EL LIBRERO 66 febrero 2013.indd
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v e n e z u e l a publicación mensual año 6 ~ número 66 FEBrEro 2013 derechos reservados distribución gratuita >> portaDa P18 por QuÉ no cEdE La crisis Más que a los terroristas o al calentamiento, el mundo le tema a la recesión global que ya lleva cuatro años y no termina de despejarse. >> autorEs/p44 Juan carlos zapata usa la crónica –y algo de ficción- para comprender los mecanismos del poder en venezuela >>Los Libros /p25 salman rushdie se elogia a sí mismo; los sirios de alepo dice que ambos bandos de su guerra son el mismo espanto; y un filósofo polaco informa que Dios no es feliz >> LanzamiEntos /p38 banesco y fundación artesanogroup muestran a la gente que hace escuela >>Editor sergio dahbar [email protected] >>consejo asesor Euzenando azevedo roberto Eliaschev carlos Hernández delfino antonio lópez ortega caroline de oteyza graciela pantin leonardo pizani Herman sifontes tovar michael penfold >>coordinador editorial rafael osío cabrices [email protected] >>redacción abril mejías >>colaboradores umberto Eco Harrys salswach rosana Faría >>diseño gráfico gonzalo gonzález jaime pérez mansilla gg&a comunicación visual [email protected] www.ggcomunicacionvisual.com >>Fotografía Efrén Hernández jorge andrés castillo carlos ramírez mauricio j. villahermosa s. Editorial D ecíamos en el editorial del número diciembre-enero que el dólar aumentaba y los pronósticos para 2013 no eran nada buenos; escribimos ahora estas líneas a finales de enero, con las librerías a medio proveer, el sector despertándose todavía del asueto decembrino, el dólar paralelo igual de caro y la devaluación en camino. La nación y su gobierno ven crecer los problemas en espera del desenlace sobre la misteriosa salud del Presidente; los lectores buscan sus libros. Es muy curioso este país. Vivimos esperando un apocalipsis que no termina de ocurrir, o que ocurre en cámara lenta. Las librerías siguen vendiendo. En diciem- bre, libros de autores venezolanos como Afiuni: la presa del comandante (La Hoja del Norte) y El grito ignorado (Planeta) agotaron varios miles de ejemplares. Ambos son reportajes sobre eventos abominables marcados por una desaforada violencia. El libro de los récords Guinness de 2012 no pudo salir del puerto antes de Navidad, otro clásico de ventas. Pese a los problemas, la actividad no se detiene. Todavía abren librerías. ¿Será que las cosas no están tan mal? Los próximos meses dirán qué pasa con la moneda y con el inventario. Lo único certero, comprobable, es que el sector editorial venezolano insiste en producir lectura para su gente. Que siga así. C O N T E N I D O O P I N I Ó N >> >> uMBerTo eco >> serGIo dahBar >> harrYs saLsWach >> raFaeL osÍo caBrIces >> rosaNa FarÍa Desde europa /06 relaciones peligrosas /08 Cuaderno de notas /10 La prueba del tiempo /12 Dibujando ideas /36 >>pre-prensa e impresión grapho-formas © derechos exclusivos: the new York review of Books, the new York times Book review. las colaboraciones son rigurosamente solicitadas. El editor no necesariamente comparte los puntos de vista de los colaboradores. una publicación del grupo Editorial cyngular riF: j-31529309-9 av. libertador esq. los jabillos Ed. ayacucho, piso 12 apto. 121 la Florida. E-mail: [email protected] 18 >> P O R T A D A >>presidente sergio dahbar >>gerente de administración carolina de ituarte >>asesores legales ramón josé medina torres, plaz y araujo los libros >>coordinación rafael osío cabrices >>traducción gabriela gamboa >> derechos exclusivos the new York times Books review the new York review of Books 2>Febrero 2013 La crisis económica global que empezó con la ruptura de la burbuja inmobiliaria en 2008 se ha prolongado lo suficiente como para gestar su propia bibliografía. La crisis Económica: un Enigma En procEso dE rEsolución suDoKu Si Alepo cae la segunda ciudad siria se creía a salvo de la guerra. Ahora, los combates la han dejado sin su riqueza y sin su fe /25 >> IMPrescINdIBLes >> Novedades Qué ocurre en el sector editorial /04 lo más reciente de la oferta editorial nacional e importada /14 >> LaNZaMIeNTos menena cottin cuenta la fantástica historia de su nuevo libro sobre el arte de mirar el mundo /22 >> LaNZaMIeNTos Ediciones B se arriesga con una nueva colección de policiales venezolanos, pero todos protagonizados por mujeres /42 los versos egocéntricos Salman rushdie publicó una autobiografía en tercera persona. Pero eso no hace nada por esconder la visión de sí mismo como un genio >> LaNZaMIeNTos En Gente que hace escuela, hablan los mejores venezolanos: los que hacen las hacerlas/38 cosas bien y enseñan a hacerlas >> auTores juan carlos zapata inaugura su editorial con dos originales crónicas sobre el misterio del poder /44 la felicidad de Dios Un legendario filósofo polaco demuestra que ni en el cielo hay júbilo >> Mercado mariana marczuk explica cómo se está relanzando planeta en venezuela /24 Febrero 2013>3 [im]prescindibles >> E l W o o d s t o c k d e l a s l e t r a s Así llamado por Bill Clinton, el Hay Festival Cartagena tuvo lugar en la ciudad amurallada los días 24, 25, 26 y 27 de enero pasado. Allí llegaron con sus maletas de sueños e imaginaciones Mario Vargas Llosa y Julian Barnes, quienes se dieron un banquete al recordar al tercero que no estaba allí: Gustave Flaubert. Vargas Llosa hizo una defensa apasionada de Madame Bovary, y demostró que su vitalidad y fuerza creadora están intactas. También estuvieron presentes Philip Bloom, John Raulston Saul, David Grossman, Leonardo Padura, Javier Cercas, Gastón Acurio, Narda Lepes… Un festín de conversaciones, de diálogos a veces imprudentes y otros deslumbrantes… Y también una variedad de noches rumberas que dejaron a los asistentes exhaustos. Quizás la única ausencia de peso fue el periodista David Remnick, director de The New Yorker, quien no asistió por razones de salud. >> O l i va r e s e n C a r ta g e n a El periodista Francisco Olivares, quien escribió el libro sobre la jueza María de Lourdes Afiuni, La presa del comandante, se reunió con representantes de PEN International en la ciudad de Cartagena de Indias. Estuvieron presentes periodistas colombianos y mexicanos, todos interesados en conocer el caso (o la injusticia en contra) de la jueza María Lourdes Afiuni. Esta obra reveló un secreto que la jueza había mantenido guardado en su corazón: el abuso del que fue objeto por una banda de fascinerosos en el penal del INOF. Una historia increíble, atroz, espeluznante. Escrita con distancia, sin adjetivos, para que las palabras de la víctima adquieran el peso real que merecían. Esta denuncia ya era conocida en el exterior. El presidente del PEN International, John Ralston Saul, se mostró interesado en conocer si Olivares había sido amenazado después de escribir este libro y cuál había sido la reacción de los medios oficiales. >> E m o c i ó n e n l o s o j o s Menena Cottin y Lucero Márquez presentaron en el Hay Festival Cartagena Cierra los ojos que vamos a ver (Dahbar, 2013). Fue el viernes 25 de enero a las 12 y 30 del mediodía. Ocurrió en el Salón del Rey, del Centro de Cooperación Iberoamericana, frente a la Plaza Santo Domingo. Fue un diálogo a tres voces. Sergio Dahbar fue el moderador de un encuentro que hizo llorar a más de uno de los asistentes. Con las entradas agotadas, y gente de pie, Menena Cottin y Lucero Márquez contaron su historia, llena de emoción y superación de límites. >> L a j u e z a e n l a p i c o ta Solicitamos a tres empresas que nos dieran las listas de los libros más vendidos. Tecniciencia, Nacho y Templo Interno. Dos cadenas fundamentales y una librería independiente. Todas tuvieron a Afiuni: la presa del comandante, de Francisco Olivares, entre los primeros puestos. Ya van 17 mil ejemplares vendidos. Y apenas tiene dos meses de editado. Ya corre por las calles la edición pirata que no había salido en diciembre por la falta de papel. La impunidad contra la jueza Afiuni y la impunidad contra los derechos de autor campea en Venezuela, ante los ojos de las autoridades. >> C u á l e s l í m i t e s Fue un encuentro mágico el de Menena Cottin y Lucero Márquez, un momento de rara tranquilidad en medio de un festival de artes frenético. Lucero contó su gran momento de vida: cuando decidió participar en una expedición para atravesar zonas montañosas de México con su perra Ava y 10 discapacitados más. Fue uno de los instantes luminosos de este Hay Festival que nadie olvidará. Sobre todo cuando Lucero Márquez contó que su perra había llegado enferma a Cartagena y estaba en una clínica veterinaria internada. Mostró que a pesar de esa dificultad, ella seguía de pie y con el ánimo en alto. 4>Febrero 2013 >> E s ta g e n t e s í v e n d e En las listas de las tres empresas consultadas siempre se repetían los siguientes libros: El manuscrito encontrado en Accra, El largo camino hacia la libertad, A ese muchacho lo van a matar, El grito ignorado, El suicidio del poder, Historia menuda de un país que ya no existe, Permítanme contarles, Gente Tóxica, La civilización del espectáculo y Mujeres malqueridas. Todos autores que venden libros como salchichas. Novelas, ensayos, periodismo, historia, autoayuda, humor, tecnología, política… Un paneo por los intereses de los lectores en Venezuela. EL Menena Cottin ha hecho posible un milagro: Contar una historia de superación personal, que nació como un acto de amor por los libros Otro libro de la autora en Dahbar Ediciones Desde Europa <<Umberto Eco>> © 2012 derechos reservados the new york times Baile en torno a la muerte © 2012 Umberto Eco/L’Espresso M agazine Littéraire, una revista mensual francesa, consagró su número de octubre a un solo tema: cómo trata la literatura el tópico de la muerte. La leí con interés pero a fin de cuentas resulté decepcionado. Algunos de los artículos quizá hayan tocado ideas con las que todavía no estaba familiarizado, pero al final simplemente reiteraban un argumento bien conocido: que, además de abordar la idea del amor, la literatura siempre ha manejado el concepto de la muerte. Los artículos señalaban la presencia de la muerte tanto en la narrativa del siglo pasado como en la literatura gótica prerromántica, pero también hubieran podido mencionar la mitología griega -quizá la muerte de Héctor y el duelo de Andrómaca- o los sufrimientos de los mártires en muchos textos medievales. Por no hablar del hecho de que la historia de la filosofía empieza con la premisa del más fundamental de los silogismos: “Todos los hombres son mortales”. Quizá el problema esté arraigado en el hecho de que ahora se leen menos libros que en generaciones pasadas. Pero, sea cual fuere la causa, hemos perdido la capacidad de aceptar la muerte. La religión, la mitología y los rituales antiguos hacían a la muerte, si no menos temible, al menos sí más familiar para nosotros. A través de las celebraciones fúnebres, los gemidos de los dolientes y la gran misa de réquiem nos íbamos acostumbrando a la muerte. Nos preparaban para ella con sermones sobre el infierno e incluso de niño me alentaban a leer porciones del Compañero de la Juventud, que abordaba el tema de la muerte. Ese texto, un manual de oraciones editado por el sacerdote del siglo XIX Don Bosco, era un recordatorio de que no 6>Febrero 2013 sabíamos dónde ni cómo iba a venir la muerte por nosotros: en nuestra cama, en el trabajo, en la calle, con un aneurisma roto, una fiebre, un terremoto o algo por completo diferente. En ese momento sentiremos que se nos nubla la cabeza, nos dolerán los ojos, tendremos la lengua reseca, la mandíbula caída, el pecho pesado, la sangre congelada, la carne consumida, el corazón atravesado. De ahí la necesidad de practicar lo que Don Bosco llamaba el ejercicio para una muerte feliz: “Cuando los pies inmóviles me digan que está por cesar mi carrera en esta vida... cuando las manos, temblorosas y embotadas ya no puedan aferrarse a ti, oh, mi buen Crucifijo, y a pesar de mí mismo te deje caer en el lecho de mi agonía... cuando tenga la vista turbia y consternada por el horror de la muerte inminente... cuando las pálidas y cenicientas mejillas causen compasión y terror a los espectadores, y el pelo, húmedo y erizado con el sudor de la muerte, anuncie la proximi- dad de mi fin... cuando la imaginación, agitada por los horrendos y terribles fantasmas se hunda en desdichas mortales... cuando haya perdido el uso de todos los sentidos... Jesús misericordioso, apiádate de mí”. Esto es sadismo puro, podríamos decir. Pero, ¿qué les enseñamos a nuestros contemporáneos hoy en día? Que la muerte ocurre lejos de nosotros en los hospitales, que los dolientes no tienen necesariamente que acompañar al ataúd al cementerio, que ya no vemos a la muerte. O, más bien, que la vemos continuamente: personas golpeadas, baleadas o despedazadas en explosiones; hundidas en el fondo del río con los pies envueltos en concreto; tiradas sin vida en la acera, con la cabeza rodando en la cuneta. Pero esos no son ni prójimos ni queridos: son actores. La muerte es un espectáculo; por supuesto en el cine y la televisión, pero también en la vida real. Devoramos las noticias de los medios sobre la muchacha que fue violada y asesinada, o sobre las víctimas de un asesino serial. No vemos los cuerpos torturados, pues eso nos recordaría a la muerte en sí. Más bien vemos a los amigos llorosos que llevan flores a la escena del crimen u organizan una vigilia a la luz de las velas. O, mucho más sádico, vemos a los reporteros que tocan a la puerta de una madre en duelo para preguntarle qué sintió al enterarse del asesinato de su hija. La muerte en sí se muestra sólo de manera indirecta, a través del dolor de los amigos y los padres, lo que nos afecta menos visceralmente. La muerte ha desaparecido en gran medida de nuestro horizonte de experiencia inmediato. El resultado es que habrá más gente aterrada cuando llegue el momento de enfrentarse al evento que ha sido nuestro destino desde el nacimiento. Un destino que los hombres sabios dedican toda su vida a aceptar. EL relaciones peligrosas <<Sergio Dahbar>> Cherchez la femme A lfred Hitchcock sigue tan vivo como en sus mejores días. La encuesta que realiza la revista británica de cine Sight & Sound cada diez años así lo demuestra: Vértigo fue escogida como la mejor película de la historia (a pesar de que el mismo realizador no la consideró redonda). Ahora dos films lo recuerdan: Hitchcock (2012), de Sacha Gervasi, y The Girl (2012), de Julian Jarrold. El primero recupera la creación magistral de Psicosis (1960) y el segundo se centra en su obsesión maniática por la actriz Tippi Hedren, heroína de dos obras de este realizador británico, Los pájaros (1963) y Marnie (1964). Los dos estrenos del año 2012 revelan ese diamante que fue Alma Reville, montadora, guionista, actriz y esposa de Alfred Hitchcock. Era inevitable que el director buscara su aprobación después de cada toma. Ya en la célebre entrevista que le hiciera el director francés François Truffaut en 1965, Hitchcock reconoce que sin su esposa no hubiera podido financiar su primera película. Ella siempre fue su salvavidas en el mar de las dudas y los temores ante los desafíos de la creación. Cuando recibió el homenaje del American Film Institute, a los 79 años, pidió permiso ante la audiencia para nombrar a cuatro personas que le dieron su cariño, reconocimiento, ánimos y constante colaboración: una montadora, una guionista, la madre de su hija Pat y una cocinera. Todas llamadas Alma Reville. Una manera de entender de qué forma Reville fue el alma de uno de los grandes realizadores del siglo XX es ver Hitchcock, del inglés Sacha Gervasi. De 8>Febrero 2013 factura impecable, las dos puntas que tensan la cuerda de esta historia (cómo se hizo Psicosis, cuando los productores le quitaron el apoyo a un Hitchcock que consideraban agotado) son Alma Reville y la obsesión que tenía el director por el crimen que le dio vida a esta obra de terror. Había estrenado en 1959, y con notable éxito, North by Northwest, que fue distribuida en América Latina con el título Con la muerte en los talones. La compañía productora esperaba que este realizador volviera a trabajar en una pieza divertida, con suspenso y agilidad, y con estrellas como Gary Grant, que eran garantía de excelente taquilla. Hitchcock, quien solía repetir que la lógica es aburrida, desdeñó las expectativas de sus financistas. Y atendió el llamado inconsciente de una noticia que vio en la prensa. Un crimen serial de un campesino que asesinaba mujeres porque estaba obsesionado con su madre, ya muerta. El escritor Robert Bloch escribió una novela homónima con la historia, que adaptó el guionista Joseph Stefano. Hitchcock es la creación de este clásico que costó 806.947 mil dólares y recaudó 32 millones de dólares. Gervasi se centra en las dificultades de Alfred Hitchcock para realizar Psicosis. Los productores le dan la espalda; decide hipotecar su casa con un riesgo muy alto de perder todo; su esposa (harta de su megalomanía y sus desplantes con actrices rubias muy bellas) se hace amiga de un guionista y lo desatiende; y cuando duerme lo asaltan pesadillas con crímenes espantosos… Lo interesante es la forma en que Hitchcock crea su nueva película, una obra compleja que por momentos pareciera conducirlo al abismo, enfrentado a imágenes de su propia vida y de quienes lo rodean. La desaparición de su mujer crea en él tanto pánico que llega a sentir que el asesino serial de su historia le susurra al oído ideas espeluznantes. Siempre el cine dentro del cine será una aventura apasionante para quien sienta curiosidad por un oficio lleno de sorpresas y momentos imprevistos. Gervasi muestra la hechura de un film realizado por un genio, con los elementos necesarios para recordar el clásico como si lo viéramos por dentro. Nada más la creación del mercadeo de la película que emprende Hitchcock cuando se entera que sólo dos cines se atreven a exhibir su película es una lección de cómo vender algo en lo que uno cree a muerte. Otro momento glorioso en Hitchcock es cuando regresa Alma de ese escape sin consecuencias con el guionista amigo y decide ayudar al realizador en el montaje de Psicosis, para corregir los excesos y debilidades. Hitchcock creía que sólo en la sala de edición era posible darle sentido a una historia. Y tenía razón. Hitchcock es una película para disfrutar. Se puede ver como la historia de un clásico del cine y tiene momentos entretenidos que llevan de la mano al espectador por buen cauce. Pero también es una operación elaborada para conocer lo que algunos críticos han llamado el agujero negro del horror de este director que tanto miedo supo inocular desde la pantalla. Y allí está, recreada en su esencia, una de las escenas más gloriosas del cine: el asesinato de la rubia que se roba 40 mil dólares y paga su culpa bajo la ducha, cuando se corre la cortina y la acuchillan a mansalva. Una proeza filmada en 6 días, 70 posiciones de cámara y 45 segundos finales de película. Y el cuchillo nunca toca el cuerpo de la asesinada. Ese era Hitchcock. EL Aviso_75_Años_Entrevistas_CU.indd 1 9/4/12 5:44 PM cuaderno de notas <<Harrys Salswach>> A mi padre peter mayer y la broma de los 300.000 ejemplares 1 Mi querido padre, hojeando Una historia de la lectura en la edición ilustrada de Lumen, de Alberto Manguel, quedó sorprendido por un dato: la pequeña Colette, con tan solo ocho años, leía Los miserables de Víctor Hugo con lo que llamaría luego “pasión razonada”. La sorpresa denota que la lectura de un clásico de tal envergadura no es lo habitual, no es la norma hoy día, pero quizás lo fue. Tan solo ocho años y las desdichas de Jean Valjean atraparon a esta jovencita. Si bien es cierto que Colette era una niña de sensibilidad especial y que muchos años después se convertiría en una escritora de fuelle, cuya obra sería publicada en la prestigiosa colección La Pléyade, la prematura inclinación lectora sigue sorprendiendo, y no solo a mi padre. 2 Peter Mayer ha sido un referente insoslayable del mundo editorial. Director de Penguin, el hombre tras el fenómeno editorial de la colección bolsillo cuyo diseño colorido y maleable hizo posible la masificación en términos contemporáneos (no olvidemos que el octavo aparece a principios del siglo XVI en la imprenta del italiano Aldo Manuzio) de la lectura portátil mucho tiempo antes de la llegada de los dispositivos electrónicos, considerado un visionario, hoy, luego de su retiro de la editorial del pingüino, está a cargo de The Overlook Press, la empresa editorial que junto a su padre nunca abandonó, ni siquiera cuando sus tareas lo llevaban de viaje a tres continentes en un mismo mes. Preclaro ante los cambios tecnológicos que inciden en los hábitos de consumo, a sus 78 años sigue editando libros, de esos que vienen en papel. La sorpresa de mi padre ante aquella niña 10>Febrero 2013 inquieta que leía a Víctor Hugo creo sentirla ante este casi octogenario cuando constato que publica libros físicos y que ha dicho una máxima tan simple, inventiva y necesaria como un clip: “Creo que un libro es nuevo si alguien no lo ha leído”. Un gurú. 3 The Overlook Press es una editorial personal, pero el criterio no está sujeto al capricho. Si revisamos el catálogo notaremos que entre las varias decenas de categorías, la ficción es por mucho la que resalta en cantidad de títulos. Y esto no es un capricho. Es la sólida determinación de quien sabe reconocer las grietas que la realidad ofrece a quienes tienen el atrevimiento de divertirse cuando trabajan. Mayer ha dicho en una entrevista diáfana realizada por Juan Cruz para El País de España que “mi función como editor probablemente sea publicar menos información que antes. Y por información no entiendo solo la política, sino todo lo referido a la vida cotidiana, los viajes, la limpieza, la salud, etcétera... Toda esta información la tienes en Internet. Ya no hacen faltan libros para eso (...) sí es cierto que Guerra y paz tiene la misma relevancia hoy que hace un siglo. Y es verdad que la ficción y el teatro se ven menos afectadas por las nuevas tecnologías...” Mayer parece haber previsto que la ficción corresponde a la necesidad intemporal humana de vivir vicariamente una historia. Y quizá el libro no pierda importancia en términos materiales, sino todo lo contrario. 4 Cuenta Mayer que cuando tomó las riendas de The Overlook Press recordó una serie infantil que le brindó alegrías de niño. Nueve años tenía cuando Freddy the Pig Books (una serie de veintiséis libros) ocupaba sus tardes de entretenimiento. Quiso hacer la prueba de publicar algún título de la serie, como una broma, en reconocimiento por un personaje que tanto le gustó de niño. Más de 300.000 ejemplares vendidos, ventas de derechos a otros idiomas (ruso, alemán, chino) confirman que Mayer es un visionario. Una historia parecida experimentó al comprar los derechos de True grit, novela de vaqueros adaptada al cine por los hermanos Coen. Muy sencillo ¿no? “Un libro es nuevo si alguien no lo ha leído”. Esa mirada infantil, de ingenio que señala la obviedad, esa mirada de niño que recrea un mundo de imaginación, la mirada de Colette sobre las páginas de Los miserables, la lúdica decisión de Mayer de publicar las andanzas de tan simpático cerdo, señalan una sensibilidad peculiar sobre los libros, la lectura y la imaginación. Y quizás la sorpresa de mi padre y la mía sobre ambos tenga algo que ver con la esperanza de que siempre habrá alguien que quiera leer un libro. EL La prueba del tiempo <<Rafael <<rafaelOsío osíoCabrices>> Cabrices>> orwell ilustrado E ric Blair, el escritor inglés conocido entre nosotros por su pseudónimo George Orwell, era un hombre enfermo de cuerpo y espíritu cuando en 1946 se encerró a escribir en una cabaña, sin electricidad, en una remota isla británica, Jura. La tuberculosis iba a matarlo pronto, en enero de 1950, última y victoriosa entre varias enfermedades (más una bala franquista en España) que lo persiguieron en Birmania y Francia; el alma la tenía bañada en desencanto sobre el futuro de la especie humana. Viudo de pronto pero vuelto a casar con quien sería más una albacea que una esposa, miraba a lo que había quedado del mundo tras la peor guerra que había conocido, y no preveía para él un buen porvenir. Orwell había estado entre la primera generación de hombres de izquierda que se desilusionó del rumbo tomado por la URSS en manos de Stalin. Como es sabido, pasó años explorando la pobreza –metiéndose deliberadamente en ella desde su ámbito original de burgués venido a menos– y alcanzó a dar algunos tiros en las brigadas 12>Febrero 2013 internacionales de la guerra española, pero el comunismo organizado desconfiaba de él y las condiciones en que se pudo derrotar al nazismo dificultaron que, al final de la Segunda Guerra Mundial, él publicara su brillante alegoría sobre el stalinismo, Animal Farm (que finalmente aceptó editar, en 1945, Jonathan Cape). Así que, políticamente, se quedó bastante solo, como suele pasarle a los utópicos. Sin embargo, a cargo del hijo que había adoptado antes de que su mujer muriera, y aliviado económicamente por el éxito inmediato de Animal Farm, Orwell persistió en su voluminosa escritura de artículos y ensayos, y en terminar, pocos meses antes de sucumbir, su novela Nineteen Eighty Four, mejor conocida como 1984. Luego de años dando vueltas en torno a esos libros, decidí leerlos completos por primera vez una tras el otro, en dos ediciones ilustradas: la de Rebelión en la granja (editada por El zorro rojo) por el inglés Ralph Steadman, quien con su violento trazo satírico sacó mucho provecho al aire grotesco de la historia; la de 1984 (de Galaxia Gutenberg) por el español Antonio Saura, quien falleció poco antes de que el libro saliera a imprenta, y que intentó con demasiado abstraccionismo hacer un comentario visual (sin éxito en mi opinión) de la estructura pesadillesca del imperio de Oceanía. Animal Farm –la traducción tradicional la titula Rebelión en la granja– pertenece a una tradición muy provechosa en la literatura inglesa, la de la alegoría política, que dio joyas como Los viajes de Gulliver. El modo en que los cerdos organizan una rebelión en una granja para luego someter a los otros animales, cambiando en el camino las leyes y la historia, ilustra con precisión cómo se montó la URSS y cómo funcionan sus discípulos, como con amargura lo estamos viendo en Venezuela (salvando algunas distancias, hasta ahora). 1984 es mucho más larga y menos entretenida, y es una “novela de ideas”, un formato mucho más familiar al lector latinoamericano que se ha enfrentado a Rómulo Gallegos o Mario Vargas Llosa. Aquí la crítica se expresa de manera más detallada y escolar, una decisión del autor que redujo los méritos estéticos y narrativos de lo que pudo ser una gran pieza de ciencia ficción. No será perfecta, 1984, pero al leerla hoy todavía encuentra uno el motivo por el que ha sido tan influyente. Su estela ha servido para bautizar al padre de los reality shows y para dejarnos todo un vocabulario con el cual expresar nuestros frecuentes temores de que regrese el totalitarismo derrotado –solo en parte– en 1945. Es fácil imaginarse al propio Blair preguntándose cómo se le leería en el porvenir, o si se le leería en absoluto, cuando en la primera escena su protagonista se inquieta por cómo describirá lo que vive ante eventuales lectores del mañana: “¿Cómo iba a comunicarse con el futuro? Era imposible, por su propia naturaleza. O bien el futuro se parecía al presente, en cuyo caso no le prestarían atención; o bien sería tan diferente que sus apuros de hoy no significarían nada entonces”. No pasó ni lo uno ni lo otro: se le prestó mucha atención, tal vez porque el futuro no resultó tan diferente. Esas dos novelas de Orwell han perdurado no por sus logros estéticos –que los hay, aunque inferiores a los de muchos otros grandes libros de la posguerra europea– sino por la potencia de su visión. Ambas son denuncias de lo que hizo Stalin con el sueño socialista, escritas con el talento de su autor y con la disciplina a la que lo empujaba su resentimiento de discípulo traicionado, aunque 1984 lanza un grito de Casandra, una profecía del futuro de la modernidad completamente pesimista y aterradora. Pero tienen en común, además, la descripción de un poder absoluto que se alimenta, más que en la fuerza bruta, en la capacidad para manipular la memoria colectiva y para crear en quienes domina la sensación de que puede leer sus pensamientos, de que ni siquiera en la profundidad de su conciencia están a salvo de la vigilancia y la represión. El régimen de los cerdos que terminan vistiéndose como granjeros y la dictadura absoluta del Gran Hermano destruyen el espíritu de quienes someten. La violencia es eventual; la aniquilación del pensamiento y del sentimiento, de toda humanidad, permanente. Es una buena noticia que, salvo Corea del Norte, no haya hoy un régimen que realmente sea como el de esas novelas. Es una mala noticia que, medio siglo más tarde, sigamos teniéndolas tan cerca como advertencias de lo que nos puede pasar. EL Na r r a t i v a > << novEDaDEs >> A RT E S A N O E D I TO R E S P U N TO C E RO BRUGUERA DIANA miguel gomes este nuevo sello se estrena con un nuevo libro de relatos de uno de los más finos y capaces narradores venezolanos, radicado desde hace años en eeuu. una nueva ocasión para conocerlo. Horacio convertini en Pompeya, barrio del Buenos aires más profundo, ocurre una de esas pequeñas desgracias que pueden servir para una gran novela: el regreso del hijo pródigo, cali, pobre, gay, desarraigado, a la casa paterna. Elizabeth Fuentes La conocida periodista sigue explorando un registro que se le da muy bien, el del humor, en estos “cuentos de amor y adulterio” que insiste en que son de ficción. paul Young un teólogo que busca responder muchas preguntas sobre la religión en esta historia llena de dolor y muerte pretende recrear el encuentro de un hombre con dios. A L FAG U A R A A L FAG U A R A A L FAG U A R A P L A N E TA >>Julieta en su castillo Pe n s a m i e n t o y e n s a y o > >>El tango de la guardia vieja >>New Pompey >>La ciudad y los perros >>Esto es lo único que me faltaba >>La cabaña >>Personas >>Misión Olvido arturo pérez-reverte esta es una novela sobre el amor. Y el amor casi siempre viene acompañado de otras cosas: intrigas, dolor, incertidumbre y turbulencias, sobre todo en el “convulso” siglo XX. mario vargas llosa hace 50 años salió la primera edición de la primera novela del Nobel Peruano. ahora las academias de la Lengua española le rinden homenaje con esta edición de lujo. carlos Fuentes en un tono muy íntimo, el autor de La región más transparente cuenta anécdotas, enseñanzas y situaciones sobre gente que lo marcó y que además fue relevante en México y el mundo. maría dueña Blanca Perea ha decidido huir y volver a nacer. su historia se sitúa en california y españa, a final del siglo XX. de la misma autora del exitoso El tiempo entre costuras. LOS A RT E S A N O E D I TO R E S B I D & C O . E D I TO R UCV maría Elena ramos un libro que faltaba: el que relata la toma del aparato cultural por un chavismo que no acepta disidencias, escrito por una de las más respetadas figuras de nuestra antigua museística. Fedosy santaella este libro juega a salirse de los límites y a volver a entrar. usa formas no típicas para expresar el mundo interior de este escritor de Puerto cabello. con fuertes lazos con Cuentos de cabecera y Postales Subsole. L I B RO S D E E L N AC I O N A L >>Crisis institucional y gobernabilidad democrática en Venezuela argenis s. urdaneta g. este trabajo de investigación y análisis pretende mirar de cerca la realidad política de las últimas tres décadas, en torno a las muchas dificultades de la democracia venezolana. 14>Febrero 2013 >>La cultura bajo acoso >>Instrucciones para leer este libro >>Radiografía de la industria de la construcción alberto lovera enjundioso aunque breve estudio de este académico, sociólogo pero doctorado luego en arquitectura, sobre ese ámbito de la economía venezolana que disfunciona tan particularmente. Crónica e historia> A L FA P U N TO C E RO A RT E S A N O E D I TO R E S E L P A R R I C I DA rafael arráiz lucca el intelectual venezolano continúa con sus textos de divulgación histórica que con éxito ha publicado en esta casa, ahora con un breve y preciso estudio de todas nuestras cartas Magnas. leila macor crónicas de una periodista venezolana radicada hoy en Los Ángeles sobre unos cuantos irónicos misterios de la vida contemporánea, gestados en su blog. Mucho ingenio, mucho ojo, muy buen estilo. Elías pino iturrieta y pedro Enrique calzadilla reedición de esta antología anotada de crónicas de viajeros extranjeros en venezuela en el siglo XIX, que produce emociones encontradas pero siempre bien recibidas. juan carlos zapata en torno al relato de la relación con venezuela que ha tenido Mario vargas Llosa por casi medio siglo, transcurre este original experimento salpicado de ficción sobre cómo la Iv se convirtió en v. >>Las constituciones de Venezuela (1811-1999) >>Nosotros los impostores >>La mirada del otro >>El suicidio del poder Po e s í a > E L P A R R I C I DA A L FAG U A R A EDICIÓN juan carlos zapata en 1890, los Barbarito llegaron de Italia a apure; en pocas décadas serían los magnates de la pluma de garza. Zapata revive esta gran historia del llano venezolano. Harry almela antología de poemas sobre el amor y el desamor. Busca ser un espejo de las emociones propias del enamoramiento y del abandono que causa luego si no se consuma. juan martín Echeverría se le conoce como uno de los más prestigiosos abogados del país, pero el doctor echeverría, articulista también en la prensa, escribe poesía desde hace décadas. aquí reúne lo que considera más relevante. >>El palacio del llano cumple 100 años >>Nunca fue tan claro el amor D E A U TO R >>Antología personal Febrero 2013>15 Infantil> Divulgación> EDICIONES B P L A N E TA BOOKET J AG U A R Ilustrado por Idana rodríguez, este álbum permite llevar un registro de los grandes momentos de nuestra mascota, así como de sus vacunas, crecimiento, etc. Muy útil. ana Flor raucci La autora está harta de que los hombres todavía en este siglo dominen el mundo, sobre todo los que aparentan ser muy inteligentes sin serlo. Para ella, las mujeres deben tomar las riendas de los países y las empresas. j. r. r. tolkien Para quien no lo haya leído o quiera repasarlo a propósito de la nueva adaptación fílmica de Peter Jackson, he aquí de nuevo la piedra fundacional de la saga de la Tierra Media. sam Walshaw Para niños de más de tres años. un aguacero resulta un inconveniente cuando todo el jardín de juego se inunda. La buena noticia es la colorida rosa y su capacidad de solucionarlo todo. P L A N E TA ARIEL J AG U A R J AG U A R >>El álbum de mi mascota >>Nada que perder >>Harta de los hombres brutos >>Ética de urgencia >>El Hobbitt >>Rosa y el arcoíris >>Zooilógico >>Caperucita Roja Edir macedo autobiografía del fundador de la Iglesia universal del reino de dios, mejor conocida como oración fuerte al espíritu santo. el libro rompió récord en ventas en Brasil y argentina. Fernando savater siempre son útiles los textos éticos del profesor de Filosofía más conocido de nuestro idioma. aquí, desde el contexto español, responde a algunas buenas preguntas del presente. daniel montero galán el autor es un consumado acuarelista y lo demuestra con los animales que imagina, bastante peculiares, con trajes, pelucas y cualquier cosa que los haga lucir bien y sobrevivir. audrey alwett versión del cuento de charles Perrault con ilustraciones de François amoretti. aquí, la caperucita es devorada por el lobo, pero muchas cosas pasan dentro del vientre del animal. A L FA A L FA J AG U A R J AG U A R >>Metodología y nuevas tecnologías rebeca landeau Manual de apoyo y consulta para el investigador académico del presente, que no puede obviar la existencia y la utilidad de Internet para conseguir datos. 16>Febrero 2013 >>Cerebro: manual de uso jazmín sambrano el nuevo título de esta autora en alfa trae varios ejercicios para incrementar nuestra potencia intelectual, que vienen de distintas disciplinas, desde el yoga hasta la PNL. >>Los calcetines de Susana Eva rodríguez La pequeña susana se viste por primera vez y le sucede algo común para todos: una media desaparece. esta historia bilingüe español-inglés ayuda a los pequeños con los números y los colores. >>¡Hola! perrine dorin unos pajaritos se posan sobre un cable sin mostrar un gran vocabulario, hasta que llega una pajarita y todos se esfuerzan por impresionarla. el cuento es de la colección “Miau”. Infantil> KRAKEN KRAKEN jim davis Garfield vuelve en este libro sin muchas novedades: se cree un rey y trata de someter a los personajes de siempre. una de las tiras cómicas con mayor difusión en todo el mundo. morris & guyloise el vaquero Lucke es conocido por ser más rápido que su sombra. está dedicado a enfrentar la injusticia y el crimen. en esta edición hay varias de sus aventuras en el oeste. DIANA DIANA Hernando trujillo correal el autor tuvo la motivación para escribir este libro después de sobrevivir a un cáncer. es una guía para poder hablar con dios, con más de 81 oraciones que buscan ser específicas. regina Brett de la misma autora de Dios nunca parpadea: 50 lecciones para las pequeñas vueltas de la vida. esta vez, las 50 lecciones son para hacer posible lo imposible. DIANA P L A N E TA mira kirshenbaum esta autora es de los que piensa que todo está conectado. su promesa es, nada menos, ayudar a encontrar el verdadero significado de lo que le ocurre a uno en la vida. Walter riso Tema frecuentado por muchos otros libros pero que sigue siendo necesario revisar. riso ayuda aquí a establecer los matices de la entrega y superar adicciones afectivas. Salud y superación> >>Garfield. A cuerpo de rey >>La oración que Dios contesta >>Todo pasa por algo >>Lucky Lucke. La coartada >>Tú puedes ser el milagro >>¿Amar o depender? Febrero 2013>17 Portada>> Aún quedan cosas por decir sobre estos desastres La crisis económica: un enigma en proceso de resolución Siguen las protestas, los despidos, los sustos y las malas profecías. Pero también hay buenas noticias, en algunos lugares y desde determinadas perpectivas. Algunos libros han logrado seguir el paso a una conmoción que ya lleva demasiado tiempo e intenta explicar, todavía, su compleja naturaleza >> Equipo El Librero 18>Febrero 2013 D esde 2008 palabras como “crisis”, “recesión” y “burbujas” empezaron a hacer presencia en medios de comunicación de todo el mundo. En Estados Unidos había más de 900 mil millones de dólares en deudas que no iban a ser pagadas, el precio de las propiedades bajó, fondos de inversión hasta entonces confiables –como Lehmann Brothers– quebraron y el gobierno declaró la recesión. Poco después, cuando gobiernos de países europeos se enfrentaron a situaciones similares, la situación se volvió global y crítica. En España, al utilizar fondos públicos para pagar la deuda de varios bancos, se interrumpió un periodo de auge económico y una de cada cuatro personas quedó sin trabajo. Viejos debates revivieron y surgieron opiniones sobre el control que deberían tener, o no, los mercados financieros. Todos intentaban entender la crisis. Sin caer de lleno en el lenguaje especializado, algunas editoriales empezaron a publicar perspectivas más complejas. Las personas más afectadas, interesadas por los errores que se habían cometido y por las medidas que debían tomarse, eran un nuevo nicho de mercado. A este lado del Atlántico ha pasado lo mismo, pues aunque se maneja un discurso relacionado con el desarrollo y el auge, llegan a las librerías varios títulos que señalan la fragilidad del actual modelo financiero y discuten su relación con las políticas sociales. Mientras muchos economistas hacen predicciones, estos libros prefieren el argumento al vaticinio. Perspectivas de autoridad Paul Krugman y George Soros son nombres reconocidos por sus posturas críticas frente a la política económica de Estados Unidos y la Unión Europea. Krugman, premio Nobel de Economía en 2008, publicó a mediados del año pasado Acabemos ya con la crisis (Crítica), donde analiza los detalles de la política de Estados Unidos desde 2007 hasta ahora. Es necesario destacar la gracia con la que este libro describe los problemas: “Suponga que su esposo se ha negado durante años a hacer el mantenimiento eléctrico del auto. Ahora no hay forma de que arranque, pero él se niega a pensar en cambiar la batería, en parte porque admitiría haberse equivocado. Usted tiene un problema con su marido y no con su auto, que puede arreglarse con facilidad”. Pero hay más detrás de las metáforas: desde la teoría de Keynes, Krugman explica la forma en que los especuladores hicieron del mercado una forma de enriquecimiento privado y cómo, además de regulaciones, se necesita un nuevo enfoque para superar la crisis. Para él las políticas de ahorro durante las recesiones sólo empeoran la situación: salir de la recesión requiere de decisión para invertir en proyectos de La regulación del sector bursátil es uno de los temas prominentes en los libros sobre la recesión global productividad y empleo. Joseph E. Stiglitz, Nobel en 2001, investiga la desigualdad desde que era estudiante en Cambridge. Ha sostenido en múltiples ocasiones que estamos equivocados sobre los mercados: que no son estables sino inestables, como lo demostró la crisis financiera mundial. Tampoco son eficientes porque la demanda debería igualar a la oferta, pero en este momento hay enormes necesidades insatisfechas y grandes cantidades de recursos infrautilizados, uno de ellos, el recurso humano. ¿Qué es el desempleo? Talento desperdiciado. En su libro más reciente, El precio de la desigualdad (Taurus, 2012), Stiglitz pone en su sitio a las fuerzas del mercado y explica el papel que desempeñan en la acentuación de la inequidad. Coincide con Raj Patel –a quien veremos más adelante– en que al planeta le está saliendo muy cara la acumulación de la riqueza. Para él la buena noticia, si es que hay alguna, es que la crisis desencadenó la conciencia de que el sistema económico vigente es ineficiente, inestable e injusto. George Soros, por otro lado, es presidente de su propio fondo de inversión –según Forbes es uno de los 25 hombres más ricos del mundo– e impulsa varios programas de desarrollo en países de África, Asia y América Latina. Al recoger varios artículos que escribió para Financial Times, The Wall Street Journal y The New York Review of Books desde 2008 en su libro La tormenta financiera (Destino, 2011) traza un recorrido en tiempo real de la crisis en Estados Unidos y su propagación hacia Europa. La posición de Soros está ligada a una postura ética que los inversionistas deberían tener: no guiarse por la especulación o el análisis del mercado sino mantener una relación con la Febrero 2013>19 Los paralelismos con la Gran Depresión iniciada en 1929 no explican del todo el presente realidad. “Las burbujas financieras están compuestas por dos ingredientes, una tendencia que prevalece en la realidad y una mala interpretación de dicha tendencia”. Profetas y memoriosos A Raj Patel, como a Soros, también le interesa el activismo. Cuando no está escribiendo ni enseñando en Berkeley, trabaja en el Instituto de Alimentación y Políticas de Desarrollo en Oakland – también conocido como Food First– o asesora al relator especial de las Naciones Unidas para el derecho a la alimentación. En 2008 se preguntó cómo podía ser posible que la peor hambruna de la historia coincidiera con la mayor epidemia de obesidad. Así nació su libro Obesos y famélicos, publicado en España por Los libros del lince. Dos años después otra pregunta lo llevó a su segunda obra. ¿Por qué los diamantes, tan inútiles, valen muchísimo más que el agua? Estudiar la forma en que confundimos el precio de las cosas con su valor, fue el punto de partida para Cuando nada vale nada. En 2010 fue publicado en España por Los libros del lince y el año pasado la editorial independiente Ícono lo hizo en Colombia. Según Patel, la sociedad de mercado es insostenible y aferrarnos a ella es síntoma de un mal que se puede comparar con la Ceguera de Antón, una enfermedad caracterizada por la incapacidad de darse cuenta de que se tiene un problema. Detrás del mercado hay corporaciones que han convertido a las personas en ciegos que están convencidos de que pueden ver. Aunque se enfoca en la situación española, otro libro sirve para entender el marco general del sistema financiero y cómo éste afecta las políticas sociales. Llama la atención la frase con la que se identifica el sello editorial español Icaria: “ante el pesimismo actual, tiempo de aprendizajes y propuestas”. En Quiénes son los mercados y cómo nos gobiernan (Icaria, 2011) varios docentes del departamento de Economía de la Universidad Complutense de Madrid respondieron 11 preguntas sobre la crisis. Entre otras, por qué una crisis de los bancos se hizo crisis nacional e internacional. La tesis general apunta a que no tiene sentido El siempre fluctuante precio de la energía ha dejado de ser la variable más angustiosa en la economía moderna 20>Febrero 2013 la extraña crisis venezolana muchos se preguntan por qué el dinero público debe gastarse para pagar por los errores de los especuladoresen la economía moderna que los gobiernos rescaten los fondos de inversión privados con recursos públicos. ¿Por qué la sociedad debe pagar los errores de inversionistas que especulan en el mercado de valores? Varios de sus autores hacen parte de colectivos de economía alternativa, pero sus posiciones no son radicales. Ellos reconocen la necesidad del sistema financiero como una fuente para generar desarrollo y productividad, pero argumentan que ese sistema no puede dictar las políticas públicas. Mirando más lejos, la perspectiva histórica siempre ayuda. El triunfo del dinero, del historiador Naill Ferguson (Debate), es un apasionante relato de cómo el dinero ha empujado lo mejor y lo peor de la civilización, que desemboca en una explicación sumamente satisfactoria de los excesos bursátiles que condujeron al estallido de las turbulencias actuales. El fin de la globalización, de Harold James (Turner), es un libro mucho menos reciente, pero que en su examen de los desastres ocasionados por el crack de 1929 ofrece algunas ideas útiles para evaluar los daños de la crisis actual. James alega que las grandes depresiones lanzan el péndulo hacia el nacionalismo y la autarquía, y que eso atenta contra las fuerzas expansivas del proyecto globalizador. Otro ángulo que puede ser muy útil es el que ofrece un psicólogo israelí que ha ganado el Nobel pero en Economía: es Daniel Kahnemann, quien ha descifrado el modo en que tomamos decisiones y en cómo eso influye en la economía. Su nuevo libro, Pensar rápido, pensar despacio (Debate), ha sido celebrado por muchas de las grandes mentes del mundo, así como por miles de lectores, por cómo traduce las dos maneras principales en que compramos acciones, creamos empresas, cometemos errores o cambiamos nuestra vida para bien. Y mirando hacia la que por el momento sigue siendo la primera economía del mundo, hay otro nuevo libro (aún no traducido al castellano) que ha causado impacto en el mundo angloparlante por lo que sostiene. Es de Michael Grunwald, un veterano periodista sénior de la revista Time, y se titula The New New Deal: The Hidden Story of Change in the Obama Era (“El nuevo New Deal: la historia oculta del cambio en la era Obama”). Grunwald alega que el recién reelecto presidente de Estados Unidos ha hecho con la economía de su país algo similar a lo que su admirado Franklin Delano Roosevelt logró con su gran política New Deal, con la que se recuperó buena parte de la prosperidad perdida con el crack de 1929. Grunwald explica con números en la mano, para desgracia de los republicanos (y eventual desconcierto de los ciudadanos comunes que no ven todavía la recuperación en sus bolsillos, sobre todo quienes perdieron sus casas y sus ahorros), que el costosísimo programa de rescate financiero ha funcionado, y que el país se salvó de otra Gran Depresión. De tener razón Grunwald, es una excelente noticia para Estados Unidos –y algo cierto debe haber porque Obama fue reelecto- pero también para un planeta muy asustado porque la potencia no se rehiciera de los errores de su gobierno anterior y de su casta financiera. EL Hay muchas opiniones y emociones sobre las crisis en América del Norte y Europea, pero todo el mundo está de acuerdo en que allá hay una crisis. En Venezuela, sin embargo, la tan polarizada opinión pública está dividida entre hacer caso a un Estado confundido con un gobierno y un partido que no reconoce nunca un error propio, o a una oposición de políticos, periodistas y economistas que difícilmente le reconoce un logro al régimen chavista. Resultado: aunque bancos y academias del resto del mundo vaticinan grandes catástrofes para el país con la peor inflación de América Latina y coinciden en un juicio muy negativo sobre el manejo económico de Chávez y los suyos, otro montón de gente dentro del país niega por completo que haya siquiera una crisis. En cualquier caso, hay algunos títulos a revisar para entender las peculiaridades de la situación aquí, aunque mucho más abundante es la literatura política. Habría tal vez que empezar por El dragón en el trópico (La Hoja del Norte), de Michael Penfold y Javier Corrales. Aunque su línea es la economía política, este elogiado ensayo publicado inicialmente en Estados Unidos por estos dos disciplinados académicos –el primero venezolano, aunque su nombre sugiera otra cosa; el segundo, cubano-americano- explica como pocos cómo el chavismo ha manejado la economía y ha multiplicado el control del Estado sobre ella, en un país que desde al menos medio siglo ya había una fuerte tendencia al estatismo. El dragón en el trópico brinda una base de comprensión sobre los componentes ideológicos y prácticos de las finanzas públicas en Venezuela, sin lo cual no puede entenderse nada más. Cumplido ese paso, el lector curioso puede examinar lo que dicen autores que se ocupan de asuntos más específicos, en los que la presencia estatal es de nuevo la variable predominante. En el grupo Alfa han publicado por ejemplo los reportajes Oro rojo (en el sello Puntocero) de Marianna Párraga, sobre la PDVSA chavista, y Guayana: el milagro al revés, (en Alfa), en el que Damián Pratt describe cómo la renacionalización e hiperpolitización de las empresas básicas derribó sus indicadores productivos, así como el desarrollo de la región cuya economía protagonizan. El Instituto de Estudios Superiores en Investigación ha editado algunos títulos colectivos sobre los mismos temas que suele tratar en su revista Debates IESA y en su propia oferta académica: cómo ser emprendedor en la Venezuela del presente, o cómo mantener una empresa a flote. Entre esos libros está Invertir a largo plazo, editado por Urbi Garay y Javier Llanos, y Estrategias en tiempos de turbulencia, editado por Michael Penfold y Roberto Vainrub. Febrero 2013>21 L A N Z A M I E N T OS >> Un diálogo sobre cómo percibir el mundo El milagro de escribir para quien no puede ver Probando a no ver, en la presentación mexicana de El libro negro de los colores La diseñadora, ilustradora y escritora venezolana Menena Cottin acaba de publicar en Dahbar Ediciones Cierra los ojos que vamos a ver, un libro sobre su relación con una joven mexicana invidente con quien intercambió una serie de interesantísimas postales sobre el mundo. Aquí, la autora de El libro negro de los colores cuenta cómo surgió su nuevo libro >> Menena Cottin 22>Febrero 2013 E l día de la presentación de El libro negro de los colores, en México, fue la primera vez en mi vida que yo hablé con una persona ciega. Se trata de un libro todo negro -con ilustraciones negras (de Rosana Faría) en relieve y texto traducido en Braille- que habla de cómo un niño ciego percibe los colores. El evento se realizó en el auditorio del Fondo de Cultura Económica, en el DF. Lo organizó Cristina Urrutia, la directora de Tecolote, la editorial que publicó El libro negro de los colores en México. Era un domingo de agosto, año 2006. Mucha gente se apareció en el lugar. Los anfitriones pidieron al público que formara una fila a la entrada del auditorio. A medida que iban llegando a la puerta, se le colocaba a cada quien una banda negra sobre los ojos y se le entregaba una caja de anime que contenía los diferentes elementos a los que alude el libro: plumas, hojas secas, fresa, mostaza. Cada nueve personas entraban con un guía ciego a la Menena Cottin en los Himalayas sala que estaba totalmente oscura, y allí se iban sentando en círculos sobre la alfombra de los pasillos, cada grupo con su guía. Cuando se llenaron estos espacios, los demás asistentes fueron conducidos hasta las butacas con sus respectivas cajas de anime. A mí, como era la autora del texto, me ubicaron en el escenario y me dieron un micrófono y una linterna para iluminar el libro. Lamentablemente Rosana Faría, la ilustradora, no pudo acompañarnos aquella mañana. Una música esotérica ambientaba el lugar. Luego de una breve presentación hecha por la señora Urrutia, abrí mi libro, aclaré la garganta y leí la primera frase: ‘Según Tomás, el amarillo sabe a mostaza, pero es suave como las plumas de los pollitos’. En ese momento hice una pausa y todos los asistentes, en medio de aquella oscuridad, abrieron sus cajas y comenzaron a experimentar texturas, olores y sabores con la ayuda de los guías ciegos. Fue una experiencia conmovedora. Allí había muchos invidentes ese día, además de los guías del evento, que eran varios. Había un grupo de fotógrafos ciegos acompañados de su profesora. Estaba también una chica con su perro guía que dio una charla sobre la ayuda que representa para las personas invidentes contar con dispositivos especiales, e hizo demostraciones con su teléfono y su computadora. Varios invidentes habían asistido como público. Yo estaba muy impresionada con aquella gente admirable. Al finalizar el evento, Cristina Urrutia me presentó a varios de los muchachos ciegos que participaron como guías. Yo -debo confesar- estaba bastante cohibida y nerviosa, era demasiada la emoción que sentía. Lucero estaba sentada aparte, con el libro abierto sobre su regazo. Tocaba las páginas abstraída de lo que sucedía alrededor. Alguien me dijo que aquella chica quería que le dedicara el libro. Me acerqué a ella y me presenté. Me entregó su libro. Le pregunté cómo se llamaba y volteando me respondió: “Lucero”. Me sorprendieron sus enormes ojos verdes. Recuerdo que le dije: “No sé si tus ojos tienen luz, pero te dieron el nombre perfecto porque llevas dos luceros en tu cara”. Ella sonrió. “Mis ojos sí tienen luz”, dijo. Tomó de vuelta en sus manos el libro dedicado, me agradeció que hubiera pensado en ellos -personas diferentes- y me dio su dirección de correo por si acaso Las palabras escritas nos llevaron a viajar, a subir montañas, a conocer pueblos y culturas. algún día yo necesitaba algo. Era ella la que me estaba ofreciendo su ayuda, “por si acaso yo necesitaba algo…” Eso me tocó. ¿Qué vi en Lucero que tanto me interesó? Ella me dijo que sus grandes ojos verdes sí tenían luz, y yo le creí. Mi interés por el tema de la ceguera empezó quizás por miedo, miedo a imaginar una vida sin imágenes, sin visiones, sin colores. Por curiosidad, porque nunca había conocido ni hablado con una persona ciega. Por admiración a esas personas que les toca vivir sin ver. Por la esperanza de que algún día sean tomadas en cuenta por la sociedad para hacerles la vida más fácil, más humana, más justa. Siempre he pensado que yo no hubiera podido resistir ser invidente. Soy eminentemente visual. Siempre lo fui, desde niña. Soy diseñadora gráfica e ilustradora, me comunico con el mundo a través de imágenes visuales. Quizás de allí viene mi curiosidad por ese mundo ciego. Un día decidí experimentarlo personalmente. Me volví niño, Tomás, un niño ciego. Imaginé que yo tenía un amigo que sí podía ver. ¿Cómo nos entendíamos? Escogí plantearme el reto de la forma más difícil, a través de los colores, que son estímulos absolutamente visuales. Yo soy Tomás. Cada vez que mi amigo dice que el cielo está azul, yo siento que el sol calienta mi cabeza. Mi amigo dice que la sangre es roja, es decir que el rojo duele cuando se asoma por el raspón de mi rodilla. El verde huele a grama recién cortada… Así fui buscando paralelismos entre los colores y otras sensaciones que no fueran visuales. Fue una experiencia de gran sensibilidad e intromisión. Yo misma me sorprendí frente al resultado cuando leí el texto que había escrito. Días más tarde del evento de presentación de El libro negro de los colores viajé con mi esposo a las montañas de Bután, pequeño país situado al este de los Himalayas, entre China e India. Yo estaba sumamente sensibilizada por la experiencia que acaba de vivir en México. Durante los catorce días que duró mi caminata por las montañas no dejé de pensar en cómo le podría describir las maravillas que yo estaba viendo a alguien invidente. Los ojos de Lucero estaban muy presentes en mi memoria. Decidí afrontar el reto de llevarla de viaje a los Himalayas. Potencié todos mis sentidos, escuché, olí, degusté, toqué, percibí las montañas. Regresé a Caracas y reviví mi viaje con los ojos cerrados. Pocos días después envié a Lucero un cuento que escribí para ella llamado “Esencia de Bhutan”. Gran sorpresa fue la pronta y emotiva respuesta de Lucero luego de leer mi cuento, y más aún la curiosidad y el interés que mostró. “¿Has escrito otros cuentos? Me gustaría seguir leyéndote”. Claro que había escrito otros, muchos, de cada viaje, de cada caminata, pero ningún otro había sido pensado para un lector invidente. Se lo advertí, pero ella insistió en que quería viajar. Y así, comenzó un largo intercambio de correos que duró seis años. Nunca hablamos, no hizo falta. Las palabras escritas nos llevaron a viajar, a subir montañas, a conocer pueblos y culturas. Yo le prestaba mis ojos y ella me brindaba sus otros cuatro sentidos. Ambas conocimos mundos diferentes, sensaciones y emociones que nunca hubiéramos imaginado posibles. Por ejemplo, que algún día esta historia que vivimos se convertiría en un libro. EL Febrero 2013>23 M e r c a d o >> Relanzamiento en varios ámbitos pLanEta puBlicará una docEna dE autorEs LocaLEs En 2013 mariana marczuk es la nueva directora general del gigante editorial en venezuela. desde esa posición, dirige el reposicionamiento de todos los sellos del grupo, luego de más de 20 años de presencia aquí. >> rafaEl osío CabriCEs >> FotograFía JorgE Castillo L a oficina de Planeta Venezuela es uno de esos lugares donde uno se entera de lo desconcertante que puede ser este país. Sus instalaciones y su personal de hoy son parte de un espacio que alquilaron a la representación local de las grandes publicaciones del grupo, que compró Britannica hace un par de años; esa representación vende hoy en este país más enciclopedias que en la mayoría de las naciones de la tierra. Aparte de comprar enciclopedias en la era de Wikipedia, los lectores de aquí tienen otra particularidad: su pasión por el libro Guinness de los récords, un regalo tradicional navideño que incluso piden muchos niños y jóvenes… y que este diciembre pasado se quedó varado en la aduana de La Guaira, junto a pinos canadienses, cajas de whisky y quién sabe qué más. Tantos libros compran los venezolanos que Planeta nunca ha querido irse de aquí, pese a las dificultades. Y ahora, el sello decidió relanzarse y reconquistar un mercado que en estos lados han ido dejando Santillana –reducida hoy a poco más que libros de texto- y Random House Mondadori –que cerró operaciones. Una nueva directora general, Mariana Marczuk, tiene varias misiones por delante para lograr ese propósito. No se trata de una recién llegada al mundo de los libros. Graduada en Letras, Marczuk viene de ser directora de Ediciones Generales en la sede caraqueña de Santillana, y antes de eso estuvo en Norma. “Replanteamos nuestra oferta de catálogo local con autores 24>Febrero 2013 importantes”, dice en primer lugar. “Ya lanzamos el nuevo libro de Ibéyise Pacheco, El grito ignorado, que vendió 10.000 ejemplares en menos de un mes, y vienen más. También reforzaremos nuestra oferta de libros de fondo, trayendo títulos de autores latinoamericanos que deben estar en las librerías venezolanas, como Juan Villoro y Héctor Abad Faciolince, y libros como El Hobbitt. Queremos abrir nuevos espacios con la literatura infantil, tanto con nuestros títulos en licencias (Dora la Exploradora, The Backyardigans, etc.) como con ficción infantil, para colegios y librerías, incluyendo la de autores venezolanos”. Planeta tiene un vendedor propio para el interior del país, con el deber de recorrer permanentemente una provincia que absorbe el 40% de la venta del grupo, y se enorgullece de imprimir aquí el 95% de lo que publica. Marczuk está trabajando en fortalecer las alianzas institucionales que la editorial ya tiene, con las bibliotecas estadales de Miranda, por ejemplo, y en crear nuevas. Quiere lanzar al mercado unas cinco o seis novedades al mes, entre ellas una venezolana, y distribuir particularmente bien las de los buques insignia del grupo: Dan Brown, Ángeles Mastretta, Laura Restrepo, Walter Riso, J. J. Benítez y Paulo Coelho (sus libros más viejos; los recientes los firmó con Random House Mondadori). El grupo, que entre su multitud de sellos tiene ya a Seix Barral, Diana, Destino, Ariel, Paidós, Emecé, Espasa y For Dummies, compró los derechos de distribución de Tusquets, lo que significa por ejemplo que se encargará de surtir a los fanáticos venezolanos de Haruki Murakami. Con más personal y nueva gerencia, que incluye a la editora Lourdes Morales, esta Planeta Venezuela remozada se enfrenta a la incertidumbre cambiaria, la escasez de insumos en las imprentas y la piratería (imprimió etiquetas adhesivas que dicen “edición original” para sus ejemplares de El grito ignorado). “Lo que queremos es no solo seguir en Venezuela sino crecer, apoyándonos en autores venezolanos, en buenas novedades internacionales y en libros de no ficción”, concluye Mariana Marczuk. “Publicaremos entre diez y quince libros de venezolanos en 2013 y traeremos a autores premiados internacionalmente”. Algo debe haber aquí para que este gigante se despierte entre nosotros. EL Alepo: una cabaña en medio de un bosque incendiado Conocedor de la región por décadas, Charles Glass visitó dos veces durante 2012 la segunda ciudad siria, y comprobó cómo había cambiado la atmósfera de una rebelión que la orgullosa y vieja urbe creía que le pasaría de lado Charles Glass Febrero 2013>25 Libros E ste año no se producirá jabón en Alepo. Los zocos medievales donde los artesanos moldeaban los ladrillos del famoso savon d’Alep, hecho con aceite de oliva y laurel, sucumbieron durante las batallas al final de septiembre de 2012. La fábrica de jabón de la familia Jubayli, detrás de los muros del Qinnasrin de los mamelucos del siglo XIII, sobrevivió el infierno, pero el combate sin tregua la ha dejado inaccesible para empleados y dueños por igual. Para finales de noviembre, tras la cosecha en los campos al oeste de Alepo, el residuo de las prensas de aceite de oliva debía estar hirviendo en los tanques y haber sido vaciado sobre las alfombras de papel encerado que se estiraban encima de los pisos de piedra. Cortado en bloques de tres por dos pulgadas, las barras deben secarse durante seis meses antes de ser vendidas. La guerra ha traído la carestía de jabón, telas, alimentos procesados y productos farmacéuticos a una zona productora, y Alepo consume sus reservas de bienes básicos, así como el efectivo y la esperanza. Todo eso se acaba rápidamente. “No hace falta que vayas a Alepo”, me dijo en Beirut un amigo nativo de esa ciudad siria. “Todo Alepo está aquí”. Algunos de los exiliados sirios, principalmente los industriales que proveían gran parte del empleo en la región, estaban congregados en los cafés de la rue Hamra, algunos a favor del régimen, otros en contra, preservando delicadamente sus amistades a pesar de sus diferencias políticas. Jugando bridge o backgammon, esperan el día en que sea seguro regresar, si es que ese día llega. Cuando estuve en Alepo en Semana Santa pasada, los mercaderes exiliados todavía no habían tenido que irse y sus empresas todavía marchaban. El jabón de Alepo era abundante en el laberinto del zoco de piedra abovedada cerca de la Ciudadela. La mayor parte de la gente compartía su alivio –que era casi complacencia- sobre el que su ciudad había evitado la violencia que asolaba al resto del país. La naturaleza cosmopolita de Alepo, parecían sentir, la hacía diferente. El único pogromo que hubo allí contra la minoría cristiana tuvo lugar en 1851, con un número de muertos bajo, y nunca se repitió. La relativa prosperidad de la ciudad mantuvo a gran parte de la población satisfecha, a pesar de la represión de la 26>Febrero 2013 opinión política. Alepo era el taller y el mercado de Siria, y su región generaba hasta 65 por ciento de la riqueza nacional, aparte del petróleo. Las fábricas que hacían textiles con algodón sirio, las farmacéuticas y las de muebles, dominaban las zonas industriales fuera de la ciudad y empleaban a miles de personas. Los regímenes de Hafez al-Assad, desde 1970, y de su hijo Bashar desde 2000, dejaron el refinado centro de la ciudad con poco contra lo cual rebelarse, aun cuando los habitantes del campo alrededor de la ciudad eran pobres, se veían obligados por la sequía, el desempleo y la ambición a irse a los suburbios de Alepo y tenían quejas legítimas que eran ignoradas en las villas extravagantes a orillas del río Qowik. Muchos de los habitantes de Alepo tenían edad suficiente para recordar la última vez que la ciudad fue escenario de una rebelión, en 1979. El desenlace de esa revuelta dejó pocas esperanzas de que repetirla pudiera ser algo más que un desastre. Pero cuando comenzó la actual revuelta en el interior de Siria empezó a acercársele a Alepo por todos lados, y la ciudad antigua no tuvo mayores probabilidades de permanecer ajena; era como una cabaña de madera en medio de un incendio forestal. Entre dos malos poderes En tiempos normales, la mejor manera de cubrir los 320 kilómetros entre Damasco y Alepo es por carretera, parando para almorzar en los jardines aledaños a los acueductos romanos de Hama. En mayo de 2011, cuando la rebelión se expandió desde Deraa hasta el sur de Homs, cortando la autopista que va de Damasco a Alepo, la opción más segura era volar. Cuando fui en abril de 2012 pude tomar un vuelo sin contratiempos; y también mi viaje en taxi por la autopista principal hacia la ciudad donde me registré en el maravilloso Hotel Barón Otomano fue tranquilo. Pero cuando regresé seis meses más tarde, el aeropuerto de Alepo estaba casi desértico. Los taxis ya no se arriesgaban en un trayecto a la ciudad sin un pago garantizado, así que le pedí a unos amigos que me enviaran un chofer de confianza. Me arrancó la maleta y corrió a su carro, lo prendió y se persignó apresuradamente. Luego empezó a sudar. Como a un cuarto de milla del aeropuerto hizo una abrupta vuelta en U, sacándonos de la autopista hacia una carretera desértica. Los pocos edificios de la zona habían sido impactados por artillería de alta velocidad y todos, excepto un almacén que era usado por las Lo que comenzó como una revuelta pacífica degeneró en una devastadora guerra civil tropas del gobierno sirio como centro de comando, rodeado de bolsas de arena y una bandera triste, estaban destruidos y vacíos. Como a kilómetro y medio más allá apareció un arma antiaérea montada en un camión en un risco sobre la carretera. El chofer se devolvió hacia la autopista desolada. De pronto una barricada de cauchos quemados, ladrillos de cemento y desechos nos obligó a tomar la vía contraria, donde de haber habido otros carros, hubieran venido de frente contra nosotros. Las estaciones de servicio estaban destruidas, y los camiones de gasolina quemados a orillas de la carretera. Las filas de casas de ladrillo de la gente más pobre mostraban los impactos de artillería. Un poco más adelante, entrando propiamente a la ciudad, el chofer se relajó al ver algunos peatones y carros. Cerca de una redoma, la gente intercambiaba tomates rojos y verdes, papas gigantes, berenjenas, calabacines, manzanas y granadas en un mercado de calle improvisado. El chofer señaló las carretas, que no estaban allí en abril, y dijo: “Querían la libertad. ¡Allí la tienen!” La ciudad tiene ahora fronteras internas. En mi primera noche allí, un amigo caminó conmigo hasta el límite del vecindario seguro de Sulaimaniya. Donde alguna vez pudimos haber caminado fácilmente desde Sulaimaniya hacia el vecino Jdaideh sin notar la diferencia, ahora encontrábamos en Jdaideh otro mundo. Los carros habían sido estacionados de manera de que bloquearan las entradas a las calles, y ninguna luz estaba La relativa prosperidad de la ciudad mantuvo a gran parte de la población satisfecha, a pesar de la represión encendida. El alumbrado público de Sulaimaniya alumbraba los cafés modernos llenos de hombres y mujeres tomando café, dulces o fumando narguiles. Jdaideh, a solo cuareta y cinco metros había quedado despoblado desde que los rebeldes entraron un mes antes. A donde quiera que fueran los rebeldes, el ejército atacaba y los residentes huían. Yo quería visitar los zocos en la mañana, pero mi amigo me dijo que las luchas continuas lo hacían imposible. ¿Quién quemó los zocos algunas semanas antes? “Eso fue el Ejército de Siria Libre”, me dijo mi amigo. “Estamos atrapados entre dos malos poderes. Como sabes, no me gustan las dictaduras. Pero esta gente se muestra como lo peor”. Otro amigo me dijo que los rebeldes que habían llegado a dominar grandes áreas de esta ciudad “entraron en Alepo. Alepo no entró en ellos”. Se trata de un hombre de negocios, que en la primavera estaba feliz de que yo lo citara en mi artículo, pero que ahora insiste en que no publique su nombre. Miembros de esta familia han sido secuestrados, y al final de las negociaciones han pagado grandes sumas para su liberación. Así como los alepines una vez temieron a las muchas agencias de inteligencia o al mukhabarat, el servicio secreto del régimen de los Assad, ahora se han vuelto cautelosos sobre las represalias del Jaish al-Hurr, el Ejército Libre, y sus milicias asociadas. Otro amigo me dijo: “La oposición pensó que Alepo les daría la bienvenida. Pero no lo hizo, sino solo en la periferia, donde estaba la gente muy pobre y rural”. Aunque apoyaban la revolución, algunos de los distritos más pobres buscaron excluir a los rebeldes de sus vecindarios de cualquier forma. En Bani Zayd, uno de los barrios más míseros, donde mucha gente tiene que hurgar entre la basura de la ciudad para ganarse la vida, los presbíteros de la zona le entregaron una carta al Ejército Libre: “Vitoreamos al Ejército Libre. Pero lo que está pasando hoy es un crimen contra los habitantes de nuestro vecindario. No hay entidades para la seguridad gubernamental ni el shabihah. Los grupos que han tomado posición en el vecindario no pueden defenderlo (…) Nosotros, los presbíteros del vecindario de Bani Zayd, somos responsables de este comunicado y exigimos que los batallones del Ejército Libre que han entrado en el vecindario se retiren y se unan a las batallas en los frentes calientes. Esto aseguraría el retorno a la calma del vecindario y le pondría fin a los ataques aleatorios (de las fuerzas del régimen) a un vecindario pobre que alberga a miles de desplazados”. Los residentes de Bani Zayd eran simpatizantes naturales de la revolución, pero ese apoyo no se extendía a unas tácticas que los exponían a las retaliaciones del régimen. La incapacidad del Ejército Libre de defender la mayoría de las áreas que ocupó ha reversado también el apoyo de otros simpatizantes potenciales. ¿Cuál es el motivo, preguntan, de buscar que el régimen bombardee una zona que no puede sostenerse? Había un particular resentimiento en Alepo por la ocupación rebelde de los zocos a finales de septiembre. Pero antes de eso, el sentir de la ciudad sobre el destino de ese patrimonio arqui- tectónico y cultural se podía deducir de la descripción que de esos sitios hizo un antiguo embajador australiano en Siria, Ross Burns, en Monuments of Syria: An Historical Guide: “Desde el siglo XVI no ha sufrido grandes cambios (algunos dirán que desde el siglo XIII). Los zocos conservan maravillosamente la atmósfera de la tradición mercantil árabe-turca. En el verano, los techos abovedados ofrecen un refugio fresco; en el invierno, protección de la lluvia y el frío. Mientras que muchos de los productos que venden se han modernizado, todavía hay zonas donde el fabricante de mecate o de carpas y el vendedor de golosinas ejercen su comercio como lo han hecho durante siglos”. Las filas majestuosas de mercados y talleres eran el centro comercial de la ciudad, pero también la encarnación de su espíritu. A pesar de que los rebeldes acusan al régimen de comenzar los incendios, la mayoría, aun los que simpatizan con ellos, lo atribuyen a los rebeldes. Cuánto vale Alepo El 3 de octubre, el Ejército Libre culminó su asalto a los zocos con dos bombas: una de mil kilos y otra de 500, colocadas en carros cerca de un club de oficiales y del correo principal en la Plaza Saadallah Jabri, el parque central de la ciudad. Un periodista sirio, testigo de la explosión que mató a más de cuarenta personas e hirió a más de 125, me dijo: “Hay divisiones dentro del Ejército Libre. Si tuvieran algunos cientos de personas, pudieran ocupar el ayuntamiento y proclamar liberada a Alepo”. Que no lo hicieran no solo era una medida de la falta de unidad rebelde, sino expresión de una táctica que consiste en dar golpes aquí y allá sin lograr capitalizarlos. La batalla por Alepo es una guerra por Siria misma. Otro alepín que me pidió que no usara su nombre me dijo: “Si Alepo cae, el régimen temblará”. En términos tanto políticos como militares, la capital comercial de Siria es vital para ambos lados. Sin embargo, tanto el régimen como los opositores armados están alienando a la gente que supuestamente están tratando de tener a su favor, mientras conjuntamente destruyen la economía de Alepo, los monumentos históricos que le dan a la ciudad su carisma e identidad únicos, las vidas y la seguridad de sus ciudadanos, y la cohesión social que hasta entonces la habían convertido en un modelo de armonía Ambos bandos compiten en represalias mutuas mientras acaban con el país que dicen querer gobernar entre las sectas. Otro amigo me confió: “La revolución murió en Alepo. Pensaban que podían ganar la batalla sobre esta ciudad. Pensaron que esta gente los apoyaría”. Afuera de la ciudad, los rebeldes se embarcaron en un asalto desatado contra todas las industrias que mantenían viva a Alepo, quemando y saqueando las plantas farmacéuticas, los molinos textiles y otras fábricas. Esto daña a los industriales, muchos de los cuales están esperando en el Febrero 2013>27 Libros Pelean por Alepo porque es productiva. Pero los combates la hacen incapaz de producir nada. Líbano que pase la guerra, pero sobre todo, a sus empleados. Los desempleados de las urbes tenían buenas razones para apoyar una revolución que pudiera mejorar sus oportunidades en la vida, pero los miles de empleados al inicio de la revolución ahora se quedaron sin trabajo, porque el Ejército Libre ha quemado los lugares donde laboraban, y tienen razón de estar resentidos. Hay historias de trabajadores que tomaron las armas para proteger sus fábricas y arriesgaron sus vidas para salvar a sus patronos de los secuestradores. Alepo está sitiada. La gasolina para la calefacción, la única manera de que la 28>Febrero 2013 gente sobreviva durante el invierno, no puede ser transportada por el peligro que implica. Cuando se consigue, el precio del mazout, un combustible que se usa en gran parte de las casas de Alepo, es el doble que en Damasco. Al centro de Alepo, controlado por fortificaciones, alcabalas y patrullas regulares del ejército sirio, el único rubro que parece llegar sin contratiempos es la comida. Hay bastantes productos de las granjas cercanas en el mercado de calle que ha reemplazado a los zocos quemados. La brutal represión de los rebeldes por parte del gobierno, especialmente los bombardeos aéreos de zonas urbanas densamente pobladas, ha empujado a algunos partidarios del régimen a los brazos de la oposición. Una joven que en abril me habría dicho que amaba a Bashar al-Assad ahora me cuenta como lloró al ver el bombardeo de Alepo. Un médico, cuya posición contra el régimen yo conocía bien, me dijo: “La mayoría de los sirios no quieren a Bashar al-Assad por todo lo que ha ocurrido en los últimos diez años. Queremos cambio, pero no así”. Esta es una guerra patas arriba, en la cual las lealtades y las animosidades ya no se pueden predecir. El conflicto sirio es lo que sus luchadores quieren que sea. Es una guerra de clases, entre el proletariado suburbano y el ejército del Estado financiado por la burguesía. Es una guerra sectaria en la cual la mayoría árabe suní está luchando por desplazar a la clase alauí dirigente. Es una guerra santa de los musulmanes suníes contra toda manifestación del chiismo, especialmente de la variedad alauita. Los acuerdos sociales de los que Alepo se enorgullecía se desmoronan. Los fundamentalistas musulmanes han atacado iglesias cristianas y mezquitas chiitas. Los árabes han peleado con los curdos. Los chiitas y suníes iraquíes han cruzado la frontera para pelearse en Siria. Emigrar, una opción remota en abril, se ha vuelto común entre aquellos con dinero, idiomas y educación, que puedan ganarse la vida afuera. Un ingeniero civil que ha pasado años preso por criticar al régimen me dijo: “Los sirios se han destruido entre sí. La educación, la convivencia, todo lo están destruyendo. Lo puedes ver en los lugares oficiales de trabajo. Las actitudes son diferentes. La gente que no era creyente, y hasta comunista, se ha vuelto religiosa”. Un alzamiento que comenzó en marzo de 2011 con la modesta esperanza de reformar al país ha degenerado en una bellum omnium contra omnes hobbesiana, una guerra de todos contra todos. La selección de bando depende de la experiencia personal. Aquellos que han sido torturados por el gobierno esperan de la fuerzas del Ejército Libre la liberación, mientras que cualquiera cuyo padre o hermano ha sido secuestrado por el Ejército Libre exige protección gubernamental. Durante los seis meses que pasaron desde mi última visita a Alepo, las opiniones han variado en formas inesperadas. En gran parte, los cristianos estaban a favor del régimen o eran neutrales, buscando evitar la atención de cualquier lado. En Semana Santa, cuando conocí a Gregorios Yohanna Ibrahim, obispo metropolitano, sirio ortodoxo, de Alepo, me dijo con una risa alentadora: “¿Preocupado yo? Sí. ¿Asustado? No”. En Alepo había silencio, a pesar de que los conflictos en el resto de Siria eran precursores claros del terremoto que venía. En el momento, Gregorios estaba convencido de que el régimen y la oposición podían resolver sus diferencias: “Si resolvemos nuestro problema interno y nos sentamos a hablar, podemos tener un diálogo constructivo. Podemos reconstruir nuestra sociedad gradualmente”. Como obispo de una pequeña comunidad de 20.000 feligreses en Siria, ha aceptado que el régimen proteja a los cristianos mientras evita un compromiso de un lado u otro. Ahora, sin embargo, la preocupación se ha convertido en temor. Una noche lo vi en los confines resguardados de su rectorado en el centro de Alepo, tras una fuerte sacudida de realidad. “Yo fui optimista las últimas semanas, pero hoy visité mi escuela. De los 550 estudiantes solo quedan 50”. Además del hecho de saber que cada día unos veinte fieles locales recibían visas para países extranjeros, el colapso del colegio hizo que este hombre relajado y jocoso que conocí en octubre se convirtiera en una persona profundamente sacudida, con pocas esperanzas en el futuro de su país. “El asunto ahora”, me explicó, “es cómo convencer al presidente de que deje el poder”. Fue la primera vez que escuché a un obispo cristiano hacerle un llamado a Bashar al-Assad para acabar con la guerra mediante el abandono de su cargo. ¿Acaso Gregorios no le teme a la Hermandad Musulmana? “Si hay democracia, habrá derechos para las minorías”, dijo. “No creo que los fanáticos y la Hermandad Musulmana tengan planes de controlar el país. Tienen planes de ser parte de él”. Aquella revuelta del 79 Esa noche, regresando a pie al Hotel Park, en el lindero de los jardines públicos, escuché en la distancia el sonido continuo de la artillería y las ametralladoras, algo que ya nadie puede ignorar en Alepo. A veces se acerca y luego parece alejarse a las afueras, pero siempre está allí. Los alepines muestran una estudiada despreocupación mientras caen las bombas en las cercanías. Es de mal gusto mencionar el hecho de que, en la cena, las explosiones sacuden la mesa. Sin embargo, puede que el conflicto los obligue a tomar lados por primera vez. Un científico de un ministerio gubernamental me contó que cinco o seis amigos suyos del trabajo esperaban que el régimen cayera. Dijeron que celebrarían en la Plaza Saadallah Jabri. En este mes que pasó, cambiaron de parecer. “Uno tiene un PhD en agricultura. Estaba completamente en contra del régimen. Dijo que celebraremos en otoño. Luego se me acercó y me dijo que el Ejército Libre vino a su área y destruyó su casa. Secuestraron a cuatro de sus primos. Me contó toda la historia. Ahora deseamos que el mukhabarat hubiera tomado su zona y no el Ejército Libre”. Ese es el gran cambio. Uno de los pocos militantes que me dio permiso para citarlo se llamaba Zaidoun al-Zoabi. Había sido profesor de la Universidad Árabe Europea de Damasco hasta que lo despidieron por razones políticas en febrero pasado. Se lamentó de que “han destruido a Alepo. Durante el régimen, era una ciudad. Ya no. Ahora el régimen está perdiendo, pero nosotros estamos perdiendo también. El país ha sido destruido”. Zoabi lucha por mantener viva la revolución original y pacifica que comenzó en marzo de 2011, y que ha sido desplazada por la rebelión armada. Un joven empresario sirio, cuya familia ha estado en desacuerdo con el régimen, culpa a la oposición armada por tratar de tumbar el régimen por la fuerza: “No puedes quebrar un régimen como ese simplemente, está construido para durar”. El régimen, que en sus años iniciales se inmunizó contra los golpes de Estado con el arresto de sospechosos de disidencia en el ejército y la vigilancia constante, en 1979 se blindó contra las rebeliones con el alzamiento en Alepo. La revuelta de 1979 permite una comparación instructiva con la rebelión actual. Un reporte de mayo de 1982 de la estadounidense Defense Intelligence Agency, DIA, titulado “Siria: la presión de la Hermandad Musulmana se intensifica”, analizó esa insurrección y la respuesta de Assad: “A principios de 1979, animada por la Revolución Islámica en Irán, la Hermandad Musulmana de Siria desarrolló un plan para desatar una revolución similar en Siria para sacar a Assad”. El primer ataque con bomba de la Hermandad el 16 de junio de ese año, tuvo como resultado la muerte de 83 cadetes alauitas de la escuela de artillería de Alepo. Eso conllevó a masivos arrestos y a la lucha armada en las calles de Alepo. Para junio del Los cristianos. que se sentían protegidos por el régimen, ahora se preguntan cuándo caerá para que la guerra termine. Febrero 2013>29 Libros año siguiente, en opinión de la DIA, “el Presidente Assad le ha roto la espalda al desafío de la Hermandad Musulmana”. Los Hermanos Musulmanes que escaparon a la represión de entonces desarrollaron a continuación un plan insurgente de doble filo y un golpe contra Assad con sus simpatizantes en el ejército. El informe de la DIA decía: “A principios de 1982, sin embargo, la seguridad siria descubrió el plan del golpe y comenzó a intensificar sus operaciones contra los disidentes dentro del país. A consecuencia, la Hermandad Musulmana se sintió presionada para iniciar el alzamiento en Hama, que comenzó el 2 de febrero de 1982. La Hermandad esperaba que Alepo, Homs y otras ciudades grandes imitaran a Hama y ayudaran a la llegada de la nueva era. Las otras ciudades no se alzaron, y el Rifaat, el hermano sanguinario de las Brigadas de Defensa de Hafez Al-Assad, aniquiló a los Hermanos en Hama. La DIA decía que el número probable de muertos fue de unos 2.000, pero luego Amnistía Internacional concluyó que unas 25.000 personas habían muerto. Sobre la extensión que podía tener la Revolución Iraní en 1979, se aplicaba lo 30>Febrero 2013 mismo que ocurrió con la llamada Primavera Árabe de 2010 y 2011. Si Siria no era Irán, no es tampoco Túnez ni Egipto. La nueva rebelión enfrenta suníes contra alauitas y otras minorías, pero lo más importante es que hierve con los resentimientos de clase adquiridos por los pobres desplazados de las zonas rurales al confrontar el lujo urbano. Las sequías entre 2007 y 2011 exacerbaron las adversidades de la vida en el campo, obligando a mucha gente a irse a Alepo. Esto no era nuevo. En 1987, pasé tiempo entre unos campesinos del Éufrates al este de Alepo. Su aldea, Yusuf Basha, debía ser evacuada debido a la construcción de la represa hidroeléctrica. Regresé a Alepo desde el este y vi a los campesinos secando el trigo en las aceras como lo hacían en sus aldeas. Escribí en Tribes with Flags: Adventure and Kidnap in Greater Syria (1990): “Antes había visto la ciudad de Alepo crecer hacia las montañas, a medida que los suburbios se comían el campo. Ahora, me doy cuenta de que la aldea ha entrado a la ciudad, sembrándose afuera y creciendo hacia adentro. Los granjeros pobres traían sus costumbres y sus maneras a la cosmopolita Alepo, así como a Damasco y Beirut. Convertían sus residencias de apartamentos en versiones compactas de sus casas de barro: las familias dormían todas juntas en una sola habitación, cocinaban en otra, lavaban en otra más, y así cada cuarto era como una de las pequeñas chozas en sus patios. No era pobreza, era tradición la que ponía a toda la familia en una habitación. Esta era la única seguridad que tenían en una ciudad hostil y desconocida”. El regreso a Alepo fue un momento revelador, cuando vi la ciudad como la ven las personas que llegan desde las aldeas. Si Alepo los hubiera recibido, absorbiéndolos lentamente a la vida económica y cultural de la ciudad, como había hecho en siglos pasados, tal vez no le habrían dado la bienvenido a los rebeldes, culturalmente similares a ellos. Las políticas económicas neoliberales que introdujo Bashar al-Assad cuando tomó el poder en 2000 exacerbaron lo apremiante de su situación. Los beneficiarios eran los dueños de los bancos recién privatizados, los primos de Bashar que obtuvieron las licencias para la venta de celulares, los intermediarios y corredores de bolsa con educación y costum- bres urbanas, y no los recién desplazados sin tierra, dinero ni formación para adaptarse a la vida metropolitana. El que ellos reaccionaran como lo hacen ahora es parte de un antiguo patrón que pude ver durante ese regreso a Alepo hace 25 años: “Por primera vez en todos mis años en el Levante, ahora veo cuán corruptora les parecía la ciudad a los campesinos y los beduinos. La tradición árabe decía que cada dos generaciones una ola de reformadores fanáticos religiosos llegaban del desierto para purificar la ciudad. Había pasado en Arabia Saudita muchas veces, y duraba hasta que el lujo de la ciudad corrompía a los hijos de esa generación”. Me preguntaba si eso ocurriría en Siria. Veinticinco años más tarde, está pasando. Unos 40.000 sirios han pagado con sus vidas y otros dos millones han sido desplazados, de los cuales 40.000 han huido por las fronteras como refugiados mientras pasa la guerra. La oposición, cada vez mejor armada, recientemente declaró en Qatar que estaba uniéndose en una coalición respaldada por Occidente, una unidad auto declarada que sin duda será frágil. Al poco tiempo un grupo de facciones islamistas dijo que rechazaba la coalición y que quería establecer un Estado islámico. El 20 de noviembre el presidente del Partido de la Unión Democrática Kurda (PYD) también rechazó la coalición. Mientras el régimen siga con su terca resistencia a dejar el poder, todos los bandos parecen aprestarse para una guerra larga y destructiva. EL Charles Glass es un corresponsal especializado en Medio Oriente que ha escrito para varios medios de Estados Unidos y el Reino Unido, y ha trabajado también para la televisión, pues fue corresponsal jefe de ABC News en la región durante buena parte de los años 80, entre otros cargos en la industria. En el libro mencionado en la nota, Tribes with Flags, cuenta también su secuestro de más de 60 días a manos de milicianos chiitas en el Líbano. Tiene otros libros más, todos sobre el Medio Oriente y sus conflictos salvo uno, American in Paris, acerca de los estadounidenses que vivían en la París ocupada por los nazis. El desagradable caso Salman Rushdie Prepárense, seguidores del novelista anglo indio, que esta reseña de su libro de memorias -Joseph Anton, titulado por el alias que usó en sus años de clandestinidaddeja muy mal parado no solo al texto sino al hombre que lo escribió, un autor cuyo ego parece incluso mayor que su indudable talento Zoë Heller Febrero 2013>31 Libros C uando Anis Rushdie leyó por primera vez Midnight’s Children, escrita por su hijo, estaba convencido de que Ahmed Sinai, el padre borracho de la novela, era un retrato satírico de él mismo. Con lo cual comenzó una pelea familiar. Rushdie hijo no negó haber basado a Sinai en su padre. “En mi actitud de joven fastidioso”, diría luego en una entrevista en The Paris Review, “respondí que había dejado fuera todas esas cosas malas”, pero objetó la reacción herida de su padre, y consideraba que revelaba lo cruda que era su comprensión de cómo funcionan las novelas. “Mi padre había estudiado literatura en Cambridge, así que esperaba que tuviera una respuesta sofisticada ante el libro; en cambio la persona que sí la tuvo fue mi madre (…) Ella entendió de entrada que era ficción”. La posición que Rushdie tomó durante su riña literaria doméstica prefiguró sorprendentemente la posición que tomaría nueve años más tarde, cuando fuera confrontado por la ira de otro patriarca, mucho más castigador. El 15 de febrero de 1989, un día después de que el Ayatollah Khomeini emitiera una fatwa (una orden a obedecer por todos los musulmanes) condenándolo a muerte por escribir Los versos satánicos, Rushdie apareció en la televisión británica y anunció que deseaba que su libro fuera “más crítico” del Islam. Como reporta en Joseph Anton –su libro de memorias, que ha escogido escribir al estilo de De Gaulle, en tercera persona- su emoción principal en el momento fue de desconcierto. Cuando lo acusaron por primera vez de ser ofensivo se quedó genuinamente perplejo. Creía haber hecho una concesión artística con el fenómeno de la revelación; una concesión desde el punto de vista de un no creyente, ciertamente, pero apropiada en cualquier caso. ¿Cómo podría considerarse eso ofensivo? Los sensibles años de identidades políticas marcadas por la ira le enseñaron a él, y a todos los demás, la respuesta a esa pregunta. Sin querer queriendo Dada la frecuencia con la cual Rushdie ha sido acusado de escribir Los versos satánicos con el propósito expreso de causar problemas, es comprensible que desearía subrayar lo inesperado en la naturaleza de los eventos que siguieron a la publicación de su novela. Aún así, la visión retrospectiva de sí mismo como un ratón de biblioteca inocente, desconcertado por la intrusión 32>Febrero 2013 grosera del mundo en la esfera literaria, parecía un poco demasiado fabricada. Para ese momento de su carrera, Rushdie, que ya había sido demandado por Indira Gandhi por declaraciones difamatorias en Midnight’s Children, y que ya había visto la prohibición de su tercera novela en Pakistán, estaba mejor calificado que la mayoría para apreciar la capacidad de la literatura de provocar respuestas hostiles no literarias. Pero más preocupante aún, sin embargo, que la pose exagerada de su inocencia, es el caso que Rushdie parece estar presentando sobre la inmunidad de la ficción ante la rabia política o religiosa. Alejándose de la idea normal, liberal, de que la literatura debe tener la libertad de ofender, propone que la literatura, entendida adecuadamente, no puede ofender. Los musulmanes que se sintieron insultados por Los versos satánicos eran culpables de un error de categoría: así como Anis Rushdie, en su lectura “no sofisticada” de Midnight’s Children, habían confundido la ficción con otros tipos de discurso. En cualquier caso, su Profeta no se llamaba Mohammed, vive en una ciudad que no se llama La Meca y creó una religión que no se llama (o casi no se llama) Islam. Y aparecía solo en las secuencias de sueños de un hombre llevado a la locura por la pérdida de su fe. Estos diferentes artilugios eran, en opinión de su creador, indicadores de la naturaleza ficticia de su proyecto. Rushdie ha declarado que una de las grandes penas de los años de la fatwa, de las que más lo agitaban personalmente -más que el asalto a su libertad de expresión, o incluso a la amenaza contra su vida- fue el descubrir que una gran cantidad de gente se negaba a aceptar su “intención artística seria.” “Ha sido desconcertante saber,” escribió en 1990, “que a la gente no le importa el arte”. Parte de su misión en Joseph Anton es rescatar la literatura, ese “arte antiguo y hermoso del cual es un privilegiado practicante”, de la traducción cínica y el encubrimiento ignorante. Esto requiere alejarse significativamente de las opiniones que ha expuesto anteriormente sobre la participación inextricable de la ficción con la política y la historia. En un famoso ensayo suyo, “Outside the Whale”, Rushdie atacó varios libros y películas que propagaban mitos imperialistas sobre la naturaleza de las relaciones entre la India y Gran Bretaña durante el Raj (sostuvo, por ejemplo, que la trama sobre la violación, central en Raj Quartet Cuando se anunció la fatwa, Rushdie, en medio de su desconcierto, dijo que hubiera deseado que su libro fuera más crítico con el Islam de Paul Scott, respalda la fantasía racista frente a la amenaza sexual que significaban los “negros cachondos” para las mujeres coloniales). Las novelas, dijo, no pueden ser excusadas de ser criticadas sobre la base de ser “solo” ficción; todo el arte, en cuanto se atreve a aseverar “lo que es el caso, lo que es la verdad y la no verdad”, es inescapablemente político, y parte de “la tormenta incesante, la riña continua, la historia dialéctica”. No es de sorprenderse que Rushdie debería ser un poco más cauto ante la tormenta de la historia en estos tiempos, pero su impulso de dejar a la literatura en cuarentena ante “la cacofonía de otros discursos, religiosos, políticos, sociológicos y post coloniales” es, sin embargo, infeliz. Ciertamente, no todos los oponentes de Los versos satánicos estaban tan alertas a las técnicas lúdicas de la novela moderna como pudieran haber estado. Pero sostener que sus reacciones heridas fueran inconsistentes con los motivos artísticos de Rushdie no puede ser la conclusión del argumento. Si Paul Scott hubiese podido responder la crítica de Rushdie a The Raj Quartet, tal vez habría insistido en que no quería ser racista. Tal vez hasta hubiese acusado a Rushdie de engancharse en la política de la identidad susceptible. Pero estas réplicas no podrían haber vulnerado la legitimidad de la queja de Rushdie. Solo ante los fanáticos En varios momentos, Rushdie parece cansarse de defender los derechos especiales de la ficción y avanza en su defensa de los derechos súper especiales de la ficción seria o importante. “Él esperaba, y muchas veces necesitaba, una defensa más particular, como la calidad de la defensa hecha en el caso de otros libros agredidos, Lady Chatterley’s Lover, Ulysses, Lolita….” Uno se queda anonadado, no solo porque desestima a otros escritores que pudieran no merecer la “defensa de calidad” de sus obras perseguidas, sino también por la despreocupación con la cual Rushdie se coloca al lado de Lawrence, Joyce y Nabokov en el rango del mérito literario. En el transcurso de su memoria, Rushdie reclama un parentesco con cualquier cantidad de grandes hombres literarios, hombres que, como él, sufrieron por su genialidad, pero cuya fama estaba destinada a durar más que la de sus opresores. Los escritores inmortales del pasado fueron sus guías. Él no era, después de todo, el primer autor en peligro o secuestrado o anatemizado por su arte. Pensaba en el poderoso Dostoievski frente al pelotón de fusilamiento quien, tras el perdón de última hora de su sentencia, pasó cuatro años en un campo de prisioneros; y en Genet escribiendo en la cárcel su obra maestra homo erótica Notre-Damedes-Fleurs…. o en Rabelais, quien también fue condenado por la autoridad religiosa; la Iglesia Católica no ha podido digerir aún su hiperabundancia satírica. Pero el rey François I lo había defendido, alegando que su genio no podía ser suprimido. En aquellos tiempos los artistas podían ser defendidos por los reyes por ser buenos en su oficio. Eran tiempos mejores. ¿Tiempos mejores? ¿En serio? Es cierto que durante esos primeros años de la fatwa, el gobierno británico no fue totalmente valiente en su defensa de Rushdie. Margaret Thatcher, a quien había caracterizado como “Sra. Tortura” en Los versos satánicos, no era fanática de Rushdie, y los miembros de su gabinete dejaron claro en sus pronunciamientos públicos que lo consideraban una persona desagradable e inconveniente. Sin embargo, reconocían su deber de proteger la libertad de expresión de un ciudadano británico –aunque éste no les gustaracontra las amenazas de muerte de un clérigo extranjero. Y esto indica algo más Según hizo creer, a Rushdie lo que más le ofendía era que los musulmanes no apreciaran las sutilezas de su arte literario bien alentador sobre esos tiempos. Ciertamente, presenta una situación más reconfortante que una en la cual la seguridad de un ciudadano depende del arbitraje de un monarca sobre su talento literario. Un hombre que vive durante nueve años bajo amenaza no debe ser culpabilizado por caracterizar su aprieto en términos grandilocuentes. Pero uno pudiera esperar que al revisar en libertad sus emociones y su seguridad, pudiera traer algo de separación irónica para represar su propia grandilocuencia. Mirar hacia atrás, finalmente, no tiene ningún efecto aleccionador sobre el amor propio de Rushdie. Un sentido desvergonzado de lo que se le debe como literario asediado, inmortal en espera, impregna su libro. Quiere que simpaticemos con la irritación que sintió cuando los hombres de su equipo de protección abreviaron su gran alias conradiano-chekoviano a “Joe”. Quiere que apreciemos la ira que siente de recibir órdenes de oficiales de Scotland Yard agigantados (“era un aspecto vergonzoso de su vida el que los policías sintieran que podían hablarle así”). Quiere que entendamos la afrenta que sintió cuando los esfuerzos diplomáticos a su favor se detuvieron por las negociaciones para liberar a los rehenes británicos en Irán: “Los derechos humanos de Terry Waite tuvieron precedencia sobre los suyos propios”. La venganza de Salman Sobre todo, quiere que nos sintamos ofendidos también de haber sido un poeta sin suficiente honor en su propio país. Rushdie ha dicho que una de sus metas al escribir Joseph Anton era ser más “duro” consigo mismo “que con cualquier otra persona”. Esta es una gran ambición para cualquier autor de memorias, y posiblemente algo poco realista para un hombre tan tenaz en sus rencores como Rushdie. Al enfrentarse con la decisión entre mostrarse magnánimo y ejercer una venganza largamente esperada, el autor de Joseph Anton casi invariablemente escoge lo segundo. Algunos de sus momentos menos caritativos ocurren cuando escribe sobre sus cuatro matrimonios. Rushdie tiene la costumbre de excusarse por sus propias infidelidades y traiciones frecuentes en la naturaleza imperativa de sus propios deseos (“sus propias necesidades eran como órdenes,” recuerda cuando explica por qué tuvo que dejar a su tercera esposa, Elizabeth West, y su pequeño hijo, para irse a callejear a América). Las diversas fallas de las esposas -avaras y gruñonas y celosas de su talento- no se excusan fácilmente. En una competencia reñida entre Marianne Wiggins (la número dos) y Padma Lakshmi (la número cuatro), es la última la que emerge como la peor del grupo de esposas. Rushdie la presenta como la Marion Davies de William Randolph Hearst: una caza fortunas seductora y erótica, pero fundamentalmente insulsa, cuyas ambiciones egoístas como modelo, actriz y presentadora de televisión no tienen “nada que ver con sus necesidades profundas”. La revelación final de su superficialidad se evidencia justo después del 11 de septiembre, cuando Rushdie, afligido y conmovido, necesitado de conectar con sus seres amados, la llamó a Los Ángeles y supo que ella estaba en medio de “una sesión fotográfica de ropa interior”. El clímax estremecedor de Rushdie en este momento puede parecerle al autor un poco excesivo, viniendo de un hombre que pasa gran parte de su memoria recordando encuentros con estrellas de pop, conejitas de Playboy y novias “buenas”, en el estilo de un jadeante joven personaje de Austen escribiendo sobre su primera visita a las aguas termales de Bath. Pero Rushdie quiere que comprendamos que estos recuentos copiosos de sus salidas nocturnas con celebridades son la crónica de un hombre valiente en su supervivencia, en su compromiso con un deber moral. “Comía en Balthazar, Da Silvano y Nobu, iba a estrenos de películas y bautizos de libros, y fue visto disfrutando hasta tarde en lugares como Moomba, donde conocen bien a Padma (…) Solo viviendo abiertamente, visiblemente y sin miedo, y reseñado haciéndolo, podía reducir el clima de temor que lo rodeaba ahora, en su opinión, un obstáculo mayor que cualquier amenaza iraní que todavía perviviera. De no haber estado de parran- da con Padma en Moomba los terroristas habrían ganado, ¿no entiendes?”. Otras evidencias del fracaso de Rushdie en cuanto a su propósito de ser tan duro consigo mismo como lo es con otros, se manifiesta en sus divertidos recuerdos del comportamiento de sus editores norteamericanos y británicos durante la fatwa. El director de Penguin, Peter Mayer, y Sonny Mehta, en Knopf, habían decidido publicar en tapa dura Los versos satánicos, pero dudaron y finalmente se atrevieron solo con las versiones de bolsillo. Que ambos tenían responsabilidades por la seguridad de su gran número de empleados -hombres y mujeres incluidas en los términos de la fatwa, pero quienes no tenían el beneficio de protección policiaca las 24 horas- no le parece a Rushdie justificación suficiente para sus decisiones, y se divierte a costillas de lo que considera su comportamiento “débil”. Robert Gottlieb, antiguo editor en jefe de Knopf, con quien Rushdie publicó Midnight’s Children, también es castigado por haber sugerido alguna vez que Rushdie no habría escrito su libro de saber que “iba a matar gente”. Rushdie estaba tan disgustado por este comentario, nos dice, que nunca le volvió a hablar a Gottlieb. Los lectores tendrán diferencias de opinión sobre el valor de sostener la libertad de expresión a cualquier costo que representaba la edición de bolsillo de The Satanic Verses. Pero aun aquellos que están del lado de Rushdie se verán en dificultad para equiparar su sorna hacia el punto de vista contrario. Para cuando el Asunto Rushdie culminó, más de cincuenta personas habían muerto. Las preguntas que Mayer, Mehta y Gottlieb asomaron sobre el sentido común y la moralidad de seguir publicándolo dadas las circunstancias, parecía entonces, y sigue pareciendo ahora, perfectamente razonables y humanitarias. Sorprendentemente, cuando Rushdie relata el triste episodio de 1990 en el cual se reunió con líderes musulmanes y acordó no solo sacar del mercado la edición de bolsillo sino proclamar su fe islámica, regaña a aquellos que no mostraron “compasión” por su “error”. La compasión, ciertamente, es lo que se le debe durante esta era atribulada. Solo es lamentable que el propio juicio de antiguos amigos y colegas esté tan vacío de esta cualidad. De todas las racionalizaciones y estrecheces de puntos de vista que se muestran en Joseph Anton, lo más triste, tal vez, es su actitud alterada sobre el Islam. Durante la fatwa, Rushdie resistió cuidadosamente la tentación de hacer del propio Islam su enemigo. “Eso que llamamos islamismo no es lo mismo que Islam, “le dijo a David Cronenberg en 1995. “Esta cosa política que llamamos fundamentalismo, a la cual todo el mundo le teme. No es un movimiento religioso, es un movimiento fascista político que casualmente usa un cierto tipo de lenguaje religioso”. Pero su tolerancia hacia este tipo de distinciones ha palidecido. Ahora considera deshonesto y errado cualquier esfuerzo por separar las formas reaccionarias del Islam del propio Islam. Dice que son corolarios embarazosos de los viejos intentos de los marxistas occidentales de separar al “verdadero” marxismo de los horrores del comunismo soviético. El Islam no persigue una entidad heterogénea sino un monolito repugnante y asesino, y el “respeto” occidental por la religión -que debe ser colocado siempre entre comillas desdeñosas- es solo “hipocresía al estilo Tartufo”. ¿Como podemos reconciliar estos sentimientos con la gratitud que Rushdie expresa en otras partes del libro hacia escritores musulmanes que lo apoyaron durante la fatwa? ¿O su creencia en el papel del artista como promotor de la tolerancia entre humanos? El papel de la literatura, nos instruye en sus páginas finales de su libro de memorias, es promover “comprensión, simpatía e identificación con personas que no son como uno (…) para hacer que el mundo se sienta más grande, más amplio que antes”. Algunos lectores encontrarán hacia el final de Joseph Anton que el mundo se siente más estrecho y sombrío que antes. Pero no deberían sentirse alarmados. El mundo es tan ancho y grande como siempre ha sido; es solo que Rushdie ahora es más pequeño. EL Zoë Heller es una autora y periodista británica que suele hacer crítica literaria, a veces con la misma mordacidad que manifiesta en esta reseña sobre (o contra) Joseph Anton. Una de las novelas de Heller, Notes on a Scandal, fue finalista del Booker, uno de los grandes premios literarios de la lengua inglesa, y llevada al cine, con la gran actriz australiana Cate Blanchett en el rol principal. Los libros del muchísimo más conocido Salman Rushdie son publicados en español por Random House Mondadori. Febrero 2013>33 Libros ¿Es dios feliz? Este ensayo de 2006 del escritor polaco Leszek Kolakowski arranca con el príncipe legendario que se convirtió en el Buda para continuar con el dios de los cristianos, en busca de respuestas a esa pregunta. El lector se hará su opinión, pero el autor duda que los dioses o nosotros tengamos acceso a una felicidad absoluta Leszek Kolakowski Traducido del polaco (al inglés) por Agnieszka Kołakowska 34>Febrero 2013 L a primera biografía de Siddhartha, el futuro Buda, revela que durante mucho tiempo tuvo un desconocimiento total sobre la miseria de la condición humana. Hijo de la realeza, pasó su juventud placentera y lujosamente, rodeado de música y delicias mundanas. Cuando los dioses decidieron iluminarlo ya era un hombre casado. Un día vio a un viejo decrépito; luego presenció el sufrimiento de un hombre muy enfermo; más tarde se encontró con un cadáver. Solo entonces la existencia de la vejez, el sufrimiento y la muerte -todos los aspectos de la vida que había ignorado- se le hicieron evidentes. Al verlos decidió apartarse del mundo y convertirse en monje para buscar el camino del Nirvana. Podemos suponer, entonces, que fue feliz mientras las realidades sombrías de la vida le eran desconocidas; y que al final de su vida, tras una travesía larga y ardua, alcanzó la felicidad genuina que se halla más allá de la condición terrenal. ¿Puede describirse el Nirvana como un estado de felicidad? Aquellos que, como este autor, no pueden leer las primeras escrituras budistas en su versión original, no podemos estar seguros; la palabra “felicidad” no es fácil de traducir. También es difícil estar seguros de que el significado de palabras como “consciencia” o “ser” corresponde con el que hoy tienen esos términos en los idiomas modernos. Nos dicen que el Nirvana conlleva al abandono del ser. Esto puede hacernos sugerir que, como aseveró el filósofo polaco Henryk Elzenberg, puede haber felicidad sin un sujeto: solo felicidad, no relacionada a lo que siente alguien feliz. Lo cual parece absurdo. Pero nuestro lenguaje nunca es adecuado para describir las realidades absolutas. Algunos teólogos han sostenido que solo podemos hablar de Dios a través de la negación: al decir lo que Él no es. Del mismo modo, tal vez no podemos saber lo que es el Nirvana y solo podemos decir lo que no es. Pero es difícil estar satisfechos con meras negaciones; nos gustaría decir algo más. Y suponiendo que se nos permita decir algo sobre lo que es estar en un estado de Nirvana, la pregunta más difícil es esta: una persona en ese estado, ¿está consciente del mundo que lo rodea? Si no es así -si está completamente separada de la vida sobre la tierra- ¿a qué clase de realidad pertenece? Y, si está consciente del mundo que experimentamos, también debe estar al tanto de la maldad y del sufrimiento. ¿Pero es posible estar conscientes del mal y el sufrimiento y todavía ser perfectamente feliz? Dando la espalda al sufrimiento La misma pregunta surge respecto a los residentes felices del paraíso cristiano. ¿Viven totalmente aislados de nuestro mundo? Si no -si están conscientes de la miseria de la existencia terrenal, de las terribles cosas que ocurren en el mundo, de sus lados diabólicos, de su maldad, del dolor y el sufrimiento- ¿cómo pueden ser felices en cualquier sentido reconocible para el mundo? (debo aclarar que no estoy usando acá la palabra “feliz” con un significado más allá de “contento” o “satisfecho”, como pudiera uno preguntar “¿Estás contento con tu puesto en el avión?” o “Estoy muy satisfecho con este sandwich”. La palabra usada para la felicidad tiene un amplio rango de sentidos en inglés; en otros idiomas europeos su significado está más restringido). Tanto el budismo como el cristianismo sugieren que la liberación máxima del alma también es la serenidad perfecta: la paz total del espíritu. Y la serenidad perfecta es equivalente a la inmutabilidad perfecta. Pero si mi espíritu está en un estado de inmutabilidad, de modo que nada pueda influir sobre él, mi felicidad sería como la felicidad de una piedra. ¿Realmente queremos decir que una piedra es la encarnación de la salvación y del Nirvana? Como para ser verdaderamente humano se requiere de la habilidad de sentir compasión, para participar en el dolor y la felicidad de otros, el joven Siddhartha podría haber sido feliz, o mejor dicho haber disfrutado de su ilusión de felicidad, solo como resultado de su ignorancia. En nuestro mundo ese tipo de felicidad es posible solo para los niños, y en cualquier caso, solo para algunos niños: para un niño menor de cinco años, digamos, de una familia amorosa, que no haya tenido la experiencia de un gran dolor o de la muerte de alguno de sus seres cercanos. Tal vez un niño así puede ser feliz en el sentido que estoy considerando acá. Después de los cinco años tal vez seamos muy viejos para la felicidad. Podemos, es cierto, experimentar el placer transitorio, momentos de asombro y gran embeleso, hasta de sentimientos eufóricos de unidad con Dios y el universo; podemos conocer el amor y la alegría. Pero la felicidad como condición inmutable no es accesible para nosotros, exceptuando tal vez los casos raros de los verdaderos místicos. Esta es la condición humana. ¿Pero podemos atribuir la felicidad al ser divino? ¿Dios es feliz? Cuán humano es dios La pregunta no es absurda. Nuestra visión convencional de la felicidad es la de un estado mental emocional. ¿Pero está Dios sujeto a las emociones? Ciertamente, se nos ha dicho que Dios ama a Sus criaturas, y el amor, al menos en el mundo humano, es una emoción. Pero el amor es una fuente de felicidad cuando hay reciprocidad, y el amor de Dios solo es recíproco por parte de algunos de Sus sujetos, ciertamente no por todos: algunos no creen que Él existe, a otros no les importa si existe o no, y otros lo odian, acusándolo de indiferencia de cara al dolor y la miseria humana. Si Él no es indiferente, pero está sujeto a las emociones, tal como nosotros, Él debe vivir en constante estado de desolación al ser testigo del sufrimiento humano. Él no lo causó ni lo desea, pero es impotente frente a tanta miseria, horror y atrocidades a los cuales la naturaleza somete a la gente, o que las personas se infringen las unas a las otras. Si, por otra parte, Él es perfectamente inmutable, Él no puede ser perturbado por nuestra miseria; Él debe ser, entonces, indiferente. Pero si es indiferente, ¿cómo puede ser un padre amoroso? Y si no es inmutable, entonces Él participa de nuestro sufrimiento, y siente pena. En cualquier caso, Dios no es feliz en ningún sentido que podamos entender. Estamos obligados a admitir que no podemos entender al ser divino -omnipotente, omnisciente, conocedor de todo en Sí mismo y a través de sí mismo, no como algo externo a Él, y no afectado por el dolor ni la maldad. Jesucristo, el verdadero Dios de los cristianos, no era feliz de ninguna forma reconocible. Estaba encarnado y sufría dolor, compartía el dolor de los seres humanos, y murió en la cruz. En pocas palabras, la palabra “felicidad” no parece ser aplicable a la vida divina. Pero tampoco es aplicable a los seres humanos. Esto no es solo porque sufrimos. También es porque, aun cuando no estamos sufriendo en un momento dado, aun si podemos sentir placer espiritual y físico y momentos más allá del tiempo, en el “presente eterno” del amor, nunca podemos olvidar la existencia del mal y de la miseria de la condición humana. Participamos en el sufrimiento de otros; no podemos eliminar la anticipación de la muerte o las penas de la vida. ¿Debemos, entonces, aceptar la lúgubre “Después de los cinco años tal vez seamos muy viejos para la felicidad” doctrina de Schopenhauer de que todas las sensaciones placenteras son puramente negativas, es decir, son la ausencia del dolor? No necesariamente. No hay razón alguna para sostener que las cosas que experimentamos como buenas -el deleite estético, el goce erótico, el placer intelectual y físico de todo tipo, las conversaciones enriquecedoras, y el amor de los amigostodo debe verse como pura negación. Tales expresiones nos fortalecen; nos hacen espiritualmente más sanos. Pero no pueden hacer nada por el malum culpae ni por el malum poenae –la maldad y sufrimiento. Por supuesto que hay personas que se consideran felices porque son exitosas: saludables y ricas, sin carencia alguna, respetadas (o temidas) por sus vecinos. Tales personas pueden creer que sus vidas son lo que es la felicidad. Pero esto es un acto de auto-convencimiento; y aun ellos, al menos de vez en cuando, saben la verdad. Y la verdad es que son unos fracasados como el resto de nosotros. Podemos asomar una objeción acá. Si hemos absorbido la verdadera sabiduría del tipo más elevado, pudiéramos creer, como Alexander Pope, que cualquiera que sea, es cierto; o, como Leibniz, que se obsesiona con el mejor de todos los mundos lógicos posibles. ¿Y si además de aceptar algo como esto intelectualmente, es decir, simplemen- te creer que todo debe estar bien en el mundo porque está bajo la guía continua de Dios, también sentimos en nuestros corazones que es así, y vivimos el esplendor, la bondad y la belleza del universo en nuestras vidas cotidianas, entonces no podemos decir que somos felices? La respuesta es no, no podemos. La felicidad es algo que podemos imaginar pero no sentir. Si imaginamos un infierno y un purgatorio que ya no opera, y que todos los seres humanos, todos sin excepción, han sido salvados por Dios y ahora gozan de la dicha celestial, sin que les falte nada, perfectamente satisfechos, sin dolor o muerte, entonces podemos imaginar que su felicidad es real y que la pena y el sufrimiento del pasado ha sido olvidados. Tal condición puede imaginarse, pero nunca se ha visto. Nunca ha sido visto. EL Leszek Kolakowski (1927-2010) fue un filósofo e historiador de las ideas que empezó en el marxismo y se convirtió luego, por culpa de Stalin, en uno de sus más rigurosos críticos. En Venezuela, Monteávila Editores llegó a publicar algunos de sus ensayos, sobre todo los de índole religiosa, un tema al que se acercó con la distancia y el escepticismo que se sienten en este ensayo Febrero 2013>35 Dibujando ideas <<Rosana Faría>> Feliz nueva era P ues bien, el planeta continúa girando alrededor del sol. Y aparentemente va a seguir haciéndolo por un buen tiempo. Pero existe una sensación general, al menos eso quisiéramos, de que se nos está dando una oportunidad para dejar atrás las cargas pesadas y encarar el futuro inmediato, que está contenido en este instante, con nuevas energías y mucha ilusión. No será en este espacio donde vamos a dar datos de dietas o ejercicios que podrían ayudar a hacer el famoso “restart” de año nuevo, pero sí queremos alentar a nuestros lectores, que si están leyendo esto es porque les apasionan los temas que aquí tratamos, y empujarlos a crear, ya sea a través de la palabra escrita o de la imagen, esa obra para niños que está guardada en una gaveta de algún escritorio, computadora o rincón del alma. Son muchas las veces que se me ha solicitado asesoría o al menos una opinión sobre ideas para llevar a cabo la publicación de un libro infantil, y aprovecho este espacio para hacer entonces algunas de recomendaciones a la hora de llevar adelante un proyecto de esa índole, y lograr cristalizarlo para que llegue al público deseable, que puede ser incluso un solo niño, pero que de seguro es el niño o niña más importante del mundo. Primero que nada debemos tener en cuenta que un libro para niños es una oportunidad para establecer el primer contacto de un ser humano con la cultura. Por lo tanto este debe contener material de excelente origen, de altísimo nivel, de elevada calidad, y todos los epítetos que se les puedan ocurrir. Esto no quiere decir que es una tarea inalcanzable, posible sólo para una élite de intelectuales y artistas consagrados, no. Quiere decir que debe ser producto de una profunda necesidad de compartir una vivencia, una anécdota, 36>Febrero 2013 una reflexión quizá, con niños, y que esa vivencia va a ser plasmada en papel de una manera amorosamente cuidada, con las mejores herramientas que poseamos como creadores, buscando hacer conexión con ese ser que materializa la urgente necesidad del libro, el lector. Conozco de cerca ejemplos felices que quisiera compartir con ustedes. Menena Cottin, la admirada autora de El Libro negro de los colores, tiene en su casa una biblioteca solo para guardar aquellos títulos de los que sólo se han hecho dos ejemplares, uno para alguno de sus nietos y otro para ella. Otra amorosa abuela que no tuve la dicha de conocer dejó como legado un libro de refranes en su inglés natal y la explicación de los mismos para todos sus nietos. Su viudo decidió rescatar las ilustraciones y le ayudamos a convertirlo en un pequeño libro del que se imprimieron 30 ejemplares, uno para cada miembro de la familia menor de 12 años. Nelson Ramos, autor de Un abuelo, sí, construye libros artesanales que mantiene como posibles proyectos a futuro. Rubén Monasterios, el conocido escritor de literatura erótica, le escribió a su nieto una veintena de poemas que se convirtieron en un hermoso disco de canciones infantiles gracias a la diligencia y talento de Verónica Faría y su Trío Ninas. Entonces, es pecado no llevar adelante una idea porque sentimos miedo de escribir mal o porque no sabemos dibujar. Entendamos de una vez que si uno lo invoca, el universo conspirará a nuestro favor, y que ese niño, esa niña, es el público más especial del mundo, y agradecerá con una amplia sonrisa un libro único, dedicado a su personita. Estaremos contribuyendo de dos maneras a hacer de esta una nueva y espectacular era: un sueño propio realizado y un nuevo feliz lector en este planeta. EL As the saying goes, de la abuela Maíta, con ilustraciones hechas en col lages caseros ser bailarina, Isabel Cottin sueña con por Granma ado firm ta, nie su primera El tradicional juego de dej ar ver sólo una parte par a los morochos en su prim er cumpleaños ién lanzado, incluye una El CD del Trío Ninas, rec pita de manteca Are versión libre de l a nz a mi e nt o s >> López Ortega, Ochoa, Centeno y Macció hacen equipo Estos son los constructores de la nacionalidad En Gente que hace escuela (Fundación Artesanogroup/Banesco) están los testimonios de vida del recurso humano más valioso –y escaso- que tiene el país: las personas que se han fajado por hacerlo mejor >> Rafael Osío Cabrices N ina Nikanorova sobrevivió de milagro a la invasión nazi de la Unión Soviética y tras una larga y peligrosísima huída de los horrores de la Segunda Guerra Mundial llegó a Puerto Cabello, en un barco de refugiados, un día de 1947. Al día siguiente, cuando había sido alojada con el resto de los pasajeros en un incómodo campamento de acogida cerca del Lago de Valencia, alguien se enteró de que era una bailarina clásica y le organizó de inmediato una función en el Teatro Municipal de Valencia. De años de espanto, pasó en unas pocas horas a iniciar una nueva carrera en un país del que no sabía nada: Nina se convirtió pronto en la gran bailarina de la ciudad y en la maestra de todo el que decidió estudiar ese arte en la capital de Carabobo. La historia de Nina Nikanorova es una de las muchas que llenan las casi 400 páginas de Gente que hace escuela, el libro editado por la Fundación Artesanogroup y por Banesco en el que el escritor Antonio López Ortega dirigió a un equipo de entrevistadores y fotógrafos de todo el país (entre ellos Vasco Szinetar y Efrén Hernández, colaboradores permanentes de esta revista), entre quienes están autores de gran nivel como Harry Almela o Igor Barreto. Los personajes entrevistados son muchos y están todos los estados representados. Hay personas muy conocidas como el padre Luis Ugalde, la escultora Lía Bermúdez, el antiguo jefe de bomberos Rodolfo Briceño o el cocinero Nelson Méndez, pero también el médico que dice que en sus manos ha nacido media 38>Febrero 2013 Tucupita, o el sacerdote que creó el coro de niños cantores de Villa de Cura, o el cultor que rescató del olvido parte del patrimonio de fiestas tradicionales de San Fernando de Apure. Las entrevistas tienen distintos formatos, pero todas dan la voz a esos venezolanos de excepción, no todos nacidos aquí, que ante dificultades mayores a las que enfrentamos hoy se dedicaron a construir cosas, a dejar un legado indudable, a hacer sociedad, institucionalidad y cultura con poco o ningún apoyo estatal o empresarial. Gente que hace escuela (diseñado de manera completamente competente por un grupo de estudiantes de Prodiseño, a cargo de la profesora Aixa Díaz) es uno de esos libros que cuentan la historia viva de gente sin espadas y sin charreteras que solo trabaja para crear, para levantar, para enseñar conocimiento y belleza. La edición, impecable, corregida por Alberto Márquez, fue idea inicial del periodista Eduardo Fuenmayor, y un trabajo que involucró a mucha gente pero que contó con la selección de personajes de la artista Nela Ochoa y la coordinación del escritor Antonio López Ortega. Junto con los editores Sudán Macció y Carmen Julieta Centeno, López Ortega y Ochoa hicieron una llave que en adelante generará muchas expectativas sobre Fundación Artesano Group, un equipo ya responsable de unos cuantos títulos de calidad. Fundación Artesanogroup seguirá con los libros corporativos, en lo que son muy competentes, pero con el ingreso de Ochoa y López Ortega aparece una línea más comercial, Artesano Editores, con una colección de Historia de Venezuela, llamada Destierros; una de ensayo y periodismo, Inquisiciones, y una tercera de narrativa, Canaima. Artesano Editores ya lanzó sus tres primeros libros, uno en cada colección: La mirada del otro, la reedición en formato de bolsillo del original ensayo sobre viajeros del XIX en Venezuela de Elías Pino Iturrieta y Pedro Enrique Calzadilla, en Destierros; en Inquisiciones, La cultura bajo acoso, de María Elena Ramos, un estudio de las políticas culturales del chavismo, con énfasis en la transformación institucional de los museos; y en Canaima, Julieta en su castillo, un nuevo libro de cuentos inéditos de Miguel Gomes, que incluye los dos que ganaron el concurso de El Nacional (en 2012 y 2010). En 2013 esperan publicar unos seis libros, una novedad cada dos meses. EL Diciembre 2012 / enero 2013 La dramática historia de la jueza María Lourdes Afiuni, mandada a encarcelar tras poner en libertad a un enemigo del Presidente de la República Hugo Chávez l a nz a mi e nt o s >> La Colección Vértigo interpreta la violencia Una saga femenina con balas cruzadas Mónica Montañez dirige una colección policial en Ediciones B, que con novelas de José Pulido, Inés Muñoz Aguirre, Eloy Yagüe y María Isoliett Iglesias pretende contar qué vive la mujer venezolana del presente >> Rafael Osío Cabrices >> Fotografía Jorge Castillo María Isoliett Iglesias ya está preparando una segunda novela, protagonizada por la misma comisaria 42>Febrero 2013 “Un crimen es una gran excusa para meterse en la psicología de los personajes y revelar el país en que viven” L a joven (y audaz) reportera de sucesos María Isoliett Iglesias no podía creer lo que por teléfono le decía la periodista, dramaturgo y libretista Mónica Montañez, un día de octubre de 2011. La autora de El aplauso va por dentro le estaba diciendo que ella seguía muy de cerca sus crónicas en El Universal, sobre todo las de los domingos, porque prestaba una atención a la vida de las víctimas que se veía poco en la fuente policial. “De una vez me planteó hacer una novela”, cuenta Iglesias, “e insistía en que yo podía hacerlo. Le dije que sí, muy emocionada, y luego le comenté a mi esposo que estaba loca”. Montañez se preparó a dar los consejos necesarios y el esposo de Iglesias la ayudó a dar con el tema: el secuestro. “Mónica me explicó que el camino era estudiar una novela que nos gustara mucho, me dijo que todos los novelistas habían hecho eso. Que buscara esa novela y la desarmara para entender su estructura. Juan Toro (el fotógrafo con el que Iglesias mantiene el blog Voces de la Muerte) se acababa de leer Rojo express de Marcos Tarre y encontré ahí mi ejemplo a seguir. Una vez lo entrevisté, mientras escribía mi novela, y me asustó que él tardó un año escribiendo. Me habían dado menos tiempo que eso”. Iglesias, entrenada para ser rápida y eficaz, hizo entrevistas y redactó esa novela en pocos meses. “Fue una novela reporteada. Entrevisté a una miss y gente de la Organización Miss Venezuela, que me contaron cómo reaccionarían en una situación como esa, ante el secuestro de una concursante. Antes había entrevistado a un secuestrador, y para la novela hablé con dos negociadores y un policía que había investigado varios secuestros, sin revelar cosas que no debía. Tiene una base de realidad bien importante”. El título se lo dio un motorizado que reclamaba a otro en la calle que le había tumbado el vehículo, diciéndole “me tiraste la hembra pa’l piso”. En Me tiraste la hembra pa’l piso, que se lee en una tarde, una audaz y joven comisaria a cargo de la división anti extorsión y secuestro del CICPC debe resolver a plomo el plagio de la favorita a la próxima e inminente corona del Miss Venezuela. El caso resulta más complejo de lo que parece, como corresponde a una novela policial. Iglesias y Montañez quedaron tan contentas que pronto viene un libro de crónicas de la reportera, quien le cogió el gusto a la cosa y ya empezó a armar otra historia para una segunda novela, protagonizada por la misma comisaria y una sicaria. “Me enorgullece ser la culpable de eso”, comenta Montañez. Me tiraste la hembra pa’l piso inauguró la Colección Vértigo, junto con La segunda sagrada familia, de Inés Muñoz Aguirre, Amantes letales, de Eloy Yagüe, uno de los pocos cultores del género negro en Venezuela, y El requetemuerto, del veterano José Pulido, otro autor que se ha adentrado con sapiencia en las oscuras aguas de la novela policial. Montañez cuenta que a finales de 2011 Beatriz Rozados, la editora a cargo de Ediciones B en Venezuela, le propuso que dirigiera una colección de novelas sobre la mujer venezolana contemporánea. “Le dije que me parecía atractiva la idea si me permitía hacer novelas policiales. Mantuve, eso sí, como una suerte de regla que se le propusiera a los autores, que hubiera en sus novelas un personaje femenino importante, fuera la víctima, la victimaria o quien resolviera el crimen. Escribí un proyecto fundamentando todo, pero la razón, para ser honesta, es que yo soy fanática de la novela negra como género. Un crimen es una gran excusa para meterse en la psicología de los personajes y revelar el país en que viven. Me parecía de paso muy interesante para este país nuestro que se precia de ser tan femenino pero que siendo muy machista”. “Mónica pasó un instructivo para todos los autores que incluía temas muy autóctonos”, recuerda Iglesias. “Estaba el Miss Venezuela y yo decidí meterme de lleno en él”. Otros temas salieron en las demás novelas, que son unas cuantas. La idea es que salga una al mes. “Se lo propuse a doce escritores”, dice Montañez. “Siete de los primeros libros vienen de periodistas, porque son más rigurosos con las entregas. Hay gente veterana como José Pulido y nueva como María Isoliett. Vienen ahora Guararé de Wilmer Poleo Zerpa (un experi- mentado reportero de sucesos); una de Valentina Saa, la guionista de El rumor de las piedras; una novela sorprendente de José Manuel Peláez, un autor poco conocido de 65 años, profesor de la Escuela de Letras de la UCAB, quien también se estrena en el género; y una de Eduardo Sánchez Rugeles, el autor de Liubliana y Blue Label/Etiqueta Azul”. EL Febrero 2013>43 AU T ORES >> Juan Carlos Zapata “El editor venezolano tiene que reinventarse” Luego de años publicando sus libros en distintos sellos, uno de los mejores periodistas de investigación de Venezuela montó uno propio y lo inauguró con dos textos originales y muy bien escritos. Uno reconstruye un reino perdido en las riberas del Apure; el otro cuenta cómo se dejó vencer por el militarismo una Venezuela que se creía eterna >> Rafael Osío Cabrices >> Fotografía Jorge Castillo 44>Febrero 2013 U nos doce años tenía Juan Carlos Zapata cuando en una noche de lluvia interminable en Guasdualito, durante uno de esos interminables inviernos del llano, cayó en sus manos una página de El Nacional, diario que no se leía en su casa, con la columna La Ciencia Amena, de Arístides Bastidas. Zapata se impresionó tanto por ese periodismo científico lleno de información y tan bien escrito, que se dedicó a comprar ese periódico con su propio dinero, en una librería del pueblo. La hija de la dueña de la librería, conmocionada por ese niño que reclamaba si no llegaba El Nacional y que era capaz de esperar hasta la noche para recoger su ejemplar reservado, le pasaría luego libros que se robaba de los anaqueles, como Terra nostra, de Carlos Fuentes. Ese muchachito obsesionado, que ya estaba leyendo (y terminando) Guerra y paz en la puerta de la adoles- cencia, se convertiría con los años en uno de los más capaces periodistas de Venezuela. “Para mí”, recuerda, “la escritura era el periodismo”. Ahora, Zapata es su propio editor. Había empezado a trabajar en prensa a principios de los 80, mientras estudiaba en la escuela de Comunicación Social de la UCV: SIC, Tribuna Popular (militó un tiempo en la Juventud Comunista), El Universal, Número. Fue uno de los pioneros del periodismo económico y de negocios en un país que veía como palangristas a los reporteros de una fuente que pronto revelaría su importancia. Fundó Descifrado.com y lo vendió luego. En el camino, publicó varios libros, como Los ricos bobos, Doña Bárbara con Kalashnikov, Gabo nació en Caracas, no en Aracataca y Dr. Tinoco. Eso fue con distintas editoriales; sus dos nuevos títulos vinieron con un sello suyo, misteriosamente llamado El Parricida. Parecen muy distintos, pero salieron a la calle uno detrás de otro, y tienen en común dos viejas preguntas de Zapata, presentes en todos sus libros: qué es el poder en Venezuela, y cómo trabajan los grandes escritores, venezolanos y latinoamericanos. Uno es El palacio del llano cumple cien años; el otro, El suicidio del poder. Cada uno de esos títulos tiene una peculiar estructura y un juego de motivos recurrentes, así como personajes que sirven de excusa o de punto de mira sobre el país; Gallegos en el primero, Vargas Llosa en el segundo. Para marzo próximo, Zapata promete Café Italia, ambiente familiar. Y para después, en fecha indeterminada, las reediciones de Los ricos bobos y Dr. Tinoco, y su esperado libro sobre los boliburgueses (término del que se atribuye la autoría) que ha ido convirtiéndose, a medida que investiga, en un libro con protagonista: Diosdado Cabello. Por el momento al menos, la editorial El Parricida es solo para sus libros. “Yo había visto con Dr. Tinoco”, que publicó en Descifrado, “cómo era editar por mi cuenta, y que tengo una lectoría y una capacidad de venta. Quería verle el dinero a los libros. En un mes, noviembre, recuperé el 75% de la inversión que hice para El suicido del poder. Ya colocamos 2.000 ejemplares y vamos a la segunda edición”. Del bongo a la tanqueta El palacio del llano cumple cien años es una crónica dispuesta en capítulos cortos, todos acompañados de las estupendas viñetas del pintor Ronald Ramírez, sobre la familia Barbarito, que desde 1890 se instaló en San Fernando de Apure, inmigrando desde Italia, y en pocas décadas acumuló una fortuna con el negocio de las plumas de garza (una de las mayores exportaciones de la Venezuela pre-petrolera). Los Barbarito materializaron parte de su fortuna en la construcción de uno de los primeros edificios de lujo en el país, su casa-tienda en la orilla sur del Apure; con esa obra como punto de partida, Zapata teje las leyendas sobre esa familia, sobre el Apure de entonces, esboza el mundo de los inmigrantes prósperos en los llanos venezolanos durante el gomecismo (que ampliará en Café Italia, ambiente familiar), cuenta el destino de una estirpe que se fue acercando al poder caraqueño con desigual suerte, y de paso aprovecha para reconstruir el famoso viaje que hizo Rómulo Gallegos a Apure en la breve investigación que desembocaría en Doña Bárbara, y en la cual le acompañó uno de los Barbarito. “Gallegos es un personaje recurrente”, explica Zapata, “porque le estoy muy agradecido del mismo modo en que Mario Vargas Llosa está agradecido con Venezuela. Cuando ocurrió el incendio que devastó Guasdualito en 1948, Gallegos tuvo la gallardía de apartarse del protocolo presidencial y trasladarse allí para ver qué había ocurrido. Fue un acontecimiento especial. Mi padre llegó a conocerlo. Mucha gente ha olvidado su obra, que es muy consistente y hay que rescatar. Y él era un civilista, algo que me interesa mucho de él dado el momento que vivimos”. Zapata cuenta que su mamá quería ser de San Fernando para pasear por el malecón que tenía el palacio, y que cuando de adulto quiso encontrarlo no daba con él, de tan abandonado estaba desde los años 50. Una restauración posterior recuperó parte de su antiguo encanto, pero hoy es un centro comercial y ya el río no pasa por su costado norte. Es un libro escrito con una notable ambición estética, muy lograda por cierto. “El lector cuidadoso sabrá distinguir la ficción de los hechos históricos”. En cambio, El suicidio del poder describe el tejido que une los 40 años adeco-copeyanos con la era chavista; lo cual implica que ésta fue un desarrollo de lo anterior, no una ruptura surgida de la nada. Fue el escritor Eduardo Liendo quien le dio a Zapata el eje y el camino para titular ese libro, al recordarle un artículo de Mario Vargas Llosa sobre el ascenso al poder de Hugo Chávez, que el autor de La guerra del fin del mundo tituló “El suicidio de una nación”. Al reencontrarlo, Zapata volvió a revisar bien la obra de otro maestro latinoamericano y su relación con nosotros –como lo hizo en Gabo nació en Caracas, no en Aracataca- , y al contar cuánto tuvo que ver esta nación en su camino ideológico y en su consagración como escritor y como político, Zapata tuvo una vía principal por la que lanzar su libro. “Quería hacer con Vargas Llosa lo que hice con Gabo, pero es un hombre muy distinto. Vargas Llosa es parte de la era chavista. Ya venía siendo el único premiado por el Rómulo Gallegos con una relación honesta con Venezuela, con el país y no solo con algunos amigos de aquí. Ha escrito mucho sobre Venezuela y luego polemizó con Chávez, fue acosado en el aeropuerto, le mandaron periodistas para que lo molestaran… Lo que hago es involucrarme en sus códigos políticos, con los cuales coincido. Cuando releí Conversación en La Catedral, una “Cuando releí Conversación en La Catedral, una novela magnífica que es también un tratado de historia política, parecía haber sido escrita para este momento” novela magnífica que es también un tratado de historia política, parecía haber sido escrita para este momento y la tomé como otra referencia”. Vargas Llosa es la vía principal; no la única. Su historia con Venezuela está intercalada con capítulos en cursiva que son o monólogos imaginarios de personajes como Carlos Andrés Pérez, Jaime Lusinchi y Rafael Caldera, o testimonios del mismo Zapata, siempre en torno a la mecánica del poder en Venezuela, y particularmente, del mediocre ocaso de la élite política que permitió o alentó el retorno de un caudillo militar. Por la originalidad de su estructura y la calidad de su estilo, El suicidio del poder destaca en la frondosa bibliografía del tipo cómo-se-jodió-este-país. Naturalmente, Juan Carlos Zapata ha aprendido con esos libros algunas cosas sobre los seres humanos que dedican su vida a mandar sobre los demás, desde el Estado o desde el capital… o desde ambos tronos a la vez. “Lo que me intriga del poder es que los códigos son iguales en todas partes. Políticos y empresarios actúan en consonancia, se ayudan “Para mí, la escritura era el periodismo” Febrero 2013>45 “Estamos atrapados entre unos medios demasiado complacientes con la oposición y unos pocos grandes anunciantes, y la propaganda del gobierno” mutuamente, mediante relaciones implacables. Creen también que su poder les durará siempre. Para entender el poder político hay que ser político, y ver cómo ellos saben esperar, cómo tienen un tiempo calculado que es muy distinto al de la gente común. Un político puede fracasar mil veces pero luego saber vivir de una sola victoria. Y un empresario también se equivoca mucho y pierde mucho, hasta que triunfa”. Zapata dice que el periodismo venezolano no está contando ni la mitad de la película. “No sabe qué pasa en el mundo militar. No está contando mucho tampoco de la fuente empresarial. ¿Qué sabemos de lo que están haciendo empresarios venezolanos en la región, donde algunos están invirtiendo más que en Venezuela? Vemos muchos casos policiales pero muy pocas historias. No se han querido trabajar los asesinatos financieros, como tampoco las nuevas formas de organización social que el gobierno está controlando en los sectores populares. Y los articulistas, por su parte, repiten demasiado los mismos puntos de vista, escribiendo una y otra vez desde el mismo lugar. Nuestro periodismo ha perdido la capacidad de sorprendernos. La foto de Diosdado dándole la mano a Raúl Castro daba para una gran crónica. Estamos atrapados entre unos medios demasiado complacientes con la oposición y dependientes de unos pocos grandes anunciantes, y la propaganda del gobierno. El editor venezolano tiene que reinventarse. Y el periodista también.”. EL “Lo que me intriga del poder es que los códigos son iguales en todas partes” UN LIBRO SACA OTRO LIBRO Dahbar E d i c i o n e s Avenida Libertador, Edificio Ayacucho. Piso 12. Apartamento 121. La Florida. Teléfono: 7309873 46>Febrero 2013