La piel ruda del elefante
Transcripción
La piel ruda del elefante
vida, y a veces, parece volverse en su contra pues ante espeluznantes atrocidades a las que los sometemos, resisten y conservan la vida, una vida no digna que encima no educa, no conserva y no me explico cómo es que a algunos todavía divierte. La piel ruda del elefante Realidad inverosímil (paradoja y dualidad) A través de cada una de estas fotografías, Pàtric Marín sugiere la reflexión acerca de la forma en la que entendemos la vida y el sitio que ocupamos en la naturaleza. Esta invitación a cavilar en el tema va más allá de la cautividad de los animales. Cada una de las obras de esta colección tiene diversas interpretaciones, algunas incluso, distantes del interés y la preocupación por la conservación de la «vida salvaje»; sin embargo, el autor apela a la sensibilidad y a la empatía de las personas para «leer» esta colección que sin duda consterna por su verosimilitud. Variadas y múltiples posibilidades encuentro para cada una de estas fotografías. Al tiempo que las observo con detenimiento me pregunto si: ¿Es esta una proyección de un posible futuro? ¿Se trata del punto máximo en la fragmentación del hábitat? ¿Es compatible con la vida, un mundo en el que todos los entornos han sido transformados por el ser humano para hacerlos más «confortables» y «habitables»? ¿Podemos seguir permitiéndonos el lujo de confinar a los animales salvajes para nuestra contemplación sin garantizar auténticas y valiosas contribuciones a la conservación de las poblaciones en libertad? ¿Es posible unificar para todo el mundo los criterios del uso responsable de los recursos naturales y resolver los dilemas morales que están involucrados? El ímpetu y la determinación mostrada por el ser humano para relacionarse con otras especies animales parecen trascender cualquier circunstancia y mantenerse intacta al paso del tiempo y a la evolución social y cultural. Haciendo referencia concreta a los parques zoológicos, éstos deben su actividad a cuatro objetivos fundamentales que justifican el mantenimiento de animales salvajes en cautividad. Los objetivos son: conservación, educación, recreación e investigación. Muy a pesar del esfuerzo y extraordinario trabajo de muchísimas personas que dedican su vida al cuidado de los animales y a minimizar los daños del cautiverio, sabemos muy bien que en parques zoológicos de todo el mundo, millones de animales han vivido y viven perturbadoras realidades para beneficio de las personas y sin reales aportaciones educativas o de conservación de las poblaciones en libertad. Por otra parte, la asombrosa naturaleza dota a los animales de una fuerza inagotable para resistir y mantenerse con «Te dicen descuidado porque están acostumbrados a los jardines, no a la selva» escribió el poeta mexicano, Jaime Sabines, y es que el ser humano es la especie que más ha impactado negativamente los ecosistemas como una estrategia para garantizar su supervivencia. Estamos fragmentando los hábitats naturales y urbanizando los territorios en un afán de mejorar nuestra vida. En ese afán desmesurado de progreso y «desarrollo humano», estamos desencadenando la sexta extinción masiva de nuestro planeta. La primera vez que una extinción masiva es provocada por una de las especies que habitan la Tierra. El, relativamente, reciente descenso de especies de fauna y flora es el mayor en los últimos 50 millones de años según el «Earth Policy Institute». Todos los que vivimos cómodamente en una ciudad somos partícipes, sin embargo, este lamentable hecho transcurre inadvertidamente y lo más abrumador es que en la mayoría de las personas domina el desinterés y la apatía: una fácil opción para evadir la responsabilidad de los efectos que generan nuestras acciones cotidianas. Quizá existen demasiadas preguntas con parciales y complejos remedios. Alcanzar soluciones absolutas no sólo requiere abordar cada circunstancia desde un enfoque moral, cultural, social y económico sino también hacerlos coincidir. Por lo pronto, cada instante que dediquemos a meditar, definir nuestra opinión y llevar a cabo las acciones consecuentes, será un gran principio para transformar nuestra actual forma de vida, optando por alternativas que nos brinden la posibilidad de reconexión con la naturaleza como una especie más dentro de los ecosistemas y tomando conciencia que los recursos naturales son finitos y que en nuestras manos está la supervivencia de generaciones futuras. Texto escrito por Ana Alejandra Arroyo Lambaer Etóloga Veterinaria especializada en Bienestar Animal www.yolcati.es www.patricmarin.com