TEMA: HIJOS DE DIOS CAUTIVOS TEXTO: (Sal: 137: 1
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TEMA: HIJOS DE DIOS CAUTIVOS TEXTO: (Sal: 137: 1
TEMA: HIJOS DE DIOS CAUTIVOS TEXTO: (Sal: 137: 1-4) INT. Aquí leemos de la experiencia del pueblo elegido por Dios, Israel, por no haber escuchado la voz de su Señor. Ellos habían recibido el pacto y las promesas, pero terminaron siendo llevados cautivos. La escritura nos dice que “Porque las cosas que se escribieron antes, para nuestra enseñanza se escribieron, a fin de que por la paciencia y la consolación de las Escrituras, tengamos esperanza” (Rom. 15: 4) y también que a Israel “Todo eso les sucedió para servir de ejemplo, y quedó escrito para advertencia nuestra, pues a nosotros nos ha llegado el fin de los tiempo” (1 Cor. 10: 11) Las experiencias de Israel nos transmiten a nosotros enseñanzas espirituales, nos demuestran principios del reino de Dios y de su trato con su pueblo escogido. DES. ¿Cuáles son los rasgos o señales que describen la cautividad? Pérdida del gozo (vs. 3) La alegría desaparece de nuestra vida y eso se hace notorio ya que el gozo del Señor identifica a su pueblo y es su fortaleza. Falta de una vida de alabanza y adoración (vs. 3) Esto es más que puros cánticos, sino que representa el estilo de vida que produce honra al Señor. Notemos que aun los mismos opresores eran los que le pedían que hicieran aquello que los caracterizaba y a lo que estaban acostumbrados a practicar. No hay apetito por la palabra de Dios (Zac. 1: 4-6) Lo normal es que perdamos el deseo de buscar el consejo de Dios. Los que nos oprimen trataran siempre de evitarlo porque saben que es allí donde está nuestra libertad (Jn. 8: 32) Olvido de las cosas que Dios ya ha hecho (vs. 2) El colgar las arpas significaba que no encontraban motivo alguno para exaltar al Señor. Estaban tan atormentados con su situación que olvidaban las cosas que Dios había hecho a su favor y que ellos mismos eran los responsables de estar en el estadio en que se encontraban. Desconfianza en las promesas de Dios (Sal. 126: 1) El pesimismo y el conformismo se apoderan de nosotros para que no pongamos nuestra esperanza en Dios, limitar nuestra fe y no esperar en sus promesas de liberación. Donde se dan estos rasgos hay señales de un estado de cautividad, sea cual sea el tipo opresor. Vivir cautivo es tener privación de libertad, ser dominado por aquello que nos limita vivir en la libertad con la que Cristo nos ha hecho libre (Gl. 5: 1) ¿Cuáles son algunas de las causas que provocan la cautividad? Cuando no escuchamos ni atendemos a la voz de Dios (Jr. 7: 12-15) El Señor con misericordia tiene la paciencia con los suyos y advierte en repetidas ocasiones su voluntad. Cuando decidimos no escuchar, entonces se revela su juicio porque es santo y justo. Cuando consentimos en pecar obstinadamente en nuestra propia opinión por encima de lo que Dios anuncia como correcto o incorrecto (Jr. 6: 16-19) Esto representan los “si está bien, pero...” que con frecuencia decimos ante lo que Dios anuncia o ha determinado. En realidad no sabemos cuán peligroso es esto. 1 Cuando tratamos con ligereza el pecado (El ejemplo de Sansón) Cuando nos “acostumbramos” tanto a vivir de la manera antigua y no hacemos nada por cambiar como nuevas criaturas (Rom. 12: 2) Dios nos enseña que debemos despojarnos de esa manera antigua de vivir como cuando nos quitamos una ropa vieja o sucia, y que debemos vestirnos de la vida de Cristo (Efe. 4: 17-24) Cuando permitimos que otras opiniones tengan más peso que la de Dios (Jr. 11: 6-8) Esto es válido tanto para las opiniones de los no creyentes que no concuerdan con la palabra de Dios, como para creyentes que se creen sabios en su propia opinión, y también para aquellos que dicen y creen venir de Dios porque le siguen ciertas señales, pero que en realidad malinterpretan la escritura y así llevan consigo muchos cautivos al error. La revelación escrita y la manera en que Dios nos habló en Jesucristo es la opinión definitiva del Señor (Heb. 1: 1-3) ¿Cómo salir de la cautividad? Restaurar nuestra relación personal con Dios (Jr. 29: 11-14) Si buscamos a Dios Él prometió que se dejará encontrar por nosotros. Jesús vino en su ministerio específicamente a “traer libertad a los cautivos” (Lc. 4: 18) Buscar fervientemente al Señor en oración (Dn. 9: 1-10) Esto es necesario tanto a) Para confesar arrepentidos nuestras maldades y encontrar el perdón, como para b) Para mantenernos alertas y protegidos contra las asechanzas del enemigo (1 Ped. 5: 8-9) Establecer nuevos principios en cuanto a la importancia de la palabra de Dios (Stg. 1: 22-25) Escuchar la palabra no es suficiente, esto es como construir una casa sobre la arena, lo cual fomenta una falsa esperanza, es necesario ponerla por obra para poder resistir los embates de los enemigos de Dios (Lc. 6: 46-49) Unirse a personas que están llevando una relación fructífera con el Señor (Pr. 24: 5-6) Si las malas conversaciones corrompen las buenas costumbres, entonces las buenas edifican y traen libertad. Puede ser que alguien opine que esta historia pertenece a los tiempos del antiguo testamento, antes de la gracia, pero el N.T. también nos anuncia el peligro de vivir la cautividad, si bien por la gracia de Dios somos guardados al ser sellados por su Espíritu (Efe. 1: 13-14) (1 Jn. 5: 18-10) El apóstol Pablo escribió que: “¿Acaso no saben ustedes que, cuando se entregan a alguien para obedecerlo, son esclavos de aquel a quien obedecen? Claro que lo son, ya sea del pecado que lleva a la muerte, o de la obediencia que lleva a la justicia” (Rom. 6: 16) (NVI) ¡Cristo aun ofrece libertad! Lo anuncio en repetidas ocasiones durante su ministerio y esto está vigente hasta que regrese por su iglesia (Lc. 4: 17-21) (Jn. 8: 31-36) 2