¿Cuándo hay que ponerse en pie en la plegaria eucarística?
Transcripción
¿Cuándo hay que ponerse en pie en la plegaria eucarística?
¿Cuándo hay que ponerse en pie en la plegaria eucarística? En toda la celebración, cuando el sacerdote está en pie, toda la asamblea debe estar también en pié (exceptuando el momento de la homilía y la preparación de las ofrendas en el altar); signo de ello es que cuando veamos que el sacerdote está con las manos extendidas elevando una oración, todos, de pie, nos unimos al sacerdote en esa plegaria. Pero la gente aún no tiene esto claro: unos se levantan al momento de la oración sobre las ofrendas, otros cuando el sacerdote dice: “levantemos el corazón” (levantar el corazón es una expresión que no quiere decir que levantemos el culo del asiento)... otros, por motivos de salud, permanecen sentados (y es comprensible) durante gran parte de la celebración. La nueva Introducción General al Misal Romano (nueva porque se reformó entorno al año 2005) dice que todos los fieles deben ponerse en pie cuando el sacerdote invita a la oración con esta fórmula: “Orad hermanos, para que este sacrificio mío y vuestro, sea agradable a Dios, Padre Todopoderoso” y el pueblo, levantándose afirma: “El Señor reciba de tus manos este sacrificio, para alabanza y gloria de su nombre, para nuestro bien y el de toda su santa Iglesia”. Creo que está clarito. LA UNIDAD, FRUTO DE LA EUCARISTÍA Jesús en la última Cena, pide al Padre que sus seguidores se mantengan en la unidad. Deberíamos progresar en la unidad: en nuestro ambiente doméstico, en la comunidad eclesial local, y también en nuestra comprensión y acercamiento a las otras confesiones cristianas, como ya nos encarga el Concilio Vaticano II. Si no buscamos nuestro propio interés o victoria, sino que sabemos centrarnos en Cristo y su Espíritu, no deberían ser obstáculo las diferencias de sensibilidad o doctrina entre las varias iglesias o personas. 1/2 ¿Cuándo hay que ponerse en pie en la plegaria eucarística? En la Eucaristía invocamos dos veces al Espíritu. La primera, sobre los dones del pan y del vino, para que Él los convierta para nosotros en el Cuerpo y la Sangre de Cristo. La segunda invocación es sobre la comunidad: “los que vamos a participar del Cuerpo y Sangre de Cristo”. Y lo que se pide que el Espíritu realice sobre la comunidad es: “que congreguen en la unidad a cuanto participamos del Cuerpo y Sangre de Cristo”, que “formemos un solo cuerpo y un solo espíritu”... El fruto de la Eucaristía es la unidad. Como lo debe ser de la Pascua que celebramos cada año. Para ser fieles al testamento entrañable del Señor: “que sean uno”. (Ignacio Marqués) SIGUIENTE ARTICULO Los medios audiovisuales en la liturgia 2/2