«VERDADERAMENTE, CRISTO HA RESUCITADO» «Si no lo veo

Transcripción

«VERDADERAMENTE, CRISTO HA RESUCITADO» «Si no lo veo
«VERDADERAMENTE, CRISTO HA RESUCITADO»
«Si no lo veo, no lo creo». Esto dijo el apóstol Tomás cuando sus compañeros le
anunciaron que Jesús había resucitado. No fue fácil para los discípulos aceptar el hecho
de la resurrección de Jesús. Como los israelitas fieles, ellos esperaban la resurrección en
el último día, pero no estaban preparados para una resurrección inmediata.
El evangelio que hoy leemos nos dice que, al ver el sepulcro vacío, a María
Magdalena sólo se le ocurrió pensar que se han llevado a mi Señor y no sé dónde lo han
puesto. Después que vio que Jesús estaba vivo, corrió a decirlo a los discípulos, pero
éstos de entrada no la creyeron, pues, como dice el evangelista: «hasta entonces no
habían entendido la Escritura: que él había de resucitar de entre los muertos».
En los dos discípulos de Emaús, su “esperanza” en la resurrección se puso de
manifiesto en la decisión de abandonar aquella aventura y volverse a casa. Hizo falta
una larga conversación durante el camino y ver con sus ojos el gesto de partir el pan
para que se convencieran de que Jesús había resucitado.
Poco a poco, Jesús fue restaurando la fe en los suyos: «Estaban los discípulos en
una casa, con las puertas cerradas por miedo a los judíos. Y en esto entró Jesús, se puso
en medio y les dijo: “Paz a vosotros”. Y, diciendo esto, les enseñó las manos y el
costado. Y los discípulos se llenaron de alegría al ver al Señor». Ocho días después,
aceptó el reto de Tomás y le dijo: «Trae tu dedo, aquí tienes mis manos; trae tu mano y
métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente».
También a nosotros nos cuesta creer. Parece como si nos identificáramos más
con el Viernes Santo que con el Domingo de Pascua. Llenamos las iglesias en los
funerales y las dejamos medio vacías en el domingo, justamente el día que celebramos
la resurrección. ¡Cuánto necesitamos que el Señor salga a nuestro encuentro, nos
muestre su costado y comparta con nosotros el pan y el vino eucarísticos para que nos
percatemos de que está vivo!
Haríamos bien en aprender de los cristianos orientales. Ellos, durante el tiempo
de Pascua, archivan el saludo habitual y se abrazan mientras dicen: «Cristo ha
resucitado. Verdaderamente, Cristo ha resucitado». Hermosa costumbre que centra la
vida en el corazón de nuestra fe.
Esta es la gran noticia. No estará en la portada de ningún periódico ni se abrirá
con ella el telediario, pero resonará, como un grito de alegría, en todas las iglesias del
mundo: Resurrexit, sicut dixit, ¡aleluya! Ha resucitado, tal como dijo. ¡Alegrémonos!
Esta gran noticia, esta gran experiencia, no puede quedar secuestrada en el
corazón de cada uno de nosotros. Tampoco quedó en el corazón de los discípulos y,
gracias a ellos, nosotros hemos conocido a Jesucristo. Antes de partir hacia el Padre, les
dijo: «Id y haced discípulos a todos los pueblos. Y sabed que yo estoy con vosotros
todos los días, hasta el final de los tiempos». El encargo es también para nosotros.
Os deseo una Pascua gozosa, que alegre vuestro corazón y el de cuantos os
rodean.
¡Feliz Pascua de Resurrección! «Cristo ha resucitado. Verdaderamente, Cristo ha
resucitado».
+ Alfonso Milián Sorribas
Obispo de Barbastro-Monzón