida no confrontacional, que mantuviera el esquema de integración y de entendimiento por encima de los incidentes coyunturales, se reactivaron los mecanismos de cooperación existentes, o se crearon otros, tales como las Comisiones de Vecindad y Asuntos Fronterizos; la Comisión Negociadora; las visitas oficiales del presidente Rafael Caldera y del canciller Burelli Rivas; las reuniones de los ministros Pardo y Burelli en foros multilaterales; los encuentros de los ministros de Defensa y el inicio de actividades del Comando Unificado de Oriente (CUO); la reunión de representantes de los dos Congresos; la puesta en Abogado. Profesor e investigador. En la actualidad jefe de Gabinete del Ministerio de Relaciones Exteriores. Las ideas y opiniones expresadas en este artículo son responsabilidad del autor y no representan, necesariamente, la posición del Gobierno de Colombia frente al tema. práctica del mecanismo de reuniones de los viceministros de Relaciones Exteriores; la reactivación de la Comisión de Robo de Vehículos; la visita del procurador Vásquez Velásquez a Caracas y la reunión de la Comisión de Narcotráfico. De esta manera es importante hacer una evaluación detenida de los hechos mencionados, así como de la forma en que funcionaron los mecanismos previstos, para obtener una respuesta a la pregunta planteada. De igual manera se hará una referencia teórica a los dilemas de percepción frente al "otro". A pesar de que el aspecto positivo de la relación se ha centrado en el intercambio económico no se hará referencia a este hecho en el presente artículo, pues el mismo amerita una consideración mucho más extensa. Un poco de historia Hasta finales de la década pasada, el eje central de la relación bilateral con Venezuela giró, en esencia, alrededor de la búsqueda de una solución equitativa para los problemas de delimitación. En materia terrestre hasta la década de los cuarenta y de áreas marítimas y submarinas de ahí hasta los ochenta1. El último gran intento de lograr un acuerdo justo fracasó con la llamada Hipótesis de Caraballeda. La inercia en las negociaciones que siguió a Ca- raballeda fue interrumpida en 1987 tras el incidente de la Corbeta Caldas, que puso a ambos países al borde de un conflicto de impredecibles consecuencias2. Ante una situación tan crítica surgió la necesidad de encontrar una salida que dejara atrás el espectro de un eventual conflicto y se centrara más bien en la necesidad de la integración. Lo que en Colombia se definió como la " desgolfización de la relación". La administración Barco, y luego el gobierno Gaviria lograron poner en práctica con el presidente Carlos Andrés Pérez un sistema novedoso e imaginativo que comenzó en 1989 con las Declaraciones de San Pedro Alejandrino y Ureña. De allí salieron la Comisión Negociadora y la Comisión de Vecindad e Integración Fronteriza con Venezuela. "El eterno tópico del diferendo sobre aguas marinas y submarinas en el Golfo de Venezuela quedó incorporado al proceso como un asunto más de la agenda, sin darle la prioridad que podría desvirtuar la importancia de otros temas de la problemática bilateral"3. De esta forma, y hasta comienzos de 1995, se abrió paso a un exitoso proceso de integración que permitió elevar el intercambio comercial a una cifra que ya superó los dos mil millones de dólares, y una inversión directa de Colombia en Venezuela mayor a los dos- cientos millones de dólares. De esta manera quedaba claro que ambos países habían optado por profundizar todo lo que los unía, buscando al mismo tiempo, y mediante negociaciones directas, una salida de aquello que hasta entonces había sido fuente potencial de conflicto. Los principales incidentes en la zona fronteriza y el deterioro de la relación bilateral Los dos países comparten una frontera común de 2.219 kilómetros, habitada por cerca de siete millones de personas. En algunas partes hay actividad permanente que la convierte tal vez en la frontera más activa de América Latina. Debido a esta circunstancia son muchos los problemas que con frecuencia alteran el normal desarrollo de las actividades en dicha zona. Los incidentes fronterizos se han presentado debido a una multiplicidad de factores. En años anteriores, desde comienzos de la presente década, se presentaron algunos hechos que no tuvieron mayor trascendencia y otros que a pesar de revestir cierta gravedad fueron canalizados en su momento a través de los mecanismos que se habían diseñado para su análisis y manejo. A continuación se presentará una breve reseña de algunos de los incidentes o hechos más Ver al respecto: Alfredo Vásquez, Colombia y Venezuela una historia atormentada, Santafé de Bogotá, Tercer Mundo Editores, 1987, segunda edición. Enrique Gaviria, Colombia en el diferendo con Venezuela, Santafé de Bogotá, Ediciones Jurídicas Gustavo Ibáñez, 1994. Isidro Morales, Política Exterior y Relaciones Internacionales, Caracas, Biblioteca de la Academia de Ciencias Políticas y Sociales, Serie Estudios, 1989. Rafael Sureda, El Golfo de Venezuela, Caracas, Biblioteca de la Academia de Ciencias Políticas y Sociales, Serie Estudios, 1994. Ver al respecto Jorge Bendeck, La corbeta solitaria, Santafé de Bogotá, Grijalbo, 1994. Liliana Obregón y Cario Nasi, Colombia Venezuela conflicto e integración, Santafé de Bogotá, Fescol y CEI Uniandes, 1990, p. 15. Ver también, Colombia-Venezuela: ¿crisis o negociación?, Varios autores, Santafé de Bogotá, Fescol, CEI Uniandes, 1992. importantes que marcaron la relación entre Colombia y Venezuela en el último año. El caso de Carabobo: la violencia de la guerrilla erosiona la relación bilateral* De nuevo la acción de la guerrilla, que con frecuencia incursiona en territorio venezolano para llevar a cabo actos de secuestro, hostigamiento y ataques a efectivos militares del vecino país, puso en jaque la buena relación entre Caracas y Bogotá. En febrero de 1995 la guerrilla atacó el puesto fluvial de Carabobo en Venezuela5. La sevicia y el salvajismo con el que actuaron los guerrilleros costó la vida a ocho infantes de marina. La obvia indignación en Venezuela no se hizo esperar. El Gobierno colombiano, fuera de condenar el hecho, envió tropas a la zona logrando capturar a varios de los miembros de la guerrilla responsables de la acción. También se propició un encuentro entre los ministros de defensa y los embajadores de ambos países. Las autoridades colombianas expresaron su deseo de colaborar, sobre la base del mutuo respeto, con las autoridades de Venezuela para atacar a un enemigo común que a todas luces pretendía erosionar la buena relación bilateral. Sin embargo, en Venezuela tomó forma la tesis de la llamada "Persecución en caliente". Dentro de esta lógica, efectivos de 4 5 6 las fuerzas armadas del vecino país podrían ingresar a territorio colombiano cuando iniciaran la persecución de guerrilleros en su país y éstos pasaran la frontera hacia el lado colombiano. Colombia: sí a la cooperación, NO a la persecución en caliente En la reunión de ministros de Defensa, el Gobierno de Colombia anunció la creación inmediata del llamado Comando Unificado de Oriente (CUO) para desplazar a dicha zona de la frontera, y de manera gradual, un grupo de cinco mil hombres entre ejército, marina, fuerza aérea y policía. Por su parte Venezuela anunció la creación del Teatro de Operaciones en los estados fronterizos para hacer frente a futuras incursiones de la guerrilla. Es de destacar que entre dos vecinos que han manejado una hipótesis de conflicto militar en la frontera se dio la solicitud de Venezuela para que Colombia aumentara en forma considerable, y de manera inmediata, su pie de fuerza. Este hecho, que demostraba un grado de confianza y colaboración en una relación fronteriza madura, fue malinterpretado por algunas agencias internacionales de noticias, que ante el desplazamiento de efectivos militares de Colombia y Venezuela a la zona de conflicto lo vieron como un estado prebélico. De otro lado, y ante la insistencia de las autoridades venezolanas de acudir a la "persecución en caliente", el presidente Samper, el ministro Pardo y el ministro Botero, por separado, y más adelante la Comisión Asesora de Relaciones Exteriores, dejaron constancia del total rechazo de Colombia a cualquier acción del Gobierno de Venezuela en ese sentido. En declaraciones de los cancilleres, de la Comisión Negociadora y de los ministros de Defensa se estableció la colaboración bilateral sobre la base del mutuo respeto a la soberanía del otro país. Así se dio por concluido este capítulo6. Cuando ya se consideraba que el incidente de Carabobo había sido superado y la relación volvía a su cauce normal, se presentó el desalojo de más de doscientas familias colombianas asentadas en el lado venezolano de la Serranía del Perijá. Al parecer la mayoría de ellas se dedicaba a actividades relacionadas con el campo. Sin embargo, autoridades de Venezuela denunciaron la depredación de zonas boscosas y, más preocupantes aún, la aparición de cultivos de amapola en la región. Para regularizar la situación, las autoridades de los dos países, en cabeza de sus Ministerios de Relaciones Exteriores, comenzaron a buscar una forma viable y no traumática para adelantar el proceso de retorno de los colonos. Se acordó entonces que para finales del mes de marzo, y La siguiente reseña toma como base el articulo "Las relaciones de Colombia con Venezuela en 1995: la integración por encima del conflicto", del autor, que aparecerá en el libro Síntesis '96 Colombia, publicado por el Instituto de Estudios Políticos y Relaciones Internacionales de la Universidad Nacional de Colombia. Ver "Fue respuesta a persecución de Colombianos, dicen subversivos. Sí atacamos Carabobo: ELN", El País, 27-111-95, p. 2A. Ver "No al ingreso de tropas venezolanas", en El País, 24-111-95, p. 2A. una vez se hubiera resuelto la mejor forma de reubicar a los colonos en los departamentos vecinos, se procedería por parte de las autoridades venezolanas a iniciar la devolución de los campesinos. Las autoridades venezolanas, preocupadas por la posible presencia de guerrilleros en la zona, decidieron adelantar el procedimiento, lo que generó malestar en la parte colombiana. Esta situación, que ya venía siendo discutida y analizada por los dos gobiernos, fue interpretada erróneamente por los medios de comunicación y la opinión pública en Colombia como una retaliación por los hechos que se habían presentado pocos días atrás en Carabobo. Algunos colonos denunciaron que habían sido maltratados y, en algunos casos concretos, se habló de violaciones a sus derechos humanos por efectivos militares de Venezuela7. Dentro de un ambiente de recriminaciones mutuas, y con la opinión pública de ambos países caldeada, se preparó la reunión de la Comisión de Vecindad e Integración Fronteriza en Mérida para tratar de limar asperezas. Era claro que las relaciones entre Colombia y Venezuela habían llegado a su nivel más bajo desde el incidente de la Corbeta Caldas en 19878. Nuevos incidentes en la Serranía del Perijá El otro incidente fronterizo que mereció especial atención fue la incursión de miembros de la Guardia Nacional de Venezuela a la región de la Serranía del Perijá, en territorio colombiano. Como resultado de la incursión cinco campesinos fueron detenidos y llevados ante autoridades venezolanas, acusados de participar en actividades relacionadas con el cultivo de amapola. A los pocos días de la incursión, apareció el cadáver de un sexto campesino que había sido dado por desaparecido9. Ante la reacción de las autoridades de Colombia solicitando una explicación a lo sucedido, el ministro de Defensa de Venezuela insistió en que la operación se había desarrollado contra cultivadores de amapola en la Serranía10. Debido a la insistencia de Colombia en precisar el lugar de la acción, dejando en claro que se estaba en condición de colaborar con el país vecino en el combate a los cultivos ilícitos pero respetando su soberanía, el general Orozco Graterol informó que la acción se había desarrollado en territorio venezolano. Luego la tesis varió hacia la ocurrencia de los hechos en zona sin demarcar de la Serranía. Como epílogo de este incidente se produjo un comunicado en el cual los dos cancilleres acordaron reiniciar las labores de las comisiones técnicas de demarcación y densificación de hitos. De otro lado se previo enviar una comisión conjunta de las Cancillerías y de los Ministerios de Justicia y Defensa de ambos países para precisar las circunstancias de la muerte del ciudadano Paternina, así como las responsabilidades por la destrucción de las casas de los campesinos. Otros temas de controversia en la agenda: los vehículos robados, los secuestros, los incidentes marítimos y la supuesta demora en el proceso de extradición Otro de los temas recurrentes en la relación bilateral ha sido el de los vehículos robados en Venezuela, que según las autoridades de dicho país vienen a parara Colombia11. La actitud del Gobierno colombiano ha sido la de reconocer su parte de responsabilidad en la situación, pero dejando en claro que es un problema que tiene tanto de largo como de ancho, en la medida en que los carros son robados en territorio venezolano, por una mafia binacional, de donde salen sin que haya efectivas medidas de control. Por último, se ha denunciado que un buen número de vehículos son traídos a Colombia por sus legítimos dueños, son vendidos a precios bajos, y luego son denunciados como robados en Venezuela y se procede a cobrar la póliza del seguro. Luego de la reunión de la Comisión de Vecindad, en Mérida, se reactivó la comisión colombiana para la devolución de vehículos. Mientras tanto se esperaba que el Congreso aprobara a la brevedad Ver "Colombia denuncia abusos venezolanos durante deportaciones", El Universal, Caracas, 18-IV-95, p. 1. Ver "Caldera Caliente", en revista Semana, 14 de marzo de 1995, pp. 22-26. Ver "Comisión de alto nivel visitó Manaure. 'Venezuela sí violó la frontera'. Delegación colombiana confirmó las denuncias de los campesinos sobre abuso de los soldados venezolanos", en E/ Tiempo, 20-X-95, p. 1A. Ver "Rechazo claro y contundente: Pardo. El Canciller se refirió a los incidentes con Venezuela", en El Espectador, 27-X-95, p. 8 A. También se ha denunciado el robo de avionetas y barcos. posible el proyecto de ley que sobre la materia venía haciendo trámite. El Gobierno de Venezuela había insistido en la importancia de que dicha ley fuera aprobada como gesto de buena voluntad del Estado colombiano. Una vez aprobada la ley, pasó a control constitucional y se espera un pronunciamiento favorable. En la última reunión de la Comisión Colombo-venezolana para la Recuperación y Devolución de Vehículos se acordó un procedimiento para que se iniciara el proceso de pronto retorno de los primeros vehículos. A pesar de lo que han expresado las autoridades venezolanas sobre incumplimiento de Colombia, hasta fin de año la iniciativa correspondió a Venezuela que no había presentado aún algún tipo de listado oficial de vehículos robados. Algunos meses antes, y cuando las autoridades colombianas ya habían comenzado a estudiar la vía legal más expedita para adelantar el proceso de devolución de vehículos, sin afectar a los legítimos poseedores de buena fe, se presentó el caso del comisario Eduardo Iglesias, que se convirtió en nuevo elemento de fricción en la relación bilateral en la medida en que implicó a la Fiscalía colombiana, a la Embajada de Venezuela, a la DISIP y, por supuesto, a las dos cancillerías. El comisario Iglesias, según denuncias de la Fiscalía, se apartó de su función de enlace policial venezolano para la devolución de vehículos y terminó haciendo parte de una red 12 vinculada al robo de vehículos. En la Fiscalía, saltándose los canales diplomáticos, se cometieron errores que permitieron que el funcionario huyera a Venezuela. Esto generó un proceso de recriminaciones que terminó con la investigación de Iglesias en su país. Dentro de otros incidentes en frontera o a nivel de las capitales se encuentra el secuestro del alcalde de Guasdualito por parte de la guerrilla. El alcalde fue devuelto en territorio colombiano hacia finales del año. De otro lado se presentaron dos incidentes en el mar, frente a la Península de la Guajira, donde fueron retenidos barcos pesqueros colombianos, en aguas territoriales de nuestro país. Las autoridades venezolanas argüyeron que se encontraban faneando en aguas de su propiedad. Al menos en uno de los casos se presentaron disparos y uso de fuerza desmedidos contra una de las naves. Por último, y dentro del deseo de colaborar a nivel judicial, la Corte conceptuó a favor de la extradición del presunto narcotraficante Larry Tovar Acuña, que fue devuelto a su país y entregado a las autoridades judiciales. El Gobierno de Venezuela había sugerido una demora indebida de Colombia para la extradición del señor Tovar haciendo caso omiso del argumento del cumplimiento de los términos que para decidir tenía la Corte. Revitalizar, reformular o cambiar: y del modelo ¿qué? Una evaluación de la forma en que funcionaron los mecanismos que se crearon a comienzos de los noventa, permite deducir que en buena parte éstos actuaron como una suerte de "fusibles" que amortiguaban el impacto de los eventuales incidentes fronterizos y, a su vez, permitieron un manejo más consensual en la solución de problemas apremiantes de la agenda, como los descritos anteriormente. Sin embargo, y como motivo de especial preocupación, los hechos que se sucedieron en 1995 pusieron en entredicho la real efectividad de los mecanismos previstos, e hicieron contemplar la necesidad de "repensar" el esquema previsto y replantear su forma de operar. Pero, ¿hasta qué punto habían fracasado realmente las instancias de diálogo y negociación fronteriza o binacional? ¿Hasta qué punto lo que se convertía en prioritario era una evaluación de los mismos para ponerlos a tono con las nuevas realidades? Las Comisiones de Vecindad, Integración o de Asuntos Fronterizos12 Dentro del nuevo modelo de relación bilateral, las Comisiones de Vecindad ColomboVenezolanas habían tenido su última reunión en Valledupar a mediados de 1994. De hecho su inactividad permitió que una serie de incidentes, preocupantes algunos, la mayoría En Colombia se les conoce como Comisiones Binacionales de Vecindad e Integración Fronteriza! Fuera de la existente con Venezuela, hay Comisiones con Ecuador, Perú, Brasil, Panamá y próximamente con Jamaica. En Venezuela se conoce como Comisión para Asuntos Fronterizos (COPAF). sin trascendencia, pasaran de manera directa a los medios de comunicación y a la opinión pública, sin contar con un canal oficial de análisis ni una búsqueda de solución. La demora en volver a reunir a las Comisiones de Vecindad13 se debió al deseo del Gobierno de Venezuela de reestructurarla para reducir su número, que quedó en diez. En consecuencia, se hacía urgente lograr un nuevo encuentro de las Comisiones y buscar así la forma de reactivar un mecanismo que permitiría utilizar los espacios de comunicación y diálogo directo que alejaran el espectro del conflicto para potenciar, a su vez, la cooperación y profundizar el esquema de integración. Sin embargo a finales de 1994 y comienzos de 1995 se debieron suspender dos reuniones programadas, la primera por motivos de agenda y la segunda por un ataque de la guerrilla a un puesto militar venezolano. Para mediados de marzo, y tras los incidentes de Carabobo y El Bosque, se acordó una reunión de las ya reestructuradas Comisiones de Vecindad en la ciudad de Mérida, presidida por los ministros de Relaciones Exteriores, Pardo y Burelli, que permitió distensionar en forma considerable el ambiente previo al encuentro14. Más adelante se realizaron dos nuevas reuniones de la Comisión de Vecindad, una en 13 14 15 Cúcuta en julio y otra en Puerto la Cruz en noviembre. En cada una de ellas se realizó un análisis de la agenda bilateral y se trató de encontrar solución a los incidentes fronterizos. En la última, los dos cancilleres acordaron enviar a la Serranía del Perijá una comisión binacional para determinar las responsabilidades en el caso Paternina, y además, en el campo fronterizo, se abocaron a la tarea de reformular su agenda de trabajo y concentrar los esfuerzos en seis sectores principales. La Comisión Negociadora La Comisión Negociadora15 se reestructuró con un cuarto miembro por país a solicitud de Venezuela; en el caso de Colombia, ingresó Fernando Cepeda Ulloa. Hubo dos reuniones del mecanismo en Estados Unidos para lograr un mayor avance en la solución de uno de sus temas prioritarios: la delimitación de áreas marinas y submarinas. A pesar de que no existe conocimiento de cuan avanzadas se encuentran las negociaciones en este campo, parece existir cierto optimismo en ambas partes sobre la posibilidad de llegar a alguna fórmula equitativa que pueda ser presentada para consideración de los dos gobiernos. Sin embargo, para algunos observadores los pocos resultados obtenidos demuestran que la Negociadora se en- cuentra en un callejón sin salida. La Comisión Negociadora estuvo de acuerdo con reactivar el mecanismo de demarcación y densificación de hitos que se encontraba paralizado desde finales de los setenta y acordó que la cooperación militar en la zona de frontera se haría respetando la soberanía del país vecino. Las visitas oficiales y los encuentros informales Con el deseo de profundizar los puntos de encuentro, e! presidente Caldera realizó su primera visita oficial a Colombia donde el tema central estuvo enfocado en los aspectos de seguridad en la zona de frontera y la relación económica y comercial bilateral. La visita de Caldera estuvo precedida de una que el ministro Burelli realizó de manera oficial a Colombia. Además los cancilleres, que tienen un conocimiento de primera mano del país vecino y son aliados incondicionales de la causa de la integración por encima del conflicto, han coincidido en una gran cantidad de eventos de carácter multilateral que les permiten analizar de manera directa las situaciones complicadas que se describieron con anterioridad. El mecanismo de encuentros de los viceministros de Re- La misma situación se venía presentando con la Comisión Negociadora, de la que se hablará más adelante, que no se reunía desde media dos de 1994. De igual manera la administración del presidente Caldera deseaba aumentar el número de tres a cuatro miembros. De Mérida salió un nuevo mecanismo de diálogo a través de reuniones bimensuales de viceministros de Relaciones Exteriores. De otro lado, se reforzó el compromiso de volver a reunir las Comisiones para la devolución de vehículos y se convocó a una nueva reunión de la Comisión Mixta sobre Narcotráfico, que se reunió en Bogotá en agosto de 1995. Ver, "Acuerdo para alejar la confrontación. Colombia y Venezuela retomaron los temas de la integración en la reunión de comisiones fronterizas", en El Espectador, 31-111-95, p. HA. La Negociadora se creó con el deseo de tratar temas vitales y controversiales tales como la delimitación de áreas marinas y submarinas, migraciones y cuencas. Sus miembros responden ante el presidente y el canciller y operan con bajo perfil para evitar que sus eventuales acuerdos se filtren a los medios de comunicación y la opinión pública antes de llegar a un consenso. laciones Exteriores ha comenzado a operar en buena forma. Una primera reunión se dio en Bogotá y la segunda se llevó a cabo en Caracas y coincidió con los últimos incidentes en la Serranía del Perijá. Los viceministros Cardona y Alcalay se desplazaron a la zona en mención para hacer un primer reconocimiento sobre el terreno. De esta manera se busca distensionar las relaciones y hacer una revisión periódica de la agenda para garantizar su mejor seguimiento. La creación de comisiones especializadas Han continuado los encuentros de los ministros de Defensa y de las autoridades militares y de seguridad de ambos países. La idea ha sido la de evitar que la relación en la zona de frontera se vea reducida a temas de seguridad de ambos países, agregando a los ya anotados el del tráfico ilícito de armas y de precursores químicos. La propuesta colombiana de generar medidas que aumenten y garanticen la con1 fianza mutua ha comenzado a ser desarrollada con buenos resultados16. Por último congresistas de ambos países llevaron a cabo un encuentro en zona de frontera para buscar, mediante el diálogo directo, mecanismos de solución a los problemas que se presentan en la frontera. Es importante tener en cuenta que las relaciones a comienzos de 1996 volvieron a sufrir un significativo deterio- 16 ro tras el paso de miembros de una patrulla venezolana a Vetas de Oriente, en Tibú. Autoridades de ambos países constataron la penetración en territorio colombiano, lo que motivó una nota explicatoria de parte del canciller venezolano. Luego de un malentendido por unas declaraciones del ministro Pardo sobre la situación presentada, el asunto pareció concluido al aceptar el canciller Burelli como válidas las posteriores declaraciones del canciller Rodrigo Pardo. Sin embargo unas nuevas declaraciones del presidente Samper y del expresidente López Michelsen en Valledupar dejaron la situación de nuevo en entredicho. mucho más sensible en Venezuela que en Colombia. "Los gobiernos venezolanos, que se sucedieron en el poder desde 1830 hasta 1941, podemos calificarlos de entreguistas, pues permitieron que Venezuela perdiera gran parte de su territorio". Este argumento, presentado en un libro que publicó en su momento el actual ministro de fronteras de Venezuela, deja entrever hasta qué punto hay un sentimiento de reacción adversa frente a Colombia por el tema de la delimitación. ¿Cómo nos ven, cómo los vemos? Del lado colombiano, y a pesar de no presentarse una centralidad tan marcada en la importancia del asunto, el año pasado algunos medios de comunicación, y en especial la opinión pública, tomaron un activo partido en el debate sobre los incidentes con Venezuela, cayendo algunas veces en el análisis subjetivo y apresurado, fruto de valoraciones reactivas y nacionalistas, antes que llegar a una consideración serena y meditada. Un factor esencial de la relación bilateral pasa por el viejo dilema de las ópticas divergentes que existen a lado y lado de la frontera para asumir al "otro". Dentro de esta perspectiva, y al momento de aproximarse a la situación interna del otro país, la opinión pública, muchas veces desinformada, y algunos sectores radicales tienden a presentar visiones estereotipadas y subjetivas de lo que pasa al lado opuesto de la frontera. En ambos países el tema de las relaciones con el vecino es definitivamente importante no sólo dentro del Gobierno, por motivos obvios y explicados, sino en especial a nivel de la opinión pública. El tema de la delimitación marina ha sido Para sustentar la validez de este comentario no hay más que mirar la prensa venezolana y la manera en que algunos de los centros radicales han venido ocupándose del tema. También en Colombia, y en especial en algunas de las citaciones que se hicieron al ministro Pardo al Congreso, se le cuestionó sobre los problemas de delimitación del país y la supuesta forma como Colombia había perdido territorios con todos sus vecinos en los procesos mencionados. Fuera de las reuniones de ministros de Defensa, se realizan encuentros de los mandos militares a lo largo de la zona de frontera, colaboración para enfrentar la guerrilla y a la delincuencia común, así como el tratamiento del tema de seguridad dentro de las Comisiones de Vecindad. La conclusión obvia, luego de analizar ambas situaciones, es que hay un gran desconocimiento del "otro" debido, en una curiosa paradoja, a la cercanía. Es bastante difícil pensar que ambos Estados hayan perdido territorio en su delimitación. Más aún que hay una sola verdad, cierta e inmodificable en cada país. Lo que sí es cierto es que la mala información, el nacionalismo mal entendido, y el deseo de aceptar lo que se quiere creer, mas no aquello que realmente sucede, ha contribuido en ambos países a erosionar la relación bilateral. Los incidentes fronterizos continuarán mientras no se solucionen problemas estructurales y de presencia del Estado en la zona de frontera. Aspectos como el de la delincuencia común, la guerrilla, el tráfico de armas y precursores químicos, el narcotráfico y la delincuencia común, así como las denuncias por maltrato a ciudadanos del otro país continuarán. La alternativa que se ofrece, por consiguiente, es buscar la integración por encima del conflicto, y dentro de ella el fortalecimiento y la profundización de los mecanismos de diálogo y entendimiento que ayuden a solucionar parcialmente estos impasses mientras se encuentran otras soluciones de fondo. Como lo dijo el canciller Rodrigo Pardo en repetidas ocasiones, los Estados dialogan en cualquier momento, pero en especial cuando surgen diferencias, pues la concertación y la cooperación son base esen- 17 18 cial del entendimiento de los pueblos. El acercamiento no sólo parte de la base de la identidad de criterios, sino también del deseo de conciliar divergentes racionalidades que deben armonizarse para una convivencia mucho menos traumática que la que se viviría si los canales y mecanismos de entendimiento no existieran. En cuanto al papel que los medios de comunicación deben desempeñar en este proceso, el ministro Pardo expresó en la reunión de Puerto de la Cruz que "a ellos les cabe la responsabilidad de construir los simbolismos colectivos y, por intermedio de ellos, las percepciones de la opinión pública sobre la integración binacional (...) Unos medios de comunicación comprometidos con la integración son fundamentales en la tarea de que Colombia y Venezuela se conozcan más y mejor, en forma no oficial"17. Sobre esta base de la citada reunión salió la idea de conformar una Comisión que se aboque a considerar la mejor manera de lograr la integración a nivel de medios de comunicación, en especial los de zona de frontera. El académico y diplomático venezolano Leandro Área, en un análisis sobre las relaciones con Colombia, titulado "Mirar Colombia" dice: "Hemos aprehendido una visión decimal de Colombia, mínima y milimétrica, pero, lo que es peor, distorsionada. Lo que se escribe en Venezuela sobre Colombia, o viceversa, es casi siempre lo mismo, único y repetitivo; sin Novedad en el planteamiento. Hemos volcado nuestras miradas y nuestras sensibilidades sobre lo que nos separa y contradice y existen, aquí y allá, individuos, organizaciones o sectores vinculados a los procesos de toma de decisión, que con intereses de toda índole insisten en la idea de que con Colombia o con Venezuela no hay nada que discutir"18. Ante los hechos expuestos sobre incidentes fronterizos, de otros elementos que alteran la relación bilateral y los problemas de percepción del "otro" que tienden a apartar a los dos países, la única respuesta legítima, válida y seria es la de potenciar el modelo que hace primar la integración por encima del conflicto y que permite que los mecanismos descritos tiendan a unir en vez de separar. Es la única forma de cumplir la meta de la manida, pero no menos cierta, frase, según la cual los dos países están ligados a un destino común. Conclusiones Las relaciones entre Colombia y Venezuela han mantenido una dinámica en la que la integración se ha antepuesto a los eventuales incidentes que generan conflicto y fricción en la zona de frontera y, de hecho, entre las dos capitales. A pesar de los incidentes, el intercambio comercial demuestra que la manida frase según la cual es mucho más lo que nos une que lo que nos separa dejó de ser un mero lugar común para convertirse en una realidad tangible. Ver "Discurso del Ministro de Relaciones Exteriores, Rodrigo Pardo, al instalar la XIII Reunión de Comisiones de Asuntos Fronterizos" Puerto de la Cruz, Venezuela, 18 de noviembre de 1995. Leandro Área, Pompeyo Márquez, "Venezuela y Colombia...", op. cit., p. 135. Los problemas entre los dos países no van a desaparecer a corto ni mediano plazo dado lo extenso de la frontera común y la cantidad de personas que la habitan a uno y otro lado. De ahí surge la necesidad de fortalecer los existentes o de crear nuevos mecanismos que permitan que las diferencias se resuelvan dentro de los canales diplomáticos o institucionales, sin permitir que se acuda al expediente facilista del nacionalismo o las pasiones incendiarias. El problema de las percepciones debe comenzar a cambiar en la medida en que los medios de comunicación, los elementos de cultura y el intercambio a todo nivel permitan descubrir que el "otro", allende la frontera, es mucho más uno mismo de lo que nos imaginábamos.