Corrieron, vieron y creyeron
Transcripción
Corrieron, vieron y creyeron
E d i t o r i a l ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ ○ Nos Habla el Hermano Provincial... Corrieron, vieron y creyeron “Pedro y el otro discípulo salieron y fueron al sepulcro. Corrían los dos juntos” (Jn 20,3) Cristo ha resucitado de entre los muertos y nos dio a todos la vida. He aquí el anuncio pascual que nos hace proclamar llenos de alegría que Cristo sigue vivo entre nosotros. Somos cristianos porque creemos que Jesús ha resucitado de la muerte, está vivo, está presente en nuestro caminar histórico, es manantial de vida nueva. Ha cambiado nuestra mirada sobre el mundo porque la resurrección de Jesús tiene un significado y una fuerza capaces de transformar los dolorosos acontecimientos que afligen a la humanidad. La Buena Noticia de que Jesús ha resucitado cala hondo en cada uno de nosotros ya que se entreteje con nuestras dudas, con nuestra tristeza, mostrándonos nuestra pobre visión de la vida y mostrándonos el horizonte de Dios desde donde podemos comprender el sentido y el valor de todas las cosas. Este tiempo nos pide que abramos nuestro corazón a la Palabra, para que la fuerza de vida que ella contiene sea savia que corra por todas las dimensiones de nuestra existencia y se transforme en vida nueva. Benedicto XVI en su mensaje de Pascua decía: “La resurrección fue como un estallido de luz, una explosión del amor que desató el vínculo del “morir y devenir”. Inauguró una nueva dimensión del ser y de la vida…Está claro que este acontecimiento no es un milagro cualquiera del pasado. Es un salto cualitativo en la historia de la “evolución” y de la vida en general hacia una nueva vida futura, hacia un mundo nuevo que, partiendo de Cristo, entra continuamente en nuestro mundo, lo transforma y lo atrae hacia sí”. Mayo de 2006 - Nº 123 Hno. Edgardo Bruzzoni “Corrieron, vieron y creyeron”. María, Pedro y Juan, no solo quedaron impresionados con la noticia sino que inmediatamente se pusieron en movimiento, no permanecieron indiferentes. Entonces nos preguntamos ¿qué ha generado el movimiento en ellos? Sin duda que fue su gran amor al Maestro y el deseo de encontrarse con Él. Amor cultivado en el encuentro y en la relación con el Señor durante el tiempo que “estuvieron con él”,. Toda lo contrario a lo que pasó con los discípulos de Emaús que caminaban para otro lado sin esperanza, no veían ni creían. Si nos fijamos bien, en el primer pasaje del Evangelio, no hay palabras, solo movimiento, vivencias y signos propios de quien vive una experiencia profunda de unión con Cristo, donde cada uno ve algo diferente. En cambio en Emaús encontramos, de parte de los dos discípulos, una larga explicación racional de lo que había pasado, pero sin el “ardor del corazón”. Solamente después de la experiencia del encuentro con el Resucitado “se les abren los ojos” y creen. El amor y el ardor del corazón se convierten luego en el impulso misionero, en una experiencia contagiosa capaz de envolver a los demás. La resurrección de Jesús no se conoce solamente con áridas especulaciones o con muchas palabras, sino con gestos contagiosos de amor alegre y apasionado. La fe brota del que se siente amado y que ama. Los discípulos se sintieron amados por el Señor y esto despertó en ellos el amor a Él y el impulso misionero. Discípulo de Jesús es el que lo ama intensamente y se pone en movimiento para buscar los signos de su presencia resucitada en el hoy de nuestra historia. ¡FELICES PASCUAS DE RESURRECCIÓN! 3