Untitled - Mis Publicaciones
Transcripción
Untitled - Mis Publicaciones
Título: ESCARCEO DEL CHATEO © Enrique Bonín Edita: mispublicaciones.com Diseño y edición: Silvia Adriana Mateos Ideas Marketing y Publicaciones, S.L. www.mispublicaciones.com [email protected] ESCARCEO DEL CHATEO Desde que empecé a utilizar Internet me entusiasmó este medio. Se dispone de todo tipo de información de forma inmediata. Es asombrosa la versatilidad del correo electrónico y, por último, resulta impresionante la extensa gama existente de programas informáticos que te permiten trabajar en cualquier frente y especialidad. Es un increíble nuevo mundo que se abre ante uno. Y ahora viene lo mejor, lo de charlar (chatear) por Internet. El famoso chat. Este fenómeno social de masas que puede llegar a ser angustioso. Hay una gran diversidad de “chateos”. Si chateas con alguien lento, hasta el aburrimiento, ya puedes leer algo mientras tanto para no sufrir un ataque de nervios; por el contrario, si chateas con uno más veloz que el rayo, apenas te va a dejar pestañear ni pensar lo qué decir. Frecuentemente, cuando escribes, si te confundes de letra, una vez apretado el intro ya no hay remedio, salvo que repitas la frase, para tu desesperación y la de tu interlocutor. Como suene el timbre de la puerta o el teléfono te pones nervioso porque no sabes si levantarte, dejando al compañero con el chat en la boca, poner alguna señal, o entretenerte en decirle lo que pasa, presionado por el insistente sonar del teléfono o del timbre de la puerta. Bueno yo una vez salí a abrirla tan deprisa que por poco me llevé por delante la librería que tengo a mi paso -con estanterías incluidas-, al sufrir un inoportuno traspiés. Aunque no todo acaba ahí, porque si el que llama a tu casa es un honrado proselitista, captador de almas, de alguna de esas confesiones religiosas que ganan adeptos a golpe del puerta a puerta, de a toque de timbre o llamador –que ahora tanto abundan-, como a mí me sucedió, y que tu innata educación natural te impide cortar con sequedad, dime a ver cómo le convences, en pocos segundos, de que estabas chateando, porque hasta te puede llamar descarado e irreverente; y, por otra parte, tienes al colega del chat, en lista de espera, hasta el mismísimo chatón y, consciente de todo ello, te empieza a entrar un pánico y un sudor frío que no sabes cómo eliminar. Al final, atropelladamente, les dices -porque suelen ir en parejas- que tu alma ya no tiene salvación, que eres un caso perdido y que empleen el tiempo en otro campo menos yermo. Pero aún puede ser peor si los que llaman son vendedores de enciclopedias -de esas que en un tris trás, con sólo situarla en tu librería sabes más que Salomón-. Tampoco debemos dejar aparte a los vendedores de máquinas de coser -que ahora están muy de moda, aunque no sé por qué, pues nadie cose ya ni un botón, pues las avispadas amas de casa se lo mandan a los “cose todo”-. Y en lugar especial debemos situar a los distribuidores de aspiradores, de esos de la última tecnología, que te ahorran trabajo a punta pala y que te protegen de los malditos y despiadados ácaros que traicioneramente se atrincheran en tus cómodos colchones para morderte con fruición mientras duermes plácidamente. Pueden producirse una extensa gama de situaciones a cual más incómodas y angustiosas. El chat, también puede ser un cúmulo de despropósitos. Por ejemplo, cuando estás preguntando algo, te responden a lo anterior o, sin dar respuesta alguna, ya establecen una nueva cuestión, lo que hace que con frecuencia se formen unos cacaos mentales de mucho cuidado. Y cuando ambos son muy veloces, mejor que nadie los vea porque se puede uno marear, y si a mayores escriben con abreviaturas, se convierte en algo demencial. Vamos que en cinco minutos ya se han contado toda su vida y entonces ¿qué ocurre?, pues que se aburre el uno del otro, se abandonan y van a por otro incauto al que devorar. Pero lo más interesante, para un siquiatra por lo menos, es la entrada o el primer contacto, lleno de vigor, inteligencia e interés: "Hola" - "Hola" – “¿Dispones de tiempo?” – “Sí, de algo” - "¿qué tal?" - "bien ¿y tú?" - "yo guay" - "y yo también" - “¿cómo te llamas?" – Brunisilda, ¿y tú? - “yo, Maxiladis – “¿de dónde eres?" - "de Pernambrales, y tú?" - "yo de Catamulas" "pues no he estado allí nunca" - "y yo tampoco en tu pueblo, ya ves" - "¿qué edad tienes?" - "3.000 años, ¿y tú?" - "pues yo sólo 2.000 años" - "jo qué joven eres para mí" - "ya pero qué le voy a hacer, nací mil años después que tú" - "no si no te echo la culpa, por fa" - "y tú trabajas o estudias" - "pues yo unas veces trabajo y otras no" - "ah" - "¿y tú?" - "pues yo ni trabajo ni estudio" - "ah pues muy bien, a eso mismo aspiro yo también" - "oye ¿estás casado?" - "pues no, estoy soltero" "¿y eso?" - "pues ya lo ves” - ¿y tú?" - "sí" - "¿cómo?" - "que sí, que estoy soltero" - "ah, ok" - "bueno, que se me hace tarde, me marcho" - "vale, adiós" - "chao" "que te vaya bien" - "igualmente" - "ya me marcho" - "no, si no te creas, yo también me iba" - "a ¿siiiiiii?" - "sí, ya ves" - "bueno pues nos vamos los dos" - "oye perdona, pero yo me iré cuando lo crea conveniente" - "bueno era un decir" - "no, si todavía quieres tener razón y encima manipularme" - "es que..." - "oye, ni es que ni nada, ahí te quedas tú" - " y tú" - "entérate, que no me da la gana quedarme" "Métete en tus asuntos" - UN SILENCIO... Y SE CORTA ESTE CHATEO TAN INTENSO E INTERESANTE. Y luego están las grandes mentiras que algunos, profesionales de este medio chateril, colocan en abundancia. Aquí no hay nadie tonto, cojo, tuerto, manco, feo, pobre y desarrapado. He oído que hasta algunos mandan fotos de galanes o modelos que copian de otros lugares. Pero lo malo sucede en le momento en el que se conocen físicamente, cuando el primer encuentro. A muchos se les caen los colgajos de la impresión. Lo que habían supuesto atractivo, es vulgar, viejo y arrugado como una acordeón. Algunos intentan disimular un prominente y desairado vientre, otras unas piernas poco esbeltas. Las cam saben guardar los peores secretos de las personas. Celosas de su función suavizan y disimulan granos y grasas. Pero lo peor aparece cuando hablan, ¿y la voz?, ya no encaja con lo soñado. Claro, todos se piensan que van a encontrarse con auténticos locutores de radio y televisión. Pero lo peor está aún por llegar: la conversación. Cada uno en un polo, sin nada en común, ni música, ni pintura, ni lectura, ni aficiones... ni imaginación, y esa soñada luna de miel del primer momento se suele dar un batacazo de espanto y... ni segunda entrevista, ni chateo, todo se acabó. Se esfumó en el aire. Desapareció. Pobrecitos los dos, soñaron en falso y eso lleva a un seguro resbalón. Así que el chat ha de emplearse con prudencia y mesura. Porque el que a veces dos personas se encuentren y sepan que el uno estaba destinado para el otro y se encajen a la perfección, no quiere decir que los demás chateos sean lo mismo. De los primeros se pueden contar con los dedos de la mano y de los segundos a millones. Mi consejo es: chatea, pero seguro, no pases de la velocidad estipulada, ni bebas mientras chateas que luego te toman la “chato alcoholemia” y te dejan en tierra. No seas pesado, sé mesurado. No te creas el ombligo del mundo, sé humilde. Atesora paciencia y escucha, que tu interlocutor, a buen seguro, te dirá incluso cosas más interesantes de las que tu eres capaz de decir. Sé tolerante, comprensivo. Acepta de buen grado las explicaciones que te den. No seas exigente ni imperioso. Sé amable, alegre y transmite serenidad. Y bueno, piensa que en esto no acaba todo, que además hay un gran mundo que te rodea. Y si tienes la fortuna de encontrar a esa persona que andabas buscando desde hace cientos de años, cuídala y salta de alegría porque vas a vivir la mejor y más maravillosa aventura de tu existencia. Se acabaron las reflexiones sobre Internet. Buen provecho, buen ojo y buen saber. Enrique Bonín